TOMA DE HÁBITO, PROFESIÓN Y MUERTE

  "Todo está consumado" (1)

Tiempo atrás, cuando se vio grave de una pulmonía, le preguntaron, si era la hora de partir con su Amado, a lo que ella contestó: "No hijas mías, no he sufrido bastante. Ahora afirmaba positivamente que iba a morir, pidiendo, con instancias reiteradas, que se le concediera sin esperar más  el hábito de la Orden." (2)

Sus hijas se apresuraron a pedirle al Prior que se presentara para realizar tal ceremonia pero él se presentó tres días después pretextando sus muchas ocupaciones. Al llegar al convento en vez de llegar directamente con la M. de Matel habló largamente con Madame Lenet.  Sor del Santísimo Sacramento Allouis, armándose de valor entró al locutorio y reclamó al Prior su insensibilidad ante la enfermedad de la Madre de Matel.

En esos momentos, llegó Madame Rousseau para informarse sobre la salud de la Madre de Matel, ellos por miedo accedieron a su petición. Ella se acercó y preguntó: "¿Cómo se encuentra usted? Ella respondió: Muy mal, y no quieren creerme. ¿Desea usted, mi querida Madre, morir sin el hábito del Verbo Encarnado que ha concedido a sus hijas? ¡Ah, señora, lo he pedido ya tantas veces, sin haber podido obtener el permiso del P. Prior! Sin duda me juzga indigna de ello. Me someto a los mandatos de Dios. El sabe qué sacrificio le ofrecí al no tomarlo al dar el velo a las primeras hijas de la Orden. Por su gracia, he conservado siempre el deseo de hacerme religiosa a la hora en que a él plazca. Que cumpla en mí sus designios del modo que le parezca más conveniente. No tengo otra voluntad sino la suya. Ruéguele, Señora, que tenga misericordia de mi" (3)

Nuestro Señor ya había previsto todo para que la ceremonia se celebrara.  El Sr. Normandeau, Prior de San Miguel, llamó a la puerta y pidió ver a la Madre de Matel.  El Prior Dom Tixier inmediatamente accedió a que pasara y lo invitó a ser su asistente en la ceremonia. ÉL aceptó encantado.  Un poco más tarde el Prior reconoció al sacerdote, era pariente de Madame de Bely, pero ya no pudo impedir que estuviera presente. La Madre abrió su espíritu al sacerdote y platicó largamente, hasta que el Prior interrumpió, con pretexto de apresurar la ceremonia.

Por fin se cumplirían las promesas que el Señor le hizo de llevar el manto rojo, la túnica blanca. "Inició la ceremonia de la más digna postulante que la Orden del Verbo Encarnado haya jamás     tenido y recibido jamás." (4) Hubo representación de las grandes órdenes religiosas de la Iglesia, para atestiguar este gran acto.

Mientras la ceremonia transcurría Sor del Santísimo Sacramento Allouis, hábilmente se colocó junto al Prior con el fin de ayudar a vestir a la digna Madre, quien recibió como nombre de religión: MARIE DE JESUS.  Mientras la felicitaba toda la comunidad, una de ellas le dijo que por fin había obtenido lo que tanto había anhelado.  Ella dijo: "Es verdad, que al considerar la misericordia de Dios me ha concedido en este día experimentar una alegría indecible, la cual llegaría al culmen si, mediante la profesión pública que me queda por hacer, completara lo que falta a mi sacrificio en cuanto a la forma." (5) Sin perder tiempo fueron a donde el Prior para informarle los deseos de la Madre, pero él Prior no accedió, porque quería hacer renunciar a la herencia que la Madre le había dejado a Francisca Gravier. 

"Una violento aumento de fiebre la sumió en una postración tan completa que sus hijas comprendieron que la hora del desenlace supremo estaba próximo y era tiempo de hacerle recibir los últimos sacramentos." (6) Quiso confesarse una vez más y recibir la absolución general y la indulgencia <in articulo mortis> que le fue concedida por el Papa Urbano VIII, pidió nuevamente perdón a la comunidad, exhortó a Madame Lenet a remediar los problemas causados por su ambición y por segunda vez dio la bendición a sus hijas.

Mientras recibía la unción de los enfermos, contestaba con mucha piedad y atención. A penas terminaba esta unción, cuando llegó al convento el Sr. Abad Colombet quien traía la autorización para presidir la profesión de la Madre de Matel.  Esta noticia llenó de júbilo a las hermanas y "Dios, que tiene en sus manos todos los corazones, inclinó el del superior a conceder lo que había rehusado hacía apenas un instante." (7) Se agilizaron los preparativos para realizar inmediatamente esta santa profesión.

El alma de la Madre de Matel parecía estar ya en cielo, su rostro reflejaba una belleza y una tranquilidad que asombró a todos los asistentes.  Pidió la profesión y pronunció la fórmula y oraciones prescritas en el ceremonial y recitó el Te Deum.

Su estado de salud mejoró sensiblemente. Comió con apetito y el médico dijo que no había motivos de alarma, que no presentaba signos de muerte próxima. Por la noche, Sor Marie Anne du Becy, quiso distraerla y le dijo: "Reverenda Madre, debe sentirse muy feliz al estar en posesión de lo que su corazón anheló por tanto tiempo. Espero que ahora que ha hecho la santa profesión irá mejorando y que podrá asistir a la mía.  Hija, si  Dios quisiera que yo contribuyera a darte este consuelo, lo haría con gusto y, te prometo ocuparme de él si me devuelve la salud. Por el momento, ruégale que cumpla sus designios para  mí. Y que jamás tenga otra voluntad que la suya, la cual debemos amar sobre todas las cosas y tanto como a él mismo." (8)

Como  a las 7 de la noche, Madame Lenet entró a la habitación interrumpiendo la conversación y haciendo gala del resentimiento hacia la Madre de Matel, agredió a  su secretaria y la forzó a tomar un remedio que empeoró su salud.

Hacia las diez de la noche, todo parecía estar controlado. El confesor sugirió a las hermanas que fueran a descansar, y aunque no querían hacerlo, obedecieron. Sólo permanecieron Sor Francisca Gravier y Sor del Espíritu Santo du Becy. Las últimas hermanas en acercarse a ella para despedirse, escucharon:"¡No, no, no quiero! una de ellas preguntó: ¿qué es lo que no quiere, Reverenda Madre? Es el pecado, hija mía." (9) Parecía como si librara una gran lucha con el mal que trataba de que obrara con malos sentimientos hacia sus perseguidores, pero "en este corazón lleno hasta el borde del bálsamo de la caridad y de la unción del Espíritu Santo: así la victoria fue para el amor divino, vencedor en todo su ser y en toda su vida." (10)

La invadió una serenidad tal, que parecía estar en un delicioso éxtasis. Sor Francisca Gravier escribe: "Me había acercado a ella para hacerle tomar algo, ella la detuvo diciendo: Jesucristo, su santa Madre y san José están presentes aquí, ¿acaso no los ves? Me invitan a ir a gozar con ellos del reposo eterno." (11) y volvió a su celestial contemplación. Una divina belleza iluminó su rostro con las primicias de la bienaventuranza. Las hermanas absortas, no separaban la mirada  de ese rostro que resplandecía con tanta paz y felicidad, y no creyeron que había llegado su hora.

Como a la una de la mañana, las hermanas se dieron cuenta que su pulso era débil, e informaron al confesor. Él mandó avisar a la comunidad, se acercó y le preguntó si deseaba recibir la absolución, ella respondió afirmativamente. Hasta el último momento estuvo en posesión de sus sentidos  y facultades. Repitió varias veces: <En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu>

La comunidad arrodillada y con lágrimas en los ojos contemplaba  su luminoso rostro. "Ninguna contracción, ningún gemido revelaban el último combate de la vida contra la muerte: Ella parecía no en agonía, sino en oración. ¡Había llegado la hora suprema! Pronunciando tres veces el nombre sagrado de Jesús. Exhaló su último suspiro." (12)

(1)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 530

(2)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 525

(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 528

(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 531

(5)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 532

(6)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 533

(7) idem

(8)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 535 . 536

(9)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 537

(10) idem

(11)idem

(12)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 29 pág. 538

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