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Libro : ORAR PARA VIVIR
María del Carmen Farías Rodríguez
2017

Orar y vivir, dos palabras que por sí solas cada una, tienen un gran contenido, pero juntas, son el fuego que santifica a las almas escogidas y en Jeanne Chézard de Matel fueron un binomio inseparable, lo practicó durante toda su vida.
Oración y acción, Jeanne siempre se preocupó por ayudar al prójimo y agradar así al Padre.
Fe y fortaleza espiritual, basadas en ese encuentro personal con su Amado Jesús.

Anunciar y prolongar la Encarnación del Verbo entre los hermanos, Jesús le pidió que lo hiciera con el testimonio de su vida.
La humildad y obediencia, sobresalen, pues ella sabe bien, que no quería ser más que nadie y se dejó guiar en todo por Dios.
Bondad, que desde pequeñita ya se le notaba, y no le faltaron oportunidades para actuar bondadosamente.
Ella nos escribió, con total sencillez, lo que hoy es, nuestro gran Tesoro, yo le llamo:

                                                       “Un Testamento de Amor”
La obra de Jeanne Chézard de Matel fue escrita en francés en el siglo XVII. Sus manuscritos fueron celosamente guardados por las hermanas de la Orden durante tres siglos. Décadas después fueron traducidos del francés antiguo al francés moderno y a mediados de la década de los 70 se inició la traducción al español y posteriormente al inglés.

Sabemos, que Jeanne no asistió a ninguna universidad a estudiar y que su Maestro fue Jesús Verbo Encarnado, que durante su oración, le fue revelando todo lo que necesitaba para realizar el establecimiento de la Orden.

Uno de los frutos de las enseñanzas de su Divino Amor, es el dominio de la Sagrada Escritura, que se nota, cuando cita con acierto, textos del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Así también, cita a varios Teólogos y Doctores de la Iglesia lo que asombró a los que leyeron sus escritos en su época y a muchos de nosotros en este siglo XXI, nos deja verdaderamente maravillados.

A lo largo de toda su obra, ella va señalando las festividades litúrgicas y una constante mención de muchos Santos, esto nos sitúa en un contexto preciso, y nos deja ver el conocimiento de las virtudes y cualidades que ellos tenían y por eso quería imitarlos.

Jeanne escribió su autobiografía utilizando expresiones con abundantes calificativos, como se usaban en ese tiempo, para narrar y escribir lo que veía o sentía y, lo hizo bellamente.

Describió excepcionalmente signos y símbolos que ella vio durante su oración, las frecuentes comparaciones que el Señor hizo de ella con algunos personajes bíblicos o santos.
“Orar para vivir” es un texto que nos ayudará a comprender mejor los escritos de Jeanne Chézard de Matel y sobre todo a disfrutar los diálogos amorosos con Jesús Verbo Encarnado.

Sabemos que Dios concede a las almas escogidas dones especiales, a ella, le regaló grandes dones como locuciones, éxtasis, visiones y otros más.

Tengamos claro que leer la Palabra de Dios, nos hace reflexionar, meditar, contemplar a quien es “La Palabra” misma. Jeanne nos escribe su experiencia mencionando estos textos bíblicos y su reflexión personal nos la dejó escrita, es por eso que para comprender mejor su mensaje es preciso orar primero, de preferencia con los textos que menciona y después llegará la comprensión de ellos con la gracia que Dios nos conceda personalmente, como Él lo quiera.

El desarrollo de este trabajo está dividido en cinco etapas, con las cuales, trato de que esta lectura sea más ligera y, al mismo tiempo provoque una diferente profundidad en la reflexión del lector, sobre las diferentes formas que Jeanne de Matel se encontró con su Amado y que son las narraciones del testimonio de su vida de oración-acción. 

  • Primera etapa: Antes de su nacimiento.
  • Segunda etapa: De su nacimiento hasta su adolescencia.1596-1611
  • Tercera etapa: Durante su juventud. 1611-1634
  • Cuarta etapa: En su madurez.1634-1664
  • Quinta etapa: Al término de su vida.1664-1670

  • PRIMERA ETAPA                                                         Antes de su nacimiento
En su Autobiografía, Diario Espiritual y Cartas Jeanne Chézard de Matel, nos dejó escrito a detalle los acontecimientos de su vida, para que,,con ella agradeciéramos al Señor llenos de júbilo por la extraordinaria protección llena de amor y ternura que le tuvo desde antes de su nacimiento. Ella inició sus escritos orando a Dios:
“Para comenzar, ayúdame, Todopoderoso, ya que los obedientes cantan victoria, quiero contigo, superar las inclinaciones de mi propia resistencia…Tu sabiduría permitió, por las razones que tú conoces, que mi padre y mi madre permanecieran diez años sin poder criar niños ni educarlos.” [1]

Dios preparó el seno familiar donde ella nacería. Durante esos diez años, la señora de Matel, tuvo cuatro hijos, pero todos ellos murieron y después de mucho orar, felizmente volvió a concebir. “Esta pena les dio ánimo y motivo para recurrir a la oración y dirigirse a ti, mi divino amor, mediante la intercesión de tus santos y santas. Hicieron voto, que tú no rechazaste, de ofrecer dones a la iglesia de san Esteban de Roanne en honor de la gloriosa santa Ana, madre de tu santísima Madre, y de llevar a la pila bautismal por dos pobres, el primer hijo que tu misericordia le concediera y vestirlo de blanco, en honor de san Claudio y de san Francisco de Asís, suplicándote concedieras una vida larga y feliz a este primer hijo que debería nacer. “Poco tiempo después me concibió mi madre.” [2]

Jeanne nos dice que sintió la protección de Dios desde el seno de su madre y describe su maravilloso, y asombroso nacimiento, por el eminente peligro que representaba, que naciera prematuramente en condiciones de muerte por la hemorragia que sufrió su madre. Por la fuerza de oración comunitaria (toda la ciudad de Roanne) Dios bendijo a este matrimonio. Ese mismo día, sus padres Jean y Jeanne, y sus padrinos, dos niños pobres, también llamados Jean y Jeanne, llevaron a bautizar a la pequeña Jeanne a la Iglesia de San Esteban en Roanne. “Me hiciste nacer pronto y felizmente el seis de noviembre de 1596… ¡Oh maravilla de bondad! ¡Qué acción de gracias puedo darte por la amorosa!
¡Providencia que tuviste y por el cuidado que prodigaste a la madre y a la hija mientras ella me llevaba en sus entrañas! “Mi nacimiento, fue un consuelo para toda la ciudad de Roanne porque él, regocijaba a mis padres después de tantos años de aflicción.” [3]

[1]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 1, p. 2
[2]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 2
[3]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 4

  • SEGUNDA ETAPA                         De su nacimiento hasta su adolescencia 1596-1611
  Es palpable que Dios ha escogido a Jeanne para una gran misión. La señora Matel, su mamá, dándose cuenta que tenía poca leche y que no podía alimentar bien a su hijita, contrató una nodriza para que Jeanne no muriera por falta de alimento. Dios revela a la nodriza su misión para con Jeanne de manera admirable como ella nos narra:  

“La nodriza que habías escogido, oh mi Divino Amor, se presentó casi inmediatamente, y en contra de todos los consejos que las vecinas le daban de no recibir una niña moribunda, ella resolvió llevarme a su casa, porque me dijo que oyó interiormente estas palabras: ‘Recibe esta niña; no morirá.’ Y creyó que eras tú quien la aseguraba de mi vida. No se equivocó. Esos excesos de bondad hacia mí me hacen decir como al real Profeta*David: ‘Fuiste tú quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre, desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eras mi Dios. (Sal_21_10s). En el vientre materno ya me apoyaba en ti. Muchos me miraban como a un milagro, porque tú eres mi fuerte refugio (Sal_70_6s).’” [4]

A muy temprana edad, ya junto a sus padres, dio muestras de piedad y devoción a Dios y a la Virgen María, haciéndose cuestionamientos y dando respuestas, con un tinte de entrega a Dios inusuales para su edad. Las oraciones vocales y sacrificios llenaban de gozo a su pequeña alma. El diálogo con su madrina del cómo evitar ir al infierno es una muestra de ello.
“Apenas había cumplido tres años y ya me informaba de todo lo que se me podía enseñar a esa edad, preguntando a mi madrina, que tenía seis años más que yo, como podía hacer para ir al paraíso, y si el camino era muy difícil. Ella me dijo que había que pasar por una tabla que no era más gruesa que un cabello de la cabeza. Yo dije: ¿Cómo podré pasar? yo peso más de lo que un cabello de la cabeza puede sostener. Viendo que yo tenía temor, me decía: No te preocupes de nada, los buenos pasan fácilmente, pero los malos caen abajo, en un abismo que es el infierno.

Esta pobre niña sin cultura me decía esas cosas y otras que no estaban mal, y que al saberlas me inspiraban miedo al pecado por temor de caer en el infierno.

En otra ocasión, pregunté qué se hacía en el paraíso. Se me contestó que los bienaventurados siempre estaban sentados. Esa palabra "siempre" me extrañaba:
¿Cómo podré permanecer siempre sentada? no pudiendo comprender tu eternidad. Adoro tu Providencia que entretenía mi espíritu infantil con esos pensamientos mientras estaba en mi cama para que no me aburriera, pues me hacían acostar temprano porque yo no era fácil para dormirme pronto. Mi espíritu no podía permanecer inactivo; se ocupaba de los pensamientos de la eternidad con demasiada concentración.” [5]

¡Qué preparación tan esmerada tuviste, Señor para con la pequeña Jeanne! Gracias porque le escogiste una excelente familia y unos padres maravillosos que la guiaron llenos de amor mientras ella crecía y aprendía todo lo que podía para agradar a Dios, como María, según tus palabras: “Deseaba aprender a saberte rezar devotamente, pero mi padre no permitió que me enseñaran a leer tan pronto. Entonces yo procuraba aprender unas oraciones de memoria, y cuando él me quería cerca de él yo le decía: Me quedaré contigo, con la condición de que me enseñes la oración que dice que nuestra Señora es el palacio de Jesucristo, y la de mi ángel, al que yo amaba por inclinación, sabiendo que él era mi guardián, y me acuerdo que sin saber lo que fuera un ángel, amaba yo uno que estaba pegado en un mueble.

No pudiendo quitarlo de ahí, me abrazaba de él y lo acariciaba con mucho cariño. Tenía tanta confianza en nuestra Señora, tu digna y santa Madre en todas mis pequeñas aflicciones que me dirigía a ella, con una entera confianza, haciéndole promesa de servirla si me libraba de mis penas, y mi sencillez llegó a tal punto que le pedía me enseñara a bailar, prometiéndole que rezaría el rosario en su honor, porque yo no quería aprender de los hombres.” [6]
Su padre Don Jean Chézard, le había prometido que cuando cumpliera seis años aprendería a leer y a escribir, ella nos dice:
“Me estremecí de júbilo, cuando supe que los había cumplido. Tú sabes, querido Amor, con qué fervor de espíritu rogaba a santa Catalina virgen y mártir obtenerme la gracia aprender muy pronto a leer, para tu gloria y para mi salvación.

Mi oración fue escuchada, en cuanto a aprender en poco tiempo. Sobrepasé a todas las de mi edad y la previsión de mis padres, lo que aumentó el amoroso afecto que tenían ya demasiado grande porque estando enferma con frecuencia.” [7]

“A la edad de siete años, deseaba ayunar la víspera de las fiestas solemnes, lo que obtuve muy fácilmente. Habiendo llegado a los nueve o diez, quise ayunar en la Cuaresma lo que hice con un gran valor, aunque mi intención no fue recta porque tenía una pequeña complacencia y una satisfacción de mi misma. En éste mismo año me llevaron una vez al sermón en el que oí decir que las vírgenes seguían al Cordero a cualquier parte que él fuera.

Me informe qué debía hacer para ser virgen. Me respondieron que era necesario no casarse, respuesta que me alegró mucho resolviéndome a permanecer virgen para seguir al Cordero por todas las campiñas en una inocente recreación. Mi espíritu buscaba siempre estar ocupado, y no pudiendo dejar a mi cuerpo descansar en un lugar se me veía siempre buscando nuevas ocupaciones.” [8]

Por su inquietud infantil, maravillosa actitud frente a la vida, siempre luchó hasta conseguir lo que se proponía.
“Tu sabiduría, oh mi Amor que disponía todas las cosas suavemente y con firmeza para mi bien, quiso o permitió que encontrara una docena de páginas arrancadas de la vida de santa Catalina de Siena en las que decía que guardaba los consejos evangélicos. Yo creía que ella entendía el Evangelio en latín, y como a esa edad yo no pensaba que el Evangelio pudiera estar escrito en otra lengua, te dije: "Señor, si yo entendiera el latín del Evangelio como esta santa, te amaría tanto como ella." Dicho esto, no pensé más en eso. Oh, Dios de mi corazón, tú no lo olvidaste, esperando hasta el día en que me harías recordar, para tu gloria y gran beneficio mío, como diré después cuando hable de la gracia que me concediste de entender el latín.” [9]

A los once años Jeanne, tuvo fiebre cuartana que le obligaba a un reposo extremo, ya que experimentaba fatiga, hambre y frío, sin embargo, ella practicaba el ayuno y abstinencia la mitad de la Cuaresma. Leamos como sintió el gran deseo de comulgar y la exhortación del Señor para ser virgen: “Tuve un gran deseo de comulgar durante este décimo-primer año, pero no me lo permitieron, lo que me afligió mucho. Un día paseándome, entré en una casa donde vivía una joven devota ahijada de mi padre, que, al presente, es religiosa conversa en el convento de religiosas de Beaulieu de la Orden de Fontevraux. Esta joven tenía un libro de los milagros de nuestra Señora, tu santa Madre, que yo leí.

De inmediato me sentí movida a servirla con fidelidad y a rezar el rosario en su honor todos los días a la hora que lo pudiera rezar. La nodriza que alimentaba a uno de los hermanos de esta joven que practicaba también la devoción quiso llevarnos una tarde con los Capuchinos. El portero que era muy devoto, sus palabras y conversación siendo dulces, se posesionaron de mi alma fácilmente, siendo conformes a mi inclinación porque él nos exhortó a elegirte por nuestro Esposo y consagrarte nuestra virginidad, asegurándonos que tendrías tus delicias con nosotras y que seríamos tus queridas esposas.” [10]

Fue invitada formalmente por Jesús a guardar perpetua virginidad y sembró en ella el deseo de ser religiosa. “La misma tarde, estando con esta joven y otra que nos frecuentaba, platicábamos de lo que el buen religioso nos había dicho. Experimenté para mi provecho la verdadera promesa que tú habías hecho de estar en medio de los que están reunidos en tu Nombre.

Elevaste mi entendimiento por medio de un vuelo de espíritu tan fuerte y tan suave, que él no hubiera querido jamás volver a la tierra. No tuve ninguna visión por entonces, y si mi espíritu estuvo extasiado en un lugar deliciosamente agradable, que atraía suavemente mis inclinaciones, yo no dudo que tú estabas hábilmente escondido. Por eso eres llamado por el Apóstol: ‘Imagen de Dios invisible’ (Col_1_15). Estabas en ese momento presente con una presencia amorosa, aunque fueras Dios escondido, hablándome por medio de tus ángeles que me decían que, si yo quería guardar la virginidad perpetua, tu Majestad me tomaría por esposa, me amaría mucho, y que yo te agradaría si permanecía constante en el deseo de guardar la virginidad. Decir si fue un vuelo que sacó mi espíritu del cuerpo o si se pasó en la parte superior de mi alma, tú lo sabes.” [11]

¡Cuánto esperaba Jeanne el momento de recibir el Cuerpo y Sangre de Jesús!, a quien amaba tanto. La alegría que le dio el Señor, el día de su Primera Comunión, la fortaleció para el resto de su vida, era más, que un alimento cotidiano, este Pan de vida fue su fortaleza.

“Habiendo cumplido mis doce años, se me permitió comulgar, lo que fue para mí una grandísima consolación. Comulgué ese año cada mes y a los trece lo hice con más frecuencia; a los catorce, casi cada ocho días. Leía las vidas de los santos y santas con un gran deseo de imitarlas, especialmente las vírgenes. Admiraba yo el valor que tú les dabas para morir por tu Nombre. Yo hubiera querido tener esa dichosa suerte, pero no era digna de eso.” [12]
Todos estos acontecimientos fueron fundamentales para su vida. El amor y la bondad que día a día se acrecentaban, serían la Piedra Angular para la misión y el establecimiento de la Orden, que Jesús Verbo Encarnado le encomendaría posteriormente.

[4]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 6
[5]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 3, p. 8
[6]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 3, p. 9
[7]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p.10
[8]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p. 11
[9]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p. 12 ; St. Pierre, Biografía, p.19
[10]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap.5, p. 14
[11]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 5, p. 15
[12]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 16

  • TERCERA ETAPA                                         Durante su juventud
   Su vida transcurría alegremente, disfrutando de lo que hacía en su casa paterna al lado de su madre y sus tres hermanas.
Un día, su tía la invitó a pasar unos meses con ella, pero allá lejos de su cotidianidad, sufrió al no tener a su madre cerca…poco a poco sus devociones se fueron enfriando. Ella nos relata lo que sintió su corazón:
“Una hermana de mi madre mandó a buscarme para que me quedara con ella cinco meses, durante los cuales me relajé mucho de mi primera devoción, siguiendo las inclinaciones de las jóvenes que yo frecuentaba y complaciéndome en sus caprichos. Me desvié de los deberes que tenía para contigo; apenas comulgué tres veces en cinco meses. No hay por qué extrañarse si me volví tibia en tu servicio, al que no me aplicaba sino raramente y por costumbre. Rezaba aún el rosario, pero sin atención.” [13]

“Querido Amor, yo experimentaba lo dicho por el Rey Profeta: Estando con los buenos, yo trataba de ser buena, y con los perversos me pervertía. (Sal 1,1) Me dejaba llevar a las diversiones de las jóvenes que viven según las máximas del mundo, las cuales hubieran cambiado todas las buenas inclinaciones que me habías dado, si no me hubieras retirado a tiempo de esas compañías contrarias a la devoción a la que me llamaste. Tu derecha me retiró de ahí santa y suavemente; permitiste que me enfadara en ese lugar para que regresara con mi madre a Roanne, despreciando esas compañías, para conversar con otras que eran de familias más honorables.” [14]

“Me engañaste santamente o permitiste que lo fuera yo misma. Tu designio era atraerme a ti de nuevo por la conversación de esa buena joven, con toda la repugnancia que tuviera de dejar a las de buena posición para frecuentar a ésta que era hija de un carnicero. Tu gracia fue más fuerte que la naturaleza; me fui retirando poco a poco de la comunicación de las que me llevaban a la vanidad del siglo y volví a mis ejercicios de devoción empleando una gran parte del día en oraciones vocales oyendo varias misas. Esos excesos molestaban a mi madre y a un tío y se resolvieron a mortificarme para hacerme comprender que debía estar a la hora de comer. Las mortificaciones que ellos me proporcionaban me eran muy sensibles.

De eso me quejaba contigo diciéndote: "Sufro todo eso por ti. Las jóvenes devotas que no son de posición son más dichosas que yo, nadie espía sus acciones ni el tiempo que permanecen en la iglesia". Después de haber llorado ante ti, pacifiqué mi espíritu o, más bien, tú mismo lo pacificaste. Acortaba las horas de la misa y me ocupaba manualmente cerca de mi madre. Mi devoción era más fervorosa en verano que en invierno, acomodándose a la estación y no a la obligación que yo tenía de amarte en todo tiempo ya que me habías amado con amor eterno atrayéndome con misericordia lo cual te agradezco, mi divino amor.” [15]

“Dije a mis padres que me quería hacer religiosa, pero mi padre no quiso consentir a mis deseos, lo cual me afligía indeciblemente. Esperaba con paciencia que tu diestra cambiara sus decisiones continuando mis ejercicios. Ayunaba para todas las fiestas de precepto y muchas de los santos a los que tenía* devoción. No falté al ayuno... no practicaba todavía la oración mental; sólo meditaba los misterios del rosario.” [16]
Sus padres querían que disfrutara del mundo igual que otras jóvenes de su edad y le buscaron algunas oportunidades para divertirse, pero Dios Nuestro Señor, le fue mostrando que esa no era su Voluntad.

“A la edad de diecisiete o dieciocho años comulgaba todas fiestas de precepto y todos los domingos. Durante ese último año, una tía mía, hermana de mi madre, se casó, a la boda de la cual yo no quería ir para evitarme las distracciones que hubiera podido tener, pero no por eso pude evitar las visitas; teniendo el espíritu agradable y condescendiente, trataba por un deber de educación, con un familiar del que se había casado con mi tía, el cual dijo después que había estado encantado de mi conversación, que no podía imaginar que una joven que jamás había tratado sino de cosas de devoción y que se mantenía retirada en su oratorio, hablara tan perfectamente de las cosas de las que ella ignoraba la práctica.” [17]

Inserta en un mundo, tan lleno de frivolidades, envidias, guerras, que sin la oración no se hubiera tenido fuerza para lograr su meta, por ello, el Salvador su gran Maestro, le enseña a orar y le concede ser testimonio de vida excepcional. Dejemos que Jeanne nos platique, como le enseñó a meditar en las cosas que su Espíritu se ocuparía día y noche.
“Amigo amable y divino, quisiste llevarme tú mismo a subir el monte de la mirra y las colinas del incienso; al enseñarme a orar mentalmente, me guiaste hacia la soledad interior y me hiciste escuchar: ‘Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón’ (Os_2_16).[18]

“Al hablarme al corazón, me hiciste ver que la hermosura de los campos residía en ti; habiéndome convertido en abeja mística, me sumergías en tus misterios en plena floración, y me proponías tus divinas Escrituras como flores en las que tu Santo Espíritu me hacía libar la miel de mil santos pensamientos en medio de deleites inenarrables.” [19]
“En otras ocasiones oraba vocalmente llamándote con gritos como los polluelos de la golondrina. Meditaba, después, como la paloma, imitando al rey que sanaste de una enfermedad que le hacía languidecer, dándole quince años más de vida para recompensar las amorosas lágrimas que derramó confiadamente en tu presencia: ´Día y noche me estás acabando. Como una golondrina estoy piando, gimo como una paloma’ (Is_38_14).” [20]
No es raro imaginarse que Jeanne, inmersa en oración total durante todo el día, nos escribiera lo siguiente:
“Mis oraciones comenzaban por la mañana y duraban hasta el anochecer. Nada me distraía de la oración, sin importar la ocupación exterior que tuviera, tu amor verificaba en mí el dicho del Apóstol*San Pablo: ‘Oren en todo tiempo’ no solamente de tiempo en tiempo, sino en el momento presente.’(Efe, 6-18)[21]

[13]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[14]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[15]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[16]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 19
[17]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 7, p. 20
[18]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[19]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[20]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[21]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44

Tampoco es raro que describa lo que su cuerpo sentía en esos momentos:
“Meditaba yo día y noche en tu amorosa ley, y durante mi meditación se encendía el fuego; tú estabas conmigo para cumplir el designio por el cual viniste a la tierra, que es encender el fuego en los corazones, deseando verles arder en tu amor. Yo te decía: ‘Acepta las palabras de mi boca, acoge mi meditación’ (Sal_18_15), porque tú eras mi amoroso Redentor que me hacía probar la copiosa redención que llevaste a cabo para poseerme, librándome del dominio de mis sentidos, porque me parecía que los tenías del todo sujetos a la razón; mis pasiones estaban tan amortiguadas, que me parecía estaban muertas, a menos que se tratara de tu gloria, para la cual se aplicaban del todo.” [22]

“No experimentaba yo odio alguno, como ya he dicho, sino para odiar lo que tú odiabas y amor para amarte a ti. No amando sino a ti "en todas las cosas y todas las cosas por ti, mi sólo deseo era agradarte, y mi sólo temor desagradarte. Tenía aversión de aquello que se oponía a las buenas costumbres y a la virtud; mi alma estaba siempre alegre contigo; no podía entristecerme sino por las ofensas cometidas contra tu bondad. Esperaba todo de ti, y no esperaba nada de mí…” [23]

Ella nos describe también, con gran realismo sus enfermedades y dolencias que le aquejaron durante varios años, producto de su frágil naturaleza humana y de los arrobamientos y éxtasis que experimentaba, pero al mismo tiempo nos dice como Nuestro Señor le ayudó a sobrellevarlas, como la consolaba y ella en un acto de entrega total y para no ofender a su Amado, aceptó el sufrimiento con alegría.
“Tú sabes, querido Amor, que los frecuentes arrobamientos y los casi continuos éxtasis que yo experimentaba me causaron frecuentes y largas enfermedades por espacio de seis años, ya que no mencionaba a los médicos que me trataban, que mis continuas fiebres tercianas y doble-tercianas proveían de estos arrobamientos y éxtasis. Tomaba todos los remedios que me ordenaban y sufría con grandísima alegría todos los dolores y los ardores que estas fiebres me causaban; si mis indiscreciones las acrecentaban no era mucho, porque querido Esposo mío, no deseaba yo desobedecer a mis confesores ayunando o haciendo más penitencia de lo que se me permitía, a pesar de mis deseos.” [24]

“Hubo un tiempo en que mi deseo era tan fuerte, y aunque estoy bien lejos de ser favorecida como santa Teresa, que repetía con frecuencia sus palabras: ‘O padecer o morir,’ pidiéndote lo uno o lo otro con la impetuosidad del amor; luego me resignaba a tus mandatos por medio de la sumisión que creía deber a tus deseos, conformando mis inclinaciones. En esto fui ayudada por tu benignidad, que obraba como una buena madre, la cual sondea o pone a prueba las fuerzas de su hijo, para hacerlo andar o para permitirle trabajar según su capacidad, no enviándolo a clases sino cuando tiene capacidad para los estudios.” [25]

Aguantó todo con tal de llegar a ser semejante a su querido Esposo:
“El Apóstol dice que tú eres fiel, que no permites que una persona sea tentada por encima de sus fuerzas, y yo me digo que eres enteramente bueno hacia mí, que tu bondad previene todas las aflicciones que tu justicia podría enviarme con toda razón: Y de igual manera, ‘el espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza’ (Rm_8_26).Tu Espíritu, que es compasivo en extremo, se ocupa de aliviarme de todas mis dolencias, dulcificándolas de suerte que no sufro casi nada ni en el espíritu ni en el cuerpo, y cuando no sé orar, ‘él ora en mí y por mí, con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu.,‘ (Rm_8_26s) “Yo le suplico pida en mí lo que más agrade a él, a ti y al divino Padre”: ‘Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman.’ (Rm_8_28). “Mi deseo es llegar a ser, por gracia y por tu providente bondad, semejante a ti, mi querido Esposo, que eres desde la eternidad la imagen de tu divino Padre, y que serás para siempre, en nuestra humanidad, la de tu queridísima Madre, imágenes que no hacen sino un Jesús-Cristo; un Verbo Encarnado, mi prototipo y mi adorable arquetipo”.[26]
En varias ocasiones describe que siente fuego que arde constantemente en su pecho y los malestares físicos que le ocasionaban.

He aquí el relato:
“El fuego que encendiste en mi pecho fue tan ardiente, que lo convirtió en un horno que ardía continuamente; en la opinión de los médicos, mi sangre estaba quemada. Dos contrarios les preocupaban al recetarme medicinas, pues mi estómago estaba indigesto a pesar del continuo ardor que sentía en el pecho, en el corazón, en las entrañas y en el hígado. Cuando me ordenaban remedios calientes, acrecentaban mis llamas; y cuando me los ordenaban fríos, debilitaban todavía más mi estómago, pero como el ardor de la sangre sobrepasaba la frialdad del estómago, tenía necesidad de remedios refrescantes, que pedía continuamente y que siguieron dándome para templar las llamas que tu bondad, oh divino amor, vino a encender en mi corazón sin mérito alguno mío. Puedo decir con toda verdad que he contribuido muy poco a estos ardores, siendo tu caridad la que ha venido a poner este fuego dentro de mí, haciendo que arda según su deseo. Continúa, Señor, hasta mi muerte y hazme, si es de tu agrado, un holocausto perfecto, para que pueda decir en verdad con el Apóstol, sabiendo que eres mi abogado delante de tu Padre: ‘¿Quién me separará de tu amor? Nada de lo que aflige al cuerpo y al espíritu: Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separamos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor Nuestro’ (Rm_8_38s).” [27]

[22]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 45
[23]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 45
[24]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 84
[25]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 84
[26]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 86
[27]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85

Admiremos la valentía que Jeanne de Matel tiene. Su fe y paz en los momentos de sufrimiento físico son grandes y firmes. Cuándo leo estos párrafos llenos de virtud, mueven mi corazón, me hacen actuar de diferente manera y puedo sentir que mi piel se enchina cuando pienso en mi pequeñez y cobardía.

“Que los dolores de cabeza que he sufrido durante veinte años seguidos; que las afecciones de los ojos que he tenido durante casi diez años, que los cálculos me desgasten hasta mi muerte; que los cólicos me atormenten tanto como te plazca; que la repugnancia a toda clase de comida dure hasta el fin de mi vida, pero que te complazcas en bendecirme, así como lo hiciste desde el comienzo, quiero decir mi nacimiento. ‘Todo esto me parece nada; lo que me confunde es que muy seguido no hago el bien que deseo, sino el mal que aborrezco:’ (Rm_7_15b).” [28]

Jeanne de Matel también escribió como Dios le fue concediendo favores y dones, he aquí algunas citas:
“Mi divina bondad es comunicativa en sí misma; mi placer consiste en comunicarte los grandes dones que mi amor desea hacerte a pesar de tus temores; no te considera en tus debilidades, sino en su poder…recibe pues mis gracias con humilde agradecimiento, y soporta el que te amé y desborden*en ti los torrentes de mi bondad." [29]

“Tú sabes que me he hecho y me sigo haciendo gran violencia para obedecer; es por ello que creas en mí palabras para hacer un inventario de tus gracias y dones, y una rendición de cuentas de lo que he recibido de tu divina liberalidad. Me alegro en ti, que elevas mi alma sobre todas las grandezas de la tierra, nutriéndome con el mismo alimento del gran Jacob, tu padre por naturaleza y mío por adopción, que se complacía en ti, que cumpliste todas sus voluntades, las que confesaste eran tu alimento, diciendo: ‘Para mí es alimento cumplir el designio del que me envió y llevar a cabo su obra’ (Jn_4_34). ‘Mi alma está alimentada divinamente de ti mismo y de tus palabras divinas, como lo declaran tus propios labios al aplicarme estas palabras: Entonces el Señor será tu delicia. Te pondré en las alturas de la tierra, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, ha hablado la boca del Señor’ (Is_58_14).” [30]

Era tal la cantidad de experiencias divinas que parecía imposible escribir todo el mismo día, su fluidez al escribir era más lenta que la misma experiencia vivida y ella pide perdón a su Querido Amor por su falta de memoria y así mismo le ruega envíe a su Espíritu para que esto no ocurriera.

“Te pido perdón, querido Amor, porque he retardado escribir los varios dones de los que me hubiera podido olvidar si tú mismo no los reproduces en mi memoria por medio del Espíritu que enviaste a tus apóstoles para que se acordaran de lo que les habías dicho.” [31]

Cada santo en el cielo, tienen una brillantez diferente, pero que, gracias a su fidelidad al Señor, al servir a los hermanos con los dones que Dios les regaló en vida, viven ahora en plenitud eterna. ¡Qué hermoso ha de ser!

“Dios comunica sus dones y su gracia a todos los santos, dependiendo de su destino a un mayor o menor grado de amor. A todos concede un fondo de gracia, a fin de que obtengan en la administración del mismo un fondo de gloria para ellos y para Dios, que les ha concedido con qué negociar. De este modo, son hechos participes de aquel en quien habita la plenitud de la ciencia y sabiduría de la divinidad. Los santos no son iguales en gracia y en gloria: unos pueden compararse al sol, otros a la luna y otros a las estrellas.” [32]

“Al hacer la distribución de tus dones, has concedido a unos el apostolado, a otros, la profecía; a éstos, el don de evangelizar; a aquellos, el de doctores. En fin, has colmado a todos de bienes según la medida de tu poderosa, sabia y amorosa bondad. Deseas que todos seamos perfectos en la adopción filial de tu Padre eterno: ’en la madurez de la plenitud de Cristo’ (Ef_4_13). Tú eres la medida de toda perfección”. [33]

[28]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85
[29]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 14, p. 39
[30]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 52
[31]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1043
[32]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 48, p. 58
[33]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 152, p. 891

“El 17, octava que entró del diacono San Lorenzo* el cielo en un lecho de fuego más abrasador que el carro flameante que llevó a Elías al paraíso terrestre, fui llevada con suspiros inflamados, según mis inclinaciones y peticiones, a ti, mi Amor y mi todo, rogándote te acordaras de esta pobre a la que tantas veces le has dado tus caritativos tesoros para enriquecerla con tus múltiples dones que le han hecho reconocer que eres el donador infinitamente liberal, dándote tú mismo con tu divina plenitud llena de amor. Y exclamé: ‘Todas tus olas y tus crestas, han pasado sobre mí.’ (Sal_41_8).” [34]

¡OH Señor, qué maravillosa experiencia le hiciste experimentar a Jeanne! Ver, pedrería fina en la tierra es hermoso, más hermoso ha de ser ver lucir estas joyas en a quien por tu bondad infinita has regalado allá contigo.
“El día de Santa Inés, a eso del atardecer, estando, según mi costumbre, retirada para hacer oración, me ofrecí a mí misma en sacrificio a mi divino esposo, renunciando a todos los amores criados y a todo lo que no es él. Al hacerlo repetí con esta virgen: Aléjate de mí, pábulo de muerte: he sido destinada a otro amador.” [35]

“Mi querido esposo me ayudó a conocer y sentir que me había recibido como esposa, que su amor me trataba como a tal, y que me daba los mismos adornos y joyas que a Santa Inés. Me dijo amorosamente que me daba pendientes más preciosos e inestimables. Me dio como sortijas los dones del Espíritu Santo, que es el dedo de la diestra divina, siendo la argolla admirable las tres divinas personas…Las tres son inseparables y sus propiedades personales en nada dividen la esencia común que es su naturaleza simplísima e indivisible...Este divino collar, añadió, no podría deshacerse ni separarse. Si conservo su amor en mi alma, encontrar‚ en él toda la belleza simbolizada por la inmensa pedrería que dicha santa dijo le fue concedida.” [36]

“La caridad, tejido de oro purísimo, era mi túnica, de la que su bondad me había revestido. Su amor me coronaba y me comunicaba sus tesoros infinitos, que son nada menos que las riquezas de la sabiduría que recibe, junto con su esencia, de su divino Padre, al que había rogado me hiciera partícipe de la claridad que tiene con él desde antes de la constitución del mundo.” [37]

Es grato escuchar a los demás y compartir sus vivencias y en ocasiones gozamos
unas más que otras, pero escribirlas es mucho más difícil. Jeanne expresa que ella es incapaz de escribir tanto amor que le prodiga su Divino Amor es indecible.

“Son para mí indecibles las caricias que mi divino esposo prodigó a mi alma; mi pluma es incapaz de expresarlas. Las almas que no han tenido la experiencia de semejantes favores, difícilmente creerían en ellas. Si David exclama, al considerar los favores que Dios concedía en la antigua ley a los que vivían en su temor, ‘Cuan grande es tu bondad, Señor, que reservaste para los que te temen’ (Sal_31_19’); ¿Qué podemos pensar de las caricias divinas con que regala a las esposas que ama con tanta ternura en la ley de la gracia?” [38]

“Se trata de un secreto entre el esposo divino y la esposa virgen, a la que corona con sus méritos para introducirla en su tálamo nupcial y divino, cuyas tiendas y pabellones son claridades arrebatadoras debido a que este esposo es un sol y la esposa un cristal a través del que él se filtra con sus divinos rayos. Es él quien imprime en su rostro la luz de su gloria, que reserva para sí en esta esposa, sin concederla a nadie más. Él es todo de ella, y ella es toda de él, por lo que ella puede exclamar con toda verdad: ‘Mi amado es para mí y yo para mi amado, el cual se apacienta entre azucenas hasta que declina el día y comienzan las sombras’ (Ct_2_16s).” [39]

“Contemplé en él mi vida sobrenatural de la gracia y sus perfecciones, y cómo poseía mi libertad para rehusar o recibir la vida de la gracia y los dones sobrenaturales que Dios me comunicaba.” [40]

El Señor le daba a Jeanne regalos y regalos ¡Un verdadero enamorado! En todos sus escritos encontramos narraciones donde esta gran afluencia de regalos siempre le fue dada, y como ella bien decía: “Dios comunica sus dones y su gracia a todos los santos…A todos concede un fondo de Gracia” Deseo destacar tres, sin menospreciar muchos otros que sin la menor duda tenía:

[34]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 152, p. 1083
[35]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap.150, p. 876
[36]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I,Cap.150, p. 876
[37]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap.150, p. 876
[38]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 150, p. 876
[39]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 150, p. 876
[40]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 26, p. 224

El don de comprender el latín.
“Al día siguiente (3 de febrero de 1613) * me fui al sermón que trataba del juicio. Me parecía que las palabras: ‘¡Vayan, malditos, al fuego eterno!’ debían dirigirse a mí. Me vi tan indigna de estar en tu presencia, que no sabía dónde esconderme, pero tus pensamientos no eran sino de paz y bendición hacia mí; era característica tuya ver con tanta dulzura a la que te había ofendido tanto. Me sentía extremadamente enfadada conmigo misma.

En ese día bendito para mí, me comunicaste el conocimiento del latín de la Escritura, y pude así comprender la epístola y el evangelio. Admiraba este favor, pudiendo decir con David: Señor, no estudié las letras, pero es tu bondad misma la que me enseña, para hacerme entrar en sus dominios. Aunque no sé expresarme, entraré en tu fortaleza; a proclamar ‘Señor, que sólo tú eres justo. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.’ (Sal. 70, 16s).

Me hiciste recordar las palabras que yo te había dicho hacía ya nueve años, que si me hacías comprender el evangelio en latín como yo pensaba que santa Catalina de Siena lo entendía, te amaría tanto como ella te había amado.” [41]

  El don de la oración y el don de lágrimas.  "Me diste el don de oración junto con el don de lágrimas; mis ojos eran dos fuentes, dos piscinas, y ese don de lágrimas duró muchos años, siendo fuente de alegría. La unción del Espíritu era tan abundante en mi alma que me vi totalmente consagrada a tu amor. Pasaba dos horas y más en oración mental, sin tener una sola distracción. A partir de ese día me hiciste odiar las cosas que tú odias y amar las que amas.” [42]

Oración de quietud o de recogimiento  y de  paz interior “Como encontraba en ti todo mi bien, y que todo era nada para mí fuera de ti, mi alma vivía en una paz que sobrepasaba todos los deleites de los sentidos corporales, a los cuales no tenía ella necesidad de recurrir para buscarte por medio de las cosas visibles, ya que tú vivías íntimamente en ella, recogiendo todas mis potencias y siendo mi divino Amador y mi tesoro. Mi corazón estaba dentro de ti y tú mismo eras el Dios de mi corazón. Te decía las palabras del hombre que encontraste según tu corazón, y que hacía todas tus voluntades: ‘¿A quién tengo en el cielo? Contigo, ¿qué me importa la tierra? Aunque se consuman mi espíritu y mi carne. Dios es la roca de mi espíritu, mi lote perpetuo. Sí, los que se alejan de ti se pierden, tú destruyes a los que te son infieles’ (Sal_72_25s). ¿Qué buscaré en el cielo fuera de ti, qué podría yo desear en la tierra si no es encontrar sólo a ti, sobrepasando a todas las creaturas para llegar a ti?” [43]

“Más ya que tu bondad me favorece tanto que mora en mi alma, estoy en calma; que mi cuerpo sea debilitado y que mi corazón se pierda felizmente en sí para encontrarse en ti, que eres mi Dios y mi porción por la eternidad. Si mis potencias se alejaran de ti, se perderían miserablemente y tendrías justa razón de castigarlas privándolas de su más grande dicha, dejándolas vagabundas y sin guía, sin llamarlas a este dulce reposo en el que tu amor las recoge gloriosamente: ‘Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio y contar todas tus acciones’ (Sal_72_28). ‘Mi esperanza está ya en mi seno, como decía el santo Job’ (Jb_19_27).” [44]

“Al poseerte amorosamente en mi corazón, todas las potencias de mi alma corrían al olor de tus perfumes; si ellas se hubieran dispersado, el vino oloroso y dulce como la miel que procedía de tu garganta sagrada de una manera inexplicable las atraería y las encerraría en el nicho de tu sagrado costado abierto, donde encontrarían ellas la dulcísima miel de tu divinidad que las ocuparía y alimentaría deliciosamente. Tu corazón, de una dulzura real, era el rey de estas abejas místicas, del que ellas adoraban y seguían los movimientos que no las privaban de su reposo amoroso ni de esta agradable quietud.” [45]

“Yo sentía una gran suavidad al adherirme a tu bondad, la cual se proponía recogerme, considerando su gloria al decirme estas palabras amorosas: "Tu eres mi fiel israelita; me gloriaré en ti." Ante esta palabra de gloriarte, mi alma se sentía mucho más recogida y experimentaba las palabras del mismo profeta, sobre todo cuando te había recibido en el divino sacramento de la Eucaristía, me decías que te alojara como un peregrino que saldrá o dejará de estar corporalmente bajo mi techo cuando las Especies se hubieran consumado, y me invitabas a revestirte de mí misma, como un enamorado que se había desnudado por mí para cubrirse solamente de un fragmento de pan, privado de su propia sustancia, ya que las Especies de pan no son sino accidentes que subsisten milagrosamente gracias a tu gran poder: ‘Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz, como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor’ (Is_58_7s). En este mediodía, me diste un reposo que era casi continuo.” [46]

“Mi alma estaba llena de esplendor y mi cuerpo aliviado, porque me hiciste tu jardín de recreación donde hiciste crecer flores deliciosas, las cuales estaban abundantemente regadas, porque tú mismo eras la fuente; desbordabas en ellas un río de paz. Me decías que tu morada dentro de mi alma era para ti un desierto agradable porque no albergaba amorosamente sino a ti, y que lo cimentarías tan profundamente, que las generaciones futuras podrían subsistir en él con seguridad.” [47]

Entresacar y separar temas concretos, es difícil, debido a que en una misma cita hay varios temas presentes. Podemos darnos cuenta cómo Dios fue entretejiendo las maravillas extraordinarias y extra naturales que hizo en la vida de su amada hija. Jeanne, muy devota de los santos, que mientras oraba, Nuestro Señor le quiso mostrar, en sus visiones, muchos detalles que resaltaron la vida de algún santo o santa.

Ella nos quiso dejar por escrito, estos encuentros admirables: Algún santo para resaltar sus cualidades o virtudes, con algún personaje bíblico para que entendiera la Sagrada Escritura o para que comprendiera un mensaje especial, con elementos de la naturaleza y objetos para enseñarle el simbolismo que tienen, decirle cuanto le ama, para consolarla, mostrarle los detalles de su misión y del establecimiento de la Orden, enseñarle a entender sus Misterios de la Santísima Trinidad, la Eucaristía y el Dogma de la Inmaculada Concepción, por ejemplo.


[41]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 10, p. 31
[42]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18 , p. 32;
St. Pierre, Biografía p.35
[43]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[44]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[45]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[46]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 51
[47]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51

Algún santo para resaltar sus cualidades o virtudes. Todos los santos tuvieron sus méritos para serlo y estar gozando cerca de Dios. Señor mi alma desea ardientemente ir a vivir eternamente a esa tierra prometida.
“El día de la fiesta de santa Catarina, virgen y mártir, murió con la muerte de los santos después de haber ganado la indulgencia plenaria. De muy buen juicio, con un entendimiento iluminado por tus luces, la voluntad inflamada por tu amor divino, edificó, al expirar, a todos los padres y hermanos que se hallaban presentes para ayudarle a bien morir.” [48]

“Sublimes luces que Dios comunicó a san Dionisio, y cuan humilde y obediente fue en la recepción y manifestación de ellas, según la divina voluntad, que siempre fue la regla o directriz de su espíritu.” [49]

“Estoy muy mortificada debido a que la medicina que hoy tomé me impidió comunicarle las innumerables maravillas que mi divino amor me ha revelado acerca de las excelencias de mi maestro san Dionisio. Después de conversar conmigo sobre ellas durante varias horas, me hizo ver varias veces montículos de arena dorada; y al sorprenderme la repetición de esta visión, me enseñó que se trataba de la multitud de los dones divinos y de las gracias conferidas a este santo, el cual, mediante su correspondencia a dichos favores divinos, multiplicó de tal manera sus méritos, que éstos llegaron a ser tan numerosos como las arenas del mar”.[50]

“Me dijo que la humildad y la obediencia de san Dionisio fueron admirables; que por la humildad se abajó hasta un abismo, y por la obediencia se elevó tan alto, que llegó a la penetración de los misterios más eminentes; obediencia que Dios me hizo ver como el seguimiento de su divina voluntad.” [51]

“Por medio de mi fiel san Miguel, te he enviado favores que son verdaderas joyas, dándole orden de enterarse si deseas ser mi esposa. Tú has respondido, como Rebeca que venías a mí por su medio, y has llegado acompañada de tu nodriza que es el Santo Espíritu, el cual no te ha retirado la leche de sus dulzuras desde que se complació en mostrarte que deseaba alimentarte de sus pechos reales y divinos. El jamás morirá; no es mortal como la nodriza de Rebeca la cual fue sepultada: ’En las inmediaciones de Betel, debajo de una encina; y él la llamó la Encina del Llanto’ (Gn_35_8).” [52]

“Citaré aquí algo que pasó hace cuatro años. Conozco una persona que, después de haber gozado de consuelos indecibles y multitud de favores, a pesar de casi no conocer los libros, ya había experimentado toda clase de ternuras y caricias descritas en ellos; escritas por santa Gertrudis, o por santa Catalina de Siena, o por Santa Teresa. Por espacio de nueve años casi continuos, y casi sin privaciones, tuvo presente a su derecha, al divino esposo, de una manera mística y amorosa. Esto impedía el temor y producía una alegría interna, situando aun su cuerpo en un dulce reposo, como si estuviese ya en la gloria, sin riesgo de sufrir.” [53]

“David lo explica con estas palabras: ‘Pongo al Señor ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra, no vacilo. Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa’ (Sal_16_8s). Al cabo de aquellos nueve años, esta alma se encontró en la sequedad, o más bien en algo parecido al desamparo. Así como las que suelen recibir caricias se sienten abandonadas cuando no se les habla, así el Señor nos manda grandes penas cuando dejamos de sentir su asistencia, porque todo nuestro ser depende de Dios. Si él se retirara, dejaríamos de existir. Lo mismo sucede cuando retira sus consuelos de un alma que los ha experimentado largo tiempo. ¡Ay, ay! ¡Qué pena da ver a un príncipe alimentado con sabrosos manjares, forzado a comer pan de avena o de cebada sin ser purificado de su pajilla, cuyas puntas parecen estrangular la pobre vida que le resta! Así se veía esta alma, que ignoraba dónde estaba el Dios de su corazón. Le parecía que cada criatura le preguntaba dónde estaba aquel que tanto la amaba, y que no parecía tener ojos sino para contemplarla, pero que al presente parecía tenerlos sólo para desdeñarla.” [54]

[48]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 52, p. 1121
[49]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[50]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[51]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[52]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 133
[53]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, 1619. Cantar 8 , p. 66
[54]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 31 p. 66

Con algún personaje bíblico para que entendiera la Sagrada Escritura o para que comprendiera un mensaje especial. En un mismo texto notamos la capacidad que el Señor le concede a Jeanne cuando escribe lo que ve, nos ayuda para mirar al personaje o santo bíblico de una manera que no se puede imaginar uno. En los detalles de sus descripciones destacan cualidades, virtudes, dones quizá gustos que cada uno de estos santos tenía en vida y que allá donde su Divino Amor le gustaba llevar a Jeanne veía con gran atención y admiración. ¡Qué gran escritora!

“En su bondad, el divino Salvador se dignó hacerme partícipe del amor que concedió a su amada Magdalena, y revelarme la bondad y belleza de los pies que anuncian la paz, junto con muchas otras maravillas relativas a su enamorada… El día de la gran Santa Magdalena, maravilla del divino amor, habiendo recibido a mi divino esposo en la comunión, fui íntimamente unida a él… Se dignó elevar mi espíritu para que conociera y sintiera el amor que había comunicado a esta enamorada suya, a la que imaginé a los pies del amable Salvador, de los que se podría decir: ‘Oh cuan hermosos son los pies de aquel que anuncia la paz; de aquel que anuncia la buena nueva’ (Is_52_7) …El contacto con esos pies sagrados comunicó y produjo el amor y la paz en Magdalena. Aquellos pies divinos abatieron su soberbia, pisotearon su vanidad y domaron su orgullo, venciendo todo lo que era enemigo de su salvación y del Dios que estaba más enamorado de ella, que ella de él, a pesar de que lo amaba tanto. Contemplé esos pies tan bellos en su calzado, que no era otro que los cabellos, los labios y las lágrimas de esta santa penitente, que se había transformado en enamorada y se gloriaba en emplear todo lo que tenía de más querido para que sirviera de adorno a esos pies adorables, bajo los cuales dobló amorosamente su cabeza” [55]

“Tu amor hacia mí hace ver a todos tus santos que tu bondad no tiene otros motivos que ella misma para comunicarse a mí. Tú renuevas en mi alma casi todos los misterios que la Iglesia nos representa acerca de tu vida en el curso del año. Como respuesta, me decías: "Hija, al igual que Zorobabel, eres un signo ante mi faz; así como dije a Noé que al ver el arco en el cielo recordaría la alianza de paz que había hecho, y de no volver a enviar un diluvio, de igual modo al verte recuerdo mi bondad, que es comunicativa en sí misma. Es mi esencia; no puedo ignorarla: es lo mismo que mi ciencia y mí ser; es mi naturaleza.” [56]

“Querido Amor, desde que me dijiste que mi suerte está en tus manos, siempre me he visto rica en ti. Me equivocaría si menospreciara las riquezas y los tesoros de tu benignidad. Me contristo al ver que otros las desprecian al acumular un tesoro de ira para el día de tu justa venganza.” [57]

“Mi divino esposo me dijo además que siempre había enaltecido con sus bendiciones y favores más escogidos a quienes le habían levantado altares, como Noé después del diluvio, Abraham, Isaac, Jacob y otros, y que no sería mezquino conmigo, que le preparaba una orden en la que tendría una gran multitud de altares sobre los que reposaría en el adorable sacramento de la Eucaristía; y que obraría un génesis tan agradable y numeroso en esta orden, que no se podría nombrar su generación en mí.” [58]

Jeanne gozaba, se deleitaba viendo, admirando y sintiendo todo aquello que su Amado le mostraba con gran ternura y misericordia.

“Contando con mi consentimiento, tu Majestad quiso visitarme nuevamente en unión de todos los santos de su corte celestial. Por la noche, al encontrarme en mi habitación, toda tu corte me felicitaba por la amorosa predilección que mostrabas hacia mí, alabando tu misericordiosa caridad, que había escogido a una jovencita para proclamar tu Nombre eterno y temporal, extendiendo la gloria sobre la tierra. n resonar estas palabras de Isaías: ‘Consolad, consolad a mi pueblo’ (Is_40_1).Todas sus alabanzas me confundían; imprimiste en mi alma un conocimiento tan profundo de mi nada, que repetí, contando con tu agrado, las palabras de tu santa Madre: ‘He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra’ (Lc_1_38). Oh amorosa dulzura, me hiciste escuchar, sin saber quién me hablaba: ‘Bienaventurada tú que has creído, porque se cumplirán en ti las palabras del Señor’ (Lc_1_45)”.[59]

“En la fiesta de san Lucas te rogué me pasaras de clase, mi divino Maestro; consideraba que me podías bien sacar de mi ignorancia que me ponía no sólo a nivel de los animales, sino más bajo aún. Estaba reducida a la nada, no poseyendo en mí, poder ni instinto para hacer el bien. Con frecuencia me acercaba al altar para ser mirada por tus ojos misericordiosos, pero mi ceguera no los podía ver; estaba ciega, sorda y muda en tu presencia. ¡Oh Dios, qué estado! Este santo Evangelista, pintor y médico, fue caritativo conmigo como lo había sido varias veces en el día de su fiesta. Yo no estaba poseída del demonio que arrojaste, como nos narra este santo; mis ojos, lengua y oídos me servían para aquello para lo que me los habías dado físicamente, pero en mi interior sentía una impotencia inexplicable; no oía hablar tus palabras eficaces y encantadoras y no experimentando este consuelo, no sabía si debía hablar a tu Majestad como en otros tiempos, esperando contra toda esperanza, o si debía permanecer muda, sorda y ciega.” [60]

“Los días de los santos apóstoles san Simón y san Judas, les pedí que por caridad rogaran por mí y que me señalaran dónde se alojaba tu Majestad seguido de todos tus santos, en mi alma ya que es propio de tu bondad producir la luz en las tinieblas como lo asegura el Apóstol a quien iluminaste en la ceguedad. ‘Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, él ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios.’ (2Co_4_6).

Me hiciste, oh delicia de todas las naciones, experimentar el placer que tienes al escuchar a la tierra cuando ésta ruega al cielo, y cómo eres grande y admirable en tus sacramentos, mis tinieblas y mis penas se disiparon desde ese día. La tarde de la víspera de Todos santos al entrar a nuestra capilla para hacer mi oración, oí: Se te invita al sacrificio. Ven como víctima. Tan pronto como me puse de rodillas elevaste mi espíritu de una manera admirable y me hiciste ver sobre el altar a muchos santos entre las que distinguí a san Pedro. A todos estos santos las veía con sus cuerpos ágiles como los espíritus, ocupados todos en llevar un cordero que no pesaba nada.” [61]

[55]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 59, p. 411
[56]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p.120
[57]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p.120
[58]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 44, p. 120
[59]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 162
[60]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1038
[61]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1040

 Con elementos de la naturaleza y objetos para enseñarle el simbolismo que tienen. Existe tal riqueza y claridad en los signos y símbolos que describe en sus visiones, que nos indica que Jeanne era una mujer extraordinariamente sensible y con una gran capacidad de admiración, que todo eso lo transformaba en expresiones de alabanza y adoración a Dios, al terminar tan maravillosas manifestaciones y por si fuera poco, cuando ella no comprendía algo, su Divino Amor se lo explicaba.
“Cuatro cadenas que representan los diversos estados de las almas en el camino y al llegar a su fin.

Durante la Octava de Reyes, mi divino amor, haciendo sentir a mi alma su dicha a causa de la elección que él se dignó hacer de ella por iniciativa propia, me dio a entender y a conocer la diversidad que existe en los estados en que se encuentran las almas que están oprimidas por diversas cadenas.

La primera cadena es de hierro, la cual aherroja y abruma con su peso a los pecadores obstinados en este mundo y a los condenados en el infierno, entre los que sólo hay la diferencia del fuego, que atormenta interiormente a los que se encuentran en camino y material y sensiblemente a los que han llegado al término. Como los que van por la vida no suelen aparecer ante los hombres como pecadores obstinados, reprobados y condenados por su impenitencia, la ejecución de la sentencia sólo es diferida. Los que están en el infierno, en cambio, por haber llegado a su fin, sufren ya los suplicios de sus crímenes y la pena a la que están condenados. Por haber muerto en pecado mortal, serán privados eternamente de la visión beatifica.

Los desventurados que van en camino se obstinan en resistir al Espíritu Santo y a forjar pecado sobre pecado, con los que forman la cadena de sus malos hábitos, que encadena unos con otros, y como jamás se enmendarán, están como condenados en presencia de Dios. La ejecución del suplicio es sólo aplazada, como se dice antes; sus cadenas no pueden romperse por rehusar la conversión y exponerse a que el Dios justísimo les abandone a causa de su endurecimiento, aunque esta imposibilidad sólo se de en los condenados, que están en un estado en el que ya no hay redención, porque ya no están en camino para hacer penitencia.

Dicha imposibilidad se da en quienes resisten al Espíritu Santo. Desafortunadamente para ellos, no hay remisión alguna ni en este mundo ni en el otro, como dijo el Salvador. Cadena doblemente temible. Cuando pienso en ella, me siento espantada porque encadena a dos clases de culpables: los que se encuentran en camino que ofenden a Dios durante su eternidad, porque jamás se enmendarán; y a los que llegaron a su fin durante la eternidad de Dios, lo cual es justísimo. Como emplearon su eternidad en ofenderle, es razonable que él los castigue durante la suya: ‘Por que aparezca tu justicia cuando hablas y tu victoria cuando juzgas (Sal_51_6).’

La segunda cadena es de plomo, que puede fundirse y licuarse en el fuego. Ella encadena a las almas que no son obstinadas, pero que se encuentran, no obstante, en pecado mortal, del que pueden lavarse, purificarse y deshacer su opresión mediante la gracia que Dios desea concederles. Esta cadena puede ser fundida a través del temor de Dios, cuya ardiente caridad puede reformarlas o transformarla en la hoguera del divino amor, que produce la contrición amorosa.

La tercera cadena es de oro brillante y sirve de corona y collar honorífico más que de grilletes. Esta cadena es para las almas que sirven a Dios por su amor y por la recompensa de la gloria, todo a una. Hay muchos en este número: ‘Inclino mi corazón a practicar tus preceptos, recompensa por siempre’ (Sal_119_112).

La cuarta, que es maravillosa, está formada de luz, sin ser pesada como la de oro. Las almas que la llevan son iluminadas, no encadenadas por ella y son conducidas por el esplendor de la luz eterna que es el Verbo, el cual es su camino, su verdad y su vida: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ (Jn_14_6). Dios mora en estas almas y se reproduce en ellas cada vez que las ilumina. ‘Allí a David suscitaré un cuerno, aprestaré una lámpara a mi ungido’ (Sal_132_17), dándoles su amor, que es dulce, fuerte, muy bien representado por el cuerno y simbolizado por la luz de Cristo, que es el ungido y la unción. David, contemplándolo como rey, dijo: ‘Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros’ (Sal_45_8). Con estas almas afortunadas, por ser sus esposas queridas, comparte su alegría. Junto con la luz, reciben la unción sagrada de reinas; luz que les da el impulso para moverse de acuerdo a las exigencias de la gloria eterna. Son resplandecientes como el sol, blancas, cándidas y plateadas como la luna; el sol no tiene otro color que el de la luz; estas almas, tan felizmente ligadas, no tienen ni color ni tinte de criatura alguna; sólo el blanco de la inocencia.

Frecuentemente, durante esta octava, el rayo de luz brilló con fuerza sobre mi cabeza y mi rostro. Sentí una dulce brisa y escuché: El espíritu sopla donde quiere; no siempre le gusta manifestar de dónde proviene su soplo, ni a dónde va, pero se complace en dar a conocer que es él quien mueve al alma para que obre según sus mociones. Es él quien produce en ella mil gracias de bondad y de complacencia, adornándola con sus dones para hacerla agradable al Padre y al Hijo, lo cuales, con el Espíritu Santo, fijan en ella su morada. La santísima Trinidad reside plenamente en su parte superior como en su domicilio: ‘Que así me ha dicho el Señor: Reposaré y observaré desde mi puesto, como calor ardiente al brillar la luz, como nube de rocío en el calor de la siega’ (Is_18_4).

Esta cadena de luz liga e ilumina de manera inefable a los bienaventurados que están en el término, y a las almas de las que ya he hablado, que van por la vida; porque las que han llegado al final se encuentran en la plena alegría de la gracia consumada, a la que llamamos gloria del cielo. Las que siguen en camino participan de la gloria iniciada que se denomina gracia en la tierra; cadena bien diferente de la que aprisiona a los obstinados en el camino y a los réprobos en el término’”. [62]

“Los símbolos de la cruz han sido muy ilustres: el arca de Noé, el reparador del mundo; la vara de Moisés, el incensario de Aarón, el sacrificio de Abraham, el báculo de Jacob, el cetro de David, el trono y la litera de Salomón Todos aquellos a quienes se concedió como en depósito bajo el velo de las figuras, fueron siempre ilustres; y hasta María y Jesús, honra del cielo y de la tierra, todos la llevaron en figura y en ejemplo o imitación. Nadie está exento de la cruz, sea por temor, sea por amor a Jesús.” [63]
“Llegó la Pascua. Durante este tiempo caí enferma cerca de un mes, aunque esta enfermedad no me impidió comulgar diario. Recibí, además, grandes consolaciones de tu santa Madre, la cual me confortaba mientras que la fiebre me desgastaba tan duramente. Para aliviarme en el sufrimiento causado porque te escondías de mí, al cabo de algunos días e ignorando la causa, vi tres coronas sostenidas y ensartadas en una vara, y también unos cálices. Ignoraba el significado de todas estas visiones, hasta que te dignaste, mi divino Intérprete, dejarte ver de mí. Al retomarme amorosamente, me dijiste: ‘Hija, te has quejado con tu confesor de mi ausencia, como de una pena intolerable a una esposa acostumbrada a los mimos de su divino esposo; mi santa Madre te ha visitado y consolado. ¿No te había yo hecho ver cruces y cálices, y después esas tres coronas en una vara? Todo eso eran signos de aflicciones que yo deseo coronar.’

Al decirme estas palabras, se me apareció una grande y pesada cruz de mármol blanquísimo. Tu Majestad, al verme espantada por las dimensiones de esta cruz, me dijo: ‘Hija, tú no cargarás con esta cruz; es la cruz quien te llevará. Es toda de roca de mármol, y sobre ella deseo fundar el Instituto. La esposa del Cantar dijo que mis piernas son columnas de mármol. Yo soy la verdadera roca sobre la cual está fundada mi Iglesia. Animo, hija, fundaré mi Orden sobre mí mismo.’ Al mismo tiempo, vi un cáliz lleno de flores. Mi amable Doctor me dijo: ‘Mi bien amada, este cáliz lleno de flores es para embriagarte y embellecerte, a ello se refería David cuando dijo: ‘Unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa’, (Sal_22_5)’.Cuando le hice comprender que mi divina misericordia deseaba acompañarle todos los días de la vida. Tú puedes decir lo mismo: es lo que te he prometido. Mis promesas son infalibles.” [64]

Es tan expresiva al escribir, que transmite su sentimiento con respecto a lo que ve y no se diga si quien lo explica es el mismo Verbo Encarnado, su Rabbunni, (su querido maestro)

“Algunos días después de lo ocurrido, el P. de Meaux vino a informarme de la consulta que los médicos habían tenido, y que estaba por partir, lo cual me entristeció en el acto… En cuanto él salió de mi habitación, se me presentó san Miguel para ofrecerme su ayuda. Al desaparecer, te hiciste ver con una tiara hecha en madera, sin joyas ni adornos. Me sorprendió que tu Providencia, en su diligencia admirable, no la hubiese adornado de piedras preciosas. Estas visiones me hicieron ver que habías dado a san Miguel una nueva comisión de asistirme, encomendándole el Instituto que deseabas establecer. Me le diste como uno de mis maestros, a fin de que me instruyera en tu voluntad por medio de irradiaciones y coruscaciones deslumbradoras. Me diste a entender, por medio de la tiara sin adornos que tenías al principio, que iniciabas tus proyectos en la más pobre apariencia, y los llevabas a cumplimiento por medio de ricos efectos; me enseñaste que eras mi buen Pontífice que proveería a todas mis necesidades, y que me compadecías en todo.” [65]

“Fui revestida de una túnica de candor brillantísima para mí sin explicación. Mi madre estaba conforme con todas tus voluntades, por lo que me permitió en seguida seguir tus inspiraciones, aunque sufría un dolor extremo al privarse de mí, a quien amaba más que a todas mis hermanas. Me dijo así: ‘Hija, mi inclinación natural es no permitir que me dejes, pero deseo sobreponerme para seguir la divina inspiración’”.[66]

“Hablando de la gloria esencial según san Dionisio, me parece que olvidé la accidental, pero tu sabiduría me ha guiado suavemente hacia los discursos que me hiciste sobre esta última, mostrándome un ramo de jancitos levantado en alto, los cuales, me dijiste, eran figura de los grados de gloria accidental que concedes a los santos, y que esas sortijas son además gracias concedidas a quienes se encuentran todavía en camino, y son para ellos gloria esencial y que, cuando las obtienen mediante el favor de las oraciones de los santos y santas del cielo, o que a imitación suya practicaron las virtudes en vida, acrecientas la gloria accidental de los santos concediendo este anillo a todas tus esposas que pertenecerán a tu Orden, y que, a su vez, tus manos están hechas para dar todo, y para dejar colocar amorosamente estas alianzas en quienes son de tu agrado, y que bien sabía yo que, estando todavía en la casa paterna, me hiciste ver los diamantes que prepararías a mis hijas, y entre todos, me hiciste ver uno en forma de cruz que me habías destinado, puesto que debía sufrir muchas contradicciones comparables a golpes de martillo, y a ser con frecuencia moldeada y golpeada para ser más conforme a ti.” [67]

Revestida de todos los regalos que le prodigaba su amado gozó plenamente, pero cuando se trataba de ver situaciones terribles que también le mostraba, ella sufría.

“Llevo en la mano un báculo de hierro, insignia de mi poder, para quebrantar las cabezas de los rebeldes que me declaran abiertamente la guerra en la persona de mis fieles. Yo soy el Esposo de la Iglesia, siempre presente, aunque invisible; mi Espíritu santísimo la gobierna, impidiéndole caer en el error. El la sostiene y mantiene en la verdad católica, que posee la revelación auténtica que manifesté a mis apóstoles, quienes la legaron a sus sucesores.” [68]

[62] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 48, p. 352
[63] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 25, p. 635
[64] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 40, p. 127
[65] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 40, p. 128
[66] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 165
[67] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75, p. 356
[68] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 1044

“El divino amor inventó la cruz, que convirtió en signo de grandeza y en estandarte de gloria, 3 de mayo de 1634. El día del hallazgo de la Cruz, me uní a Santa Elena para encontrarla. Comprendí que no sólo debía buscar la cruz de madera en la que fue clavado el Salvador, sino la cruz mística en la que, mediante la divinidad unida a la humanidad, Dios se hizo hombre y el hombre, Dios. Se trata de una cruz cruzada, en la que la fuerza está unida a la debilidad, la eternidad al tiempo, la inmutabilidad al cambio, el Creador a la criatura, la majestad a la ignominia y la grandeza a la bajeza.” [69]

“El día de la dedicación de san Pedro y san Pablo, estando en oración, me hiciste ver un Pontífice con su tiara, con el pecho abierto, y una multitud de víctimas que se ofrecían a él en su pecho y eran consumidas en holocausto, perdían la vida humana y natural y recibían la divina y sobrenatural. Esta consunción de ellas mismas las divinizaba, vi una paloma blanca que se unía nuevamente a este pecho sagrado por un maravilloso afecto para ser allí consumida como las otras víctimas, las que no tenían más su propia vida ni sus propios sentimientos. Esta paloma sufría por verse todavía en estado de ser devuelta a la tierra y poder volar. Si hubiese podido hablar habría dicho: ¿Por qué estoy todavía en esta vida mortal? El amor me fuerza a morir con las otras víctimas y consumirme en ese pecho que ha cambiado la vida natural y humana de esas víctimas afortunadas, en una vida divina. Las veo dichosamente pérdidas para todo lo que no eres tú, oh mi Dios y mi todo”.[70]

“Habiendo recibido las potencias del divino esposo, se ve adornada por ellas con la propia mano de su esposo: ‘Ha ceñido mi diestra y mi cuello con piedras preciosas, y adornado mis oídos con perlas de valor incalculable. Me ha regalado pulseras más hermosas que las de Rebeca’ (Gn_24_22), que son signo de esperanza y seguridad para la esposa. Ha ceñido mi cuello con el collar de su caridad; ha colgado a mis oídos pendientes de preciosas perlas, que son sus fieles palabras, que para mí valen más que el oro y el topacio. Ha puesto sobre mi frente una diadema admirable y tan rica, que ningún otro enamorado sería capaz de darme una parecida.” [71]

En este punto, podría haber copiado todos sus escritos, ya que durante todos los momentos de su vida Nuestro Señor, le decía cuanto le amaba. Ninguna cita, vale más o menos. Ésta es solo es una selección para ilustrar estas bellas experiencias.
 
 Decirle cuanto le ama
“Me acuerdo que un día, durante la octava de san Juan Bautista o la octava de la Visitación de Nuestra Señora, tu santa Madre, me dijiste: ‘Hija mía, mientras que mi Madre conversa con santa Isabel, entra a este claustro virginal. Deseo hablar y tratar de amor contigo; ven con mi Precursor, que me ve y platica conmigo aunque se encuentre en las entrañas de su madre. Él ha estallado en gozo al ver al esposo cerca de su esposa. Es mi amigo y tu patrón. Yo le escogí como saeta de elección.’” [72]

“Como encontraba en ti todo mi bien, y que todo era nada para mí fuera de ti, mi alma vivía en una paz que sobrepasaba todos los deleites de los sentidos corporales, a los cuales no tenía ella necesidad de recurrir para buscarte por medio de las cosas visibles, ya que tú vivías íntimamente en ella, recogiendo todas mis potencias y siendo mi divino Amador y mi tesoro. Mi corazón estaba dentro de ti y tú mismo eras el Dios de mi corazón. Te decía las palabras del hombre que encontraste según tu corazón, y que hacía todas tus voluntades: ¿A quién tengo en el cielo? Contigo, ¿Qué me importa la tierra? Aunque se consuman mi espíritu y mi carne. Dios es la roca de mi espíritu, mi lote perpetuo.” [73]

“Al poseerte amorosamente en mi corazón, todas las potencias de mi alma corrían al olor de tus perfumes; si ellas se hubieran dispersado, el vino oloroso y dulce como la miel que procedía de tu garganta sagrada de una manera inexplicable las atraería y las encerraría en el nicho de tu sagrado costado abierto, donde encontrarían ellas la dulcísima miel de tu divinidad que las ocuparía y alimentaría deliciosamente. Tu corazón, de una dulzura real, era el rey de estas abejas místicas, del que ellas adoraban y seguían los movimientos que no las privaban de su reposo amoroso ni de esta agradable quietud.” [74]

[69] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 108, p. 635
[70] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 147, p.1044
[71] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, 1619. Cantar 8, p.63
[72] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 22, p. 58
[73] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 50
[74] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51

Escuchar a su Amor era lo máximo
y Jesús Verbo Encarnado en platicarle y mostrarle con su divina tecnología lo que Él quería.

“Yo sentía una gran suavidad al adherirme a tu bondad, la cual se proponía recogerme, considerando su gloria al decirme estas palabras amorosas: "Tu eres mi fiel israelita; me gloriaré en ti. "Ante esta palabra de gloriarte, mi alma se sentía mucho más recogida y experimentaba las palabras del mismo profeta, sobre todo cuando te había recibido en el divino sacramento de la Eucaristía, me decías que te alojara como un peregrino que saldrá o dejará de estar corporalmente bajo mi techo cuando las Especies se hubieran consumado, y me invitabas a revestirte de mí misma, como un enamorado que se había desnudado por mí para cubrirse solamente de un fragmento de pan, privado de su propia sustancia, ya que las Especies de pan no son sino accidentes que subsisten milagrosamente gracias a tu gran poder” [75]

“En este mediodía, me diste un reposo que era casi continuo. Mi alma estaba llena de esplendor y mi cuerpo aliviado, porque me hiciste tu jardín de recreación donde hiciste crecer flores deliciosas, las cuales estaban abundantemente regadas, porque tú mismo eras la fuente; desbordabas en ellas un río de paz. Me decías que tu morada dentro de mi alma era para ti un desierto agradable porque no albergaba amorosamente sino a ti, y que lo cimentarías tan profundamente, que las generaciones futuras podrían subsistir en él con seguridad.” [76]

“Al día siguiente continuaste hablándome de las maravillas de este santo, diciéndome: Hija mía, entiende un gran misterio. El Verbo Encarnado, tu amor sobre todos los cielos, parece en este día como el cielo supremo al bienaventurado glorificado con mis llagas resplandecientes como un espectáculo de gloria y Francisco la tiene en proporción. San Francisco está oculto en una cueva con sus llagas, manteniéndose de pie para admiración de aquellos que pueden descender allí. Es una copia sacada de su original que soy yo, y he querido hacerlo mi expresión por una maravilla inefable a los hombres mortales.” [77]

“El día de la Circuncisión de 1653, me dijiste: Hija mía, te doy de aguinaldo toda la Sagrada Escritura; me llamo Jesús Nazareno, y te doy en este día el nombre de nueva Jerusalén. Como ves la primera letra de mi nombre es la misma que la del tuyo y así sucede en la Biblia, la primera y la última letra también son iguales a las de nuestros nombres. El Génesis empieza: En el principio, el Apocalipsis termina Ven Señor Jesús. Amen ‘Ap_22_20’. Juan mi favorito también empieza su Evangelio In principio y termina en el Apocalipsis con Jesús Amén. Lo que es de tu esposo, es tuyo también, es tu adorno que hace gozar a los ciudadanos celestes.” [78]

Sin duda el mejor consuelo era su Divino Amor que buscaba siempre darle ánimo y fortaleza en todas sus aflicciones, aunque a veces se quejaba de no sentir estos consuelos. El Señor estaba ahí con ella en todo momento.

Para consolarla
“La víspera de san Lorenzo, encontrándome indispuesta, me acosté después de haber comulgado. Tu bondad, que se inclina siempre favorablemente a mí, quiso alegrarme en el lecho, donde estaba postrada no solamente por enfermedad corporal, sino afligida espiritualmente por una hermana que no viene al caso nombrar. Me dijiste: "Hija, vine a consolarte y para decirte que tengas confianza en mí. Estableceré mi Orden por medios que nadie imagina. Tú verás la unión de la tiara y de la corona de Francia en esta fundación. Repite con David: Tengo fe, aun cuando digo: ‘Muy desdichado soy’, yo que he dicho en mi consternación: ‘Todo hombre es mentiroso.’ ‘¿Cómo a Yahvé podré pagar todo el bien que me ha hecho? La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahvé’. (Sal_116_10s). Habla, hija mía, de mis maravillas porque no puedes dudar de las verdades que te enseño. Yo he permitido que te veas afligida, a fin de hacerte practicar este gran sentimiento de humildad que sientes en tu alma, y puedes decir a quienes ignoran el exceso del amor que siento por ti, que todo hombre es mentiroso cuando piensa afligir al alma que yo consuelo." Mi divino Consolador, ¿qué puedo ofrecerte en reconocimiento de tantas gracias que continuamente me das?” [79]

Mostrarle los detalles de su misión y del establecimiento de la Orden

A pesar de sus debilidades, ella estaba sostenida por su Divino Amor, a quien siguió totalmente y se entregó confiadamente para realizar la fundación de la Orden, convencida que ella era el instrumento y Jesús Verbo Encarnado el fundador que le proporcionaría lo necesario para que se fuera cumpliendo su voluntad y luchó tenazmente contra todo lo que se opusiera para el establecimiento canónico de la Orden, pero siempre con una obediencia ciega en la Palabra de su Amado. “El día de san Claudio, Arzobispo de Besançon, la Hna. Catherine me dijo que debíamos iniciar la Congregación lo más pronto posible. No estaba yo resuelta a salir de la casa de mi padre hasta tener otros sentimientos interiores. Le dije entonces, riéndome de ella: ‘¡Comienza tú misma la Congregación!’ Ella se dio cuenta de que hablaba yo así por ironía. Al considerarla, la encontraba buena, pero carente de destreza, sin saber leer bien y mucho menos escribir; incapaz de enseñar las costumbres de la época o la urbanidad que necesitan aprender las jóvenes de buena crianza, la cual los padres de familia consideran más importante que sus deberes de enseñarlas a ser piadosas, pues temen que tu Majestad las escoja para ser esposas suyas. Hay tantos ciegos que en lugar de buscar para sus hijas primeramente el Reino de Dios y su justicia, hacen lo contrario. Más para que lleguen a ser piadosas, nos proponemos enseñarles buenos modales, para que lleguen a serte fieles. Es necesario recurrir a estas estratagemas, aunque no para convencerlas de ser religiosas, ya que solamente tu Espíritu da el don de la vocación.” [80]

“Tú, Señor, que haces las cosas de la nada, impulsaste a esta joven a decirme: ‘¡Sí, sí, yo comenzaré! Dios puede muy bien concederme las cualidades que me faltan. Al rehusarte a comenzar, ¡estás resistiendo al Espíritu Santo! ’" [81]

“Habiéndome dicho estas palabras, mi espíritu se sintió vencido: conocí que tu Espíritu me hablaba por boca de esta joven, la cual se puso a orar delante del altar de Nuestra Señora del Rosario; yo hice lo mismo ante el gran altar de la iglesia de san Esteban de Roanne, después de haber asistido a Vísperas en la misma iglesia. Querido Amor, en cuanto me puse de rodillas, la adorable Trinidad y todos tus bienaventurados me rodearon de luz y me cercaron gloriosamente.” [82]

“Todos los santos me representaban los deseos que tenían de esta fundación, diciéndome que sería el compendio de tus maravillas; que por ella tu divino Padre te clarificaría como recompensa de la glorificación que le habías dado al estar pasible en la tierra; a su vez, deseaba glorificarte ahora que eres impasible. Tu santa Madre me decía que deseaba favorecer todo el honor que le prodigabas al proteger los establecimientos dedicados a su nombre y a su persona, favoreciendo a su vez esta Orden que tendría como fin honrarte.” [83]

“No puedo describir todo lo que ella y los santos me dijeron, ni las caricias inefables que me prodigó toda la santa Trinidad, la cual descendió de su lugar, si puedo hablar de esta manera, sabiendo que está en todo por su inmensidad, para revestirme de una manera inefable. Al verme tan gloriosamente rodeada de un cerco de luz, me rendí después de decirme tu Majestad que permanecería cercada por estos resplandores hasta que prometiera iniciar la Congregación lo más pronto que pudiera. Amor, eres tan prudente como poderoso. Te prometo que saldré de casa tan pronto como reciba el consentimiento del P. Jacquinot, al cual tu Majestad concederá la voluntad de permitírmelo. Habiendo dicho esto, levantaste el sitio, y aunque yo fuera la vencida, tu benignidad, caballerosa en extremo, me regaló sus victorias, prometiendo hacerme triunfar. Adorable Bondad, nada puede comparársete.” [84]

Jeanne tuvo grandes momentos de sufrimiento por la fundación de la Orden. Muchas veces sintió que el mundo se le venía encima, a veces se sintió indigna de ser la fundadora, pero por su humildad y sencillez confiada siempre en el Señor y procurando cumplir su voluntad en cada acontecimiento. Sus angustias eran aminoradas siempre que estaba en oración, en Misa o frente al Santísimo Sacramento en el altar.

“Mi confesor, que era por entonces el P. Nicolás Dupont, me dijo que el P. Jacquinot regresaba de París a Toulouse pasando por este Colegio de la Provincia de Toulouse y que había llegado ya. Me asombré al escuchar la noticia, considerando lo que tuvo que hacer este padre para recorrer algunas leguas más y poderme ver, ya que tú se lo habías inspirado.

No me equivoqué; llegó el sábado 21 de junio por la noche, lo cual me comunicó al momento mi confesor, pero no pude verle hasta el día 22 por la mañana. Este buen padre me dijo: ‘Hija, sólo por consideración a ti he pasado por esta ciudad. Padre, esperaba esto de su caridad; la gloria de Dios le ha hecho pasar. El cielo y la tierra me presionan a comenzar la Congregación. El P. Rector, mi confesor, y el de a Hna. Catherine, el P. Bonvalot, son de la misma opinión. Yo he prometido, a condición de que usted lo ratifique y después de pensarlo me dé una respuesta. Querido Amor, el padre lo pensó seriamente. Temía muchas contradicciones que no me comunicaba, y daba largas al permiso, diciéndome: ¿Qué dices a esto, hija? Padre, nuestro Señor me ha prometido que él mismo lo hará. Me ha ordenado le diga que usted y yo sentiríamos su bondad y que sumergiríamos nuestros corazones en su poder, pues él me hará la distribuidora de los bienes de su casa. Después de enterarse que tu Majestad lo deseaba, me dijo: ‘Comienza, hija, en cuanto puedas hacerlo.’ Su consentimiento te complació.

Después del mediodía quise regresar a verlo con la Hna. Catherine Fleurin; ella habló con él. Mientras hablaban, fui a la iglesia del colegio para hacer oración. Al orar, vi una corona de espinas; dentro de ella estaba tu Nombre, Jesús, bajo el cual había un corazón donde estaba escrito Amor meus. Me dijiste entonces: "Hija, mi Nombre es un bálsamo derramado. Muchas jóvenes serán atraídas a esta Orden por su dulzura; haz colocar sobre el escapulario rojo lo que ahora acabas de ver en esta visión, afín de que yo repose sobre el pecho de mis fieles esposas. Mientras estaba en la tierra, me quejé con toda razón de que los zorros tenían sus guaridas y los pájaros sus nidos, y que no tenía dónde reposar mi cabeza. Háganme reposar sobre su pecho". Te pedimos que así sea, querido Amor de nuestros corazones, y que cesen así tus quejas en estos últimos siglos: ‘Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’ (Mt_8_20).” [85]

[75] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51
[76] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 50
[77] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 124, p. 886
[78] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 127, p. 901
[79] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 57, p. 253
[80] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 159
[81] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 159
[82] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 160
[83] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 160
[84] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 161
[85] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 164

“El día de san Basilio el Grande, durante la octava del Smo. Sacramento (1635), nueve de mis hijas y yo la décima, a imitación de san Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y de sus nueve compañeros, hicimos voto de vivir y morir en la prosecución del establecimiento de la Orden del Verbo Encarnado, en presencia del Smo. Sacramento, que estaba expuesto.” [86]

“Me vino a la mente lo que tu santa Madre me había dicho, de ofrecerme solamente al designio de tu sabiduría escondido en ella, asegurándome que tú, el único que obra maravillas, serías tan bueno como poderoso para darle cumplimiento en el tiempo previsto por ti. Estos dos querubines admiraban el amor demostrado por tu Majestad hacia una jovencita, la cual era iluminada por una claridad desconocida a quienes viven en la tierra ya pesar de ser nada, escogiéndola para llevar a cabo un designio tan augusto, comunicándole de manera divina los favores que tu divino Padre había manifestado a Abraham, deseando hacerla madre de una multitud de hijas que serían como estrellas brillantes en esta Orden de amor, introduciendo nuevamente a su primer nacido al mundo mediante este Instituto que sería una extensión de la admirable Encarnación: ‘Y nuevamente, al introducir a su Primogénito en el mundo, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios’.(Hb_1_6). Ordenaste a todos, Oh divino Padre, adorar a tu Hijo que deseaba ser introducido” en el mundo por medio de este Instituto. Me dijiste que me darías en él al germen de David, Rey, y que tu misericordia y tu verdad precederían a tu obra, la cual estaba siempre en tu presencia, y que mi alma probaría el júbilo del que habla este Rey Profeta: ‘Justicia y Derecho, la base de tu trono. Dichoso el pueblo que la aclamación conoce’ (Sal_89_15s).Me dijiste que en la luz de tu rostro caminaría en tus sendas; claridad que nunca me abandona, ya que después de tantos años sus rayos me siguen alumbrando por pura bondad tuya, elevando mi espíritu, cuya asunción obras tú mismo.” [87]

“La víspera de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, habiendo ido por la tarde a la iglesia del Colegio, mi alma se encontró triste al pensar en las contradicciones que tendría, y que ya empezaban a asaltarme.

Me hiciste comprender que el establecimiento de esta Orden se haría como el del templo: ‘Con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la otra empuñaba el arma,’ (Ne_4_1) diciéndome que la oración, la paciencia y la fortaleza con tu gracia me eran necesarias para perseverar en los largos períodos de espera que no me especificaste en manera alguna. Al día siguiente, día de la fiesta de esos dos grandes Apóstoles, me hiciste ver, después de la Comunión, toda clase de armas, con las cuales no pudieron herirme quienes las portaban, aunque fueran expertos en su manejo. Tú eras mi escudo.” [88]

Qué maravillosas intervenciones de Dios para darle confianza a Jeanne Chézard de Matel sobre la fundación. Ella sabía perfectamente que había gente que no quería que hubiera esa fundación y por lo tanto, a ella. Todas estas contradicciones también fueron voluntad del Señor para bien de esta Congregación y que Jeanne trabajara por cumplir el deseo que, su Divino Amor le había pedido realizar y a petición del mismo Jesús, Jeanne se puso en manos de María.

“Por la noche, al hacer mi examen, vi un pozo profundo dentro del cual vi un sol como en su origen. Los que portaban esas armas querían destruirlo con ellas, pero sus esfuerzos eran vanos. Me dijiste: ‘Hija, ¿qué pueden estas armas contra este sol? Así será en todas las oposiciones que habrá contra mi Orden.’ Al mismo tiempo, se me apareció la imagen de Nuestra Señora de Puy, y escuché estas palabras: ‘Confíate a ella; ella te ayudará y yo no te abandonaré jamás.’” [89]

“En la comunión de la mañana siguiente haciéndome gran fiesta, elevaste mi espíritu como le plugo a tu magnificencia cerca de ti y de varios cardenales entre los que estaba el Cardenal Bérulle que había fundado una Congregación de sacerdotes que no hacen más votos que los que hacen los sacerdotes al ordenarse. Me dijiste: Hija mía, no te confundas, te revisto de mí mismo todos los días cuando me recibes, yo te revisto de mí mismo. Querido Amor, sé bien que no soy digna de tus favores ni del hábito de tu Orden, pero se habla tanto de mí porque no lo llevo parecen decir que el darlo a nuestras hijas no me cuesta y es que yo no merezco tener este consuelo visible por mis pecados.

Hija mía, ¿a quién debes dar cuenta sino sólo a mí que te he dicho que no te comprometas hasta que te lo diga? Tus directores opinan como yo, no sufras pues, eres como Melquisedec, sin padre, sin madre y sin parientes que te ayuden a establecer mi Orden que es tuya también. Extraña a muchos ver a una joven que sin ayuda de nadie funde y establezca casas, pero soy yo quien te da los bienes espirituales y los temporales. San Francisco, sin ser sacerdote mandaba a los sacerdotes. Alégrate mi muy querida, hago y haré todo por ti, acabaré mi obra, abajaré las colinas del mundo en el camino de mi eternidad.” [90]

El Señor le comunicaba hechos históricos, por mencionar algunos:
 
  • Que el arzobispo Charles Miron moriría, 
  • La Reina tendría a su hijo,
  • El rey Luis XIII saldría victorioso en la Rochelle.
  • No era su deseo que la Orden del Verbo Encarnado fuera unida a la del Santísimo Sacramento.
“Un día, durante el mismo año, estando en la Iglesia de los Carmelitas descalzos, me dijiste en una suspensión: ‘Hija mía, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’ (Mc_14_27). Sentí temor ante estas palabras, y respondí: ‘¿Cómo, ¿Señor, al herir a nuestro pastor dispersarás nuestra Congregación, tu rebaño?’ ‘No sientas dolor ante este golpe, hija mía, pues él te hará ir a París.’ El 29 o 30 de abril, un año después, estando todavía en la misma capilla de los Padres Mínimos, fui arrebatada y me dijiste una vez más: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño (Mc_14_27). En esta segunda ocasión, mi corazón se sintió como herido o rasgado. ‘Mi bien amado, me siento desolada; este arzobispo me favorece en todo y me lo quieres quitar.’ ‘Hija mía, irás a París.’ Tuve que resolverme a este golpe, porque tú lo querías.” [91]

“Estableceré mi Orden por medios que nadie imagina… Hija, no deseo que sean unidas estas dos Órdenes. Quiero que ustedes vivan separadas de estas religiosas, que por ahora son hijas de la consolación, pues todo les sonríe. Bernabé significa hijo de la consolación, y tú eres un pequeño Pablo, a quien mi Providencia ha destinado a sufrir grandes contradicciones. Endureceré el corazón de quienes deberían ayudarte, para hacer ver en ti y en esta Orden el poder de mi derecha, que con su virtud te exaltará cuando llegue el tiempo para ello. No dudes, hija; soy yo quien te predice estos sufrimientos. Estaré contigo para hacerte crecer en medio de las contradicciones; podrás, así, decir: ‘En la angustia tú me abres salida’ (Sal_4_2). Estas religiosas no se extenderán como ellas presumen, porque se apoyan en los grandes de la tierra. ‘Entiende lo que quiero decirte, pues el Señor te dará la inteligencia de todo’ (2Tm_2_7). Este Señor es tu Esposo, que está ante ti y que contempla lo que vas a sufrir por él.” [92]

“En el mes de agosto de 1634, estando en el confesionario después de haberme confesado, te complaciste, misericordioso Salvador mío, en felicitarme por las grandes gracias que me habías concedido y me concederías en el futuro, todas las cuales considero como venidas de tu bondad. Te doy las gracias por ellas, consciente de mi bajeza, que me confunde en presencia de tu Majestad, la cual, llevada de su divina caridad, me dijo que me había hecho templo suyo, y que establecería su Orden donde ella se agradará de habitar.” [93]

Como María recibió la noticia que iba a ser la Madre de Dios, espero su tiempo y dio a luz a Jesús, así Imagino a NVM recibiendo la noticia que espero tanto.
¡Qué alegría debió haber sentido! y ¿Cómo se vería su rostro en esos momentos?
“Me retiré para orar, y estando en ello, mi alma se sintió afligida ante el temor de un largo retraso; pero, oh mi soberano Consolador, no pudiste sufrir el verme llorar sin consolarme. Me dijiste: "Animo, hija. ‘La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo’ (Jn_16_21). Hija mía, ha llegado la hora en que debes darme a luz en el mundo; falta muy poco; te llenarás de gozo cuando nazca de ti, por segunda vez, en la tierra." [94]

[86] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25, p. 999
[87] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 118
[88] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 167
[89] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 167
[90] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 130, p. 937
[91] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 51, p. 205
[92] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 57, p. 256
[93] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66, p. 300
[94] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83, p. 399

Enseñarle como debía entender sus Misterios. 

Si el Verbo Encarnado mismo era su maestro, como no enseñarle todo lo que se relacionaba con su familia y cómo vivían. Con qué divina emoción Jesús le explicaría a Jeanne este misterio tan bello, que nuestra mente no comprende y nuestro espíritu aún dispuesto del todo, le cuesta trabajo entender las maravillas que encierra. Jeanne como buena discípula escuchó y vio con mucha atención para después, escribir haciendo explícita su emoción.

Santísima Trinidad

“Me enseñó que el Padre eterno engendra a su Verbo virginalmente, comunicándole su esencia por vía del entendimiento y de purísima generación. Por estar este Verbo divino en su Padre, la imagen de su bondad, la figura de su sustancia y el esplendor de su gloria, lleva en sí todo su poder. El Padre se contempla en su Verbo con suma perfección, que se expresa mediante su purísimo, ardentísimo y castísimo amor. Es así como se abrazan mutuamente, produciendo por un solo principio al divino Espíritu, que es llamado el amor del Padre y del Hijo, que es con ellos un mismo Dios igual y consubstancial.

El Espíritu es el lazo de unión y el término infinito de las divinas emanaciones o producciones. Es así como en estas tres divinas personas se encuentra la virginidad fecunda, lo cual hace exclamar a los bienaventurados arrebatados de admiración: ‘Oh, cuan bella es la generación casta con esclarecida virtud. Inmortal es su memoria, y en honor delante de Dios y de los hombres.’ (Sb_4_1).” [95]

“Hija mía, en la cabeza de Dionisio estaban toda la Trinidad y todos los ángeles en tres órdenes: superior, medio e inferior. Purificando, iluminando y perfeccionando, nuestra divinidad cumplir sus oficios en este divino Dionisio, a quien te he dado como maestro para que te enseñe la teología mística. Pablo, que fue el suyo, es mi conquistador; Dionisio es mi adorador.” [96]

“Mi Dios y mi todo, ya que plugo a tu amor servirme de maestro y director, anotar‚ aquí lo que has tenido a bien enseñarme sobre el origen y excelencia del estado religioso.

Te complació elevar mi espíritu hasta tu adorable Trinidad, fuente, prototipo y excelencia de todas las órdenes religiosas y de todos los religiosos, los cuales, por proceder de ti, deben retornar a ti, su principio y su fin.” [97]

“Me dijiste, Padre y santo amor mío: Hija, ¿quieres ver mi primera comunidad religiosa en su esencia y subsistencia; la orden divina y admirable de la que se derivan todas las órdenes? Contempla la persona del Padre comunicando su esencia a su Verbo por generación, y al Espíritu Santo por producción, el cual es el término inmenso e infinito y el guardián en la divinidad. El Padre es el general; el Hijo, el provincial.

El Padre no es engendrado, sino que engendra. No es producido, sino que produce al Santo Espíritu. El Hijo es engendrado sólo por el Padre, junto con el cual produce en un solo principio al Espíritu Santo, que es el custodio, recibiendo su producción del Padre y del Hijo y terminando en si este orden divino, que es Dios mismo. Él ha perdurado por toda la eternidad y permanecerá por toda una infinitud siempre poderosa, siempre sabia y siempre buena.

El rango que existe en esta religión divina no es de superioridad y dependencia de una persona a la otra, sino de divina unidad y divina Trinidad; unidad de esencia y Trinidad de personas, las cuales poseen sus tres distintas hipóstasis. El Padre no es Hijo, ni el Hijo es Padre; el Espíritu Santo no es ni el Padre ni el Hijo. Estas tres personas forman una divina sociedad, permaneciendo la una dentro de la otra en su circumincesión divina, con su inefable relación; clausura inmensa en su longitud sublimísima, en su altura infinita, en su fondo abismal, en su hondura. ‘¡Oh profundidad!’ (Rm_11_33). Como este orden no se guarda por dependencia, sino por eminencia, los tres votos de castidad, pobreza y obediencia corresponderían aquí a las excelencias divinas, comunes y distintivas.

Jesucristo, amor mío, dijiste que tu Padre es mayor que tú, y, en otro pasaje afirmaste que el que te ve a ti, ve también a tu Padre; que tú estás en él y él en ti, que todo lo que tienes es de él, y todo lo que él tiene es tuyo. Tú eres la soberana verdad y no puedes mentir. No debo extenderme y explicar estas palabras, por disponer de poco tiempo libre.

He dicho que la Trinidad es la comunidad religiosa sin par, lo cual es una verdad incontestable. Declaro también que el Verbo Encarnado es todo lo que es en la Trinidad. Siendo Dios, eres también indivisible; el Padre y el Espíritu Santo son también inseparables, aunque distintos, de tu persona.

Permanecen siempre en ti, así como tú permaneces en ellos. Toda la plenitud de la divinidad habita corporalmente en la humanidad, la cual no tiene otro apoyo, que el de tu divina persona. Esta es su bien y su gloria divina; sus acciones son su soporte, y a pesar de haber sido hechas humanamente, son de un mérito infinito, por ser teándricas.

¡Qué! Vienes a instituir una vida religiosa como y según aquella que has visto y contemplas en la divina Trinidad, en la cual y de la cual eres la segunda persona. Acudes a practicar una obediencia admirable, permaneciendo de pie detrás de la pared, atisbando por los resquicios de la ventana de los sentidos de la Virgen, la gota purísima de su sustancia que deseabas tomar, la cual no quisiste aceptar sino hasta después de que el largo discurso de su prudente humildad hubiera terminado, al decir al ángel para concluir su embajada: He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra. En el mismo instante, obedeciendo, mira en ti al Verbo Encarnado, con el que concurren el Padre y el Espíritu Santo.

Si perseveran (las religiosas) guardándome con ellas y en ellas, mi Padre y el Espíritu Santo vendrán conmigo para establecer en ellas una perpetua morada en el tiempo y en la eternidad, en la que su fidelidad será coronada por la visión de nuestras tres divinas personas.

¡Oh Jesús, amor mío!, concédenos esta gracia por todo lo que eres, mediante la intercesión de tu santísima madre y de todos los santos.” [98]

La familia de Jesús, la Santísima Trinidad amaba a María inigualablemente, ¿cómo expresar el amor tan admirable y adorable que le prodigaban? Jeanne nos lo narra de tal manera que la lectura se hace breve y deliciosa que no queremos dejar de leer hasta llegar a su fin. Es difícil acortar las citas y siento como si estuviera mutilando esta grandeza escrita.

“El amor que toda la Trinidad siente por ti la inclina a hospedarse en ti de una manera adorablemente admirable y admirablemente adorable, para gloria nuestra y provecho tuyo, a fin de que, gozando de nuestra Compañía, no te aflijas en este valle de miseria, donde vives en penosas debilidades; hija mía, quien tiene a Dios, lo tiene todo." a partir de este momento, me encontré divinamente acompañada de tus Tres Divinas Personas, de las que no me he vuelto a separar. Si desde hace veintitrés años, se han velado durante algunos días, ha sido para ayudarme a conocer, mediante la privación de sus esplendores, la felicidad de la que gozo al poseerlas. Me dijiste: "No hemos hecho un favor parecido entre todas las naciones; así como el Rey Profeta dijo que Dios era conocido en Judea y que su Nombre era grande en Israel, de igual manera la divinidad ha deseado ser conocida en ti, y hacer que su Nombre sea engrandecido en una jovencita: ‘Su tienda está en Salem, su morada en Sión’ (Sal_76_3s). *

Tú experimentas la paz que nuestra Sociedad divina confiere a todas las potencias de tu alma que residen en la parte suprema del espíritu; gozas de la alegría en el centro de tu alma, y tu corazón es la habitación de Dios, que te ama. Se dice que el justo la ofrece y la da desde la aurora a su Creador; pero nosotros hemos venido a hacer nuestra morada en ti, para poseerte sin interrupción. Nosotros apartamos de ti todas tus penas y todas tus guerras deteniendo a tus enemigos mediante nuestro poder, afín de que no se te acerquen. Sientes, por experiencia, cómo te iluminamos por nosotros mismos: ‘Fulgurante eres tú, maravilloso en los montes eternos’ (Sal_76_5) *.

Nuestras tres divinas y distintas hipóstasis te prodigan caricias amorosas por diversas comunicaciones, por complacernos en ello, y aunque nuestras operaciones externas sean comunes por las maravillas del Amor, nos agrada favorecerte haciéndote conocer que el Padre que me envía a ti siente un deleite (que los ángeles no pueden comprender) de comunicarte de manera admirable su paternidad, haciéndote madre de su propio Hijo. Soy yo, mi bien amada, quien se complace en hacerte el espejo de mis esplendores, donde reflejo mi belleza, y el Espíritu Santo hace en ti un compendio de su bondad amorosa. Mi Padre afirma tu memoria para que no pueda confundirse, y yo ilumino tu entendimiento, el cual refleja las claridades que le envío como lo haría una pieza de cristal. El Espíritu Santo enciende tu voluntad con una llama que te abrasa sin consumirte, como si fueras la zarza ardiente que atrajo a Moisés hacia las maravillas de mi sabiduría divina, despreciando todas las que había conocido de los egipcios, cuya sabiduría le hacía admirar no solamente a Faraón y a todos los adivinos y sabios de Egipto, según el mundo, sino a todas las naciones que han sabido y sabrán que hablaba con él cara a cara, y que le hice mi legislador. Yo le escogí para proclamar fielmente mis oráculos a todas las personas a quienes le enviaba.” [99]

“Me contestaste: "Hija mía, ¿Has considerado que el maná no cayó más cuando el pueblo de Israel llegó a la tierra prometida, por tener ya sus frutos? Ahora que estás en la tierra de la promesa, puedes saborear los nuevos frutos. ¿No son tus hijas fruto de mis promesas? Alégrate en ellas y en el cumplimiento de mis promesas." Habiendo comulgado, elevaste mi espíritu hasta tu Augustísima Trinidad, diciéndome que deseabas viera yo cómo la Trinidad entera moraba en mi alma de un modo admirable, añadiendo que estas Tres Personas eran, sin comparación, más preciosas y deleitables que todo cuanto existe en el cielo y en la tierra. "A ti, hija mía, se ha dado el conocer y recibir el reino divino. Nuestra sociedad viene a tu alma en su totalidad, porque el Dios todo bueno ama quienes guardan su palabra. Yo soy la Palabra del Padre, y tú guardas mi palabra en tu espíritu, en tu corazón y en tu Orden, que es la mía, por habérseme consagrado y dedicado." [100]

[95] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 2, p. 6
[96] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 63
[97] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 15, p. 153
[98] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 15, p. 165
[99] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 31, p. 96
[100] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 31, p. 411

“¿Es necesario que después de haber visto este establecimiento no vea nada interesante en la tierra? Querido Amor, que tu voluntad se haga en todo. Me conformo a ella completamente. No pudiste más verme enferma, me calmaste el dolor de ojos, pero la devoción deliciosa que yo tenía antes de este establecimiento no me la devolviste muy pronto que digamos”. [101]

“Te doy las gracias, Madre de Dios, Emperatriz universal, divina Noemí, que eres toda hermosa y sin mancha. Reconozco que esta Orden fue engendrada en tu regazo. Nació para honrar a tu Hijo Encarnado, y para gloria tuya. Hace profesión de honrar afectuosamente tu Inmaculada Concepción. No me atrevería a decir que te amo; soy muy imperfecta, pero bien puedo afirmar que, en este Verbo Encarnado, que ha querido tener un nuevo y místico nacimiento por medio de esta Orden, tienes un Hijo que te ama más que todos los hombres y todos los ángeles; recibe su Orden en tu seno. Es tuya, aliméntala con tu leche, llévala entre tus brazos, preséntala al divino Padre con tus santas y sacratísimas manos, para que todas las hijas de esta Orden sean fieles servidoras de tu Majestad. Oh Reina de los hombres y de los ángeles, hazlas muy humildes delante de Dios, en presencia de los ángeles, para la edificación de la humanidad.” [102]

“El Padre comunica su esencia al Hijo sin empobrecerse, y el Hijo la recibe sin rebajarse. De manera similar, el Padre y el Hijo producen al Espíritu Santo sin disminuir su plenitud, y el Espíritu Santo recibe su esencia y su ser sin dependencia. Su soporte personal termina por entero la producción del Padre y del Hijo, siendo el término de su única voluntad sin estrecharlos. El límite que les presenta es la inmensidad misma, la cual encierra a tan única divinidad y adorable Trinidad, que posee sus operaciones internas, distintas y propias, junto con su única y del todo común esencia, permítaseme la expresión.” [103]

Eucaristía     
Al comulgar o al estar frente al Santísimo Sacramento nuestros corazones se alegran NVM Jeanne Chézard de Matel. Este admirable Sacramento, alimento principal de nuestra alma, es un regalo de incalculable valor. En estas citas hay frases que me impresionan porque nunca las había escuchado en la doctrina o catequesis que normalmente se da. Con ellas aprendí a entender más la Eucaristía y a saber valorar y adorar a Jesús en el altar y en mi alma. Les invito a meditar en este Sacramento de vida que posee toda la totalidad divina y que al comulgar, Él late en nuestro interior para unirnos más a Él y transformarnos y como dice Jeanne: ‘en la encarnación se hizo carne para habitar en nuestra naturaleza’ [104] –Y alabarlo diciendo: ‘¡Señor, cuánta bondad para los hombres!’ [105]

“Como hijas de la Iglesia, alegrémonos de la santidad de ambos, acordándonos que este santo Obispo nos dice que tenemos un Señor muy bueno; sintamos su bondad y busquémosla con sencillez de corazón, amando a este Salvador que se hace nuestro alimento. Al no estar satisfecho de haber creado para nosotros cielo y tierra, y de habernos regalado dones y sacramentos, canales de sus gracias, quiso darse él mismo en la Eucaristía, que es un hecho de su amor y la acción de gracias divina; Dios de Dios, Luz de luz, fuente de dulzura en la cual sacamos con abundancia de la fuente de sus santas Llagas. Saciémonos y embriaguémonos diciendo extasiados: ¡Señor, cuánta bondad para los hombres!: ‘Se sacian de la grasa de tu Casa, en el torrente de tus delicias los abrevas; en ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz’ (Sal_35_9s).” [106]

“El día de todos Santos quisiste hacerme una gran fiesta y tu santa Madre me hizo favores que te agradaron y que no puedo expresar. Entendí que todos tus santos con ella, estaban cerca de los altares en que estabas presente por la adorable Eucaristía que has instituido para suplir las faltas que los hombres hacen allí mismo, por el desprecio a este adorable sacramento, su impiedad y grandes crímenes y que allí había quién pidiese vengar las ofensas hechas a este Smo. Sacramento.”
“Después de la fiesta de la santísima Trinidad, Misterio adorable y a mi alma muy amado y venerado, fui invitada al banquete de tu amorosa Eucaristía. Humillándome ante tu Majestad te pedí conocer como la Cananea mi indignidad y sentí con Lázaro mis llagas y mi necesidad de comer las migajas que caían de tu mesa, tú que eres inmensamente rico, posees todos los tesoros de tu Padre, que guardas en esta amorosa Eucaristía, en este sagrado Cuerpo que posee toda la plenitud, de la divinidad.

¿Podrías, ¿querido Amor, rechazar o dejar hambrienta a esta pobre que tiene tantas bocas para pedirte esta caridad, como heridas abiertas causadas por los dardos de tu amor? ¿Te es indiferente por sus debilidades? ¿Su languidez no moverá a piedad este corazón que es el trono de la misericordia? No queriendo retenerte más por tu sabiduría, tu bondad me hizo entender que eres plenamente humano, el Dios Hombre que deseó hacer el banquete en la adorable cena con sus amigos, para saciarlos con el trigo de los elegidos y embriagarlos con el vino que engendra vírgenes y ser su corona. Quisiste ser el Cordero que los recibe en este jardín alimentándolos de ti mismo haciendo su camino recto, su verdad cierta y su vida indeficiente, entrando en su pecho por la comunión para alojarlos en el tuyo por una divina transformación.” [107]

“Eres tú, Eucaristía, la gracia de la tierra que alegra a los ciudadanos celestiales, los que adoran admirando y admiran adorando estos formidables y amados misterios, expuestos en nuestros tabernáculos para alojar y extasiar a las almas peregrinas en esta vida, siendo su viático en las muertes misteriosas o si me atrevo a decir, místicas, pues el alma que recibe esta maravillosa ambrosía, se extasía, se abisma exclamando: ‘Pues para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.’ (Flp_1_21). El alma dice con más ventaja que David: ‘En paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo.’ (Sal_4_9). [108]

“Veo divinamente las visiones maravillosas de este Profeta Ezequiel en la donación de tu cuerpo en esta institución de tu Eucaristía, en esta divina unión; en este divino resumen y compendio de tus maravillas, y si me atrevo a decir de tus milagros, el milagro de amor, el amor mismo, veo el fuego, veo círculos concéntricos que llevan al espíritu de vida a todo lugar llenando el cielo y la tierra. Uno de estos círculos ha llegado a cada hombre es tu benigna humanidad, tu gracia y tu bondad. El viernes santo yo puede decir: ‘Para mí la vida es Cristo y la muerte, una ganancia’ (Flp_1_21). Porque todo lo que no eras tú, no podía contentarme.” [109]

“Por añadidura, escucho: Hija mía, yo puedo conceder a mi Espíritu Santo varias veces, Juan lo recibió también en Pentecostés. Reitero cada día el don de mí mismo en el Santísimo Sacramento del altar. ¡Oh Jesús, mi querido Esposo!, concédeme a este Paráclito con tanta frecuencia como tu amor quiera hacerlo. Puesto que en la Eucaristía vienes a mí todos los días, me obtendrás meritoriamente a este Santo que allana el camino a tu corazón. Es él quien late en mi pecho. No tengo otro corazón sino el tuyo. Quiero amar en ti a todos los que deseas que ame según el mandamiento de tu caridad; pero amo más a los que más te aman.” [110]

[101] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 84, p. 411
[102] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 84, p. 409
[103] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 803
[104] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 15, p. 100
[105] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 111, p. 781
[106] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 121, p. 781
[107] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 135, p. 969
[108] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 145, p. 1032
[109] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 157 bis, p. 1126
[110] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Carta No. 8

“Él nos dio su cuerpo, su alma y su divinidad en la eucaristía.” [111]
“El 15 de abril, al despertar, escuché‚ estas palabras del Apocalipsis: ‘Bienaventurado y santo, quien tiene parte en la primera resurrección’ (Ap_20_6), que me sirvieron de meditación y de preparación para la santa comunión. Por ellas me di cuenta de que aquellos de que habla san Juan son los elegidos que murieron en Jesucristo para resucitar a una vida nueva en él; que el germen de la resurrección, aun corporal, era el santo sacramento y que el cuerpo del Salvador, por haber estado siempre unido, aun en la muerte, al Verbo que es la vida sustancial, esencial y divina, había elegido la vida que se daría a nuestro cuerpo, y que ahora en la Eucaristía era el germen de David, ‘Si Dios no nos hubiera dado el germen, seríamos como Sodoma y Gomorra’ (Is_1_9).Este germen sagrado produce la pureza de cuerpo y espíritu.” [112]

“Mi amado me mostró el cáliz y el dolor mezclados con el de la Eucaristía, el cual es verdaderamente saludable, pues me hace morir a mí misma y a todas las criaturas para no vivir sino en él; que en ello consiste la preciosa muerte de los santos, ofreciendo mis votos y cumpliendo mis promesas con un amor tierno, fuerte y sincero, en medio de Jerusalén, en presencia de los Ángeles y de los santos, apareciendo como la esclava de mi Dios e hija de la Iglesia, su sierva y esposa, en la que trataré de hacer las santas voluntades que su amor me ha inspirado, y que, en fin, era ésta la gloria que me habían ganado mis lágrimas.” [113]
¡Oh! ¡Dios mío, gracias! He aprendido tanto sobre la Eucaristía, a través de los escritos de Jeanne, que la palabra Gracias, es pequeña para expresar lo que he comprendido y sentido después de meditar en estas citas tan claras y sencillas.
“En ese tiempo me fueron representadas en visión tres clases de vino: uno blanco como el cristal, que es el vino de la gloria, como ya expliqué; el otro, mezclado de blanco y rojo, que es la Eucaristía; el tercero era un vino ordinario que representaba la gracia y sabiduría que Jesucristo comunica a la generalidad de los justos.” [114]

“Al recibir la divina Eucaristía, recibimos por concomitancia al Padre y al Espíritu Santo debido a que estas tres personas distintas son indivisibles en su esencia simplísima.
También quiero añadir que, al recibir esta unidad esencial, experimentamos las comunicaciones admirables de las tres hipóstasis, a las que puedo llamar cataratas abiertas que fluyen e influyen en el alma de manera admirable.
Los tres divinos soportes parecen padecer la urgencia de dar a conocer por experiencia su magnífica largueza y munificencia hacia sus humildes criaturas.” [115]

“He aquí la manera en que el alma adquiere la filiación y cómo Dios es fecundo fuera de sí mismo, produciendo hijos de la luz y pequeños dioses por medio de la simiente de la gracia. El alma que está en gracia posee también la cualidad de esposa, cuyo matrimonio consuma en la sagrada Eucaristía, en la que se obra la unión de los cuerpos, pudiendo decir con Santa Inés: Ya a su cuerpo está asociado el mío. Matrimonio que no es infecundo ni estéril.” [116]

Mostrando que él es el Señor todopoderoso que estableció su gloria y la de sus fieles, prometiendo que los resucitaría gloriosos el último día, por la virtud de este alimento sacramental y en el que precipitará la muerte temporal, dejando los condenados en la muerte eterna, porque no recibieron santamente la Vida que él les quería dar por este divino sacramento. Hermoseó las maravillas de su sabiduría con la eucaristía, que es manjar de los grandes, la cual concede sin disminuir su grandeza, que tampoco puede decrecer, porque Dios es suficiente a sí mismo desde la eternidad hasta la infinitud. Para realizar esta maravilla no necesitó del consejo de los ángeles ni de los hombres ¿Quién hubiera osado imaginar semejante comunicación? Sólo su bondad, que lo impulsó a tanta generosidad, dándose todo a todos y todo a cada uno de nosotros. Cada cosa afirma la excelencia de la otra, ‘¿quién se hartará de contemplar su gloria?’ (Si_42_26).” [117]

“Al odiar el pecado, amemos la gracia; este divino sacramento es llamado Eucaristía, que significa la gracia misma, acción de gracias. En ella se encuentra el autor de la gracia. Los demás sacramentos confieren la gracia, pero éste contiene al Dios de la gracia, Jesucristo, pleno de gloria y de verdad, la cual vemos a través de la fe al confesar que él es el unigénito y único del Padre eterno, que en la encarnación se hizo carne para habitar en nuestra naturaleza.” [118]

“Su Padre es su cabeza, y él, cabeza de la Iglesia; por ello puede afirmarse con verdad que los sacramentos dimanan de la cabeza y del corazón de Jesucristo, habiendo entre ellos uno que abarca a todos los demás: el sacramento de la Eucaristía.” [119]

Cuando era pequeña, gustaba de platicar con Jesús después de comulgar, así nos lo inculcaron las religiosas del colegio donde estudiaba y todavía no comprendía la magnitud de este hecho, solo mencionaban pide a Jesús lo que gustes, Él te lo concederá si eres buena. Después de un tiempo comprendo que he desperdiciado grandes momentos y le suplico perdone mi ignorancia en adelante trataré de que no pases desapercibido ningún minuto de mi vida. Al seguir la lectura entenderán por qué lo digo.
“El Verbo celebra las bodas que son como extensiones de la Encarnación cuando penetra en sus esposas mediante la Eucaristía. Al recibirlo en la comunión, son transformadas en su lecho nupcial y, en su calidad de esposas, les revela secretos que son divinamente llamados los secretos del tálamo, que destilan tanta pureza, que la esposa dice con Santa Inés: Amo a Cristo, en cuyo tálamo entraré; cuya Madre es Virgen, cuyo Padre no conoció mujer; cuya voz me canta con acentos de órgano melodioso. Cuando lo amo, permanezco casta; cuando lo toco, soy pura; cuando lo recibo, sigo siendo virgen. Estoy desposada con Aquel a quien los ángeles sirven y cuya hermosura contemplan el sol y la luna.” [120]

“Jesucristo quiso ser nuestro precursor, entrando en la gloria que sus méritos nos adquirieron, la cual nos da en prenda y como arras en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en virtud de cuya recepción resucitaremos. Es éste el germen de inmortalidad que dará la vida de la gloria no sólo a nuestras almas, sino además a nuestros cuerpos, que serán gloriosos en los cuatro confines de la gloria.” [121]

“Él es heredero universal de todos sus bienes. Es mi hijo y mi heredad. Es el primogénito de todos sus hermanos. Lo que es por naturaleza, quiso que fuera yo por la gracia. Está ligado conmigo como con su madre. Estamos unidos eterna, deliciosa, humana y divinamente. El ama estos lazos y se ha atado con las especies sacramentales en la Eucaristía.” [122]

“Permíteme preguntar querido Amor, esta pequeña hija tuya, ¿cómo puede entender lo que dijiste, que, de los nacidos de mujer, ninguno había tan grande como Juan Bautista? Hija mía, me dijiste, entiende este secreto, en los días de Juan Bautista dije esas palabras, en razón de su santidad y penitencia; pero el día de mi Cena, día en que actué en que reproduje sacramentalmente mi cuerpo, mi sangre, y mi alma por concomitancia con mi divinidad indivisible, Juan evangelista fue otro yo, recibiendo un divino nacimiento en mi propio seno, un fénix que renacía no de cenizas, sino de mis llamas. Tuvo la gracia de subsistir en el esplendor de la santidad, antes del día de la resurrección de mi cuerpo físico y natural apropiándose en mi resurrección estas palabras del profeta real: ‘Él me ha dicho, tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy’ (Sal_2_7). El real Profeta las decía de mí, en nombre de mi Padre, y yo se las dije en mi seno a mi amado san Juan; lo engendré antes de mi muerte y de mi resurrección; lo hice sacerdote sirviéndole de mitra y ornamento, sobre el altar de mi pecho lo consagré siendo como soy, el ungüento y la unción, el aceite y la alegría de mi Eterno Padre.” [123]

“Al día siguiente, que era lunes 23, habiendo comulgado, mi espíritu fue arrebatado. Me hiciste ver entonces al Santísimo Sacramento en el sol de una custodia, el cual, conteniendo a este divino Sacramento, se sostenía por su virtud en el aire entre las nubes, donde te me apareciste, mostrándote como de treinta y tres años. Te vi coronando a una joven arrodillada sobre las nubes a tus pies. Me diste a entender que yo era la joven agraciada con estos favores por el exceso de tu amor que me coronaba, no por mis méritos. Yo veía que esta sagrada custodia que contenía al divino Sacramento se inclinaba amorosamente hacia mí, diciéndome: ‘Mi amor es mi peso.’ ‘Una multitud de ángeles estaban también en el aire, diciéndose unos a otros: He aquí la esposa del Cordero; venid a ver a la esposa del Cordero: ‘Gocemos y exultemos, y démosle gloria, porque llegó la boda del Cordero, y su esposa se ha vestido de gala a ella ha sido dado el poder de adornarse con la justificación de los santos para ser agradable a su divino esposo, que es el candor de la luz eterna’ (Ap_19_7s).” [124]

¡Gracias Jesús Verbo Encarnado por tu entrega total y regalarnos tu presencia y alimento en este Santísimo Sacramento!

[111] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 30, p. 255
[112]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 33, p. 265
[113] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 45, p. 332
[114] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 56, p. 400
[115] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 116, p. 680
[116] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 129, p. 752
[117] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 12, p. 75
[118] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 15, p. 100
[119] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 95, p. 656
[120] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1037
[121] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 145, p. 1058
[122] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 162, p. 1152
[123] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 127, p. 902
[124] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 164

Dogma de la Inmaculada Concepción y Madre nuestra
Este tema me impresiona tanto que lleva huella permanente en mí. Me da tanta alegría saber que a través de sus escritos puedo confirmar lo que en la doctrina o catequesis se nos enseñó, porque doscientos años antes de que se declarara este dogma, Nuestra Venerable Madre, admiró a la Inmaculada Concepción en sus éxtasis, visiones y locuciones. Además, el Espíritu Santo, en varias ocasiones, le dijo a Jeanne de Matel que escribiera eso que había oído y visto, que considero aspectos importantes, ya que nunca, al menos yo había oído o leído en ningún lado.

Su Santidad el l Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, proclama que la Inmaculada Concepción de María es dogma de fe: "...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles… "

“Les dije palabras que las hicieron compartir mis sufrimientos, y me ofrecí a todo género de penas para reparar la ofensa hecha a nuestra toda pura Princesa, pidiendo a todas que hiciéramos actos de reparación en común y en particular, por todas las injurias que el sacerdote había pronunciado en nuestro púlpito y nuestra Iglesia, y renovamos el voto que habíamos hecho varios años antes de nuestro establecimiento, de mantener el honor de la Inmaculada Concepción aún a costa de nuestra vida; acordándome que esta santísima Virgen desde el año de 1619, en la misma fecha, me prometió establecer la Orden del Verbo Encarnado, si yo escribía y sostenía de viva voz, la verdad de su Inmaculada Concepción; tanto que puedo jurar en materia de revelación, que el Espíritu santo me explicó y me dijo en ese día de 1619, que no saldría del éxtasis que me tenía boquiabierta en la Iglesia de san Esteban de Roanne, a menos de prometerle escribir lo que por pura locución me decía, explicándome esta maravilla por la Sagrada Escritura, que en ese tiempo no había leído porque no la tenía.” [125]

“El día de la Inmaculada Concepción de la Virgen, mi alma fue elevada en un sublime conocimiento tocante a la pureza de tan admirable concepción. Se me reveló que no fue el placer que propone la naturaleza, sino el deseo de obedecer la divina voluntad, mediante una secreta inspiración, lo que unió a San Joaquín y a Santa Ana para obtener la bendición que debía ser el gozo de los ángeles y de los hombres, y presentar al Verbo una Madre; bendición que nos muestra la aurora que traerá para nosotros al sol de justicia. Convenía a la majestad del Hijo del Altísimo que su Madre fuera concebida sin pecado y que su cuerpo sagrado fuese organizado en el momento en que el alma se le infundiera, sin esperar el tiempo ordinario que la naturaleza emplea en la conformación de nuestro cuerpo. En María se inició la redención de la humanidad; Dios no deseaba retardarla porque acelera siempre las obras de amor y de misericordia, siendo lento y tardío en las de la justicia, como se dice en el Génesis. ‘Dios caminaba o paseaba bellamente en el Paraíso después del medio día: Yahvé Dios se paseaba por el jardín a la hora de la brisa’ (Gn_3_8).” [126]

“El Espíritu Santo, que deseaba obrar en la santísima Virgen el misterio de la Encarnación en el tiempo previsto, fue quien se ocupó en la Inmaculada Concepción de María. ‘No hay quien sea justo, ni siquiera uno solo’ (Ml_2_15). ‘No hay un sensato, no hay quien busque a Dios’ (Rm_3_11).Por estas palabras debemos entender que la Virgen, al venir para cooperar a nuestra redención, debía recibir la gracia y el espíritu con medida, y que su Hijo, el nuevo Adán, la recibiría sin medida por ser Dios. María fue creada para ser Madre de Dios; por ello recibió fuerza del Padre y fecundidad para engendrar un Hijo, que les es común por indivisibilidad. Recibió además la sabiduría por mediación del Verbo, y el Espíritu Santo le comunicó su amor. María es la admirable compañera del hombre nuevo y también su madre, que recibió en ella la simiente de Dios cuando el Verbo tomó carne en su seno.” [127]

Repetir que la Virgen es la Inmaculada Concepción, es fácil, lo difícil está en explicarse a sí mismo y poder explicar a los demás este misterio. Si solamente me quedo con lo que aprendí del catecismo, o incluso después de él, no sería ni la mínima parte de lo que he aprendido con Jeanne.

“Consideré tres misterios escondidos en Dios a los siglos pasados, que siguen estando ocultos para nosotros. Como nos están velados, no podemos comprender claramente la manera en la que se obraron. El primero es la Concepción Inmaculada de la Virgen; el segundo, la Encarnación del Verbo; el tercero, la presencia del mismo Verbo Encarnado en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en el que se oculta bajo frágiles accidentes que no sabríamos penetrar. Aunque la Virgen y los bienaventurados tienen conocimiento de ellos en el cielo, que es la Iglesia triunfante, siguen siendo misterios ocultos para la militante.” [128]

“Me detendré ahora en el misterio de este día. ¿No es una realidad lo que Mardoqueo vio en su misterioso sueño? ‘De una pequeña fuente nació un gran río de abundantes aguas. La luz y el sol surgieron y los humildes se alzaron y devoraron a los soberbios’ (Est_10_6).’ En su concepción y en su nacimiento, la Virgen es una fuentecilla que en la Encarnación se convierte en sol debido a que encierra al Hombre-Dios, que es el Oriente venido de lo alto, ocultándolo en su seno. Este misterio sólo fue visto de Dios y de los ángeles antes de la Visitación, después de la cual, y en la natividad, la Virgen produjo el Océano y mar de la divinidad, unida por unión hipostática a nuestra humanidad: ‘De una pequeña fuente nació un gran río de abundantes aguas. La luz y el sol surgieron y los humildes se alzaron y devoraron a los soberbios’ (Est_10_6).” [129]

“Habiendo engendrado al Verbo Encarnado, permanece llena de Dios y de sus gracias. El Verbo Encarnado quiso alimentarse de sus pechos, de la misma sangre que formó y alimentó su cuerpo sagrado en sus entrañas maternales. Dicha sangre, transformada en leche, fue para él un néctar delicioso y celestial, que en él se convertía en divino, sirviéndole de alimento, de solaz y de crecimiento mientras que fue alimentado por la Virgen y llevado en sus brazos, adhiriéndose a su seno como amadísimo infante a su progenitora, colmándola de caricias infantiles y divinamente inocentes. Cuán inexplicables debieron parecer al corazón virginal y materno que las recibía. Fueron delicias inconcebibles para nosotros.” [130]

“El ángel rebelde, dragón infernal, vio su cabeza destrozada por esta maravillosa mujer. Intentó vomitar un río envenenado de rabia en contra de su descendencia, pero la tierra divina lo enjugó y la Virgen fue preservada de sus trampas y exenta de todo pecado: original o actual. Jamás pudo él turbar las aguas de tan cristalina fuente, ni profanarlas con su aliento envenenado de furia. María fue concebida sin pecado.” [131]

[125] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 112, p. 784
[126] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 783
[127]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 783
[128] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 784
[129] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 784
[130] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 785
[131] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 785

¡Cuántas frases llenas de sabiduría y con tanta claridad que ayudan a comprender lo incomprensible! Exenta de pecado original.

“Tampoco fue capaz de impedir la Encarnación del Verbo Divino, que quiso darse como alimento en el Santísimo Sacramento del altar, deseando, de manera singular, ser la porción de Leví. María estaba en el Verbo y el Verbo en ella como la porción de Leví, porque nunca quiso poseer la tierra en heredad. Dios se dio a ella para poseerla en calidad de Madre, así como ella lo posee en calidad de Hijo, haciéndose, por María, el germen de David, al que pertenecen la unción y el trono real. El reinará en Jacob eternamente, porque su reino no tiene fin. María, su Madre, fue constituida por él Reina del cielo y de la tierra por toda la infinitud. El Espíritu Santo descendió a ella en una exuberancia indecible para los ángeles y los hombres. El mismo espíritu reposó en su Hijo, el cual hundió sus raíces en los elegidos a través de María, su Madre, que provenía de la raíz de Jesé. En esta admirable flor reposó el Espíritu Santo, ungiéndola para anunciar los designios divinos al mundo y a la humanidad.” [132]

“Jesús y María son las fuentes de Israel. María encerró en sus entrañas virginales toda la gloria de Israel; el Verbo es la fuente que salta hasta la vida eterna, que consiste en conocer al Salvador y por él al Padre, que lo envió a la tierra. La Virgen, que lo engendró y que lo posee como descendencia suya, es su Señora y Madre. Él es todo de ella, así como ella es toda de él, mostrándose como Madre al dárnoslo.” [133]

“María es la causa de nuestra alegría, como la llama la Santa Iglesia. Es un vaso purísimo que fue digno de recibir a Dios, que es Espíritu. Su cuerpo es más puro que todos los espíritus creados de los ángeles y de los hombres, del que el Verbo increado quiso tomar uno, queriendo unirlo a él mediante una unión hipostática.“ [134]

“La Virgen encerró en su seno a este Hombre-Dios, en el que habita toda la plenitud de la divinidad. ‘Bendecid al Señor, fuentes de Israel’ (Sal_67_27).” [135]

“Al día siguiente era la fiesta de san Joaquín el bienaventurado padre de tu digna Madre y le rogué que ofreciera al Padre el divino sacrificio del altar, él que había engendrado a su hija con toda la Trinidad presente en ella.” [136]

“El favor hecho a san Joaquín y a santa Ana, quienes sí te glorificaron, es incomparable. Produjeron el mar de gracias, la tierra bendita, la tierra sublime, la tierra en la que quisiste apoyar tu hipóstasis; tierra prometida por todos los Profetas, tierra sacerdotal exenta de todo tributo, de todo pecado original y actual.” [137]

“San Joaquín y santa Ana fueron elevados por un divino favor, a una suspensión, o maravillosa contemplación, en la que la santísima Trinidad dispuso su unión, que produjo el sagrado cuerpo de María, en el que infundió el alma santa que lo informó, sin que este sagrado cuerpo ni esta bendita alma hubiesen sido sometidos al pecado ni a la corrupción. ‘Ni los demonios ni el pecado se le acercaron:’(Hch_13_35). No permitirás que tu santo experimente la corrupción. Este santo cuerpo es en el que el santo de Dios, el Verbo, se iba a encarnar. Desde el momento en que esta Virgen fue concebida, vivió y marchó por caminos de santidad, fue mar de alegría ante la faz y los ojos de Dios, que la destinaba a ser Reina revestida de todas las virtudes, sentada para siempre a su derecha.” [138]

“La santísima Virgen honra a Dios más que todas las creaturas juntas, y san Joaquín y santa Ana, dando a Dios todo lo que tenían, dándose a sí mismos. Todo se ofrecía a Dios, los presentes y ofrendas dadas al Templo, las limosnas hechas a los pobres y la tierra de donde obtenían sus alimentos y donde vivían con su familia.” [139]

“La noche, víspera de la Concepción de tu purísima madre en 1652, vi como un mar en donde había varios barcos, me aproximé a uno que estaba un poco más alejado de los otros y vi sobre la borda a un pescador vestido con una túnica blanca y roja, que sostenía entre los dedos pulgar e índice un diamante sin tallar; en los ángulos se veían llamas pero no salían fuera, parecía que en él se encerraba toda la luz de los astros. El pescador que contemplaba el diamante era san Juan Evangelista quien lo había recibido de un hombre muy amable que estaba al borde del mar que vestía como él túnica blanca y roja. Eras tú, mi Amor, que ordenaste a tu discípulo amado me diera ese diamante para que yo lo diera a conocer y lo enseñara a estimar. Me extrañé que los hombres que estaban cerca de mí no admiraran ese diamante que tu favorito me había dado. Este discípulo tú favorito, parecía ser otro tú mismo, yo me gozaba de que parecieran uno solo. Me hiciste comprender que siendo tú, hijo de la Virgen quisiste que san Juan también lo fuera porque el amor infinito que le tienes lo ha transformado en ti ya que el amor unifica. Uno y otro me presentaron ese diamante, haciéndome ver, por un favor divino la pureza de tu santísima Madre y su Concepción Inmaculada. Me dijeron que esta Madre Inmaculada era toda bella, resplandeciente y luminosa pero que guardaba sus claridades sin hacerlas ver sino a aquellos a quienes tu bondad y sabiduría concedía ese privilegio, como a san Juan quien tocó y vio al Verbo de vida que esta Virgen encerró en sus entrañas revistiéndose de su purísima sustancia.” [140]

[132] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 786
[133] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 786
[134] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 787
[135] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 787
[136] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[137] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[138] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[139] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 827
[140] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 126, p. 895

“Virgen santísima, ¿Cómo podré contemplarte en la plenitud de la gloria, si su esplendor me deslumbra? El ojo admira la hermosura de su resplandor. ‘¿Quién puede resistir de cara el ardor de sus rayos?’ (Si_43_1). ‘Abismo que llama al abismo, en el fragor de tus cataratas’ (Sal_42_8)*.Admirable para mi es tu ciencia’ (Sal_139_6). Virgen santa, el abismo de debilidad y de bajeza llama al abismo de fuerza y de grandeza para proclamar la excelencia de tu gloria. Cuando la paciencia de Dios terminó en tiempos de Noé, abrió las cataratas de los cielos para enviar un diluvio, a fin de purificar la tierra de su corrupción, lo cual no sucedió según a la inclinación de su natural bondad, sino para hacer justicia a nuestras culpas, porque él es bueno en sí y justo hacia nosotros.” [141]

“Castigar es una acción extraña a la divina bondad, cuya propiedad es conceder gracia y misericordia. Dios es el soberano bien, en sí comunicativo. Sólo el pecado impide sus amables comunicaciones, que son gracia, gloria y participación de sus maravillosos atributos. Dios aplazó la gloria de María para consolar a la Iglesia militante, aunque a la triunfante le pareció muy larga la espera. Si Dios pudiera sentirse oprimido, habría sufrido el peso de la gloria que deseaba derramar en abundancia en María, Hija, Madre y Esposa suya en el día de su triunfante Asunción. La Virgen, que siempre estuvo exenta de pecado original y actual, fue destinada desde la eternidad para recibir la plenitud de la divinidad por encima de todas las criaturas. Cuando el ángel la saludó como llena de gracia, añadió que su Señor estaba con ella; razón por la cual poseía en grado eminente, toda plenitud, por ser él la gracia, la gloria y la suprema divinidad. Afirmó que el Espíritu Santo descendería sobre ella, y que la virtud del Altísimo la cubriría con su sombra a fin de que no se derritiera en el ardor de sus rayos, como cera que se funde en el calor.” [142]

Si comprendiéramos en su totalidad, las palabras de María en el Magnificat Jeanne afirma: “que el que la engrandece es poderoso y que su nombre es santo” y nos dice en otro pasaje “que la Virgen siempre se humilló durante su vida mortal, pero Dios la ensalzó en todo momento desde la creación del mundo.” Dios creador, la pensó desde la creación, lo más puro que haya existido entre los hombres “y le concedió grandes privilegios.” Según leeremos más adelante ´recibió la plenitud de la gracia creada en cuanto Madre de Dios, con preferencia a cualquier otra criatura.´

“David dijo que su corazón se licuaba en medio de su vientre como cera derretida por el fuego. Si la sombra de la ley escrita fundía el corazón del profeta rey, ¿no lo haría, con mayor razón, el sol enviado para establecer la ley de gracia en la Virgen, derritiendo a la Hija, Madre y Esposa del amor? si Dios no hubiese manifestado la fuerza de su brazo en el momento de la Encarnación, María hubiera perdido la vida, desapareciendo en el ser que le había dado la existencia. María dice mucho cuando afirma que el que la engrandece es poderoso y que su nombre es santo; pero con la santidad esencial y divina, porque ella es obra del Altísimo y el vaso más excelso que él haya creado fuera de sí, ya que la humanidad de Jesucristo fue portada por la naturaleza divina, lo cual equivale a decir que su alma y su cuerpo fueron ciertamente creados. Sin embargo, el Verbo que los porta es increado y, por tanto, interior como el Padre y el Espíritu Santo, que se encuentran en él, así como él está en ellos mediante su penetración y plenitud esencial y divina.” [143]

“La Virgen no es Dios ni tiene su esencia, pero todo lo que no es Dios está por debajo de ella. Jesucristo, en cuanto Dios, está sobre ella; pero en cuanto hombre, está sujeto a ella y, como es Madre del Hombre-Dios, da órdenes al Dios encarnado, que se anonadó al tomar en ella nuestra naturaleza tomando la forma de siervo y conservando la forma divina, lo cual no le impidió mostrarse como un esclavo y hasta como un leproso, oprobio de los hombres y abyección de los pueblos.” [144]

“San Pablo va más lejos diciendo que se manifestó como la carne del pecado, haciéndose maldición por nosotros, enemigos suyos, a quienes amaba. Si el amor apasionó a Dios de tal suerte hacia los culpables; ¿Qué sentimientos no tendrá por la Virgen? ¿Qué entendimiento puede vislumbrar su amor, sea de los ángeles, sea de los hombres? Por esta razón Dios nos dice en Isaías: Sus pensamientos no son mis pensamientos, que están más elevados y por encima de los suyos, que la distancia entre el cielo y la tierra. Si esto se dijo en el tiempo en que sólo conversaba con los hombres a través del ministerio de los ángeles, que eran como cielos elevados por encima de nuestra pobre naturaleza terrestre, ¿Qué dirá al presente, en que se unió a nuestra naturaleza en el seno de la Virgen, que fue ensalzada hasta la altura de su divina maternidad? Él me dijo: Tus pensamientos, aunque parezcan sublimes, están más alejados de las maravillas que he comunicado a María de lo que está el cielo de la tierra. Dios Altísimo, adoro tus pensamientos en María y sobre María. Creo firmemente que de lo finito a lo infinito no existe proporción alguna, y que a pesar de que los hombres y los ángeles la alaben con toda su capacidad, sus alabanzas son sólo una sombra de las divinas y verdaderas alabanzas que tú mismo le tributas y con las que la dignificas. ‘El que se gloría, gloríese en el Señor. No aquel que se alaba a sí mismo, sino al que Dios alaba’ (1Co_1_31).” [145]


“La Virgen siempre se humilló durante su vida mortal, pero Dios la ensalzó en todo momento desde la creación del mundo, por medio de figuras y profecías en la ley de la naturaleza, en la ley escrita y en la realidad, en la ley de gracia; sin embargo, desde que ella entró en la gloria, Dios se complace en aumentar sus alabanzas con un placer divino, glorificándose con ellas en sumo grado al exterior, ya que él mismo constituye su divina alabanza. Por ello canta la Iglesia: Gloria al Padre, y al Hijo, etc., porque él se basta a sí mismo. De no ser así, no sería tan feliz por esencia, por excelencia y por sí mismo.” [146]

“El mismo Dios que hizo todo, que da vida a todo ser viviente, el mismo que da la inspiración, es el único en conocer los admirables privilegios que ha concedido a María, a la que constituyó Hija, Madre y Esposa suya de manera excelentísima y sublime. Ella es hija de Dios, pero hija Virgen de Dios, que procede de él mediante la más pura emanación que haya jamás dimanado de su esencia, pero sin afirmar que es una emanación interna, sea del entendimiento, sea de la voluntad de Dios al exterior. Únicamente las dos divinas personas: el Verbo y el Espíritu Santo, emanan y son los términos del fecundo entendimiento del Padre y del Hijo, cuya humanidad exceptúo debido a que posee la gracia supereminente, por estar unida al Verbo de Dios.” [147]

“María es, como digo, Virgen de Dios en su mente eterna, que emana a su exterior purísima en cuanto a la naturaleza, perfectísima en gracia y eminentísima en gloria; y que estuvo siempre unida a Dios mediante una unión inefable, que él ensalzó incesantemente a través de crecimientos inenarrables, comunicándole una gracia que creó exprofeso para ella y que excluye cualquier otra. A esto se refiere el apóstol cuando habla de la diferencia de los santos en la gloria y la de las gracias hecho que compruebo en la gracia tan sublime de María, que está tan por encima de todas las concedidas a la humanidad como el sol, cuya claridad es tan diferente al fulgor de las estrellas.” [148]

“Nadie pone en duda que Jesucristo tenga en sí la gracia sustancial, ni que sea la gracia divina, que quiso entregarse a la muerte, como dice San Pablo. Ya dije que todo lo que es Dios está por encima de María; el Verbo Encarnado, por ser Hijo de María, relaciona en él la gracia de María, porque es para él y a través de él, que ella posee la sublime plenitud de la gracia. Dios se complace en diversificar a sus criaturas y, mientras más nobles son, más se pluralizan. Los ángeles, que tienen una naturaleza puramente espiritual, son más variados que los hombres, que están compuestos de cuerpo y espíritu.” [149]

“Cada ángel es de una especie diferente. También decimos en la fiesta de un santo confesor que no se ha hallado otro semejante, que guarde a su manera los mandatos de la ley del Altísimo. Si alguien me dice que la Virgen tuvo un cuerpo cuya materia no era espiritual, y que el espíritu angélico es más puro por tener una forma más parecida a la divinidad, que es espíritu, respondo que la Virgen recibió de Dios un espíritu más puro que el de los ángeles, y que su cuerpo estaba destinado a revestir al mismo Dios, que se encarnaría en ella haciendo su carne divina a través de la unión hipostática del Verbo eterno.” [150]

[141] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 909
[142] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 909
[143] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910
[144] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910
[145] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910, 911
[146] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 911
[147] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 911
[148] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p.912
[149] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912
[150] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912

“Su Hijo humanado debía ser cabeza de los hombres y de los ángeles, cuya gloria se incrementaría al servir y adorar al Hombre-Dios, debido a que la divinidad deseaba manifestarles los secretos de su admirable y adorable consejo, prodigándoles claridades que les tenía reservadas hasta este tiempo, no sólo por medio de J.C., sino de María, que debía establecer una jerarquía sublime en la naturaleza, en la gracia y en la gloria, porque sólo ella está exenta de todo pecado. Como dote natural, recibió la plenitud de la gracia creada en cuanto Madre de Dios, con preferencia a cualquier otra criatura. Poseyó además la dote de la gloria, que sobrepasó todas las dotes que Dios ha concedido y concederá a los ángeles y a los hombres. Dios creó a los ángeles al mismo tiempo, y a pesar de ello aprendemos de san Dionisio que todos se distinguen en tres órdenes y en nueve coros, que purifican iluminan y perfeccionan. Los inferiores reciben la mediación de los que son superiores a ellos, y los superiores inmediatamente de Dios.” [151]

El amor a María de parte de Dios es enorme, y así como nos lo narra Jeanne es absolutamente hermoso.

“Antes de la Encarnación sólo Dios estaba en el cielo, puramente en su esencia en cuanto Dios, pero desde de que María estuvo cerca de Jesús, que es el mediador de redención y de gloria, la comunica a su Madre como a su más cercana vecina, como a otro él mismo, a plomo, colmándola de su esplendor de manera inexplicable, porque la ama con un amor inefable cuya medida es la de su gloria, así como ella fue la de su gracia. Fue este amor el que impulsó a Dios (si puedo referirme así al Altísimo, que es inmutable y omnipotente), en un éxtasis, a comunicar al exterior de su esencia la más preciosa emanación creada por él, que es la gracia concedida a María.” [152]

“Cuando hablo del amor de Dios a María, que toda carne y todo espíritu haga como los serafines que vio el profeta Isaías, que velaban sus pies y rostro, porque jamás conocerán su comienzo ni su fin; su principio ni su término. Que vuelen con alas de contento, alegrándose en el placer divino, diciendo: Santa es María en el momento de su creación. Más santa es María en el de la Encarnación de amor. Santísima es María en el día de su glorificación, en la que Dios quiso manifestar las riquezas impenetrables de su gloria en el empíreo, porque la tierra es demasiado pequeña, pero en el cielo preparó él mismo el trono y el carro glorioso del triunfo de María, porque el amor divino triunfa por ella. A mí, Soberano mío, me confía la misión de proclamar las riquezas de tu gloria. Si son inenarrables, ¿Cómo podré hablar si tú mismo no me das tu Palabra divina para expresarlas divinamente? Ah, Dios de gloria. Soy una mujer, pero como escoges a los débiles del mundo para manifestar tu poder, y a los pequeños para hablar de la grandeza de tu amor a María, diré con el apóstol: ‘A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo’ (Ef_3_8).” [153]

“María constituye la riqueza de Jesucristo; es su tesoro, en el que ha puesto el corazón. María es la sabiduría de Dios. Jesucristo es la sabiduría divina y el mismo Dios; María es el misterio oculto en Dios: ‘El misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas’ (Ef_3_9); ‘destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo’ (1Co_2_7s); ‘y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria’ (Col_1_26s). Dios quiere en verdad que nos apliquemos con el entendimiento y la voluntad a contemplar sus divinas riquezas, y que pongamos en ellas nuestros corazones.” [154]

“El sabio nos prohíbe poner nuestro afecto en las riquezas aparentes, que no tienen sino espinas, cuya posesión es pura aflicción de espíritu y que sirven de lazos para atarnos a las tentaciones. La gloria de María es la gloria de los suyos; a ella podemos decirle que es la alegría de su pueblo, que era culpable de esa majestad divina y humana, porque los judíos lo crucificaron; ella sigue siendo la luz de los gentiles, que se condenaron por demencia por considerar la cruz como una locura. Mediante ella, la Iglesia fue iluminada.” [155]

“Por nuestra causa la Virgen fue dejada en la tierra. Los judíos la despreciaron porque nació en su provincia, pero, al decir de su Hijo, ningún profeta es aceptado ni recibe el honor que merece en su patria. El vino y los suyos lo desconocieron y no lo recibieron. Por ello dio poder a los que lo recibieron, para llegar a ser hijos de Dios, no por la sangre, no por la voluntad de la carne, no por la sabiduría humana, sino por la gracia divina que los adoptó como hijos por mediación de su Hijo, que es Hijo de María, dándoles un nuevo nacimiento que los transforma en hijos de Dios y coherederos con J.C., que es el Verbo hecho carne, para habitar con nosotros, a fin de manifestarnos su gloria, gloria del único hijo del Padre y de María, a la que glorificó con su gloria sublime así como la favoreció con su gracia singular, habiéndola creado para el Espíritu Santo, que derramó sobre y en ella un mar de claridad y de gloria. Si el sol le sirvió de velo al exterior, ¿qué claridad no tendría en el interior? Sí, la gloria de la hija del rey está en el interior desde que nace. Por ello, ni los ángeles ni los hombres son capaces de comprender el primer favor que Dios le concedió en el momento de su concepción, lo cual es causa de que aun los más iluminados lo perciban con deficiencia y que, desde hace varios años, anhelen ser instruidos por el Padre de las luces con suficiente claridad en el misterio de su Inmaculada Concepción, a fin de que sea declarada artículo de fe por el Vicario de Jesucristo, para toda la Iglesia.” [156]

“María continuaba viviendo, y por ello el Salvador no les dijo que proclamaran sus alabanzas, ni aun les reveló sus excelencias. ¿Sería tal vez porque no hubieran podido separarse de ella? Sólo el discípulo amado se encargó de servirla como Hijo y de honrarla como a su Señora; y eso porque Dios le mostró la gran señal que apareció en el cielo cuando ella se encontró en la gloria, reconociendo así el favor que su Maestro le concedió junto a la cruz al dársela por Madre. De modo similar se dice en San Mateo que el ángel dijo a José que su esposa estaba encinta por obra del Espíritu Santo, para que aprendiera: ‘Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús’ (Mt_1_25). Digo que San Juan, a pesar de que percibió una santidad eminente en María, en sus conversaciones con ella, no entrevió sus maravillas; la tierra no era un escenario apropiado para expresarlas, ni los oyentes capaces de escucharlas. Dios, por una especial providencia, reservó el cielo para describírselas a San Juan, en medio de la claridad celestial. Aquella águila vio el gran signo rodeado del sol, coronado de estrellas y de pie sobre la luna. Si dicha águila real no hubiera recibido la misión de hablarnos de la generación eterna, nos hubiera dicho grandes cosas acerca de la generación temporal de aquella mujer maravillosa, lo cual se debió a la providencia del Hijo, que conocía bien la malicia de los hombres, que hubieran podido pensar y decir que Juan fue sobornado por el Hijo, y prisionero a tal grado del amor de aquella que se le dio por Madre, que hablaba de ella como un ardiente enamorado. San Pablo dijo: ‘Examinad qué es lo que agrada al Señor, y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas’ (Ef_5_11); y a los Efesios: ‘Aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos’ (Ef_5_16). Esto hubiera dado mayor libertad a los herejes para pronunciar las blasfemias que han vomitado en contra de la Virgen pura. Dios reservaba los siglos venideros, exentos de toda duda, a fin de que la gloria de su Madre fuera publicada con mayor peso y grandeza por los doctores irrefragables e irreprochables, de ser engañados por sus sentidos. Quería manifestarla en la luz de la fe, a través de milagros y mediante el sentir común de los santos Padres, en proporción a la admiración que deseaba despertar por ella.” [157]

“Así como dio al mundo filósofos para discutir, ha querido ocupar a los teólogos para discurrir acerca de su Madre, cuyas maravillas son incomprensibles e inenarrables. Todos confesarán, después de haber expresado todo lo que podrían decir de ella, que han dicho muy poco en comparación a sus excelencias, lo cual durará hasta el fin de los siglos, hasta el día del juicio en que vendrá con ella como Hijo del Hombre y sentado en ella como en el trono de su majestad. Para compensar la afrenta que se le hizo en el Calvario, donde estuvo en persona cuando fue crucificado, y para honrar a la que estuvo de pie en el día de su confusión, María debe sentarse en la gloria de su Hijo, y el Hijo en la gloria de su Madre, que es su trono de nubes en el que Dios será eternamente glorioso y ella infinitamente gloriosa en Dios.” [158]

“El gran San Pablo nos dice que no existe mandato de su Maestro para hablar de la virginidad, pero que respecto a ella aconseja a la virgen que piense en Dios y en las cosas divinas. Si Jesucristo le hubiera encargado hablar de la Virgen, su dignísima Madre, cuántas maravillas nos habría dicho de ella, por haberlas aprendido en el cielo del Señor de gloria, pero como no quiso retrasar ni adelantar su tiempo, lo movió a expresar a los suyos los decretos de su providencia, a fin de que la santidad de su Madre fuese más radiante. En la Iglesia naciente del tiempo de los apóstoles la luz surgía como en el oriente. El deseaba que esperásemos el medio día para que se hablara más ardiente y claramente de aquella que lo acogió en el medio día del más ferviente amor, recostándolo en su seno y alimentándolo con su sustancia virginal. Era el deseo de nuestra pobre naturaleza, que exclama en el cántico de amor: ‘Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño al mediodía’ (Ct_1_7).Ese medio día estaba reservado a los siglos venideros, en los que Dios tenía el designio de manifestar la gloria maternal de María, así como él es la de su divino Padre.” [159]

“La Virgen es el espejo sin mancha de la majestad que trajo a la tierra el poder del Padre, al que nada es imposible, como dijo el ángel a María al anunciarle la gloria que Dios le había destinado por toda la eternidad en el reino de su Hijo, que sería infinito” [160]

Se han escrito tantas cosas sobre María que ni filósofos, ni teólogos han podido expresar la hermosura que NVM admiró sobre la Virgen María que le hizo exclamar muchas frases como las siguientes:
“Tú, que no sólo eres Reina del cielo y de la tierra, sino Reina y Señora mía por derecho de Maternidad divina, serás por siempre la gloria de la naturaleza humana y la alegría de los ángeles. Mira cómo acuden a ti para admirarte todos los que elegí para ser reyes y sacerdotes en la ciudad santa: llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: ‘Tú eres la alegría de Israel, tú, el honor de nuestro pueblo, porque has obrado varonilmente. Tu corazón se ha fortalecido porque has amado la castidad’ (Jdt_15_9s).” [161]

[151] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912
[152] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 913
[153] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 913
[154] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[155] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[156] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[157] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 915
[158] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 916
[159] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 916
[160] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 917
[161] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 918

“Bendita seas, María. Tú eres la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel, la honra de nuestro pueblo, porque engendraste un Hombre-Dios y tuviste el valor y el corazón suficientemente grande para tomar la inquebrantable decisión de conservar la virginidad, que amas de manera idéntica a la maternidad divina. Mediante esta fuerte resolución, venciste al mismo Dios cuando te vio virgen de cuerpo y humilde de espíritu y de corazón humildad que fortaleció grandemente tu castidad. ‘Jamás conociste varón antes de tu parto virginal, ni después de él, permaneciendo siempre virgen purísima: Por esto también la mano del Señor te ha confortado, y por lo mismo serás bendita para siempre” (Jdt_15_11)” [162]

“No sólo la mano del Señor, sino también su brazo omnipotente, hizo en ti grandes cosas; el Señor estuvo contigo y lo estará eternamente; y tú con él para siempre. Entra en la gloria de tu Padre, de tu Hijo y de tu Esposo. Recibe la corona de todos los favores que el divino Padre te dio en dote, por ser su hija mayor y la más amada. Toma posesión del manantial supremo: ‘Fuente de sabiduría es la Palabra de Dios en las alturas’ (Si_1_15). Toma también en posesión la fuente inferior: ’la altura del cielo, la latitud de la tierra y la profundidad del abismo’ (Si_1_2).” [163]

“¿Quién puede abarcar tu gloria, Dios Encarnado? Sólo tú, porque todo lo que no es Dios, es inferior a María: ‘El Señor mismo la creó, la vio y la contó’ (Si_1_9) Sólo Jesucristo es capaz de medir su grandeza, porque sólo él la conoce. Fue el quien derramó sus gracias en María, y por mediación de María, sobre la humanidad, según los dones de su bondad, dando a todos el mandato de amarla y honrarla en calidad de Madre suya y Señora universal de todas las criaturas. En esto consiste la corona de su gozo inefable. El invita a todas las hijas de Sión a salir de ellas mismas, a través de un éxtasis divino, para contemplar a la Reina-Madre coronada en el día de sus desposorios y de la alegría de su corazón; porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo gozan al concederle en este día la triple corona. Dios aparece en el ardor del medio día en el divino tabernáculo, para invitar a todas las criaturas, tanto del cielo como de la tierra, al banquete y a la alegría de estas bodas: ‘alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto encierra; exulte el campo y cuanto en él existe’ (Sal_96_11). Que los ciudadanos del cielo se alegren gloriosamente.” [164]
“Que los de la tierra se unan jubilosos, y que todas las criaturas se regocijen en esta fiesta, que les proporciona una alegría indecible. Es el sabbat universal, en el que ella encuentra su reposo, porque en María no se lamentarán. El pecado jamás tuvo lugar en esta Virgen; porque jamás las engendró entre dolores y gemidos de parto, de los que habla el apóstol. El primer sábado que Dios santificó después de la creación de nuestros primeros padres es digno de alabanza, pero el que estableció en el cielo en el día de la Asunción y de la coronación de María, es la alabanza del Dios de la gloria, el cual perfeccionó su obra sublime manifestándola a los hombres y a los ángeles como su obra maestra por excelencia, para que se la considere digna de admiración, por no decir el límite de su poder.” [165]

¿Quién es María para mí, para ti o para alguien más? Lee como lo expresa Jeanne NVM.
“María es un día luminoso que santificó el Altísimo. Es su tabernáculo. María es un río sagrado e impetuoso que alegra toda la ciudad de Dios. Es un mar, un mar de vidrio ardiente, porque Dios, que es un fuego consumidor, se encuentra en ella de manera inefable, así como estuvo en sus entrañas en la Encarnación. El la conserva Virgen, por ser la zarza ardiente que llamea sin consumirse, siendo la tierra santa y bendita del Dios de toda bendición. Ahora, en el cielo, ella es el mar de vidrio y de fuego: Dios en ella y ella en Dios, teniendo tanto frescor como llamas, porque dicho mar es frescura, y el fuego es ardor; es claridad y es inmensidad: claridad, por ser ella un cristal iluminado con la luz de Dios; inmensidad por ser un mar en cuya presencia los santos pulsan sus cítaras santamente, o cantan alabanzas con sus arpas de diversa manera, según la relación que tienen con sus admirables perfecciones, porque ella encierra en sí a todos los elegidos, siendo reina de los patriarcas y de todos los demás. Así como es invocada en la tierra, es glorificada en el cielo. Por su mediación Dios comunica la gloria a los santos, y el Espíritu de amor los impulsa a cantar conforme a su grado de santidad: mientras más alto sea en presencia de este mar, más alta y llena de amor será su música.” [166]

“La Virgen es la puerta que vio Juan en el cielo, abierta a los bienaventurados, a fin de que por ella tengan una entrada singular en las luces divinas. Su Hijo está sentado en María, que es una esmeralda y Madre de misericordia, del amor hermoso y de la santa esperanza. Su Hijo a nadie condena cuando fija su mirada en este trono de misericordia. Cada vez que dice a los malvados: Id, malditos, contempla en ellos su justicia vengadora; pero si mira en dirección al trono en el que está sentado, carece de fuerza para condenar porque el cristal, que es la Madre de misericordia, conmueve sus entrañas con su sola vista; mar que es inmutable para gloria de los buenos, y cuya condición maternal no tolera el castigo de los malos, porque jamás quiso participar en calidad de juez, llamándose en cambio abogada de pecadores. Todos sus atributos se relacionan con su Hijo y dependen de sus grandezas pero jamás se nos dijo que haya tolerado recibir el de juez.” [167]

“María es, pues, el trono de misericordia adornado de piedras preciosas de bondad. Su Hijo está en ella como en el trono de esmeralda, siendo nuestra esperanza y apaciguado del todo al contemplar los ojos benignos de su Madre. Está rodeado del arco iris, signo de paz, pero de una paz tan dulce, que ofrece reposo a los veinticuatro ancianos en tronos de gloria, vistiéndolos con túnicas blancas y coronándolos de firmeza inquebrantable: ‘Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas’ (Ap_4_4). Del trono virginal salían rayos, voces y truenos. María era y es toda voz; María es trueno. Mediante el resplandor de sus destellos, todo el cielo es iluminado e impulsado a cantar las alabanzas divinas. Todos los santos reciben la ley de María, que es como un trueno que los mueve a producir actos de amor inexplicables para una criatura mortal como yo. ‘Delante de este trono virginal hay siete lámparas ardientes que son los siete espíritus de Dios: siete ángeles que sirven a Dios, asistiendo también a su Madre, que es el mar de cristal en el que contemplo, como en un espejo grandísimo, la inmensidad de la gloria que Dios concedió, concede y concederá a su Madre. En medio del trono, y en torno al trono, cuatro animales llenos de ojos por delante y por detrás’ (Ap_4_6).” [168]

“Cuando los cuatro vivientes dan gloria, honor y bendición al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se prosternan delante de él, adorando al que vive por los siglos de los siglos, depositando sus coronas delante del trono y reconociendo a María, que adquirió para ellos, con su divina maternidad, la corona y el reino que poseen, y refiriendo toda su gloria al Verbo Encarnado, diciéndole: Eres digno, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo, que por tu libre y amorosa voluntad estaba en tu mente eterna, la cual proyectaba crear admirables maravillas para la naturaleza humana, y las creó. Las mayores alabanzas, sin embargo, son las de María, que es su gloria maternal así como él es su gloria filial. El águila, empero, tiene la vista más penetrante y fuerte que los otros tres Evangelistas; por ello el discípulo de gloria contempló con más fijeza y claridad la luz de María y su admirable diversidad. El la vio, como digo antes, revestida de sol, coronada de estrellas y caminando sobre la luna con paso firme y garboso, como hija del soberano príncipe que admira sus pies en su calzado. El la contempló semejante a la claridad de Dios, diciendo que la misma claridad divina la penetró; que sólo ella es la ciudad de Dios perfecta en sus doce puertas, que son perlas preciosísimas.” [169]

“Los doce frutos del Espíritu Santo están sólidamente incrustados en ella, tanto para encerrarla en su inmensidad, como para hacerla administradora de sus amores, que tienen tanta luz como bondad, en los que radican el entendimiento y la alegría, que son frutos de sabor inefable y deliciosos a la vista. Juan contempló a María como un río de agua viva, viviendo de la vida de Dios mediante el favor del divino Padre, que la albergó en su seno al lado del único hijo que les es común, el cual apoya las peticiones de su Madre, que se identifican con la que él hizo en la tierra, como una copia sacada del original, es decir, que él deseaba, en cuanto Hijo natural del divino Padre, que todos los que le habían sido dados se encontraran donde él está, sobre todo y de manera incomparable María, porque sólo ella es su Madre natural. Así como él, en cuanto verdadero Hijo sustancial, es figura de la sustancia del Padre, así es la impronta de María; y María, la suya luego ‘me mostró el río de agua de vida, brillante como el cristal, que manaba del trono de Dios y del Cordero’ (Ap_22_1).”[170]

[162] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 918
[163] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[164] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[165] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[166] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[167] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 920
[168] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 921
[169] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 922
[170] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 922

Ya había mencionado antes sobre las oraciones que salen de su espíritu cuando escribe:

“En Dios encarnado y en los bienaventurados, este río de agua viva produce una dulzura inefable, porque riega el árbol de vida que lleva y da sus frutos en el cielo y en la tierra; sus hojas son capaces de dar la salud a los viajeros de la tierra, y frescura a los prisioneros del purgatorio. La Virgen no puede ya sentir las maldiciones dirigidas a su Hijo y a ella en el Calvario, porque el Dios de gloria y cordero de paz está sentado en ella y ella está unida a él como Hija, Madre y Esposa de gloria, en la que es transformada como en su principio y en su fin infinito, hablándonos desde allí con las inspiraciones del Espíritu Santo. ‘El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oiga, diga: Ven. Y el que tenga sed, que se acerque, y el que lo desee, reciba gratis agua de vida’ (Ap_22_17); más para ir allá, es necesario que María pida al Verbo Encarnado que sea nuestro guía. Ven, divino amor mío, a buscar a tu Jeanne, diciéndole: ‘Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús’ (Ap_22_20), en el momento señalado por tu bondad. Amén.” [171]

“El primer domingo de Cuaresma, por tu gran amor y amorosa Pasión, me ofreciste tus victorias. El lunes quisiste invitarme a poseer tu Reino como bendita de tu divino Padre; y el día de santo Tomás de Aquino me dijiste: Ven a ver otro ángel distinto de aquellos que son esencias espirituales, es decir, que son únicamente espíritu sin cuerpo. Es Tomás, quien por la fuerza de mi gracia y por el espíritu de sabiduría ha sido elevado hasta el sol para escribir las maravillas de mi Encarnación, y también, ver mi Aurora, en su purísima Concepción, misterio escondido a muchos, en los siglos precedentes, en Dios que ha creado todo. La santidad de mi santa Madre es un gran sacramento que contiene las inexpugnables riquezas de mi humanidad en la que habita toda la plenitud de mi divinidad corporalmente.” [172]

“Me dijiste que no me extrañara de que así como habías escogido a santa Teresa, para hacer admirar en estos últimos siglos la gloria de san José, me llamabas a mí, que soy nada, para anunciar las grandezas de san Joaquín, padre de tu admirable Madre, a la que engendró por deseo de la santísima Trinidad. En este dichoso momento san Joaquín y santa Ana participaron del beso que, por un especial amor, dio el Señor a esta Hija del Padre, a esta Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, que fue declarada: tierra santa, tierra de promesa, tierra sublime, tierra sacerdotal, templo, morada y tabernáculo del Señor, recibiendo milagrosamente el ser de naturaleza y gracia; el trono revelado al profeta Isaías, que vio lleno de la Majestad de Dios, cerca del cual los serafines volaban cantando sanctus, sanctus, sanctus, etc.” [173]

Jeanne llena del amor misericordioso del Padre escribe tan exquisitamente, que me contagia y me lleva constantemente a parar y alabar a Dios por estas grandezas.

“Por el Fiat de María, el Verbo se hizo carne para habitar con los hombres. Fue necesario además que dijera Fiat mediante su presencia en mi muerte, para consumar la boda y engendrar a la Iglesia de mi costado. La sangre y el agua son la simiente purísima y el alimento que ella me dio. Lo que tomé de ella en mi concepción, lo conservo y conservaré después de mi muerte. El Verbo jamás dejará lo que una vez tomó. Mi alma salió de mi cuerpo, pero seguía siendo, de manera independiente a ella, emanación de la divinidad, aunque de distinta manera. Le era deudora porque de ella salió la materia a la que informó. Esta concepción e infusión se hicieron en un instante a través de la prontísima acción del divino Espíritu y la virtud del Altísimo, que la cubrió de manera excelente, haciendo nacer en ella la santidad esencial, la imagen de tu bondad y la figura de tu sustancia, la cual, bajo el nombre de Hijo de Dios, portó, en el momento mismo de la encarnación, el nombre de Hijo de María, en y de la cual nací.” [174]

Qué encuentros y qué diálogos sobre estos misterios de nuestra fe. Grandes horas de encuentros extraordinarios con su querido Amor, quien le explicaba lo que ella tenía confusión, llevándola para que viera, las maravillas que obró el Señor.

Ella maravillada, extasiada se quedaba meditando en ello para después poderlo escribir. Jeanne de Matel nos comparte con mucha claridad lo que está viendo. Nos describe: “Querido Amor, me diste este ejemplo para que sobrelleve con mansedumbre mi propia imperfección, esperando el día de la venida de este divino Paráclito, el cual prometiste enviarme, y lo hiciste. En ese día sagrado, al comulgar, quedé extasiada. Llenaste de gozo mi corazón, y vi una mano que, con el dedo índice, me mostraba el oriente del cual deseabas, en unión con tu divino Padre, enviar al Espíritu que de ustedes procede, que es todo amor. Me sentía confusa al verme tan imperfecta y privada de toda virtud. Este piadoso Padre de los pobres me consoló y me lavó, haciéndome renacer en este baño admirable, en el que recibí un nacimiento nuevo que arrebató y elevó mi espíritu en presencia de la santa Trinidad. Contemplé a estas Tres divinas Personas, que obraban esta admirable regeneración, llevándome en brazos como una niñita a la que lavaban con el agua que destilaba una nube. Escuché estas palabras: ‘Destilad, cielos, como rocío de lo alto’ (Is_45_8). Que esta nube llueva al justo, y que en esta joven sea producido el divino Salvador.” [175]

[171] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 921
[172] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 132, p. 952
[173] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 159 bis, p. 1137
[174] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 198., p. 1128
[175] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 130

“Vi doce lenguas de fuego, que fueron transformadas en doce puertas que representaban las doce entradas a la Jerusalén celestial. Me dijiste que tu Espíritu hace pasar a las almas por estas puertas, concediéndoles la justificación, mediante la cual es posible entrar por las doce puertas al interior de la celeste Sión Sólo a través de estas doce entradas tendrán acceso a la gloria las naciones.” [176]

“Querida hija, mi Espíritu es un fuego que abre las puertas y que concede hablar en lenguas a los Apóstoles y a las personas que elijo para dedicarlas al gran ministerio de la conquista de las almas. Él te ha concedido el lenguaje y la palabra para expresar mis misterios, a pesar de no ser tú sino una jovencita. Él te abrirá las puertas que los enemigos de mi gloria desearían cerrarte; no temas, hija, la bendición de los hermanos de Rebeca es para ti, porque eres la querida esposa de tu Isaac, que soy yo.

Recibe las felicitaciones de tus hermanos santificados y glorificados, los cuales se regocijan por el favor que has recibido de toda la santa Trinidad, la cual te ha elegido mediante una alianza tan augusta y una misión tan gloriosa. Todos te dicen a una voz como a Rebeca: ‘Oh hermana nuestra, que llegues a convertirte en millares de miríadas, y conquiste tu descendencia la puerta de sus enemigos’ (Gen_24_60).” [177]

Como dije al inicio del documento, las palabras “orar y vivir” son fuego que poco a poco, como el oro en crisol, purificaron, fortalecieron y santificaron el espíritu de Jeanne.

El tema de la oración en Jeanne Chezard de Matel es inmenso, maravilloso e intensamente profundo. Ella sabe que es difícil escribir lo que nuestro Señor le dice, yo le agradezco que se haya esforzado en su momento, para que hoy, esté leyendo sus escritos, aun cuando tenga partes muy complejas para comprender y que solamente con la oración se me ha aclarado un poquito más. La fidelidad de Jeanne en todo, pero en concreto para escribir su experiencia de vida a pesar de que mencione que tiene poca fidelidad, es un ejemplo a seguir. Te pido Padre, me envíes a tu Espíritu Santo para serte fiel al menos el 1% de lo que ella fue.
Mi vida es tuya… lo sabes… enséñame a “orar para vivir” para cumplir tu voluntad, todos los momentos de mi existencia. Continuemos con esta adorable lectura de sus escritos.

“Esto no se debe, querido Amor, a que alguna vez hayas deseado probarme con tentaciones de orden inferior que tanto hacen sufrir a muchas personas virtuosas, sino a la poca fidelidad con que respondo a tus gracias, que siempre están dispuestas, como lo está tu misericordia, a hacerme ver tus bondades. El pensamiento de no ser digna de ser probada debe servirme de una continua humillación, viendo que desconozco la experiencia de tentaciones por las que haces pasar a otros, y aunque la esperanza del cumplimiento de tus promesas sea diferida, todo esto no me afecta sino muy poco. Si fuera fiel a fijar en ti la mirada con prontitud, en cuanto los pensamientos de esta prórroga me asaltan, el disgusto que pueden causarme se desvanecería en el mismo instante en que surgen en mi interior. ” [178]

“Pasé la noche anterior a este día en la habitación de la Sra. de Vedeine, sin poder dormir un solo momento. Justo a media noche, dije a todas las potencias de mi alma: ‘Viene el Esposo, salid a recibirlo.’(Mateo 25: 6).Mi alma, junto con todas sus inclinaciones y afectos amorosos, quiso salir a tu encuentro, pero tu bondad no las hizo esperar a la puerta. Te me apareciste prontamente, permaneciendo de pie a mi lado. Abriendo entonces tu pecho, me mostraste tu corazón amoroso, abierto y dilatado en forma de una rosa admirable, para albergar en él a todas tus esposas. Vi dentro de este corazón divino esta flor, este árbol y este germen de carne virginal que era tu Orden plantada en tu pecho, en medio de tu corazón. Veía el seno de tu divino Padre, el tuyo en cuanto Verbo Increado y Encarnado, y el mío estando unidos de tal forma, que estos tres senos no eran sino uno; tú y yo permanecíamos en el seno inmenso de tu Padre.” [179]

“Me dijiste: "Mi toda mía, considera el amor que tengo por esta Orden, que será una flor y una rosa de buen olor, un árbol que fructificará en mi Iglesia y el germen de David que te prometí: una carne virginal que engendrará vírgenes. Seré para ellas Padre y Esposo, y te constituiré madre de todas." Mientras que me comunicabas estas maravillas, vi a la derecha al Espíritu Santo, quien se dirigió hacia mí con la impetuosidad del amor en forma de paloma, a la manera en que los pintores lo representan bajando sobre tu incomparable Madre en el momento de la Encamación, y aunque soy tan indigna de esta comparación, no encuentro palabras más apropiadas para describir la venida de este Espíritu de amor hacia mí. Pasé todo el resto de la noche sin poder dormir, por estar sumamente indispuesta; pero en mi debilidad podía exclamar que era fuerte en ti, mi Dios, que me confortabas.” [180]

“El día de la fiesta de san Bartolomé, mi alma sintió grandes deseos de orar para pedir el desprendimiento de todo la que no es Dios. Te adoré como a lo más grande y lo más pequeño. Grande, por tu inmensidad, pequeño, por la sencillez de tu ser sin adición. Eres el centro que está en todas partes y cuya circunferencia no se encuentra en ninguna; eres soberanamente abstracto, habitas en una luz inaccesible a tus creaturas. Te bastas a ti mismo, eres un acto puro más convenientemente alabado por negación que por afirmación. Gran Apóstol san Bartolomé, fuiste verdaderamente desprendido, desollado, despojado de tu piel, pero este despojo de tu piel te mereció ser revestido con glorioso y divino vestido de luz.” [181]

“El 27 de agosto, al arrodillarme para adorarte, mi amable Salvador, y ofrecerte la aflicción que tenía por el desprecio de aquellas a quienes amaba en tu amor, me invitaste a descansar bajo el árbol de tu cruz, dándome del fruto de tus trabajos, me pareció tan dulce, que te pude decir: ‘A su deseada sombra estoy sentada y su fruto me es dulce al paladar’ (Ct_2_3).” [182]

¡Jeanne fuiste consolada, amada y cuidada con gran esmero, nada más y nada menos que por la Santísima Trinidad! ¿Hay acaso nobleza mayor?

“Querido Amor, tú sabes consolar bien a los corazones afligidos modelándolos deliciosamente para que olviden sus disgustos y no piensen más que en tu amor.” [183]

“Abandonada de todos los que podían consolar mis penas, pero no quitármelas, quisiste tomarlas sobre ti, y como buena nodriza tomaste la medicina amarga y me diste la leche de tu propio pecho haciéndome decir que era mejor que el vino de todas las consolaciones de las creaturas.” [184]

“En la tarde, al entrar como de ordinario a esta capillita, donde todos los días se celebraba la Misa me dijiste, mi divino Pontífice, que querías cumplir mi gusto, para no compartir solamente mis necesidades sino también mis deseos. En ese momento vi en espíritu a todos los bienaventurados, quienes llevaban un pozo que colocaron en la capilla: lo veía muy profundo. Me dijeron: Este es el pozo de la Sabiduría, lo miraban con gran atención y sacaban de una manera admirable agua, pero sin que viese emplearan la cuerda que estaba bien acomodada en su polea para descender y tampoco vi cubo.” [185]

[176] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 131
[177] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 132, 133
[178] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85
[179] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83., p. 401
[180] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83., p. 401
[181] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[182] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[183] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[184] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[185] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 889

“Yo quedé arrobada ante los innumerables favores que me hacías. Ven, me dijiste, a ver el sacrificio de amor, de dolor y de fuerza sobre el monte Moria. Ve primero la figura, después te haré ver y gozar de la verdad. Considera a Abraham ofreciendo a Isaac, el brazo levantado para sacrificarlo, y ve también mi amorosa Providencia que la sustituye por un carnero enredado por los cuernos a las espinas que el pecado de Adán produjo.” [186]

“Ese carnero, Hija mía, era yo, que me presentaba al Padre Eterno bajo esta figura que hizo cambiar el extremo dolor del corazón de Abraham en una extrema alegría porque sometió los sentimientos paternales a la orden divina, y su entendimiento a la fe...Hija mía, el Carnero era yo. Era yo, hija mía, era yo, mi favorita. Al oír par tercera vez esto, mi alma quiso dejar el cuerpo para entrar en ti, estando como estaba fuera de mí misma, me detuviste diciéndome: Mantente firme para ver a la Virgen de las Vírgenes, a mi santa Madre, que es la sacrificadora que ofrece y sacrifica al Pontífice eterno que es su carne y su sangre, que se presenta y se ofrece para una oblación adorable y verdadera, por miles y miles de mundos haciendo ver que el amor es más fuerte que la muerte.” [187]

“Levanté mis ojos a ti que eres como siempre mi ayuda y mi socorro, me hiciste ver una tiara pontifical cubierta con un velo, como se cubre el tabernáculo con un conopeo cuando estás en la adorable Eucaristía, diciéndome que me protegías como a hija de la iglesia contra aquellos que actuaban contra mí y que tú me cubrías como a tu tabernáculo. Supe lo que esta visión significaba, que debía tener aún un poco de paciencia.” [188]

“Por la tarde asistió al sermón que predicaba un padre capuchino en la parroquia, el cual, hablando de la pobreza espiritual, dijo que el Hijo del Hombre no había tenido dónde reclinar su cabeza. Escuchó entonces estas palabras: Hija mía, durante mi vida mortal, quise estar pobremente alojado, al menos durante treinta y tres años; pero ahora, en el Santo Sacramento donde deseo morar para siempre, quiero verme acogido en la riqueza del oro de la caridad. Deseo ver que se construyan mis moradas en este amor. Fui presa entonces de un vehemente deseo de poseer riquezas de la más alta perfección, para ser digna de alojar a su Rey. Siguió escuchando: Cuando instituí este sacramento, escogí una sala grande y bien dispuesta. ¡Oh amor mío, respondió ella, cuántas veces me has dicho que en la casa de tu Padre hay tantas moradas! En la casa de mi madre la Iglesia, también hay muchas. Ven a vivir en ellas, y enriquece a las que te albergan cada día. Esta petición la hizo también para usted.” [189]

NVM Jeanne Chézard de Matel estuvo dispuesta a sufrir en todo momento por los hermanos más necesitados, auxiliándolos en lo que podía, pero también practicó mucho durante su vida, pedirle a su Divino Amor librara a las almas más necesitadas, y que ella vio en sus visiones, porque quería sufrir por ellas.

“El domingo, día de Todos los Santos, la dulzura de su amado la colmó desde la mañana. Sintió, por esta causa, gran agotamiento en el cuerpo, el cual fue fortalecido en cuanto recibió la santa comunión, debido a la intensidad con que se unió a este sacramento. Durante esta experiencia, vio una mano de oro que la bendecía levantando tres dedos. Se le comunicó que esta mano era el signo del Dios vivo en tres personas y una sola esencia, y que el resplandor y el calor que sintió sobre la frente la hicieron pensar que había sido marcada junto con las tribus que menciona san Juan en la epístola. Suplicó entonces a su amor que se dignara marcarlo a usted también.” [190]

“Al terminar se dirigió de inmediato a recibir la santa comunión. El ardor la embargó a tal grado antes del comienzo de la misa, que no pudo recitar verbalmente la penitencia que le fue impuesta, acercándose a la sagrada mesa encendida en fervor. Después de haber recibido al Salvador en su boca, le dijo: No pasarás al corazón si no libras a las almas del purgatorio; ellas te alabarán en el cielo, puesto que deseas dejarme todavía en la tierra.

Se volvió en seguida hacia los ángeles guardianes, quienes parecían ansiar la liberación de las queridas almas confiadas a sus cuidados, diciéndoles: Oh, presenten al Padre este Hijo que acabo de recibir. Díganle que, en unión con él, salgo fiadora.

Escuchó entonces lo siguiente: Las bodas se celebraron ayer. La primera mesa fue para la Iglesia triunfante; la segunda, para la Iglesia militante; el resto es para la Iglesia purgante. Hay tantos manjares en esta última como en las dos primeras. Recuerda que, cuando el banquete se realizó en el monte, de dos peces y cinco panes sobraron doce canastos. Esto la movió a presionar a su Salvador, pidiéndole que las librara: Deseo padecer por ellas. Le pareció recibir la misma respuesta que dio él a santa Catalina: que tendría que pasar por grandes sufrimientos, puesto que así lo había querido.” [191]

“En ese día ofrece la santa Comunión por todos los que, como usted, se dedican a la dirección de las almas. Después de la comunión, experimentó un reproche por haber dudado de lo que tantas veces le había dicho la divina bondad, al lamentar que hubiera permitido que el convento de santa Úrsula se quedara vacío, sin sus religiosas.” [192]

Las citas siguientes son expresiones del amor más puro, el enamorado perfecto hablándole a su novia, en este caso el diálogo de un Dios con su gran amor.

“Hija mía, quiero que tú sola me sirvas como lo hubieran hecho todas ellas. Debes saber que eres la perla única, y que por adquirirte lo he dado todo; después de las arras de gloria y los dones de la gracia, te he entregado al Autor de la gracia.” [193]

“Escuchó entonces al Padre eterno: Hija mía, para poseerte, te entregué a mi Amado Hijo. ¡Cuán preciosa eres para mí! Una vez más le pareció recibir reproches por haber callado esto a usted y por no comunicarlo al P. de Villards. Oyó además: Si las ursulinas hubieran permanecido aquí, hubieras deseado ingresar con ellas y habrías tenido mucho que sufrir sin disfrutar de los bienes que ahora gozas. Con todo, El no aminoró el deseo que tiene ella de llegar a ser religiosa.” [194]

“Un día, estando en oración ante el Santísimo Sacramento, con el cual se lamentaba de que le prohibían los libros que la conducían a estos dulces éxtasis, escuchó: Hija, Yo soy el libro principal, en el que te doy a leer la voluntad de Dios, mi Padre. Obra conforme a ella.” [195]

[186] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[187] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[188] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[189] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas No. 2 ,
[190] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[191] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[192] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[193] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[194] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[195] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 3

“Y en otra ocasión: Hija mía, no has recibido tu ciencia evangélica de los hombres, sino de mí, como apóstol mío. Deseo la comuniques a quienes son mis representantes. Te dije hace tiempo que hablarías de mis testimonios delante de los reyes, que son mis sacerdotes, y que no serías confundida.

Lo anterior le fue dicho en la fiesta de santa Catalina; mejor dicho, al día siguiente. Llegó un momento en que, sintiéndose admirada ante la ingenuidad y el atrevimiento con que manifestaba las gracias divinas a quienes se le mandaba, escuchó en latín, por ser esta lengua la más ordinaria de sus revelaciones: Soy yo quien da testimonio de mí mismo.” [196]

Todos los santos tuvieron las manifestaciones que Dios quiso tuvieran, pero me llenan de emoción y hasta he llorado de alegría, por haberle regalado tantas a Jeanne, y ahora a través de sus escritos alabo y glorifico a Dios por permitirme participar de esos regalos.

“Por la tarde, al estar en compañía de algunas personas, su corazón fue atravesado por una saeta del amor divino. Comprendió bien que él deseaba retirarla de ahí para que subiese a su oratorio a hacer oración. Dejó, pues, la reunión, resistiendo la oposición de su cuerpo enfermo y del frío tan extremo que hizo ese día. Habiendo subido, se puso a orar comenzando con tristes quejas que hizo a su amor, pues seguía viéndose tan imperfecta después de haber recibido tantos favores divinos. Temía continuar profesando un gran afecto hacia las cosas creadas.”[197]

“Entonces experimentó un asalto impetuosísimo que hizo desfallecer su cuerpo, teniendo que apoyarse en su reclinatorio. Poco después se retiró a causa de la debilidad y del miedo de estar enferma. Escuchó: Hija mía, cuando me tengas presente mediante la práctica y el discurso amoroso, no te privaré de los afectos que tengas hacia las creaturas, así como el esposo no reprocha a su esposa el que esté con otra persona cuando sabe que él está presente en espíritu y se siente seguro del amor que ella siente por él… Acto seguido se puso a orar por su prójimo, diciendo: Oh, amor, deseo que otros participen en esta compasión. Hija mía, yo también lo deseo. Mi Apóstol dijo que mi pasión se comunica. Comparte con tu prójimo. En seguida se sintió toda transformada en una amorosa condolencia en el cuerpo y en el espíritu.” [198]

“Hija mía, al estar yo pálido y descolorido, mi rostro era tan agradable al Padre eterno, que pudo decirme que se lo mostrara, pues era bello y mi voz muy dulce, como lo digo en el himno. Hija mía, cuando estaba más desfigurado, era la verdadera imagen de la bondad divina, pues ¿Qué padre hubiera permitido este sufrimiento en su hijo, de no ser un padre de bondad infinita?” [199]

“Por la tarde al asistir a vísperas, se sintió absorta y, dejando la oración vocal, se dejó llevar a la mental en seguimiento de su amor, hacia el desierto, donde escuchó: Fíjate cómo mi palabra profética es también mística. Confundí a Satán cuando me propuso que, si era el Hijo de Dios, cambiara las piedras en pan. Bien sabía que Dios alimentó a los israelitas durante muchos años con el pan del maná y sació su sed con el agua de la piedra; pero yo le dije que el hombre vive no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Con esto quise decir que, para alimentar al ser humano, cambiaría el pan en carne y en palabra procedente de la boca de Dios. Yo soy el Verbo y palabra expresada de la sabiduría de mi Padre, que es el altísimo, la cual alimenta el espíritu y el cuerpo cuando así lo deseo.” [200]                          ojo aquí me quede

[196] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 3
[197] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[198] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[199] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[200] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 20

“Después fue arrobada hacia el exterior y escuchó: Hija mía, ven a mi jardín. ¿No sientes que respiras un aire como el del valle de Josafat? En el día del juicio yo soy el árbol de vida y la flor de los campos que fue plantada en un claro fuera de la ciudad el día del viernes santo. Ahí recogí todos mis méritos y los mezclé para alimentar y dar de comer a mis amigos y embriagar a mis muy amados. Así será en el día del juicio, y estos amados reposarán bajo el árbol de mi santa Cruz, cuyo fruto será dulce a su paladar. Embriágate ahora, querida mía, pues hice para ti esta mezcla de mis favores y de tu obediencia. Mi cruz, que deseas llevar, te ofrece desde hoy su dulcísimo fruto. Mi juicio se realiza dentro de ti mediante el fuego delicioso que llevas ya en el corazón.” [201]

Me asombra mucho la forma en que selecciona tan atinadamente la cita bíblica, tanto del Antiguo testamento como del Nuevo testamento, esta habilidad requiere del dominio total de la Sagrada Escritura y el mejor apuntador que tuvo fue Espíritu Santo, quien guiaba su pluma, por ello pudo la riqueza de su alma, y ella escribiera que no era la mejor escribiendo.

“Este año de 1619, el día de la octava de la Concepción Inmaculada de tu santa Madre, estando en la iglesia del Colegio de Roanne, me elevaste en un arrobamiento muy sublime, durante el cual me dijiste que debía someterme al examen de varios doctores y grandes prelados de la tierra, pero que no tuviera temor alguno, pues tú te ocuparías de hacerme discernir y reconocerte, que me parecerías más blanco que la nieve. Me explicaste estos versículos del Salmo 67: ‘Mientras vosotros descansáis entre las tapias del aprisco, las alas de la Paloma se cubren de plata, y sus plumas de destellos de oro’ (Sal_67_14).” [202]

“Hija, duerme y reposa en medio de todos los ruidos desagradables y mortificantes en extremo; yo haré maravillas que se realizan y se realizarán en ti. Mantén siempre tus alas de paloma; declara con sencillez todas mis palabras, que son claras como el sonido de la plata; sé franca con tus directores. Conserva junto conmigo este oro de caridad que se esconde entre tú y yo; es un reclinatorio donde me complace quedarme; di a tu confesor que deseo me recibas todos los días." [203]

“En medio de nuestros coloquios, me fue presentado en visión imaginativa un corazón abierto, en el que había un crucifijo formado de la sustancia del corazón. Diría más bien que transformaba el corazón en sí mismo, no restando sino el exterior, que rodeaba a este crucifijo. Una persona a quien no vi lo sostenía con las dos manos. Me pareció que alguien decía: ¿Conoces este corazón? Yo lo ignoraba. Así es como hay que ser. Lo deseo en verdad. Eres tú, mi bien amada. Durante estos días el amor y la obediencia te han crucificado el corazón. ¡Oh, bondad, oh incomprensible bondad: Está satisfecho, está satisfecho! ¡Oh, mi todo, qué contenta estoy! ¡Oh palabra de verdad! Me has colmado del todo sin especies sensibles. Sabes hacerlo muy bien; y si alguien viniese a decirme: Comulga, no lo haría sino para obedecer, pues estoy más satisfecha que en otras ocasiones en que he comulgado.

Esto no se debía a los consuelos que experimentaba, sino por sentir mi parte superior unida al Dios de los consuelos, a quien he encomendado y sigo encomendando a usted así como Jesucristo pidió por todos aquellos que lo crucificaron” [204]
“Entonces mi dulce amor me rodeó de su luz y me hizo escuchar grandes maravillas, mientras derramaba yo abundantes y deliciosas lágrimas. Me reveló de qué manera había resuelto que esto se hiciera, y los grandes dones y favores que concedería a esta Orden religiosa; que, después del Santísimo Sacramento, ella sería el compendio y el memorial de sus prodigios, y figura de la Santísima Trinidad, de la humanidad del Salvador y de la Santísima Virgen, hasta en el estilo del hábito con el que deseaba revestirla. Pídeme, me dijo, y te daré como heredad las naciones, pues por la misericordia del Padre, el compasivo Señor Jesús será el camino y el término de esta obra.” [205]

“En fin, mi divino amor me dijo: Deseo morar en tu corazón, predilecta mía, porque es un desierto que no alberga otro amor sino el mío; en él deseo estar enteramente solo. Me vi entonces en un absoluto desprendimiento de todas las criaturas y en una agradable soledad, recordando las palabras del Profeta Oseas: ‘Por eso yo voy a seducirla; la llevar‚ al desierto y hablar‚ a su corazón’ (Os_2_16), y las del Profeta Jeremías: ‘Que se siente solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone’ (Lm_3_28). Hablando del hombre solitario, mi alma fue elevada por encima de ella misma al considerar a mi Salvador humillándose más abajo que todos los hombres y convertirse en el último de ellos en la Encarnación mediante su anonadamiento.” [206]


  • Cuarta etapa:
Edad madura 1634-1664
¡Como gozaba eso grandes momentos de oración y de encontrarse con su amado!
Me maravilla cómo escribe estos diálogos de amor y del encuentro con su amado, sus expresiones son de una persona tan enamorada que cuando menciona las diferentes formas de orar que el Señor le permitió experimentar, y que explica con tanta naturalidad, sencillez y transparencia estas experiencias, se antojan… Sus diálogos de amor son muy profundos…a veces no entendibles, porque son misterios de fe…Me hace pensar que el Señor, concede esto, de diferentes formas, a muchas otras personas, muchas cercanas a nosotros pero, que nos hace falta amarnos de verdad y darnos cuenta de las virtudes y dones de nuestros semejantes. ¿Con cuántos santos y santas estoy conviviendo? Dame Señor vista y sensibilidad de corazón para ver en el otro las virtudes que tiene y juntos te alabemos y te demos gracias.
Jesús Verbo Encarnado, gran Maestro particular de Jeanne, ¡Qué pedagogía tan extraordinaria utilizaste para explicarle a Jeanne la estructura de todo tu ser divino, qué delicadeza para hablar de ti mismo!
“Ya dije más arriba que jamás te he pedido me conduzcas por medio de revelaciones ni visiones, sino por el camino que es el más perfecto, y que me llevará más directamente a ti. Me dijiste un día: ‘Hija, No se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia’ (Rm_9_16). Me agrada llevarte yo mismo por el camino de las visiones. Te he hecho ver en el Verbo, que soy yo, el espejo necesario a mi Padre, el cual se ve en mí, que soy la figura de su sustancia, el esplendor de su gloria y la imagen de su bondad. Yo soy la alegría de estas visiones por mi raigambre en la región de los vivos; el Padre y el Santo Espíritu están en mí, viviendo la misma vida que yo vivo en ellos; mi Padre me engendra en las claridades eternas. El ve en mí y en mis pensamientos todas sus divinas perfecciones. Soy tanto su visión, como su dicción, el vapor de su virtud, la emanación sincera de la divina claridad, el espejo sin tacha de la Majestad; yo produzco junto con él al Espíritu común, que es un Dios simplísimo en nosotros. Muchas veces te he elevado hasta la contemplación de la simplísima esencia y de las distinciones personales. He deseado instruirte acerca de la estructura de todo el ser divino y al enseñarte de esta suerte:
a) Te he conducido a la tierra de visión que es la divinidad que vive en ti, y tú en
ella.
b) Te he comunicado los misterios adorables de mi Humanidad, que has
contemplado en diversas figuras, en diferentes visiones.
c) Te he dado la Comunión diaria, que es una tierra de visión.
d) Te enseño por la Escritura, que es un lugar de visión.
e) Estableceré por tu medio mi Orden, que será una tierra de visión, lo cual ya has
experimentado, y seguirás experimentando en el futuro.” [207]

“No permitiré que te equivoques; no me has pedido tú esta senda, y te he destinado para atraer otros a mí, y para ser guía de muchas almas. Cuando te mostré la corona de espinas colocada sobre un sol, disponía tu espíritu a contemplar y admirar esta maravilla. Te haré pasar por grandes contradicciones, de las que saldrás victoriosa en el tiempo designado por mi Providencia. Seré misericordioso con quien yo quiera; me apiadaré del que yo quiera apiadarme. Por tanto, no se trata del que quiere o del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Pues dice la Escritura a Faraón: ‘Te he suscitado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea conocido en toda la tierra. Así pues, usa de misericordia con quien quiere y endurece a quien quiere’ (Rm_9_14s).” [208]
“Escuché intelectualmente cómo le sugerías lo que decía de san Dionisio, el cual estaba abismado en la adoración de tu Majestad y en la admiración de tu bondad, pero muy especialmente durante la descripción que me hiciste de sus gracias, méritos, virtudes y de la gloria que le concediste. Me parecía que se escondía como si se encontrara en una confusión de reconocimientos inexplicables, de un sentimiento que le hacía salir de sí, que vi terminar para entrar en ti, que eres inmenso, como si en su humilde reconocimiento me hubiera dicho: "Al admirar lo que el Verbo te dice de las maravillas que hizo en mí, dirígete al principio de toda mi felicidad, que es su bondad; haz una circunvolución, hija, con todos los coros de los ángeles y de los santos." Mientras más se humillaba este santo, más grande me lo mostraba el Verbo por mediación de san Juan, expresándome las excelencias que le comunicó en vida y lo que le había de dar en el cielo, exhortándome a escribir lo que escuché en esa noche, durante dos horas de arrobamiento y éxtasis. Te dije: "Señor, ¿cómo podré escribir estas maravillas cuando mi entendimiento, suspendido y fortificado por ti de un modo tan sublime, ha sido testigo y escucha de tu divina retórica y bellezas?” [209]
“Querido Amor, deseo tener un recuerdo eterno de los pechos que me crían y me alimentan como a un niño pequeño que debe crecer, mientras que tú mismo me unirás a ti, adornada como una esposa, embellecida y amada de su divino esposo, el cual le comunica sus claridades y sus llamas, haciéndole ver y experimentar de qué manera es ella consorte de su divina naturaleza.

Este recuerdo producirá en mí el reconocimiento de los favores pasados; si este éxtasis me diera la entrada para la eternidad en ti, en la sede de la gloria que es el término, aceptarás que diga yo a todos tus elegidos lo que has hecho a mi alma, aunque lo vean en ti, puesto que todo permanece amorosamente en ti; en ti están todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría del Padre; en ti residen todas las ideas. Tú eres el Archivo de todo lo creado y lo increado.” [210]
“El día de la gloriosa virgen y mártir Sta. Cecilia, a eso del anochecer, me retiré delante del Santísimo Sacramento para pedir a nuestro divino amor que él, que es el Evangelio de Dios, se complaciera en reposar en mi pecho. Mi alma fue elevada por un impulso amoroso según estas palabras del Cantar: ‘El olor de tus vestidos, como la fragancia del incienso’ (Ct_4_11), que apliqué dignamente a la santa ya que sus vestiduras estuvieron consagradas del todo a Dios y a que el Evangelio que llevaba sobre el pecho las convertía en incienso perpetuo. Sin embargo, el divino Enamorado que se complace en alabar tanto la gracia que concede como la gloria, me dijo: Recibe, tanto para ti como para Sta. Cecilia, estas palabras.” [211]

“El Eterno se hizo encarnarse en la plenitud de los tiempos tomando un cuerpo mortal, apoyándolo en su divino soporte a manera del alma que lo informaba. El, que en cuanto Dios es un espíritu simplísimo, se unió hipostáticamente al compuesto de materia temporal; el amor supo unir lo finito y lo infinito. Dos naturalezas infinitamente alejadas se unieron en un mismo soporte; lo que el * Verbo tomó una vez, no volverá a dejarlo; el Hijo único del divino Padre, y delicia suya, no pudo, al parecer, contenerse hasta darse él mismo para ser todo del ser humano y orar por él.” [212]

Hay peticiones que Jeanne le hizo a su Amado y que al reflexionar en ellas, solo pienso que como ella no puede estar sin él a su lado, le suplica humildemente seguir gustando de los consuelos divinos que eran muchos.
“Divino Amado, si he encontrado gracia ante tus ojos y tú bondad se digna inhalar en olor de suavidad el sacrificio de mi consentimiento a todas tus inclinaciones y amabilísimos designios, que more en mi corazón por toda la eternidad.

Concédeme el Evangelio de amor que recree mi alma en coloquios sagrados contigo mismo. Que, a imitación de esta santa, que se transformó toda en ti, y cuya su boca produjo cánticos melodiosos de la abundancia de su corazón amoroso, mi alma y mi cuerpo sean inmaculados delante de ti. Que pueda yo entonar el himno de acción de gracias en tanto que me instruyes por medio de tus justificaciones. Es bueno que me humilles a fin de que las aprenda.” [213]
“Un día de los Santos Inocentes, los invité a venir con el cordero a mi casa, en el monte Sión, diciéndoles que eran las primeras flores de su Iglesia; que me rodearan por ser el lecho florido del esposo. Como murieron sin hablar, no pudiendo confesar con la boca a aquel por quien morían, yo podía confesarlo con el corazón y con los labios para satisfacer lo que les faltó, en mi calidad de hija del Verbo, quien me da la palabra por ellos. Como no tengo la oportunidad de morir por él como ellos, les pedí que unieran su muerte a mi confesión y me obtuvieran el favor de culminar su martirio como dijo san Pablo, afirmando que completaba en él lo que faltó a los sufrimientos del cordero, al que confesaron al morir, y al que siguen en la gloria, permaneciendo en su compañía en el monte Sión por ser su infantería.” [214]
“Les dije: recuerdo que mi divino amor me puso entre ustedes un día de su fiesta en el año 1619, marcando mi frente con su santo nombre y el de su divino Padre con la mano de su amor, que es el Espíritu Santo. Pude sentir dicha marca, a pesar de ser invisible. La bondad del Dios trino y uno le movió a darme un dulce beso, soplando en mi rostro con un aliento delicioso, para hacerme vivir la vida de amor que ustedes viven en el cielo.” [215]

“A continuación el Verbo Encarnado se dignó expresarme su deseo de que le organizara una compañía de pequeñas inocentes que preparasen su segunda venida, vistiéndolas de blanco y rojo para comparecer como víctimas inocentes que, desde su más tierna edad, se presentaran al sacrificio para su gloria, realizando en ellas lo que dijo en Isaías: ‘Lo de antes, ya ha llegado, y anuncio cosas nuevas’ (Is_42_9).Así como hubo inocentes del sexo masculino, quería inocentes del sexo femenino, a las que daría nuevas gracias por amor de su nombre. Añadió que no daría esta gloria a ninguna otra, porque le es debida, y sus hijas están del todo dedicadas a ella.” [216]


He aquí una prueba más, de cómo podía interpretar las citas de la Sagrada Escritura.
Jeanne lo adaptó perfectamente a las hermanas de la orden. Mt 25,36 ss.

“Que él obre en las tres Órdenes de mis hijas, las religiosas, las hermanitas y las pensionistas, como hizo con las tres hijas de Job: que ilumine a las primeras, para que alumbren a las almas como si fuera de día; que las segundas sean como la canela olorosa, casia, apartándose de la impureza que infecta a la juventud.

Que las que por su estado se hallan en el mundo, no olviden las buenas enseñanzas ni las prácticas piadosas que oyeron y pusieron en práctica; que sean llamadas cuernos de abundancia, enseñando a todo el mundo cómo hacer provisión de virtudes y buenas obras, para que se presenten sin confusión a la derecha de aquel que dirá a las buenas: ‘Vengan, benditas de mi divino Padre, a poseer el reino que les está preparado desde la constitución del mundo. Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve desnudo y me vistieron; fui peregrino y me albergaron; estuve prisionero y me visitaron. Lo que hicieron por mis pobrecitos que creen en mí, lo considero como hecho a mí mismo. Tuve hambre y sed de su salvación y ustedes correspondieron a mis inspiraciones, no recibiendo en vano mis gracias. Estuve en la prisión del sagrario y allí me visitaron con amor y compasión. Fui peregrino venido del cielo a la tierra, y me recibieron. Estuve desnudo, cubierto con una tenue hostia, y me revistieron con su propio corazón. Ahora les doy el mío junto con mi reino y mi gloria’ (Mt 25,36 ss).” [217]
No resisto la tentación de expresar que fui llamada por Él, y quisiera que también hundiera sus raíces en mí como dice Jeanne más adelante.
“El viernes, primer día de mayo de 1637, al meditar en la costumbre que tienen los enamorados de sembrar una planta de maíz a la puerta de las jóvenes que pretenden tomar por esposas, me dirigí a mi amado para decirle que, si se lo pedía a su Padre eterno, él mismo lo plantaría en mí cual árbol que no puede ser arrancado de cuajo, que es la verdadera dilección; y que su divino Padre encuentra un placer inefable en hundir sus raíces en sus elegidos, extendiéndolas a todas las potencias de mi alma.” [218]

“El día dos se dignó despertarme diciendo: ‘Ábreme, hermana mía, amiga mía, porque está llena de rocío mi cabeza y del relente de la noche mis cabellos’ (Ct_5_2). Ábreme, amiga mía queridísima, porque mi cabeza está cubierta de rocío. Por mi cabeza debes entender a mi Padre eterno, que es fecundo con una inmensa plenitud. Al contemplarse a sí mismo, me engendra a mí, su Verbo, que recibe sin empobrecerlo toda su plenitud, la cual me comunica al comunicarme su esencia. Soy inherente y de la mano*de su divino entendimiento; yo soy el principio del que dijo: ‘Contigo el principado el día de tu nacimiento en esplendor de santidad; antes del lucero, como al rocío, te engendré’ (Sal_109_2).” [219]
“Él puede pronunciar con soberana autenticidad estas palabras: Estoy colmado de palabras. Estoy colmado del Verbo que es la palabra increada, que abarca toda mi sabiduría; por su medio deseo crear a los ángeles y a los hombres. Lo engendro por generación activa, y con él produzco activamente al Espíritu de nuestra común espiración, que es nuestro amor. Escuché Sermonibus, sin entender varias palabras de la divinidad; sino más bien, ésta sola palabra. El expresa todo lo que es unidad, y todo lo que se multiplica en las criaturas: ‘Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: Que de Dios es la fuerza y tuya, Señor, la misericordia’ (Sal_62_12).” [220]
“La caridad eterna” como se dice a sí mismo Jesús Verbo Encarnado continúa prodigando a Jeanne de indecibles gozos aunque sea por un instante como ella nos lo dice:
“El amor que produzco junto con el Hijo nos apremia a hacer el bien a la humanidad. Soy la caridad eterna que los ama por sí misma, deseando atraerlos con la red de Adán y el lazo de la caridad inefable que me mueve a encarnarme, sin añadir algo en nuestra fecunda divinidad. El Espíritu de amor quiere que me derrame en su humanidad cual rocío sobre el vellón de Gedeón, que fue figura de mi santa Madre, a cuyo seno fui enviado. Yo soy el rocío celestial que se derrama del seno paterno al seno materno, haciendo que germine el Salvador sin dejar de ser el Verbo increado. Me convertí, en un instante, en Verbo Encarnado en las entrañas virginales.

Ábreme, hija mía; todas las potencias de tu alma, pues las amo y deseo que recibas y percibas el divino rocío que quiere descender a tu interior sin dejar el cielo paterno para darte a conocer y gozar tanto como él lo desee y tu condición de viajera mortal lo permita, las alegrías del Padre al engendrar eternamente a un Hijo igual y consustancial a sí mismo.” [221]

“Ábreme, hija mía, o permite que abra yo tu mente para narrarte mi genealogía, que el desventurado Arrio intentó suprimir negando mi filiación divina y tratando de arrebatarme la consustancialidad que tengo con mi Padre eterno.

El dragón infernal convirtió a ese hombre execrable en su rabiosa cola, por cuyo medio atrajo en gran parte a las estrellas que mi bondad había colocado en el firmamento de la Iglesia militante, que tanto tuvo que sufrir. Sin embargo, según la divina promesa, las puertas del infierno no prevalecieron; ella permaneció firme como una roca, aunque azotada por las tempestades de dicha herejía, que fue perdición para tantas almas, aun para algunas constituidas en las más altas jerarquías.

Valor, hija mía, emprende el vuelo hacia mí con las dos fuertes alas que te he dado gratuitamente: la inteligencia de la Santa Escritura, y el conocimiento de la sagrada teología; que el ojo de tu espíritu me contemple fijamente y sin temor de ser oprimido por mi gloria. Yo la suprimiré poderosamente para conservarte firme en el desierto inaccesible a las criaturas, por medio de diversas dispensaciones. No temas la persecución del dragón, que no puede dañarme por ser yo igual a mi Padre omnipotente, a cuya diestra estoy sentado en mi reposo, y de pie para acudir en ayuda de mis elegidos, que combaten valerosamente para apoyar las verdades divinas.” [222]

“Estoy a la derecha de los divinos deleites, para prepararte goces inmortales. Confiésame, querida mía, delante de los hombres y yo te confesaré delante de los ángeles. Mi amor quedará insatisfecho si no te presento a mi Padre eterno, que te conoce a través de mí. Él y yo te visitamos mediante nuestra espiración común, que sigue siendo un rocío admirable y prodigiosamente fecundo. Ábreme los entendimientos de la humanidad, que permanecen cerrados a mi luz; sé mi pasaporte, introdúceme en los espíritus que no estén ciegamente obstinados por obra del príncipe de las tinieblas, que es la potestad del mundo depravado, por el que no quise orar; mundo que mi predilecto describió tan bien al decir que su fundamento radica en la malicia: pero la sabiduría no vence a la malicia. No, hija, la sabiduría no rebasa la malicia porque no violenta el libre albedrío que di al ser humano. Llega, sin embargo, a todos los confines inspirando fuerte y suavemente a todos sus amados para enseñarles el camino de la prudencia divina.” [223]

Señor, puedo pedirte muchas cosas y estoy plenamente segura que recibiré, aquellas que tu voluntad me dé. Una súplica más: no deseo tener la sabiduría del mundo, más bien quiero que tu sabiduría llene mi ser.
“Hija, mi sabiduría reprueba la sabiduría del mundo, que es locura ante mí. Me complazco en escoger a los débiles para manifestar mi fuerza, y llamar al que carece del ser, para destruir al que se gloría en tenerlo. Porque lo que no es, debes entender a los que no se estiman sabios por sí mismos, a causa de su propia suficiencia. Me complazco en escogerte para confundir a muchos que se glorían vanamente en su saber. Todos ellos se admiran al verte iluminada por la inteligencia que te concedo movido por mi bondad y no a causa de tus méritos.” [224]
“Deseo valerme de ti para reparar el daño que las mujeres ocasionaron a mi divinidad al apoyar a los herejes, fomentando las herejías con su autoridad mal encauzada: muchas fueron las reinas y emperatrices que respaldaron a los heresiarcas, causando con ello grandes males. Quiero, mi toda mía, que seas una columna de verdad. Mucho te lo he demostrado al llamarte a grandes cosas y al instruirte yo mismo, prometiendo que confirmaría mis ojos sobre ti, con la condición de que permanezcas atenta a mis luces, que serán para ti verdades permanentes si eres fiel a mi voluntad.” [225]

“En cuanto a ti, deseo corroborar las palabras del Génesis que menciona el apóstol de la gloria: ‘Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo Jesús ‘(2Co_4_6).

Permíteme, queridísimo Amor, que te hable de parte de las potencias de esta alma a la que tanto favoreces, diciéndote humildemente: ‘Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros’ (2Co_4_7).

Mi debilidad me haría temer la pérdida de tus tesoros, si tú mismo, al dármelos, no cuidaras de ellos. Al considerarlos en un vaso tan frágil, afirmo que el poder sublime de un Dios infinitamente bueno es tan amable como admirable: Eliges mi debilidad para manifestar tu poderosa diestra, a fin de que cante yo con el rey profeta: ‘La diestra del Señor me ha exaltado, la diestra del Señor ha hecho proezas. No, no he de morir, que viviré y contaré las obras del Señor ‘(Sal_118_16).” [226]


De una u otra manera los santos expresaron esta idea, que la bella oración de Charles de Foucault nos dice: “Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo. Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.” Jeanne nos lo ha expresado a su estilo muchas veces, he aquí una más.

“Ven, Dios mío, ven, mi Señor, ven, Verbo increado, Hijo eterno del Padre, ven Soberano mío, Hijo temporal de tu Madre Virgen, de la que tomaste nuestra naturaleza sin dejar la tuya. Quiero exclamar con la Iglesia: Dios se hizo hombre. Lo que ya existía, subsistió y lo que no, fue asumido sin que se diera en ello mezcla ni división.

Unión admirable de dos naturalezas que no se mezclan. Oh sabiduría divina, cuán adorable eres al asumir nuestra pobre naturaleza, que quisiste tomar dándole tu soporte, a fin de que el ser humano fuera Dios, uniendo lo finito a lo infinito en unidad de personas, sin confundir las sustancias. Te adoro con todas las criaturas. Quisiera que todo entendimiento creado se extasiara ante tus esplendores, y que todos los corazones fueran abrasados con tus llamas.

Heme aquí dispuesta, al menos con el deseo, a recibir, tanto cuanto tu gracia me capacite para ello, la plenitud del rocío que emana de tu cabeza y las gotas que relucen cual perlas orientales en tus cabellos. Tu sagrada humanidad te hace más agradable a nuestra imperfecta mirada por adaptarse más a nosotros, siendo una naturaleza creada y visible, que tan bien te va sin serte necesaria, ya que tu divinidad posee en grado eminente toda su creación del cielo y de la tierra.” [227]

¡Qué hermosas imágenes nos narra Jeanne! Estar abierta de par en par, estar de pie, es decir estoy lista para…heme aquí Señor se bienvenido…entra.

“Estoy de pie para recibir tu divino rocío. Estoy preparada para recoger las gotas de la noche, porque la Encarnación es una noche debido a que las criaturas son incapaces de percibir la manera en que se obró este misterio. El ángel no lo manifestó a la Virgen, cediendo este oficio al Espíritu Santo. Mientras que él obraba, la virtud del Altísimo cubrió con su sombra a la Virgen, en la que se obró esta maravilla con su propia sustancia.

La sangre de la Virgen asumió las gotas de la noche; por ello se la llama con toda verdad Santa, Virgen oculta, Virgen singular y dulcísima, a la que el Verbo descendió cual lluvia fecunda para tomar su sustancia y unirla a su divina subsistencia, convirtiéndose en Verbo humanado en sus castas entrañas para salvar por sí mismo a todos los hombres con una copiosa redención, derramando su sangre preciosa a través de una santa prodigalidad a la que llama gotas de la noche cuando pide a sus esposas le abran las puertas de sus almas a fin de enriquecerlas con el abundante rocío de su divinidad y con las amables gotas de su bondadosa humanidad, que desea manifestarse visiblemente a todos a pesar de que ninguno hayamos merecido este favor, por estar adormilados en la pereza desde que el pecado nos aletargó.” [228]

“¿Cuántas personas, hoy en día, rehúsan levantarse para abrirle? ¿Quiénes se molestan un poco para recibir tan gran tesoro, que contiene la plenitud de las riquezas de la divinidad en forma corporal? Cuántas esposas indignas de este nombre dejan al esposo a la puerta de su corazón, desde donde las invita con inspiraciones continuas a que le abran para su bien. Porque nada se puede hacer de lo nuestro: lo que toma de nosotros se reduce a simples miserias y sufrimientos. Quiso hacerse pobre para enriquecernos. Se despojó para revestirnos. Llevó sus heridas para sanar las nuestras; se hizo mortal y quiso morir para darnos su vida, a fin de hacernos inmortales un día.” [229]
“Ven, gloria mía, para que te abrace después de adorarte. Seas bienvenido, oh el más querido de todos los amores: ‘Mi amado metió la mano por la hendidura; y por él se estremecieron mis entrañas’ (Ct_5_4).
Es tu derecho entrar con tu sutilidad divina en mi entendimiento, y tomar mi corazón con tu delicada y preciosa mano, tan hábil para abrir cualquier cerrojo, aun si estuviera cerrado con mil llaves. Tú eres la llave de David: cuando abre, nadie puede cerrar. Cuando has dado a un alma la confianza de ir hasta ti. Nadie puede impedírselo ni distraerla. Aun cuando todos los hombres y los ángeles quisieran detenerla, no querría emplear el poco tiempo de que dispone para permanecer en su compañía, a no ser para que le digan dónde podrá hallarte cuando te ausentas de ella. Sus conversaciones la afligen; sus palabras le parecen pesadas como golpes que ofenden su corazón herido por tu ausencia.

Estaría dispuesta a dejarles su manto si intentaran retenerla por la fuerza. Quiero decir que dejaría con gusto el cuerpo, que es como un fardo para la pobre alma que languidece de amor, que no puede pensar ni hablar sino del que es la luz de sus ojos y el fuego de su enamorado corazón.” [230]

“Escucho, querido Amor mío. Ante tu palabra mi alma se derrite en medio de un amoroso temor de haberte dejado esperando ante mi puerta más de lo debido. Perdón, mi buen Señor; tú eres la misma dulzura; tu bondadoso corazón no puede disgustarse sin hacerse violencia, violencia que sería capaz de causarme la muerte. Tu ausencia me ha dejado ya como una planta carente de vigor. Vierte tu rocío para vivificarla por ti mismo; haz de ella un árbol para que seas su injerto. Así te complacerás en ser el Verbo encarnado; transforma en ti mi corazón indómito.” [231]
“Oh dulzura de los ángeles y de los hombres; oh ambrosía de tu Padre y del Espíritu Santo, tu paladar es suavísimo; tú eres el deseado de los collados eternos. Si eres plantado en medio de mi pecho, obrarás la salvación en medio de la tierra. Todos mis afectos te rodearán por ser su salvador. Mi alma cantará con el buen anciano: ‘Haz Señor, o permite, oh mi camino, que yo camine hacia Ti, según tu palabra, deseo seguirte hasta la cruz.’” [232]

“No tengo tantos años como el buen profeta, que esperó por tanto tiempo la consolación de Israel. Deseo servirte en la tierra antes de gozar de los placeres de tu diestra, en la que me sumergirás en el torrente de gloria. Si ya desde este mundo quieres hacerme participe del árbol de la vida, y que tus cuatro Evangelistas sean para mí cuatro ríos de gracias que rieguen el jardín de mi alma, no huiré de ello. Tu espíritu, se complació en ser llevado sobre las aguas por medio de un amoroso afecto, planeando sobre su superficie y volando desde allí. Envíamelo: mi deseo e inclinación es elevarme por encima de las nubes por medio de las contemplaciones sublimes que tu bondad se digna concederme.”[233]
Señor te doy las gracias a Ti y a Jeanne por permitirme gozar con estos escritos y reflexionarlos una y otra vez para contemplar tu grandeza, Dios de Dios; Luz de Luz; Dios verdadero de Dios verdadero…
“Allí estoy contenta; esto es darme gracia sobre gracia; es darme la tierra, el mar y el cielo; es darme lo que es don por excelencia. Tu rocío me parece un mar en el que me abismo sea al contemplarte en la profundidad del seno paterno, sea que te contemple en el seno de tu Madre o en el Calvario y aun en el sepulcro.

Te contemplo en todo momento como bondad inefable y amor infinito. Te encuentro en todas partes semejante a ti mismo; te contemplo lleno de gloria como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad, que vive por toda la eternidad.” [234]
“Soy peregrina en la tierra y estoy lejos de mi patria.” [235]
“Oh maravilla admirable. Mi alma adora al Padre y al Hijo, que se extasían divinamente delante de dicho mar de vidrio, que es también un arpa divina que penetra al Padre y al Hijo, que se hallan en él a través de su divina compenetración.” [236]

“Oh admirable misterio: un Dios verdadero Hombre, y un hombre verdadero Dios: unidad adorable, dos naturalezas con un solo soporte, que jamás salió del seno paterno al tomar nuestra humanidad en el seno materno.” [237]
“La tierra de tu cuerpo sagrado lleva en plenitud tu posesión divina.” [238]
“Ve cerca de tu Padre que no te ha dejado nunca solo.” [239]
“Virgen santa. Al orar te transfiguras; ya la gloria te circunda, penetrándote con sus rayos gloriosos. El sol vuelve a entrar en su aurora para mostrar en los cielos una nueva claridad. Virgen santa, Te desvaneces en sus delicias; si expiras al recibir el beso de su boca.” [240]
“Sean los edecanes de la Reina; ustedes reunieron a los apóstoles para presenciar su dormición; todos ellos la rodearon como doce fuentes de las que ella fue origen. La maravilla que admiro es que María jamás se extralimitó a causa de las emanaciones que comunicó a otros, ni debido a las irrupciones que recibió: cuando el Verbo penetró en ella en la Encarnación, María lo engrandeció en su alma y en su espíritu, alegrándose en su divino Salvador; si se eleva sobre los montes de Judea, no rebasa sus cimas de gloria, por encontrarse en aquel que llena el cielo y la tierra, que la encumbró a la divina maternidad sin privarla de su integridad virginal.” [241]

Selecciono una y otra cita porque son preciosas y dejan mensajes claros, o explican cosas que no entendía, me maravillan y no puedo hacer otra cosa que contemplar las escenas que se van describiendo y que por supuesto invitan a la oración, a la adoración, a la alabanza y amar a la Virgen María.

La Virgen María “toda su vida mortal fue moderada por la norma divina, sin inclinarse ni a la derecha ni a la izquierda. Todo en ella se amoldaba a la medida de las virtudes que Dios deseaba depositar en ella. Aun cuando estaba llena de gracia en la encarnación, la profusión de la venida del Espíritu Santo en ella la prolongó y dilató para que pudiera contener al Verbo, que es la gracia sustancial, y para ser contenida por él sin manifestar al exterior aquel diluvio inefable.

Dios en ella y ella en Dios: milagro tras milagro, que a los ojos humanos pasa desapercibido. Cuando el Espíritu Santo permitió un vistazo a su prima, a través de su Hijo, sumergió a todos en transportes de alegría. María es siempre María, es un mar: ‘Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir’ (Qo_1_7), lo cual demuestra que María tiene una capacidad indecible; que es vaso admirable y obra del Altísimo.” [242]

“Mientras describo tan excelentes gracias, veo a María penetrar de gloria en gloria: de la gloria del alma a la del cuerpo. Por mediación del Espíritu del Señor, es resucitada y sale de su sepulcro glorioso en un cuerpo divinizado, por ser el mismo que llevó en sí la divinidad por espacio de nueve meses, del que dio al Verbo una vestidura de su propia sustancia, que se unió al soporte del Verbo divino.” [243]
“No encuentro dificultad en adorarla como Madre de Dios, por la relación que tiene con el Verbo. Si se me permite, mejor dicho, si se me ordena adorar la cruz, que llevó al mismo Salvador, ¿por qué se me prohibirá adorar a María, porta-Dios y Cristófora auténtica? No la adoro en cuanta criatura, sino como Madre del Creador, con el que dicha adoración se relaciona por ser principio y término del mencionado honor. Dichosos los que vivieron en tiempo de María. Los ángeles conocen bien su dignidad y contemplan el trono de gloria que su Padre, su Hijo y su Esposo destinaron para ella La Virgen se me aparece saliendo de la tierra, ensalzada y llevada en triunfo por su Hijo.” [244]

“La Madre entra como esposa en la cámara nupcial; a ella se declara el secreto inefable que ni los ángeles ni los hombres, entenderán jamás. Es el privilegio de esta única paloma, de la toda hermosa, cuyo rostro pide ver el esposo, así como escuchar su voz, que es dulce. La Virgen canta un cántico de amor que ninguna criatura puede entonar, haciéndolo en calidad de emperatriz universal y digna Madre del soberano Dios.” [245]
“Miguel es tan grande, que después de Jesús y María constituye la visión del mismo Dios, Quiero que sepas, hija mía, que a toda la Trinidad le pareció oportuno que Miguel fuera la penumbra en la que el divino Padre desplegó el poder de su brazo omnipotente y lleno de esplendor. Era necesario crear una atmósfera para preservar a María de ser consumida.” [246]

“María, la más excelsa de todas las reinas y emperatriz del universo, fue escogida por la Trinidad para ser Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa queridísima del Espíritu Santo; asignándole no sólo al gran san Gabriel para ser su guardián… Fue Miguel quien reveló a san José el misterio de la Encarnación; San Lucas se enteró por la Virgen que Gabriel había sido enviado en su calidad de guardián…San Miguel tuvo, a no dudar, tantos deseos de ver la Encarnación, como los tuvo para ser fiel y combatir al que quiso impedirla.” [247]
En el apartado, escrito al inicio, donde Jeanne escribe sobre algún santo, expreso que Jesús le dice o enseña mensajes cuando lo pone como ejemplo. En esta cita, ella nos narra que recibió grandes gracias y favores de Santa Lucía “y supo que el alma movida por la gracia, es más excelsa cuando la recibe y se extasía dejando de actuar.” Incluso comenta que no pudo escribir lo que contempló su espíritu impedida por los achaques de su salud.

“El día de Santa Lucía recibí grandes gracias y favores de esta santa. Hoy, al invocarla, mi divino amor me dio a conocer en un éxtasis la grande gloria de esta santa. Me pareció verla toda luminosa, como sugiere su nombre. Escuché que tiene un grado de gloria semejante al de san Lorenzo. También vi un unicornio y escuché estas palabras: ‘Allí suscitaré a David un cuerno, aprestaré una lámpara a mi ungido ‘(Sal_132_17), y que el cuerno de David, el verdadero Salvador, había aparecido entre esplendores en esa azucena sagrada. Vi tantas maravillas, que llegó a parecerme que Dios me había escogido para describir la gloria de esta santa; pero no he podido escribir lo que contempló mi espíritu, distraída o impedida por mis achaques. Solamente diré que dicha santa estaba fortalecida por el Espíritu Santo, que la escogió para ser su morada y que el Verbo gozaba de manera inefable al comunicarle su claridad. Ella fue el templo del Espíritu de amor, que se complació en consagrarla con la profusión de su unción sagrada.” [248]

“El día de la Ascensión, sintiéndome molesta a causa de mi salud y tan afligida que no podía encontrar solaz en lugar alguno, me retiré a nuestra capilla, haciéndome violencia para orar ante aquel que había subido a su gloria, ascendiendo sobre los cielos para convertirse en el cielo supremo. Al cabo de un rato el divino Salvador, que es mi Rey y mi reino, se inclinó a mis deseos; mejor dicho, me elevó hasta él diciéndome amorosamente que había subido hasta la gloria suprema, que fue adquirida por su poderosa diestra a través de sus sufrimientos. Me dijo maravillas, que describí lo mejor que pude a mi director espiritual.
Permite a mi alma, divino Salvador mío, que alabe tu bondad, que es tan grande, magnífica y generosa con nuestra naturaleza, a la que uniste a tu divina persona. Oh Verbo eterno El Salvador se entrega en este sacramento, no para ejercer en él su justicia hacia nosotros, sino para complacerse en él con nosotros y para visitar su templo. El apóstol dice que los cristianos son templos de Jesucristo, en los que él se complace en orar y enseñar.” [249]
“Esta mañana, día de Todos los Santos, me encontraba muy indispuesta para orar. Me hice violencia, pidiendo a los santos que fueran mi fuerza y me rodearan con su protección. Aunque deseaba meditar en su gloria, no pude hacerlo a causa de una enfermedad que me impedía estar de rodillas o en la disposición que hubiera deseado. Mi divino amor me dio a entender que no era necesario detenerse en estas consideraciones; que habiendo sido elevado a su gloria, en la que habita en una luz inaccesible a las criaturas, se digna fijar sus ojos en una pequeñuela y, como dice el profeta: ‘Levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre, para sentarle con los príncipes, con los príncipes de su pueblo ‘(Sal_113_7s).
El adorable madero estaba revestido con dicho paño dorado, para darme a entender que la desnudez de la cruz estaba engalanada de gloria. Vi el trono de la misericordia divina en medio del Paraíso, siendo instruida admirablemente de que todos los santos estaban en ronda o como en círculo en torno a ella, en la que se asienta la alianza de la que habló David diciendo: ‘Congregad a mis fieles ante mí, los que mi alianza con sacrificio concertaron’ (Sal_50_5).
Como el Verbo era Dios, aunque sólo sufrió en su humanidad, le confirió un mérito infinito porque las acciones son de los soportes, y las del Verbo Encarnado eran teándricas, es decir, humanamente divinas y divinamente humanas. Mi alma encontró la gloria en la cruz en compañía de los santos, que se alegraron en ella como en su meta de gloria. Si el apóstol no deseó sino a ella en la tierra, donde fue menospreciada, ¿qué podríamos pensar de la exaltación y de la exultación de los santos en el término? Les puedo aplicar las palabras del rey-profeta: ‘Exulten de gloria sus amigos, desde su lecho griten de alegría ‘ (Sal_149_5).” [250]
¡Qué hermosas y tiernas frases, llenas de amor! Expresa Jeanne:
“Mi divino Salvador, que se complace en acariciarme en todo tiempo y lugar, me previno por su bondad, haciéndose la preparación de mi corazón. Cierto día, al orar con él en la capilla del noviciado de su Compañía en París, fijó mi atención en estas palabras del salmo: ‘Como un ungüento fino en la cabeza, que baja por la barba, la barba de Aarón, hasta la orla de sus vestiduras’ (Sal_133_2), diciéndome que la parte que recibió más ungüento en la consagración del gran sacerdote Aarón, fue la extremidad de la franja de su túnica, porque la cabeza y todo el resto se descargaron en ella.

Su bondad me ordenó tomarlo por la franja, que es su humanidad, en la que están reunidas todas las gracias hechas a los demás santos, diciéndome que ella fue la extremidad a la que arribaron y en la que terminaron todas las profecías, lo cual movió al apóstol a decir que Dios habló por medio de los profetas de muchas maneras, pero que en los últimos tiempos nos envió a su Hijo para hablarnos a través de su Verbo hecho carne. Añadió que la Orden que deseaba instituir en esos últimos tiempos hablaría mediante su palabra encarnada, por ser poseedora de su orla sagrada y que él recogería en sí las gracias que fueron concedidas a las demás órdenes, pero con la abundancia que el Verbo le daría por ser la fuente de la elocuencia.

Prosiguió exhortándome a pensar grandes cosas de su liberalidad, diciéndome que sus manos estaban hechas al torno para dar abundantemente.” [251]

“Mi solo amor, ¿cómo te daré gracias por tantos favores que te dignas concederme sin mérito alguno de mi parte? Cuando pienso en el poco tiempo libre que tengo para oraren tu compañía, no dejo de experimentar cierta pena en mi espíritu.

Cuando por la noche acudo a ti para decirte que estoy libre y que te complazcas en aquella que te pertenece por todos conceptos, me muestras un amor santamente diligente.” [252]

“Te decía el día tres de este mes que, después de escuchar tan grandes maravillas de tu sabiduría increada, ¿cómo podría yo aplicar mi espíritu a las cosas creadas? Querido amor, cuán agradable es hablar de ti. Tu Padre eterno confiesa que en ello consisten las delicias que posee desde la eternidad, por ser tú el término de su entendimiento; eres tú su providencia en él, por él y para el Espíritu Santo, Espíritu que dijiste recibe de ti todo cuanto posee como procedente de su principio junto con el Padre, en el seno de la Trinidad.”[253]

“Me dijiste que mi humildad movió tanto la tuya, que tuviste el deseo de que te aplicara estas palabras: ‘La tierra estaba informe y vacía’ (Gn_1_2); y te dignaste instruirme diciendo: Hija, acude a considerar esta maravilla del comienzo o principio, que es el Verbo, que es Dios.” [254]

“La tierra de mi cuerpo pareció vacía e infecunda; por ello dije: ‘pero la carne es débil’ (Mt_26_41), aun después de haberlo llevado treinta años sobre la tierra. Te enseñaré, corazón mío, cómo debes entender mi celo.
No tuve soporte adecuado para la humanidad, atribuyendo todo a la divinidad, en lo que experimentaba un grandísimo afecto. El celo de la gloria divina me devoraba y me causaba sed.
Ofrecí todas las cosas creadas, pero nada fueron. Obré entonces en mí un continuo holocausto, pero tan admirable, que los hombres y los ángeles no sabrían describir lo que corresponde al Verbo expresar.

Subí por la llama de mi sacrificio, orando con Dios en el punto supremo del espíritu, donde la gloria divina era contemplada por la parte superior de mi alma, en tanto que la inferior permanecía en un abismo de tinieblas, cubierta por la confusión de los pecados de los ángeles y de los hombres: de los ángeles malos no para redimirlos, sino para ver que sus actos de malicia se opondrían largo tiempo al Verbo, que el Verbo les daría el ser y que tascarían siempre la rabia de no ser suficientemente poderosos para oponerse a sus designios, junto con el pesar de no tener tanto odio como amor tiene él por la humanidad, ya que no igualan en malicia la bondad y amor de Dios y carecen de infinitud en muchos sentidos.” [255]

¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! (Sal 8) Cómo amas a lo que creaste y cómo tu Misericordia llega más allá de lo que podemos imaginar. No permitas que caiga en tentación y líbrame del mal.

“Hija, yo los sostengo y les doy el ser, que ellos emplean en odiarme; no fue este mi designio, pero ellos se obstinaron. Después de ser condenados, les preservé su naturaleza espiritual y excelente, que nunca me han agradecido. No quise combatir con ellos en el cielo, dando esta comisión a Miguel.

¿Deseas contemplar mi bondad en la tierra? Jamás quise combatirlos con rigor, moderando mi justicia cuando me interpelaban. Al arrojarlos de los cuerpos humanos, les permití entrar en los cuerpos de las bestias. Después del juicio final, mi misericordia seguirá permitiéndoles habitar en los lugares subterráneos.” [256]

“Mi aliento no extinguirá esos seres humeantes de malicia en contra mía, permitiéndoles retener su naturaleza espiritual. Manifestaré además mi bondad al no reducir a la nada las cañas cascadas de los hombres y mujeres que se condenaron. Lo que es más de admirar es que, odiando esencialmente el pecado, permito a esa nada, que es mi enemigo capital, reinar entre los ángeles y los hombres en el infierno.” [257]

“Mi bondad me mueve a tolerar la nada del pecado, que no fue creada por mí, a la que aborreceré infinitamente en el ángel y en el ser humano. Así como amo mi esencia, así odio el pecado.

Hija, admira mi benignidad, que deja el poder a los demonios para defender los injustos derechos que usurpan sobre mis bienes y adquisiciones, que son los hombres, los cuales me niegan y me abandonan. Qué confusión sufrió mi alma bendita al considerar los pecados de los ángeles y de los hombres. Estaba cubierta de tinieblas y sumergida en un abismo, sabiendo que la divinidad estaba ofendida por seres soberbios que jamás se humillarían ante mí. ¿Acaso lo anterior fue para ti como una vestidura de doble confusión, Jesús, amor de mi corazón?” [258]
Cuando El Señor le pide a Jeanne que medite en lo anterior, vean qué respuesta le da. Llama a su querido Salvador “Alma humildísima, abismada en la humildad, y¿… y quién no hubiera muerto ante el peso de tanta tristeza?” [259]
“Hija, medita estas cosas y siente, si puedes lo que yo sentí. Alma humildísima, abismada en la humildad. No puedo hacerlo. ¿Dónde estabas, amor mío? ¿Dónde te encontrabas en esa confusión ante la divinidad? Sería necesario conocerla como tú la conociste. Sería menester amarla como tú la amaste y odiar el pecado al igual que tú; confusión que ocasionó conflictos y heridas a tu corazón, torrentes de lágrimas a tus ojos y raudales de sangre que brotaron de tus poros. ¿Quién hubiera podido sufrir, y quién no hubiera muerto ante el peso de tanta tristeza? ¿Quién no hubiera sido devorado en el océano de las contradicciones que te causaban los pecadores, en cuya profundidad se sumergía tu alma? El aceite de la divina misericordia te sirvió entonces de antorcha para retirarla de los pecadores, sabiendo que tu alma se entregaba por ellos al Padre eterno, deseando estar triste para obtenerles la alegría eterna. Él te escuchó mientras te ocultabas debajo de la tempestad y probabas las aguas de la contradicción, sobre las que se cernía el espíritu divino, que es el Paráclito. Dime, si te place, Espíritu Consolador, ¿acaso no tuviste un deseo indecible de descender a estas aguas? ¿No era tu amor tu peso, que llevaba al Salvador?
Si hubieses tenido un cuerpo y un alma como los del Verbo, ¿te habrías sentido atraído, considerándote como otro San Pablo al sentir sus dolores? Sí, pero convenía más que estuvieras exento de dichos sufrimientos, a fin de que, mediante una suficiencia de excelencia, pudieras considerarlos.” [260]

Jeanne dice: “Ocúltate en mi corazón, pruébame Oh, mi todo” Yo expreso como San Pedro: “Señor, tú sabes que te amo.” (Juan 21, 15-19)
“Queridísimo amor, para enseñarme lo que debo hacer durante la noche, me darás la luz que preside en ella, la cual es comparada a la pequeña luminaria que no deja de derramar sus influencias sagradas en el corazón que amas, aun en el tiempo en que pareces ocultarte, o en el que pruebas a tus amados con destierros penosísimos, dándoles, en tu providencia admirable, resoluciones inquebrantables que son como estrellas fijas que brillan en sus almas en esas noches de aflicción. Tú puedes hacer, oh mi todo, que, mediante tu poder, produzca yo virtudes vivas y animadas del puro amor, amor que nunca está ocioso ni inerte, porque se complace en la acción: ‘Produzcan las aguas reptiles animados que vivan, y aves que vuelen sobre la tierra, debajo del firmamento del cielo. Creó, pues, Dios los grandes peces, y todos los animales que viven y se mueven’ (Gn_1_20s).” [261]

“Me someteré a las operaciones divinas, porque, al estar en ti, no desearé obrar sino por ti, para ti y en ti, Verbo eterno, que eres fuente de la sabiduría en el entendimiento paterno, del que jamás saldrás en cuanto Verbo increado, pero al que subiste como Verbo Encarnado. Tú regarás tu paraíso de delicias, haciéndolo agradable a tus ojos divinos y enviando a él la suave brisa de tu divino Espíritu. Tú eres el árbol de la vida que será plantado en medio de mi corazón, en el que serás el verdadero Adán celestial, y tu santa Madre una Eva admirable, verdadera Madre de los vivientes, y, por una gracia sin par, Madre de la vida. En él obrarás y lo guardarás, no permitiendo que la serpiente halle una entrada a él. Fuente de sabiduría es la Palabra de Dios en las alturas; en ella están contenidos los mandatos eternos. Raíz de sabiduría que ha sido revelada; ‘¿Quién conocerá sus sutilezas? ‘(Si_1_5s).” [262]

“Tu prudencia es más diestra que sus ardides; tú la engañarás santamente, destruyendo sus argucias y convirtiéndome en tu paraíso de delicias, porque te complace encontrarlas con los hijos de los hombres. Haz de mí, por tanto, tu paraíso de delicias, rociándome con las aguas supremas. Que tu espíritu me mueva a obrar en tu compañía, porque tú deseas mi cooperación. Se para mí y yo para ti, porque dijiste que no era bueno que el hombre estuviera solo. ¿Convendría eso a una mujer? Ven, Señor, ven. Amén”.[263]

“Estos príncipes, tan corteses como caritativos, me hicieron escuchar: ‘Vuelve, vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos’ (Ct_7_1) ¿Qué verán en la Sulamita, sino coros de ejércitos? Ustedes quieren verme; pero hay mucha diferencia entre estos y aquellos años: ‘Tengo tantas y tan diversas ocupaciones, y tal cúmulo de asuntos. Tengo tantas personas a quienes dirigir, y hago todo tan mal, que me desconozco a mí misma. Si no lo sabes, Oh la más bella de las mujeres, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores ‘(Ct_1_7).” [264]

Oh mi querida Jeanne, tu alejada de la oración, no puede ser, todo día que pasa estabas en oración, pero si te refieres a ir a la capilla, está bien. Refieres que eran horas perdidas en el locutorio, y pienso que no, eran almas que ganabas para el cielo.

“Hermanos celestiales y caritativos; en otra ocasión me dijisteis: ‘Tenemos una hermana pequeña: no tiene pechos todavía’ (Ct_8_8). Es verdad que soy su pobre hermanita, privada de los pechos de la constancia debido a mis ligerezas, por acudir tan raramente a la oración, y por carecer del fervor y cuidado que debo tener de las hijas que me son confiadas para alimentarlas con la leche de la devoción y del buen ejemplo. Tengan piedad de mí al decirse unos a otros: ‘¿Qué haremos con nuestra hermana el día que se hable de ella? Si es una muralla, construiremos sobre ella almenas de plata; si es una puerta, apoyaremos contra ella barras de cedro’ (Ct_8_9).” [265]
“Nos dices que acudes raramente a la oración, por detenerte en el recibidor, hacia el que sientes disgusto. Piadosos admonitores; es verdad que me mortifico muchísimo cuando es necesario estar adherida a una reja, debido a las faltas que allí cometo, perdiendo horas enteras que podría emplear en la oración, en la que me encuentro indispuesta debido a achaques corporales como dolor de cabeza y de riñones, causados por las diversas visitas, que me obligan a estar sentada mucho tiempo. Al salir del locutorio, digo a todos ustedes: ‘No lo advertí, se conturbó mi alma por los carros de Aminadab’ (Ct_6_11).Las consideraciones y los respetos humanos penetran con frecuencia en un espíritu demasiado fácil en condescender en lo que él mismo desaprueba. Esencias inmutables; les confieso mis debilidades y mis continuas faltas, que no dejan de ignorar; fidelísimos guardianes, ¿acaso no debería enrojecer por corresponder tan mal a sus constantes inspiraciones?” [266]
“Tu vientre, un montón de trigo, de lirios rodeado. Tu corazón está colmado del trigo de los elegidos, al que recibes todos los días, el cual se multiplica en favores celestiales y divinos, blancos como lirios que producen virginalmente maravillas de pureza.” [267]
“Miguel, su príncipe y mi excelente Maestro, con su cortesía y caridad acostumbradas, se dignó explicarme las palabras de San Pablo: ‘He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles’ (1Co_11_10), diciéndome: Ve más allá de la explicación ordinaria que suele darse a estas palabras, y escucha las que te enseño. Observa que este pasaje no dice precisamente que la mujer deberá llevar un velo, sino, en verdad, y a la letra: ‘He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles; es decir, que debe tener poder sobre su cabeza a causa de los ángeles’ (1Co_11_10) y por eso debe tener poder sobre su cabeza a causa de los ángeles.” [268]
“Tu pequeña discípula te escucha con placer; haz que esto no suceda sin los frutos que deseas obtenga yo de todo, para gloria de Dios, mi salvación y la de mi prójimo.” [269]
Después de esto, yo la más pequeña de las pequeñas digo: ¡Divino Verbo Encarnado, te adoro y amo con todo mi corazón! Ayúdame a serte fiel.
“Profeta, ve a anunciar la llegada del sol, pero antes de que gocen de sus rayos, cierra sus ojos; antes de que escuchen al Verbo, endurece sus oídos, tápales las orejas; endurece y ciega sus corazones, por temor a que presuman de él y de sus bellezas según su punto de vista, con palabras mágicas de complacencia humana; como su corazón se vuelve a los afectos terrenales, nada comprende que no sea carnal y temporal. Deseo que cubras con velos a los judíos, a fin de que no me conozcan con los ojos de la carne y de la sangre, ni que pretendan que, por ser de su raza, les conceda grandezas terrenales. No quiero dar dones perecederos: iré a evangelizar a los pobres, para darles un reino del cielo y no de la tierra.” [270]

“Ve, Profeta, y anuncia los misterios velados a la casa de David diciéndole: Oíd, pues, casa de David: ‘¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel: Dios con nosotros’ (Is_7_13s); un Dios velado con un cuerpo, un Dios oculto y Salvador.” [271]


 
  • e    Al término de su vida
  • Quinta etapa: Al término de su vida 1664-1670
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 Sin duda alguna, una alegre fidelidad y una agradable oblación total de Jeanne a su Divino Amor. En esta parte no cita tan seguido a las Sagradas Escrituras, sino más bien expresa con sus palabras lo que ya vio, meditó, oró, escribió y, asumiendo éstas en sus diálogos cada vez más llenos de amor. Siento que algunas veces siente la necesidad de mencionarlas.

“Esta mañana del 18 de noviembre, mientras estaba con otras personas, sentí mi corazón herido por los deliciosos dardos de mi divino esposo. Al sentirlos, desee que fuesen todavía más agudos, ya que mi corazón gusta más de la herida que de cualquier curación. Consideré poca cosa todo lo que se me decía; es decir, nada, a pesar de que se me hablaba con grande afecto de las gracias que mi único amor me ha concedido. No desprecio los dones, pero estimo al donante, al que amo por amor a él mismo”. [272]

“Al verme, después de varios meses, en una gran indiferencia hacia todo lo que no es Dios, no deja de admirarme el permanecer tanto tiempo en este estado. Me refiero al fondo de mi alma, pues la parte inferior no está siempre en esa indiferencia hacia todo lo que no es Dios.

En cuanto a la parte superior, vive en paz. Lo que puede llegar a cansarla es oír que se me alabe, y para mantenerla en un gozo extraordinario, es menester que se me demuestre desprecio. Esta alegría no me viene por razonamientos ni por humildad, sino mediante un don que se me concede gratuitamente de lo alto, sin que contribuya a él mediante algún acto perfecto de virtud. Este don no impide que cometa yo algunas faltas muy materiales, que desedifican bastante a las personas que viven conmigo.” [273]

“Debería yo afligirme de ellas para corregirme, pero no puedo hacer ninguna de las dos cosas. Mi espíritu experimenta repentinamente la paz, y no atino a hacerme violencia para corregirme. Pienso con frecuencia que soy la persona más culpable de la tierra, pero en lugar de afligirme por ello, me humillo ante Dios, acusándome de todo cuando tengo acceso a mi confesor, aun cuando deba hacerlo varias veces al día. La confesión me da confianza para orar.” [274]

“Cuando acudo a la oración, como sucedió esta tarde a las cuatro, al entrar en nuestra capilla pienso que soy muy imperfecta para dialogar con mi divino amor, el cual me ha dado a entender que si la sangre de las víctimas y de los sacrificios antiguos servía para purificar, ‘Cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia’ (Hb_9_14).” [275]

Cada vez que Jeanne escribe sobre la Trinidad, aprendo algo nuevo, le doy las gracias por quitarme los velos que tenía ante mis ojos. Gracias Señor, por permitir que aumente mi fe y mi amor hacia Ti.

“Ante estas palabras tan favorables, y prevenido por el mediador que apacigua a su divino Padre, mi espíritu fue acogido con gran caridad por la augusta Trinidad, a la que adoré sin tardanza, abandonándome a todo lo que quisiera hacer de mí y en todo lo que puede sucederme inmediatamente de su parte, o por medio de las criaturas, diciendo al divino Padre: Si la gloria de tu poder se acrecentó tan poco a causa de mi confusión y mis debilidades, las acepto. Y al amadísimo Hijo: Si la gloria de tu sabiduría brilla más en mi ignorancia, necedad y confusión, la deseo. Y al Espíritu todo amor, todo bondad, todo llamas: Si tu gloria es mayor en mis frialdades y aun en mis imperfecciones porque me humillan, acepto las primeras y sufro las segundas.” [276]

“Así, al presentar a las tres divinas personas, con una mente sencilla, el variado sentir de otras personas acerca de las repentinas gracias que se me conceden, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo me dio a entender lo siguiente: todo don bueno y perfecto en sumo grado procede de lo alto, del Padre de las luces, que es él mismo; permitiéndome ver, en medio de delicias, el rayo que me es ordinario, pero extraordinariamente multiplicado, manteniéndose muy recto sobre mi cabeza, casi siempre a manera de antorcha y después en forma de globo, diciéndome: Esta claridad no tolera sombra alguna de las criaturas, porque están debajo de ella. El Verbo de Dios ha descendido a ti; no temas a los que lo desconocen.” [277]
“La Trinidad divina me inspiraba una grande confianza en ella; dentro de mi pecho, la llama se intensificaba, abrasándome del todo. A esto siguió un asalto impetuoso. No puedo ni me atrevo a expresar las muestras de ternura que el divino amor me dispensó por espacio de seis horas. Tampoco puedo repetir los nombres que me dio, que nos parecerían salir de su corazón y de su boca con la ternura e impetuosidad de un Padre, de una Madre, de un Esposo, urgidos, por no decir apasionados, por el amor hacia un hijo, una hija y una Esposa amada hasta el extremo. Me dio a entender que me amaba con más amor que Asuero a Esther, diciéndome en medio de un amor cordial y afectuoso: ¿Qué deseas, amada mía, querida mía, corazón mío y más de lo que le puedo contar; qué deseas de mí? ¿Me pides acaso la mitad de mi reino? No, mi divino amor, tu reino es indivisible. No puede ser dividido y jamás será abatido.” [278]

“Hija, me respondes sabiamente; mi reino no es semejante a los reinos del mundo, que no pueden ser repartidos sin ser aminorados o disminuidos; mi reino es inmenso e infinito; es incomunicable. Está todo en ti, y lo recibes todo, mas no totalmente. Está en tu corazón y en tu espíritu. Como el grano de mostaza, ha crecido y llegado a ser un árbol corpulento, en el que mis santos, que son mis pájaros del cielo, acuden a reposar, alegrándose en él y haciéndote parte de su contento, dándote elocuencia, por orden mía, sobre los misterios sagrados, y moviéndome a decirte las palabras que fueron dichas a Abraham: ¿Podré ocultar mis secretos a la que renunció a su gloria para procurar la mía? Dijiste que mi reino no podía ser dividido ni abatido; dices bien, pero es necesario que te confíe un secreto del amor que está oculto bajo los velos, porque me agradas en tus escritos.
Nada me es imposible; todo es fácil para mi amor. Amo y hago lo que me place en el cielo y en la tierra; y como te amo y te digo mis secretos, que consideras preciosos, confiesas que tu doctrina procede de mí y no de ti. Aquellos profesan fidelidad a mi Padre, al Espíritu Santo y a mí, conocerán la doctrina que te enseño.” [279]

Cómo un alma enamorada, experimenta lo que no se puede expresar tan fácilmente con palabras, así cómo es el amor de su amado, así de bello nos lo transmite. ¡Vaya. Maravillosa definición del beso más puro!

“Si pudiese estar allí, te tomaría por derecho de bodas y de nuestros desposorios, y te besaría tanto cuanto tu bondad lo permitiera y me diera audacia para ello. Por ser tu esposa, no temería*que alguien se atreviera a reñirme o a despreciarme por esta santa presunción, porque la esposa es del esposo tanto como él lo es de ella. Te besaría con un dulce y castísimo beso, por ser un ósculo entre hermano y hermana, entre un esposo y su esposa, cuyo amor es indivisible. Beso tiernamente amoroso, por ser el de una madre a su hijo, pero beso de un Dios a su criatura, por tener todo el derecho de hacer lo que desee, y de encontrar sus delicias con los hijos de los hombres, sin que ángel o criatura alguna puedan murmurar por ello.

Comenzarías por besarme sin que yo te lo pidiese, previniéndome con tu ternura y dándome tu amor como cortejándome, admirando las gracias que me has concedido y haciendo que tus criaturas acudan a admirar contigo a la que no merece ser vista.” [280]

Me quedo sin palabras, admirada y boquiabierta, al darme cuenta de tantos bellos detalles que Jeanne escribe al sentirse cortejada y amada por Jesús Verbo Encarnado. ¿Señor por qué no nos damos cuenta de quién eres? Con estas palabras que nos dicen cómo amas a Jeanne, en presente porque todavía la ama. Aun los novios y estando muy enamorados quedamos chiquitos ante esto. Disfrutemos la lectura.

“¡Cuántos coloquios y alabanzas! ¡Cuántos perfumes y serenatas! ¡Cuántos motetes cantados por tus ángeles, que a tu vez me entregas y dedicas para encantarme y atraerme a tu amor! ¡Cuánta dulzura sagrada! ¡Qué raudal de santas discreciones, según tus riquezas! ¡Qué abundantes profusiones y divinas prodigalidades, tanto sobre mis sentidos, como sobre mi espíritu! ‘Has querido atraerme a la soledad con la poción de la leche de la devoción del agua de Naffe, de las lágrimas del vino delicioso’ (Ct_5_1), de los consuelos del río impetuoso del torrente de tus delicias. En fin, pensé quedarme en medio de esta abundancia, diciendo con David que nada cambiaría, o con san Pedro, que era bueno estar allí. No pensaba sino en mi propio contento, como una adolescente que se complace en jugar y saltar. Al jugar contigo, me darías el derecho y la ganancia, porque te gusta contentarme. Tú eras mi laúd y mi cítara de diez cuerdas, en armonía con los nueve coros angélicos. Tú y tu santa Madre, ambos a una,*me hacen dar saltos como una cervatilla sedienta que huye de los cazadores. Con ello me invitan a dejar las vanidades para buscar descanso y solaz en la fuente de vida que es tu divina bondad; manantial de fuerza y de vida. Sembrabas espinas en mis caminos cuando yo quería seguir el mundo; pero al ir en pos de ti, los sembrabas de flores perfumadas. Me atraía el olor de tus perfumes. Tu nombre precioso era para mí tan aromático, que todas mis potencias corrían hacia él; y aunque jóvenes para la devoción, parecían amarlo mucho.” [281]

“Era yo como una varita de incienso perfumado. Tu lengua parecía manar siempre leche y miel, y tus labios eran para mí un panal. Tus labios, es decir, tu santa humanidad. Cuando el sol de tu divinidad caía de lo alto, ella destilaba en mí dulzuras tan deliciosas como un panal de miel. Cuando me dabas el dulce beso de tu boca, exclamaba yo que tu paladar era suavísimo. Me enamorabas como un amigo queridísimo, y a mi vez yo lo hacía, cada quien a su turno.” [282]
“El mismo se ha incrustado en ella, a fin de que nadie pretenda cortejarme: Puso un signo en mi rostro para que no reconozca a otro enamorado sino a él. Me rodeó con piedras y gemas resplandecientes. Me ha dado en arras el anillo de su fidelidad; me ha adornado con pendientes admirables. El Señor me coronó con una túnica dorada. Miel y leche me han dado sus labios y su sangre adorna mis mejillas. Sólo a él sirvo con fidelidad; a él me entrego con toda devoción. Me ha mostrado tesoros incomparables, que son para mí promesas seguras.” [283]

“! Ella vive sin vivir y muere sin morir.” [284]
“La esposa se ve libre de todos sus males al recuperar a su esposo, que es su soberano bien. En él encuentra ella todas las cosas. Todo parece estarle sujeto; domina en todo y sobre todo. Sólo cuenta su amado, que es su rey y su Dios. Pero también es su esposo, lleno de amorosa bondad.” [285]
“Ahora bien, los deseos de la esposa consisten en gozar de su amado, que es el Deseado de las naciones y de los collados eternos. El Padre y el Espíritu Santo se complacen en este Salvador, que es su esposo, y todo de ella. De manera que si no tuviese la misma esencia indivisible con el Padre y el divino Espíritu, podría parecer que la ley del matrimonio establecida divinamente haría que él dejara todo para unirse a esta esposa.” [286]
“Yo soy la esposa queridísima del Señor de los ángeles, cuya hermosura admiran el sol y la luna. Sólo a él servir‚ con fidelidad de esposa. A él me entrego con toda devoción (Sta. Inés). Soy toda suya por inclinación de mi franca y libre voluntad. Deseo ser enteramente suya, así como su bondad lo mueve a ser todo mío.” [287]

“Que tu diestra me abrace para decirme que viva con paciencia, porque no estoy sin ti, que permaneces conmigo en el divino sacramento. Con tantas visitas que tu amor me hace, conserva mi espíritu en medio de tantos peligros. Tu mano izquierda impide que los males me derroten, en tanto que tu derecha me comunica sus bienes para alegrarme y embriagarme de tus delicias.” [288]

Qué gran respeto hacia Jeanne, la amada, la esposa…expresiones del verdadero amor que nunca imagine leer y escuchar que Dios podía tener. ¡Qué deleite!

“Este esposo benignísimo, al ver que su amada esposa no piensa sino en él, y que, como una bebita se duerme entre sus brazos como si él fuera su nodriza, conjura a las hijas de Jerusalén, a los ángeles aunque pacíficos, a todas las obras aunque sean virtuosas, para que no despierten a su amada hasta que ella quiera: ‘Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, no despertéis, no desveléis a mi amada, hasta que le plazca ‘ (Ct_8_4). No sólo no la despierten enteramente; eviten hasta el más ligero ruido para no turbar.” [289]
“Querida mía, a fin de que conozcas el gran cuidado que tengo de ti, no sólo como esposo, padre y nodriza, sino también como médico, me propongo cuidarte con mi vigilancia, por temor a que las alabanzas que se te prodigan encanten tu oído y te cierren los ojos, impidiéndote ver tu origen.” [290]
“También tú estabas debajo del mismo árbol; dormías en Eva, ignorando aun tu nacimiento; pero yo te veía presente, porque todo está presente ante mí. Quería despertarte yo mismo. Dormías con un sueño como de sombra de muerte; un sueño letárgico. Para despertarte, quise bajar de los cielos; más tarde lo hizo mi Santo Espíritu, en medio de un ruido ensordecedor, bajando con vehemencia sobre los que estaban en el Cenáculo: no sólo mis apóstoles, sino los que creían en la resolución eterna que tomé de crear, volver a crear y santificar la creación. Cuando el alma se infunde en el cuerpo, encuentra en él al pecado. Sólo mi madre por privilegio, y yo por naturaleza, fuimos exentos de él.” [291]
¡Qué extraordinario, que te quieran más que a los ángeles! Padre, tú eres el Creador
De todo lo visible e invisible y que a través de Jeanne me has revelado.
“Esposa mía, mi Padre te tiene siempre a su lado con más amor que a miles de ángeles; y así como ellos no tienen necesidad de ser cuidados y dirigidos, por haber alcanzado su fin, estando confirmados en gracia y en gloria, me preocupo más por ti que por todos ellos, tanto porque eres pequeña, como porque me eres tan querida. Te amo con la ternura que se da a un lactante, meciéndote sobre mi regazo al darte mi leche. Tú eres mi Jerusalén pacífica, santificada por mi gracia y mediante el don altísimo y perfecto que procede del Padre de las luces, al que ninguna criatura puede dar sombra. Don que es el Espíritu que te renueva.” [292]
“Me dijiste que yo era escogido entre miles de afectos de tu corazón, y yo te respondí que me eras más querida que mil espíritus angélicos. Te vuelvo a decir que te amo más que a mil almas. Doy doble recompensa a los hombres que cuidan de ti, a los que he confiado tu cuidado en calidad de confesores tuyos: ‘la recompensa de la gracia, la recompensa de la gloria, gloria esencial y gloria accidental. Y doscientos para los guardas de su fruto’ (Ct_8_12).” [293]
La forma tan agradable y sencilla con la que Jeanne entreteje las obras de Misericordia en estos diálogos, me lleva a pedirte perdón Señor, por no cumplir con mis deberes de cristiana y me duele darme cuenta, cada vez más, que he desperdiciado mi vida, en todo y en nada.
“¡Ah! Si tu gracia hubiese obrado en mí al grado de que entendiese estas palabras, dándote a comer el manjar de tu voluntad, que es la de tu Padre, de la que tienes hambre; y que te diese a beber del agua de mis lágrimas, tanto de mi entera conversión como de la de mi prójimo. Si te recibiera dignamente en el divino sacramento del altar cuando te dignas venir a morar en mí, lo mismo que tus inspiraciones. Haz que ellas encuentren mi corazón dispuesto a aceptarlas y conservarlas en él. Que te cubra, que te vaya a visitar afligido por mi amor. Que, al verte atado por los lazos de tu caridad, que desea mi bien, quiera y pueda adherirme a ti, teniendo un mismo espíritu contigo; que mi libertad se entregue del todo a ti, porque tu bondad se pone como límite u obstáculo mi libertad, no queriendo forzarla.” [294]

“Que no niegue a los pobres los alimentos necesarios, sea del espíritu, sea del cuerpo; que dé de beber a los que carecen del agua del buen ejemplo. Que reciba y ayude a curar a tus pobres, sea corporal, sea espiritualmente. Que los visite si están presos, sea en el cuerpo, sea en el espíritu, a causa del pecado. Que dé testimonio de vivir en ti, de ti, por ti y para ti. Que, por toda la eternidad, viva para ti y de ti, transformada en otro tú. Toma posesión de mí como mi rey, mi esposo, mi Dios.” [295]

El estar enamorado siempre ha sido maravilloso, son momentos de gracia que Dios permite a los seres humanos, pero este Amor, expresado aquí, está más allá de lo terrenal y que llega hasta la belleza celestial. ¡Es increíble! Una creatura terrenal y una celestial…

“Jesús mío, adorna mis mejillas con tu sangre purísima; que escuche yo su voz y contemple su color. Su belleza y su bondad me extasían. Ya no vivo para mí. Tu sangre, Salvador mío, brota de tus venas; tu alma saldría de tu santo cuerpo si el amor, más fuerte que la muerte, no la detuviera.” [296]
“Huye, amado mío, descansa al volar y vuela descansando. Sé llevado sobre la pluma de los vientos. Que mi pluma vuele llevada por los dulces vientos de tu divino Espíritu. Que, mediante sus divinas inspiraciones, te lleve con ella a los corazones, y que éstos lleguen a ser montes de perfección enriquecidos por tus gracias y todas las virtudes. Huye, amado mío, sobre lo más alto de los cielos. Rebásalos. Aseméjate a los cabritos; que tú vista penetre los secretos que la divinidad quiere dar a conocer a tu santa humanidad.” [297]
“Envuélvete en los perfumes aromáticos de tus méritos y de tus divinas perfecciones. Recibe la fragancia de los sacrificios que han sido, son y serán ofrecidos; en especial el sacrificio de alabanza que te honra. Recibe el aroma del incienso del ángel que había y ha juntado todas las oraciones de tus santos, que por tu medio son tan aceptas, según nos dice tu apóstol* (Pablo), al hablar de ti a los hebreos: Pero éste posee un sacerdocio perpetuo porque permanece para siempre. De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor.” [298]
Se me viene a la mente, lo que dice nuestro Himno actual (Padre Castro) “hazme luz, hazme flor, hazme nido, Haz de mi tu florido vergel.” ¡Qué mi espíritu también sea un lugar de paseo para ti, donde gocemos ambos!

“Mi queridísimo esposo, que acudes prontamente a morar en las almas, que son tus amigas ocultas en el mundo, para habitar en ellas como Dios oculto y Salvador. Los tesoros ocultos son más seguros que los que están al descubierto. Por ti, están a salvo del enemigo. Ayúdame a escuchar tu voz única; que yo sea tu vergel, tu prado, tu jardín de placer; que permanezca escondida contigo en Dios. Habita en mí. Recréate en mí, si puedo ser para ti un prado; haz de mí un lugar de paseo para ti. Por ser jardín, corta en él todas las flores por ti plantadas; por ser vergel, resérvate todos los frutos. Que el fuerte viento de la vanidad no los abata, y que el gusano del amor propio no los roa ni los carcoma.” [299]

Por el amor a Jeanne, el Señor me deja estática…y admiro esta comparación con expresiones usadas para la Virgen María, le dice que los rayos que ella tiene, y que no puede verlos, Él los hace visibles, a quien juzga conveniente para aumentar la devoción y respeto hacia su Majestad. ¡Es grandioso!
“Querida hija, entre todos los destinatarios de los dones, te miraba para dártelos con largueza, y para hacer ver en ti a los ángeles y a los hombres una reproducción mística de los misterios más renombrados y más orientados a mi gloria visible y a la salvación de los hombres. Sufre, aunque te sientas confusa, pues te digo que tú sigues siendo esta mujer maravillosa sobre la tierra, que encierra en forma mística al Hombre Oriente que soy yo. Eres tú esta mujer que fue un signo prodigioso revestido de sol, coronada de estrellas y calzada con la luna, que tienes bajo los pies, despreciando las vicisitudes y las vanidades de la tierra; tu mente rebosa de ciencia. Los doctos, en Daniel, son comparados a las estrellas que brillarán en perpetua eternidad; los esplendores con que adorno tu alma, irradian al exterior. Tienes varios testigos de estas claridades, aunque ignores, como Moisés, que tu mente y tu rostro aparecen iluminados con frecuencia. Estos rayos que tú no ves, son visibles a los demás cuando yo lo juzgo conveniente para infundirles devoción y respeto a mi Majestad, que se hace ver en quien le place.” [300]
"Debes saber que esto es un signo visible del sol invisible, que te hace su cielo iluminado con sus luces. La constancia que otros perciben al perseverar tú en mis designios muestra tu firmeza, y que no estás agitada por incesantes inconstancias, que son propias de tu sexo.” [301]


Sin duda, bellas y muy emotivas palabras por el significado que tienen. Jeanne dará a luz en la Iglesia, a la Congregación, con este nacimiento místico, que será una extensión de su Encarnación. ¡Alabado sea el Verbo Encarnado!

“Es mi gracia, hija, que te afirma en mi voluntad. Es mi gracia que te hace agradable a mis ojos. Es mi gracia que desea hacerte mi madre en forma maravillosa, y que te hará dar a luz en la Iglesia, mediante un nacimiento místico una extensión de mi Encarnación, a Aquél que mi Madre parió en Belén.” [302]

“Esto se hará a pesar de las envidias, la ira, la furia de los demonios y las contradicciones de los hombres. Te he dado ojos y alas de águila para verme en el seno de mi Padre, en el foco de los divinos resplandores, y para volar a la soledad de este seno paterno, donde se encuentra el Hijo único que te revela estos misterios, porque ha sido del divino placer honrar de esta manera a aquella a quien se complace en honrar con insignes favores. Como mi Madre jamás levantó la voz, quiso clamar a través de los Profetas que deseaba este nacimiento, y así dio a luz sin dolor.” [303]

“Moisés se me apareció llevando dos tablas en las que no había nada escrito, cosa que me extrañó al mirarlas, pero entendí que este legislador venía ahí con los santos a cantar la ley de gracia, que yo buscara en ellas la ley del amor, y entonces conocería lo que deseabas que hiciera.” [304]

“Querido Amor, en tus manos pongo mi suerte, en tus ojos mis energías y en tu seno está mi tesoro. Eres mi bien donde quiera que estés. San Pedro no supo lo que dijo, por eso yo quiero aprender de ti lo que quieres que haga.” [305]
“Es el fin de tu Transfiguración, úneme a ti, átame con tus lazos, quiero ser tu cautiva, si estoy muda como un pez, cógeme en tus redes, en ti encontraré mi elemento y mi alimento, ya que eres el mar inmenso en donde mi espíritu se desplegará y perderá, pues eres mi vida, y mi ganancia está sólo en ti.” [306]
“El alma que posee la paz, es el cielo del Señor.” [307]
“El tercer domingo te pedí mantener en paz tu reino, y que fueras en mí el muy amado, que yo no fuese dividida, porque según dijiste: Todo reino dividido es desolado, lo que es verdad infalible. Haz que por tu gracia sea toda tuya y tú seas mi amor y mi todo, bendiciendo a aquella que te llevó, dio a luz y alimento.” [308]

“El 5 de abril de 1633, día en que se celebra la fiesta de san Joaquín, al que profeso una particular devoción junto con Santa Ana, cuyas oraciones me han favorecido. Por ser hija adoptiva de esta abuela del Verbo Encarnado, me sentí también hija de san Joaquín y hermana de Nuestra Señora.” [309]

“El día del hallazgo de la Cruz, me uní a Santa Elena para encontrarla.” [310]
“Para buscar esta cruz no tuve que hurgar en los sepulcros ni cavar: el amor divino se encargó de elevarme hasta el seno del Padre eterno, en el que contemplé al Verbo, no sólo como Hijo natural y unigénito del Padre, sino como primogénito de todas las criaturas, las cuales sólo fueron creadas para cooperar a su gloria.” [311]

“Con su obediencia, las injurias y afrentas que Dios recibió de aquellos espíritus altaneros y rebeldes, aceptando morir por la gloria de su Padre y para satisfacer las ofensas que los hombres cometían contra su majestad a instigación de Lucifer.” [312]
“Prefirió el gozo eterno que con ello recibiría su Padre, a la confusión temporal que sufriría en sí mismo: ‘El cual, en vista del gozo que le estaba preparado, sufrió la cruz sin hacer caso de la ignominia’ (He_12_2).” [313]

Que admirable plática, Moisés fue llamado a conducir a su pueblo hacia la libertad y Jeanne fue llamada a conducir a su congregación hacia la salvación. En ambos casos Dios les concede la gracia de estar ahí con Él, en lugar santo, en tierra santa.
“Tuvimos una plática durante la cual vi una admirable llama que se apoyaba sobre un pedestal de la misma sustancia que la flama, a la que sostenía de manera inefable. Me pareció admirable porque dicha llama no consumía un verde rosal sin florecer que estaba a su lado. La llama quiso unirse a mí y entrar en mí para abrasarme y conservarme divinamente. Escuché que esta visión era figura del Verbo Encarnado y de la santa humanidad, que se apoya en su divina hipóstasis, la cual estaba representada por el pedestal de fuego que era su so porte. La llama obraba sin que percibiera yo moción alguna.” [314]
“Añadió que me concedería salir victoriosa de las contradicciones de mis enemigos, tanto presentes como futuras; que su designio reverdecería siempre en medio de las llamas de la cólera de los oponentes. Moisés fue llamado a conducir a su pueblo después de contemplar*la zarza que ardía sin consumirse en medio de las llamas; y, en calidad de teniente.” [315]

“El Dios todo bueno me dijo que me había mostrado el rosal verde en medio del fuego para asegurarme que deseaba servirse de mí para sacar a muchas personas de la esclavitud del mundo, que es el Egipto del pecado y del demonio, para conducir los, no solo a través de los desiertos como Moisés, sino hasta la tierra prometida de la Orden del Verbo Encarnado, que manaría leche y miel, afirmando que sería yo como otro Josué que las introduciría hasta su heredad.” [316]

“El día de san Miguel, en 1638, el Verbo eterno se dignó descubrirme en la oración diversas maravillas relacionadas con la creación de los ángeles, diciéndome que me enseñaba e instruía acerca de su creación por medio de admirables conocimientos, así como lo hizo con Moisés sobre la creación del hombre, y que en su inefable bondad se complacía en manifestar sus maravillas a una humilde pequeña.” [317]

“Me dijo, por tanto, que la augustísima Trinidad, ha permanecido eternamente en la posesión de la felicidad que las tres divinas personas disfrutan en ellas mismas al contemplar su simplísima naturaleza y sus admirables atributos, haciendo un ciclo continuo en sus emanaciones y en sus amores, que son ruedas que giran una dentro de la otra mediante sus circumincesiones, en un movimiento que Dios tiene en sí mismo y que puede ser llamado una rotación o una evolución; movimiento que es todo fuego y llamas, al que su amor excita eternamente impulsado por la violencia del mismo amor que desea comunicarse al exterior.” [318]
El capítulo de OG-07c lleva por título: “En este Instituto, se verán realizadas las visiones del libro del Apocalipsis.” Más que explicar, ella adapta los textos bíblicos al Instituto y a todas las hijas que forman incluyendo que debe hacer cada una y lo que significa portar el hábito.

“Primeramente, esta santa águila vio una puerta abierta en el cielo, y la primera voz que escuché fue como de una trompeta que le hablaba llamándola a subir muy arriba. Esta puerta que vio en el cielo es la gracia, y esta primera voz es la inspiración que procede de lo alto, del Padre de las luces. Vio después hileras de asientos dispuestos en el cielo, pero sobre todo uno sobre el que estaba sentado Aquél que brillaba como piedras preciosas, teniendo al arco iris alrededor de su trono parecido a una piedra de jaspe y de sardia. Y alrededor del solio sillas, y en ellas veinticuatro ancianos sentados, revestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. Y del trono salían fuertes voces y truenos, y siete lámparas estaban ardiendo, que son los siete espíritus de Dios. Y alrededor del solio vio un mar transparente de vidrio, semejante al cristal; y en medio del espacio en que estaban las sillas y alrededor de él, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás. Era el primer animal parecido al león; el segundo a un becerro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto parecía un águila volando. Todos tenían alas, y por fuera y por dentro estaban llenos de ojos: y no reposaban de día ni de noche, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios todopoderoso, el cual era, el cual es, y el cual ha de venir.’(Ap_4_1-8).’¿Qué quiero decir con esto? que, así como el Cordero tenía en torno a sí a los cuatro evangelistas y a los veinticuatro ancianos, ser conveniente establecer un rango entre las religiosas que pertenezcan a este instituto.” [319]

“La Superiora debe ser un trono de blanco y durísimo marfil, coronado del arco iris, es decir, de la paz; las vestiduras azul, blanco y rojo representan a los cabellos de lana blanca de Aquél que está sentado en el trono, cuya cabellera es blanca como la lana”. [320]
“Ella debe hacer brillar el poder de Jesucristo en forma de misericordia. Debe defenderse a sí misma y a sus hermanas, rechazando a sus enemigos y a los de todas; animosa, por ser responsable de una familia.” [321]
“No temerá solamente ofenderlo, sino dejar de agradarlo con la mayor perfección. Temerá únicamente a Dios; al tenerlo por amigo, no sentirá miedo a nada, sino que amará con piedad y devoción sólida.” [322]
“Se hará fuerte en la oración para no dejarse llevar por otro criterio que la mayor gloria de Dios.
Estudiará cada día la eminente santidad de Jesucristo crucificado para enseñarla a sus hijas, temiendo que, al enseñar a las otras, se vea carente de virtudes, sobre todo la humildad, a la que Dios ama tanto. Resistirá la soberbia; será [45] piadosa, para que la devoción perfecta brille en su interior y en su exterior.” [323]
“Hagan, con amor, oraciones semejantes a las de Moisés, o más bien como las mías, ofreciéndolas por la salvación del mundo y engendrando almas con peligro de su vida mortal. Sean otras Rebecas, porque yo soy su Isaac, pero al mismo tiempo, el carnero sacrificado por ustedes. Yo soy el abogado de su fecundidad, pues sin mí no pueden engendrar a nadie; yo fui escuchado por mi reverencia. Entren a la habitación de mi Madre y reparen las tristezas que su ausencia causó a la tierra. Así como ella fue la mujer embriagada que confundió a Salem, el mundo y la carne. Sean mujeres generosas, abajen la cabeza de esos tres enemigos que asedian hoy en día la mayor parte de las poblaciones. Salgan, por su intrépido valor, victoriosas de la concupiscencia de la carne, de la codicia de los ojos, y de la soberbia de la vida, que imperan en el mundo. Mi Padre fortificará su brazo. Adórnense con los hábitos de sus bodas: ‘Revístanse del Señor Jesucristo crucificado’ (Rm_13_14). Lleven mi corona de espinas, así como las hijas de Sión, quienes fueron invitadas a salir a verme a mí, el rey pacífico, en el día de mis bodas, llevando la diadema que mi madre me dio al abrazar mi principado, cargándolo sobre mis espaldas: es mi cruz y el júbilo de mi corazón, porque al amor, que es fuego, le parece suave el yugo y ligera la carga.” [324]
“Recordarán que este anillo representa el recuerdo de Aquel que las tiene grabadas en la palma de sus manos, y que las ama con una caridad perpetua, atrayéndolas a sí con una gran dulzura. Este anillo será un sello sobre el corazón y las llevará a amar a su esposo con un amor más fuerte que la muerte. El nombre de Jesús que llevarán sobre la frente se referirá a lo que dijo la bienaventurada Inés: Puso sobre mi rostro una señal, para que no reconozca otro enamorado sino a él, a quien me entrego del todo, rechazando todas las cosas creadas. Desde ahora me siento unida a él en espíritu por la gracia, con la que me ha prevenido, esperando morar durante toda la eternidad en la gloria, mediante el vínculo de la caridad perfecta. Con el Padre y el Santo Espíritu, a quien se dé gloria infinita. AMEN”. [325]
Invito a leer toda su obra para descubrir cómo están entretejidos los rasgos de esta Espiritualidad Mateliana tan admirable, y el por qué, seleccionar poco a poco las citas de un solo tema.
Leer sus escritos, me ayudó a comprender que su vida estaba inmersa en un camino Salvación general, pero otro y muy importante el personal. Para mi punto de vista estos escritos son un compendio la historia de salvación y me atrevo a decir un evangelio revelado.
Primero quedarán enamorados de Dios, trino y uno, de su bondad, amor y misericordia… Comprenderán muchas cosas que nadie les había explicado antes, y si ya lo sabían, es una gran oportunidad de recordar y profundizar en ello y después llenos de admiración y respeto a NVM Fundadora Jeanne Chézard de Matel quien, nos lleva de la mano, a través de Jesús, María, los arcángeles y todos los santos hasta Dios.
Qué vida tan escogida, especial, extraordinaria, un alma llena de amor y fidelidad en una entrega total a su Divino Amor. Hubo dolor y sacrificios, pero el Señor tenía el bálsamo exacto para curarla. Le dio ánimo y le pidió que a pesar de las contradicciones que existirían siempre, Él estaría presente para que su fundación se realizara como la había proyectado desde siempre.
Los ASVE, escuchamos el llamado especialísimo como Jeanne: “Tu Padre me manda oírte, habla, Señor, que tu sierva calla para oír en paz y quietud.”OG-02 Capítulo 142 y respondimos con un SI pronunciado el día de nuestro compromiso.
Te pedimos fuerzas a ti Verbo Encarnado, que también eres nuestro “Querido Amor” para perseverar y ser fieles para siempre, diciéndole como Jeanne: “en tus manos pongo mi suerte, en tus ojos mis energías y en tu seno está mi tesoro. Eres mi bien donde quiera que estés.”OG-02 Capítulo 142
Si Portamos el emblema y vestimos los colores del hábito como signo de pertenencia esta Congregación fundada por el mismo Jesús Verbo Encarnado, ¿Qué se espera de nosotros?
No nos podemos conformar solo con poquito, hay que lanzarse a descubrir este gran océano, navegar en él.

Todo lo escrito por Jeanne es de gran relevancia para vivir nuestra vida diaria cristiana e ir profundizando en nuestro caminar, en nuestro actuar con los hermanos para agradar a Dios en lo que nos va pidiendo a cada uno, porque es el “Testamento de amor” que nos dejó Jeanne Chézard de Matel a todos sus hijos. Me verán lleno de gracia y de verdad, para cumplir en ti y en mi Orden todas las promesas que te he hecho, que te hago y que te haré." [326]

Hermanos todos, el amor que el Señor le profesa a Jeanne Chézard de Matel, es absolutamente increíble y maravilloso, pero a nosotros también, por ello hay que leer con los ojos del alma y del corazón para poder comprenderlo. Leerlo poco a poco ayudara.

“Grandes y maravillosas son tus obras Señor, Dios Omnipotente” (Apoc. 15, 3-4)
“Dios trino y uno; Jesús, amor que enciendes sin cesar las llamas del corazón de tu santa Madre, de manera especial, y los corazones de los santos, entre los que vives glorioso. Que lo seas también en mí. Y que todos mis pensamientos y acciones se dirijan a tu mayor gloria, Jesús, amado mío.” [327]
























TABLA PARA LA UBICACIÓN DE CITAS



 
 
OG-01 
 
Borrador de la Autobiografía
 
Capítulos 1 al 90
 
 
OG-02
 
Autobiografía  1642 -  1665  
 
Capítulos del 91 al 178
 
 
OG-03
 
Cartas
 
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Diario Espiritual I
 
Capítulos 1- 221
 
 
OG-05
 
Diario Espiritual  II  
 
Capítulos 1 - 171
 
 
OG- 06 a-c
 
Tratados
 
 
 
OG-07 a-e  
 
Otros escritos
 
 
 








[1]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 1, p. 2
[2]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 2
[3]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 4
[4]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 2, p. 6
[5]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 3, p. 8
[6]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 3, p. 9
[7]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p.10
[8] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p. 11
[9] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 4, p. 12 ; St. Pierre, Biografía, p.19
[10]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap.5, p. 14
[11]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 5, p. 15
[12]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 16
[13]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[14]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[15]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 17
[16]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 6, p. 19
[17]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 7, p. 20
[18]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[19]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[20]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[21]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 44
[22]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 45
[23]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18, p. 45
[24]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 84
[25]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 84
[26]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 86
[27]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85
[28]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85
[29]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 14, p. 39
[30]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 52
[31]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1043
[32]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 48, p. 58
[33]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 152, p. 891
[34]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 152, p. 1083
[35]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap.150, p. 876
[36]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I,Cap.150, p. 876
[37]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap.150, p. 876
[38]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 150, p. 876
[39]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 150, p. 876
[40]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 26, p. 224
[41]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 10, p. 31
[42]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 18 , p. 32; St. Pierre, Biografía p.35
[43]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[44]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[45]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 50
[46]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20 , p. 51
[47]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51
[48]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 52, p. 1121
[49]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[50]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[51]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 57
[52]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 133
[53]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, 1619. Cantar 8 , p. 66
[54]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 31 p. 66
[55]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 59, p. 411
[56]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p.120
[57]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p.120
[58]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 44, p. 120
[59]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 162
[60]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1038
[61]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 147, p. 1040
[62] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 48, p. 352
[63] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 25, p. 635
[64] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 40, p. 127
[65] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 40, p. 128
[66] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 165
[67] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75, p. 356
[68] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 1044
[69] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 108, p. 635
[70] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 147, p.1044
[71] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, 1619. Cantar 8, p.63
[72] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 22, p. 58
[73] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 50
[74] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51
[75] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 51
[76] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 20, p. 50
[77] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 124, p. 886
[78] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 127, p. 901
[79] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 57, p. 253
[80] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 159
[81] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 159
[82] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 160
[83] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 160
[84] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 43, p. 161
[85] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 164
[86] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25, p. 999
[87] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 118
[88] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 167
[89] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 167
[90] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 130, p. 937
[91] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 51, p. 205
[92] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 57, p. 256
[93] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66, p. 300
[94] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83, p. 399
[95] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 2, p. 6
[96] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 7, p. 63
[97] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 15, p. 153
[98] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 15, p. 165
[99] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 31, p. 96
[100] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 31, p. 411
[101] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 84, p. 411
[102] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 84, p. 409
[103] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 38, p. 803
[104] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 15, p. 100
[105] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 111, p. 781
[106] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 121, p. 781
[107] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 135, p. 969
[108] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 145, p. 1032
[109] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 157 bis, p. 1126
[110] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Carta No. 8
[111] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 30, p. 255
[112]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 33, p. 265
[113] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 45, p. 332
[114] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 56, p. 400
[115] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 116, p. 680
[116] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 129, p. 752
[117] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 12, p. 75
[118] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 15, p. 100
[119] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 95, p. 656
[120] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1037
[121] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 145, p. 1058
[122] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 162, p. 1152
[123] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 127, p. 902
[124] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 44, p. 164
[125] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 112, p. 784
[126] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 783
[127]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 783
[128] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 784
[129] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 784
[130] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 785
[131] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 785
[132] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 786
[133] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 786
[134] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 787
[135] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 114, p. 787
[136] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[137] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[138] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 824
[139] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 117, p. 827
[140] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 126, p. 895
[141] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 909
[142] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 909
[143] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910
[144] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910
[145] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 910, 911
[146] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 911
[147] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 911
[148] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p.912
[149] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912
[150] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912
[151] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 912
[152] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 913
[153] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 913
[154] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[155] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[156] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 914
[157] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 915
[158] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 916
[159] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 916
[160] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 917
[161] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 918
[162] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 918
[163] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[164] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[165] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[166] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 919
[167] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 920
[168] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 921
[169] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 922
[170] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 922
[171] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 130, p. 921
[172] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 132, p. 952
[173] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 159 bis, p. 1137
[174] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 198., p. 1128
[175] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 130
[176] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 131
[177] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 41, p. 132, 133
[178] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 28, p. 85
[179] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83., p. 401
[180] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 83., p. 401
[181] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[182] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[183] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[184] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 123, p. 879
[185] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 889
[186] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[187] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[188] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 125, p. 890
[189] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas No. 2 ,
[190] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[191] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[192] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[193] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[194] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 2
[195] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 3
[196] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 3
[197] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[198] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[199] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 10
[200] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 20
[201] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 20
[202] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 33., p. 103
[203] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 33., p. 103
[204] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 51
[205] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 57
[206] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 144., p. 827
[207] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66., p. 303
[208] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66., p. 304
[209] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75., p. 357
[210] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75., p. 353
[211] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 311
[212] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 311
[213] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 313
[214] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[215] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[216] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[217] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 338
[218] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441
[219] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441
[220] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441
[221] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 442
[222] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 442
[223] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 444
[224] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445
[225] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445
[226] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445, 446
[227]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 446
[228] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 446
[229] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[230] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[231] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[232] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[233] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[234] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 448
[235] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 468
[236] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 472
[237] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 472
[238] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 474
[239] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 557
[240] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 559
[241] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[242] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[243] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[244] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562,563
[245] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 566
[246] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 600
[247] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 85, p. 601
[248] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 88, p. 619
[249] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 9, p. 651
[250] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 107, p. 739
[251] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 123 p. 871
[252] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[253] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[254] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[255] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876

[256] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[257] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.877
[258] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[259] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[260] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.878
[261] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.890
[262] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p. 881
[263] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p. 881
[264] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1009
[265] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[266]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[267] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[268] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1011
[269] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1013
[270] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1016
[271] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1017
[272] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1061
[273] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1062
[274] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1062
[275] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1063
[276] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1063, 1064
[277] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146. P.1064
[278] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1064 y 1065
[279] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p.1066
[280] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 58
[281] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 59
[282] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 61
[283] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 63
[284] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 65
[285] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 70
[286] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 71
[287] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 72
[288] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 79
[289] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 80
[290] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 83
[291] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 83
[292] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 100
[293] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 101
[294] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 103
[295] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 104
[296] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 106
[297] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 107
[298] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 108
[299] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 111
[300] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 269
[301] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 270
[302] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 270
[303] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 141, p. 270
[304] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 141, p. 1004
[305] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1013
[306] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[307] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[308] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[309] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p.219
[310] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[311] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[312] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[313] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635 y 636
[314] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 999
[315] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 180., p. 1000
[316] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 180., p. 1000
[317] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 106., p. 727
[318] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 728
[319] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 35
[320] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 39
[321] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 39
[322] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 40
 
  • Primera etapa
  • Antes de su nacimiento
En su Autobiografía, Diario Espiritual y Cartas Jeanne Chézard de Matel, nos dejó escrito a detalle los acontecimientos de su vida, para que,,con ella agradeciéramos al Señor llenos de júbilo por la extraordinaria protección llena de amor y ternura que le tuvo desde antes de su nacimiento. Ella inició sus escritos orando a Dios:
“Para comenzar, ayúdame, Todopoderoso, ya que los obedientes cantan victoria, quiero contigo, superar las inclinaciones de mi propia resistencia…Tu sabiduría permitió, por las razones que tú conoces, que mi padre y mi madre permanecieran diez años sin poder criar niños ni educarlos.” [1]


 
  • Dios preparó el seno familiar donde ella nacería.  Durante esos diez años, la señora de Matel, tuvo cuatro hijos, pero todos ellos murieron y después de mucho orar, felizmente volvió a concebir.
  “Esta pena les dio ánimo y motivo para recurrir a la oración y dirigirse a ti, mi divino amor, mediante la intercesión de tus santos y santas. Hicieron voto, que tú no rechazaste, de ofrecer dones a la iglesia de san Esteban de Roanne en honor de la gloriosa santa Ana, madre de tu santísima Madre, y de llevar a la pila bautismal por dos pobres, el primer hijo que tu misericordia le concediera y vestirlo de blanco, en honor de san Claudio y de san Francisco de Asís, suplicándote concedieras una vida larga y feliz a este primer hijo que debería nacer. “Poco tiempo después me concibió mi madre.” [2]
  
  • Jeanne nos dice que sintió la protección de Dios desde el seno de su madre y describe su maravilloso, y asombroso nacimiento, por el eminente peligro que representaba, que naciera prematuramente en condiciones de muerte por la hemorragia que sufrió su madre. Por la fuerza de oración comunitaria (toda la ciudad de Roanne) Dios bendijo a este matrimonio. Ese mismo día, sus padres Jean y Jeanne, y sus padrinos, dos niños pobres, también llamados Jean y Jeanne, llevaron a bautizar a la pequeña Jeanne a la Iglesia de San Esteban en Roanne. 
 “Me hiciste nacer pronto y felizmente el seis de noviembre de 1596… ¡Oh maravilla de bondad! ¡Qué acción de gracias puedo darte por la amorosa!
¡Providencia que tuviste y por el cuidado que prodigaste a la madre y a la hija mientras ella me llevaba en sus entrañas! “Mi nacimiento, fue un consuelo para toda la ciudad de Roanne porque él, regocijaba a mis padres después de tantos años de aflicción.” [3]
 

  • Segunda Etapa
  • De su nacimiento hasta su adolescencia 1596-1611
  
  • Es palpable que Dios ha escogido a Jeanne para una gran misión. La señora Matel, su mamá, dándose cuenta que tenía poca leche y que no podía alimentar bien a su hijita, contrató una nodriza para que Jeanne no muriera por falta de alimento. Dios revela a la nodriza su misión para con Jeanne de manera admirable como ella nos narra:
 
“La nodriza que habías escogido, oh mi Divino Amor, se presentó casi inmediatamente, y en contra de todos los consejos que las vecinas le daban de no recibir una niña moribunda, ella resolvió llevarme a su casa, porque me dijo que oyó interiormente estas palabras: ‘Recibe esta niña; no morirá.’ Y creyó que eras tú quien la aseguraba de mi vida. No se equivocó. Esos excesos de bondad hacia mí me hacen decir como al real Profeta*David: ‘Fuiste tú quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre, desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eras mi Dios. (Sal_21_10s). En el vientre materno ya me apoyaba en ti. Muchos me miraban como a un milagro, porque tú eres mi fuerte refugio (Sal_70_6s).’” [4]
A muy temprana edad, ya junto a sus padres, dio muestras de piedad y devoción a Dios y a la Virgen María, haciéndose cuestionamientos y dando respuestas, con un tinte de entrega a Dios inusuales para su edad. Las oraciones vocales y sacrificios llenaban de gozo a su pequeña alma. El diálogo con su madrina del cómo evitar ir al infierno es una muestra de ello.
“Apenas había cumplido tres años y ya me informaba de todo lo que se me podía enseñar a esa edad, preguntando a mi madrina, que tenía seis años más que yo, como podía hacer para ir al paraíso, y si el camino era muy difícil. Ella me dijo que había que pasar por una tabla que no era más gruesa que un cabello de la cabeza. Yo dije: ¿cómo podré pasar? yo peso más de lo que un cabello de la cabeza puede sostener. Viendo que yo tenía temor, me decía: No te preocupes de nada, los buenos pasan fácilmente, pero los malos caen abajo, en un abismo que es el infierno.

Esta pobre niña sin cultura me decía esas cosas y otras que no estaban mal, y que al saberlas me inspiraban miedo al pecado por temor de caer en el infierno.

En otra ocasión, pregunté qué se hacía en el paraíso. Se me contestó que los bienaventurados siempre estaban sentados. Esa palabra "siempre" me extrañaba:
¿cómo podré permanecer siempre sentada? no pudiendo comprender tu eternidad. Adoro tu Providencia que entretenía mi espíritu infantil con esos pensamientos mientras estaba en mi cama para que no me aburriera, pues me hacían acostar temprano porque yo no era fácil para dormirme pronto. Mi espíritu no podía permanecer inactivo; se ocupaba de los pensamientos de la eternidad con demasiada concentración.” [5]
  
  • ¡Qué preparación tan esmerada tuviste, Señor para con la pequeña Jeanne! Gracias porque le escogiste una excelente familia y unos padres maravillosos que la guiaron llenos de amor mientras ella crecía y aprendía todo lo que podía para agradar a Dios, como María, según tus palabras:
  “Deseaba aprender a saberte rezar devotamente, pero mi padre no permitió que me enseñaran a leer tan pronto. Entonces yo procuraba aprender unas oraciones de memoria, y cuando él me quería cerca de él yo le decía: Me quedaré contigo, con la condición de que me enseñes la oración que dice que nuestra Señora es el palacio de Jesucristo, y la de mi ángel, al que yo amaba por inclinación, sabiendo que él era mi guardián, y me acuerdo que sin saber lo que fuera un ángel, amaba yo uno que estaba pegado en un mueble.

No pudiendo quitarlo de ahí, me abrazaba de él y lo acariciaba con mucho cariño. Tenía tanta confianza en nuestra Señora, tu digna y santa Madre en todas mis pequeñas aflicciones que me dirigía a ella, con una entera confianza, haciéndole promesa de servirla si me libraba de mis penas, y mi sencillez llegó a tal punto que le pedía me enseñara a bailar, prometiéndole que rezaría el rosario en su honor, porque yo no quería aprender de los hombres.” [6]
Su padre Don Jean Chézard, le había prometido que cuando cumpliera seis años aprendería a leer y a escribir, ella nos dice:
“Me estremecí de júbilo, cuando supe que los había cumplido. Tú sabes, querido Amor, con qué fervor de espíritu rogaba a santa Catalina virgen y mártir obtenerme la gracia aprender muy pronto a leer, para tu gloria y para mi salvación.

Mi oración fue escuchada, en cuanto a aprender en poco tiempo. Sobrepasé a todas las de mi edad y la previsión de mis padres, lo que aumentó el amoroso afecto que tenían ya demasiado grande porque estando enferma con frecuencia.” [7]

“A la edad de siete años, deseaba ayunar la víspera de las fiestas solemnes, lo que obtuve muy fácilmente. Habiendo llegado a los nueve o diez, quise ayunar en la Cuaresma lo que hice con un gran valor, aunque mi intención no fue recta porque tenía una pequeña complacencia y una satisfacción de mi misma. En éste mismo año me llevaron una vez al sermón en el que oí decir que las vírgenes seguían al Cordero a cualquier parte que él fuera.

Me informe qué debía hacer para ser virgen. Me respondieron que era necesario no casarse, respuesta que me alegró mucho resolviéndome a permanecer virgen para seguir al Cordero por todas las campiñas en una inocente recreación. Mi espíritu buscaba siempre estar ocupado, y no pudiendo dejar a mi cuerpo descansar en un lugar se me veía siempre buscando nuevas ocupaciones.” [8]
Por su inquietud infantil, maravillosa actitud frente a la vida, siempre luchó hasta conseguir lo que se proponía.
“Tu sabiduría, oh mi Amor que disponía todas las cosas suavemente y con firmeza para mi bien, quiso o permitió que encontrara una docena de páginas arrancadas de la vida de santa Catalina de Siena en las que decía que guardaba los consejos evangélicos. Yo creía que ella entendía el Evangelio en latín, y como a esa edad yo no pensaba que el Evangelio pudiera estar escrito en otra lengua, te dije: "Señor, si yo entendiera el latín del Evangelio como esta santa, te amaría tanto como ella." Dicho esto, no pensé más en eso. Oh, Dios de mi corazón, tú no lo olvidaste, esperando hasta el día en que me harías recordar, para tu gloria y gran beneficio mío, como diré después cuando hable de la gracia que me concediste de entender el latín.” [9]
  
  • A los once años Jeanne, tuvo fiebre cuartana que le obligaba a un reposo extremo, ya que experimentaba fatiga, hambre y frío, sin embargo, ella practicaba el ayuno y abstinencia la mitad de la Cuaresma.  Leamos como sintió el gran deseo de comulgar y la exhortación del Señor para ser virgen:
 “Tuve un gran deseo de comulgar durante este décimo-primer año, pero no me lo permitieron, lo que me afligió mucho. Un día paseándome, entré en una casa donde vivía una joven devota ahijada de mi padre, que, al presente, es religiosa conversa en el convento de religiosas de Beaulieu de la Orden de Fontevraux. Esta joven tenía un libro de los milagros de nuestra Señora, tu santa Madre, que yo leí.

De inmediato me sentí movida a servirla con fidelidad y a rezar el rosario en su honor todos los días a la hora que lo pudiera rezar. La nodriza que alimentaba a uno de los hermanos de esta joven que practicaba también la devoción quiso llevarnos una tarde con los Capuchinos. El portero que era muy devoto, sus palabras y conversación siendo dulces, se posesionaron de mi alma fácilmente, siendo conformes a mi inclinación porque él nos exhortó a elegirte por nuestro Esposo y consagrarte nuestra virginidad, asegurándonos que tendrías tus delicias con nosotras y que seríamos tus queridas esposas.” [10]

 
  • Fue invitada formalmente por Jesús a guardar perpetua virginidad y sembró en ella el deseo de ser religiosa.
 “La misma tarde, estando con esta joven y otra que nos frecuentaba, platicábamos de lo que el buen religioso nos había dicho. Experimenté para mi provecho la verdadera promesa que tú habías hecho de estar en medio de los que están reunidos en tu Nombre.

Elevaste mi entendimiento por medio de un vuelo de espíritu tan fuerte y tan suave, que él no hubiera querido jamás volver a la tierra. No tuve ninguna visión por entonces, y si mi espíritu estuvo extasiado en un lugar deliciosamente agradable, que atraía suavemente mis inclinaciones, yo no dudo que tú estabas hábilmente escondido. Por eso eres llamado por el Apóstol: ‘Imagen de Dios invisible’ (Col_1_15). Estabas en ese momento presente con una presencia amorosa, aunque fueras Dios escondido, hablándome por medio de tus ángeles que me decían que, si yo quería guardar la virginidad perpetua, tu Majestad me tomaría por esposa, me amaría mucho, y que yo te agradaría si permanecía constante en el deseo de guardar la virginidad. Decir si fue un vuelo que sacó mi espíritu del cuerpo o si se pasó en la parte superior de mi alma, tú lo sabes.” [11]
¡Cuánto esperaba Jeanne el momento de recibir el Cuerpo y Sangre de Jesús!, a quien amaba tanto. La alegría que le dio el Señor, el día de su Primera Comunión, la fortaleció para el resto de su vida, era más, que un alimento cotidiano, este Pan de vida fue su fortaleza.

“Habiendo cumplido mis doce años, se me permitió comulgar, lo que fue para mí una grandísima consolación. Comulgué ese año cada mes y a los trece lo hice con más frecuencia; a los catorce, casi cada ocho días. Leía las vidas de los santos y santas con un gran deseo de imitarlas, especialmente las vírgenes. Admiraba yo el valor que tú les dabas para morir por tu Nombre. Yo hubiera querido tener esa dichosa suerte, pero no era digna de eso.” [12]
Todos estos acontecimientos fueron fundamentales para su vida. El amor y la bondad que día a día se acrecentaban, serían la Piedra Angular para la misión y el establecimiento de la Orden, que Jesús Verbo Encarnado le encomendaría posteriormente.
 
  •  
  • Tercera etapa
  • Durante su juventud
   Su vida transcurría alegremente, disfrutando de lo que hacía en su casa paterna al lado de su madre y sus tres hermanas.
Un día, su tía la invitó a pasar unos meses con ella, pero allá lejos de su cotidianidad, sufrió al no tener a su madre cerca…poco a poco sus devociones se fueron enfriando. Ella nos relata lo que sintió su corazón:
“Una hermana de mi madre mandó a buscarme para que me quedara con ella cinco meses, durante los cuales me relajé mucho de mi primera devoción, siguiendo las inclinaciones de las jóvenes que yo frecuentaba y complaciéndome en sus caprichos. Me desvié de los deberes que tenía para contigo; apenas comulgué tres veces en cinco meses. No hay por qué extrañarse si me volví tibia en tu servicio, al que no me aplicaba sino raramente y por costumbre. Rezaba aún el rosario, pero sin atención.” [13]

“Querido Amor, yo experimentaba lo dicho por el Rey Profeta: Estando con los buenos, yo trataba de ser buena, y con los perversos me pervertía. (Sal 1,1) Me dejaba llevar a las diversiones de las jóvenes que viven según las máximas del mundo, las cuales hubieran cambiado todas las buenas inclinaciones que me habías dado, si no me hubieras retirado a tiempo de esas compañías contrarias a la devoción a la que me llamaste. Tu derecha me retiró de ahí santa y suavemente; permitiste que me enfadara en ese lugar para que regresara con mi madre a Roanne, despreciando esas compañías, para conversar con otras que eran de familias más honorables.” [14]

“Me engañaste santamente o permitiste que lo fuera yo misma. Tu designio era atraerme a ti de nuevo por la conversación de esa buena joven, con toda la repugnancia que tuviera de dejar a las de buena posición para frecuentar a ésta que era hija de un carnicero. Tu gracia fue más fuerte que la naturaleza; me fui retirando poco a poco de la comunicación de las que me llevaban a la vanidad del siglo y volví a mis ejercicios de devoción empleando una gran parte del día en oraciones vocales oyendo varias misas. Esos excesos molestaban a mi madre y a un tío y se resolvieron a mortificarme para hacerme comprender que debía estar a la hora de comer. Las mortificaciones que ellos me proporcionaban me eran muy sensibles.

De eso me quejaba contigo diciéndote: "Sufro todo eso por ti. Las jóvenes devotas que no son de posición son más dichosas que yo, nadie espía sus acciones ni el tiempo que permanecen en la iglesia". Después de haber llorado ante ti, pacifiqué mi espíritu o, más bien, tú mismo lo pacificaste. Acortaba las horas de la misa y me ocupaba manualmente cerca de mi madre. Mi devoción era más fervorosa en verano que en invierno, acomodándose a la estación y no a la obligación que yo tenía de amarte en todo tiempo ya que me habías amado con amor eterno atrayéndome con misericordia lo cual te agradezco, mi divino amor.” [15]

“Dije a mis padres que me quería hacer religiosa, pero mi padre no quiso consentir a mis deseos, lo cual me afligía indeciblemente. Esperaba con paciencia que tu diestra cambiara sus decisiones continuando mis ejercicios. Ayunaba para todas las fiestas de precepto y muchas de los santos a los que tenía* devoción. No falté al ayuno... no practicaba todavía la oración mental; sólo meditaba los misterios del rosario.” [16]
Sus padres querían que disfrutara del mundo igual que otras jóvenes de su edad y le buscaron algunas oportunidades para divertirse, pero Dios Nuestro Señor, le fue mostrando que esa no era su Voluntad.

“A la edad de diecisiete o dieciocho años comulgaba todas fiestas de precepto y todos los domingos. Durante ese último año, una tía mía, hermana de mi madre, se casó, a la boda de la cual yo no quería ir para evitarme las distracciones que hubiera podido tener, pero no por eso pude evitar las visitas; teniendo el espíritu agradable y condescendiente, trataba por un deber de educación, con un familiar del que se había casado con mi tía, el cual dijo después que había estado encantado de mi conversación, que no podía imaginar que una joven que jamás había tratado sino de cosas de devoción y que se mantenía retirada en su oratorio, hablara tan perfectamente de las cosas de las que ella ignoraba la práctica.” [17]

Inserta en un mundo, tan lleno de frivolidades, envidias, guerras, que sin la oración no se hubiera tenido fuerza para lograr su meta, por ello, el Salvador su gran Maestro, le enseña a orar y le concede ser testimonio de vida excepcional. Dejemos que Jeanne nos platique, como le enseñó a meditar en las cosas que su Espíritu se ocuparía día y noche.
“Amigo amable y divino, quisiste llevarme tú mismo a subir el monte de la mirra y las colinas del incienso; al enseñarme a orar mentalmente, me guiaste hacia la soledad interior y me hiciste escuchar: ‘Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón’ (Os_2_16).[18]
“Al hablarme al corazón, me hiciste ver que la hermosura de los campos residía en ti; habiéndome convertido en abeja mística, me sumergías en tus misterios en plena floración, y me proponías tus divinas Escrituras como flores en las que tu Santo Espíritu me hacía libar la miel de mil santos pensamientos en medio de deleites inenarrables.” [19]
“En otras ocasiones oraba vocalmente llamándote con gritos como los polluelos de la golondrina. Meditaba, después, como la paloma, imitando al rey que sanaste de una enfermedad que le hacía languidecer, dándole quince años más de vida para recompensar las amorosas lágrimas que derramó confiadamente en tu presencia: ´Día y noche me estás acabando. Como una golondrina estoy piando, gimo como una paloma’ (Is_38_14).” [20]
No es raro imaginarse que Jeanne, inmersa en oración total durante todo el día, nos escribiera lo siguiente:
“Mis oraciones comenzaban por la mañana y duraban hasta el anochecer. Nada me distraía de la oración, sin importar la ocupación exterior que tuviera, tu amor verificaba en mí el dicho del Apóstol*San Pablo: ‘Oren en todo tiempo’ no solamente de tiempo en tiempo, sino en el momento presente.’(Efe, 6-18)[21]

Tampoco es raro que describa lo que su cuerpo sentía en esos momentos:
“Meditaba yo día y noche en tu amorosa ley, y durante mi meditación se encendía el fuego; tú estabas conmigo para cumplir el designio por el cual viniste a la tierra, que es encender el fuego en los corazones, deseando verles arder en tu amor. Yo te decía: ‘Acepta las palabras de mi boca, acoge mi meditación’ (Sal_18_15), porque tú eras mi amoroso Redentor que me hacía probar la copiosa redención que llevaste a cabo para poseerme, librándome del dominio de mis sentidos, porque me parecía que los tenías del todo sujetos a la razón; mis pasiones estaban tan amortiguadas, que me parecía estaban muertas, a menos que se tratara de tu gloria, para la cual se aplicaban del todo.” [22]

“No experimentaba yo odio alguno, como ya he dicho, sino para odiar lo que tú odiabas y amor para amarte a ti. No amando sino a ti "en todas las cosas y todas las cosas por ti, mi sólo deseo era agradarte, y mi sólo temor desagradarte. Tenía aversión de aquello que se oponía a las buenas costumbres y a la virtud; mi alma estaba siempre alegre contigo; no podía entristecerme sino por las ofensas cometidas contra tu bondad. Esperaba todo de ti, y no esperaba nada de mí…” [23]

Ella nos describe también, con gran realismo sus enfermedades y dolencias que le aquejaron durante varios años, producto de su frágil naturaleza humana y de los arrobamientos y éxtasis que experimentaba, pero al mismo tiempo nos dice como Nuestro Señor le ayudó a sobrellevarlas, como la consolaba y ella en un acto de entrega total y para no ofender a su Amado, aceptó el sufrimiento con alegría.
“Tú sabes, querido Amor, que los frecuentes arrobamientos y los casi continuos éxtasis que yo experimentaba me causaron frecuentes y largas enfermedades por espacio de seis años, ya que no mencionaba a los médicos que me trataban, que mis continuas fiebres tercianas y doble-tercianas proveían de estos arrobamientos y éxtasis. Tomaba todos los remedios que me ordenaban y sufría con grandísima alegría todos los dolores y los ardores que estas fiebres me causaban; si mis indiscreciones las acrecentaban no era mucho, porque querido Esposo mío, no deseaba yo desobedecer a mis confesores ayunando o haciendo más penitencia de lo que se me permitía, a pesar de mis deseos.” [24]

“Hubo un tiempo en que mi deseo era tan fuerte, y aunque estoy bien lejos de ser favorecida como santa Teresa, que repetía con frecuencia sus palabras: ‘O padecer o morir,’ pidiéndote lo uno o lo otro con la impetuosidad del amor; luego me resignaba a tus mandatos por medio de la sumisión que creía deber a tus deseos, conformando mis inclinaciones. En esto fui ayudada por tu benignidad, que obraba como una buena madre, la cual sondea o pone a prueba las fuerzas de su hijo, para hacerlo andar o para permitirle trabajar según su capacidad, no enviándolo a clases sino cuando tiene capacidad para los estudios.” [25]
 

  • Aguantó todo con tal de llegar a ser semejante a su querido Esposo:

 “El Apóstol dice que tú eres fiel, que no permites que una persona sea tentada por encima de sus fuerzas, y yo me digo que eres enteramente bueno hacia mí, que tu bondad previene todas las aflicciones que tu justicia podría enviarme con toda razón: Y de igual manera, ‘el espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza’ (Rm_8_26).Tu Espíritu, que es compasivo en extremo, se ocupa de aliviarme de todas mis dolencias, dulcificándolas de suerte que no sufro casi nada ni en el espíritu ni en el cuerpo, y cuando no sé orar, ‘él ora en mí y por mí, con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu.,‘ (Rm_8_26s) “Yo le suplico pida en mí lo que más agrade a él, a ti y al divino Padre”: ‘Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman.’ (Rm_8_28). “Mi deseo es llegar a ser, por gracia y por tu providente bondad, semejante a ti, mi querido Esposo, que eres desde la eternidad la imagen de tu divino Padre, y que serás para siempre, en nuestra humanidad, la de tu queridísima Madre, imágenes que no hacen sino un Jesús-Cristo; un Verbo Encarnado, mi prototipo y mi adorable arquetipo”.[26]
En varias ocasiones describe que siente fuego que arde constantemente en su pecho y los malestares físicos que le ocasionaban. He aquí el relato:
“El fuego que encendiste en mi pecho fue tan ardiente, que lo convirtió en un horno que ardía continuamente; en la opinión de los médicos, mi sangre estaba quemada. Dos contrarios les preocupaban al recetarme medicinas, pues mi estómago estaba indigesto a pesar del continuo ardor que sentía en el pecho, en el corazón, en las entrañas y en el hígado. Cuando me ordenaban remedios calientes, acrecentaban mis llamas; y cuando me los ordenaban fríos, debilitaban todavía más mi estómago, pero como el ardor de la sangre sobrepasaba la frialdad del estómago, tenía necesidad de remedios refrescantes, que pedía continuamente y que siguieron dándome para templar las llamas que tu bondad, oh divino amor, vino a encender en mi corazón sin mérito alguno mío. Puedo decir con toda verdad que he contribuido muy poco a estos ardores, siendo tu caridad la que ha venido a poner este fuego dentro de mí, haciendo que arda según su deseo. Continúa, Señor, hasta mi muerte y hazme, si es de tu agrado, un holocausto perfecto, para que pueda decir en verdad con el Apóstol, sabiendo que eres mi abogado delante de tu Padre: ‘¿Quién me separará de tu amor? Nada de lo que aflige al cuerpo y al espíritu: Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separamos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor Nuestro’ (Rm_8_38s).” [27]
Admiremos la valentía que Jeanne de Matel tiene. Su fe y paz en los momentos de sufrimiento físico son grandes y firmes. Cuándo leo estos párrafos llenos de virtud, mueven mi corazón, me hacen actuar de diferente manera y puedo sentir que mi piel se enchina cuando pienso en mi pequeñez y cobardía.

“Que los dolores de cabeza que he sufrido durante veinte años seguidos; que las afecciones de los ojos que he tenido durante casi diez años, que los cálculos me desgasten hasta mi muerte; que los cólicos me atormenten tanto como te plazca; que la repugnancia a toda clase de comida dure hasta el fin de mi vida, pero que te complazcas en bendecirme, así como lo hiciste desde el comienzo, quiero decir mi nacimiento. ‘Todo esto me parece nada; lo que me confunde es que muy seguido no hago el bien que deseo, sino el mal que aborrezco:’ (Rm_7_15b).” [28]

Jeanne de Matel también escribió como Dios le fue concediendo favores y dones, he aquí algunas citas:
“Mi divina bondad es comunicativa en sí misma; mi placer consiste en comunicarte los grandes dones que mi amor desea hacerte a pesar de tus temores; no te considera en tus debilidades, sino en su poder…recibe pues mis gracias con humilde agradecimiento, y soporta el que te amé y desborden*en ti los torrentes de mi bondad." [29]

“Tú sabes que me he hecho y me sigo haciendo gran violencia para obedecer; es por ello que creas en mí palabras para hacer un inventario de tus gracias y dones, y una rendición de cuentas de lo que he recibido de tu divina liberalidad. Me alegro en ti, que elevas mi alma sobre todas las grandezas de la tierra, nutriéndome con el mismo alimento del gran Jacob, tu padre por naturaleza y mío por adopción, que se complacía en ti, que cumpliste todas sus voluntades, las que confesaste eran tu alimento, diciendo: ‘Para mí es alimento cumplir el designio del que me envió y llevar a cabo su obra’ (Jn_4_34). ‘Mi alma está alimentada divinamente de ti mismo y de tus palabras divinas, como lo declaran tus propios labios al aplicarme estas palabras: Entonces el Señor será tu delicia. Te pondré en las alturas de la tierra, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, ha hablado la boca del Señor’ (Is_58_14).” [30]

Era tal la cantidad de experiencias divinas que parecía imposible escribir todo el mismo día, su fluidez al escribir era más lenta que la misma experiencia vivida y ella pide perdón a su Querido Amor por su falta de memoria y así mismo le ruega envíe a su Espíritu para que esto no ocurriera.

“Te pido perdón, querido Amor, porque he retardado escribir los varios dones de los que me hubiera podido olvidar si tú mismo no los reproduces en mi memoria por medio del Espíritu que enviaste a tus apóstoles para que se acordaran de lo que les habías dicho.” [31]

Cada santo en el cielo, tienen una brillantez diferente, pero que, gracias a su fidelidad al Señor, al servir a los hermanos con los dones que Dios les regaló en vida, viven ahora en plenitud eterna. ¡Qué hermoso ha de ser!

“Dios comunica sus dones y su gracia a todos los santos, dependiendo de su destino a un mayor o menor grado de amor. A todos concede un fondo de gracia, a fin de que obtengan en la administración del mismo un fondo de gloria para ellos y para Dios, que les ha concedido con qué negociar. De este modo, son hechos participes de aquel en quien habita la plenitud de la ciencia y sabiduría de la divinidad. Los santos no son iguales en gracia y en gloria: unos pueden compararse al sol, otros a la luna y otros a las estrellas.” [32]

“Al hacer la distribución de tus dones, has concedido a unos el apostolado, a otros, la profecía; a éstos, el don de evangelizar; a aquellos, el de doctores. En fin, has colmado a todos de bienes según la medida de tu poderosa, sabia y amorosa bondad. Deseas que todos seamos perfectos en la adopción filial de tu Padre eterno: ’en la madurez de la plenitud de Cristo’ (Ef_4_13). Tú eres la medida de toda perfección”. [33]

“El 17, octava que entró del diacono San Lorenzo* el cielo en un lecho de fuego más abrasador que el carro flameante que llevó a Elías al paraíso terrestre, fui llevada con suspiros inflamados, según mis inclinaciones y peticiones, a ti, mi Amor y mi todo, rogándote te acordaras de esta pobre a la que tantas veces le has dado tus caritativos tesoros para enriquecerla con tus múltiples dones que le han hecho reconocer que eres el donador infinitamente liberal, dándote tú mismo con tu divina plenitud llena de amor. Y exclamé: ‘Todas tus olas y tus crestas, han pasado sobre mí.’ (Sal_41_8).” [34]



¡OH Señor, qué maravillosa experiencia le hiciste experimentar a Jeanne! Ver, pedrería fina en la tierra es hermoso, más hermoso ha de ser ver lucir estas joyas en a quien por tu bondad infinita has regalado allá contigo.
“El día de Santa Inés, a eso del atardecer, estando, según mi costumbre, retirada para hacer oración, me ofrecí a mí misma en sacrificio a mi divino esposo, renunciando a todos los amores criados y a todo lo que no es él. Al hacerlo repetí con esta virgen: Aléjate de mí, pábulo de muerte: he sido destinada a otro amador.” [35]

“Mi querido esposo me ayudó a conocer y sentir que me había recibido como esposa, que su amor me trataba como a tal, y que me daba los mismos adornos y joyas que a Santa Inés. Me dijo amorosamente que me daba pendientes más preciosos e inestimables. Me dio como sortijas los dones del Espíritu Santo, que es el dedo de la diestra divina, siendo la argolla admirable las tres divinas personas…Las tres son inseparables y sus propiedades personales en nada dividen la esencia común que es su naturaleza simplísima e indivisible...Este divino collar, añadió, no podría deshacerse ni separarse. Si conservo su amor en mi alma, encontrar‚ en él toda la belleza simbolizada por la inmensa pedrería que dicha santa dijo le fue concedida.” [36]

“La caridad, tejido de oro purísimo, era mi túnica, de la que su bondad me había revestido. Su amor me coronaba y me comunicaba sus tesoros infinitos, que son nada menos que las riquezas de la sabiduría que recibe, junto con su esencia, de su divino Padre, al que había rogado me hiciera partícipe de la claridad que tiene con él desde antes de la constitución del mundo.” [37]

Es grato escuchar a los demás y compartir sus vivencias y en ocasiones gozamos
unas más que otras, pero escribirlas es mucho más difícil. Jeanne expresa que ella es incapaz de escribir tanto amor que le prodiga su Divino Amor es indecible.

“Son para mí indecibles las caricias que mi divino esposo prodigó a mi alma; mi pluma es incapaz de expresarlas. Las almas que no han tenido la experiencia de semejantes favores, difícilmente creerían en ellas. Si David exclama, al considerar los favores que Dios concedía en la antigua ley a los que vivían en su temor, ‘Cuan grande es tu bondad, Señor, que reservaste para los que te temen’ (Sal_31_19’); ¿qué podemos pensar de las caricias divinas con que regala a las esposas que ama con tanta ternura en la ley de la gracia?” [38]

“Se trata de un secreto entre el esposo divino y la esposa virgen, a la que corona con sus méritos para introducirla en su tálamo nupcial y divino, cuyas tiendas y pabellones son claridades arrebatadoras debido a que este esposo es un sol y la esposa un cristal a través del que él se filtra con sus divinos rayos. Es él quien imprime en su rostro la luz de su gloria, que reserva para sí en esta esposa, sin concederla a nadie más. Él es todo de ella, y ella es toda de él, por lo que ella puede exclamar con toda verdad: ‘Mi amado es para mí y yo para mi amado, el cual se apacienta entre azucenas hasta que declina el día y comienzan las sombras’ (Ct_2_16s).” [39]

“Contemplé en él mi vida sobrenatural de la gracia y sus perfecciones, y cómo poseía mi libertad para rehusar o recibir la vida de la gracia y los dones sobrenaturales que Dios me comunicaba.” [40]

El Señor le daba a Jeanne regalos y regalos ¡Un verdadero enamorado! En todos sus escritos encontramos narraciones donde esta gran afluencia de regalos siempre le fue dada, y como ella bien decía: “Dios comunica sus dones y su gracia a todos los santos…A todos concede un fondo de Gracia” Deseo destacar tres, sin menospreciar muchos otros que sin la menor duda tenía:
 
  • El don de comprender el latín.
  •  
 “Al día siguiente (3 de febrero de 1613) * me fui al sermón que trataba del juicio. Me parecía que las palabras: ‘¡Vayan, malditos, al fuego eterno!’ debían dirigirse a mí. Me vi tan indigna de estar en tu presencia, que no sabía dónde esconderme, pero tus pensamientos no eran sino de paz y bendición hacia mí; era característica tuya ver con tanta dulzura a la que te había ofendido tanto. Me sentía extremadamente enfadada conmigo misma.

En ese día bendito para mí, me comunicaste el conocimiento del latín de la Escritura, y pude así comprender la epístola y el evangelio. Admiraba este favor, pudiendo decir con David: Señor, no estudié las letras, pero es tu bondad misma la que me enseña, para hacerme entrar en sus dominios. Aunque no sé expresarme, entraré en tu fortaleza; a proclamar ‘Señor, que sólo tú eres justo. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.’ (Sal. 70, 16s).

Me hiciste recordar las palabras que yo te había dicho hacía ya nueve años, que si me hacías comprender el evangelio en latín como yo pensaba que santa Catalina de Siena lo entendía, te amaría tanto como ella te había amado.” [41]

  
  • El don de la oración y el don de lágrimas.
  "Me diste el don de oración junto con el don de lágrimas; mis ojos eran dos fuentes, dos piscinas, y ese don de lágrimas duró muchos años, siendo fuente de alegría. La unción del Espíritu era tan abundante en mi alma que me vi totalmente consagrada a tu amor. Pasaba dos horas y más en oración mental, sin tener una sola distracción. A partir de ese día me hiciste odiar las cosas que tú odias y amar las que amas.” [42]
   
  • Oración de quietud o de recogimiento  y de  paz interior
  “Como encontraba en ti todo mi bien, y que todo era nada para mí fuera de ti, mi alma vivía en una paz que sobrepasaba todos los deleites de los sentidos corporales, a los cuales no tenía ella necesidad de recurrir para buscarte por medio de las cosas visibles, ya que tú vivías íntimamente en ella, recogiendo todas mis potencias y siendo mi divino Amador y mi tesoro. Mi corazón estaba dentro de ti y tú mismo eras el Dios de mi corazón. Te decía las palabras del hombre que encontraste según tu corazón, y que hacía todas tus voluntades: ‘¿A quién tengo en el cielo? Contigo, ¿qué me importa la tierra? Aunque se consuman mi espíritu y mi carne. Dios es la roca de mi espíritu, mi lote perpetuo. Sí, los que se alejan de ti se pierden, tú destruyes a los que te son infieles’ (Sal_72_25s). ¿Qué buscaré en el cielo fuera de ti, qué podría yo desear en la tierra si no es encontrar sólo a ti, sobrepasando a todas las creaturas para llegar a ti?” [43]

“Más ya que tu bondad me favorece tanto que mora en mi alma, estoy en calma; que mi cuerpo sea debilitado y que mi corazón se pierda felizmente en sí para encontrarse en ti, que eres mi Dios y mi porción por la eternidad. Si mis potencias se alejaran de ti, se perderían miserablemente y tendrías justa razón de castigarlas privándolas de su más grande dicha, dejándolas vagabundas y sin guía, sin llamarlas a este dulce reposo en el que tu amor las recoge gloriosamente: ‘Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio y contar todas tus acciones’ (Sal_72_28). ‘Mi esperanza está ya en mi seno, como decía el santo Job’ (Jb_19_27).” [44]

“Al poseerte amorosamente en mi corazón, todas las potencias de mi alma corrían al olor de tus perfumes; si ellas se hubieran dispersado, el vino oloroso y dulce como la miel que procedía de tu garganta sagrada de una manera inexplicable las atraería y las encerraría en el nicho de tu sagrado costado abierto, donde encontrarían ellas la dulcísima miel de tu divinidad que las ocuparía y alimentaría deliciosamente. Tu corazón, de una dulzura real, era el rey de estas abejas místicas, del que ellas adoraban y seguían los movimientos que no las privaban de su reposo amoroso ni de esta agradable quietud.” [45]

“Yo sentía una gran suavidad al adherirme a tu bondad, la cual se proponía recogerme, considerando su gloria al decirme estas palabras amorosas: "Tu eres mi fiel israelita; me gloriaré en ti." Ante esta palabra de gloriarte, mi alma se sentía mucho más recogida y experimentaba las palabras del mismo profeta, sobre todo cuando te había recibido en el divino sacramento de la Eucaristía, me decías que te alojara como un peregrino que saldrá o dejará de estar corporalmente bajo mi techo cuando las Especies se hubieran consumado, y me invitabas a revestirte de mí misma, como un enamorado que se había desnudado por mí para cubrirse solamente de un fragmento de pan, privado de su propia sustancia, ya que las Especies de pan no son sino accidentes que subsisten milagrosamente gracias a tu gran poder: ‘Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz, como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor’ (Is_58_7s). En este mediodía, me diste un reposo que era casi continuo.” [46]

“Mi alma estaba llena de esplendor y mi cuerpo aliviado, porque me hiciste tu jardín de recreación donde hiciste crecer flores deliciosas, las cuales estaban abundantemente regadas, porque tú mismo eras la fuente; desbordabas en ellas un río de paz. Me decías que tu morada dentro de mi alma era para ti un desierto agradable porque no albergaba amorosamente sino a ti, y que lo cimentarías tan profundamente, que las generaciones futuras podrían subsistir en él con seguridad.” [47]
Entresacar y separar temas concretos, es difícil, debido a que en una misma cita hay varios temas presentes. Podemos darnos cuenta cómo Dios fue entretejiendo las maravillas extraordinarias y extra naturales que hizo en la vida de su amada hija. Jeanne, muy devota de los santos, que mientras oraba, Nuestro Señor le quiso mostrar, en sus visiones, muchos detalles que resaltaron la vida de algún santo o santa.

Ella nos quiso dejar por escrito, estos encuentros admirables: Algún santo para resaltar sus cualidades o virtudes, con algún personaje bíblico para que entendiera la Sagrada Escritura o para que comprendiera un mensaje especial, con elementos de la naturaleza y objetos para enseñarle el simbolismo que tienen, decirle cuanto le ama, para consolarla, mostrarle los detalles de su misión y del establecimiento de la Orden, enseñarle a entender sus Misterios de la Santísima Trinidad, la Eucaristía y el Dogma de la Inmaculada Concepción, por ejemplo.
 
  • Algún santo para resaltar sus cualidades o virtudes.
 Todos los santos tuvieron sus méritos para serlo y estar gozando cerca de Dios. Señor mi alma desea ardientemente ir a vivir eternamente a esa tierra prometida.
“El día de la fiesta de santa Catarina, virgen y mártir, murió con la muerte de los santos después de haber ganado la indulgencia plenaria. De muy buen juicio, con un entendimiento iluminado por tus luces, la voluntad inflamada por tu amor divino, edificó, al expirar, a todos los padres y hermanos que se hallaban presentes para ayudarle a bien morir.” [48]

“Sublimes luces que Dios comunicó a san Dionisio, y cuan humilde y obediente fue en la recepción y manifestación de ellas, según la divina voluntad, que siempre fue la regla o directriz de su espíritu.” [49]

“Estoy muy mortificada debido a que la medicina que hoy tomé me impidió comunicarle las innumerables maravillas que mi divino amor me ha revelado acerca de las excelencias de mi maestro san Dionisio. Después de conversar conmigo sobre ellas durante varias horas, me hizo ver varias veces montículos de arena dorada; y al sorprenderme la repetición de esta visión, me enseñó que se trataba de la multitud de los dones divinos y de las gracias conferidas a este santo, el cual, mediante su correspondencia a dichos favores divinos, multiplicó de tal manera sus méritos, que éstos llegaron a ser tan numerosos como las arenas del mar”.[50]

“Me dijo que la humildad y la obediencia de san Dionisio fueron admirables; que por la humildad se abajó hasta un abismo, y por la obediencia se elevó tan alto, que llegó a la penetración de los misterios más eminentes; obediencia que Dios me hizo ver como el seguimiento de su divina voluntad.” [51]
“Por medio de mi fiel san Miguel, te he enviado favores que son verdaderas joyas, dándole orden de enterarse si deseas ser mi esposa. Tú has respondido, como Rebeca que venías a mí por su medio, y has llegado acompañada de tu nodriza que es el Santo Espíritu, el cual no te ha retirado la leche de sus dulzuras desde que se complació en mostrarte que deseaba alimentarte de sus pechos reales y divinos. El jamás morirá; no es mortal como la nodriza de Rebeca la cual fue sepultada: ’En las inmediaciones de Betel, debajo de una encina; y él la llamó la Encina del Llanto’ (Gn_35_8).” [52]

“Citaré aquí algo que pasó hace cuatro años. Conozco una persona que, después de haber gozado de consuelos indecibles y multitud de favores, a pesar de casi no conocer los libros, ya había experimentado toda clase de ternuras y caricias descritas en ellos; escritas por santa Gertrudis, o por santa Catalina de Siena, o por Santa Teresa. Por espacio de nueve años casi continuos, y casi sin privaciones, tuvo presente a su derecha, al divino esposo, de una manera mística y amorosa. Esto impedía el temor y producía una alegría interna, situando aun su cuerpo en un dulce reposo, como si estuviese ya en la gloria, sin riesgo de sufrir.” [53]

“David lo explica con estas palabras: ‘Pongo al Señor ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra, no vacilo. Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa’ (Sal_16_8s). Al cabo de aquellos nueve años, esta alma se encontró en la sequedad, o más bien en algo parecido al desamparo. Así como las que suelen recibir caricias se sienten abandonadas cuando no se les habla, así el Señor nos manda grandes penas cuando dejamos de sentir su asistencia, porque todo nuestro ser depende de Dios. Si él se retirara, dejaríamos de existir. Lo mismo sucede cuando retira sus consuelos de un alma que los ha experimentado largo tiempo. ¡Ay, ay! ¡Qué pena da ver a un príncipe alimentado con sabrosos manjares, forzado a comer pan de avena o de cebada sin ser purificado de su pajilla, cuyas puntas parecen estrangular la pobre vida que le resta! Así se veía esta alma, que ignoraba dónde estaba el Dios de su corazón. Le parecía que cada criatura le preguntaba dónde estaba aquel que tanto la amaba, y que no parecía tener ojos sino para contemplarla, pero que al presente parecía tenerlos sólo para desdeñarla.” [54]

 
  • Con algún personaje bíblico para que entendiera la Sagrada Escritura o para que comprendiera un mensaje especial.
 En un mismo texto notamos la capacidad que el Señor le concede a Jeanne cuando escribe lo que ve, nos ayuda para mirar al personaje o santo bíblico de una manera que no se puede imaginar uno. En los detalles de sus descripciones destacan cualidades, virtudes, dones quizá gustos que cada uno de estos santos tenía en vida y que allá donde su Divino Amor le gustaba llevar a Jeanne veía con gran atención y admiración. ¡Qué gran escritora!
 

 “En su bondad, el divino Salvador se dignó hacerme partícipe del amor que concedió a su amada Magdalena, y revelarme la bondad y belleza de los pies que anuncian la paz, junto con muchas otras maravillas relativas a su enamorada… El día de la gran Santa Magdalena, maravilla del divino amor, habiendo recibido a mi divino esposo en la comunión, fui íntimamente unida a él… Se dignó elevar mi espíritu para que conociera y sintiera el amor que había comunicado a esta enamorada suya, a la que imaginé a los pies del amable Salvador, de los que se podría decir: ‘Oh cuan hermosos son los pies de aquel que anuncia la paz; de aquel que anuncia la buena nueva’ (Is_52_7) …El contacto con esos pies sagrados comunicó y produjo el amor y la paz en Magdalena. Aquellos pies divinos abatieron su soberbia, pisotearon su vanidad y domaron su orgullo, venciendo todo lo que era enemigo de su salvación y del Dios que estaba más enamorado de ella, que ella de él, a pesar de que lo amaba tanto. Contemplé esos pies tan bellos en su calzado, que no era otro que los cabellos, los labios y las lágrimas de esta santa penitente, que se había transformado en enamorada y se gloriaba en emplear todo lo que tenía de más querido para que sirviera de adorno a esos pies adorables, bajo los cuales dobló amorosamente su cabeza” [55]
“Tu amor hacia mí hace ver a todos tus santos que tu bondad no tiene otros motivos que ella misma para comunicarse a mí. Tú renuevas en mi alma casi todos los misterios que la Iglesia nos representa acerca de tu vida en el curso del año. Como respuesta, me decías: "Hija, al igual que Zorobabel, eres un signo ante mi faz; así como dije a Noé que al ver el arco en el cielo recordaría la alianza de paz que había hecho, y de no volver a enviar un diluvio, de igual modo al verte recuerdo mi bondad, que es comunicativa en sí misma. Es mi esencia; no puedo ignorarla: es lo mismo que mi ciencia y mí ser; es mi naturaleza.” [56]
“Querido Amor, desde que me dijiste que mi suerte está en tus manos, siempre me he visto rica en ti. Me equivocaría si menospreciara las riquezas y los tesoros de tu benignidad. Me contristo al ver que otros las desprecian al acumular un tesoro de ira para el día de tu justa venganza.” [57]

“Mi divino esposo me dijo además que siempre había enaltecido con sus bendiciones y favores más escogidos a quienes le habían levantado altares, como Noé después del diluvio, Abraham, Isaac, Jacob y otros, y que no sería mezquino conmigo, que le preparaba una orden en la que tendría una gran multitud de altares sobre los que reposaría en el adorable sacramento de la Eucaristía; y que obraría un génesis tan agradable y numeroso en esta orden, que no se podría nombrar su generación en mí.” [58]

Jeanne gozaba, se deleitaba viendo, admirando y sintiendo todo aquello que su Amado le mostraba con gran ternura y misericordia.

“Contando con mi consentimiento, tu Majestad quiso visitarme nuevamente en unión de todos los santos de su corte celestial. Por la noche, al encontrarme en mi habitación, toda tu corte me felicitaba por la amorosa predilección que mostrabas hacia mí, alabando tu misericordiosa caridad, que había escogido a una jovencita para proclamar tu Nombre eterno y temporal, extendiendo la gloria sobre la tierra. n resonar estas palabras de Isaías: ‘Consolad, consolad a mi pueblo’ (Is_40_1).Todas sus alabanzas me confundían; imprimiste en mi alma un conocimiento tan profundo de mi nada, que repetí, contando con tu agrado, las palabras de tu santa Madre: ‘He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra’ (Lc_1_38). Oh amorosa dulzura, me hiciste escuchar, sin saber quién me hablaba: ‘Bienaventurada tú que has creído, porque se cumplirán en ti las palabras del Señor’ (Lc_1_45)”.[59]

“En la fiesta de san Lucas te rogué me pasaras de clase, mi divino Maestro; consideraba que me podías bien sacar de mi ignorancia que me ponía no sólo a nivel de los animales, sino más bajo aún. Estaba reducida a la nada, no poseyendo en mí, poder ni instinto para hacer el bien. Con frecuencia me acercaba al altar para ser mirada por tus ojos misericordiosos, pero mi ceguera no los podía ver; estaba ciega, sorda y muda en tu presencia. ¡Oh Dios, qué estado! Este santo Evangelista, pintor y médico, fue caritativo conmigo como lo había sido varias veces en el día de su fiesta. Yo no estaba poseída del demonio que arrojaste, como nos narra este santo; mis ojos, lengua y oídos me servían para aquello para lo que me los habías dado físicamente, pero en mi interior sentía una impotencia inexplicable; no oía hablar tus palabras eficaces y encantadoras y no experimentando este consuelo, no sabía si debía hablar a tu Majestad como en otros tiempos, esperando contra toda esperanza, o si debía permanecer muda, sorda y ciega.” [60]

“Los días de los santos apóstoles san Simón y san Judas, les pedí que por caridad rogaran por mí y que me señalaran dónde se alojaba tu Majestad seguido de todos tus santos, en mi alma ya que es propio de tu bondad producir la luz en las tinieblas como lo asegura el Apóstol a quien iluminaste en la ceguedad. ‘Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, él ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios.’ (2Co_4_6).

Me hiciste, oh delicia de todas las naciones, experimentar el placer que tienes al escuchar a la tierra cuando ésta ruega al cielo, y cómo eres grande y admirable en tus sacramentos, mis tinieblas y mis penas se disiparon desde ese día. La tarde de la víspera de Todos santos al entrar a nuestra capilla para hacer mi oración, oí: Se te invita al sacrificio. Ven como víctima. Tan pronto como me puse de rodillas elevaste mi espíritu de una manera admirable y me hiciste ver sobre el altar a muchos santos entre las que distinguí a san Pedro. A todos estos santos las veía con sus cuerpos ágiles como los espíritus, ocupados todos en llevar un cordero que no pesaba nada.” [61]


 
  • Con elementos de la naturaleza y objetos para enseñarle el simbolismo que tienen.
 Existe tal riqueza y claridad en los signos y símbolos que describe en sus visiones, que nos indica que Jeanne era una mujer extraordinariamente sensible y con una gran capacidad de admiración, que todo eso lo transformaba en expresiones de alabanza y adoración a Dios, al terminar tan maravillosas manifestaciones y por si fuera poco, cuando ella no comprendía algo, su Divino Amor se lo explicaba.
“Cuatro cadenas que representan los diversos estados de las almas en el camino y al llegar a su fin.

Durante la Octava de Reyes, mi divino amor, haciendo sentir a mi alma su dicha a causa de la elección que él se dignó hacer de ella por iniciativa propia, me dio a entender y a conocer la diversidad que existe en los estados en que se encuentran las almas que están oprimidas por diversas cadenas.

La primera cadena es de hierro, la cual aherroja y abruma con su peso a los pecadores obstinados en este mundo y a los condenados en el infierno, entre los que sólo hay la diferencia del fuego, que atormenta interiormente a los que se encuentran en camino y material y sensiblemente a los que han llegado al término. Como los que van por la vida no suelen aparecer ante los hombres como pecadores obstinados, reprobados y condenados por su impenitencia, la ejecución de la sentencia sólo es diferida. Los que están en el infierno, en cambio, por haber llegado a su fin, sufren ya los suplicios de sus crímenes y la pena a la que están condenados. Por haber muerto en pecado mortal, serán privados eternamente de la visión beatifica.

Los desventurados que van en camino se obstinan en resistir al Espíritu Santo y a forjar pecado sobre pecado, con los que forman la cadena de sus malos hábitos, que encadena unos con otros, y como jamás se enmendarán, están como condenados en presencia de Dios. La ejecución del suplicio es sólo aplazada, como se dice antes; sus cadenas no pueden romperse por rehusar la conversión y exponerse a que el Dios justísimo les abandone a causa de su endurecimiento, aunque esta imposibilidad sólo se de en los condenados, que están en un estado en el que ya no hay redención, porque ya no están en camino para hacer penitencia.

Dicha imposibilidad se da en quienes resisten al Espíritu Santo. Desafortunadamente para ellos, no hay remisión alguna ni en este mundo ni en el otro, como dijo el Salvador. Cadena doblemente temible. Cuando pienso en ella, me siento espantada porque encadena a dos clases de culpables: los que se encuentran en camino que ofenden a Dios durante su eternidad, porque jamás se enmendarán; y a los que llegaron a su fin durante la eternidad de Dios, lo cual es justísimo. Como emplearon su eternidad en ofenderle, es razonable que él los castigue durante la suya: ‘Por que aparezca tu justicia cuando hablas y tu victoria cuando juzgas (Sal_51_6).’

La segunda cadena es de plomo, que puede fundirse y licuarse en el fuego. Ella encadena a las almas que no son obstinadas, pero que se encuentran, no obstante, en pecado mortal, del que pueden lavarse, purificarse y deshacer su opresión mediante la gracia que Dios desea concederles. Esta cadena puede ser fundida a través del temor de Dios, cuya ardiente caridad puede reformarlas o transformarla en la hoguera del divino amor, que produce la contrición amorosa.

La tercera cadena es de oro brillante y sirve de corona y collar honorífico más que de grilletes. Esta cadena es para las almas que sirven a Dios por su amor y por la recompensa de la gloria, todo a una. Hay muchos en este número: ‘Inclino mi corazón a practicar tus preceptos, recompensa por siempre’ (Sal_119_112).
La cuarta, que es maravillosa, está formada de luz, sin ser pesada como la de oro. Las almas que la llevan son iluminadas, no encadenadas por ella y son conducidas por el esplendor de la luz eterna que es el Verbo, el cual es su camino, su verdad y su vida: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ (Jn_14_6). Dios mora en estas almas y se reproduce en ellas cada vez que las ilumina. ‘Allí a David suscitaré un cuerno, aprestaré una lámpara a mi ungido’ (Sal_132_17), dándoles su amor, que es dulce, fuerte, muy bien representado por el cuerno y simbolizado por la luz de Cristo, que es el ungido y la unción. David, contemplándolo como rey, dijo: ‘Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros’ (Sal_45_8). Con estas almas afortunadas, por ser sus esposas queridas, comparte su alegría. Junto con la luz, reciben la unción sagrada de reinas; luz que les da el impulso para moverse de acuerdo a las exigencias de la gloria eterna. Son resplandecientes como el sol, blancas, cándidas y plateadas como la luna; el sol no tiene otro color que el de la luz; estas almas, tan felizmente ligadas, no tienen ni color ni tinte de criatura alguna; sólo el blanco de la inocencia.

Frecuentemente, durante esta octava, el rayo de luz brilló con fuerza sobre mi cabeza y mi rostro. Sentí una dulce brisa y escuché: El espíritu sopla donde quiere; no siempre le gusta manifestar de dónde proviene su soplo, ni a dónde va, pero se complace en dar a conocer que es él quien mueve al alma para que obre según sus mociones. Es él quien produce en ella mil gracias de bondad y de complacencia, adornándola con sus dones para hacerla agradable al Padre y al Hijo, lo cuales, con el Espíritu Santo, fijan en ella su morada. La santísima Trinidad reside plenamente en su parte superior como en su domicilio: ‘Que así me ha dicho el Señor: Reposaré y observaré desde mi puesto, como calor ardiente al brillar la luz, como nube de rocío en el calor de la siega’ (Is_18_4).

Esta cadena de luz liga e ilumina de manera inefable a los bienaventurados que están en el término, y a las almas de las que ya he hablado, que van por la vida; porque las que han llegado al final se encuentran en la plena alegría de la gracia consumada, a la que llamamos gloria del cielo. Las que siguen en camino participan de la gloria iniciada que se denomina gracia en la tierra; cadena bien diferente de la que aprisiona a los obstinados en el camino y a los réprobos en el término’”. [62]

“Los símbolos de la cruz han sido muy ilustres: el arca de Noé, el reparador del mundo; la vara de Moisés, el incensario de Aarón, el sacrificio de Abraham, el báculo de Jacob, el cetro de David, el trono y la litera de Salomón Todos aquellos a quienes se concedió como en depósito bajo el velo de las figuras, fueron siempre ilustres; y hasta María y Jesús, honra del cielo y de la tierra, todos la llevaron en figura y en ejemplo o imitación. Nadie está exento de la cruz, sea por temor, sea por amor a Jesús.” [63]
“Llegó la Pascua. Durante este tiempo caí enferma cerca de un mes, aunque esta enfermedad no me impidió comulgar diario. Recibí, además, grandes consolaciones de tu santa Madre, la cual me confortaba mientras que la fiebre me desgastaba tan duramente. Para aliviarme en el sufrimiento causado porque te escondías de mí, al cabo de algunos días e ignorando la causa, vi tres coronas sostenidas y ensartadas en una vara, y también unos cálices. Ignoraba el significado de todas estas visiones, hasta que te dignaste, mi divino Intérprete, dejarte ver de mí. Al retomarme amorosamente, me dijiste: ‘Hija, te has quejado con tu confesor de mi ausencia, como de una pena intolerable a una esposa acostumbrada a los mimos de su divino esposo; mi santa Madre te ha visitado y consolado. ¿No te había yo hecho ver cruces y cálices, y después esas tres coronas en una vara? Todo eso eran signos de aflicciones que yo deseo coronar.’
Al decirme estas palabras, se me apareció una grande y pesada cruz de mármol blanquísimo. Tu Majestad, al verme espantada por las dimensiones de esta cruz, me dijo: ‘Hija, tú no cargarás con esta cruz; es la cruz quien te llevará. Es toda de roca de mármol, y sobre ella deseo fundar el Instituto. La esposa del Cantar dijo que mis piernas son columnas de mármol. Yo soy la verdadera roca sobre la cual está fundada mi Iglesia. Animo, hija, fundaré mi Orden sobre mí mismo.’ Al mismo tiempo, vi un cáliz lleno de flores. Mi amable Doctor me dijo: ‘Mi bien amada, este cáliz lleno de flores es para embriagarte y embellecerte, a ello se refería David cuando dijo: ‘Unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa’, (Sal_22_5)’.Cuando le hice comprender que mi divina misericordia deseaba acompañarle todos los días de la vida. Tú puedes decir lo mismo: es lo que te he prometido. Mis promesas son infalibles.” [64]

Es tan expresiva al escribir, que transmite su sentimiento con respecto a lo que ve y no se diga si quien lo explica es el mismo Verbo Encarnado, su Rabbunni, (su querido maestro)

“Algunos días después de lo ocurrido, el P. de Meaux vino a informarme de la consulta que los médicos habían tenido, y que estaba por partir, lo cual me entristeció en el acto… En cuanto él salió de mi habitación, se me presentó san Miguel para ofrecerme su ayuda. Al desaparecer, te hiciste ver con una tiara hecha en madera, sin joyas ni adornos. Me sorprendió que tu Providencia, en su diligencia admirable, no la hubiese adornado de piedras preciosas. Estas visiones me hicieron ver que habías dado a san Miguel una nueva comisión de asistirme, encomendándole el Instituto que deseabas establecer. Me le diste como uno de mis maestros, a fin de que me instruyera en tu voluntad por medio de irradiaciones y coruscaciones deslumbradoras. Me diste a entender, por medio de la tiara sin adornos que tenías al principio, que iniciabas tus proyectos en la más pobre apariencia, y los llevabas a cumplimiento por medio de ricos efectos; me enseñaste que eras mi buen Pontífice que proveería a todas mis necesidades, y que me compadecías en todo.” [65]
“Fui revestida de una túnica de candor brillantísima para mí sin explicación. Mi madre estaba conforme con todas tus voluntades, por lo que me permitió en seguida seguir tus inspiraciones, aunque sufría un dolor extremo al privarse de mí, a quien amaba más que a todas mis hermanas. Me dijo así: ‘Hija, mi inclinación natural es no permitir que me dejes, pero deseo sobreponerme para seguir la divina inspiración’”.[66]

“Hablando de la gloria esencial según san Dionisio, me parece que olvidé la accidental, pero tu sabiduría me ha guiado suavemente hacia los discursos que me hiciste sobre esta última, mostrándome un ramo de jancitos levantado en alto, los cuales, me dijiste, eran figura de los grados de gloria accidental que concedes a los santos, y que esas sortijas son además gracias concedidas a quienes se encuentran todavía en camino, y son para ellos gloria esencial y que, cuando las obtienen mediante el favor de las oraciones de los santos y santas del cielo, o que a imitación suya practicaron las virtudes en vida, acrecientas la gloria accidental de los santos concediendo este anillo a todas tus esposas que pertenecerán a tu Orden, y que, a su vez, tus manos están hechas para dar todo, y para dejar colocar amorosamente estas alianzas en quienes son de tu agrado, y que bien sabía yo que, estando todavía en la casa paterna, me hiciste ver los diamantes que prepararías a mis hijas, y entre todos, me hiciste ver uno en forma de cruz que me habías destinado, puesto que debía sufrir muchas contradicciones comparables a golpes de martillo, y a ser con frecuencia moldeada y golpeada para ser más conforme a ti.” [67]

Revestida de todos los regalos que le prodigaba su amado gozó plenamente, pero cuando se trataba de ver situaciones terribles que también le mostraba, ella sufría.

“Llevo en la mano un báculo de hierro, insignia de mi poder, para quebrantar las cabezas de los rebeldes que me declaran abiertamente la guerra en la persona de mis fieles. Yo soy el Esposo de la Iglesia, siempre presente, aunque invisible; mi Espíritu santísimo la gobierna, impidiéndole caer en el error. El la sostiene y mantiene en la verdad católica, que posee la revelación auténtica que manifesté a mis apóstoles, quienes la legaron a sus sucesores.” [68]
 
  •  
  • “El divino amor inventó la cruz, que convirtió en signo de grandeza y en estandarte de gloria, 3 de mayo de 1634. El día del hallazgo de la Cruz, me uní a Santa Elena para encontrarla. Comprendí que no sólo debía buscar la cruz de madera en la que fue clavado el Salvador, sino la cruz mística en la que, mediante la divinidad unida a la humanidad, Dios se hizo hombre y el hombre, Dios. Se trata de una cruz cruzada, en la que la fuerza está unida a la debilidad, la eternidad al tiempo, la inmutabilidad al cambio, el Creador a la criatura, la majestad a la ignominia y la grandeza a la bajeza.” [69] 
 
“El día de la dedicación de san Pedro y san Pablo, estando en oración, me hiciste ver un Pontífice con su tiara, con el pecho abierto, y una multitud de víctimas que se ofrecían a él en su pecho y eran consumidas en holocausto, perdían la vida humana y natural y recibían la divina y sobrenatural. Esta consunción de ellas mismas las divinizaba, vi una paloma blanca que se unía nuevamente a este pecho sagrado por un maravilloso afecto para ser allí consumida como las otras víctimas, las que no tenían más su propia vida ni sus propios sentimientos. Esta paloma sufría por verse todavía en estado de ser devuelta a la tierra y poder volar. Si hubiese podido hablar habría dicho: ¿Por qué estoy todavía en esta vida mortal? El amor me fuerza a morir con las otras víctimas y consumirme en ese pecho que ha cambiado la vida natural y humana de esas víctimas afortunadas, en una vida divina. Las veo dichosamente pérdidas para todo lo que no eres tú, oh mi Dios y mi todo”.[70]

“Habiendo recibido las potencias del divino esposo, se ve adornada por ellas con la propia mano de su esposo: ‘Ha ceñido mi diestra y mi cuello con piedras preciosas, y adornado mis oídos con perlas de valor incalculable. Me ha regalado pulseras más hermosas que las de Rebeca’ (Gn_24_22), que son signo de esperanza y seguridad para la esposa. Ha ceñido mi cuello con el collar de su caridad; ha colgado a mis oídos pendientes de preciosas perlas, que son sus fieles palabras, que para mí valen más que el oro y el topacio. Ha puesto sobre mi frente una diadema admirable y tan rica, que ningún otro enamorado sería capaz de darme una parecida.” [71]

En este punto, podría haber copiado todos sus escritos, ya que durante todos los momentos de su vida Nuestro Señor, le decía cuanto le amaba. Ninguna cita, vale más o menos. Ésta es solo es una selección para ilustrar estas bellas experiencias.
  
  • Decirle cuanto le ama
  • “Me acuerdo que un día, durante la octava de san Juan Bautista o la octava de la Visitación de Nuestra Señora, tu santa Madre, me dijiste: ‘Hija mía, mientras que mi Madre conversa con santa Isabel, entra a este claustro virginal. Deseo hablar y tratar de amor contigo; ven con mi Precursor, que me ve y platica conmigo aunque se encuentre en las entrañas de su madre. Él ha estallado en gozo al ver al esposo cerca de su esposa. Es mi amigo y tu patrón. Yo le escogí como saeta de elección.’” [72]
 
“Como encontraba en ti todo mi bien, y que todo era nada para mí fuera de ti, mi alma vivía en una paz que sobrepasaba todos los deleites de los sentidos corporales, a los cuales no tenía ella necesidad de recurrir para buscarte por medio de las cosas visibles, ya que tú vivías íntimamente en ella, recogiendo todas mis potencias y siendo mi divino Amador y mi tesoro. Mi corazón estaba dentro de ti y tú mismo eras el Dios de mi corazón. Te decía las palabras del hombre que encontraste según tu corazón, y que hacía todas tus voluntades: ¿A quién tengo en el cielo? Contigo, ¿qué me importa la tierra? Aunque se consuman mi espíritu y mi carne. Dios es la roca de mi espíritu, mi lote perpetuo.” [73]

“Al poseerte amorosamente en mi corazón, todas las potencias de mi alma corrían al olor de tus perfumes; si ellas se hubieran dispersado, el vino oloroso y dulce como la miel que procedía de tu garganta sagrada de una manera inexplicable las atraería y las encerraría en el nicho de tu sagrado costado abierto, donde encontrarían ellas la dulcísima miel de tu divinidad que las ocuparía y alimentaría deliciosamente. Tu corazón, de una dulzura real, era el rey de estas abejas místicas, del que ellas adoraban y seguían los movimientos que no las privaban de su reposo amoroso ni de esta agradable quietud.” [74]


Escuchar a su Amor era lo máximo y Jesús Verbo Encarnado en platicarle y mostrarle con su divina tecnología lo que Él quería.

“Yo sentía una gran suavidad al adherirme a tu bondad, la cual se proponía recogerme, considerando su gloria al decirme estas palabras amorosas: "Tu eres mi fiel israelita; me gloriaré en ti. "Ante esta palabra de gloriarte, mi alma se sentía mucho más recogida y experimentaba las palabras del mismo profeta, sobre todo cuando te había recibido en el divino sacramento de la Eucaristía, me decías que te alojara como un peregrino que saldrá o dejará de estar corporalmente bajo mi techo cuando las Especies se hubieran consumado, y me invitabas a revestirte de mí misma, como un enamorado que se había desnudado por mí para cubrirse solamente de un fragmento de pan, privado de su propia sustancia, ya que las Especies de pan no son sino accidentes que subsisten milagrosamente gracias a tu gran poder” [75]

“En este mediodía, me diste un reposo que era casi continuo. Mi alma estaba llena de esplendor y mi cuerpo aliviado, porque me hiciste tu jardín de recreación donde hiciste crecer flores deliciosas, las cuales estaban abundantemente regadas, porque tú mismo eras la fuente; desbordabas en ellas un río de paz. Me decías que tu morada dentro de mi alma era para ti un desierto agradable porque no albergaba amorosamente sino a ti, y que lo cimentarías tan profundamente, que las generaciones futuras podrían subsistir en él con seguridad.” [76]

 
  • “Al día siguiente continuaste hablándome de las maravillas de este santo, diciéndome: Hija mía, entiende un gran misterio. El Verbo Encarnado, tu amor sobre todos los cielos, parece en este día como el cielo supremo al bienaventurado glorificado con mis llagas resplandecientes como un espectáculo de gloria y Francisco la tiene en proporción. San Francisco está oculto en una cueva con sus llagas, manteniéndose de pie para admiración de aquellos que pueden descender allí. Es una copia sacada de su original que soy yo, y he querido hacerlo mi expresión por una maravilla inefable a los hombres mortales.” [77]
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  • “El día de la Circuncisión de 1653, me dijiste: Hija mía, te doy de aguinaldo toda la Sagrada Escritura; me llamo Jesús Nazareno, y te doy en este día el nombre de nueva Jerusalén. Como ves la primera letra de mi nombre es la misma que la del tuyo y así sucede en la Biblia, la primera y la última letra también son iguales a las de nuestros nombres. El Génesis empieza: En el principio, el Apocalipsis termina Ven Señor Jesús. Amen ‘Ap_22_20’. Juan mi favorito también empieza su Evangelio In principio y termina en el Apocalipsis con Jesús Amén. Lo que es de tu esposo, es tuyo también, es tu adorno que hace gozar a los ciudadanos celestes.” [78] 
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  • Sin duda el mejor consuelo era su Divino Amor que buscaba siempre darle ánimo y fortaleza en todas sus aflicciones, aunque a veces se quejaba de no sentir estos consuelos. El Señor estaba ahí con ella en todo momento.
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  • Para consolarla
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  •  “La víspera de san Lorenzo, encontrándome indispuesta, me acosté después de haber comulgado. Tu bondad, que se inclina siempre favorablemente a mí, quiso alegrarme en el lecho, donde estaba postrada no solamente por enfermedad    corporal, sino afligida espiritualmente por una hermana que no viene al caso nombrar. Me dijiste: "Hija, vine a consolarte y para decirte que tengas confianza en mí. Estableceré mi Orden por medios que nadie imagina. Tú verás la unión de la tiara y de la corona de Francia en esta fundación. Repite con David: Tengo fe, aun cuando digo: ‘Muy desdichado soy’, yo que he dicho en mi consternación: ‘Todo hombre es mentiroso.’ ‘¿Cómo a Yahvé podré pagar todo el bien que me ha hecho? La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahvé’. (Sal_116_10s). Habla, hija mía, de mis maravillas porque no puedes dudar de las verdades que te enseño. Yo he permitido que te veas afligida, a fin de hacerte practicar este gran sentimiento de humildad que sientes en tu alma, y puedes decir a quienes ignoran el exceso del amor que siento por ti, que todo hombre es mentiroso cuando piensa afligir al alma que yo consuelo." Mi divino Consolador, ¿qué puedo ofrecerte en reconocimiento de tantas gracias que continuamente me das?” [79]
 
 
  • Mostrarle los detalles de su misión y del establecimiento de la Orden

  • A pesar de sus debilidades, ella estaba sostenida por su Divino Amor, a quien siguió totalmente y se entregó confiadamente para realizar la fundación de la Orden, convencida que ella era el instrumento y Jesús Verbo Encarnado el fundador que le proporcionaría lo necesario para que se fuera cumpliendo su voluntad y luchó tenazmente contra todo lo que se opusiera para el establecimiento canónico de la Orden, pero siempre con una obediencia ciega en la Palabra de su Amado.
 “El día de san Claudio, Arzobispo de Besançon, la Hna. Catherine me dijo que debíamos iniciar la Congregación lo más pronto posible. No estaba yo resuelta a salir de la casa de mi padre hasta tener otros sentimientos interiores. Le dije entonces, riéndome de ella: ‘¡Comienza tú misma la Congregación!’ Ella se dio cuenta de que hablaba yo así por ironía. Al considerarla, la encontraba buena, pero carente de destreza, sin saber leer bien y mucho menos escribir; incapaz de enseñar las costumbres de la época o la urbanidad que necesitan aprender las jóvenes de buena crianza, la cual los padres de familia consideran más importante que sus deberes de enseñarlas a ser piadosas, pues temen que tu Majestad las escoja para ser esposas suyas. Hay tantos ciegos que en lugar de buscar para sus hijas primeramente el Reino de Dios y su justicia, hacen lo contrario. Más para que lleguen a ser piadosas, nos proponemos enseñarles buenos modales, para que lleguen a serte fieles. Es necesario recurrir a estas estratagemas, aunque no para convencerlas de ser religiosas, ya que solamente tu Espíritu da el don de la vocación.” [80]

“Tú, Señor, que haces las cosas de la nada, impulsaste a esta joven a decirme: ‘¡Sí, sí, yo comenzaré! Dios puede muy bien concederme las cualidades que me faltan. Al rehusarte a comenzar, ¡estás resistiendo al Espíritu Santo! ’" [81]

“Habiéndome dicho estas palabras, mi espíritu se sintió vencido: conocí que tu Espíritu me hablaba por boca de esta joven, la cual se puso a orar delante del altar de Nuestra Señora del Rosario; yo hice lo mismo ante el gran altar de la iglesia de san Esteban de Roanne, después de haber asistido a Vísperas en la misma iglesia. Querido Amor, en cuanto me puse de rodillas, la adorable Trinidad y todos tus bienaventurados me rodearon de luz y me cercaron gloriosamente.” [82]

“Todos los santos me representaban los deseos que tenían de esta fundación, diciéndome que sería el compendio de tus maravillas; que por ella tu divino Padre te clarificaría como recompensa de la glorificación que le habías dado al estar pasible en la tierra; a su vez, deseaba glorificarte ahora que eres impasible. Tu santa Madre me decía que deseaba favorecer todo el honor que le prodigabas al proteger los establecimientos dedicados a su nombre y a su persona, favoreciendo a su vez esta Orden que tendría como fin honrarte.” [83]

“No puedo describir todo lo que ella y los santos me dijeron, ni las caricias inefables que me prodigó toda la santa Trinidad, la cual descendió de su lugar, si puedo hablar de esta manera, sabiendo que está en todo por su inmensidad, para revestirme de una manera inefable. Al verme tan gloriosamente rodeada de un cerco de luz, me rendí después de decirme tu Majestad que permanecería cercada por estos resplandores hasta que prometiera iniciar la Congregación lo más pronto que pudiera. Amor, eres tan prudente como poderoso. Te prometo que saldré de casa tan pronto como reciba el consentimiento del P. Jacquinot, al cual tu Majestad concederá la voluntad de permitírmelo. Habiendo dicho esto, levantaste el sitio, y aunque yo fuera la vencida, tu benignidad, caballerosa en extremo, me regaló sus victorias, prometiendo hacerme triunfar. Adorable Bondad, nada puede comparársete.” [84]

Jeanne tuvo grandes momentos de sufrimiento por la fundación de la Orden. Muchas veces sintió que el mundo se le venía encima, a veces se sintió indigna de ser la fundadora, pero por su humildad y sencillez confiada siempre en el Señor y procurando cumplir su voluntad en cada acontecimiento. Sus angustias eran aminoradas siempre que estaba en oración, en Misa o frente al Santísimo Sacramento en el altar.

“Mi confesor, que era por entonces el P. Nicolás Dupont, me dijo que el P. Jacquinot regresaba de París a Toulouse pasando por este Colegio de la Provincia de Toulouse y que había llegado ya. Me asombré al escuchar la noticia, considerando lo que tuvo que hacer este padre para recorrer algunas leguas más y poderme ver, ya que tú se lo habías inspirado.

No me equivoqué; llegó el sábado 21 de junio por la noche, lo cual me comunicó al momento mi confesor, pero no pude verle hasta el día 22 por la mañana. Este buen padre me dijo: ‘Hija, sólo por consideración a ti he pasado por esta ciudad. Padre, esperaba esto de su caridad; la gloria de Dios le ha hecho pasar. El cielo y la tierra me presionan a comenzar la Congregación. El P. Rector, mi confesor, y el de a Hna. Catherine, el P. Bonvalot, son de la misma opinión. Yo he prometido, a condición de que usted lo ratifique y después de pensarlo me dé una respuesta. Querido Amor, el padre lo pensó seriamente. Temía muchas contradicciones que no me comunicaba, y daba largas al permiso, diciéndome: ¿Qué dices a esto, hija? Padre, nuestro Señor me ha prometido que él mismo lo hará. Me ha ordenado le diga que usted y yo sentiríamos su bondad y que sumergiríamos nuestros corazones en su poder, pues él me hará la distribuidora de los bienes de su casa. Después de enterarse que tu Majestad lo deseaba, me dijo: ‘Comienza, hija, en cuanto puedas hacerlo.’ Su consentimiento te complació.

Después del mediodía quise regresar a verlo con la Hna. Catherine Fleurin; ella habló con él. Mientras hablaban, fui a la iglesia del colegio para hacer oración. Al orar, vi una corona de espinas; dentro de ella estaba tu Nombre, Jesús, bajo el cual había un corazón donde estaba escrito Amor meus. Me dijiste entonces: "Hija, mi Nombre es un bálsamo derramado. Muchas jóvenes serán atraídas a esta Orden por su dulzura; haz colocar sobre el escapulario rojo lo que ahora acabas de ver en esta visión, afín de que yo repose sobre el pecho de mis fieles esposas. Mientras estaba en la tierra, me quejé con toda razón de que los zorros tenían sus guaridas y los pájaros sus nidos, y que no tenía dónde reposar mi cabeza. Háganme reposar sobre su pecho". Te pedimos que así sea, querido Amor de nuestros corazones, y que cesen así tus quejas en estos últimos siglos: ‘Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’ (Mt_8_20).” [85]

“El día de san Basilio el Grande, durante la octava del Smo. Sacramento (1635), nueve de mis hijas y yo la décima, a imitación de san Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y de sus nueve compañeros, hicimos voto de vivir y morir en la prosecución del establecimiento de la Orden del Verbo Encarnado, en presencia del Smo. Sacramento, que estaba expuesto.” [86]
“Me vino a la mente lo que tu santa Madre me había dicho, de ofrecerme solamente al designio de tu sabiduría escondido en ella, asegurándome que tú, el único que obra maravillas, serías tan bueno como poderoso para darle cumplimiento en el tiempo previsto por ti. Estos dos querubines admiraban el amor demostrado por tu Majestad hacia una jovencita, la cual era iluminada por una claridad desconocida a quienes viven en la tierra ya pesar de ser nada, escogiéndola para llevar a cabo un designio tan augusto, comunicándole de manera divina los favores que tu divino Padre había manifestado a Abraham, deseando hacerla madre de una multitud de hijas que serían como estrellas brillantes en esta Orden de amor, introduciendo nuevamente a su primer nacido al mundo mediante este Instituto que sería una extensión de la admirable Encarnación: ‘Y nuevamente, al introducir a su Primogénito en el mundo, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios’.(Hb_1_6). Ordenaste a todos, Oh divino Padre, adorar a tu Hijo que deseaba ser introducido” en el mundo por medio de este Instituto. Me dijiste que me darías en él al germen de David, Rey, y que tu misericordia y tu verdad precederían a tu obra, la cual estaba siempre en tu presencia, y que mi alma probaría el júbilo del que habla este Rey Profeta: ‘Justicia y Derecho, la base de tu trono. Dichoso el pueblo que la aclamación conoce’ (Sal_89_15s).Me dijiste que en la luz de tu rostro caminaría en tus sendas; claridad que nunca me abandona, ya que después de tantos años sus rayos me siguen alumbrando por pura bondad tuya, elevando mi espíritu, cuya asunción obras tú mismo.” [87]
“La víspera de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, habiendo ido por la tarde a la iglesia del Colegio, mi alma se encontró triste al pensar en las contradicciones que tendría, y que ya empezaban a asaltarme.

Me hiciste comprender que el establecimiento de esta Orden se haría como el del templo: ‘Con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la otra empuñaba el arma,’ (Ne_4_1) diciéndome que la oración, la paciencia y la fortaleza con tu gracia me eran necesarias para perseverar en los largos períodos de espera que no me especificaste en manera alguna. Al día siguiente, día de la fiesta de esos dos grandes Apóstoles, me hiciste ver, después de la Comunión, toda clase de armas, con las cuales no pudieron herirme quienes las portaban, aunque fueran expertos en su manejo. Tú eras mi escudo.” [88]

 
  • Qué maravillosas intervenciones de Dios para darle confianza a Jeanne Chézard de Matel sobre la fundación. Ella sabía perfectamente que había gente que no quería que hubiera esa fundación y por lo tanto, a ella. Todas estas contradicciones también fueron voluntad del Señor para bien de esta Congregación y que Jeanne trabajara por cumplir el deseo que, su Divino Amor le había pedido realizar y a petición del mismo Jesús, Jeanne se puso en manos de María.
  •  
  • “Por la noche, al hacer mi examen, vi un pozo profundo dentro del cual vi un sol como en su origen. Los que portaban esas armas querían destruirlo con ellas, pero sus esfuerzos eran vanos. Me dijiste: ‘Hija, ¿qué pueden estas armas contra este sol? Así será en todas las oposiciones que habrá contra mi Orden.’ Al mismo tiempo, se me apareció la imagen de Nuestra Señora de Puy, y escuché estas palabras: ‘Confíate a ella; ella te ayudará y yo no te abandonaré jamás.’” [89]
 
“En la comunión de la mañana siguiente haciéndome gran fiesta, elevaste mi espíritu como le plugo a tu magnificencia cerca de ti y de varios cardenales entre los que estaba el Cardenal Bérulle que había fundado una Congregación de sacerdotes que no hacen más votos que los que hacen los sacerdotes al ordenarse. Me dijiste: Hija mía, no te confundas, te revisto de mí mismo todos los días cuando me recibes, yo te revisto de mí mismo. Querido Amor, sé bien que no soy digna de tus favores ni del hábito de tu Orden, pero se habla tanto de mí porque no lo llevo parecen decir que el darlo a nuestras hijas no me cuesta y es que yo no merezco tener este consuelo visible por mis pecados.

Hija mía, ¿a quién debes dar cuenta sino sólo a mí que te he dicho que no te comprometas hasta que te lo diga? Tus directores opinan como yo, no sufras pues, eres como Melquisedec, sin padre, sin madre y sin parientes que te ayuden a establecer mi Orden que es tuya también. Extraña a muchos ver a una joven que sin ayuda de nadie funde y establezca casas, pero soy yo quien te da los bienes espirituales y los temporales. San Francisco, sin ser sacerdote mandaba a los sacerdotes. Alégrate mi muy querida, hago y haré todo por ti, acabaré mi obra, abajaré las colinas del mundo en el camino de mi eternidad.” [90]

El Señor le comunicaba hechos históricos, por mencionar algunos:
 
  • Que el arzobispo Charles Miron moriría, 
  • La Reina tendría a su hijo,
  • El rey Luis XIII saldría victorioso en la Rochelle.
  • No era su deseo que la Orden del Verbo Encarnado fuera unida a la del Santísimo Sacramento.
 
“Un día, durante el mismo año, estando en la Iglesia de los Carmelitas descalzos, me dijiste en una suspensión: ‘Hija mía, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’ (Mc_14_27). Sentí temor ante estas palabras, y respondí: ‘¿Cómo, ¿Señor, al herir a nuestro pastor dispersarás nuestra Congregación, tu rebaño?’ ‘No sientas dolor ante este golpe, hija mía, pues él te hará ir a París.’ El 29 o 30 de abril, un año después, estando todavía en la misma capilla de los Padres Mínimos, fui arrebatada y me dijiste una vez más: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño (Mc_14_27). En esta segunda ocasión, mi corazón se sintió como herido o rasgado. ‘Mi bien amado, me siento desolada; este arzobispo me favorece en todo y me lo quieres quitar.’ ‘Hija mía, irás a París.’ Tuve que resolverme a este golpe, porque tú lo querías.” [91]
“Estableceré mi Orden por medios que nadie imagina… Hija, no deseo que sean unidas estas dos Órdenes. Quiero que ustedes vivan separadas de estas religiosas, que por ahora son hijas de la consolación, pues todo les sonríe. Bernabé significa hijo de la consolación, y tú eres un pequeño Pablo, a quien mi Providencia ha destinado a sufrir grandes contradicciones. Endureceré el corazón de quienes deberían ayudarte, para hacer ver en ti y en esta Orden el poder de mi derecha, que con su virtud te exaltará cuando llegue el tiempo para ello. No dudes, hija; soy yo quien te predice estos sufrimientos. Estaré contigo para hacerte crecer en medio de las contradicciones; podrás, así, decir: ‘En la angustia tú me abres salida’ (Sal_4_2). Estas religiosas no se extenderán como ellas presumen, porque se apoyan en los grandes de la tierra. ‘Entiende lo que quiero decirte, pues el Señor te dará la inteligencia de todo’ (2Tm_2_7). Este Señor es tu Esposo, que está ante ti y que contempla lo que vas a sufrir por él.” [92]
“En el mes de agosto de 1634, estando en el confesionario después de haberme confesado, te complaciste, misericordioso Salvador mío, en felicitarme por las grandes gracias que me habías concedido y me concederías en el futuro, todas las cuales considero como venidas de tu bondad. Te doy las gracias por ellas, consciente de mi bajeza, que me confunde en presencia de tu Majestad, la cual, llevada de su divina caridad, me dijo que me había hecho templo suyo, y que establecería su Orden donde ella se agradará de habitar.” [93]
Como María recibió la noticia que iba a ser la Madre de Dios, espero su tiempo y dio a luz a Jesús, así Imagino a NVM recibiendo la noticia que espero tanto.
¡Qué alegría debió haber sentido! y ¿cómo se vería su rostro en esos momentos?
“Me retiré para orar, y estando en ello, mi alma se sintió afligida ante el temor de un largo retraso; pero, oh mi soberano Consolador, no pudiste sufrir el verme llorar sin consolarme. Me dijiste: "Animo, hija. ‘La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo’ (Jn_16_21). Hija mía, ha llegado la hora en que debes darme a luz en el mundo; falta muy poco; te llenarás de gozo cuando nazca de ti, por segunda vez, en la tierra." [94]
  
  • Enseñarle como debía entender sus Misterios. 
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  • Si el Verbo Encarnado mismo era su maestro, como no enseñarle todo lo que se relacionaba con su familia y cómo vivían. Con qué divina emoción Jesús le explicaría a Jeanne este misterio tan bello, que nuestra mente no comprende y nuestro espíritu aún dispuesto del todo, le cuesta trabajo entender las maravillas que encierra. Jeanne como buena discípula escuchó y vio con mucha atención para después, escribir haciendo explícita su emoción. 
  • Santísima Trinidad
  “Me enseñó que el Padre eterno engendra a su Verbo virginalmente, comunicándole su esencia por vía del entendimiento y de purísima generación. Por estar este Verbo divino en su Padre, la imagen de su bondad, la figura de su sustancia y el esplendor de su gloria, lleva en sí todo su poder. El Padre se contempla en su Verbo con suma perfección, que se expresa mediante su purísimo, ardentísimo y castísimo amor. Es así como se abrazan mutuamente, produciendo por un solo principio al divino Espíritu, que es llamado el amor del Padre y del Hijo, que es con ellos un mismo Dios igual y consubstancial.

El Espíritu es el lazo de unión y el término infinito de las divinas emanaciones o producciones. Es así como en estas tres divinas personas se encuentra la virginidad fecunda, lo cual hace exclamar a los bienaventurados arrebatados de admiración: ‘Oh, cuan bella es la generación casta con esclarecida virtud. Inmortal es su memoria, y en honor delante de Dios y de los hombres.’ (Sb_4_1).” [95]
“Hija mía, en la cabeza de Dionisio estaban toda la Trinidad y todos los ángeles en tres órdenes: superior, medio e inferior. Purificando, iluminando y perfeccionando, nuestra divinidad cumplir sus oficios en este divino Dionisio, a quien te he dado como maestro para que te enseñe la teología mística. Pablo, que fue el suyo, es mi conquistador; Dionisio es mi adorador.” [96]

“Mi Dios y mi todo, ya que plugo a tu amor servirme de maestro y director, anotar‚ aquí lo que has tenido a bien enseñarme sobre el origen y excelencia del estado religioso.

Te complació elevar mi espíritu hasta tu adorable Trinidad, fuente, prototipo y excelencia de todas las órdenes religiosas y de todos los religiosos, los cuales, por proceder de ti, deben retornar a ti, su principio y su fin.” [97]
“Me dijiste, Padre y santo amor mío: Hija, ¿quieres ver mi primera comunidad religiosa en su esencia y subsistencia; la orden divina y admirable de la que se derivan todas las órdenes? Contempla la persona del Padre comunicando su esencia a su Verbo por generación, y al Espíritu Santo por producción, el cual es el término inmenso e infinito y el guardián en la divinidad. El Padre es el general; el Hijo, el provincial.

El Padre no es engendrado, sino que engendra. No es producido, sino que produce al Santo Espíritu. El Hijo es engendrado sólo por el Padre, junto con el cual produce en un solo principio al Espíritu Santo, que es el custodio, recibiendo su producción del Padre y del Hijo y terminando en si este orden divino, que es Dios mismo. Él ha perdurado por toda la eternidad y permanecerá por toda una infinitud siempre poderosa, siempre sabia y siempre buena.
El rango que existe en esta religión divina no es de superioridad y dependencia de una persona a la otra, sino de divina unidad y divina Trinidad; unidad de esencia y Trinidad de personas, las cuales poseen sus tres distintas hipóstasis. El Padre no es Hijo, ni el Hijo es Padre; el Espíritu Santo no es ni el Padre ni el Hijo. Estas tres personas forman una divina sociedad, permaneciendo la una dentro de la otra en su circumincesión divina, con su inefable relación; clausura inmensa en su longitud sublimísima, en su altura infinita, en su fondo abismal, en su hondura. ‘¡Oh profundidad!’ (Rm_11_33). Como este orden no se guarda por dependencia, sino por eminencia, los tres votos de castidad, pobreza y obediencia corresponderían aquí a las excelencias divinas, comunes y distintivas.
Jesucristo, amor mío, dijiste que tu Padre es mayor que tú, y, en otro pasaje afirmaste que el que te ve a ti, ve también a tu Padre; que tú estás en él y él en ti, que todo lo que tienes es de él, y todo lo que él tiene es tuyo. Tú eres la soberana verdad y no puedes mentir. No debo extenderme y explicar estas palabras, por disponer de poco tiempo libre.

He dicho que la Trinidad es la comunidad religiosa sin par, lo cual es una verdad incontestable. Declaro también que el Verbo Encarnado es todo lo que es en la Trinidad. Siendo Dios, eres también indivisible; el Padre y el Espíritu Santo son también inseparables, aunque distintos, de tu persona.

Permanecen siempre en ti, así como tú permaneces en ellos. Toda la plenitud de la divinidad habita corporalmente en la humanidad, la cual no tiene otro apoyo, que el de tu divina persona. Esta es su bien y su gloria divina; sus acciones son su soporte, y a pesar de haber sido hechas humanamente, son de un mérito infinito, por ser teándricas.
¡Qué! Vienes a instituir una vida religiosa como y según aquella que has visto y contemplas en la divina Trinidad, en la cual y de la cual eres la segunda persona. Acudes a practicar una obediencia admirable, permaneciendo de pie detrás de la pared, atisbando por los resquicios de la ventana de los sentidos de la Virgen, la gota purísima de su sustancia que deseabas tomar, la cual no quisiste aceptar sino hasta después de que el largo discurso de su prudente humildad hubiera terminado, al decir al ángel para concluir su embajada: He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra. En el mismo instante, obedeciendo, mira en ti al Verbo Encarnado, con el que concurren el Padre y el Espíritu Santo.

Si perseveran (las religiosas) guardándome con ellas y en ellas, mi Padre y el Espíritu Santo vendrán conmigo para establecer en ellas una perpetua morada en el tiempo y en la eternidad, en la que su fidelidad será coronada por la visión de nuestras tres divinas personas.

¡Oh Jesús, amor mío!, concédenos esta gracia por todo lo que eres, mediante la intercesión de tu santísima madre y de todos los santos.” [98]


La familia de Jesús, la Santísima Trinidad amaba a María inigualablemente, ¿cómo expresar el amor tan admirable y adorable que le prodigaban? Jeanne nos lo narra de tal manera que la lectura se hace breve y deliciosa que no queremos dejar de leer hasta llegar a su fin. Es difícil acortar las citas y siento como si estuviera mutilando esta grandeza escrita.

“El amor que toda la Trinidad siente por ti la inclina a hospedarse en ti de una manera adorablemente admirable y admirablemente adorable, para gloria nuestra y provecho tuyo, a fin de que, gozando de nuestra Compañía, no te aflijas en este valle de miseria, donde vives en penosas debilidades; hija mía, quien tiene a Dios, lo tiene todo." a partir de este momento, me encontré divinamente acompañada de tus Tres Divinas Personas, de las que no me he vuelto a separar. Si desde hace veintitrés años, se han velado durante algunos días, ha sido para ayudarme a conocer, mediante la privación de sus esplendores, la felicidad de la que gozo al poseerlas. Me dijiste: "No hemos hecho un favor parecido entre todas las naciones; así como el Rey Profeta dijo que Dios era conocido en Judea y que su Nombre era grande en Israel, de igual manera la divinidad ha deseado ser conocida en ti, y hacer que su Nombre sea engrandecido en una jovencita: ‘Su tienda está en Salem, su morada en Sión’ (Sal_76_3s). *

Tú experimentas la paz que nuestra Sociedad divina confiere a todas las potencias de tu alma que residen en la parte suprema del espíritu; gozas de la alegría en el centro de tu alma, y tu corazón es la habitación de Dios, que te ama. Se dice que el justo la ofrece y la da desde la aurora a su Creador; pero nosotros hemos venido a hacer nuestra morada en ti, para poseerte sin interrupción. Nosotros apartamos de ti todas tus penas y todas tus guerras deteniendo a tus enemigos mediante nuestro poder, afín de que no se te acerquen. Sientes, por experiencia, cómo te iluminamos por nosotros mismos: ‘Fulgurante eres tú, maravilloso en los montes eternos’ (Sal_76_5) *.

Nuestras tres divinas y distintas hipóstasis te prodigan caricias amorosas por diversas comunicaciones, por complacernos en ello, y aunque nuestras operaciones externas sean comunes por las maravillas del Amor, nos agrada favorecerte haciéndote conocer que el Padre que me envía a ti siente un deleite (que los ángeles no pueden comprender) de comunicarte de manera admirable su paternidad, haciéndote madre de su propio Hijo. Soy yo, mi bien amada, quien se complace en hacerte el espejo de mis esplendores, donde reflejo mi belleza, y el Espíritu Santo hace en ti un compendio de su bondad amorosa. Mi Padre afirma tu memoria para que no pueda confundirse, y yo ilumino tu entendimiento, el cual refleja las claridades que le envío como lo haría una pieza de cristal. El Espíritu Santo enciende tu voluntad con una llama que te abrasa sin consumirte, como si fueras la zarza ardiente que atrajo a Moisés hacia las maravillas de mi sabiduría divina, despreciando todas las que había conocido de los egipcios, cuya sabiduría le hacía admirar no solamente a Faraón y a todos los adivinos y sabios de Egipto, según el mundo, sino a todas las naciones que han sabido y sabrán que hablaba con él cara a cara, y que le hice mi legislador. Yo le escogí para proclamar fielmente mis oráculos a todas las personas a quienes le enviaba.” [99]
“Me contestaste: "Hija mía, ¿Has considerado que el maná no cayó más cuando el pueblo de Israel llegó a la tierra prometida, por tener ya sus frutos? Ahora que estás en la tierra de la promesa, puedes saborear los nuevos frutos. ¿No son tus hijas fruto de mis promesas? Alégrate en ellas y en el cumplimiento de mis promesas." Habiendo comulgado, elevaste mi espíritu hasta tu Augustísima Trinidad, diciéndome que deseabas viera yo cómo la Trinidad entera moraba en mi alma de un modo admirable, añadiendo que estas Tres Personas eran, sin comparación, más preciosas y deleitables que todo cuanto existe en el cielo y en la tierra. "A ti, hija mía, se ha dado el conocer y recibir el reino divino. Nuestra sociedad viene a tu alma en su totalidad, porque el Dios todo bueno ama quienes guardan su palabra. Yo soy la Palabra del Padre, y tú guardas mi palabra en tu espíritu, en tu corazón y en tu Orden, que es la mía, por habérseme consagrado y dedicado." [100]

“¿Es necesario que después de haber visto este establecimiento no vea nada interesante en la tierra? Querido Amor, que tu voluntad se haga en todo. Me conformo a ella completamente. No pudiste más verme enferma, me calmaste el dolor de ojos, pero la devoción deliciosa que yo tenía antes de este establecimiento no me la devolviste muy pronto que digamos”. [101]

“Te doy las gracias, Madre de Dios, Emperatriz universal, divina Noemí, que eres toda hermosa y sin mancha. Reconozco que esta Orden fue engendrada en tu regazo. Nació para honrar a tu Hijo Encarnado, y para gloria tuya. Hace profesión de honrar afectuosamente tu Inmaculada Concepción. No me atrevería a decir que te amo; soy muy imperfecta, pero bien puedo afirmar que, en este Verbo Encarnado, que ha querido tener un nuevo y místico nacimiento por medio de esta Orden, tienes un Hijo que te ama más que todos los hombres y todos los ángeles; recibe su Orden en tu seno. Es tuya, aliméntala con tu leche, llévala entre tus brazos, preséntala al divino Padre con tus santas y sacratísimas manos, para que todas las hijas de esta Orden sean fieles servidoras de tu Majestad. Oh Reina de los hombres y de los ángeles, hazlas muy humildes delante de Dios, en presencia de los ángeles, para la edificación de la humanidad.” [102]

“El Padre comunica su esencia al Hijo sin empobrecerse, y el Hijo la recibe sin rebajarse. De manera similar, el Padre y el Hijo producen al Espíritu Santo sin disminuir su plenitud, y el Espíritu Santo recibe su esencia y su ser sin dependencia. Su soporte personal termina por entero la producción del Padre y del Hijo, siendo el término de su única voluntad sin estrecharlos. El límite que les presenta es la inmensidad misma, la cual encierra a tan única divinidad y adorable Trinidad, que posee sus operaciones internas, distintas y propias, junto con su única y del todo común esencia, permítaseme la expresión.” [103]

 
  • Eucaristía      
  • Al comulgar o al estar frente al Santísimo Sacramento nuestros corazones se alegran NVM Jeanne Chézard de Matel. Este admirable Sacramento, alimento principal de nuestra alma, es un regalo de incalculable valor. En estas citas hay frases que me impresionan porque nunca las había escuchado en la doctrina o catequesis que normalmente se da. Con ellas aprendí a entender más la Eucaristía y a saber valorar y adorar a Jesús en el altar y en mi alma. Les invito a meditar en este Sacramento de vida que posee toda la totalidad divina y que al comulgar, Él late en nuestro interior para unirnos más a Él y transformarnos y como dice Jeanne: ‘en la encarnación se hizo carne para habitar en nuestra naturaleza’ [104] –Y alabarlo diciendo: ‘¡Señor, cuánta bondad para los hombres!’ [105]
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 “Como hijas de la Iglesia, alegrémonos de la santidad de ambos, acordándonos que este santo Obispo nos dice que tenemos un Señor muy bueno; sintamos su bondad y busquémosla con sencillez de corazón, amando a este Salvador que se hace nuestro alimento. Al no estar satisfecho de haber creado para nosotros cielo y tierra, y de habernos regalado dones y sacramentos, canales de sus gracias, quiso darse él mismo en la Eucaristía, que es un hecho de su amor y la acción de gracias divina; Dios de Dios, Luz de luz, fuente de dulzura en la cual sacamos con abundancia de la fuente de sus santas Llagas. Saciémonos y embriaguémonos diciendo extasiados: ¡Señor, cuánta bondad para los hombres!: ‘Se sacian de la grasa de tu Casa, en el torrente de tus delicias los abrevas; en ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz’ (Sal_35_9s).” [106]
“El día de todos Santos quisiste hacerme una gran fiesta y tu santa Madre me hizo favores que te agradaron y que no puedo expresar. Entendí que todos tus santos con ella, estaban cerca de los altares en que estabas presente por la adorable Eucaristía que has instituido para suplir las faltas que los hombres hacen allí mismo, por el desprecio a este adorable sacramento, su impiedad y grandes crímenes y que allí había quién pidiese vengar las ofensas hechas a este Smo. Sacramento.”
“Después de la fiesta de la santísima Trinidad, Misterio adorable y a mi alma muy amado y venerado, fui invitada al banquete de tu amorosa Eucaristía. Humillándome ante tu Majestad te pedí conocer como la Cananea mi indignidad y sentí con Lázaro mis llagas y mi necesidad de comer las migajas que caían de tu mesa, tú que eres inmensamente rico, posees todos los tesoros de tu Padre, que guardas en esta amorosa Eucaristía, en este sagrado Cuerpo que posee toda la plenitud, de la divinidad.
¿Podrías, ¿querido Amor, rechazar o dejar hambrienta a esta pobre que tiene tantas bocas para pedirte esta caridad, como heridas abiertas causadas por los dardos de tu amor? ¿Te es indiferente por sus debilidades? ¿Su languidez no moverá a piedad este corazón que es el trono de la misericordia? No queriendo retenerte más por tu sabiduría, tu bondad me hizo entender que eres plenamente humano, el Dios Hombre que deseó hacer el banquete en la adorable cena con sus amigos, para saciarlos con el trigo de los elegidos y embriagarlos con el vino que engendra vírgenes y ser su corona. Quisiste ser el Cordero que los recibe en este jardín alimentándolos de ti mismo haciendo su camino recto, su verdad cierta y su vida indeficiente, entrando en su pecho por la comunión para alojarlos en el tuyo por una divina transformación.” [107]
“Eres tú, Eucaristía, la gracia de la tierra que alegra a los ciudadanos celestiales, los que adoran admirando y admiran adorando estos formidables y amados misterios, expuestos en nuestros tabernáculos para alojar y extasiar a las almas peregrinas en esta vida, siendo su viático en las muertes misteriosas o si me atrevo a decir, místicas, pues el alma que recibe esta maravillosa ambrosía, se extasía, se abisma exclamando: ‘Pues para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.’ (Flp_1_21). El alma dice con más ventaja que David: ‘En paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo.’ (Sal_4_9). [108]
“Veo divinamente las visiones maravillosas de este Profeta Ezequiel en la donación de tu cuerpo en esta institución de tu Eucaristía, en esta divina unión; en este divino resumen y compendio de tus maravillas, y si me atrevo a decir de tus milagros, el milagro de amor, el amor mismo, veo el fuego, veo círculos concéntricos que llevan al espíritu de vida a todo lugar llenando el cielo y la tierra. Uno de estos círculos ha llegado a cada hombre es tu benigna humanidad, tu gracia y tu bondad. El viernes santo yo puede decir: ‘Para mí la vida es Cristo y la muerte, una ganancia’ (Flp_1_21). Porque todo lo que no eras tú, no podía contentarme.” [109]
“Por añadidura, escucho: Hija mía, yo puedo conceder a mi Espíritu Santo varias veces, Juan lo recibió también en Pentecostés. Reitero cada día el don de mí mismo en el Santísimo Sacramento del altar. ¡Oh Jesús, mi querido Esposo!, concédeme a este Paráclito con tanta frecuencia como tu amor quiera hacerlo. Puesto que en la Eucaristía vienes a mí todos los días, me obtendrás meritoriamente a este Santo que allana el camino a tu corazón. Es él quien late en mi pecho. No tengo otro corazón sino el tuyo. Quiero amar en ti a todos los que deseas que ame según el mandamiento de tu caridad; pero amo más a los que más te aman.” [110]
“Él nos dio su cuerpo, su alma y su divinidad en la eucaristía.” [111]
“El 15 de abril, al despertar, escuché‚ estas palabras del Apocalipsis: ‘Bienaventurado y santo, quien tiene parte en la primera resurrección’ (Ap_20_6), que me sirvieron de meditación y de preparación para la santa comunión. Por ellas me di cuenta de que aquellos de que habla san Juan son los elegidos que murieron en Jesucristo para resucitar a una vida nueva en él; que el germen de la resurrección, aun corporal, era el santo sacramento y que el cuerpo del Salvador, por haber estado siempre unido, aun en la muerte, al Verbo que es la vida sustancial, esencial y divina, había elegido la vida que se daría a nuestro cuerpo, y que ahora en la Eucaristía era el germen de David, ‘Si Dios no nos hubiera dado el germen, seríamos como Sodoma y Gomorra’ (Is_1_9).Este germen sagrado produce la pureza de cuerpo y espíritu.” [112]
“Mi amado me mostró el cáliz y el dolor mezclados con el de la Eucaristía, el cual es verdaderamente saludable, pues me hace morir a mí misma y a todas las criaturas para no vivir sino en él; que en ello consiste la preciosa muerte de los santos, ofreciendo mis votos y cumpliendo mis promesas con un amor tierno, fuerte y sincero, en medio de Jerusalén, en presencia de los Ángeles y de los santos, apareciendo como la esclava de mi Dios e hija de la Iglesia, su sierva y esposa, en la que trataré de hacer las santas voluntades que su amor me ha inspirado, y que, en fin, era ésta la gloria que me habían ganado mis lágrimas.” [113]
¡Oh! ¡Dios mío, gracias! He aprendido tanto sobre la Eucaristía, a través de los escritos de Jeanne, que la palabra Gracias, es pequeña para expresar lo que he comprendido y sentido después de meditar en estas citas tan claras y sencillas.
“En ese tiempo me fueron representadas en visión tres clases de vino: uno blanco como el cristal, que es el vino de la gloria, como ya expliqué; el otro, mezclado de blanco y rojo, que es la Eucaristía; el tercero era un vino ordinario que representaba la gracia y sabiduría que Jesucristo comunica a la generalidad de los justos.” [114]
“Al recibir la divina Eucaristía, recibimos por concomitancia al Padre y al Espíritu Santo debido a que estas tres personas distintas son indivisibles en su esencia simplísima.
También quiero añadir que, al recibir esta unidad esencial, experimentamos las comunicaciones admirables de las tres hipóstasis, a las que puedo llamar cataratas abiertas que fluyen e influyen en el alma de manera admirable.
Los tres divinos soportes parecen padecer la urgencia de dar a conocer por experiencia su magnífica largueza y munificencia hacia sus humildes criaturas.” [115]
“He aquí la manera en que el alma adquiere la filiación y cómo Dios es fecundo fuera de sí mismo, produciendo hijos de la luz y pequeños dioses por medio de la simiente de la gracia. El alma que está en gracia posee también la cualidad de esposa, cuyo matrimonio consuma en la sagrada Eucaristía, en la que se obra la unión de los cuerpos, pudiendo decir con Santa Inés: Ya a su cuerpo está asociado el mío. Matrimonio que no es infecundo ni estéril.” [116]
Mostrando que él es el Señor todopoderoso que estableció su gloria y la de sus fieles, prometiendo que los resucitaría gloriosos el último día, por la virtud de este alimento sacramental y en el que precipitará la muerte temporal, dejando los condenados en la muerte eterna, porque no recibieron santamente la Vida que él les quería dar por este divino sacramento. Hermoseó las maravillas de su sabiduría con la eucaristía, que es manjar de los grandes, la cual concede sin disminuir su grandeza, que tampoco puede decrecer, porque Dios es suficiente a sí mismo desde la eternidad hasta la infinitud. Para realizar esta maravilla no necesitó del consejo de los ángeles ni de los hombres ¿Quién hubiera osado imaginar semejante comunicación? Sólo su bondad, que lo impulsó a tanta generosidad, dándose todo a todos y todo a cada uno de nosotros. Cada cosa afirma la excelencia de la otra, ‘¿quién se hartará de contemplar su gloria?’ (Si_42_26).” [117]
“Al odiar el pecado, amemos la gracia; este divino sacramento es llamado Eucaristía, que significa la gracia misma, acción de gracias. En ella se encuentra el autor de la gracia. Los demás sacramentos confieren la gracia, pero éste contiene al Dios de la gracia, Jesucristo, pleno de gloria y de verdad, la cual vemos a través de la fe al confesar que él es el unigénito y único del Padre eterno, que en la encarnación se hizo carne para habitar en nuestra naturaleza.” [118]
“Su Padre es su cabeza, y él, cabeza de la Iglesia; por ello puede afirmarse con verdad que los sacramentos dimanan de la cabeza y del corazón de Jesucristo, habiendo entre ellos uno que abarca a todos los demás: el sacramento de la Eucaristía.” [119]
Cuando era pequeña, gustaba de platicar con Jesús después de comulgar, así nos lo inculcaron las religiosas del colegio donde estudiaba y todavía no comprendía la magnitud de este hecho, solo mencionaban pide a Jesús lo que gustes, Él te lo concederá si eres buena. Después de un tiempo comprendo que he desperdiciado grandes momentos y le suplico perdone mi ignorancia en adelante trataré de que no pases desapercibido ningún minuto de mi vida. Al seguir la lectura entenderán por qué lo digo.
“El Verbo celebra las bodas que son como extensiones de la Encarnación cuando penetra en sus esposas mediante la Eucaristía. Al recibirlo en la comunión, son transformadas en su lecho nupcial y, en su calidad de esposas, les revela secretos que son divinamente llamados los secretos del tálamo, que destilan tanta pureza, que la esposa dice con Santa Inés: Amo a Cristo, en cuyo tálamo entraré; cuya Madre es Virgen, cuyo Padre no conoció mujer; cuya voz me canta con acentos de órgano melodioso. Cuando lo amo, permanezco casta; cuando lo toco, soy pura; cuando lo recibo, sigo siendo virgen. Estoy desposada con Aquel a quien los ángeles sirven y cuya hermosura contemplan el sol y la luna.” [120]
“Jesucristo quiso ser nuestro precursor, entrando en la gloria que sus méritos nos adquirieron, la cual nos da en prenda y como arras en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en virtud de cuya recepción resucitaremos. Es éste el germen de inmortalidad que dará la vida de la gloria no sólo a nuestras almas, sino además a nuestros cuerpos, que serán gloriosos en los cuatro confines de la gloria.” [121]
“Él es heredero universal de todos sus bienes. Es mi hijo y mi heredad. Es el primogénito de todos sus hermanos. Lo que es por naturaleza, quiso que fuera yo por la gracia. Está ligado conmigo como con su madre. Estamos unidos eterna, deliciosa, humana y divinamente. El ama estos lazos y se ha atado con las especies sacramentales en la Eucaristía.” [122]
“Permíteme preguntar querido Amor, esta pequeña hija tuya, ¿cómo puede entender lo que dijiste, que, de los nacidos de mujer, ninguno había tan grande como Juan Bautista? Hija mía, me dijiste, entiende este secreto, en los días de Juan Bautista dije esas palabras, en razón de su santidad y penitencia; pero el día de mi Cena, día en que actué en que reproduje sacramentalmente mi cuerpo, mi sangre, y mi alma por concomitancia con mi divinidad indivisible, Juan evangelista fue otro yo, recibiendo un divino nacimiento en mi propio seno, un fénix que renacía no de cenizas, sino de mis llamas. Tuvo la gracia de subsistir en el esplendor de la santidad, antes del día de la resurrección de mi cuerpo físico y natural apropiándose en mi resurrección estas palabras del profeta real: ‘Él me ha dicho, tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy’ (Sal_2_7). El real Profeta las decía de mí, en nombre de mi Padre, y yo se las dije en mi seno a mi amado san Juan; lo engendré antes de mi muerte y de mi resurrección; lo hice sacerdote sirviéndole de mitra y ornamento, sobre el altar de mi pecho lo consagré siendo como soy, el ungüento y la unción, el aceite y la alegría de mi Eterno Padre.” [123]
“Al día siguiente, que era lunes 23, habiendo comulgado, mi espíritu fue arrebatado. Me hiciste ver entonces al Santísimo Sacramento en el sol de una custodia, el cual, conteniendo a este divino Sacramento, se sostenía por su virtud en el aire entre las nubes, donde te me apareciste, mostrándote como de treinta y tres años. Te vi coronando a una joven arrodillada sobre las nubes a tus pies. Me diste a entender que yo era la joven agraciada con estos favores por el exceso de tu amor que me coronaba, no por mis méritos. Yo veía que esta sagrada custodia que contenía al divino Sacramento se inclinaba amorosamente hacia mí, diciéndome: ‘Mi amor es mi peso.’ ‘Una multitud de ángeles estaban también en el aire, diciéndose unos a otros: He aquí la esposa del Cordero; venid a ver a la esposa del Cordero: ‘Gocemos y exultemos, y démosle gloria, porque llegó la boda del Cordero, y su esposa se ha vestido de gala a ella ha sido dado el poder de adornarse con la justificación de los santos para ser agradable a su divino esposo, que es el candor de la luz eterna’ (Ap_19_7s).” [124]

¡Gracias Jesús Verbo Encarnado por tu entrega total y regalarnos tu presencia y alimento en este Santísimo Sacramento!
 
  • Dogma de la Inmaculada Concepción y Madre nuestra
 
Este tema me impresiona tanto que lleva huella permanente en mí. Me da tanta alegría saber que a través de sus escritos puedo confirmar lo que en la doctrina o catequesis se nos enseñó, porque doscientos años antes de que se declarara este dogma, Nuestra Venerable Madre, admiró a la Inmaculada Concepción en sus éxtasis, visiones y locuciones. Además, el Espíritu Santo, en varias ocasiones, le dijo a Jeanne de Matel que escribiera eso que había oído y visto, que considero aspectos importantes, ya que nunca, al menos yo había oído o leído en ningún lado.

Su Santidad el l Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, proclama que la Inmaculada Concepción de María es dogma de fe: "...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles… "

“Les dije palabras que las hicieron compartir mis sufrimientos, y me ofrecí a todo género de penas para reparar la ofensa hecha a nuestra toda pura Princesa, pidiendo a todas que hiciéramos actos de reparación en común y en particular, por todas las injurias que el sacerdote había pronunciado en nuestro púlpito y nuestra Iglesia, y renovamos el voto que habíamos hecho varios años antes de nuestro establecimiento, de mantener el honor de la Inmaculada Concepción aún a costa de nuestra vida; acordándome que esta santísima Virgen desde el año de 1619, en la misma fecha, me prometió establecer la Orden del Verbo Encarnado, si yo escribía y sostenía de viva voz, la verdad de su Inmaculada Concepción; tanto que puedo jurar en materia de revelación, que el Espíritu santo me explicó y me dijo en ese día de 1619, que no saldría del éxtasis que me tenía boquiabierta en la Iglesia de san Esteban de Roanne, a menos de prometerle escribir lo que por pura locución me decía, explicándome esta maravilla por la Sagrada Escritura, que en ese tiempo no había leído porque no la tenía.” [125]
“El día de la Inmaculada Concepción de la Virgen, mi alma fue elevada en un sublime conocimiento tocante a la pureza de tan admirable concepción. Se me reveló que no fue el placer que propone la naturaleza, sino el deseo de obedecer la divina voluntad, mediante una secreta inspiración, lo que unió a San Joaquín y a Santa Ana para obtener la bendición que debía ser el gozo de los ángeles y de los hombres, y presentar al Verbo una Madre; bendición que nos muestra la aurora que traerá para nosotros al sol de justicia. Convenía a la majestad del Hijo del Altísimo que su Madre fuera concebida sin pecado y que su cuerpo sagrado fuese organizado en el momento en que el alma se le infundiera, sin esperar el tiempo ordinario que la naturaleza emplea en la conformación de nuestro cuerpo. En María se inició la redención de la humanidad; Dios no deseaba retardarla porque acelera siempre las obras de amor y de misericordia, siendo lento y tardío en las de la justicia, como se dice en el Génesis. ‘Dios caminaba o paseaba bellamente en el Paraíso después del medio día: Yahvé Dios se paseaba por el jardín a la hora de la brisa’ (Gn_3_8).” [126]

“El Espíritu Santo, que deseaba obrar en la santísima Virgen el misterio de la Encarnación en el tiempo previsto, fue quien se ocupó en la Inmaculada Concepción de María. ‘No hay quien sea justo, ni siquiera uno solo’ (Ml_2_15). ‘No hay un sensato, no hay quien busque a Dios’ (Rm_3_11).Por estas palabras debemos entender que la Virgen, al venir para cooperar a nuestra redención, debía recibir la gracia y el espíritu con medida, y que su Hijo, el nuevo Adán, la recibiría sin medida por ser Dios. María fue creada para ser Madre de Dios; por ello recibió fuerza del Padre y fecundidad para engendrar un Hijo, que les es común por indivisibilidad. Recibió además la sabiduría por mediación del Verbo, y el Espíritu Santo le comunicó su amor. María es la admirable compañera del hombre nuevo y también su madre, que recibió en ella la simiente de Dios cuando el Verbo tomó carne en su seno.” [127]

Repetir que la Virgen es la Inmaculada Concepción, es fácil, lo difícil está en explicarse a sí mismo y poder explicar a los demás este misterio. Si solamente me quedo con lo que aprendí del catecismo, o incluso después de él, no sería ni la mínima parte de lo que he aprendido con Jeanne.
“Consideré tres misterios escondidos en Dios a los siglos pasados, que siguen estando ocultos para nosotros. Como nos están velados, no podemos comprender claramente la manera en la que se obraron. El primero es la Concepción Inmaculada de la Virgen; el segundo, la Encarnación del Verbo; el tercero, la presencia del mismo Verbo Encarnado en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en el que se oculta bajo frágiles accidentes que no sabríamos penetrar. Aunque la Virgen y los bienaventurados tienen conocimiento de ellos en el cielo, que es la Iglesia triunfante, siguen siendo misterios ocultos para la militante.” [128]
“Me detendré ahora en el misterio de este día. ¿No es una realidad lo que Mardoqueo vio en su misterioso sueño? ‘De una pequeña fuente nació un gran río de abundantes aguas. La luz y el sol surgieron y los humildes se alzaron y devoraron a los soberbios’ (Est_10_6).’ En su concepción y en su nacimiento, la Virgen es una fuentecilla que en la Encarnación se convierte en sol debido a que encierra al Hombre-Dios, que es el Oriente venido de lo alto, ocultándolo en su seno. Este misterio sólo fue visto de Dios y de los ángeles antes de la Visitación, después de la cual, y en la natividad, la Virgen produjo el Océano y mar de la divinidad, unida por unión hipostática a nuestra humanidad: ‘De una pequeña fuente nació un gran río de abundantes aguas. La luz y el sol surgieron y los humildes se alzaron y devoraron a los soberbios’ (Est_10_6).” [129]

“Habiendo engendrado al Verbo Encarnado, permanece llena de Dios y de sus gracias. El Verbo Encarnado quiso alimentarse de sus pechos, de la misma sangre que formó y alimentó su cuerpo sagrado en sus entrañas maternales. Dicha sangre, transformada en leche, fue para él un néctar delicioso y celestial, que en él se convertía en divino, sirviéndole de alimento, de solaz y de crecimiento mientras que fue alimentado por la Virgen y llevado en sus brazos, adhiriéndose a su seno como amadísimo infante a su progenitora, colmándola de caricias infantiles y divinamente inocentes. Cuán inexplicables debieron parecer al corazón virginal y materno que las recibía. Fueron delicias inconcebibles para nosotros.” [130]

“El ángel rebelde, dragón infernal, vio su cabeza destrozada por esta maravillosa mujer. Intentó vomitar un río envenenado de rabia en contra de su descendencia, pero la tierra divina lo enjugó y la Virgen fue preservada de sus trampas y exenta de todo pecado: original o actual. Jamás pudo él turbar las aguas de tan cristalina fuente, ni profanarlas con su aliento envenenado de furia. María fue concebida sin pecado.” [131]

¡Cuántas frases llenas de sabiduría y con tanta claridad que ayudan a comprender lo incomprensible! Exenta de pecado original.


“Tampoco fue capaz de impedir la Encarnación del Verbo Divino, que quiso darse como alimento en el Santísimo Sacramento del altar, deseando, de manera singular, ser la porción de Leví. María estaba en el Verbo y el Verbo en ella como la porción de Leví, porque nunca quiso poseer la tierra en heredad. Dios se dio a ella para poseerla en calidad de Madre, así como ella lo posee en calidad de Hijo, haciéndose, por María, el germen de David, al que pertenecen la unción y el trono real. El reinará en Jacob eternamente, porque su reino no tiene fin. María, su Madre, fue constituida por él Reina del cielo y de la tierra por toda la infinitud. El Espíritu Santo descendió a ella en una exuberancia indecible para los ángeles y los hombres. El mismo espíritu reposó en su Hijo, el cual hundió sus raíces en los elegidos a través de María, su Madre, que provenía de la raíz de Jesé. En esta admirable flor reposó el Espíritu Santo, ungiéndola para anunciar los designios divinos al mundo y a la humanidad.” [132]

“Jesús y María son las fuentes de Israel. María encerró en sus entrañas virginales toda la gloria de Israel; el Verbo es la fuente que salta hasta la vida eterna, que consiste en conocer al Salvador y por él al Padre, que lo envió a la tierra. La Virgen, que lo engendró y que lo posee como descendencia suya, es su Señora y Madre. Él es todo de ella, así como ella es toda de él, mostrándose como Madre al dárnoslo.” [133]

“María es la causa de nuestra alegría, como la llama la Santa Iglesia. Es un vaso purísimo que fue digno de recibir a Dios, que es Espíritu. Su cuerpo es más puro que todos los espíritus creados de los ángeles y de los hombres, del que el Verbo increado quiso tomar uno, queriendo unirlo a él mediante una unión hipostática.“ [134]

“La Virgen encerró en su seno a este Hombre-Dios, en el que habita toda la plenitud de la divinidad. ‘Bendecid al Señor, fuentes de Israel’ (Sal_67_27).” [135]
“Al día siguiente era la fiesta de san Joaquín el bienaventurado padre de tu digna Madre y le rogué que ofreciera al Padre el divino sacrificio del altar, él que había engendrado a su hija con toda la Trinidad presente en ella.” [136]
“El favor hecho a san Joaquín y a santa Ana, quienes sí te glorificaron, es incomparable. Produjeron el mar de gracias, la tierra bendita, la tierra sublime, la tierra en la que quisiste apoyar tu hipóstasis; tierra prometida por todos los Profetas, tierra sacerdotal exenta de todo tributo, de todo pecado original y actual.” [137]
“San Joaquín y santa Ana fueron elevados por un divino favor, a una suspensión, o maravillosa contemplación, en la que la santísima Trinidad dispuso su unión, que produjo el sagrado cuerpo de María, en el que infundió el alma santa que lo informó, sin que este sagrado cuerpo ni esta bendita alma hubiesen sido sometidos al pecado ni a la corrupción. ‘Ni los demonios ni el pecado se le acercaron:’(Hch_13_35). No permitirás que tu santo experimente la corrupción. Este santo cuerpo es en el que el santo de Dios, el Verbo, se iba a encarnar. Desde el momento en que esta Virgen fue concebida, vivió y marchó por caminos de santidad, fue mar de alegría ante la faz y los ojos de Dios, que la destinaba a ser Reina revestida de todas las virtudes, sentada para siempre a su derecha.” [138]
“La santísima Virgen honra a Dios más que todas las creaturas juntas, y san Joaquín y santa Ana, dando a Dios todo lo que tenían, dándose a sí mismos. Todo se ofrecía a Dios, los presentes y ofrendas dadas al Templo, las limosnas hechas a los pobres y la tierra de donde obtenían sus alimentos y donde vivían con su familia.” [139]

“La noche, víspera de la Concepción de tu purísima madre en 1652, vi como un mar en donde había varios barcos, me aproximé a uno que estaba un poco más alejado de los otros y vi sobre la borda a un pescador vestido con una túnica blanca y roja, que sostenía entre los dedos pulgar e índice un diamante sin tallar; en los ángulos se veían llamas pero no salían fuera, parecía que en él se encerraba toda la luz de los astros. El pescador que contemplaba el diamante era san Juan Evangelista quien lo había recibido de un hombre muy amable que estaba al borde del mar que vestía como él túnica blanca y roja. Eras tú, mi Amor, que ordenaste a tu discípulo amado me diera ese diamante para que yo lo diera a conocer y lo enseñara a estimar. Me extrañé que los hombres que estaban cerca de mí no admiraran ese diamante que tu favorito me había dado. Este discípulo tú favorito, parecía ser otro tú mismo, yo me gozaba de que parecieran uno solo. Me hiciste comprender que siendo tú, hijo de la Virgen quisiste que san Juan también lo fuera porque el amor infinito que le tienes lo ha transformado en ti ya que el amor unifica. Uno y otro me presentaron ese diamante, haciéndome ver, por un favor divino la pureza de tu santísima Madre y su Concepción Inmaculada. Me dijeron que esta Madre Inmaculada era toda bella, resplandeciente y luminosa pero que guardaba sus claridades sin hacerlas ver sino a aquellos a quienes tu bondad y sabiduría concedía ese privilegio, como a san Juan quien tocó y vio al Verbo de vida que esta Virgen encerró en sus entrañas revistiéndose de su purísima sustancia.” [140]

“Virgen santísima, ¿cómo podré contemplarte en la plenitud de la gloria, si su esplendor me deslumbra? El ojo admira la hermosura de su resplandor. ‘¿Quién puede resistir de cara el ardor de sus rayos?’ (Si_43_1). ‘Abismo que llama al abismo, en el fragor de tus cataratas’ (Sal_42_8)*.Admirable para mi es tu ciencia’ (Sal_139_6). Virgen santa, el abismo de debilidad y de bajeza llama al abismo de fuerza y de grandeza para proclamar la excelencia de tu gloria. Cuando la paciencia de Dios terminó en tiempos de Noé, abrió las cataratas de los cielos para enviar un diluvio, a fin de purificar la tierra de su corrupción, lo cual no sucedió según a la inclinación de su natural bondad, sino para hacer justicia a nuestras culpas, porque él es bueno en sí y justo hacia nosotros.” [141]

“Castigar es una acción extraña a la divina bondad, cuya propiedad es conceder gracia y misericordia. Dios es el soberano bien, en sí comunicativo. Sólo el pecado impide sus amables comunicaciones, que son gracia, gloria y participación de sus maravillosos atributos. Dios aplazó la gloria de María para consolar a la Iglesia militante, aunque a la triunfante le pareció muy larga la espera. Si Dios pudiera sentirse oprimido, habría sufrido el peso de la gloria que deseaba derramar en abundancia en María, Hija, Madre y Esposa suya en el día de su triunfante Asunción. La Virgen, que siempre estuvo exenta de pecado original y actual, fue destinada desde la eternidad para recibir la plenitud de la divinidad por encima de todas las criaturas. Cuando el ángel la saludó como llena de gracia, añadió que su Señor estaba con ella; razón por la cual poseía en grado eminente, toda plenitud, por ser él la gracia, la gloria y la suprema divinidad. Afirmó que el Espíritu Santo descendería sobre ella, y que la virtud del Altísimo la cubriría con su sombra a fin de que no se derritiera en el ardor de sus rayos, como cera que se funde en el calor.” [142]

Si comprendiéramos en su totalidad, las palabras de María en el Magnificat Jeanne afirma: “que el que la engrandece es poderoso y que su nombre es santo” y nos dice en otro pasaje “que la Virgen siempre se humilló durante su vida mortal, pero Dios la ensalzó en todo momento desde la creación del mundo.” Dios creador, la pensó desde la creación, lo más puro que haya existido entre los hombres “y le concedió grandes privilegios.” Según leeremos más adelante ´recibió la plenitud de la gracia creada en cuanto Madre de Dios, con preferencia a cualquier otra criatura.´

“David dijo que su corazón se licuaba en medio de su vientre como cera derretida por el fuego. Si la sombra de la ley escrita fundía el corazón del profeta rey, ¿no lo haría, con mayor razón, el sol enviado para establecer la ley de gracia en la Virgen, derritiendo a la Hija, Madre y Esposa del amor? si Dios no hubiese manifestado la fuerza de su brazo en el momento de la Encarnación, María hubiera perdido la vida, desapareciendo en el ser que le había dado la existencia. María dice mucho cuando afirma que el que la engrandece es poderoso y que su nombre es santo; pero con la santidad esencial y divina, porque ella es obra del Altísimo y el vaso más excelso que él haya creado fuera de sí, ya que la humanidad de Jesucristo fue portada por la naturaleza divina, lo cual equivale a decir que su alma y su cuerpo fueron ciertamente creados. Sin embargo, el Verbo que los porta es increado y, por tanto, interior como el Padre y el Espíritu Santo, que se encuentran en él, así como él está en ellos mediante su penetración y plenitud esencial y divina.” [143]

“La Virgen no es Dios ni tiene su esencia, pero todo lo que no es Dios está por debajo de ella. Jesucristo, en cuanto Dios, está sobre ella; pero en cuanto hombre, está sujeto a ella y, como es Madre del Hombre-Dios, da órdenes al Dios encarnado, que se anonadó al tomar en ella nuestra naturaleza tomando la forma de siervo y conservando la forma divina, lo cual no le impidió mostrarse como un esclavo y hasta como un leproso, oprobio de los hombres y abyección de los pueblos.” [144]

“San Pablo va más lejos diciendo que se manifestó como la carne del pecado, haciéndose maldición por nosotros, enemigos suyos, a quienes amaba. Si el amor apasionó a Dios de tal suerte hacia los culpables; ¿qué sentimientos no tendrá por la Virgen? ¿Qué entendimiento puede vislumbrar su amor, sea de los ángeles, sea de los hombres? Por esta razón Dios nos dice en Isaías: Sus pensamientos no son mis pensamientos, que están más elevados y por encima de los suyos, que la distancia entre el cielo y la tierra. Si esto se dijo en el tiempo en que sólo conversaba con los hombres a través del ministerio de los ángeles, que eran como cielos elevados por encima de nuestra pobre naturaleza terrestre, ¿qué dirá al presente, en que se unió a nuestra naturaleza en el seno de la Virgen, que fue ensalzada hasta la altura de su divina maternidad? Él me dijo: Tus pensamientos, aunque parezcan sublimes, están más alejados de las maravillas que he comunicado a María de lo que está el cielo de la tierra. Dios Altísimo, adoro tus pensamientos en María y sobre María. Creo firmemente que de lo finito a lo infinito no existe proporción alguna, y que a pesar de que los hombres y los ángeles la alaben con toda su capacidad, sus alabanzas son sólo una sombra de las divinas y verdaderas alabanzas que tú mismo le tributas y con las que la dignificas. ‘El que se gloría, gloríese en el Señor. No aquel que se alaba a sí mismo, sino al que Dios alaba’ (1Co_1_31).” [145]
“La Virgen siempre se humilló durante su vida mortal, pero Dios la ensalzó en todo momento desde la creación del mundo, por medio de figuras y profecías en la ley de la naturaleza, en la ley escrita y en la realidad, en la ley de gracia; sin embargo, desde que ella entró en la gloria, Dios se complace en aumentar sus alabanzas con un placer divino, glorificándose con ellas en sumo grado al exterior, ya que él mismo constituye su divina alabanza. Por ello canta la Iglesia: Gloria al Padre, y al Hijo, etc., porque él se basta a sí mismo. De no ser así, no sería tan feliz por esencia, por excelencia y por sí mismo.” [146]

“El mismo Dios que hizo todo, que da vida a todo ser viviente, el mismo que da la inspiración, es el único en conocer los admirables privilegios que ha concedido a María, a la que constituyó Hija, Madre y Esposa suya de manera excelentísima y sublime. Ella es hija de Dios, pero hija Virgen de Dios, que procede de él mediante la más pura emanación que haya jamás dimanado de su esencia, pero sin afirmar que es una emanación interna, sea del entendimiento, sea de la voluntad de Dios al exterior. Únicamente las dos divinas personas: el Verbo y el Espíritu Santo, emanan y son los términos del fecundo entendimiento del Padre y del Hijo, cuya humanidad exceptúo debido a que posee la gracia supereminente, por estar unida al Verbo de Dios.” [147]

“María es, como digo, Virgen de Dios en su mente eterna, que emana a su exterior purísima en cuanto a la naturaleza, perfectísima en gracia y eminentísima en gloria; y que estuvo siempre unida a Dios mediante una unión inefable, que él ensalzó incesantemente a través de crecimientos inenarrables, comunicándole una gracia que creó exprofeso para ella y que excluye cualquier otra. A esto se refiere el apóstol cuando habla de la diferencia de los santos en la gloria y la de las gracias hecho que compruebo en la gracia tan sublime de María, que está tan por encima de todas las concedidas a la humanidad como el sol, cuya claridad es tan diferente al fulgor de las estrellas.” [148]

“Nadie pone en duda que Jesucristo tenga en sí la gracia sustancial, ni que sea la gracia divina, que quiso entregarse a la muerte, como dice San Pablo. Ya dije que todo lo que es Dios está por encima de María; el Verbo Encarnado, por ser Hijo de María, relaciona en él la gracia de María, porque es para él y a través de él, que ella posee la sublime plenitud de la gracia. Dios se complace en diversificar a sus criaturas y, mientras más nobles son, más se pluralizan. Los ángeles, que tienen una naturaleza puramente espiritual, son más variados que los hombres, que están compuestos de cuerpo y espíritu.” [149]

“Cada ángel es de una especie diferente. También decimos en la fiesta de un santo confesor que no se ha hallado otro semejante, que guarde a su manera los mandatos de la ley del Altísimo. Si alguien me dice que la Virgen tuvo un cuerpo cuya materia no era espiritual, y que el espíritu angélico es más puro por tener una forma más parecida a la divinidad, que es espíritu, respondo que la Virgen recibió de Dios un espíritu más puro que el de los ángeles, y que su cuerpo estaba destinado a revestir al mismo Dios, que se encarnaría en ella haciendo su carne divina a través de la unión hipostática del Verbo eterno.” [150]
“Su Hijo humanado debía ser cabeza de los hombres y de los ángeles, cuya gloria se incrementaría al servir y adorar al Hombre-Dios, debido a que la divinidad deseaba manifestarles los secretos de su admirable y adorable consejo, prodigándoles claridades que les tenía reservadas hasta este tiempo, no sólo por medio de J.C., sino de María, que debía establecer una jerarquía sublime en la naturaleza, en la gracia y en la gloria, porque sólo ella está exenta de todo pecado. Como dote natural, recibió la plenitud de la gracia creada en cuanto Madre de Dios, con preferencia a cualquier otra criatura. Poseyó además la dote de la gloria, que sobrepasó todas las dotes que Dios ha concedido y concederá a los ángeles y a los hombres. Dios creó a los ángeles al mismo tiempo, y a pesar de ello aprendemos de san Dionisio que todos se distinguen en tres órdenes y en nueve coros, que purifican iluminan y perfeccionan. Los inferiores reciben la mediación de los que son superiores a ellos, y los superiores inmediatamente de Dios.” [151]

El amor a María de parte de Dios es enorme, y así como nos lo narra Jeanne es absolutamente hermoso.

“Antes de la Encarnación sólo Dios estaba en el cielo, puramente en su esencia en cuanto Dios, pero desde de que María estuvo cerca de Jesús, que es el mediador de redención y de gloria, la comunica a su Madre como a su más cercana vecina, como a otro él mismo, a plomo, colmándola de su esplendor de manera inexplicable, porque la ama con un amor inefable cuya medida es la de su gloria, así como ella fue la de su gracia. Fue este amor el que impulsó a Dios (si puedo referirme así al Altísimo, que es inmutable y omnipotente), en un éxtasis, a comunicar al exterior de su esencia la más preciosa emanación creada por él, que es la gracia concedida a María.” [152]

“Cuando hablo del amor de Dios a María, que toda carne y todo espíritu haga como los serafines que vio el profeta Isaías, que velaban sus pies y rostro, porque jamás conocerán su comienzo ni su fin; su principio ni su término. Que vuelen con alas de contento, alegrándose en el placer divino, diciendo: Santa es María en el momento de su creación. Más santa es María en el de la Encarnación de amor. Santísima es María en el día de su glorificación, en la que Dios quiso manifestar las riquezas impenetrables de su gloria en el empíreo, porque la tierra es demasiado pequeña, pero en el cielo preparó él mismo el trono y el carro glorioso del triunfo de María, porque el amor divino triunfa por ella. A mí, Soberano mío, me confía la misión de proclamar las riquezas de tu gloria. Si son inenarrables, ¿cómo podré hablar si tú mismo no me das tu Palabra divina para expresarlas divinamente? Ah, Dios de gloria. Soy una mujer, pero como escoges a los débiles del mundo para manifestar tu poder, y a los pequeños para hablar de la grandeza de tu amor a María, diré con el apóstol: ‘A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo’ (Ef_3_8).” [153]

“María constituye la riqueza de Jesucristo; es su tesoro, en el que ha puesto el corazón. María es la sabiduría de Dios. Jesucristo es la sabiduría divina y el mismo Dios; María es el misterio oculto en Dios: ‘El misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas’ (Ef_3_9); ‘destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo’ (1Co_2_7s); ‘y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria’ (Col_1_26s). Dios quiere en verdad que nos apliquemos con el entendimiento y la voluntad a contemplar sus divinas riquezas, y que pongamos en ellas nuestros corazones.” [154]

“El sabio nos prohíbe poner nuestro afecto en las riquezas aparentes, que no tienen sino espinas, cuya posesión es pura aflicción de espíritu y que sirven de lazos para atarnos a las tentaciones. La gloria de María es la gloria de los suyos; a ella podemos decirle que es la alegría de su pueblo, que era culpable de esa majestad divina y humana, porque los judíos lo crucificaron; ella sigue siendo la luz de los gentiles, que se condenaron por demencia por considerar la cruz como una locura. Mediante ella, la Iglesia fue iluminada.” [155]

“Por nuestra causa la Virgen fue dejada en la tierra. Los judíos la despreciaron porque nació en su provincia, pero, al decir de su Hijo, ningún profeta es aceptado ni recibe el honor que merece en su patria. El vino y los suyos lo desconocieron y no lo recibieron. Por ello dio poder a los que lo recibieron, para llegar a ser hijos de Dios, no por la sangre, no por la voluntad de la carne, no por la sabiduría humana, sino por la gracia divina que los adoptó como hijos por mediación de su Hijo, que es Hijo de María, dándoles un nuevo nacimiento que los transforma en hijos de Dios y coherederos con J.C., que es el Verbo hecho carne, para habitar con nosotros, a fin de manifestarnos su gloria, gloria del único hijo del Padre y de María, a la que glorificó con su gloria sublime así como la favoreció con su gracia singular, habiéndola creado para el Espíritu Santo, que derramó sobre y en ella un mar de claridad y de gloria. Si el sol le sirvió de velo al exterior, ¿qué claridad no tendría en el interior? Sí, la gloria de la hija del rey está en el interior desde que nace. Por ello, ni los ángeles ni los hombres son capaces de comprender el primer favor que Dios le concedió en el momento de su concepción, lo cual es causa de que aun los más iluminados lo perciban con deficiencia y que, desde hace varios años, anhelen ser instruidos por el Padre de las luces con suficiente claridad en el misterio de su Inmaculada Concepción, a fin de que sea declarada artículo de fe por el Vicario de Jesucristo, para toda la Iglesia.” [156]
“María continuaba viviendo, y por ello el Salvador no les dijo que proclamaran sus alabanzas, ni aun les reveló sus excelencias. ¿Sería tal vez porque no hubieran podido separarse de ella? Sólo el discípulo amado se encargó de servirla como Hijo y de honrarla como a su Señora; y eso porque Dios le mostró la gran señal que apareció en el cielo cuando ella se encontró en la gloria, reconociendo así el favor que su Maestro le concedió junto a la cruz al dársela por Madre. De modo similar se dice en San Mateo que el ángel dijo a José que su esposa estaba encinta por obra del Espíritu Santo, para que aprendiera: ‘Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús’ (Mt_1_25). Digo que San Juan, a pesar de que percibió una santidad eminente en María, en sus conversaciones con ella, no entrevió sus maravillas; la tierra no era un escenario apropiado para expresarlas, ni los oyentes capaces de escucharlas. Dios, por una especial providencia, reservó el cielo para describírselas a San Juan, en medio de la claridad celestial. Aquella águila vio el gran signo rodeado del sol, coronado de estrellas y de pie sobre la luna. Si dicha águila real no hubiera recibido la misión de hablarnos de la generación eterna, nos hubiera dicho grandes cosas acerca de la generación temporal de aquella mujer maravillosa, lo cual se debió a la providencia del Hijo, que conocía bien la malicia de los hombres, que hubieran podido pensar y decir que Juan fue sobornado por el Hijo, y prisionero a tal grado del amor de aquella que se le dio por Madre, que hablaba de ella como un ardiente enamorado. San Pablo dijo: ‘Examinad qué es lo que agrada al Señor, y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas’ (Ef_5_11); y a los Efesios: ‘Aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos’ (Ef_5_16). Esto hubiera dado mayor libertad a los herejes para pronunciar las blasfemias que han vomitado en contra de la Virgen pura. Dios reservaba los siglos venideros, exentos de toda duda, a fin de que la gloria de su Madre fuera publicada con mayor peso y grandeza por los doctores irrefragables e irreprochables, de ser engañados por sus sentidos. Quería manifestarla en la luz de la fe, a través de milagros y mediante el sentir común de los santos Padres, en proporción a la admiración que deseaba despertar por ella.” [157]
“Así como dio al mundo filósofos para discutir, ha querido ocupar a los teólogos para discurrir acerca de su Madre, cuyas maravillas son incomprensibles e inenarrables. Todos confesarán, después de haber expresado todo lo que podrían decir de ella, que han dicho muy poco en comparación a sus excelencias, lo cual durará hasta el fin de los siglos, hasta el día del juicio en que vendrá con ella como Hijo del Hombre y sentado en ella como en el trono de su majestad. Para compensar la afrenta que se le hizo en el Calvario, donde estuvo en persona cuando fue crucificado, y para honrar a la que estuvo de pie en el día de su confusión, María debe sentarse en la gloria de su Hijo, y el Hijo en la gloria de su Madre, que es su trono de nubes en el que Dios será eternamente glorioso y ella infinitamente gloriosa en Dios.” [158]

“El gran San Pablo nos dice que no existe mandato de su Maestro para hablar de la virginidad, pero que respecto a ella aconseja a la virgen que piense en Dios y en las cosas divinas. Si Jesucristo le hubiera encargado hablar de la Virgen, su dignísima Madre, cuántas maravillas nos habría dicho de ella, por haberlas aprendido en el cielo del Señor de gloria, pero como no quiso retrasar ni adelantar su tiempo, lo movió a expresar a los suyos los decretos de su providencia, a fin de que la santidad de su Madre fuese más radiante. En la Iglesia naciente del tiempo de los apóstoles la luz surgía como en el oriente. El deseaba que esperásemos el medio día para que se hablara más ardiente y claramente de aquella que lo acogió en el medio día del más ferviente amor, recostándolo en su seno y alimentándolo con su sustancia virginal. Era el deseo de nuestra pobre naturaleza, que exclama en el cántico de amor: ‘Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño al mediodía’ (Ct_1_7).Ese medio día estaba reservado a los siglos venideros, en los que Dios tenía el designio de manifestar la gloria maternal de María, así como él es la de su divino Padre.” [159]

“La Virgen es el espejo sin mancha de la majestad que trajo a la tierra el poder del Padre, al que nada es imposible, como dijo el ángel a María al anunciarle la gloria que Dios le había destinado por toda la eternidad en el reino de su Hijo, que sería infinito” [160]

Se han escrito tantas cosas sobre María que ni filósofos, ni teólogos han podido expresar la hermosura que NVM admiró sobre la Virgen María que le hizo exclamar muchas frases como las siguientes:
“Tú, que no sólo eres Reina del cielo y de la tierra, sino Reina y Señora mía por derecho de Maternidad divina, serás por siempre la gloria de la naturaleza humana y la alegría de los ángeles. Mira cómo acuden a ti para admirarte todos los que elegí para ser reyes y sacerdotes en la ciudad santa: llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: ‘Tú eres la alegría de Israel, tú, el honor de nuestro pueblo, porque has obrado varonilmente. Tu corazón se ha fortalecido porque has amado la castidad’ (Jdt_15_9s).” [161]
“Bendita seas, María. Tú eres la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel, la honra de nuestro pueblo, porque engendraste un Hombre-Dios y tuviste el valor y el corazón suficientemente grande para tomar la inquebrantable decisión de conservar la virginidad, que amas de manera idéntica a la maternidad divina. Mediante esta fuerte resolución, venciste al mismo Dios cuando te vio virgen de cuerpo y humilde de espíritu y de corazón humildad que fortaleció grandemente tu castidad. ‘Jamás conociste varón antes de tu parto virginal, ni después de él, permaneciendo siempre virgen purísima: Por esto también la mano del Señor te ha confortado, y por lo mismo serás bendita para siempre” (Jdt_15_11)” [162]
“No sólo la mano del Señor, sino también su brazo omnipotente, hizo en ti grandes cosas; el Señor estuvo contigo y lo estará eternamente; y tú con él para siempre. Entra en la gloria de tu Padre, de tu Hijo y de tu Esposo. Recibe la corona de todos los favores que el divino Padre te dio en dote, por ser su hija mayor y la más amada. Toma posesión del manantial supremo: ‘Fuente de sabiduría es la Palabra de Dios en las alturas’ (Si_1_15). Toma también en posesión la fuente inferior: ’la altura del cielo, la latitud de la tierra y la profundidad del abismo’ (Si_1_2).” [163]

“¿Quién puede abarcar tu gloria, Dios Encarnado? Sólo tú, porque todo lo que no es Dios, es inferior a María: ‘El Señor mismo la creó, la vio y la contó’ (Si_1_9) Sólo Jesucristo es capaz de medir su grandeza, porque sólo él la conoce. Fue el quien derramó sus gracias en María, y por mediación de María, sobre la humanidad, según los dones de su bondad, dando a todos el mandato de amarla y honrarla en calidad de Madre suya y Señora universal de todas las criaturas. En esto consiste la corona de su gozo inefable. El invita a todas las hijas de Sión a salir de ellas mismas, a través de un éxtasis divino, para contemplar a la Reina-Madre coronada en el día de sus desposorios y de la alegría de su corazón; porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo gozan al concederle en este día la triple corona. Dios aparece en el ardor del medio día en el divino tabernáculo, para invitar a todas las criaturas, tanto del cielo como de la tierra, al banquete y a la alegría de estas bodas: ‘alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto encierra; exulte el campo y cuanto en él existe’ (Sal_96_11). Que los ciudadanos del cielo se alegren gloriosamente.” [164]
“Que los de la tierra se unan jubilosos, y que todas las criaturas se regocijen en esta fiesta, que les proporciona una alegría indecible. Es el sabbat universal, en el que ella encuentra su reposo, porque en María no se lamentarán. El pecado jamás tuvo lugar en esta Virgen; porque jamás las engendró entre dolores y gemidos de parto, de los que habla el apóstol. El primer sábado que Dios santificó después de la creación de nuestros primeros padres es digno de alabanza, pero el que estableció en el cielo en el día de la Asunción y de la coronación de María, es la alabanza del Dios de la gloria, el cual perfeccionó su obra sublime manifestándola a los hombres y a los ángeles como su obra maestra por excelencia, para que se la considere digna de admiración, por no decir el límite de su poder.” [165]
¿Quién es María para mí, para ti o para alguien más? Lee como lo expresa Jeanne NVM.
“María es un día luminoso que santificó el Altísimo. Es su tabernáculo. María es un río sagrado e impetuoso que alegra toda la ciudad de Dios. Es un mar, un mar de vidrio ardiente, porque Dios, que es un fuego consumidor, se encuentra en ella de manera inefable, así como estuvo en sus entrañas en la Encarnación. El la conserva Virgen, por ser la zarza ardiente que llamea sin consumirse, siendo la tierra santa y bendita del Dios de toda bendición. Ahora, en el cielo, ella es el mar de vidrio y de fuego: Dios en ella y ella en Dios, teniendo tanto frescor como llamas, porque dicho mar es frescura, y el fuego es ardor; es claridad y es inmensidad: claridad, por ser ella un cristal iluminado con la luz de Dios; inmensidad por ser un mar en cuya presencia los santos pulsan sus cítaras santamente, o cantan alabanzas con sus arpas de diversa manera, según la relación que tienen con sus admirables perfecciones, porque ella encierra en sí a todos los elegidos, siendo reina de los patriarcas y de todos los demás. Así como es invocada en la tierra, es glorificada en el cielo. Por su mediación Dios comunica la gloria a los santos, y el Espíritu de amor los impulsa a cantar conforme a su grado de santidad: mientras más alto sea en presencia de este mar, más alta y llena de amor será su música.” [166]
“La Virgen es la puerta que vio Juan en el cielo, abierta a los bienaventurados, a fin de que por ella tengan una entrada singular en las luces divinas. Su Hijo está sentado en María, que es una esmeralda y Madre de misericordia, del amor hermoso y de la santa esperanza. Su Hijo a nadie condena cuando fija su mirada en este trono de misericordia. Cada vez que dice a los malvados: Id, malditos, contempla en ellos su justicia vengadora; pero si mira en dirección al trono en el que está sentado, carece de fuerza para condenar porque el cristal, que es la Madre de misericordia, conmueve sus entrañas con su sola vista; mar que es inmutable para gloria de los buenos, y cuya condición maternal no tolera el castigo de los malos, porque jamás quiso participar en calidad de juez, llamándose en cambio abogada de pecadores. Todos sus atributos se relacionan con su Hijo y dependen de sus grandezas pero jamás se nos dijo que haya tolerado recibir el de juez.” [167]
“María es, pues, el trono de misericordia adornado de piedras preciosas de bondad. Su Hijo está en ella como en el trono de esmeralda, siendo nuestra esperanza y apaciguado del todo al contemplar los ojos benignos de su Madre. Está rodeado del arco iris, signo de paz, pero de una paz tan dulce, que ofrece reposo a los veinticuatro ancianos en tronos de gloria, vistiéndolos con túnicas blancas y coronándolos de firmeza inquebrantable: ‘Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus cabezas’ (Ap_4_4). Del trono virginal salían rayos, voces y truenos. María era y es toda voz; María es trueno. Mediante el resplandor de sus destellos, todo el cielo es iluminado e impulsado a cantar las alabanzas divinas. Todos los santos reciben la ley de María, que es como un trueno que los mueve a producir actos de amor inexplicables para una criatura mortal como yo. ‘Delante de este trono virginal hay siete lámparas ardientes que son los siete espíritus de Dios: siete ángeles que sirven a Dios, asistiendo también a su Madre, que es el mar de cristal en el que contemplo, como en un espejo grandísimo, la inmensidad de la gloria que Dios concedió, concede y concederá a su Madre. En medio del trono, y en torno al trono, cuatro animales llenos de ojos por delante y por detrás’ (Ap_4_6).” [168]

“Cuando los cuatro vivientes dan gloria, honor y bendición al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se prosternan delante de él, adorando al que vive por los siglos de los siglos, depositando sus coronas delante del trono y reconociendo a María, que adquirió para ellos, con su divina maternidad, la corona y el reino que poseen, y refiriendo toda su gloria al Verbo Encarnado, diciéndole: Eres digno, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo, que por tu libre y amorosa voluntad estaba en tu mente eterna, la cual proyectaba crear admirables maravillas para la naturaleza humana, y las creó. Las mayores alabanzas, sin embargo, son las de María, que es su gloria maternal así como él es su gloria filial. El águila, empero, tiene la vista más penetrante y fuerte que los otros tres Evangelistas; por ello el discípulo de gloria contempló con más fijeza y claridad la luz de María y su admirable diversidad. El la vio, como digo antes, revestida de sol, coronada de estrellas y caminando sobre la luna con paso firme y garboso, como hija del soberano príncipe que admira sus pies en su calzado. El la contempló semejante a la claridad de Dios, diciendo que la misma claridad divina la penetró; que sólo ella es la ciudad de Dios perfecta en sus doce puertas, que son perlas preciosísimas.” [169]
“Los doce frutos del Espíritu Santo están sólidamente incrustados en ella, tanto para encerrarla en su inmensidad, como para hacerla administradora de sus amores, que tienen tanta luz como bondad, en los que radican el entendimiento y la alegría, que son frutos de sabor inefable y deliciosos a la vista. Juan contempló a María como un río de agua viva, viviendo de la vida de Dios mediante el favor del divino Padre, que la albergó en su seno al lado del único hijo que les es común, el cual apoya las peticiones de su Madre, que se identifican con la que él hizo en la tierra, como una copia sacada del original, es decir, que él deseaba, en cuanto Hijo natural del divino Padre, que todos los que le habían sido dados se encontraran donde él está, sobre todo y de manera incomparable María, porque sólo ella es su Madre natural. Así como él, en cuanto verdadero Hijo sustancial, es figura de la sustancia del Padre, así es la impronta de María; y María, la suya luego ‘me mostró el río de agua de vida, brillante como el cristal, que manaba del trono de Dios y del Cordero’ (Ap_22_1).”[170]

Ya había mencionado antes sobre las oraciones que salen de su espíritu cuando escribe:

“En Dios encarnado y en los bienaventurados, este río de agua viva produce una dulzura inefable, porque riega el árbol de vida que lleva y da sus frutos en el cielo y en la tierra; sus hojas son capaces de dar la salud a los viajeros de la tierra, y frescura a los prisioneros del purgatorio. La Virgen no puede ya sentir las maldiciones dirigidas a su Hijo y a ella en el Calvario, porque el Dios de gloria y cordero de paz está sentado en ella y ella está unida a él como Hija, Madre y Esposa de gloria, en la que es transformada como en su principio y en su fin infinito, hablándonos desde allí con las inspiraciones del Espíritu Santo. ‘El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oiga, diga: Ven. Y el que tenga sed, que se acerque, y el que lo desee, reciba gratis agua de vida’ (Ap_22_17); más para ir allá, es necesario que María pida al Verbo Encarnado que sea nuestro guía. Ven, divino amor mío, a buscar a tu Jeanne, diciéndole: ‘Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús’ (Ap_22_20), en el momento señalado por tu bondad. Amén.” [171]
  
  • “El primer domingo de Cuaresma, por tu gran amor y amorosa Pasión, me ofreciste tus victorias. El lunes quisiste invitarme a poseer tu Reino como bendita de tu divino Padre; y el día de santo Tomás de Aquino me dijiste: Ven a ver otro ángel distinto de aquellos que son esencias espirituales, es decir, que son únicamente espíritu sin cuerpo. Es Tomás, quien por la fuerza de mi gracia y por el espíritu de sabiduría ha sido elevado hasta el sol para escribir las maravillas de mi Encarnación, y también, ver mi Aurora, en su purísima Concepción, misterio escondido a muchos, en los siglos precedentes, en Dios que ha creado todo. La santidad de mi santa Madre es un gran sacramento que contiene las inexpugnables riquezas de mi humanidad en la que habita toda la plenitud  de mi divinidad corporalmente.” [172]
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  •  “Me dijiste que no me extrañara de que así como habías escogido a santa Teresa, para hacer admirar en estos últimos siglos la gloria de san José, me llamabas a mí, que soy nada, para anunciar las grandezas de san Joaquín, padre de tu admirable Madre, a la que engendró por deseo de la santísima Trinidad. En este dichoso momento san Joaquín y santa Ana participaron del beso que, por un especial amor, dio el Señor a esta Hija del Padre, a esta Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, que fue declarada: tierra santa, tierra de promesa, tierra sublime, tierra sacerdotal, templo, morada y tabernáculo del Señor, recibiendo milagrosamente el ser de  naturaleza y gracia; el trono revelado al profeta Isaías, que vio lleno de la Majestad de Dios, cerca del cual los serafines volaban cantando sanctus, sanctus, sanctus, etc.” [173]
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  • Jeanne llena del amor misericordioso del Padre escribe tan exquisitamente, que me contagia y me lleva constantemente a parar y alabar a Dios por estas grandezas.
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  •  “Por el Fiat de María, el Verbo se hizo carne para habitar con los hombres. Fue necesario además que dijera Fiat mediante su presencia en mi muerte, para consumar la boda y engendrar a la Iglesia de mi costado. La sangre y el agua son la simiente purísima y el alimento que ella me dio. Lo que tomé de ella en mi concepción, lo conservo y conservaré después de mi muerte. El Verbo jamás dejará lo que una vez tomó. Mi alma salió de mi cuerpo, pero seguía siendo, de manera independiente a ella, emanación de la divinidad, aunque de distinta manera. Le era deudora porque de ella salió la materia a la que informó. Esta concepción e infusión se hicieron en un instante a través de la prontísima acción del divino Espíritu y la virtud del Altísimo, que la cubrió de manera excelente, haciendo nacer en ella la santidad esencial, la imagen de tu bondad y la figura de tu sustancia, la cual, bajo el nombre de Hijo de Dios, portó, en el momento mismo de la encarnación, el nombre de Hijo de María, en y de la cual nací.” [174]
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  • Qué encuentros y qué diálogos sobre estos misterios de nuestra fe. Grandes horas de encuentros extraordinarios con su querido Amor, quien le explicaba lo que ella tenía confusión, llevándola para que viera, las maravillas que obró el Señor.
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  • Ella maravillada, extasiada se quedaba meditando en ello para después poderlo escribir.  Jeanne de Matel nos comparte con mucha claridad lo que está viendo. Nos describe:
  “Querido Amor, me diste este ejemplo para que sobrelleve con mansedumbre mi propia imperfección, esperando el día de la venida de este divino Paráclito, el cual prometiste enviarme, y lo hiciste. En ese día sagrado, al comulgar, quedé extasiada. Llenaste de gozo mi corazón, y vi una mano que, con el dedo índice, me mostraba el oriente del cual deseabas, en unión con tu divino Padre, enviar al Espíritu que de ustedes procede, que es todo amor. Me sentía confusa al verme tan imperfecta y privada de toda virtud. Este piadoso Padre de los pobres me consoló y me lavó, haciéndome renacer en este baño admirable, en el que recibí un nacimiento nuevo que arrebató y elevó mi espíritu en presencia de la santa Trinidad. Contemplé a estas Tres divinas Personas, que obraban esta admirable regeneración, llevándome en brazos como una niñita a la que lavaban con el agua que destilaba una nube. Escuché estas palabras: ‘Destilad, cielos, como rocío de lo alto’ (Is_45_8). Que esta nube llueva al justo, y que en esta joven sea producido el divino Salvador.” [175]

“Vi doce lenguas de fuego, que fueron transformadas en doce puertas que representaban las doce entradas a la Jerusalén celestial. Me dijiste que tu Espíritu hace pasar a las almas por estas puertas, concediéndoles la justificación, mediante la cual es posible entrar por las doce puertas al interior de la celeste Sión Sólo a través de estas doce entradas tendrán acceso a la gloria las naciones.” [176]

“Querida hija, mi Espíritu es un fuego que abre las puertas y que concede hablar en lenguas a los Apóstoles y a las personas que elijo para dedicarlas al gran ministerio de la conquista de las almas. Él te ha concedido el lenguaje y la palabra para expresar mis misterios, a pesar de no ser tú sino una jovencita. Él te abrirá las puertas que los enemigos de mi gloria desearían cerrarte; no temas, hija, la bendición de los hermanos de Rebeca es para ti, porque eres la querida esposa de tu Isaac, que soy yo.

Recibe las felicitaciones de tus hermanos santificados y glorificados, los cuales se regocijan por el favor que has recibido de toda la santa Trinidad, la cual te ha elegido mediante una alianza tan augusta y una misión tan gloriosa. Todos te dicen a una voz como a Rebeca: ‘Oh hermana nuestra, que llegues a convertirte en millares de miríadas, y conquiste tu descendencia la puerta de sus enemigos’ (Gen_24_60).” [177]
 

 Como dije al inicio del documento, las palabras “orar y vivir” son fuego que poco a poco, como el oro en crisol, purificaron, fortalecieron y santificaron el espíritu de Jeanne.
 

  • El tema de la oración en Jeanne  Chezard de Matel es inmenso, maravilloso e intensamente profundo. Ella sabe que es difícil escribir lo que nuestro Señor le dice, yo le agradezco que se haya esforzado en su momento, para que hoy, esté leyendo sus escritos, aun cuando tenga partes muy complejas para comprender y que solamente con la oración se me ha aclarado un poquito más.
  La fidelidad de Jeanne en todo, pero en concreto para escribir su experiencia de vida a pesar de que mencione que tiene poca fidelidad, es un ejemplo a seguir. Te pido Padre, me  envíes a tu Espíritu Santo para serte fiel al menos el 1% de lo que ella fue.
Mi vida es tuya… lo sabes… enséñame a “orar para vivir” para cumplir tu voluntad, todos los momentos de mi existencia. Continuemos con esta adorable lectura de sus escritos.
“Esto no se debe, querido Amor, a que alguna vez hayas deseado probarme con tentaciones de orden inferior que tanto hacen sufrir a muchas personas virtuosas, sino a la poca fidelidad con que respondo a tus gracias, que siempre están dispuestas, como lo está tu misericordia, a hacerme ver tus bondades. El pensamiento de no ser digna de ser probada debe servirme de una continua humillación, viendo que desconozco la experiencia de tentaciones por las que haces pasar a otros, y aunque la esperanza del cumplimiento de tus promesas sea diferida, todo esto no me afecta sino muy poco. Si fuera fiel a fijar en ti la mirada con prontitud, en cuanto los pensamientos de esta prórroga me asaltan, el disgusto que pueden causarme se desvanecería en el mismo instante en que surgen en mi interior. ” [178]

“Pasé la noche anterior a este día en la habitación de la Sra. de Vedeine, sin poder dormir un solo momento. Justo a media noche, dije a todas las potencias de mi alma: ‘Viene el Esposo, salid a recibirlo.’(Mateo 25: 6).Mi alma, junto con todas sus inclinaciones y afectos amorosos, quiso salir a tu encuentro, pero tu bondad no las hizo esperar a la puerta. Te me apareciste prontamente, permaneciendo de pie a mi lado. Abriendo entonces tu pecho, me mostraste tu corazón amoroso, abierto y dilatado en forma de una rosa admirable, para albergar en él a todas tus esposas. Vi dentro de este corazón divino esta flor, este árbol y este germen de carne virginal que era tu Orden plantada en tu pecho, en medio de tu corazón. Veía el seno de tu divino Padre, el tuyo en cuanto Verbo Increado y Encarnado, y el mío estando unidos de tal forma, que estos tres senos no eran sino uno; tú y yo permanecíamos en el seno inmenso de tu Padre.” [179]

“Me dijiste: "Mi toda mía, considera el amor que tengo por esta Orden, que será una flor y una rosa de buen olor, un árbol que fructificará en mi Iglesia y el germen de David que te prometí: una carne virginal que engendrará vírgenes. Seré para ellas Padre y Esposo, y te constituiré madre de todas." Mientras que me comunicabas estas maravillas, vi a la derecha al Espíritu Santo, quien se dirigió hacia mí con la impetuosidad del amor en forma de paloma, a la manera en que los pintores lo representan bajando sobre tu incomparable Madre en el momento de la Encamación, y aunque soy tan indigna de esta comparación, no encuentro palabras más apropiadas para describir la venida de este Espíritu de amor hacia mí. Pasé todo el resto de la noche sin poder dormir, por estar sumamente indispuesta; pero en mi debilidad podía exclamar que era fuerte en ti, mi Dios, que me confortabas.” [180]
“El día de la fiesta de san Bartolomé, mi alma sintió grandes deseos de orar para pedir el desprendimiento de todo la que no es Dios. Te adoré como a lo más grande y lo más pequeño. Grande, por tu inmensidad, pequeño, por la sencillez de tu ser sin adición. Eres el centro que está en todas partes y cuya circunferencia no se encuentra en ninguna; eres soberanamente abstracto, habitas en una luz inaccesible a tus creaturas. Te bastas a ti mismo, eres un acto puro más convenientemente alabado por negación que por afirmación. Gran Apóstol san Bartolomé, fuiste verdaderamente desprendido, desollado, despojado de tu piel, pero este despojo de tu piel te mereció ser revestido con glorioso y divino vestido de luz.” [181]

“El 27 de agosto, al arrodillarme para adorarte, mi amable Salvador, y ofrecerte la aflicción que tenía por el desprecio de aquellas a quienes amaba en tu amor, me invitaste a descansar bajo el árbol de tu cruz, dándome del fruto de tus trabajos, me pareció tan dulce, que te pude decir: ‘A su deseada sombra estoy sentada y su fruto me es dulce al paladar’ (Ct_2_3).” [182]

¡Jeanne fuiste consolada, amada y cuidada con gran esmero, nada más y nada menos que por la Santísima Trinidad! ¿Hay acaso nobleza mayor?

“Querido Amor, tú sabes consolar bien a los corazones afligidos modelándolos deliciosamente para que olviden sus disgustos y no piensen más que en tu amor.” [183]

“Abandonada de todos los que podían consolar mis penas, pero no quitármelas, quisiste tomarlas sobre ti, y como buena nodriza tomaste la medicina amarga y me diste la leche de tu propio pecho haciéndome decir que era mejor que el vino de todas las consolaciones de las creaturas.” [184]

“En la tarde, al entrar como de ordinario a esta capillita, donde todos los días se celebraba la Misa me dijiste, mi divino Pontífice, que querías cumplir mi gusto, para no compartir solamente mis necesidades sino también mis deseos. En ese momento vi en espíritu a todos los bienaventurados, quienes llevaban un pozo que colocaron en la capilla: lo veía muy profundo. Me dijeron: Este es el pozo de la Sabiduría, lo miraban con gran atención y sacaban de una manera admirable agua, pero sin que viese emplearan la cuerda que estaba bien acomodada en su polea para descender y tampoco vi cubo.” [185]

“Yo quedé arrobada ante los innumerables favores que me hacías. Ven, me dijiste, a ver el sacrificio de amor, de dolor y de fuerza sobre el monte Moria. Ve primero la figura, después te haré ver y gozar de la verdad. Considera a Abraham ofreciendo a Isaac, el brazo levantado para sacrificarlo, y ve también mi amorosa Providencia que la sustituye por un carnero enredado por los cuernos a las espinas que el pecado de Adán produjo.” [186]

“Ese carnero, Hija mía, era yo, que me presentaba al Padre Eterno bajo esta figura que hizo cambiar el extremo dolor del corazón de Abraham en una extrema alegría porque sometió los sentimientos paternales a la orden divina, y su entendimiento a la fe...Hija mía, el Carnero era yo. Era yo, hija mía, era yo, mi favorita. Al oír par tercera vez esto, mi alma quiso dejar el cuerpo para entrar en ti, estando como estaba fuera de mí misma, me detuviste diciéndome: Mantente firme para ver a la Virgen de las Vírgenes, a mi santa Madre, que es la sacrificadora que ofrece y sacrifica al Pontífice eterno que es su carne y su sangre, que se presenta y se ofrece para una oblación adorable y verdadera, por miles y miles de mundos haciendo ver que el amor es más fuerte que la muerte.” [187]

“Levanté mis ojos a ti que eres como siempre mi ayuda y mi socorro, me hiciste ver una tiara pontifical cubierta con un velo, como se cubre el tabernáculo con un conopeo cuando estás en la adorable Eucaristía, diciéndome que me protegías como a hija de la iglesia contra aquellos que actuaban contra mí y que tú me cubrías como a tu tabernáculo. Supe lo que esta visión significaba, que debía tener aún un poco de paciencia.” [188]

“Por la tarde asistió al sermón que predicaba un padre capuchino en la parroquia, el cual, hablando de la pobreza espiritual, dijo que el Hijo del Hombre no había tenido dónde reclinar su cabeza. Escuchó entonces estas palabras: Hija mía, durante mi vida mortal, quise estar pobremente alojado, al menos durante treinta y tres años; pero ahora, en el Santo Sacramento donde deseo morar para siempre, quiero verme acogido en la riqueza del oro de la caridad. Deseo ver que se construyan mis moradas en este amor. Fui presa entonces de un vehemente deseo de poseer riquezas de la más alta perfección, para ser digna de alojar a su Rey. Siguió escuchando: Cuando instituí este sacramento, escogí una sala grande y bien dispuesta. ¡Oh amor mío, respondió ella, cuántas veces me has dicho que en la casa de tu Padre hay tantas moradas! En la casa de mi madre la Iglesia, también hay muchas. Ven a vivir en ellas, y enriquece a las que te albergan cada día. Esta petición la hizo también para usted.” [189]

NVM Jeanne Chézard de Matel estuvo dispuesta a sufrir en todo momento por los hermanos más necesitados, auxiliándolos en lo que podía, pero también practicó mucho durante su vida, pedirle a su Divino Amor librara a las almas más necesitadas, y que ella vio en sus visiones, porque quería sufrir por ellas.

“El domingo, día de Todos los Santos, la dulzura de su amado la colmó desde la mañana. Sintió, por esta causa, gran agotamiento en el cuerpo, el cual fue fortalecido en cuanto recibió la santa comunión, debido a la intensidad con que se unió a este sacramento. Durante esta experiencia, vio una mano de oro que la bendecía levantando tres dedos. Se le comunicó que esta mano era el signo del Dios vivo en tres personas y una sola esencia, y que el resplandor y el calor que sintió sobre la frente la hicieron pensar que había sido marcada junto con las tribus que menciona san Juan en la epístola. Suplicó entonces a su amor que se dignara marcarlo a usted también.” [190]

“Al terminar se dirigió de inmediato a recibir la santa comunión. El ardor la embargó a tal grado antes del comienzo de la misa, que no pudo recitar verbalmente la penitencia que le fue impuesta, acercándose a la sagrada mesa encendida en fervor. Después de haber recibido al Salvador en su boca, le dijo: No pasarás al corazón si no libras a las almas del purgatorio; ellas te alabarán en el cielo, puesto que deseas dejarme todavía en la tierra.

Se volvió en seguida hacia los ángeles guardianes, quienes parecían ansiar la liberación de las queridas almas confiadas a sus cuidados, diciéndoles: Oh, presenten al Padre este Hijo que acabo de recibir. Díganle que, en unión con él, salgo fiadora.

Escuchó entonces lo siguiente: Las bodas se celebraron ayer. La primera mesa fue para la Iglesia triunfante; la segunda, para la Iglesia militante; el resto es para la Iglesia purgante. Hay tantos manjares en esta última como en las dos primeras. Recuerda que, cuando el banquete se realizó en el monte, de dos peces y cinco panes sobraron doce canastos. Esto la movió a presionar a su Salvador, pidiéndole que las librara: Deseo padecer por ellas. Le pareció recibir la misma respuesta que dio él a santa Catalina: que tendría que pasar por grandes sufrimientos, puesto que así lo había querido.” [191]

“En ese día ofrece la santa Comunión por todos los que, como usted, se dedican a la dirección de las almas. Después de la comunión, experimentó un reproche por haber dudado de lo que tantas veces le había dicho la divina bondad, al lamentar que hubiera permitido que el convento de santa Úrsula se quedara vacío, sin sus religiosas.” [192]

Las citas siguientes son expresiones del amor más puro, el enamorado perfecto hablándole a su novia, en este caso el diálogo de un Dios con su gran amor.

“Hija mía, quiero que tú sola me sirvas como lo hubieran hecho todas ellas. Debes saber que eres la perla única, y que por adquirirte lo he dado todo; después de las arras de gloria y los dones de la gracia, te he entregado al Autor de la gracia.” [193]

“Escuchó entonces al Padre eterno: Hija mía, para poseerte, te entregué a mi Amado Hijo. ¡Cuán preciosa eres para mí! Una vez más le pareció recibir reproches por haber callado esto a usted y por no comunicarlo al P. de Villards. Oyó además: Si las ursulinas hubieran permanecido aquí, hubieras deseado ingresar con ellas y habrías tenido mucho que sufrir sin disfrutar de los bienes que ahora gozas. Con todo, El no aminoró el deseo que tiene ella de llegar a ser religiosa.” [194]

“Un día, estando en oración ante el Santísimo Sacramento, con el cual se lamentaba de que le prohibían los libros que la conducían a estos dulces éxtasis, escuchó: Hija, Yo soy el libro principal, en el que te doy a leer la voluntad de Dios, mi Padre. Obra conforme a ella.” [195]

“Y en otra ocasión: Hija mía, no has recibido tu ciencia evangélica de los hombres, sino de mí, como apóstol mío. Deseo la comuniques a quienes son mis representantes. Te dije hace tiempo que hablarías de mis testimonios delante de los reyes, que son mis sacerdotes, y que no serías confundida.

Lo anterior le fue dicho en la fiesta de santa Catalina; mejor dicho, al día siguiente. Llegó un momento en que, sintiéndose admirada ante la ingenuidad y el atrevimiento con que manifestaba las gracias divinas a quienes se le mandaba, escuchó en latín, por ser esta lengua la más ordinaria de sus revelaciones: Soy yo quien da testimonio de mí mismo.” [196]

Todos los santos tuvieron las manifestaciones que Dios quiso tuvieran, pero me llenan de emoción y hasta he llorado de alegría, por haberle regalado tantas a Jeanne, y ahora a través de sus escritos alabo y glorifico a Dios por permitirme participar de esos regalos.

“Por la tarde, al estar en compañía de algunas personas, su corazón fue atravesado por una saeta del amor divino. Comprendió bien que él deseaba retirarla de ahí para que subiese a su oratorio a hacer oración. Dejó, pues, la reunión, resistiendo la oposición de su cuerpo enfermo y del frío tan extremo que hizo ese día. Habiendo subido, se puso a orar comenzando con tristes quejas que hizo a su amor, pues seguía viéndose tan imperfecta después de haber recibido tantos favores divinos. Temía continuar profesando un gran afecto hacia las cosas creadas.”[197]

“Entonces experimentó un asalto impetuosísimo que hizo desfallecer su cuerpo, teniendo que apoyarse en su reclinatorio. Poco después se retiró a causa de la debilidad y del miedo de estar enferma. Escuchó: Hija mía, cuando me tengas presente mediante la práctica y el discurso amoroso, no te privaré de los afectos que tengas hacia las creaturas, así como el esposo no reprocha a su esposa el que esté con otra persona cuando sabe que él está presente en espíritu y se siente seguro del amor que ella siente por él… Acto seguido se puso a orar por su prójimo, diciendo: Oh, amor, deseo que otros participen en esta compasión. Hija mía, yo también lo deseo. Mi Apóstol dijo que mi pasión se comunica. Comparte con tu prójimo. En seguida se sintió toda transformada en una amorosa condolencia en el cuerpo y en el espíritu.” [198]

“Hija mía, al estar yo pálido y descolorido, mi rostro era tan agradable al Padre eterno, que pudo decirme que se lo mostrara, pues era bello y mi voz muy dulce, como lo digo en el himno. Hija mía, cuando estaba más desfigurado, era la verdadera imagen de la bondad divina, pues ¿qué padre hubiera permitido este sufrimiento en su hijo, de no ser un padre de bondad infinita?” [199]

“Por la tarde al asistir a vísperas, se sintió absorta y, dejando la oración vocal, se dejó llevar a la mental en seguimiento de su amor, hacia el desierto, donde escuchó: Fíjate cómo mi palabra profética es también mística. Confundí a Satán cuando me propuso que, si era el Hijo de Dios, cambiara las piedras en pan. Bien sabía que Dios alimentó a los israelitas durante muchos años con el pan del maná y sació su sed con el agua de la piedra; pero yo le dije que el hombre vive no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Con esto quise decir que, para alimentar al ser humano, cambiaría el pan en carne y en palabra procedente de la boca de Dios. Yo soy el Verbo y palabra expresada de la sabiduría de mi Padre, que es el altísimo, la cual alimenta el espíritu y el cuerpo cuando así lo deseo.” [200]

“Después fue arrobada hacia el exterior y escuchó: Hija mía, ven a mi jardín. ¿No sientes que respiras un aire como el del valle de Josafat? En el día del juicio yo soy el árbol de vida y la flor de los campos que fue plantada en un claro fuera de la ciudad el día del viernes santo. Ahí recogí todos mis méritos y los mezclé para alimentar y dar de comer a mis amigos y embriagar a mis muy amados. Así será en el día del juicio, y estos amados reposarán bajo el árbol de mi santa Cruz, cuyo fruto será dulce a su paladar. Embriágate ahora, querida mía, pues hice para ti esta mezcla de mis favores y de tu obediencia. Mi cruz, que deseas llevar, te ofrece desde hoy su dulcísimo fruto. Mi juicio se realiza dentro de ti mediante el fuego delicioso que llevas ya en el corazón.” [201]

Me asombra mucho la forma en que selecciona tan atinadamente la cita bíblica, tanto del Antiguo testamento como del Nuevo testamento, esta habilidad requiere del dominio total de la Sagrada Escritura y el mejor apuntador que tuvo fue Espíritu Santo, quien guiaba su pluma, por ello pudo la riqueza de su alma, y ella escribiera que no era la mejor escribiendo.

“Este año de 1619, el día de la octava de la Concepción Inmaculada de tu santa Madre, estando en la iglesia del Colegio de Roanne, me elevaste en un arrobamiento muy sublime, durante el cual me dijiste que debía someterme al examen de varios doctores y grandes prelados de la tierra, pero que no tuviera temor alguno, pues tú te ocuparías de hacerme discernir y reconocerte, que me parecerías más blanco que la nieve. Me explicaste estos versículos del Salmo 67: ‘Mientras vosotros descansáis entre las tapias del aprisco, las alas de la Paloma se cubren de plata, y sus plumas de destellos de oro’ (Sal_67_14).” [202]

“Hija, duerme y reposa en medio de todos los ruidos desagradables y mortificantes en extremo; yo haré maravillas que se realizan y se realizarán en ti. Mantén siempre tus alas de paloma; declara con sencillez todas mis palabras, que son claras como el sonido de la plata; sé franca con tus directores. Conserva junto conmigo este oro de caridad que se esconde entre tú y yo; es un reclinatorio donde me complace quedarme; di a tu confesor que deseo me recibas todos los días." [203]

“En medio de nuestros coloquios, me fue presentado en visión imaginativa un corazón abierto, en el que había un crucifijo formado de la sustancia del corazón. Diría más bien que transformaba el corazón en sí mismo, no restando sino el exterior, que rodeaba a este crucifijo. Una persona a quien no vi lo sostenía con las dos manos. Me pareció que alguien decía: ¿Conoces este corazón? Yo lo ignoraba. Así es como hay que ser. Lo deseo en verdad. Eres tú, mi bien amada. Durante estos días el amor y la obediencia te han crucificado el corazón. ¡Oh, bondad, oh incomprensible bondad: Está satisfecho, está satisfecho! ¡Oh, mi todo, qué contenta estoy! ¡Oh palabra de verdad! Me has colmado del todo sin especies sensibles. Sabes hacerlo muy bien; y si alguien viniese a decirme: Comulga, no lo haría sino para obedecer, pues estoy más satisfecha que en otras ocasiones en que he comulgado.

Esto no se debía a los consuelos que experimentaba, sino por sentir mi parte superior unida al Dios de los consuelos, a quien he encomendado y sigo encomendando a usted así como Jesucristo pidió por todos aquellos que lo crucificaron” [204]

“Entonces mi dulce amor me rodeó de su luz y me hizo escuchar grandes maravillas, mientras derramaba yo abundantes y deliciosas lágrimas. Me reveló de qué manera había resuelto que esto se hiciera, y los grandes dones y favores que concedería a esta Orden religiosa; que, después del Santísimo Sacramento, ella sería el compendio y el memorial de sus prodigios, y figura de la Santísima Trinidad, de la humanidad del Salvador y de la Santísima Virgen, hasta en el estilo del hábito con el que deseaba revestirla. Pídeme, me dijo, y te daré como heredad las naciones, pues por la misericordia del Padre, el compasivo Señor Jesús será el camino y el término de esta obra.” [205]

“En fin, mi divino amor me dijo: Deseo morar en tu corazón, predilecta mía, porque es un desierto que no alberga otro amor sino el mío; en él deseo estar enteramente solo. Me vi entonces en un absoluto desprendimiento de todas las criaturas y en una agradable soledad, recordando las palabras del Profeta Oseas: ‘Por eso yo voy a seducirla; la llevar‚ al desierto y hablar‚ a su corazón’ (Os_2_16), y las del Profeta Jeremías: ‘Que se siente solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone’ (Lm_3_28). Hablando del hombre solitario, mi alma fue elevada por encima de ella misma al considerar a mi Salvador humillándose más abajo que todos los hombres y convertirse en el último de ellos en la Encarnación mediante su anonadamiento.” [206]

[201] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 20
[202] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 33., p. 103
[203] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 33., p. 103
[204] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 51
[205] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Cartas, No. 57
[206] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 144., p. 827

. Cuarta etapa:
Edad madura 1634-1664
¡Como gozaba eso grandes momentos de oración y de encontrarse con su amado!
Me maravilla cómo escribe estos diálogos de amor y del encuentro con su amado, sus expresiones son de una persona tan enamorada que cuando menciona las diferentes formas de orar que el Señor le permitió experimentar, y que explica con tanta naturalidad, sencillez y transparencia estas experiencias, se antojan… Sus diálogos de amor son muy profundos…a veces no entendibles, porque son misterios de fe…Me hace pensar que el Señor, concede esto, de diferentes formas, a muchas otras personas, muchas cercanas a nosotros pero, que nos hace falta amarnos de verdad y darnos cuenta de las virtudes y dones de nuestros semejantes. ¿Con cuántos santos y santas estoy conviviendo? Dame Señor vista y sensibilidad de corazón para ver en el otro las virtudes que tiene y juntos te alabemos y te demos gracias.

Jesús Verbo Encarnado, gran Maestro particular de Jeanne, ¡Qué pedagogía tan extraordinaria utilizaste para explicarle a Jeanne la estructura de todo tu ser divino, qué delicadeza para hablar de ti mismo!

“Ya dije más arriba que jamás te he pedido me conduzcas por medio de revelaciones ni visiones, sino por el camino que es el más perfecto, y que me llevará más directamente a ti. Me dijiste un día: ‘Hija, No se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia’ (Rm_9_16). Me agrada llevarte yo mismo por el camino de las visiones. Te he hecho ver en el Verbo, que soy yo, el espejo necesario a mi Padre, el cual se ve en mí, que soy la figura de su sustancia, el esplendor de su gloria y la imagen de su bondad. Yo soy la alegría de estas visiones por mi raigambre en la región de los vivos; el Padre y el Santo Espíritu están en mí, viviendo la misma vida que yo vivo en ellos; mi Padre me engendra en las claridades eternas. El ve en mí y en mis pensamientos todas sus divinas perfecciones. Soy tanto su visión, como su dicción, el vapor de su virtud, la emanación sincera de la divina claridad, el espejo sin tacha de la Majestad; yo produzco junto con él al Espíritu común, que es un Dios simplísimo en nosotros. Muchas veces te he elevado hasta la contemplación de la simplísima esencia y de las distinciones personales. He deseado instruirte acerca de la estructura de todo el ser divino y al enseñarte de esta suerte:
a) Te he conducido a la tierra de visión que es la divinidad que vive en ti, y tú en ella.
b) Te he comunicado los misterios adorables de mi Humanidad, que has
contemplado en diversas figuras, en diferentes visiones.
c) Te he dado la Comunión diaria, que es una tierra de visión.
d) Te enseño por la Escritura, que es un lugar de visión.
e) Estableceré por tu medio mi Orden, que será una tierra de visión, lo cual ya has
experimentado, y seguirás experimentando en el futuro.” [207]

“No permitiré que te equivoques; no me has pedido tú esta senda, y te he destinado para atraer otros a mí, y para ser guía de muchas almas. Cuando te mostré la corona de espinas colocada sobre un sol, disponía tu espíritu a contemplar y admirar esta maravilla. Te haré pasar por grandes contradicciones, de las que saldrás victoriosa en el tiempo designado por mi Providencia. Seré misericordioso con quien yo quiera; me apiadaré del que yo quiera apiadarme. Por tanto, no se trata del que quiere o del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Pues dice la Escritura a Faraón: ‘Te he suscitado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea conocido en toda la tierra. Así pues, usa de misericordia con quien quiere y endurece a quien quiere’ (Rm_9_14s).” [208]

“Escuché intelectualmente cómo le sugerías lo que decía de san Dionisio, el cual estaba abismado en la adoración de tu Majestad y en la admiración de tu bondad, pero muy especialmente durante la descripción que me hiciste de sus gracias, méritos, virtudes y de la gloria que le concediste. Me parecía que se escondía como si se encontrara en una confusión de reconocimientos inexplicables, de un sentimiento que le hacía salir de sí, que vi terminar para entrar en ti, que eres inmenso, como si en su humilde reconocimiento me hubiera dicho: "Al admirar lo que el Verbo te dice de las maravillas que hizo en mí, dirígete al principio de toda mi felicidad, que es su bondad; haz una circunvolución, hija, con todos los coros de los ángeles y de los santos." Mientras más se humillaba este santo, más grande me lo mostraba el Verbo por mediación de san Juan, expresándome las excelencias que le comunicó en vida y lo que le había de dar en el cielo, exhortándome a escribir lo que escuché en esa noche, durante dos horas de arrobamiento y éxtasis. Te dije: "Señor, ¿Cómo podré escribir estas maravillas cuando mi entendimiento, suspendido y fortificado por ti de un modo tan sublime, ha sido testigo y escucha de tu divina retórica y bellezas?” [209]

“Querido Amor, deseo tener un recuerdo eterno de los pechos que me crían y me alimentan como a un niño pequeño que debe crecer, mientras que tú mismo me unirás a ti, adornada como una esposa, embellecida y amada de su divino esposo, el cual le comunica sus claridades y sus llamas, haciéndole ver y experimentar de qué manera es ella consorte de su divina naturaleza.

Este recuerdo producirá en mí el reconocimiento de los favores pasados; si este éxtasis me diera la entrada para la eternidad en ti, en la sede de la gloria que es el término, aceptarás que diga yo a todos tus elegidos lo que has hecho a mi alma, aunque lo vean en ti, puesto que todo permanece amorosamente en ti; en ti están todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría del Padre; en ti residen todas las ideas. Tú eres el Archivo de todo lo creado y lo increado.” [210]

[207] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66., p. 303
[208] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 66., p. 304
[209] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75., p. 357
[210] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 75., p. 353

“El día de la gloriosa virgen y mártir Sta. Cecilia, a eso del anochecer, me retiré delante del Santísimo Sacramento para pedir a nuestro divino amor que él, que es el Evangelio de Dios, se complaciera en reposar en mi pecho. Mi alma fue elevada por un impulso amoroso según estas palabras del Cantar: ‘El olor de tus vestidos, como la fragancia del incienso’ (Ct_4_11), que apliqué dignamente a la santa ya que sus vestiduras estuvieron consagradas del todo a Dios y a que el Evangelio que llevaba sobre el pecho las convertía en incienso perpetuo. Sin embargo, el divino Enamorado que se complace en alabar tanto la gracia que concede como la gloria, me dijo: Recibe, tanto para ti como para Sta. Cecilia, estas palabras.” [211]

“El Eterno se hizo encarnarse en la plenitud de los tiempos tomando un cuerpo mortal, apoyándolo en su divino soporte a manera del alma que lo informaba. El, que en cuanto Dios es un espíritu simplísimo, se unió hipostáticamente al compuesto de materia temporal; el amor supo unir lo finito y lo infinito. Dos naturalezas infinitamente alejadas se unieron en un mismo soporte; lo que el * Verbo tomó una vez, no volverá a dejarlo; el Hijo único del divino Padre, y delicia suya, no pudo, al parecer, contenerse hasta darse él mismo para ser todo del ser humano y orar por él.” [212]

Hay peticiones que Jeanne le hizo a su Amado y que al reflexionar en ellas, solo pienso que como ella no puede estar sin él a su lado, le suplica humildemente seguir gustando de los consuelos divinos que eran muchos.
“Divino Amado, si he encontrado gracia ante tus ojos y tú bondad se digna inhalar en olor de suavidad el sacrificio de mi consentimiento a todas tus inclinaciones y amabilísimos designios, que more en mi corazón por toda la eternidad.

Concédeme el Evangelio de amor que recree mi alma en coloquios sagrados contigo mismo. Que, a imitación de esta santa, que se transformó toda en ti, y cuya su boca produjo cánticos melodiosos de la abundancia de su corazón amoroso, mi alma y mi cuerpo sean inmaculados delante de ti. Que pueda yo entonar el himno de acción de gracias en tanto que me instruyes por medio de tus justificaciones. Es bueno que me humilles a fin de que las aprenda.” [213]

“Un día de los Santos Inocentes, los invité a venir con el cordero a mi casa, en el monte Sión, diciéndoles que eran las primeras flores de su Iglesia; que me rodearan por ser el lecho florido del esposo. Como murieron sin hablar, no pudiendo confesar con la boca a aquel por quien morían, yo podía confesarlo con el corazón y con los labios para satisfacer lo que les faltó, en mi calidad de hija del Verbo, quien me da la palabra por ellos. Como no tengo la oportunidad de morir por él como ellos, les pedí que unieran su muerte a mi confesión y me obtuvieran el favor de culminar su martirio como dijo san Pablo, afirmando que completaba en él lo que faltó a los sufrimientos del cordero, al que confesaron al morir, y al que siguen en la gloria, permaneciendo en su compañía en el monte Sión por ser su infantería.” [214]

“Les dije: recuerdo que mi divino amor me puso entre ustedes un día de su fiesta en el año 1619, marcando mi frente con su santo nombre y el de su divino Padre con la mano de su amor, que es el Espíritu Santo. Pude sentir dicha marca, a pesar de ser invisible. La bondad del Dios trino y uno le movió a darme un dulce beso, soplando en mi rostro con un aliento delicioso, para hacerme vivir la vida de amor que ustedes viven en el cielo.” [215]

“A continuación el Verbo Encarnado se dignó expresarme su deseo de que le organizara una compañía de pequeñas inocentes que preparasen su segunda venida, vistiéndolas de blanco y rojo para comparecer como víctimas inocentes que, desde su más tierna edad, se presentaran al sacrificio para su gloria, realizando en ellas lo que dijo en Isaías: ‘Lo de antes, ya ha llegado, y anuncio cosas nuevas’ (Is_42_9).Así como hubo inocentes del sexo masculino, quería inocentes del sexo femenino, a las que daría nuevas gracias por amor de su nombre. Añadió que no daría esta gloria a ninguna otra, porque le es debida, y sus hijas están del todo dedicadas a ella.” [216]

He aquí una prueba más, de cómo podía interpretar las citas de la Sagrada Escritura.
Jeanne lo adaptó perfectamente a las hermanas de la orden. Mt 25,36 ss.

“Que él obre en las tres Órdenes de mis hijas, las religiosas, las hermanitas y las pensionistas, como hizo con las tres hijas de Job: que ilumine a las primeras, para que alumbren a las almas como si fuera de día; que las segundas sean como la canela olorosa, casia, apartándose de la impureza que infecta a la juventud.

Que las que por su estado se hallan en el mundo, no olviden las buenas enseñanzas ni las prácticas piadosas que oyeron y pusieron en práctica; que sean llamadas cuernos de abundancia, enseñando a todo el mundo cómo hacer provisión de virtudes y buenas obras, para que se presenten sin confusión a la derecha de aquel que dirá a las buenas: ‘Vengan, benditas de mi divino Padre, a poseer el reino que les está preparado desde la constitución del mundo. Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve desnudo y me vistieron; fui peregrino y me albergaron; estuve prisionero y me visitaron. Lo que hicieron por mis pobrecitos que creen en mí, lo considero como hecho a mí mismo. Tuve hambre y sed de su salvación y ustedes correspondieron a mis inspiraciones, no recibiendo en vano mis gracias. Estuve en la prisión del sagrario y allí me visitaron con amor y compasión. Fui peregrino venido del cielo a la tierra, y me recibieron. Estuve desnudo, cubierto con una tenue hostia, y me revistieron con su propio corazón. Ahora les doy el mío junto con mi reino y mi gloria’ (Mt 25,36 ss).” [217]

No resisto la tentación de expresar que fui llamada por Él, y quisiera que también hundiera sus raíces en mí como dice Jeanne más adelante.

“El viernes, primer día de mayo de 1637, al meditar en la costumbre que tienen los enamorados de sembrar una planta de maíz a la puerta de las jóvenes que pretenden tomar por esposas, me dirigí a mi amado para decirle que, si se lo pedía a su Padre eterno, él mismo lo plantaría en mí cual árbol que no puede ser arrancado de cuajo, que es la verdadera dilección; y que su divino Padre encuentra un placer inefable en hundir sus raíces en sus elegidos, extendiéndolas a todas las potencias de mi alma.” [218]

“El día dos se dignó despertarme diciendo: ‘Ábreme, hermana mía, amiga mía, porque está llena de rocío mi cabeza y del relente de la noche mis cabellos’ (Ct_5_2). Ábreme, amiga mía queridísima, porque mi cabeza está cubierta de rocío. Por mi cabeza debes entender a mi Padre eterno, que es fecundo con una inmensa plenitud. Al contemplarse a sí mismo, me engendra a mí, su Verbo, que recibe sin empobrecerlo toda su plenitud, la cual me comunica al comunicarme su esencia. Soy inherente y de la mano*de su divino entendimiento; yo soy el principio del que dijo: ‘Contigo el principado el día de tu nacimiento en esplendor de santidad; antes del lucero, como al rocío, te engendré’ (Sal_109_2).” [219]

“Él puede pronunciar con soberana autenticidad estas palabras: Estoy colmado de palabras. Estoy colmado del Verbo que es la palabra increada, que abarca toda mi sabiduría; por su medio deseo crear a los ángeles y a los hombres. Lo engendro por generación activa, y con él produzco activamente al Espíritu de nuestra común espiración, que es nuestro amor. Escuché Sermonibus, sin entender varias palabras de la divinidad; sino más bien, ésta sola palabra. El expresa todo lo que es unidad, y todo lo que se multiplica en las criaturas: ‘Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: Que de Dios es la fuerza y tuya, Señor, la misericordia’ (Sal_62_12).” [220]

[211] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 311
[212] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 311
[213] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 38, p. 313
[214] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[215] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[216] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 337
[217] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 44, p. 338
[218] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441
[219] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441
[220] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 441

“La caridad eterna” como se dice a sí mismo Jesús Verbo Encarnado continúa prodigando a Jeanne de indecibles gozos aunque sea por un instante como ella nos lo dice:
“El amor que produzco junto con el Hijo nos apremia a hacer el bien a la humanidad. Soy la caridad eterna que los ama por sí misma, deseando atraerlos con la red de Adán y el lazo de la caridad inefable que me mueve a encarnarme, sin añadir algo en nuestra fecunda divinidad. El Espíritu de amor quiere que me derrame en su humanidad cual rocío sobre el vellón de Gedeón, que fue figura de mi santa Madre, a cuyo seno fui enviado. Yo soy el rocío celestial que se derrama del seno paterno al seno materno, haciendo que germine el Salvador sin dejar de ser el Verbo increado. Me convertí, en un instante, en Verbo Encarnado en las entrañas virginales.

Ábreme, hija mía; todas las potencias de tu alma, pues las amo y deseo que recibas y percibas el divino rocío que quiere descender a tu interior sin dejar el cielo paterno para darte a conocer y gozar tanto como él lo desee y tu condición de viajera mortal lo permita, las alegrías del Padre al engendrar eternamente a un Hijo igual y consustancial a sí mismo.” [221]

“Ábreme, hija mía, o permite que abra yo tu mente para narrarte mi genealogía, que el desventurado Arrio intentó suprimir negando mi filiación divina y tratando de arrebatarme la consustancialidad que tengo con mi Padre eterno.

El dragón infernal convirtió a ese hombre execrable en su rabiosa cola, por cuyo medio atrajo en gran parte a las estrellas que mi bondad había colocado en el firmamento de la Iglesia militante, que tanto tuvo que sufrir. Sin embargo, según la divina promesa, las puertas del infierno no prevalecieron; ella permaneció firme como una roca, aunque azotada por las tempestades de dicha herejía, que fue perdición para tantas almas, aun para algunas constituidas en las más altas jerarquías.

Valor, hija mía, emprende el vuelo hacia mí con las dos fuertes alas que te he dado gratuitamente: la inteligencia de la Santa Escritura, y el conocimiento de la sagrada teología; que el ojo de tu espíritu me contemple fijamente y sin temor de ser oprimido por mi gloria. Yo la suprimiré poderosamente para conservarte firme en el desierto inaccesible a las criaturas, por medio de diversas dispensaciones. No temas la persecución del dragón, que no puede dañarme por ser yo igual a mi Padre omnipotente, a cuya diestra estoy sentado en mi reposo, y de pie para acudir en ayuda de mis elegidos, que combaten valerosamente para apoyar las verdades divinas.” [222]

“Estoy a la derecha de los divinos deleites, para prepararte goces inmortales. Confiésame, querida mía, delante de los hombres y yo te confesaré delante de los ángeles. Mi amor quedará insatisfecho si no te presento a mi Padre eterno, que te conoce a través de mí. Él y yo te visitamos mediante nuestra espiración común, que sigue siendo un rocío admirable y prodigiosamente fecundo. Ábreme los entendimientos de la humanidad, que permanecen cerrados a mi luz; sé mi pasaporte, introdúceme en los espíritus que no estén ciegamente obstinados por obra del príncipe de las tinieblas, que es la potestad del mundo depravado, por el que no quise orar; mundo que mi predilecto describió tan bien al decir que su fundamento radica en la malicia: pero la sabiduría no vence a la malicia. No, hija, la sabiduría no rebasa la malicia porque no violenta el libre albedrío que di al ser humano. Llega, sin embargo, a todos los confines inspirando fuerte y suavemente a todos sus amados para enseñarles el camino de la prudencia divina.” [223]

Señor, puedo pedirte muchas cosas y estoy plenamente segura que recibiré, aquellas que tu voluntad me dé. Una súplica más: no deseo tener la sabiduría del mundo, más bien quiero que tu sabiduría llene mi ser.

“Hija, mi sabiduría reprueba la sabiduría del mundo, que es locura ante mí. Me complazco en escoger a los débiles para manifestar mi fuerza, y llamar al que carece del ser, para destruir al que se gloría en tenerlo. Porque lo que no es, debes entender a los que no se estiman sabios por sí mismos, a causa de su propia suficiencia. Me complazco en escogerte para confundir a muchos que se glorían vanamente en su saber. Todos ellos se admiran al verte iluminada por la inteligencia que te concedo movido por mi bondad y no a causa de tus méritos.” [224]

“Deseo valerme de ti para reparar el daño que las mujeres ocasionaron a mi divinidad al apoyar a los herejes, fomentando las herejías con su autoridad mal encauzada: muchas fueron las reinas y emperatrices que respaldaron a los heresiarcas, causando con ello grandes males. Quiero, mi toda mía, que seas una columna de verdad. Mucho te lo he demostrado al llamarte a grandes cosas y al instruirte yo mismo, prometiendo que confirmaría mis ojos sobre ti, con la condición de que permanezcas atenta a mis luces, que serán para ti verdades permanentes si eres fiel a mi voluntad.” [225]

“En cuanto a ti, deseo corroborar las palabras del Génesis que menciona el apóstol de la gloria: ‘Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo Jesús ‘(2Co_4_6).

Permíteme, queridísimo Amor, que te hable de parte de las potencias de esta alma a la que tanto favoreces, diciéndote humildemente: ‘Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros’ (2Co_4_7).

Mi debilidad me haría temer la pérdida de tus tesoros, si tú mismo, al dármelos, no cuidaras de ellos. Al considerarlos en un vaso tan frágil, afirmo que el poder sublime de un Dios infinitamente bueno es tan amable como admirable: Eliges mi debilidad para manifestar tu poderosa diestra, a fin de que cante yo con el rey profeta: ‘La diestra del Señor me ha exaltado, la diestra del Señor ha hecho proezas. No, no he de morir, que viviré y contaré las obras del Señor ‘(Sal_118_16).” [226]

De una u otra manera los santos expresaron esta idea, que la bella oración de Charles de Foucault nos dice: “Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo. Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.” Jeanne nos lo ha expresado a su estilo muchas veces, he aquí una más.

“Ven, Dios mío, ven, mi Señor, ven, Verbo increado, Hijo eterno del Padre, ven Soberano mío, Hijo temporal de tu Madre Virgen, de la que tomaste nuestra naturaleza sin dejar la tuya. Quiero exclamar con la Iglesia: Dios se hizo hombre. Lo que ya existía, subsistió y lo que no, fue asumido sin que se diera en ello mezcla ni división.

Unión admirable de dos naturalezas que no se mezclan. Oh sabiduría divina, cuán adorable eres al asumir nuestra pobre naturaleza, que quisiste tomar dándole tu soporte, a fin de que el ser humano fuera Dios, uniendo lo finito a lo infinito en unidad de personas, sin confundir las sustancias. Te adoro con todas las criaturas. Quisiera que todo entendimiento creado se extasiara ante tus esplendores, y que todos los corazones fueran abrasados con tus llamas.

Heme aquí dispuesta, al menos con el deseo, a recibir, tanto cuanto tu gracia me capacite para ello, la plenitud del rocío que emana de tu cabeza y las gotas que relucen cual perlas orientales en tus cabellos. Tu sagrada humanidad te hace más agradable a nuestra imperfecta mirada por adaptarse más a nosotros, siendo una naturaleza creada y visible, que tan bien te va sin serte necesaria, ya que tu divinidad posee en grado eminente toda su creación del cielo y de la tierra.” [227]

¡Qué hermosas imágenes nos narra Jeanne! Estar abierta de par en par, estar de pie, es decir estoy lista para…heme aquí Señor se bienvenido…entra.

“Estoy de pie para recibir tu divino rocío. Estoy preparada para recoger las gotas de la noche, porque la Encarnación es una noche debido a que las criaturas son incapaces de percibir la manera en que se obró este misterio. El ángel no lo manifestó a la Virgen, cediendo este oficio al Espíritu Santo. Mientras que él obraba, la virtud del Altísimo cubrió con su sombra a la Virgen, en la que se obró esta maravilla con su propia sustancia.

La sangre de la Virgen asumió las gotas de la noche; por ello se la llama con toda verdad Santa, Virgen oculta, Virgen singular y dulcísima, a la que el Verbo descendió cual lluvia fecunda para tomar su sustancia y unirla a su divina subsistencia, convirtiéndose en Verbo humanado en sus castas entrañas para salvar por sí mismo a todos los hombres con una copiosa redención, derramando su sangre preciosa a través de una santa prodigalidad a la que llama gotas de la noche cuando pide a sus esposas le abran las puertas de sus almas a fin de enriquecerlas con el abundante rocío de su divinidad y con las amables gotas de su bondadosa humanidad, que desea manifestarse visiblemente a todos a pesar de que ninguno hayamos merecido este favor, por estar adormilados en la pereza desde que el pecado nos aletargó.” [228]

“¿Cuántas personas, hoy en día, rehúsan levantarse para abrirle? ¿Quiénes se molestan un poco para recibir tan gran tesoro, que contiene la plenitud de las riquezas de la divinidad en forma corporal? Cuántas esposas indignas de este nombre dejan al esposo a la puerta de su corazón, desde donde las invita con inspiraciones continuas a que le abran para su bien. Porque nada se puede hacer de lo nuestro: lo que toma de nosotros se reduce a simples miserias y sufrimientos. Quiso hacerse pobre para enriquecernos. Se despojó para revestirnos. Llevó sus heridas para sanar las nuestras; se hizo mortal y quiso morir para darnos su vida, a fin de hacernos inmortales un día.” [229]

“Ven, gloria mía, para que te abrace después de adorarte. Seas bienvenido, oh el más querido de todos los amores: ‘Mi amado metió la mano por la hendidura; y por él se estremecieron mis entrañas’ (Ct_5_4).
Es tu derecho entrar con tu sutilidad divina en mi entendimiento, y tomar mi corazón con tu delicada y preciosa mano, tan hábil para abrir cualquier cerrojo, aun si estuviera cerrado con mil llaves. Tú eres la llave de David: cuando abre, nadie puede cerrar. Cuando has dado a un alma la confianza de ir hasta ti. Nadie puede impedírselo ni distraerla. Aun cuando todos los hombres y los ángeles quisieran detenerla, no querría emplear el poco tiempo de que dispone para permanecer en su compañía, a no ser para que le digan dónde podrá hallarte cuando te ausentas de ella. Sus conversaciones la afligen; sus palabras le parecen pesadas como golpes que ofenden su corazón herido por tu ausencia.

Estaría dispuesta a dejarles su manto si intentaran retenerla por la fuerza. Quiero decir que dejaría con gusto el cuerpo, que es como un fardo para la pobre alma que languidece de amor, que no puede pensar ni hablar sino del que es la luz de sus ojos y el fuego de su enamorado corazón.” [230]

[221] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 442
[222] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 442
[223] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 444
[224] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445
[225] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445
[226] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 445, 446
[227]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 446
[228] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 446
[229] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[230] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447

“Escucho, querido Amor mío. Ante tu palabra mi alma se derrite en medio de un amoroso temor de haberte dejado esperando ante mi puerta más de lo debido. Perdón, mi buen Señor; tú eres la misma dulzura; tu bondadoso corazón no puede disgustarse sin hacerse violencia, violencia que sería capaz de causarme la muerte. Tu ausencia me ha dejado ya como una planta carente de vigor. Vierte tu rocío para vivificarla por ti mismo; haz de ella un árbol para que seas su injerto. Así te complacerás en ser el Verbo encarnado; transforma en ti mi corazón indómito.” [231]

“Oh dulzura de los ángeles y de los hombres; oh ambrosía de tu Padre y del Espíritu Santo, tu paladar es suavísimo; tú eres el deseado de los collados eternos. Si eres plantado en medio de mi pecho, obrarás la salvación en medio de la tierra. Todos mis afectos te rodearán por ser su salvador. Mi alma cantará con el buen anciano: ‘Haz Señor, o permite, oh mi camino, que yo camine hacia Ti, según tu palabra, deseo seguirte hasta la cruz.’” [232]

“No tengo tantos años como el buen profeta, que esperó por tanto tiempo la consolación de Israel. Deseo servirte en la tierra antes de gozar de los placeres de tu diestra, en la que me sumergirás en el torrente de gloria. Si ya desde este mundo quieres hacerme participe del árbol de la vida, y que tus cuatro Evangelistas sean para mí cuatro ríos de gracias que rieguen el jardín de mi alma, no huiré de ello. Tu espíritu, se complació en ser llevado sobre las aguas por medio de un amoroso afecto, planeando sobre su superficie y volando desde allí. Envíamelo: mi deseo e inclinación es elevarme por encima de las nubes por medio de las contemplaciones sublimes que tu bondad se digna concederme.”[233]

Señor te doy las gracias a Ti y a Jeanne por permitirme gozar con estos escritos y reflexionarlos una y otra vez para contemplar tu grandeza, Dios de Dios; Luz de Luz; Dios verdadero de Dios verdadero…
“Allí estoy contenta; esto es darme gracia sobre gracia; es darme la tierra, el mar y el cielo; es darme lo que es don por excelencia. Tu rocío me parece un mar en el que me abismo sea al contemplarte en la profundidad del seno paterno, sea que te contemple en el seno de tu Madre o en el Calvario y aun en el sepulcro.

Te contemplo en todo momento como bondad inefable y amor infinito. Te encuentro en todas partes semejante a ti mismo; te contemplo lleno de gloria como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad, que vive por toda la eternidad.” [234]

“Soy peregrina en la tierra y estoy lejos de mi patria.” [235]

“Oh maravilla admirable. Mi alma adora al Padre y al Hijo, que se extasían divinamente delante de dicho mar de vidrio, que es también un arpa divina que penetra al Padre y al Hijo, que se hallan en él a través de su divina compenetración.” [236]

“Oh admirable misterio: un Dios verdadero Hombre, y un hombre verdadero Dios: unidad adorable, dos naturalezas con un solo soporte, que jamás salió del seno paterno al tomar nuestra humanidad en el seno materno.” [237]

“La tierra de tu cuerpo sagrado lleva en plenitud tu posesión divina.” [238]

“Ve cerca de tu Padre que no te ha dejado nunca solo.” [239]

“Virgen santa. Al orar te transfiguras; ya la gloria te circunda, penetrándote con sus rayos gloriosos. El sol vuelve a entrar en su aurora para mostrar en los cielos una nueva claridad. Virgen santa, Te desvaneces en sus delicias; si expiras al recibir el beso de su boca.” [240]

[231] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[232] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[233] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 447
[234] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 67, p. 448
[235] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 468
[236] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 472
[237] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 472
[238] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 71, p. 474
[239] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 557
[240] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 559

“Sean los edecanes de la Reina; ustedes reunieron a los apóstoles para presenciar su dormición; todos ellos la rodearon como doce fuentes de las que ella fue origen. La maravilla que admiro es que María jamás se extralimitó a causa de las emanaciones que comunicó a otros, ni debido a las irrupciones que recibió: cuando el Verbo penetró en ella en la Encarnación, María lo engrandeció en su alma y en su espíritu, alegrándose en su divino Salvador; si se eleva sobre los montes de Judea, no rebasa sus cimas de gloria, por encontrarse en aquel que llena el cielo y la tierra, que la encumbró a la divina maternidad sin privarla de su integridad virginal.” [241]

Selecciono una y otra cita porque son preciosas y dejan mensajes claros, o explican cosas que no entendía, me maravillan y no puedo hacer otra cosa que contemplar las escenas que se van describiendo y que por supuesto invitan a la oración, a la adoración, a la alabanza y amar a la Virgen María.

La Virgen María “toda su vida mortal fue moderada por la norma divina, sin inclinarse ni a la derecha ni a la izquierda. Todo en ella se amoldaba a la medida de las virtudes que Dios deseaba depositar en ella. Aun cuando estaba llena de gracia en la encarnación, la profusión de la venida del Espíritu Santo en ella la prolongó y dilató para que pudiera contener al Verbo, que es la gracia sustancial, y para ser contenida por él sin manifestar al exterior aquel diluvio inefable.

Dios en ella y ella en Dios: milagro tras milagro, que a los ojos humanos pasa desapercibido. Cuando el Espíritu Santo permitió un vistazo a su prima, a través de su Hijo, sumergió a todos en transportes de alegría. María es siempre María, es un mar: ‘Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir’ (Qo_1_7), lo cual demuestra que María tiene una capacidad indecible; que es vaso admirable y obra del Altísimo.” [242]

“Mientras describo tan excelentes gracias, veo a María penetrar de gloria en gloria: de la gloria del alma a la del cuerpo. Por mediación del Espíritu del Señor, es resucitada y sale de su sepulcro glorioso en un cuerpo divinizado, por ser el mismo que llevó en sí la divinidad por espacio de nueve meses, del que dio al Verbo una vestidura de su propia sustancia, que se unió al soporte del Verbo divino.” [243]

“No encuentro dificultad en adorarla como Madre de Dios, por la relación que tiene con el Verbo. Si se me permite, mejor dicho, si se me ordena adorar la cruz, que llevó al mismo Salvador, ¿por qué se me prohibirá adorar a María, porta-Dios y Cristófora auténtica? No la adoro en cuanta criatura, sino como Madre del Creador, con el que dicha adoración se relaciona por ser principio y término del mencionado honor. Dichosos los que vivieron en tiempo de María. Los ángeles conocen bien su dignidad y contemplan el trono de gloria que su Padre, su Hijo y su Esposo destinaron para ella La Virgen se me aparece saliendo de la tierra, ensalzada y llevada en triunfo por su Hijo.” [244]

“La Madre entra como esposa en la cámara nupcial; a ella se declara el secreto inefable que ni los ángeles ni los hombres, entenderán jamás. Es el privilegio de esta única paloma, de la toda hermosa, cuyo rostro pide ver el esposo, así como escuchar su voz, que es dulce. La Virgen canta un cántico de amor que ninguna criatura puede entonar, haciéndolo en calidad de emperatriz universal y digna Madre del soberano Dios.” [245]

“Miguel es tan grande, que después de Jesús y María constituye la visión del mismo Dios, Quiero que sepas, hija mía, que a toda la Trinidad le pareció oportuno que Miguel fuera la penumbra en la que el divino Padre desplegó el poder de su brazo omnipotente y lleno de esplendor. Era necesario crear una atmósfera para preservar a María de ser consumida.” [246]

“María, la más excelsa de todas las reinas y emperatriz del universo, fue escogida por la Trinidad para ser Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa queridísima del Espíritu Santo; asignándole no sólo al gran san Gabriel para ser su guardián… Fue Miguel quien reveló a san José el misterio de la Encarnación; San Lucas se enteró por la Virgen que Gabriel había sido enviado en su calidad de guardián…San Miguel tuvo, a no dudar, tantos deseos de ver la Encarnación, como los tuvo para ser fiel y combatir al que quiso impedirla.” [247]

En el apartado, escrito al inicio, donde Jeanne escribe sobre algún santo, expreso que Jesús le dice o enseña mensajes cuando lo pone como ejemplo. En esta cita, ella nos narra que recibió grandes gracias y favores de Santa Lucía “y supo que el alma movida por la gracia, es más excelsa cuando la recibe y se extasía dejando de actuar.” Incluso comenta que no pudo escribir lo que contempló su espíritu impedida por los achaques de su salud.

“El día de Santa Lucía recibí grandes gracias y favores de esta santa. Hoy, al invocarla, mi divino amor me dio a conocer en un éxtasis la grande gloria de esta santa. Me pareció verla toda luminosa, como sugiere su nombre. Escuché que tiene un grado de gloria semejante al de san Lorenzo. También vi un unicornio y escuché estas palabras: ‘Allí suscitaré a David un cuerno, aprestaré una lámpara a mi ungido ‘(Sal_132_17), y que el cuerno de David, el verdadero Salvador, había aparecido entre esplendores en esa azucena sagrada. Vi tantas maravillas, que llegó a parecerme que Dios me había escogido para describir la gloria de esta santa; pero no he podido escribir lo que contempló mi espíritu, distraída o impedida por mis achaques. Solamente diré que dicha santa estaba fortalecida por el Espíritu Santo, que la escogió para ser su morada y que el Verbo gozaba de manera inefable al comunicarle su claridad. Ella fue el templo del Espíritu de amor, que se complació en consagrarla con la profusión de su unción sagrada.” [248]

“El día de la Ascensión, sintiéndome molesta a causa de mi salud y tan afligida que no podía encontrar solaz en lugar alguno, me retiré a nuestra capilla, haciéndome violencia para orar ante aquel que había subido a su gloria, ascendiendo sobre los cielos para convertirse en el cielo supremo. Al cabo de un rato el divino Salvador, que es mi Rey y mi reino, se inclinó a mis deseos; mejor dicho, me elevó hasta él diciéndome amorosamente que había subido hasta la gloria suprema, que fue adquirida por su poderosa diestra a través de sus sufrimientos. Me dijo maravillas, que describí lo mejor que pude a mi director espiritual.
Permite a mi alma, divino Salvador mío, que alabe tu bondad, que es tan grande, magnífica y generosa con nuestra naturaleza, a la que uniste a tu divina persona. Oh Verbo eterno El Salvador se entrega en este sacramento, no para ejercer en él su justicia hacia nosotros, sino para complacerse en él con nosotros y para visitar su templo. El apóstol dice que los cristianos son templos de Jesucristo, en los que él se complace en orar y enseñar.” [249]

“Esta mañana, día de Todos los Santos, me encontraba muy indispuesta para orar. Me hice violencia, pidiendo a los santos que fueran mi fuerza y me rodearan con su protección. Aunque deseaba meditar en su gloria, no pude hacerlo a causa de una enfermedad que me impedía estar de rodillas o en la disposición que hubiera deseado. Mi divino amor me dio a entender que no era necesario detenerse en estas consideraciones; que habiendo sido elevado a su gloria, en la que habita en una luz inaccesible a las criaturas, se digna fijar sus ojos en una pequeñuela y, como dice el profeta: ‘Levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre, para sentarle con los príncipes, con los príncipes de su pueblo ‘(Sal_113_7s).

El adorable madero estaba revestido con dicho paño dorado, para darme a entender que la desnudez de la cruz estaba engalanada de gloria. Vi el trono de la misericordia divina en medio del Paraíso, siendo instruida admirablemente de que todos los santos estaban en ronda o como en círculo en torno a ella, en la que se asienta la alianza de la que habló David diciendo: ‘Congregad a mis fieles ante mí, los que mi alianza con sacrificio concertaron’ (Sal_50_5).

Como el Verbo era Dios, aunque sólo sufrió en su humanidad, le confirió un mérito infinito porque las acciones son de los soportes, y las del Verbo Encarnado eran teándricas, es decir, humanamente divinas y divinamente humanas. Mi alma encontró la gloria en la cruz en compañía de los santos, que se alegraron en ella como en su meta de gloria. Si el apóstol no deseó sino a ella en la tierra, donde fue menospreciada, ¿Qué podríamos pensar de la exaltación y de la exultación de los santos en el término? Les puedo aplicar las palabras del rey-profeta: ‘Exulten de gloria sus amigos, desde su lecho griten de alegría ‘ (Sal_149_5).” [250]

[241] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[242] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[243] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562
[244] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 562,563
[245] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 566
[246] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 80, p. 600
[247] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 85, p. 601
[248] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 88, p. 619
[249] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 9, p. 651
[250] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 107, p. 739

¡Qué hermosas y tiernas frases, llenas de amor! Expresa Jeanne:
“Mi divino Salvador, que se complace en acariciarme en todo tiempo y lugar, me previno por su bondad, haciéndose la preparación de mi corazón. Cierto día, al orar con él en la capilla del noviciado de su Compañía en París, fijó mi atención en estas palabras del salmo: ‘Como un ungüento fino en la cabeza, que baja por la barba, la barba de Aarón, hasta la orla de sus vestiduras’ (Sal_133_2), diciéndome que la parte que recibió más ungüento en la consagración del gran sacerdote Aarón, fue la extremidad de la franja de su túnica, porque la cabeza y todo el resto se descargaron en ella.

Su bondad me ordenó tomarlo por la franja, que es su humanidad, en la que están reunidas todas las gracias hechas a los demás santos, diciéndome que ella fue la extremidad a la que arribaron y en la que terminaron todas las profecías, lo cual movió al apóstol a decir que Dios habló por medio de los profetas de muchas maneras, pero que en los últimos tiempos nos envió a su Hijo para hablarnos a través de su Verbo hecho carne. Añadió que la Orden que deseaba instituir en esos últimos tiempos hablaría mediante su palabra encarnada, por ser poseedora de su orla sagrada y que él recogería en sí las gracias que fueron concedidas a las demás órdenes, pero con la abundancia que el Verbo le daría por ser la fuente de la elocuencia.

Prosiguió exhortándome a pensar grandes cosas de su liberalidad, diciéndome que sus manos estaban hechas al torno para dar abundantemente.” [251]

“Mi solo amor, ¿Cómo te daré gracias por tantos favores que te dignas concederme sin mérito alguno de mi parte? Cuando pienso en el poco tiempo libre que tengo para oraren tu compañía, no dejo de experimentar cierta pena en mi espíritu.

Cuando por la noche acudo a ti para decirte que estoy libre y que te complazcas en aquella que te pertenece por todos conceptos, me muestras un amor santamente diligente.” [252]

“Te decía el día tres de este mes que, después de escuchar tan grandes maravillas de tu sabiduría increada, ¿cómo podría yo aplicar mi espíritu a las cosas creadas? Querido amor, cuán agradable es hablar de ti. Tu Padre eterno confiesa que en ello consisten las delicias que posee desde la eternidad, por ser tú el término de su entendimiento; eres tú su providencia en él, por él y para el Espíritu Santo, Espíritu que dijiste recibe de ti todo cuanto posee como procedente de su principio junto con el Padre, en el seno de la Trinidad.”[253]

“Me dijiste que mi humildad movió tanto la tuya, que tuviste el deseo de que te aplicara estas palabras: ‘La tierra estaba informe y vacía’ (Gn_1_2); y te dignaste instruirme diciendo: Hija, acude a considerar esta maravilla del comienzo o principio, que es el Verbo, que es Dios.” [254]

“La tierra de mi cuerpo pareció vacía e infecunda; por ello dije: ‘pero la carne es débil’ (Mt_26_41), aun después de haberlo llevado treinta años sobre la tierra. Te enseñaré, corazón mío, cómo debes entender mi celo.
No tuve soporte adecuado para la humanidad, atribuyendo todo a la divinidad, en lo que experimentaba un grandísimo afecto. El celo de la gloria divina me devoraba y me causaba sed.

Ofrecí todas las cosas creadas, pero nada fueron. Obré entonces en mí un continuo holocausto, pero tan admirable, que los hombres y los ángeles no sabrían describir lo que corresponde al Verbo expresar.

Subí por la llama de mi sacrificio, orando con Dios en el punto supremo del espíritu, donde la gloria divina era contemplada por la parte superior de mi alma, en tanto que la inferior permanecía en un abismo de tinieblas, cubierta por la confusión de los pecados de los ángeles y de los hombres: de los ángeles malos no para redimirlos, sino para ver que sus actos de malicia se opondrían largo tiempo al Verbo, que el Verbo les daría el ser y que tascarían siempre la rabia de no ser suficientemente poderosos para oponerse a sus designios, junto con el pesar de no tener tanto odio como amor tiene él por la humanidad, ya que no igualan en malicia la bondad y amor de Dios y carecen de infinitud en muchos sentidos.” [255]

¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! (Sal 8) Cómo amas a lo que creaste y cómo tu Misericordia llega más allá de lo que podemos imaginar. No permitas que caiga en tentación y líbrame del mal.

“Hija, yo los sostengo y les doy el ser, que ellos emplean en odiarme; no fue este mi designio, pero ellos se obstinaron. Después de ser condenados, les preservé su naturaleza espiritual y excelente, que nunca me han agradecido. No quise combatir con ellos en el cielo, dando esta comisión a Miguel.

¿Deseas contemplar mi bondad en la tierra? Jamás quise combatirlos con rigor, moderando mi justicia cuando me interpelaban. Al arrojarlos de los cuerpos humanos, les permití entrar en los cuerpos de las bestias. Después del juicio final, mi misericordia seguirá permitiéndoles habitar en los lugares subterráneos.” [256]

“Mi aliento no extinguirá esos seres humeantes de malicia en contra mía, permitiéndoles retener su naturaleza espiritual. Manifestaré además mi bondad al no reducir a la nada las cañas cascadas de los hombres y mujeres que se condenaron. Lo que es más de admirar es que, odiando esencialmente el pecado, permito a esa nada, que es mi enemigo capital, reinar entre los ángeles y los hombres en el infierno.” [257]

“Mi bondad me mueve a tolerar la nada del pecado, que no fue creada por mí, a la que aborreceré infinitamente en el ángel y en el ser humano. Así como amo mi esencia, así odio el pecado.

Hija, admira mi benignidad, que deja el poder a los demonios para defender los injustos derechos que usurpan sobre mis bienes y adquisiciones, que son los hombres, los cuales me niegan y me abandonan. Qué confusión sufrió mi alma bendita al considerar los pecados de los ángeles y de los hombres. Estaba cubierta de tinieblas y sumergida en un abismo, sabiendo que la divinidad estaba ofendida por seres soberbios que jamás se humillarían ante mí. ¿Acaso lo anterior fue para ti como una vestidura de doble confusión, Jesús, amor de mi corazón?” [258]

Cuando El Señor le pide a Jeanne que medite en lo anterior, vean qué respuesta le da. Llama a su querido Salvador “Alma humildísima, abismada en la humildad, y¿… y quién no hubiera muerto ante el peso de tanta tristeza?” [259]

“Hija, medita estas cosas y siente, si puedes lo que yo sentí. Alma humildísima, abismada en la humildad. No puedo hacerlo. ¿Dónde estabas, amor mío? ¿Dónde te encontrabas en esa confusión ante la divinidad? Sería necesario conocerla como tú la conociste. Sería menester amarla como tú la amaste y odiar el pecado al igual que tú; confusión que ocasionó conflictos y heridas a tu corazón, torrentes de lágrimas a tus ojos y raudales de sangre que brotaron de tus poros. ¿Quién hubiera podido sufrir, y quién no hubiera muerto ante el peso de tanta tristeza? ¿Quién no hubiera sido devorado en el océano de las contradicciones que te causaban los pecadores, en cuya profundidad se sumergía tu alma? El aceite de la divina misericordia te sirvió entonces de antorcha para retirarla de los pecadores, sabiendo que tu alma se entregaba por ellos al Padre eterno, deseando estar triste para obtenerles la alegría eterna. Él te escuchó mientras te ocultabas debajo de la tempestad y probabas las aguas de la contradicción, sobre las que se cernía el espíritu divino, que es el Paráclito. Dime, si te place, Espíritu Consolador, ¿acaso no tuviste un deseo indecible de descender a estas aguas? ¿No era tu amor tu peso, que llevaba al Salvador?
Si hubieses tenido un cuerpo y un alma como los del Verbo, ¿te habrías sentido atraído, considerándote como otro San Pablo al sentir sus dolores? Sí, pero convenía más que estuvieras exento de dichos sufrimientos, a fin de que, mediante una suficiencia de excelencia, pudieras considerarlos.” [260]

[251] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 123 p. 871
[252] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[253] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[254] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.875
[255] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[256] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[257] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.877
[258] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[259] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.876
[260] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.878

Jeanne dice: “Ocúltate en mi corazón, pruébame Oh, mi todo” Yo expreso como San Pedro: “Señor, tú sabes que te amo.” (Juan 21, 15-19)
“Queridísimo amor, para enseñarme lo que debo hacer durante la noche, me darás la luz que preside en ella, la cual es comparada a la pequeña luminaria que no deja de derramar sus influencias sagradas en el corazón que amas, aun en el tiempo en que pareces ocultarte, o en el que pruebas a tus amados con destierros penosísimos, dándoles, en tu providencia admirable, resoluciones inquebrantables que son como estrellas fijas que brillan en sus almas en esas noches de aflicción. Tú puedes hacer, oh mi todo, que, mediante tu poder, produzca yo virtudes vivas y animadas del puro amor, amor que nunca está ocioso ni inerte, porque se complace en la acción: ‘Produzcan las aguas reptiles animados que vivan, y aves que vuelen sobre la tierra, debajo del firmamento del cielo. Creó, pues, Dios los grandes peces, y todos los animales que viven y se mueven’ (Gn_1_20s).” [261]

“Me someteré a las operaciones divinas, porque, al estar en ti, no desearé obrar sino por ti, para ti y en ti, Verbo eterno, que eres fuente de la sabiduría en el entendimiento paterno, del que jamás saldrás en cuanto Verbo increado, pero al que subiste como Verbo Encarnado. Tú regarás tu paraíso de delicias, haciéndolo agradable a tus ojos divinos y enviando a él la suave brisa de tu divino Espíritu. Tú eres el árbol de la vida que será plantado en medio de mi corazón, en el que serás el verdadero Adán celestial, y tu santa Madre una Eva admirable, verdadera Madre de los vivientes, y, por una gracia sin par, Madre de la vida. En él obrarás y lo guardarás, no permitiendo que la serpiente halle una entrada a él. Fuente de sabiduría es la Palabra de Dios en las alturas; en ella están contenidos los mandatos eternos. Raíz de sabiduría que ha sido revelada; ‘¿Quién conocerá sus sutilezas? ‘(Si_1_5s).” [262]

“Tu prudencia es más diestra que sus ardides; tú la engañarás santamente, destruyendo sus argucias y convirtiéndome en tu paraíso de delicias, porque te complace encontrarlas con los hijos de los hombres. Haz de mí, por tanto, tu paraíso de delicias, rociándome con las aguas supremas. Que tu espíritu me mueva a obrar en tu compañía, porque tú deseas mi cooperación. Se para mí y yo para ti, porque dijiste que no era bueno que el hombre estuviera solo. ¿Convendría eso a una mujer? Ven, Señor, ven. Amén”.[263]

“Estos príncipes, tan corteses como caritativos, me hicieron escuchar: ‘Vuelve, vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos’ (Ct_7_1) ¿Qué verán en la Sulamita, sino coros de ejércitos? Ustedes quieren verme; pero hay mucha diferencia entre estos y aquellos años: ‘Tengo tantas y tan diversas ocupaciones, y tal cúmulo de asuntos. Tengo tantas personas a quienes dirigir, y hago todo tan mal, que me desconozco a mí misma. Si no lo sabes, Oh la más bella de las mujeres, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer tus cabritas junto al jacal de los pastores ‘(Ct_1_7).” [264]

Oh mi querida Jeanne, tu alejada de la oración, no puede ser, todo día que pasa estabas en oración, pero si te refieres a ir a la capilla, está bien. Refieres que eran horas perdidas en el locutorio, y pienso que no, eran almas que ganabas para el cielo.

“Hermanos celestiales y caritativos; en otra ocasión me dijisteis: ‘Tenemos una hermana pequeña: no tiene pechos todavía’ (Ct_8_8). Es verdad que soy su pobre hermanita, privada de los pechos de la constancia debido a mis ligerezas, por acudir tan raramente a la oración, y por carecer del fervor y cuidado que debo tener de las hijas que me son confiadas para alimentarlas con la leche de la devoción y del buen ejemplo. Tengan piedad de mí al decirse unos a otros: ‘¿Qué haremos con nuestra hermana el día que se hable de ella? Si es una muralla, construiremos sobre ella almenas de plata; si es una puerta, apoyaremos contra ella barras de cedro’ (Ct_8_9).” [265]

“Nos dices que acudes raramente a la oración, por detenerte en el recibidor, hacia el que sientes disgusto. Piadosos admonitores; es verdad que me mortifico muchísimo cuando es necesario estar adherida a una reja, debido a las faltas que allí cometo, perdiendo horas enteras que podría emplear en la oración, en la que me encuentro indispuesta debido a achaques corporales como dolor de cabeza y de riñones, causados por las diversas visitas, que me obligan a estar sentada mucho tiempo. Al salir del locutorio, digo a todos ustedes: ‘No lo advertí, se conturbó mi alma por los carros de Aminadab’ (Ct_6_11).Las consideraciones y los respetos humanos penetran con frecuencia en un espíritu demasiado fácil en condescender en lo que él mismo desaprueba. Esencias inmutables; les confieso mis debilidades y mis continuas faltas, que no dejan de ignorar; fidelísimos guardianes, ¿acaso no debería enrojecer por corresponder tan mal a sus constantes inspiraciones?” [266]

“Tu vientre, un montón de trigo, de lirios rodeado. Tu corazón está colmado del trigo de los elegidos, al que recibes todos los días, el cual se multiplica en favores celestiales y divinos, blancos como lirios que producen virginalmente maravillas de pureza.” [267]

“Miguel, su príncipe y mi excelente Maestro, con su cortesía y caridad acostumbradas, se dignó explicarme las palabras de San Pablo: ‘He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles’ (1Co_11_10), diciéndome: Ve más allá de la explicación ordinaria que suele darse a estas palabras, y escucha las que te enseño. Observa que este pasaje no dice precisamente que la mujer deberá llevar un velo, sino, en verdad, y a la letra: ‘He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles; es decir, que debe tener poder sobre su cabeza a causa de los ángeles’ (1Co_11_10) y por eso debe tener poder sobre su cabeza a causa de los ángeles.” [268]

“Tu pequeña discípula te escucha con placer; haz que esto no suceda sin los frutos que deseas obtenga yo de todo, para gloria de Dios, mi salvación y la de mi prójimo.” [269]

Después de esto, yo la más pequeña de las pequeñas digo: ¡Divino Verbo Encarnado, te adoro y amo con todo mi corazón! Ayúdame a serte fiel.
“Profeta, ve a anunciar la llegada del sol, pero antes de que gocen de sus rayos, cierra sus ojos; antes de que escuchen al Verbo, endurece sus oídos, tápales las orejas; endurece y ciega sus corazones, por temor a que presuman de él y de sus bellezas según su punto de vista, con palabras mágicas de complacencia humana; como su corazón se vuelve a los afectos terrenales, nada comprende que no sea carnal y temporal. Deseo que cubras con velos a los judíos, a fin de que no me conozcan con los ojos de la carne y de la sangre, ni que pretendan que, por ser de su raza, les conceda grandezas terrenales. No quiero dar dones perecederos: iré a evangelizar a los pobres, para darles un reino del cielo y no de la tierra.” [270]

[261] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p.890
[262] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p. 881
[263] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 124, p. 881
[264] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1009
[265] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[266]Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[267] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1011
[268] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1011
[269] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1013
[270] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p.1016

“Ve, Profeta, y anuncia los misterios velados a la casa de David diciéndole: Oíd, pues, casa de David: ‘¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel: Dios con nosotros’ (Is_7_13s); un Dios velado con un cuerpo, un Dios oculto y Salvador.” [271]

  • Quinta etapa:                                                       Al término de su vida 1664-1670  
 Sin duda alguna, una alegre fidelidad y una agradable oblación total de Jeanne a su Divino Amor. En esta parte no cita tan seguido a las Sagradas Escrituras, sino más bien expresa con sus palabras lo que ya vio, meditó, oró, escribió y, asumiendo éstas en sus diálogos cada vez más llenos de amor. Siento que algunas veces siente la necesidad de mencionarlas.

“Esta mañana del 18 de noviembre, mientras estaba con otras personas, sentí mi corazón herido por los deliciosos dardos de mi divino esposo. Al sentirlos, desee que fuesen todavía más agudos, ya que mi corazón gusta más de la herida que de cualquier curación. Consideré poca cosa todo lo que se me decía; es decir, nada, a pesar de que se me hablaba con grande afecto de las gracias que mi único amor me ha concedido. No desprecio los dones, pero estimo al donante, al que amo por amor a él mismo”. [272]

“Al verme, después de varios meses, en una gran indiferencia hacia todo lo que no es Dios, no deja de admirarme el permanecer tanto tiempo en este estado. Me refiero al fondo de mi alma, pues la parte inferior no está siempre en esa indiferencia hacia todo lo que no es Dios.

En cuanto a la parte superior, vive en paz. Lo que puede llegar a cansarla es oír que se me alabe, y para mantenerla en un gozo extraordinario, es menester que se me demuestre desprecio. Esta alegría no me viene por razonamientos ni por humildad, sino mediante un don que se me concede gratuitamente de lo alto, sin que contribuya a él mediante algún acto perfecto de virtud. Este don no impide que cometa yo algunas faltas muy materiales, que desedifican bastante a las personas que viven conmigo.” [273]

“Debería yo afligirme de ellas para corregirme, pero no puedo hacer ninguna de las dos cosas. Mi espíritu experimenta repentinamente la paz, y no atino a hacerme violencia para corregirme. Pienso con frecuencia que soy la persona más culpable de la tierra, pero en lugar de afligirme por ello, me humillo ante Dios, acusándome de todo cuando tengo acceso a mi confesor, aun cuando deba hacerlo varias veces al día. La confesión me da confianza para orar.” [274]

“Cuando acudo a la oración, como sucedió esta tarde a las cuatro, al entrar en nuestra capilla pienso que soy muy imperfecta para dialogar con mi divino amor, el cual me ha dado a entender que si la sangre de las víctimas y de los sacrificios antiguos servía para purificar, ‘Cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia’ (Hb_9_14).” [275]

Cada vez que Jeanne escribe sobre la Trinidad, aprendo algo nuevo, le doy las gracias por quitarme los velos que tenía ante mis ojos. Gracias Señor, por permitir que aumente mi fe y mi amor hacia Ti.

“Ante estas palabras tan favorables, y prevenido por el mediador que apacigua a su divino Padre, mi espíritu fue acogido con gran caridad por la augusta Trinidad, a la que adoré sin tardanza, abandonándome a todo lo que quisiera hacer de mí y en todo lo que puede sucederme inmediatamente de su parte, o por medio de las criaturas, diciendo al divino Padre: Si la gloria de tu poder se acrecentó tan poco a causa de mi confusión y mis debilidades, las acepto. Y al amadísimo Hijo: Si la gloria de tu sabiduría brilla más en mi ignorancia, necedad y confusión, la deseo. Y al Espíritu todo amor, todo bondad, todo llamas: Si tu gloria es mayor en mis frialdades y aun en mis imperfecciones porque me humillan, acepto las primeras y sufro las segundas.” [276]

“Así, al presentar a las tres divinas personas, con una mente sencilla, el variado sentir de otras personas acerca de las repentinas gracias que se me conceden, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo me dio a entender lo siguiente: todo don bueno y perfecto en sumo grado procede de lo alto, del Padre de las luces, que es él mismo; permitiéndome ver, en medio de delicias, el rayo que me es ordinario, pero extraordinariamente multiplicado, manteniéndose muy recto sobre mi cabeza, casi siempre a manera de antorcha y después en forma de globo, diciéndome: Esta claridad no tolera sombra alguna de las criaturas, porque están debajo de ella. El Verbo de Dios ha descendido a ti; no temas a los que lo desconocen.” [277]

“La Trinidad divina me inspiraba una grande confianza en ella; dentro de mi pecho, la llama se intensificaba, abrasándome del todo. A esto siguió un asalto impetuoso. No puedo ni me atrevo a expresar las muestras de ternura que el divino amor me dispensó por espacio de seis horas. Tampoco puedo repetir los nombres que me dio, que nos parecerían salir de su corazón y de su boca con la ternura e impetuosidad de un Padre, de una Madre, de un Esposo, urgidos, por no decir apasionados, por el amor hacia un hijo, una hija y una Esposa amada hasta el extremo. Me dio a entender que me amaba con más amor que Asuero a Esther, diciéndome en medio de un amor cordial y afectuoso: ¿Qué deseas, amada mía, querida mía, corazón mío y más de lo que le puedo contar; qué deseas de mí? ¿Me pides acaso la mitad de mi reino? No, mi divino amor, tu reino es indivisible. No puede ser dividido y jamás será abatido.” [278]

“Hija, me respondes sabiamente; mi reino no es semejante a los reinos del mundo, que no pueden ser repartidos sin ser aminorados o disminuidos; mi reino es inmenso e infinito; es incomunicable. Está todo en ti, y lo recibes todo, mas no totalmente. Está en tu corazón y en tu espíritu. Como el grano de mostaza, ha crecido y llegado a ser un árbol corpulento, en el que mis santos, que son mis pájaros del cielo, acuden a reposar, alegrándose en él y haciéndote parte de su contento, dándote elocuencia, por orden mía, sobre los misterios sagrados, y moviéndome a decirte las palabras que fueron dichas a Abraham: ¿Podré ocultar mis secretos a la que renunció a su gloria para procurar la mía? Dijiste que mi reino no podía ser dividido ni abatido; dices bien, pero es necesario que te confíe un secreto del amor que está oculto bajo los velos, porque me agradas en tus escritos.
Nada me es imposible; todo es fácil para mi amor. Amo y hago lo que me place en el cielo y en la tierra; y como te amo y te digo mis secretos, que consideras preciosos, confiesas que tu doctrina procede de mí y no de ti. Aquellos profesan fidelidad a mi Padre, al Espíritu Santo y a mí, conocerán la doctrina que te enseño.” [279]

Cómo un alma enamorada, experimenta lo que no se puede expresar tan fácilmente con palabras, así cómo es el amor de su amado, así de bello nos lo transmite. ¡Vaya. Maravillosa definición del beso más puro!

“Si pudiese estar allí, te tomaría por derecho de bodas y de nuestros desposorios, y te besaría tanto cuanto tu bondad lo permitiera y me diera audacia para ello. Por ser tu esposa, no temería*que alguien se atreviera a reñirme o a despreciarme por esta santa presunción, porque la esposa es del esposo tanto como él lo es de ella. Te besaría con un dulce y castísimo beso, por ser un ósculo entre hermano y hermana, entre un esposo y su esposa, cuyo amor es indivisible. Beso tiernamente amoroso, por ser el de una madre a su hijo, pero beso de un Dios a su criatura, por tener todo el derecho de hacer lo que desee, y de encontrar sus delicias con los hijos de los hombres, sin que ángel o criatura alguna puedan murmurar por ello.

Comenzarías por besarme sin que yo te lo pidiese, previniéndome con tu ternura y dándome tu amor como cortejándome, admirando las gracias que me has concedido y haciendo que tus criaturas acudan a admirar contigo a la que no merece ser vista.” [280]

[271] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 144, p. 1017
[272] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1061
[273] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1062
[274] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1062
[275] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1063
[276] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1063, 1064
[277] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146. P.1064
[278] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p. 1064 y 1065
[279] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 146, p.1066
[280] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 58

Me quedo sin palabras, admirada y boquiabierta, al darme cuenta de tantos bellos detalles que Jeanne escribe al sentirse cortejada y amada por Jesús Verbo Encarnado. ¿Señor por qué no nos damos cuenta de quién eres? Con estas palabras que nos dicen cómo amas a Jeanne, en presente porque todavía la ama. Aun los novios y estando muy enamorados quedamos chiquitos ante esto. Disfrutemos la lectura.

“¡Cuántos coloquios y alabanzas! ¡Cuántos perfumes y serenatas! ¡Cuántos motetes cantados por tus ángeles, que a tu vez me entregas y dedicas para encantarme y atraerme a tu amor! ¡Cuánta dulzura sagrada! ¡Qué raudal de santas discreciones, según tus riquezas! ¡Qué abundantes profusiones y divinas prodigalidades, tanto sobre mis sentidos, como sobre mi espíritu! ‘Has querido atraerme a la soledad con la poción de la leche de la devoción del agua de Naffe, de las lágrimas del vino delicioso’ (Ct_5_1), de los consuelos del río impetuoso del torrente de tus delicias. En fin, pensé quedarme en medio de esta abundancia, diciendo con David que nada cambiaría, o con san Pedro, que era bueno estar allí. No pensaba sino en mi propio contento, como una adolescente que se complace en jugar y saltar. Al jugar contigo, me darías el derecho y la ganancia, porque te gusta contentarme. Tú eras mi laúd y mi cítara de diez cuerdas, en armonía con los nueve coros angélicos. Tú y tu santa Madre, ambos a una,*me hacen dar saltos como una cervatilla sedienta que huye de los cazadores. Con ello me invitan a dejar las vanidades para buscar descanso y solaz en la fuente de vida que es tu divina bondad; manantial de fuerza y de vida. Sembrabas espinas en mis caminos cuando yo quería seguir el mundo; pero al ir en pos de ti, los sembrabas de flores perfumadas. Me atraía el olor de tus perfumes. Tu nombre precioso era para mí tan aromático, que todas mis potencias corrían hacia él; y aunque jóvenes para la devoción, parecían amarlo mucho.” [281]

“Era yo como una varita de incienso perfumado. Tu lengua parecía manar siempre leche y miel, y tus labios eran para mí un panal. Tus labios, es decir, tu santa humanidad. Cuando el sol de tu divinidad caía de lo alto, ella destilaba en mí dulzuras tan deliciosas como un panal de miel. Cuando me dabas el dulce beso de tu boca, exclamaba yo que tu paladar era suavísimo. Me enamorabas como un amigo queridísimo, y a mi vez yo lo hacía, cada quien a su turno.” [282]

“El mismo se ha incrustado en ella, a fin de que nadie pretenda cortejarme: Puso un signo en mi rostro para que no reconozca a otro enamorado sino a él. Me rodeó con piedras y gemas resplandecientes. Me ha dado en arras el anillo de su fidelidad; me ha adornado con pendientes admirables. El Señor me coronó con una túnica dorada. Miel y leche me han dado sus labios y su sangre adorna mis mejillas. Sólo a él sirvo con fidelidad; a él me entrego con toda devoción. Me ha mostrado tesoros incomparables, que son para mí promesas seguras.” [283]

“! Ella vive sin vivir y muere sin morir.” [284]
“La esposa se ve libre de todos sus males al recuperar a su esposo, que es su soberano bien. En él encuentra ella todas las cosas. Todo parece estarle sujeto; domina en todo y sobre todo. Sólo cuenta su amado, que es su rey y su Dios. Pero también es su esposo, lleno de amorosa bondad.” [285]

“Ahora bien, los deseos de la esposa consisten en gozar de su amado, que es el Deseado de las naciones y de los collados eternos. El Padre y el Espíritu Santo se complacen en este Salvador, que es su esposo, y todo de ella. De manera que si no tuviese la misma esencia indivisible con el Padre y el divino Espíritu, podría parecer que la ley del matrimonio establecida divinamente haría que él dejara todo para unirse a esta esposa.” [286]

“Yo soy la esposa queridísima del Señor de los ángeles, cuya hermosura admiran el sol y la luna. Sólo a él servir‚ con fidelidad de esposa. A él me entrego con toda devoción (Sta. Inés). Soy toda suya por inclinación de mi franca y libre voluntad. Deseo ser enteramente suya, así como su bondad lo mueve a ser todo mío.” [287]

“Que tu diestra me abrace para decirme que viva con paciencia, porque no estoy sin ti, que permaneces conmigo en el divino sacramento. Con tantas visitas que tu amor me hace, conserva mi espíritu en medio de tantos peligros. Tu mano izquierda impide que los males me derroten, en tanto que tu derecha me comunica sus bienes para alegrarme y embriagarme de tus delicias.” [288]

Qué gran respeto hacia Jeanne, la amada, la esposa…expresiones del verdadero amor que nunca imagine leer y escuchar que Dios podía tener. ¡Qué deleite!

“Este esposo benignísimo, al ver que su amada esposa no piensa sino en él, y que, como una bebita se duerme entre sus brazos como si él fuera su nodriza, conjura a las hijas de Jerusalén, a los ángeles aunque pacíficos, a todas las obras aunque sean virtuosas, para que no despierten a su amada hasta que ella quiera: ‘Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, no despertéis, no desveléis a mi amada, hasta que le plazca ‘ (Ct_8_4). No sólo no la despierten enteramente; eviten hasta el más ligero ruido para no turbar.” [289]

“Querida mía, a fin de que conozcas el gran cuidado que tengo de ti, no sólo como esposo, padre y nodriza, sino también como médico, me propongo cuidarte con mi vigilancia, por temor a que las alabanzas que se te prodigan encanten tu oído y te cierren los ojos, impidiéndote ver tu origen.” [290]

[281] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 59
[282] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 61
[283] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 63
[284] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 65
[285] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 70
[286] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 71
[287] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 72
[288] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 79
[289] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 80
[290] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 83

“También tú estabas debajo del mismo árbol; dormías en Eva, ignorando aun tu nacimiento; pero yo te veía presente, porque todo está presente ante mí. Quería despertarte yo mismo. Dormías con un sueño como de sombra de muerte; un sueño letárgico. Para despertarte, quise bajar de los cielos; más tarde lo hizo mi Santo Espíritu, en medio de un ruido ensordecedor, bajando con vehemencia sobre los que estaban en el Cenáculo: no sólo mis apóstoles, sino los que creían en la resolución eterna que tomé de crear, volver a crear y santificar la creación. Cuando el alma se infunde en el cuerpo, encuentra en él al pecado. Sólo mi madre por privilegio, y yo por naturaleza, fuimos exentos de él.” [291]

¡Qué extraordinario, que te quieran más que a los ángeles! Padre, tú eres el Creador
De todo lo visible e invisible y que a través de Jeanne me has revelado.
“Esposa mía, mi Padre te tiene siempre a su lado con más amor que a miles de ángeles; y así como ellos no tienen necesidad de ser cuidados y dirigidos, por haber alcanzado su fin, estando confirmados en gracia y en gloria, me preocupo más por ti que por todos ellos, tanto porque eres pequeña, como porque me eres tan querida. Te amo con la ternura que se da a un lactante, meciéndote sobre mi regazo al darte mi leche. Tú eres mi Jerusalén pacífica, santificada por mi gracia y mediante el don altísimo y perfecto que procede del Padre de las luces, al que ninguna criatura puede dar sombra. Don que es el Espíritu que te renueva.” [292]

“Me dijiste que yo era escogido entre miles de afectos de tu corazón, y yo te respondí que me eras más querida que mil espíritus angélicos. Te vuelvo a decir que te amo más que a mil almas. Doy doble recompensa a los hombres que cuidan de ti, a los que he confiado tu cuidado en calidad de confesores tuyos: ‘la recompensa de la gracia, la recompensa de la gloria, gloria esencial y gloria accidental. Y doscientos para los guardas de su fruto’ (Ct_8_12).” [293]

La forma tan agradable y sencilla con la que Jeanne entreteje las obras de Misericordia en estos diálogos, me lleva a pedirte perdón Señor, por no cumplir con mis deberes de cristiana y me duele darme cuenta, cada vez más, que he desperdiciado mi vida, en todo y en nada.

“¡Ah! Si tu gracia hubiese obrado en mí al grado de que entendiese estas palabras, dándote a comer el manjar de tu voluntad, que es la de tu Padre, de la que tienes hambre; y que te diese a beber del agua de mis lágrimas, tanto de mi entera conversión como de la de mi prójimo. Si te recibiera dignamente en el divino sacramento del altar cuando te dignas venir a morar en mí, lo mismo que tus inspiraciones. Haz que ellas encuentren mi corazón dispuesto a aceptarlas y conservarlas en él. Que te cubra, que te vaya a visitar afligido por mi amor. Que, al verte atado por los lazos de tu caridad, que desea mi bien, quiera y pueda adherirme a ti, teniendo un mismo espíritu contigo; que mi libertad se entregue del todo a ti, porque tu bondad se pone como límite u obstáculo mi libertad, no queriendo forzarla.” [294]

“Que no niegue a los pobres los alimentos necesarios, sea del espíritu, sea del cuerpo; que dé de beber a los que carecen del agua del buen ejemplo. Que reciba y ayude a curar a tus pobres, sea corporal, sea espiritualmente. Que los visite si están presos, sea en el cuerpo, sea en el espíritu, a causa del pecado. Que dé testimonio de vivir en ti, de ti, por ti y para ti. Que, por toda la eternidad, viva para ti y de ti, transformada en otro tú. Toma posesión de mí como mi rey, mi esposo, mi Dios.” [295]

El estar enamorado siempre ha sido maravilloso, son momentos de gracia que Dios permite a los seres humanos, pero este Amor, expresado aquí, está más allá de lo terrenal y que llega hasta la belleza celestial. ¡Es increíble! Una creatura terrenal y una celestial…

“Jesús mío, adorna mis mejillas con tu sangre purísima; que escuche yo su voz y contemple su color. Su belleza y su bondad me extasían. Ya no vivo para mí. Tu sangre, Salvador mío, brota de tus venas; tu alma saldría de tu santo cuerpo si el amor, más fuerte que la muerte, no la detuviera.” [296]

“Huye, amado mío, descansa al volar y vuela descansando. Sé llevado sobre la pluma de los vientos. Que mi pluma vuele llevada por los dulces vientos de tu divino Espíritu. Que, mediante sus divinas inspiraciones, te lleve con ella a los corazones, y que éstos lleguen a ser montes de perfección enriquecidos por tus gracias y todas las virtudes. Huye, amado mío, sobre lo más alto de los cielos. Rebásalos. Aseméjate a los cabritos; que tú vista penetre los secretos que la divinidad quiere dar a conocer a tu santa humanidad.” [297]

“Envuélvete en los perfumes aromáticos de tus méritos y de tus divinas perfecciones. Recibe la fragancia de los sacrificios que han sido, son y serán ofrecidos; en especial el sacrificio de alabanza que te honra. Recibe el aroma del incienso del ángel que había y ha juntado todas las oraciones de tus santos, que por tu medio son tan aceptas, según nos dice tu apóstol* (Pablo), al hablar de ti a los hebreos: Pero éste posee un sacerdocio perpetuo porque permanece para siempre. De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor.” [298]

Se me viene a la mente, lo que dice nuestro Himno actual (Padre Castro) “hazme luz, hazme flor, hazme nido, Haz de mi tu florido vergel.” ¡Qué mi espíritu también sea un lugar de paseo para ti, donde gocemos ambos!

“Mi queridísimo esposo, que acudes prontamente a morar en las almas, que son tus amigas ocultas en el mundo, para habitar en ellas como Dios oculto y Salvador. Los tesoros ocultos son más seguros que los que están al descubierto. Por ti, están a salvo del enemigo. Ayúdame a escuchar tu voz única; que yo sea tu vergel, tu prado, tu jardín de placer; que permanezca escondida contigo en Dios. Habita en mí. Recréate en mí, si puedo ser para ti un prado; haz de mí un lugar de paseo para ti. Por ser jardín, corta en él todas las flores por ti plantadas; por ser vergel, resérvate todos los frutos. Que el fuerte viento de la vanidad no los abata, y que el gusano del amor propio no los roa ni los carcoma.” [299]

Por el amor a Jeanne, el Señor me deja estática…y admiro esta comparación con expresiones usadas para la Virgen María, le dice que los rayos que ella tiene, y que no puede verlos, Él los hace visibles, a quien juzga conveniente para aumentar la devoción y respeto hacia su Majestad. ¡Es grandioso!

“Querida hija, entre todos los destinatarios de los dones, te miraba para dártelos con largueza, y para hacer ver en ti a los ángeles y a los hombres una reproducción mística de los misterios más renombrados y más orientados a mi gloria visible y a la salvación de los hombres. Sufre, aunque te sientas confusa, pues te digo que tú sigues siendo esta mujer maravillosa sobre la tierra, que encierra en forma mística al Hombre Oriente que soy yo. Eres tú esta mujer que fue un signo prodigioso revestido de sol, coronada de estrellas y calzada con la luna, que tienes bajo los pies, despreciando las vicisitudes y las vanidades de la tierra; tu mente rebosa de ciencia. Los doctos, en Daniel, son comparados a las estrellas que brillarán en perpetua eternidad; los esplendores con que adorno tu alma, irradian al exterior. Tienes varios testigos de estas claridades, aunque ignores, como Moisés, que tu mente y tu rostro aparecen iluminados con frecuencia. Estos rayos que tú no ves, son visibles a los demás cuando yo lo juzgo conveniente para infundirles devoción y respeto a mi Majestad, que se hace ver en quien le place.” [300]

[291] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 83
[292] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 100
[293] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 101
[294] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 103
[295] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 104
[296] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 106
[297] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 107
[298] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 108
[299] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 111
[300] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 269

"Debes saber que esto es un signo visible del sol invisible, que te hace su cielo iluminado con sus luces. La constancia que otros perciben al perseverar tú en mis designios muestra tu firmeza, y que no estás agitada por incesantes inconstancias, que son propias de tu sexo.” [301]

Sin duda, bellas y muy emotivas palabras por el significado que tienen. Jeanne dará a luz en la Iglesia, a la Congregación, con este nacimiento místico, que será una extensión de su Encarnación. ¡Alabado sea el Verbo Encarnado!

“Es mi gracia, hija, que te afirma en mi voluntad. Es mi gracia que te hace agradable a mis ojos. Es mi gracia que desea hacerte mi madre en forma maravillosa, y que te hará dar a luz en la Iglesia, mediante un nacimiento místico una extensión de mi Encarnación, a Aquél que mi Madre parió en Belén.” [302]

“Esto se hará a pesar de las envidias, la ira, la furia de los demonios y las contradicciones de los hombres. Te he dado ojos y alas de águila para verme en el seno de mi Padre, en el foco de los divinos resplandores, y para volar a la soledad de este seno paterno, donde se encuentra el Hijo único que te revela estos misterios, porque ha sido del divino placer honrar de esta manera a aquella a quien se complace en honrar con insignes favores. Como mi Madre jamás levantó la voz, quiso clamar a través de los Profetas que deseaba este nacimiento, y así dio a luz sin dolor.” [303]

“Moisés se me apareció llevando dos tablas en las que no había nada escrito, cosa que me extrañó al mirarlas, pero entendí que este legislador venía ahí con los santos a cantar la ley de gracia, que yo buscara en ellas la ley del amor, y entonces conocería lo que deseabas que hiciera.” [304]

“Querido Amor, en tus manos pongo mi suerte, en tus ojos mis energías y en tu seno está mi tesoro. Eres mi bien donde quiera que estés. San Pedro no supo lo que dijo, por eso yo quiero aprender de ti lo que quieres que haga.” [305]
“Es el fin de tu Transfiguración, úneme a ti, átame con tus lazos, quiero ser tu cautiva, si estoy muda como un pez, cógeme en tus redes, en ti encontraré mi elemento y mi alimento, ya que eres el mar inmenso en donde mi espíritu se desplegará y perderá, pues eres mi vida, y mi ganancia está sólo en ti.” [306]

“El alma que posee la paz, es el cielo del Señor.” [307]
“El tercer domingo te pedí mantener en paz tu reino, y que fueras en mí el muy amado, que yo no fuese dividida, porque según dijiste: Todo reino dividido es desolado, lo que es verdad infalible. Haz que por tu gracia sea toda tuya y tú seas mi amor y mi todo, bendiciendo a aquella que te llevó, dio a luz y alimento.” [308]


“El 5 de abril de 1633, día en que se celebra la fiesta de san Joaquín, al que profeso una particular devoción junto con Santa Ana, cuyas oraciones me han favorecido. Por ser hija adoptiva de esta abuela del Verbo Encarnado, me sentí también hija de san Joaquín y hermana de Nuestra Señora.” [309]

“El día del hallazgo de la Cruz, me uní a Santa Elena para encontrarla.” [310]
“Para buscar esta cruz no tuve que hurgar en los sepulcros ni cavar: el amor divino se encargó de elevarme hasta el seno del Padre eterno, en el que contemplé al Verbo, no sólo como Hijo natural y unigénito del Padre, sino como primogénito de todas las criaturas, las cuales sólo fueron creadas para cooperar a su gloria.” [311]

“Con su obediencia, las injurias y afrentas que Dios recibió de aquellos espíritus altaneros y rebeldes, aceptando morir por la gloria de su Padre y para satisfacer las ofensas que los hombres cometían contra su majestad a instigación de Lucifer.” [312]
“Prefirió el gozo eterno que con ello recibiría su Padre, a la confusión temporal que sufriría en sí mismo: ‘El cual, en vista del gozo que le estaba preparado, sufrió la cruz sin hacer caso de la ignominia’ (He_12_2).” [313]

Que admirable plática, Moisés fue llamado a conducir a su pueblo hacia la libertad y Jeanne fue llamada a conducir a su congregación hacia la salvación. En ambos casos Dios les concede la gracia de estar ahí con Él, en lugar santo, en tierra santa.
“Tuvimos una plática durante la cual vi una admirable llama que se apoyaba sobre un pedestal de la misma sustancia que la flama, a la que sostenía de manera inefable. Me pareció admirable porque dicha llama no consumía un verde rosal sin florecer que estaba a su lado. La llama quiso unirse a mí y entrar en mí para abrasarme y conservarme divinamente. Escuché que esta visión era figura del Verbo Encarnado y de la santa humanidad, que se apoya en su divina hipóstasis, la cual estaba representada por el pedestal de fuego que era su so porte. La llama obraba sin que percibiera yo moción alguna.” [314]

“Añadió que me concedería salir victoriosa de las contradicciones de mis enemigos, tanto presentes como futuras; que su designio reverdecería siempre en medio de las llamas de la cólera de los oponentes. Moisés fue llamado a conducir a su pueblo después de contemplar*la zarza que ardía sin consumirse en medio de las llamas; y, en calidad de teniente.” [315]

[301] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 270
[302] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 59., p. 270
[303] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 141, p. 270
[304] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 141, p. 1004
[305] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1013
[306] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[307] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[308] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Autobiografía, Cap. 142, p. 1014
[309] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p.219
[310] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[311] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[312] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635
[313] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 635 y 636
[314] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 999
[315] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 180., p. 1000

“El Dios todo bueno me dijo que me había mostrado el rosal verde en medio del fuego para asegurarme que deseaba servirse de mí para sacar a muchas personas de la esclavitud del mundo, que es el Egipto del pecado y del demonio, para conducir los, no solo a través de los desiertos como Moisés, sino hasta la tierra prometida de la Orden del Verbo Encarnado, que manaría leche y miel, afirmando que sería yo como otro Josué que las introduciría hasta su heredad.” [316]

“El día de san Miguel, en 1638, el Verbo eterno se dignó descubrirme en la oración diversas maravillas relacionadas con la creación de los ángeles, diciéndome que me enseñaba e instruía acerca de su creación por medio de admirables conocimientos, así como lo hizo con Moisés sobre la creación del hombre, y que en su inefable bondad se complacía en manifestar sus maravillas a una humilde pequeña.” [317]

“Me dijo, por tanto, que la Augustísima Trinidad, ha permanecido eternamente en la posesión de la felicidad que las tres divinas personas disfrutan en ellas mismas al contemplar su simplísima naturaleza y sus admirables atributos, haciendo un ciclo continuo en sus emanaciones y en sus amores, que son ruedas que giran una dentro de la otra mediante sus circumincesiones, en un movimiento que Dios tiene en sí mismo y que puede ser llamado una rotación o una evolución; movimiento que es todo fuego y llamas, al que su amor excita eternamente impulsado por la violencia del mismo amor que desea comunicarse al exterior.” [318]
El capítulo de OG-07c lleva por título: “En este Instituto, se verán realizadas las visiones del libro del Apocalipsis.” Más que explicar, ella adapta los textos bíblicos al Instituto y a todas las hijas que forman incluyendo que debe hacer cada una y lo que significa portar el hábito.

“Primeramente, esta santa águila vio una puerta abierta en el cielo, y la primera voz que escuché fue como de una trompeta que le hablaba llamándola a subir muy arriba. Esta puerta que vio en el cielo es la gracia, y esta primera voz es la inspiración que procede de lo alto, del Padre de las luces. Vio después hileras de asientos dispuestos en el cielo, pero sobre todo uno sobre el que estaba sentado Aquél que brillaba como piedras preciosas, teniendo al arco iris alrededor de su trono parecido a una piedra de jaspe y de sardia. Y alrededor del solio sillas, y en ellas veinticuatro ancianos sentados, revestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. Y del trono salían fuertes voces y truenos, y siete lámparas estaban ardiendo, que son los siete espíritus de Dios. Y alrededor del solio vio un mar transparente de vidrio, semejante al cristal; y en medio del espacio en que estaban las sillas y alrededor de él, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás. Era el primer animal parecido al león; el segundo a un becerro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto parecía un águila volando. Todos tenían alas, y por fuera y por dentro estaban llenos de ojos: y no reposaban de día ni de noche, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios todopoderoso, el cual era, el cual es, y el cual ha de venir.’(Ap_4_1-8).’¿Qué quiero decir con esto? que, así como el Cordero tenía en torno a sí a los cuatro evangelistas y a los veinticuatro ancianos, ser conveniente establecer un rango entre las religiosas que pertenezcan a este instituto.” [319]

“La Superiora debe ser un trono de blanco y durísimo marfil, coronado del arco iris, es decir, de la paz; las vestiduras azul, blanco y rojo representan a los cabellos de lana blanca de Aquél que está sentado en el trono, cuya cabellera es blanca como la lana”. [320]
“Ella debe hacer brillar el poder de Jesucristo en forma de misericordia. Debe defenderse a sí misma y a sus hermanas, rechazando a sus enemigos y a los de todas; animosa, por ser responsable de una familia.” [321]

“No temerá solamente ofenderlo, sino dejar de agradarlo con la mayor perfección. Temerá únicamente a Dios; al tenerlo por amigo, no sentirá miedo a nada, sino que amará con piedad y devoción sólida.” [322]

“Se hará fuerte en la oración para no dejarse llevar por otro criterio que la mayor gloria de Dios.
Estudiará cada día la eminente santidad de Jesucristo crucificado para enseñarla a sus hijas, temiendo que, al enseñar a las otras, se vea carente de virtudes, sobre todo la humildad, a la que Dios ama tanto. Resistirá la soberbia; será [45] piadosa, para que la devoción perfecta brille en su interior y en su exterior.” [323]

“Hagan, con amor, oraciones semejantes a las de Moisés, o más bien como las mías, ofreciéndolas por la salvación del mundo y engendrando almas con peligro de su vida mortal. Sean otras Rebecas, porque yo soy su Isaac, pero al mismo tiempo, el carnero sacrificado por ustedes. Yo soy el abogado de su fecundidad, pues sin mí no pueden engendrar a nadie; yo fui escuchado por mi reverencia. Entren a la habitación de mi Madre y reparen las tristezas que su ausencia causó a la tierra. Así como ella fue la mujer embriagada que confundió a Salem, el mundo y la carne. Sean mujeres generosas, abajen la cabeza de esos tres enemigos que asedian hoy en día la mayor parte de las poblaciones. Salgan, por su intrépido valor, victoriosas de la concupiscencia de la carne, de la codicia de los ojos, y de la soberbia de la vida, que imperan en el mundo. Mi Padre fortificará su brazo. Adórnense con los hábitos de sus bodas: ‘Revístanse del Señor Jesucristo crucificado’ (Rm_13_14). Lleven mi corona de espinas, así como las hijas de Sión, quienes fueron invitadas a salir a verme a mí, el rey pacífico, en el día de mis bodas, llevando la diadema que mi madre me dio al abrazar mi principado, cargándolo sobre mis espaldas: es mi cruz y el júbilo de mi corazón, porque al amor, que es fuego, le parece suave el yugo y ligera la carga.” [324]

“Recordarán que este anillo representa el recuerdo de Aquel que las tiene grabadas en la palma de sus manos, y que las ama con una caridad perpetua, atrayéndolas a sí con una gran dulzura. Este anillo será un sello sobre el corazón y las llevará a amar a su esposo con un amor más fuerte que la muerte. El nombre de Jesús que llevarán sobre la frente se referirá a lo que dijo la bienaventurada Inés: Puso sobre mi rostro una señal, para que no reconozca otro enamorado sino a él, a quien me entrego del todo, rechazando todas las cosas creadas. Desde ahora me siento unida a él en espíritu por la gracia, con la que me ha prevenido, esperando morar durante toda la eternidad en la gloria, mediante el vínculo de la caridad perfecta. Con el Padre y el Santo Espíritu, a quien se dé gloria infinita. AMEN”. [325]

[316] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 180., p. 1000
[317] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual II, Cap. 106., p. 727
[318] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Diario Espiritual I, Cap. 25., p. 728
[319] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 35
[320] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 39
[321] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 39
[322] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 40
[323] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 45
[324] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 51
[325] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 53

Invito a leer toda su obra para descubrir cómo están entretejidos los rasgos de esta Espiritualidad Mateliana tan admirable, y el por qué, seleccionar poco a poco las citas de un solo tema.
Leer sus escritos, me ayudó a comprender que su vida estaba inmersa en un camino Salvación general, pero otro y muy importante el personal. Para mi punto de vista estos escritos son un compendio la historia de salvación y me atrevo a decir un evangelio revelado.

Primero quedarán enamorados de Dios, trino y uno, de su bondad, amor y misericordia… Comprenderán muchas cosas que nadie les había explicado antes, y si ya lo sabían, es una gran oportunidad de recordar y profundizar en ello y después llenos de admiración y respeto a NVM Fundadora Jeanne Chézard de Matel quien, nos lleva de la mano, a través de Jesús, María, los arcángeles y todos los santos hasta Dios.

Qué vida tan escogida, especial, extraordinaria, un alma llena de amor y fidelidad en una entrega total a su Divino Amor. Hubo dolor y sacrificios, pero el Señor tenía el bálsamo exacto para curarla. Le dio ánimo y le pidió que a pesar de las contradicciones que existirían siempre, Él estaría presente para que su fundación se realizara como la había proyectado desde siempre.
Los ASVE, escuchamos el llamado especialísimo como Jeanne: “Tu Padre me manda oírte, habla, Señor, que tu sierva calla para oír en paz y quietud.” [325b] y respondimos con un SI pronunciado el día de nuestro compromiso.

Te pedimos fuerzas a ti Verbo Encarnado, que también eres nuestro “Querido Amor” para perseverar y ser fieles para siempre, diciéndole como Jeanne: “en tus manos pongo mi suerte, en tus ojos mis energías y en tu seno está mi tesoro. Eres mi bien donde quiera que estés.” [325b]

Si Portamos el emblema y vestimos los colores del hábito como signo de pertenencia esta Congregación fundada por el mismo Jesús Verbo Encarnado, ¿Qué se espera de nosotros?
No nos podemos conformar solo con poquito, hay que lanzarse a descubrir este gran océano, navegar en él.

Todo lo escrito por Jeanne es de gran relevancia para vivir nuestra vida diaria cristiana e ir profundizando en nuestro caminar, en nuestro actuar con los hermanos para agradar a Dios en lo que nos va pidiendo a cada uno, porque es el “Testamento de amor” que nos dejó Jeanne Chézard de Matel a todos sus hijos. Me verán lleno de gracia y de verdad, para cumplir en ti y en mi Orden todas las promesas que te he hecho, que te hago y que te haré." [326]

Hermanos todos, el amor que el Señor le profesa a Jeanne Chézard de Matel, es absolutamente increíble y maravilloso, pero a nosotros también, por ello hay que leer con los ojos del alma y del corazón para poder comprenderlo. Leerlo poco a poco ayudara.

“Grandes y maravillosas son tus obras Señor, Dios Omnipotente” (Apoc. 15, 3-4)
“Dios trino y uno; Jesús, amor que enciendes sin cesar las llamas del corazón de tu santa Madre, de manera especial, y los corazones de los santos, entre los que vives glorioso. Que lo seas también en mí. Y que todos mis pensamientos y acciones se dirijan a tu mayor gloria, Jesús, amado mío.” [327]

325 b OG-02 Capítulo 142      ojo    checar
325 c OG-02 Capítulo 142

[326] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 45, p. 171

[327] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 76
[323] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 45
[324] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 51
[325] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Otros escritos, Cap. 8., p. 53
[326] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Borrador de la Autobiografía, Cap. 45, p. 171
[327] Jeanne CHÉZARD DE MATEL, Tratado sobre la explicación del Cantar de los Cantares, p. 76





















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