"Ella vio en el aire una escala toda hecha de nubes, que iba desde el oriente hasta el mediodía. Cada escalón estaba artísticamente modelado y ajustado. Vinieron después varios navíos hechos también de nubes y magníficamente equipados: Volaban, a favor de un viento que era espíritu y vida. Me explicaste que eran ángeles que se armaban para mí, para aportarme desde el cielo tus divinos favores. Tu Santa Madre les ordenó que cuidaran el establecimiento de tu Orden y debilitaran el poder de quienes eran fuertes a causa de su dignidad y su dominio" (1)
Días después de que Nuestro Señor le explicara los significados de cada prenda y color del hábito, el día de la Epifanía de 1642 estando frente al Santísimo Sacramento, su divino Maestro arrebató su espíritu y le dijo: "Hija, quiero darte con qué fundarme y dotar cinco monasterios" (2)
Aún cuando la Madre de Matel conocía muy bien la voz del Señor, dudó de estas palabras y le dijo: "Querido Amor, no se si tengo miedo de que tu verdad haya sido una temeridad propuesta a mi espíritu por aquel que se transforma en ángel de luz, o si no me atrevo a recibir proposiciones tan magníficas para una pobre niña; o, en fin, si deseo manifestar que estoy muy satisfecha de haber fundado el Monasterio de Aviñon gracias a tus beneficios y al cumplimiento de tus promesas anteriores; pero te pido que por favor lo confirmes y lo favorezcas con tus gracias, imitando así el sentimiento de Abraham, el cual sintiéndose muy agradecido havia tu bondad pro haberle dado a Ismael no osaba esperar un Isaac y te decía: ¿Ojalá que Ismael viva delante de ti! (Gen 8,18) Señor, añadió ella, te ofrezco a las cinco primeras hijas a quienes he fundado y velado; guárdalas en tus sagradas llagas. Hija, por el regalo que has hecho a mis cinco llagas, te daré con qué fundar cinco casas, y dirás que soy yo quien te ha enriquecido de bienes espirituales y temporales. Ella preguntó ¿Señor, se necesitará mucho para fundar cinco monasterios? Hija, Aquel que te dio con qué fundar el monasterio de Aviñon, te ayudará para fundar los otros. He ordenado a mis ángeles que cuiden de proveerte para ejecutar todos los designios que te he manifestado." (3)
Ella hubiera querido triunfar ante la indiferencia de los que no conocen la caridad sin límites del Salvador. Y le pedía, que no reciban más y en vano sus gracias, que aprovechen tu palabra divina, que reconozcan, con todos los santos, las riquezas de tu gloria, lo ancho, lo sublime, lo profundo, en una palabra lo extenso de tu caridad.
Un día le dijo a su queridísimo Amor, que perdonara sus ocurrencias y le permitiera decirle que, imitaban a las suyas. Después le preguntó: Señor: ¿Por qué superas, con tus bondades, todas nuestras malicias? Y extasiada ante la prodigalidad que Jesús le brindaba con su amor y su sangre murmuró: "¿Pero qué digo? Trato de salvarme a nado de las corrientes de tu sabiduría, y me veo rodeada por los torrentes de un mar de sangre. Si mi amor no bogara felizmente en este mar, te diría: Líbrame de la pena de sangre, Oh Dios! Salvador mío (Sal 50,15); pero como deseas lavarme y alimentarme con ella durante la vida, y sepultarme en ella después de la muerte, quiero vivir y morir en este mar encendido, cantando en él el triunfo de tu amor. Si llego a puerto en tierra será para anunciar a las personas que lo habiten que, por la sangre de tu cruz, pacificaste el cielo la tierra: para decirles que dejen de menospreciar esta preciosa sangre que es el precio de su redención; que ya no se dejen encadenar por el pecado, de cuya esclavitud las ha librado esta divina sangre; y que sólo esperen en ella para vivir en la libertad que ganaste para ellos, libertad que permitirá a tu Espíritu obrar en ellos, guiados y elevados de claridad en claridad, hasta que sean transformados del todo en la luz de este Espíritu de amor. Donde hay amor, no hay sufrimiento: o si lo hay, es amable y agradable." (4)
"El Sr. Le Grand o Cinq-Mars" (5) y el Sr. de Thou murieron en el patíbulo con fe y arrepentidos de sus actos, cosa que alegró a todos. La Sra. de Pontat" (6) destrozada llegó hasta donde la Madre de Matel y le dijo: ¡Hay Madre usted sabía, que mi hermano moriría y me lo ocultó! pero el R .P. Gibalin me dijo que se lo había anunciado usted desde el día 7. "La Madre de Matel no escatimó cosa alguna para aliviar tan grande aflicción. Acogió a la Sra. Pontat en su casa durante los primeros días de su duelo, recibió el corazón de su tan sentido hermano, y suministró el dinero de un gravamen que debía pagarse por él." (7)
Durante esos días, escribe: "El Señor me enseñó a comulgar y a oír la Santa Misa y a estar con las Tres Personas de la Santísima Trinidad las 24 horas del día y de la noche. Me enseñó también que hay varias muertes." (8)
Nos narra son toda sencillez, cómo se debe vivir cada una de las partes de la misa. En la que está dedicada a la Consagración dice: " que me ponga como una hostia que debe ser sacrificada y destruida como el Pan y Vino recibiendo con amor sobre mi cuerpo, sangre y alma las todopoderosas palabras que el sacerdote pronuncia sobre las especies, deseando ser transustanciada e ti. Tanto como esto es posible, muriendo a mí misma la muerte de amor que tanto estimas. (Mt. 26) Me dijiste que había varias muertes: La primera es la muerte del pecado inventada por el diablo. La segunda, (Sb. 2,24) la muerte física y natural que es castigo del pecado. La tercera, la muerte del justo, que Balaam deseó después de haber visto la multitud de los hijos de Jacob (Nm 23,10) La cuarta, la muerte de los santos, que David estima preciosa (Sal. 115,9) La quinta, la muerte de los ángeles, que mueren por deseo y por inclinación amorosa (Dn 7) La sexta, es la muerte que el amor divino inventó la tarde de la Cena, muerte divina, porque por fuerza y el poder de las palabras divinas, todo un Dios vivo y hombre glorioso se esconde en la sustancia del pan y del vino. Esta admirable muerte produce la vida del alma y la resurrección del cuerpo. (Mt. 26, Mc. 14, Lc. 22, 1Co 11) (9)
En 1632 cuando la Marquesa de la Lande, decidió no continuar ayudando con la fundación de la Orden del Verbo Encarnado en París, le dijo a la Madre de Matel que el Guardasellos, Sr. Chateauneuf había decidido rehusar la Bula fue un golpe muy duro para la Madre de Matel quien inmediatamente fue a desahogarse con su Gran Amor y Protector. Él le dijo: "Hija, el ya no ejercerá ese cargo cuando yo establezca mi Orden, declarándole poco después que designaba a Pedro Séguier para la dignidad de Canciller de Francia. Ella presenció cómo, con su mano soberana, él mismo le entregaba los sellos." (10)
La Madre de Matel regresó a Lyon un poco confusa después de haber platicado con el R.P. Gibalin porque él le había comentado que "El Canciller no ha muerto, y esta clase de cargos son vitalicios. Yo no entiendo bien de estas cosas, respondió ella, pero esto es lo que Nuestro Señor me dio a conocer."(11)
Después de un tiempo, El R.P. Gibalin le anunció personalmente a la Madre de Matel que Séguier sería el Guardasellos pero no Canciller; estos dos oficios son diferentes. Ella replicó "Padre yo los vi unidos en su persona. Nuestro Señor siempre ha realizado todo lo que me ha dicho; ya verá usted el efecto de sus palabras." (12) Dos años más tarde, Pedro Séguier, era el Guardasellos y Canciller de Francia.
El Sr. Germain Habert, Abad de Cérisy, agregado de la Cancillería y uno los primeros fundadores de la Academia Francesa hizo amistad con el R.P. Gibalin quien le había confiado en plática lo sucedido con el Sr. de Séguier.
Un día mientras la Madre de Matel platicaba con el R.P. Gibalin, las irradiaciones de su alma llegó el Sr. Germain Harbert a conocerla. El R. P. Gibalin pidió que repitiera lo que le acababa de contar a él, ella en espíritu de obediencia y con toda sencillez lo hizo. Sobrecogido de admiración y respeto desde entonces, surgió un afecto de por vida que la protegería y dirigiría.
Cuenta ella que sintió temor y fue con Su Amor, quien le dijo: "Hija mía, la apariencia del Canciller de Francia es como la cáscara de la nuez: ruda y de un aspecto severo; pero en su interior es dulce, ungido con el óleo de mi gracia y de mi misericordia, la cual es grande en él. Cuando vuelva a verte no le tengas miedo. Deseo que tú y él sean como los dos querubines colocados a los lados del arca de la alianza, y que me contemplen en todo momento con rectitud de intención. El juzga las cosas exteriores y tú las interiores, como consecuencia de la elección que he hecho de ustedes dos. Soy yo quien hice que se le entregaran los sellos, y quien lo estableció como Canciller, no los hombres, que han sido únicamente ministros de mi voluntad. Ten la seguridad, hija, que procurará el establecimiento de mi Orden en Francia. El te hará ir a París y realizará la visión que tuviste, estando aún en Roanne, en la que observaste las armas de Francia unidas a las de la Santa Sede; para la realización de mis designios" (13)
El día de San Francisco, 4 de octubre de de 1642, el Abad de Céricy dio un sermón en la casa de la congregación, a la que asistieron varios magistrados de Lyon, entre ellos el Sr. Laubardemont quien al salir de ahí fue a visitar al Arzobispo, éste le preguntó que de dónde venía y el le contestó de la casa de la Madre de Matel. Él se molestó diciendo nada de Madre de Matel ni de Verbo Encarnado y pasó a otro asunto.
Esa misma noche en su meditación a los pies de su Jesús Sacramentado le dijo: "Querido Amor, no me aflige el que quieras apartar el obstáculo que retarda tu gloria en esta Orden; pero un bien particular no me puede tanto como el bien general. Perdóname, queridísimo Amor, me parece que Francia perderá mucho y que tu Iglesia nada ganará. Este Cardenal promueve la gloria de la una y de la otra. Pero, Señor, ¿Cómo me atrevo a replicarte, yo que sólo soy polvo y ceniza? No mi voluntad sino la tuya, que me presentas con tanta dulzura. Hija, el Maestro de vida, es asunto concluido para humillar a las personas que se han confabulado para impedir el establecimiento de mi Orden. Su Eminencia ha venido a verte de incógnito: es el que se presenta como el confesor del Cardenal Richelieu"(14)
La víspera de la fiesta de San Andrés, el 29 de noviembre de 1642, Nuestro Señor le comunicó a la Madre de Matel que el estado de salud del Cardenal empeoraba. Ella a partir de ese momento y hasta su muerte suplicó al Señor que diera consuelo al alma del Cardenal. Richelieu en efecto, recibió los últimos sacramentos y el 4 de diciembre, murió.
Cuando la Madre de Matel se enteró, "su corazón, en el que desbordaba la caridad que hace a los santos, se llenó de una compasión indecible hacia su Arzobispo, el Cardenal Alfonso de Richelieu, hermano del difunto Cardenal," (15)
según escribió el Abad de Cérisy en una carta fechada el 9 de diciembre de 1642.
Ella contestó al Abad esta y cada una de las cartas que le envió donde le decía que, pedía al Señor por él, siempre.
Pasado un tiempo "se sintió fuertemente inspirada para pedir que los sellos continuaran siendo reservados al Canciller. Para ello se dirigió a San Pedro, cuyo nombre llevaba él, y a San Miguel, protector de Francia, para que la apoyasen en su súplica. Recibió entonces la certeza interior de que el Verbo Encarnado tomaba este asunto bajo su protección. En ese mismo instante se sintió ungida con un perfume celestial, cuyas emanaciones milagrosas se derramaban profusamente en su habitación y por todos los lugares que pasaba....las hermanas y pensionistas acudieron una a una a aspirar a su placer el incomparable perfume del que, sobre todo el alma , estaba aromatizada." (16)
Mientras la Madre de Matel oraba ante Dios por el establecimiento del monasterio en París, sus amigos, muy pronto tendrían la oportunidad de darle pruebas efectivas de su adhesión a la Obra del Verbo Encarnado.
El 22de enero, Nuestro Señor le mostró a la Madre de Matel "su costado abierto, pero con una abertura parecida a la brecha que hacen el fuego los proyectiles de un cañon."(17)
Ella escribió al Abad y tratando de explicarle esta visión escribió: "el celo que devora las entrañas del Verbo Encarnado causa un incendio en esta hoguera de amor,"(18)
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 15 pág. 279
(2) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 15 pág. 278 . 279
(3) idem
(4) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 15 pág. 283
(5) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 286
(6) idem
(7) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 287
(8) Autobiografía Jeanne Chezard de Matel. Cap. 90 pág 447
(9)Autobiografía Jeanne Chezard de Matel. Cap. 90 pág 448
(10) Cartas. Carta 122
(11)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 288
(12) idem
(13)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 13 pág. 290
(14)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 297
(15) idem
(16)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 299
(17)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 16 pág. 301
(18) idem
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