"Padre, es Dios quien me colma de gozo mientras que el R.P. Millieu presenta nuestra Bula a su Eminencia de quien se obtiene un rechazo. Si usted desea esperar una media hora, será testigo de la aflicción de este buen Padre, quien con su humildad ordinaria, vendrá muy desolado a decirme, levantando los hombros, que otra persona, en su lugar, habría tenido éxito; que su Eminencia se niega a ejecutar nuestra Bula. Y, al pensar en esto está usted alegre. Si Padre mío, sobre todo al creerlo. Me es imposible entristecerme cuando Dios me previene y consuela, como hoy lo ha hecho desde que desperté" (1)
Al recibir la Bula el 14 de agosto de 1634, se preparó la entrevista con Monseñor Alfonso de Richelieu, arzobispo de Lyon, para que sus consejeros solicitaran su ejecución. El 30 de noviembre, día en que se presentaría la Bula a su Eminencia, la Madre de Matel le comentó al R.P. Villars que habría negativa y él asombrado preguntó, entonces por qué estaba alegre, ella contestó que había sido confortada desde muy temprano fortaleciendo su confianza y paciencia para soportar esta contradicción. Estaban conversando cuando llegó el R.P. Milieu a comunicarles lo sucedido. Ella dijo: "El corazón de su Eminencia está en las manos de Dios, él lo inclinará hacia donde le plazca: que se haga su voluntad. La hora del establecimiento de la Orden del Verbo Encarnado no ha llegado aún." (2)
Al anochecer cayó en éxtasis donde vio "una pequeña fuente, que creció hasta hacerse un río y Él me dijo: Amada mía, tu eres esta fuentecilla que se convertirá en un gran río, esta luz que llegará a ser un sol iluminará a mi Iglesia, y este río de mis gracias se extenderá en ella con abundancia de ciencia y de elocuencia. El Espíritu Santo se ha colocado sobre tu corazón como un escudo para detener los golpes que tus enemigos quieran descargar contra ti. Hija mía, te ha asido para hacerte insensible a todas las contradicciones. Quien te toque, herirá la niña de mis ojos, que esta amorosamente fija en ti. Hija, he aquí que yo pondré en los cimientos de Sión una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, asentada por fundamento: el que creyere, no se apresure."(3)
Ella le contestó: "Sólo a ti corresponde, Salvador mío, asentar el fundamento de tu Instituto, porque estará cimentado en ti, que eres la piedra angular y preciosa. Como tu bondad me prometió y juró por ti mismo que establecería tu Orden, creo que lo hará, y por ello no me apresuro" (4)
En esta ocasión, Dios quiso que el Verbo, fuera el único fundador de su Orden y Jeanne de Matel, la virgen que escogió para que naciera místicamente esta segunda vez, y a quien protegería siempre.
¿Qué motivos tendría el cardenal de Richelieu para oponerse? Quizá no estaba dispuesto a ceder porque quería asegurarse de que esta Orden funcionara correctamente donde los dos pretextos principales fueron: el sostenimiento económico y la posible disminución de vocaciones del convento de las Ursulinas en Lyon a quienes hubiera preferido unirlas para evitar problemas.
Sin embargo, en el corazón de la Madre de Matel sólo había sentimientos de dilección religiosa y sumisión filial hacia el cardenal. Nuestro Señor le reveló la enfermedad y muerte del cardenal de Richelieu y también acontecimientos sobre su hermano el cardenal ministro.
El arzobispo de Lyon, sintió curiosidad por saber lo que el Verbo Encarnado decía de él y en varias ocasiones preguntó a la Madre de Matel sobre esto. Ella vacilaba en responder, pero un día le dijo que el Señor no estaba contento a causa de su resistencia hacia la fundación y le contó lo que sabía de él. No le dio mayor importancia que el pensar que esto lo decía para inquietarlo y actuara a favor.
Mientras tanto en la corte, la decisión del Cardenal de Richelieu sería determinante porque haría intervenir a Francia en la guerra de los Treinta años.
El R:P. Carré, superior del noviciado de los Dominicos de París, le pidió a La Madre de Matel en una carta que intercediera ante el Señor a favor de su Eminencia ducal y que después escribiera revelándole lo que le dijo. Jeanne no tenía costumbre de interrogar al Señor, sin embargo, para obedecer a su confesor lo hizo.
Su buen Maestro. "le dijo, mostrándole una vara verdeando: Hija soy yo quien ha elegido al Cardenal de Richelieu como otro Moisés para gobernar a Francia y causar el asombro de toda mandará por medio de sucesos maravillosos, de la misma manera en la que ya he tomado por asalto y confundido los consejos congregados contra él; así como lo hice con el de Achitofel, destruiré a los que se creará contra él en el futuro. Pasará el Mar Rojo de la contradicción de los hombres y de los demonios. Yo mostraré que mi diestra obra más por su mediación, que la prudencia ordinaria y extraordinaria de un ministro de Estado."(5)
Casi, la ciudad entera sentía veneración por la Madre de Matel que bienhechores y conocidos hicieron resaltar sus virtudes ante el cardenal, defendiéndola lo más que pudieron, pero todas las veces que lo hicieron no resultó favorable. Mientras el cardenal viajaba a Roma llamado por la Santa Sede, los padres de algunas internas fueron persuadidas para dejar la Congregación por la inseguridad de poder tomar el hábito y otras resolvieron por sí mismas salir. Ante esta aflicción y durante su oración el Señor le dijo a la Madre de Matel: "Hija, no te aflijas por la pérdida de aquellas de tus hijas que te abandonarán. El dragón te arrebatará la tercera parte, como en otra ocasión hizo caer la tercera parte de las estrellas del cielo. Las que él arrastre, serán aquellas que en mi Orden habrían sido, más que estrellas, cometas de mal agüero. Se trata de las que has señalado al P. Gibalin como no aptas para mi Orden. No hagas nada, no contribuyas en algo a su salida, y verás realizarse todo lo que te he anunciado." (6)
Ella quería consultar con su Maestro sobre una de ellas en especial y exclamó: "Señor, le prometí no despedirla, ¿tendrá valor para aspirar a la perfección? Estás en lo cierto, respondió con afectuosa condescendencia su Maestro adorable, pero ello te causaría aflicciones que no podrías sufrir. No la despedirás, pero yo mismo lo haré y a donde vaya sufrirá para llegar a ser humilde." (7)
Cuando solo quedaban 20 hermanas en la congregación, la Madre de Matel dijo a sus hijas: "Ustedes han visto que al salir de Roma, Monseñor el Cardenal no prometió hacernos religiosas, sino que dijo al Sr Archidiácono que deseaba averiguar de que manera fue concedida anuestra bula. Esto no quiere decir que a su regreso nos hará religiosas; tampoco que no lo hará, pidamos a Nuestro Señor por él. (8) Sor Isabel Grasseteau se arrodilló ante ella y le dijo: "Madre, ¿a quién iremos? Yo, que dejé todo para seguirla, no la dejaré: moriría de pena si tuviera que separarme de usted." (9) En seguida todas hicieron lo mismo.
El R.P. Gibalin estaba impresionado del cumplimiento a la letra del anuncio de Nuestro Señor. Algunas hermanas en agradecimiento al Señor, pidieron al R.P. Gibalin hacer el voto perpetuo de castidad y de vivir y morir en la congregación. El padre le comunicó a la Madre de Matel estos compromisos. Ella consultó con Isabel Grasseteau si debían hacerlo también, ella le contestó que no lo había pensado porque la resolución de no dejarla ya la había tomado antes, entonces, ambas convinieron en orar para conocer la voluntad de Dios respecto a esto.
El día del Santísimo Sacramento, Nuestro Señor le manifestó que sí le agradaría lo hiciera y el día de la octava de esta fiesta los hicieron durante la misa que el R. P. Gibalin celebraba y una a una pronunció la fórmula que había escrito la Madre de Matel hace algún tiempo.
La Madre Catalina Fleurin tuvo noticias de esto y tuvo deseos de hacer lo mismo, así que el 14 de junio pronunció sus votos. Margarita Gibalin tres meses después haría lo mismo quien a partir de este momento comenzaría un áspero sendero de tribulaciones porque la fiebre maligna las atacó, epidemia que se convirtió en peste. Se refugiaron en el castillo del padre de Margarita pero este fue consumido por el fuego a excepción de la capilla. Su reconstrucción fue una ardua labor pero se logró y la reeligieron nuevamente por otros tres años.
La Madre Margarita solo deseaba permanecer en la Orden del Verbo Encarnado pero el obispo de Mende estaba tan dolido porque ella no quería irse con las Ursulinas que envió a un sacerdote franciscano Malzieu a imponer a otra superiora. Las hermanas se rehusaban pero ella insistió en que lo permitieran.
Algunos meses más tarde, Moseñor de Marcillac fue a ver si el religioso Malzieu había ejecutado sus proyectos, y que además las hermanas ingresaran con las Ursulinas. Con gran sorpresa encontró que sí cumplió lo primero, pero que, "todas las hermanas le manifestaron que tenían la intención de ingresar en la Orden del Verbo Encarnado cuando estuviera establecida, y que había ofrecido ya su casa a la Fundadora para erigir en ella un monasterio."(10)
Este descontento lo llevó a Monseñor Marcillac a prescribir castigos contra la Madre Gibalin porque pensaba que estaba influyendo en la comunidad y la encerró ocho días a pan y agua. Ella aceptó todo y suplicó que se le "permitiera continuar su vocación hasta convertirse en Hija del Verbo Encarnado." (11)
Esta penosa noticia llegó a oídos del R. P. Gibalin quien ordenó a su sobrina fuera a Lyon para aconsejarla. Partió en compañía de su hermana Elena Gibalin"(12) quien también había profesado por consejo de la Madre de Margarita, su hermana mayor.
Monseñor de Mende estaba dispuesto a que en su diócesis se quedaran estas virtuosas almas que, envió a otro sacerdote a persuadirla nuevamente para cambiarse de convento, sólo que ahora con dulzura, pero se regresó convencido de que "nada la obligaría a renunciar jamás." (13)
Monseñor de Marcillac sabía que estaba ante una santa vocación y no quiso oponerse más. Permitió que ella y otras tres religiosas fueran a Lyon, pero con la condición de dejar sus dotes con las Ursulinas.
La Madre de Matel al saber esto y después de consultar con el Señor les escribió una carta donde les decía que fueran a Lyon lo más pronto posible, y que no se preocuparan porque el Verbo Encarnado encontraría el modo de proveer sus necesidades. Durante el viaje sufrieron todo tipo de angustias, intemperies y hasta el accidente en el que La Madre Margarita cayó del caballo y casi se quedó ciega, pero el Verbo Encarnado la colmó de gracias haciéndole olvidar sus fatigas y le dijo: "Yo te haré ver de qué manera deseo que sufras por la gloria de mi Nombre" (14)
El 4 de noviembre de 1635 llegaron a Lyon las hermanas Margarita y Elena Gibalin, su prima Teresa y María Malacher que fueron recibidas con gran alegría. Permanecieron aquí gozando de las dulzuras del reposo que el Señor les brindaba en esta casa. Ellas querían convertirse en las copias más parecidas a su Maestro.
Mientras tanto en París, todo parecía favorable. La Madre Catalina Fleurin se enteró del arribo a Lyon de las cuatro ursulinas y se apresuró a pedirle a la Madre de Matel, le enviara a la Madre Margarita Gibalin.
Dos meses después de haber llegado a la congregación partieron a París, La Madre Margarita Gibalin y Sor Ma. Malacher, donde les esperaban cuatro años de duras pruebas.
Un día la Madre Catalina acudió a su Salvador para desahogar sus penas y le prodigara ternura a su corazón agobiado, Nuestro Señor le dijo, por ahora " mi Padre no lo quiere." (15)
Mientras tanto "la semilla arrojada en París por la Santa Fundadora, para ser después cultivada por sus hijas, atravesaba el periodo de anonadamiento que precede, más o menos profundamente, a toda germinación, según su mayor o menor excelencia, la fundación de Lyon seguí condenada a no brotar del surco." (16)
El R.P. Gibalin al enterarse de que el cardenal Richelieu había regresado de Roma, sin que nadie supiera, fue a visitarlo para enterarse de las disposiciones con respecto a las Hijas del Verbo Encarnado y a solicitar la ejecución de la Bula. Ese mismo día, la Madre de Matel había pasado una noche muy mala y al sentirse enferma se retiró a su habitación, donde escuchó: "Hija mía, Su Eminencia rechaza, al presente, los ruegos del P. Gibalin, pero no temas, la Orden se fundará y yo mismo la estableceré" (17)
Ella contó esta revelación a Sor Isabel Grasseteau y a Sor Catalina Richardon.
Al medio día llegó el Sr. de Nesme, ecónomo de su Eminencia, quien entristecido le comunicó que el intento del R. P. Gibalin no funcionó. El padre se sorprendió mucho de ver con qué serenidad recibía la noticia. La Madre de Matel llamó a las dos hermanas a quienes había confiado su revelación y les pidió que la relataran al Sr. de Nesme. Él comprendió, y bendiciendo al Verbo Encarnado se retiró.
Al anochecer, mientras la Madre de Matel oraba frente al Santísimo Sacramento escuchó: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz, que fueron seguida de una visión de flores; el muguete, el iris. La lavanda, la embalsamaron con su perfumes celestiales y esparcieron suavemente n ella la abundancia de paz que le fue prometida, que deseó que todas la naciones, en especial su patria, gozaran de semejante bien. En respuesta a este magnífico voto, dos magníficas varas de azucena fueron colocadas sobre sus espaldas; él le recomendó presentarlas a Dios en sus oraciones: Eran, agrega, dos ramas de ese árbol de flores de lis que me fue mostrado en 1625. Me dijiste que tuviera paciencia hasta que me explicaras claramente esta visión y, que al esperar, gozara con agradecimiento los consuelos que me comunicabas por un exceso de bondad." (18)
El sentido de esta visión ya era claro; el árbol de flores de lis, daría dos flores reales a Francia: El delfín Luis XIV y su hermano Felipe, duque de Orléans.
Un nuevo periodo de pruebas provocó que la Madre de Matel cayera gravemente enferma de Asma. Afligida y con la tristeza extrema "confiada y sin reserva, a la voluntad del Dios a quien amaba, repitió con el Patriarca del dolor: Aunque el Señor me quitare la vida, en Él esperaré (Jb. 13,15) " (19)
Un día clamó al Señor, ¿hasta cuando establecerás tu Orden? El buen Maestro le respondió como sonriendo: "Sabe, hija mía, que cuando mis discípulos me interrogaban de este modo, el reino de Israel estaba ya establecido, pero no de la manera que ellos imaginaban. Solo conocieron ton claramente mi reino espiritual hasta después de la venida del Espíritu Santo, que vino a confirmar mi reinado. Me preguntas cuándo estableceré mi reino delante de los hombres. Deja esto a la ciencia y preciencia de Dios, que te ama y sabe que ya está establecido en ti, donde he sido constituido Rey por mi Padre, como sobre mi Sión y mi Jerusalén pacífica. Tú eres mi ciudad, en la que he puesto mi fortaleza. He allanado tu bajeza con mi grandeza. Mi humanidad y mi divinidad reposan en ti; he edificado mi Templo en tu alma. ¿Qué es el Reino de Israel sino reinar con Dios y ver a Dios inclinado a derramarse, como yo lo hago en ti, con tanta liberalidad?" (20)
Ese mismo año 1637, el Verbo Encarnado le pidió comprar la casa que estaba alquilando para establecer en la montaña del Gourguillón" (21) el Monasterio de su congregación. La Madre de Matel no dudaba del cumplimiento de las palabras de su Amado, pero en algunos momentos sentía desamparo ante las adversidades.
Un día, mientras cada una de las hermanas trabajaba en silencio en la sala de comunidad, sintió que su corazón era traspasado y sin darles a conocer lo que sentía, quiso desahogarse con su Esposo pero Él en le envió a San Jerónimo para consolarla, quien se le apareció más canoso que cuando lo vio en París y le dijo que se había consumido, en el servicio al Señor sacrificando todo.
Algunos días más tarde, San Dionicio quiso hacerle un regalo a su discípula en la víspera de su fiesta. El 8 de octubre de 1637 la hizo ver y sentir lo que un alma peregrina veía y sentía y "los felices efectos que producen la vista y posesión anticipada del Soberano." (22
El Verbo Encarnado preparaba, sin embargo, otros consuelos para las pruebas de su amada esposa y la colmó de alegría, haciéndole vislumbrar el fin de su larga espera.
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11 pág. 179
(2)Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap. 51 pág. 207
(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11 pág. 180
(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 181
(5)Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap. 51 pág. 300
(6)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 188
(7) idem
(8)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11 pág. 189
(9) idem
(10)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11 pág. 194
(11)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 195
(12) idem
(13)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11 pág. 196
(14)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 197
(15)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 198
(16)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 199
(17) idem
(18) idem
(19)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 101 pág. 202
(20)idem
(21)Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap. 73 pág. 343
(22) )Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 11. pág. 206
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