"Su inmensa pérdida era demasiado cierta y no menos cruel. Perder a tal Madre, quedarse sin ella en circunstancias tan críticas como aquellas en las que se encontraba su infortunado Monasterio, era el colmo de la desolación."(1)
Con profundo dolor, "postradas en torno a su lecho fúnebre, sus hijas seguían dudando de la realidad de su desdicha. La muerte no imprimió en los santos despojos de su Madre el sello de su obra: su rostro estaba sonrosado y hasta que la sepultura lo robó a sus miradas, conservó su carmín y sus miembros guardaron su flexibilidad." (2)
No había una de ellas que su corazón no estuviera destrozado. "Hubieran preferido mil veces sacrificar su vida antes de dejarse arrebatar a su incomparable Madre. Pero, Dios así lo ordenó, era necesario someterse a sus designios impenetrables, pero infaliblemente misericordiosos, a pesar del rigor que parecían demostrar. " (3)
Afligidas profundamente, y sin olvidar sus deberes hacia los restos de su querida Madre, se dieron a la tarea de escribir a familiares y amigos de la orden, pero Madame Lenet impidió enviar estas cartas. Ella avisó al Prior lo sucedido y le pidió que sellara todas las pertenencias de la Madre de Matel que, aunque era ilegal así lo hizo.
Las hermanas encontraron la manera de avisar a Madame Carrac. Su vecina, "que les enviaran un pintor para reproducir los rasgos de su venerada Madre, y un cirujano para extraer su corazón, con el que deseaban favorecer el Monasterio de Lyon, tan particularmente querido a ese corazón maternal. Pintor, cirujano y comisario llegaron al mismo tiempo, pero Madame Lenet no quiso permitir que el cirujano entrara para hacer dicha operación." (4) El cirujano insistió varias veces pero, no tuvo éxito.
El tañer de las campañas del Monasterio, llegó hasta el Convento de Liesse, lugar de exilio de la M. de Bely y dejó en extrema desolación a familiares y amigos que la escucharon. La M. de Bely escribió a su primo Prior de Saint Michel para que animara a las hermanas, a Madame de la Chambre, para que su hijo, párroco de San Bartolomé presidiera la ceremonia de sepultura, a su Señoría el Canciller y a su Señora esposa, al Padre Prior para rogarle que colocaran el cuerpo de la Madre en un ataúd de plomo y avisó a muchos otras personas.
La Madre de Matel hasta en su muerte, sufrió la persecución, porque todo lo que llegaba era confiscado por Madame Lenet. Con grandes trabajos y humillaciones las hermanas lograron que Madame Lenet les concediera adornar la Iglesia con festones negros y con el escudo del la Congregación, seis cirios en torno al cuerpo y algunos sacerdotes amigos que pudieron celebrar las honras fúnebres. Ellas continuaron oponiéndose a inhumar los restos sin haber extraído su corazón.
El día 13 de septiembre, Los Señores de Rossignol acompañados de varias personas pidieron se les dejara entrar para ver de cerca a su querida amiga. Su alto rango e influencia que tenían no le permitieron a Madame Lenet negarse. Sin perder tiempo las hermanas se le acercaron y le dijeron que nos se les permitía extraer el corazón. Esto les pareció una dureza incalificable y la superiora tuvo que ceder. Se hizo llamar al cirujano y no sin antes hablar con él. El extrajo el corazón y lo entregó para que se le colocara en un recipiente de plomo.
Las hermanas pidieron enterrar a su venerada Madre en la grada anterior al altar, "por ser el lugar más hermoso en que se la podía colocar, y el más conforme al amor que demostró en todo momento hacia el Santísimo Sacramento. Algún tiempo después, Sor Francisca Gravier hizo colocar sobre la tumba un epitafio." (5)
Después de estos hechos tan amargos se fueron enterando de otros hechos maravillosos atestiguados por personas dignas de fe. Por ejemplo: "Pocos días antes de la muerte de la Madre de Matel, estando las religiosas en el coro, vieron de pronto una luz deslumbradora que procedía de cuatro puntos diferentes, unirse sin confundirse, formando cuatro haces distintos, que se detuvieron delante del reclinatorio de la superiora, para salir en seguida del coro, dirigiéndose hacia el apartamento de la Madre Fundadora. Ahí, dos religiosa que la siguieron, la vieron desvanecerse a los pies de su venerable Madre. Una de ellas exclamó espantadísima: Jesús, Madre ¿qué significa esto? Ella respondió: Pronto moriré, y después de mi muerte las cuatro casas de la Orden, unidas entre sí, defenderán sus intereses. Esto sucedió al pie de la letra." (6)
En Aviñon, cuenta la M. Margarita Gibalin, "que una de las religiosas vio en la noche en que murió la Madre una gran claridad que iluminó su celda. Ella se dijo de inmediato: ¡Es nuestra Madre Fundadora, que ha muerto! En el mismo momento, las pesadas campanas del convento sonaron sin que alguien las hubiera tocado. Igualmente, sucedió en cada uno de los monasterios de Lyon y Grenoble en la noche del 11 de septiembre. "Las Madres Elie de la Croix y de la Concepción dieron testimonio de ello, cuando llegaron a París a reunirse con la M. Margarita Gibalin, para trabajar con ella y las religiosas de París en los asuntos de esta casa, tal y como lo predijo la Madre de Matel. Además la M. Margarita aseguró que la Madre de Matel se le apareció en sueños la noche misma de su muerte, recomendándole que fuera en adelante la Madre de la Orden, por haber sido su primera religiosa, poniéndole entre las manos el libro de las constituciones." (7) Cuando despertó, estaba entre sus manos, el libro de las constituciones.
Otras personas, la noche de su muerte, tuvieron la gracia de verla vestida con su hábito con una luz que los deslumbraba, sabiendo así que había muerto.
El Padre Colombet recibió el encargo de trasladar y entregar el corazón a las hermanas de la casa de Lyon "como prenda del amor de su buena Madre. Fue recibido con gran solemnidad y rodeado de la más respetuosa y filial veneración." (8)
Durante la Revolución Francesa, "el corazón fue colocado en seguridad y, devuelto más tarde por las sobrevivientes del Monasterio del Gourguillon a las religiosas del nuevo convento erigido sobre la colina de Fourviere en 1833, quienes lo han seguido conservando como su más querido y precioso tesoro." (9)
A estos y muchos otros testimonios la Madre de Matel les concedió, y ha concedido gracias y favores innumerables. Algunos están escritos y otros no.
Aunque, estamos totalmente ciertos de que ella está a su lado desde el 11 de septiembre y no requiere de su canonización. Ojalá que el proceso para canonizarla termine y podamos verla muy pronto en los altares, porque humanamente, nosotros sí necesitamos de este aliciente.
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap 29 pág. 538
(2)idem
(3) idem
(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap 29 pág. 539
(5)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap 29 pág. 543
(6) idem
(7)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap 29 pág. 543 . 544
(8) idem
(9) idem
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