FUNDACIÓN DE GRENOBLE

 "Querido Amor, los Evangelistas no dicen nada de lo que les pasó en Egipto a ti, a María y a San José y en verdad, no se sabe cuantos años permanecieron allí; pero se bien  que hace siete años escribo lo que me pasó desde que salí de Lyon para ir a Aviñon por orden de tu Providencia y animada por los padres Gibalin y Arnoux." (1)

A su llegada las hermanas los recibieron con gran regocijo y cantaron juntos el Te Deum. Al ver esta casa  prosperando y con más hermanas la llenó de tal alegría que le hizo olvidar temporalmente sus penas y más consolador aún, el hecho de darse cuenta y admirar las gracias que Jesús daba a cada una de ellas  para corresponder a la generosidad de su entrega.  Estos deliciosos instantes de intimidad y convivencia con sus hijas los disfrutó enorme pero brevemente ya que en Aviñon, mucha gente deseaba platicar con ella y quería retenerla pero el obispo de Grenoble, Monseñor Scarron, tenía que viajar a París no sin antes haber establecido  el monasterio del Verbo Encarnado, así que, la Madre de Matel tuvo que elegir quienes irían a fundar.  En un primer momento pensó en M. Margarita de Jesús pero su tío no aceptó y tuvo que elegir a otra. Las Madres María del Espíritu Santo, Teresa de Jesús, Juana de la Pasión, Petra de la Concepción y Cecilia fueron las elegidas.  

Nuevamente al tener que dejar esta comunidad, sentía que el corazón se le partía, emprendieron el viaje, por cierto lleno de incidentes lluvia, tormentas, inundaciones les hicieron pensar que no sobrevivirían.  Un silencio sepulcral se respiraba en el ambiente.  La Madre de Matel  se encomendó a la Santísima Virgen "para que nos miraran con ojos de benignidad, pues el Sr. Prior y las hermanas eran el terror personificado" (2)

Cuando dejaron atrás todos los peligros dieron gracias a San Rafael, creyendo que por intercesión de él de todos los ángeles se habían salvado.  El miércoles 3 de junio, víspera de la fiesta del Santísimo Sacramento, fueron recibidas por Monseñor quien encomendó presidir la fundación al Sr. Prior de Croixil.  Este monasterio se presento Madeleine quien trajo consigo algunos problemas al convento. Ella quería ser católica, pero sus parientes eran hugonotes quienes con gritos y amenazas pedían a la Madre que dejara libre a Madeleine.  Los comisarios y consejeros interrogaron a Madeleine que con aplomo, sencillez, humildad y claridad contestó a cada una de las preguntas que le hicieron provocando la admiración de todos. Las autoridades callaron el tumulto para decirles que la joven estaba en plena libertad de abrasar la vida religiosa.  Ella dijo: "No deseo otra cosa, sino la dicha de consagrarme al servicio del Verbo Encarnado en el monasterio del que acabo de salir por obediencia." (3)

Durante algunos días, hubo gritos y amenazas porque su familia no se convencía de su vocación,  pero dos años más tarde el divino Esposo le concedió iniciar con la conversión de su hermana y de su tía, seguidas de otros muchos miembros de ella. Dos familiares ingresaron a la Congregación, pero fueron enviadas a Aviñon para protegerlas y evitar más revueltas.

La salud de la Madre de Matel empeoró alarmantemente tanto que los médicos no respondían por su vida si no regresaba a Lyon para seguir ahí un tratamiento.  Antes de emprender su regreso a Lyon, el 2 de julio de 1643, nombró superiora a Sor Teresa de Jesús y a Sor Jeanne de la Pasión asistente del monasterio de Grenoble

Una vez  en la casa del Gourguillón entre dolores y remedios se ocupaba de los asuntos de París que se veían muy difíciles de llegar a buen término, porque se temía que a la muerte de Luis XIII el Canciller fuera remplazado.  El Verbo Encarnado imprimió en el corazón de la Madre de Matel gran confianza y aseguró  al Embajador que el Sr. Canciller seguiría de guardasellos y le dijo: "Monseñor, su hijo e hija no han sido encomendados al cielo con mayor confianza de la que pongo al pedir que el Sr. Séguier continúe con los sellos. Es por ello que me atrevo a esperar que seré escuchada, a pesar de mi indignidad. Es verdad Sra. que debo la salud de mis hijos a sus santas oraciones, tango fe en que el Sr. Séguier seguirá siendo el Guardasellos." (4) Efectivamente tiempo después el Sr. Séguier guardaba los nuevos sellos del pequeño Luis XIV.

La Madre de Matel una vez más solicitó el establecimiento del monasterio de París.  Por parte de la Reina no había problema, pero había otras instancias con mala voluntad que lo impedían aunque, le permitieron lo hiciera, en un barrio de París y no en la ciudad. 

Escribió al Abad de Céricy lo sucedido y el contestó: "Ud. experimenta lo que dijo San Lucas, que la Virgen se vio obligada a acostar a su Delfin en un pesebre" Le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc 2, 7) Vea Ud. como se realizan las palabras de su discípulo amado. Vino a los suyos y no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios.(Jn 1, 11-12a)" (5)

En la visión que tuvo el 17de noviembre por la noche, se vio "en un barrio de París, a San Dionicio revestido de sus vestiduras pontificales seguido de una multitud de personas, y asistido por un gran número de santos.  Identificó especialmente a San Pedro, San Pablo y San Martín. San Pablo enseñaba a San Dionicio lo que debía hacer en esta solemnidad, para mostrarse como el verdadero Obispo de Paris. Hizo comprender igualmente a la Madre de Matel que debía ponerse en seguimiento del Prelado que realizaba esta entrada magnífica y pontifical en la gloria del Verbo Encarnado, pues se aproximaba el tiempo de su establecimiento en el Barrio de Saint-Germain."(6)

Por encargo del Abad de Cericy al R.P. Carré, dominico, pidió que buscaran una casita ahí en ese barrio para establecerse.  Él R.P. Carré estaba feliz de que la Orden se estableciera ahí para gloria de Dios, encontró la más bella y grande casa que el Verbo haya tenido desde su Encarnación.

Le pidieron al R.P. Bernardon fuera a Grenoble para acompañar a las dos Madres que irían a la nueva fundación, pero se encontró que la peste estaba ocasionando estragos en esta ciudad  y que ellas se habían refugiado en la casa del Barón de Bouffin, a unos cuantos kilómetros de Grenoble.

Cuando las Madres Elia de la Verpiniere y Lucrecia de Bély llegaron a esta  localidad, la gente deseaba platicar con ellas. Ellas, al darse cuenta que en sus corazones había sed de venganza y que no sabían ni el Padre Nuestro, organizaron catecismo para que acudieran los domingos y días festivos. Los encaminaron hacia el sacramento de la reconciliación. 

La noticia de esta exitosa labor llegó muy pronto a Grenoble y sus habitantes de esta pidieron que regresaran lo más pronto posible.

(I)Borrador de la Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap. 93 pág. 673

(2) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap.17   pág. 331

(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap.19  pág. 336

(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap.19   pág. 331

(5)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap.179  pág. 339

(6) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap.17   pág. 341

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