LUCHAS DE JUVENTUD

"El enemigo de las almas desearía arrastrar a todas hacía los abismos de su condenación, pero cuando los progresos singulares de la Gracia le hacen presentir una predilección de Dios, sus argucias para perder a quien es objeto de ellas se vuelven mucho más pérfidas." (1)  En todas las  ocasiones que  intentó apartarla de Dios, fracasó.

Bajo los cuidados de su madre Jeanne se convertía en una señorita y la defendía de los peligros exteriores.  Cuando Jeanne tendría entre 14 y 15 años, la hermana de la señora de Matel invitó a su sobrina a pasar un tiempo a su lado, lo que agradó a los señores Matel  y accedieron. 

Su tía para hacerle más agradable su estancia allí, le consiguió amigas de su misma edad y rango social.  Se dedicó a los juegos y pasatiempos frívolos que se acostumbraban con tal relajamiento, que disminuyó el tiempo que le consagraba a Dios cada día para complacer a sus nuevas amigas. "Me desvié de los deberes que tenía para contigo y apenas comulgué tres veces en cinco meses, me volví tibia  en tu servicio y aún rezaba el Rosario pero sin atención." (2)

Jeanne extrañaba tanto a su madre que ya no le gustaba estar en aquel círculo social, así que pidió volver a Roanne.  Apenada, humillada y arrepentida  por ese tiempo que pasó en la disipación, Jeanne retomó con más fervor sus prácticas piadosas, "asistía diariamente a varias misas y multiplicaba sus oraciones vocales hasta el punto de no dejar tiempo libre para dedicarse a otras ocupaciones  y con frecuencia no atinaba a  reservar el tiempo para comer con su familia." (3) esto le costó que su mamá no aprobaba esta conducta y acordó con ella que si no acudía puntualmente a las comidas, la mortificaría.  Jeanne lloró y se quejó con Dios,  diciéndole: " ¡Sufro todo esto por Ti!  Las muchachas piadosas que son pobres son más felices que yo; nadie espía sus acciones ni el tiempo que pasan en la iglesia." (4)

El Señor, consolándola hizo comprender a Jeanne que para hacer oración, "no era necesario estar en un lugar santo o en un oratorio; que podía hacerlo estando ocupada al lado de su madre, y al contribuir con su presencia y amabilidad al encanto de las reuniones familiares." (5) Ella supo hacerlo y llegó a ser la alegría y edificación de todos.

Por este tiempo platicó con sus padres sobre sus deseos de ser religiosa, la negativa rotunda del Sr. de Matel entristeció a Jeanne y todas las súplicas fueron en vano, pero no lograron  quebrantar su resolución y con plena confianza en Dios le pidió tocar el corazón de su padre para que diera su consentimiento, pero era necesario forjar y templar el alma que cumpliría la voluntad de Dios para fundar una congregación que honrara y alabara al Verbo de Dios.

 El demonio al ver su fracaso de llevar a Jeanne fuera de los caminos de la perfección, no renunciando a ello encontró una nueva oportunidad cuando otra hermana de la Sra. de Matel iba a casarse y naturalmente tenían que asistir a la boda y Jeanne trató de disculparse para no asistir y le fue concedido, ganando así esta batalla contra el demonio. 

Un pariente de su nuevo tío, y que conoció a Jeanne, pregonó lo bien que se pasaba el tiempo conversando con ella debido a las cualidades que poseía y alabó su forma de ser.  Los nuevos esposos, vivían en un pueblo cuya Patrona era Santa Ana, e invitaron a  Jeanne para que asistiera, ella se dejó vencer "por el veneno de las alabanzas"(6) y quiso acudir a estas festividades no sin antes consultar a su confesor el P. Parrot, sacerdote jesuita, quien le advirtió de los peligros que podía correr y le mandó comulgar en la fiestas de Santiago y Ana.

Jeanne preparó costosos vestidos, que raramente usaba  por encontrarlos poco conformes a los que Dios deseaba que usara y se prometió llevarlos con indiferencia.  Una vez en la fiesta, la invitaron a bailar, había dado unos cuantos pasos cuando le vino una fuerte hemorragia nasal. Pasado este momento le hicieron una nueva invitación a bailar, cuando una nueva hemorragia repitió con más abundancia obligándola a retirarse.  Menos preocupada por interrogar a Dios, ¿cuál era su voluntad? quiso satisfacer su vanidad y únicamente ver en este accidente, el efecto del calor y quiso regresar a la diversión al día siguiente aunque internamente se decía: "agradaba yo a todos, reconoció, pero desagradándome a mi misma, porque temía desagradar a Dios" (7)

Ocho días después, estalló una violenta tempestad, que arrancó algunos árboles. "su conciencia atormentada le hizo ver en ese cataclismo un efecto de la indignación de Dios contra ella. Para aplacarlo, le hizo promesas y fijó la fecha de su partida."(8)

De regreso a la casa paterna no sintió que su mortificación  y su devoción llenaran su alma como antes. "El Señor la dejó soportar la aflicción de su inconciencia."(9) Ella regresó a sus ejercicios de piedad, pero en vez de felicidad encontraba disgusto. 

Aquí también tuvo invitaciones a fiestas y para acallar los reproches de su conciencia decía: "Señor, me acordaré de Ti en el baile" (10) Desde que llegaba a esas reuniones, Dios estaba presente en ellatanto que ella misma cuenta que esa presencia "no la percibían los ojos de mi cuerpo, pero si, muy claramente, los de mi espíritu y Te escuchaba decir caritativamente ¿qué bien te ves en el baile?" (11)

 Ella no tendría la fuerza necesaria para rechazar una nueva invitación, así que Dios la siguió rodeando de su protección para no permitirle que ningún mal pensamiento la acechara. Defendida de los peligros, pero no de los remordimientos que hostigaban su alma, llegó el momento en que terminó por desahogarse y externando su descontento renunció a sus placeres mundanos y pidió nos cuenta, visitar a su tía, que se encontraba mal de salud.

Su tía, alegre, esperaba que Jeanne ayudara a su pronta recuperación pues conocía muy bien a su sobrina y porque  había vivido por un tiempo en la casa de los Matel. ¡Oh sorpresa!, decepcionó a todos y en lugar de procurar el alivio de su tía, se dedicó a distraerse y nadie dio a conocer su desaprobación a esta conducta. Sin embargo su Divino Maestro  no se los callaba y desde que comenzaba a jugar, en el fondo de su corazón escuchaba esta constante ironía "¿qué bien te ves jugando? Y ella respondía ¿acaso no me está permitido jugar inocentemente como estas jóvenes? ¿Es necesario que ellas recojan todas las rosas en estas recreaciones, y que sólo yo sea punzada por las espinas del escrúpulo  y de tus reprensiones?" (12) cuando se encontraba sola, la lucha de su vocación regresaba intensamente al grado de querer huir de ella renunciando a las "delicias  más amadas de su vida"(13) porque el claustro, le aterrorizaba porque tenía que permanecer encerrada de por vida, y deseó ardientemente vivir en el mundo con plena libertad. 

Estas tentaciones no se desaparecían por el contrario se incrementaban y la confundían más. "Ay Dios mío, si pudieras hacer, para librarme de mis penas, que mi padre y mi madre  me dijeran resueltamente que no desean que ingrese en un convento, me libraría de los temores de serte infiel y de la vergüenza que sentiría ante las personas que han sido testigos de la firme resolución que he tenido hasta el presente, pero, ¿qué digo? perdona Señor a una hija tentada y afligida, que pide lo que es contrario a su bien. Dios mío no quiero dejarte, ni consiento en esas tentaciones, sin embargo, no tengo fuerza suficiente para vencerlas. Me abandono a tu misericordia, que tendrá piedad de mí a pesar de ser yo tan indigna" (14) y desconcertando a quien se lo preguntaba les contestaba: ¡No, no quiero ser religiosa! 

 Platicando su prima con ella le dijo que no fuera religiosa y que permaneciera en el mundo como ella., Jeanne le contestó: "Esto no te lo prometo, Dios me llama  para ser de Él; no quiero serle infiel" (15) y le pidió al Señor que le permitiera regresar al lado de su madre. Y dijo "perdóname mi Salvador misericordioso, agradezco lo que tu providencia ha permitido para mi bien, espero contra toda esperanza pero solo en tu misericordia. No te prometo luchar generosamente porque sin ti nada puedo, pero si espero que tu lo hagas todo." (16) Dicho esto, rogó a su tíos la llevarán de regreso a casa, el clima no era el adecuado para viajar, era fines de enero o principios de febrero y hacía mucho frío, cosa que les extrañó mucho, pero no lograron persuadirla. 

Tan pronto como llegó a su casa, le dio por pensar que ya no la querían y que por ello la  contrariaban.  Esos pensamientos permanecieron en ella hasta el día de la Candelaria y primer domingo de la cuaresma, en el que le dijo a su Señor: " ¡Oh mi divina antorcha, te ruego alumbrarme y convertirme toda a Ti!, me hiciste tomar parte en la victoria que tan gloriosamente habías conquistado, en el desierto y me dijiste: "Confía en mí, he vencido a tus enemigos" (17)

(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 23

(2)idem

(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 24

(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 25

(5) idem

(6)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 26

(7)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 27

(8)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 28

(9 ) idem

(10) idem

(11) idem

(12)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 30

(13) idem

(14) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 31

(15)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 32

(16) idem

(17)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel.  M. Saint Pierre de Jesús.  Cap. II p. 33

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