Un día el Señor le dijo: "Hija mía, te quiero hablar por la Escritura; por ella conocerás mi voluntad. Deseo que ella sea la clave que te enseñe lo que quiero que comprendas para mi gloria, la de mis santos y santas, para tu salvación y la del prójimo, quiero darte a conocer mis designios, revelarte mis intenciones, explicarte los misterios más adorables y más ocultos al sentido humano" (1)
El tiempo de las tentaciones en su juventud había terminado. Jesús había triunfado y en lo sucesivo nos deleitaremos con el derroche de riquezas de amor y de gracia que engalanará a "su querida conquista" para realizar en ella sus Divinos Proyectos.
El primer lunes de la cuaresma de 1615, Jeanne Nuestro Señor le concedió inteligencia no sólo para entender el latín sino además comprender el sentido místico de las Sagradas Escrituras. Ella al darse cuenta de que estaba comprendiendo perfectamente la epístola y el evangelio, admiró este favor, "pudiendo decir con David: Señor, no estudie letras, pero es tu bondad misma la que me enseña, para hacerme entrar en sus dominios. Aunque no se expresarme, entraré en tu fortaleza; a proclamar, Señor, que sólo tú eres justo. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas" (2 )
Dios le ayudó a recordar que doce años antes, le aseguró que, "si llegaba a comprender el latín del Evangelio lo amaría tanto como Santa Catalina de Siena. lo amaba" (3 ) como si el Señor quisiera concederle hasta su más pequeño deseo, ella se sentía indigna de tanto amor y decía: "¡No, no, Señor; no es posible que una ingrata tenga tanta dulzura y sea tratada con amor! ¡Déjame en el temor! Guarda esta benignidad y castiga mis infidelidades privándome de todas las consolaciones que no son ni absolutamente necesarias para mi salvación. ¿Cómo acaricias a la que hace apenas un mes decía: Por qué me has llamado a la devoción? y que mostraba enfadarse porque tu bondad había pensado en ella desde la eternidad "(4)
También le concedió el don de lágrimas que duró muchos años y el de oración era tan abundante en su alma que dice: Por la unción del Espíritu "me vi. totalmente consagrada a tu amor. Pasaba dos horas y más en oración mental, sin tener una sola distracción. A partir de ese día me hiciste odiar las cosas que tú odias y amar las que amas." (5) Estas fueron las características de un don especial y el radiante bosquejo de una fisonomía sobrenatural. El Señor había predestinado a Jeanne a ser la esposa del Verbo Encarnado. (6)
(1) Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap.10 p.32
(2) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. III p.35
(3)Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap.182p.392
(4) Autobiografía. Jeanne Chezard de Matel. Cap.10 p.32
(5) idem
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