"Ese mismo año 1637, alrededor del tiempo de Pascua, al representarte un día el crecimiento de algunas congregaciones, cuyos monasterios se llenaban, mientras nuestra Congregación apenas si crecía, me dijiste: ¿por qué se aflige tu corazón; es que no soy mejor para ti que diez hijos (1Sam 1,8). Hija mía, pareces estéril a los ojos de los hombres. Alégrate, pues te hará fecunda por mí mismo. Te multiplicaré mucho más que aquellas que consideras asistidas por favores humanos; dilata tu esperanza, no escatimes nada; ten siempre un gran corazón, confíate a mí. Te prometo una multitud tan grande, que se extenderá a derecha e izquierda; por un poco de tiempo parezco abandonar mi congregación en el desprecio aparente, delante de las personas, pero dentro de poco será reunida y extendida con signos bien visibles de las amorosas e inmensas ternuras de mi eterna misericordia.(Is 54, 11-12)" (1)
La Madre de Matel en varias ocasiones se vio entre sueños, al lado de Luis XIII" (2) y de Ana de Austria. Cuando ella intentaba postrase para rendirles homenaje, ellos la levantaban apresuradamente y se inclinaban ante ella quien decidió ir contárselo al párroco de Sain-Just. Un día se le "reveló el sentido de este sueño. La reina acababa de concebir al vástago real que, desde 1625, Nuestro Señor le había prometido conceder al árbol de flores de lis que le mostró como la descendencia de Luis XIII." (3) La Madre de Matel con gran alegría de inmediato participó la buena noticia al R:P. Gibalin, quien supo guardar bien, este secreto.
El sábado 4 de septiembre de 1638, por la noche le fue mostrado el rey niño. "Su indescriptible gozo brillaba en toda su persona. La M. Francisca Gravier fue la primera en darse cuenta de lo que sucedía y les dijo a las hermanas: "Vengan a ver a nuestra madre, ¡está radiante! La Madre. Gravier le pidió al R. P Gibalin mandara escribir a la Madre de Matel lo que había visto." (4) Ella confesó a su director lo que vio y algunos días después, toda Francia se enteró, este no fue más un secreto.
Después del nacimiento del "Delfin" La Madre de Matel preguntó nuevamente al Señor: "¿Cuándo establecerás tu Orden? El rey ha obtenido ya muchas victorias, y le has dado un heredero. Sólo falta, para que las promesas que me has hecho se cumplan del todo, la fundación de tu Orden. Se me presiona para que vuelva a París. ¿Deberá aplazarse nuestro establecimiento en Lyon para que emprenda yo, este viaje? Si me envías a veinte pensionistas, consideraré esto como un signo de que deseas que me quede." (5)
Algunos días después, el número de pensionistas aumentó de 12 a 20. Lo que significaba que no debía irse a París.
Un día esperaba en el locutorio al R.P. Bernardon" (6) cuando Nuestro Señor atrajo su atención al texto del evangélico que alude a la "parábola de la semilla" y le dijo: " Hija mía, la semilla que vengo a sembrar en ti es santa y divina. Es rocío, sol y llama. Mi divino Padre, que es fuente de origen en nuestra augusta Trinidad, viene a derramarse en ti como relente admirable, sin dispersarse de sí mismo, para comunicarte misericordiosamente su divina paternidad. Sin salir de mi fuente, sin disminuir en algo mi luz, vengo como un sol para comunicarte mis claridades y mi filiación. El Santo Espíritu que ambos producimos es una llama viva que, sin salir ni aminorar la hoguera de la que emana, viene a tu para abrasarte. Como no te es posible recibir la inmortalidad de ese rocío, de este sol y de esta llama, inmensidad que no puede ser totalmente conocida y recibida sino por tres divinas Personas, el Espíritu Santo, término de nuestras producciones, viene a tí por una admirable difusión, sin deterioro de su divino ser ni mengua de su inmensidad, que le es común conmigo y el Padre. De este modo, recibes nuestras tres hipóstasis, que son indivisibles en razón de nuestra naturaleza divina que es sencillísima"(7)
El R.P. Bernardon que llegaba en esos momentos, presenció este arrobamiento y exclamó: "Una aureola de luz coronó la faz de la santa Madre, haciéndola radiante. El fuego sobrenatural rodeo varias veces su cabeza, descendió hasta su pecho, bajó a sus rodillas y, por fin, la ocultó a la vista, tras el muro de la reja." (8)
Cuando ella volvió en sí, el sacerdote emocionado le contó lo que acaba de ver y le dijo que eso era una efusión del Espíritu Santo, ruborizada y desfallecida poco pudo decir, entonces la Madre Gravier, la llevó hasta su celda.
De aquí en adelante y hasta el establecimiento de la Orden, Nuestro Señor la tuvo en una contemplación sublime, la llenó de luces íntimas, conoció la gran dulzura y aroma que exhalaban las flores del lecho nupcial y la embriagó de perfume celestial.
Testigos de lo que Nuestro Señor Obraba en la Madre de Matel fueron una persona de la cual no se conoce el nombre y el joven hermano"(9) del prior Bernardon que un día que fue para ayudar en la misa, de repente exclamó: "Madre, Madre, veo una lluvia de flores blancas caer sobre usted. Llevo largo rato admirando estos maravillosos capullos que parecen de espino albar, los cuales se esparcen con una gracia indescriptible, aunque no puedo ver de donde proceden." (10)
Cierto es, que la dura y prolongada espera había pasado y la primavera tocaba a la puerta. "Las flores aparecían sobre la tierra, prometiendo el fruto tan ardientemente deseado."(11)
La Madre de Matel no tardó en recibir otras prendas del cielo. Ella sabía interesar a todos los santos del cielo para que le ayudaran en su grande empresa. Un día que se dirigió a San Pedro le dijo: "Gran santo: considera la larga espera de las hijas del Verbo Encarnado. Todo Lyon tiene compasión de ellas. Los magistrados y el pueblo desean grandemente nuestro establecimiento. Te pido les obtengas gracias del Padre de las luces, a cambio de su celo hacia esta Orden. Sin embargo, no ignoras el poder que el Verbo Encarnado te ha concedido. Su Eminencia está sujeto a ti. ¿Podrías inspirarle que ejecute la Bula que tu sucesor le dirigió?" (12)
Al poco rato San Pedro se le apareció sobre una roca diciéndole que se ocuparía de este asunto. En seguida se le apareció Nuestro Señor y le dijo: "Hija, ten siempre gran confianza; cumpliré todas mis promesas. Y valiéndose de las palabras de Ageo sobre su primer advenimiento añadió: Aún falta un poco, y yo pondré en movimiento el cielo y la tierra, porque vendrá el deseado de todas las gentes (Ag, 2,7) " (13)
Mientras el Señor iba cumpliendo una a una sus promesas y aún, cuando ella sintiera que el retaso del establecimiento era muy largo, en sus diálogos íntimos un día le respondió con esta profunda enseñanza: " Hija, cuando se trata de profecías que se refieren a un bien universal, siempre las cumplo, porque su efecto es inefable por ser secuencia de un decreto eterno y porque no las he sometido a condiciones de parte de las criaturas. Tal es el decreto de mi Encarnación y de mi Pasión, que estaba orientada a la gloria de Dios y Salvación de la humanidad. Cuando las disposiciones lejanas parecen retardar su ejecución, mi poderosa bondad no se detiene ante ellas, como lo demostraré en el caso del rechazo de Acaz, haciendo que Isaías le diera un signo de mi Encarnación, a pesar de que no merecía que tomara yo carne de su raza. Hija mía, no debes temer que, en consideración de tus muchas ofensas, deje yo de cumplir lo que he prometido, porque esta Orden debe extender mi gloria y salvar a muchas almas; un bien general no debe ser diferido por uno particular. Si parece tardar, se debe a que mi Providencia lo ordena justamente para humillar y, con frecuencia, convertir a quien, por tibieza y ligereza, no está dispuesto a ser instrumento de mi Obra. Es por ello, y por la salvación de cada persona, que la Iglesia dice con tanta frecuencia: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo." (14)
Mientras ella escuchaba a su divino Doctor con atención, le fueron mostradas guirnaldas de zafiros y de estrellas y dos trompetas de cuerno. Nuestro Señor le dijo que eran "las coronas que la divina Bondad preparaba para sus hijas que esperan, con tanta humildad y constancia, el establecimiento tan largamente diferido...y las trompetas unidas de manera que formaban un óvalo. No resonaban en los oídos corporales, pero retumbaban ante la divinidad. Los suspiros y las súplicas de la santa Madre y de sus hijas, aunadas a la oración siempre escuchada de Jesús, se elevaban hasta el trono de Dios, lanzando a los ecos del cielo el anuncio de la próxima inauguración de la Orden del Verbo Encarnado." (15)
El 9 de abril de 1639, la Madre de Matel recibió la visita de San León, Papa para mostrarle el lugar donde el Señor quería que naciera su Orden y la invitó a dirigirse a Aviñon lugar donde coronaría su Obra el Verbo Encarnado.
Ella no sabía el porque del establecimiento en Aviñon, pero días después el R.P. Jean-Baptiste Guesnay," (16) tuvo que ir a Lyon a una asamblea provincial. Su amigo el R. P. Gibalin le contó las razones del por qué la Madre de Matel no comenzaba la obra que Verbo Encarnado le había encomendado. Conmovido del relato y negativas del Cardenal Obispo, fue para animar a la Madre al Gourguillon y le preguntó que cuándo se animaría a establecer la orden, ella recordó la visita de San León y le contestó que por ahora sería posible establecerse en Lyon, "pero si usted desea, procuraremos la manera de revestir el hábito religioso en Aviñon, le estaremos eternamente agradecidas. Madre, respondió él con un corazón todo celo y devoción, si tiene usted personas que se encarguen de lo temporal, no habrá resistencia que, con la ayuda de Dios, podamos vencer." (17) La Madre de Matel ofreció usar sus influencias par el éxito de esta empresa.
Obtuvo de Monseñor Fréderic Sforza"(18) la promesa de la Bula para el nuevo establecimiento y del Sr. d'Alamanel (19) permiso para ejecutarla, así como, el consentimiento de la nobleza y de la totalidad el Consejo de la Ciudad aprobando este proyecto.
Nos podemos imaginar el gozo que sentían todas las hermanas y las expresiones de júbilo que tendrían, sin embargo, la prudencia de la Madre de Matel no reveló del todo sus pensamientos de duda referentes a su persona y si debía abandonar las fundaciones de Lyon y París. Aunque ella no decidía nada sin consultar a Dios y a sus directores.
El designio de que ella no tomara el hábito en Aviñon, fue un acontecimiento muy doloroso pero era necesario para que ella continuara con su obra. Como siempre Nuestro Señor puso en sus labios palabras de la Sagrada Escritura y en esta ocasión nada mejor que el FIAT de la Santísima Virgen (Luc. 1,38) porque el Verbo Encarnado deseaba "que fuera la primera y más auténtica religiosa, no según el débil juicio de los hombres, sino ante Dios, cuya ternura veía en ella a su Madre María, y en su Orden, a su esposa más amada." (20)
El día de la fiesta de San Agustín, 28 de agosto, tuvo una visión especial: "Te has fijado, le dijo este adorable Salvador, en la vestidura de la Esposa del Cantar? Amor mío divino, le respondió ella, jamás he pensado en ello... No la he notado. Una vez dijo ella que había sido despojada de su túnica, y otra, que los guardias de la ciudad le habían quitado el manto. Hija, añadió Jesús, así como se dice en el Apocalipsis que la Esposa es la nueva Jerusalem adornada de su Esposo, deseo revestirte de mis divinas luces." (21)
Sabía muy bien que Nuestro Señor le había dado muchos tesoros y que ella los recibía por voluntad de Él aunque no los mereciera. Comprendió que las vestiduras y adornos a los que se refería Nuestro Señor, "no eran el hábito y el escapulario rojo, sino de las claridades y dolores del Esposo blanco y rojo, así como el de una espléndida vestidura de gracia y de gloria, admiración del cielo y enigma sobre la tierra." (22)
El 2 de octubre, oró e hizo ofreció sacrificios a su Amado, quien le hizo saber que su ofrenda le agradaba y su petición sería escuchada, pero que "antes de establecer su Orden en Aviñon, deseaba establecerla en su corazón. Mi corazón, dijo ella, se encontraba dispuesto a recibir este indecible favor. Plantaste y aseguraste en mi pecho el árbol de tu complacencia, mostrándome que plantabas, arboreabas y dabas forma. Vi como un bulbo de flor que lleva en sí propiedades de la flor, del árbol y de la carne. Entonces me dijiste: Hija mía, he aquí lo que te prometí cuando te dije que te daría el germen de David. He alojado, plantado y establecido en tu seno, como Madre de mi Orden, este germen nobilísimo. Admira las cualidades de la flor, fruto y germen inefable de una semilla virginal y divina. Considera mi amor hacia ti y hacia esta Orden que es la mía. Lo que has visto es un signo visible de la cosa invisible. Los ángeles admirarán el nuevo sacramento que instituyo al fundar mi Orden dentro de tu corazón, antes de establecerla en Aviñon."(23)
Esta vocación fuera de serie, donde el plan divino se hacía realidad poco a poco todavía no podía tomar el hábito en este primer monasterio. Todo parecía marchar bien en París pero durante tres meses no recibieron carta alguna de la Madre de Matel, decidieron ir al correo a ver que pasaba y tuvieron la gran sorpresa de saber que el encargado de correo no estaba y apilaron todas las cartas. En cuanto las recogieron y leyeron, la M. Margarita se dispuso a cumplir de inmediato lo dispuesto por la Madre de Matel de trasladarse a Lyon y dejar en manos de la M. Catalina Fleurin la fundación de París.
Durante este viaje, el demonio intervino para que la M. Margarita no pudiera cumplir con la voluntad de Dios. La carroza en la que viajaba se volcó, le cayó encima y ante la admiración de todos no tuvo ninguna contusión. Es claro que la mano de Dios intervino en ello.
Algunos días después, por instrucciones de la Madre de Matel y del R. P. Gibalin, la M. Margarita, las hermanas Teresa Gibalin, Jeanne Fiot y Marie Malacher salieron con dirección a Aviñon. Llegaron el día de la fiesta de Todos los Santos, todo les fue favorable y llamaron a la Madre de Matel para ella fuese quien estableciera finalmente el monasterio. Mientras tanto las hermanas Marie Nallard, Francisca Gravier, el R.P. Bernardon y la Madre de Matel salieron de Lyon el 17 de noviembre hacia Aviñon para culminar la obra.
(1)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 10. pág. 202
(2)Autobiogragía. Jeanne Chezard de Matel. Cap. 50 pág.199
(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 207
(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 209
(5)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 209 . 210
(6)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 210
(7)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 211
(8)idem
(9)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 212
(10)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 213
(11) idem
(12) idem
(13)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 214
(14)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 215
(15)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 216
(16)idem
(17)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 216 . 217
(18)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 217
(19)idem
(20)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 218
(21)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 219
(22)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 220
(23)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 12 pág. 221
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