"Su Majestad me dijo: "Aquí está mi reposo para siempre, en él me sentaré, pues lo he querido. (Ps. 132, 14). Esto me recordó las promesas de Santa Clara y de Santa Teresa, así como la santa montaña que me hiciste ver dos días antes, al salir de la casa paterna como lo he dicho antes." (1)
Todas ellas observaban sus constituciones, pero su asociación no tenía existencia canónica, es decir, carecía de aprobación diocesana por lo que el R. P. Nicolás Dupont, confesor de la Madre de Matel "opinó que debía aprovechar el jubileo extraordinario concedido por Urbano VIII en 1627, y hacer un viaje a Lyon," (2) y solicitar a Monseñor de Miron su aprobación.
También le pidió que comulgara y consultara con Nuestro Señor. Habiendo hecho esto, escribe: "apartaste mi alma de sus propias inclinaciones atrayéndola a ti en un amoroso éxtasis, y llenándola de un dulce entusiasmo y convencimiento para emprender este viaje. Me hiciste ver un delfín fuera del agua, que parecía morir. Te dije entonces: Señor, ¿qué quieres hacerme saber con esta visión? Hija mía, así como este delfín se muere fuera de su elemento y de su alimento, yo te digo que, si pudiera morir de nuevo, moriría. Si te decides a ir a Lyon, me colocarás en mi elemento, y en mi alimento, que es, porque así es de mi agrado, el establecimiento de la Orden cuya misión te he confiado." (3)
Aún con fiebre, Jeanne viajó con Catalina. "Llegaron a Lyon el 15 de mayo de 1627, el mismo día que Monseñor Charles de Mirón (4) tomó posesión como arzobispo.
Antes de realizar cualquier trámite, la Madre de Matel oró durante tres días consecutivos para ganar la indulgencia del jubileo, y para conseguir la cita con Monseñor de Miron que, a través de un comité formado por: Madame Chevrière, el Conde d' Eveine, la Sra. de Vichy, la Sra. Beauregard y la Sra. Chanron quienes abogarían para que este asunto llegara a buen fin.
El Conde d' Eveine conociendo la oposición de Monseñor de Miron de abrir nuevos institutos religiosos, temió que al presentar a la Madre de Matel le negaría su aprobación, por lo que le aconsejó a Jeanne que se regresara. Ella nos escribe: "Tu bondad me urgió a ir, recordándome que hacía solamente unos días yo había visto en sueños a un obispo que consagraba una iglesia, en la cual entraba yo mientras que él escribía el alfabeto. Al terminar, me presentó pan sagrado que llevaba en la punta de su báculo invitándome a pedirle todo lo que yo deseara de él.." (5)
Segura de que todo saldría bien la Madre de Matel entró al arzobispado junto con el grupo de damas del comité y se sentó en el último lugar. Monseñor le hizo una seña para que se acercara para cuestionarla sobre la fundación. Después de escucharla con toda atención, él le dijo que había demasiadas Órdenes en la Iglesia y que desearía mejor, dedicarse a reformar las antiguas. Ella comentó lo que su confesor le había aconsejado en su carta. Monseñor la leyó en voz alta. Se apenó mucho pues ahí se mencionaban algunas expresiones de lo que Nuestro Señor le comunicaba, pero Monseñor, lejos de oponerse "se dio cuenta de que estas alabanzas me confundían y me dijo: Hija mía, estoy a tu disposición, cuando lo desees, para escucharte en privado" (6)
Monseñor d' Eveine temiendo que hablar en privado podría oponerse con más facilidad, solicitó aplazar la cita al día siguiente, a lo que Monseñor accedió. Le pidió al R. P. Morin, del Oratorio, confesor suyo, quien estuvo presente durante las tres horas que duró el interrogatorio. "Yo veía y conocía, Oh Divina Providencia, que me dabas una boca que expresaba tus luces, ante lo cual dijo este prelado que, contra su propio juicio, se sentía atraído hacia este Instituto, que veía bien era un deseo de tu sabiduría, que sobrepasa la de los hombres"(7)
Comisionó a R. P. Morin, teólogo, para que la examinara varias veces, con el fin de discernir que efectivamente esto procedía de Dios."El padre no olvidó nada y trató de confundirme para ver si lo que le decía, no eran lecciones aprendidas por diversas repeticiones." (8)
Al terminar el R.P Morin aseguró a Monseñor de Miron que todo era obra de Dios e inspirado por el Espíritu Santo. El religioso expresó a Monseñor de Miron, que desde el primer interrogatorio se había dado cuenta que efectivamente todo era obra de Dios y que a pesar de sus esfuerzos por confundirla, no lo había logrado. Monseñor de Miron dijo haberse sentido persuadido por su elocuencia al hablar desde un principio y le dijo: "Hija mía, si este proyecto fuera solo de usted, como lo soy yo el obispo de obispos que se oponen a los nuevos Institutos, la despediría; pero como viene de Dios, apruebo su Congregación para Roanne a petición de usted. haga redactar una solicitud a los Padres Millieu y Maillant y yo la firmaré." (9)
Asombrados por esta respuesta aconsejaron a la Madre de Matel que, viendo tan disponible a Monseñor da Miron aprovechara para establecer esta casa en Lyon. Ella le preguntó que si accedería y le contestó: "Hija mía, lo desearía más bien hoy que mañana. Si usted tiene inclinación a ello, será un placer para mí. Firmó la respuesta. La avaló con el sello arzobispal y adjunto la autorización para transferir la Congregación de Roanne a Lyon." (10) antes que se retirara la Madre de Matel comentó que si se pudieran establecer nuevas Ordenes sin Bula, él mismo establecería la de ella y no le hubiera pedido al Cardenal Spada, en Roma, hace tres día que mejor reformaran las Ordenes que ya existían a establecer otras nuevas y agregó que, no era tan humilde para presentarse ante él y pedírselo, así que era más conveniente que ella misma enviara una súplica a su Santidad, el Papa, que después de examinarla, enviará la Bula de aprobación que el ejecutaría de inmediato, y le pidió buscar una casa en Lyon para su comunidad.
Al retirarse de ahí, aceptó una invitación a comer de la Sra. Colomb, que era viuda. Durante la plática, ella le comentó que había una casa muy apropiada para este fin y que las religiosas de Santa Clara la habían desocupado. Ella quiso ir inmediatamente a verla. Al entrar en ella, su Divino Amor le dijo esta palabras: "Este es el lugar de mi reposo; habitaré en él porque lo he escogido? (Sal 131, 14)" (11) Al estar recorriendo la casa reconoció que era la montaña de aquella visión que tuvo al salir de la casa paterna y también recordó la promesa que Santa Clara le había hecho de ayudarla en algo grande.
La Madre de Matel informó a Monseñor de Miron que esa sería la casa y con una colaboración paternal le envió su carroza para que hiciera lo necesario para trasladarse. La casa de Lyon no estaba amueblada, así que hubo que acondicionar todo poco a poco. ¡El Verbo Encarnado quiso nacer de nuevo en el pesebre de pobreza! pero, cuyo amor a él las llevaba a sufrir con alegría y sin lamentaciones. Un buen número de pensionistas fueron ingresando y todas las personas que veían a nuestra fundadora la veían con admiración y respeto.
Aunque todo marchaba bien, después de un año las tribulaciones comenzarían: ella pensó pedirle a su padre la herencia que le correspondía de su madre, pero la insistencia de su padre de regresar a Roanne a dirigir la casa paterna colocó a la Madre de Matel entre la espada y la pared. La Madre de Matel decidió privarse aún cuando en ese momento, la herencia, podría haber solventado sus gastos. Ella continuó firme en la voluntad del Señor. A esto hubo que añadir la ausencia de casi un año de Monseñor de Mirón en Lyon, por lo que la Madre de Matel, se vio obligada a detener la marcha de esta obra hasta que regresara.
Mientras tanto Francia sufría de insurrecciones y guerras civiles, además de la pena de su reina, "Ana de Austria, que no había tenido el consuelo de tener un heredero al trono con el rey Luis XIII." (12)
En 1621, los RR.PP. Cotton y Jaquinot recomendaron a la Madre de Matel que ofreciera sus oraciones al Señor para que bendijera a los ejércitos del rey y los deseos de la reina. Dios le hizo saber que Luis XIII, por amor a San Luis su abuelo, y a la clemencia de su padre Enrique IV triunfaría de los protestantes, sus enemigos, y los bendeciría con hijos. "Vi varias veces al Gran Generalísimo de tu milicia celestial, San Miguel que acompañaba al Rey y asiste a la suya. Me dijiste entre 1621 y 1622 que él sometería a los herejes." (13)
Por el año de 1625, la Madre de Matel vio un árbol de flores de lys y escuchó estas palabras: "Este árbol es la generación de Luis XIII." (14)
El. R.P. Voisin, entonces director de la Madre de Matel, conociendo el contenido de estas visiones, le rogó insistir al Señor cumpliera las promesas que le había hecho para sus majestades. La víspera de San Lorenzo al insistirte en el logro de estas victorias y que mandaras pronto la paz, "te hacia ver como este joven rey jamás había gozado de la dulzura de un descanso desde que había recibido el cetro en su mano. Me hiciste ver a Luis XIII como un águila con yelmo en la cabeza y me dijiste: Hija mía, mira bien a este rey que es un águila. No descansará hasta que haya vencido a sus enemigos y humillado a sus súbditos rebeldes; los herejes a los cuales desea hacer ver en el sol de la verdad de la fe católica; no habrá paz durante largo tiempo." (15)
Con ocasión de su visita a Roanne en septiembre de 1627, el R. P. Voisin, visitó a la Madre de Matel volvió a pedirle que insistiera con Nuestro Señor el cumplimiento de esas promesas que le había hecho respecto a los reyes de Francia. "¿Cuándo veremos este árbol florido, y a nuestra Reina dar a luz a un delfín para Francia?" "Regresaré a celebrar misa el 3 de octubre. La Madre de Matel le pidió que se encontraran mejor en la Iglesia de Nuestra Señora de Chassaut."(16)
El 3 de octubre, antes de ir a misa, haciendo oración por sus Majestades la Madre de Matel dijo: "Señor, da descendencia a nuestro Rey; haz fecunda a nuestra Reina" (17) y tu Señor exclamaste: "Yo engrandeceré mi misericordia con su Reina. La visitaré como lo hice con Santa Isabel, al convertirla en madre. Siento piedad hacia las humillaciones de esta buena princesa." (18) entonces estalló de alegría y mientras se dirigía a Chassaut a misa iba pensaba en lo que el R. P. Voisin le había dicho: "Fíjate bien si es Dios quien te habla o es tu inclinación, " (19) diciéndose a sí misma que podría equivocarse, entonces, al entrar a esta iglesia escuchó: "¿Sobre quién reposa mi Espíritu, si no es sobre aquella que se humilla ante mí, y que tiembla ante mis palabras? El justo crecerá como un lirio. Hija mía Luis crecerá como los lirios y florecerá en mi presencia. Estando arrodillada, me hiciste ver una espada rodeada de rayos semejantes a los que coronan las cabezas de los santos. Los colores de estos rayos se asemejaban a los diversos colores del arco iris. Una virtud celeste llevaba la espada, envainada en terciopelo negro. Tu me explicaste: Hija mía, esta es la espada de Luis, que saldrá victorioso en la Rochelle."(20) Sentí después un rayo de luz diferente a los que recibo de ordinario, y que procedía del sagrario donde estaba el divino Sacramento del cuál escuché: Deseo apacentarme entre los lirios, estableceré mi Orden después de las victorias y bendiciones que concederá al Rey y a la Reina." (21)
Al volver del éxtasis, se acercó al confesionario donde el R. P. Voisin la esperaba, pero, sufrí un asalto amoroso que me privó del habla, el padre, con toda paciencia, esperó a que este terminara, porque deseaba saber lo que había pasado. Después de confesarse, el R. P. Voisin prometió a la Madre de Matel no decir nada hasta que se cumplieran las promesas anunciadas. Ella misma escribe que le llevaría mucho tiempo describir todo aquello que Nuestro Señor le comunicaba sobre como el Rey era ayudado por los santos.
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap X pág. 169
(2) idem
(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. X pág. 173
(4) Autobiografía de Jeanne Chezard de Matel. Cap. 44 pág., 323
(5) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. X pág. 173 . 174
(6) Autobiografía de Jeanne Chezard de Matel. Cap. 66 pág., 303
LA ROCHELLE
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