Jeanne nos relata que, así como el Señor "quiso anunciar su nacimiento temporal con numerosas profecías y figuras, así también preparó su nacimiento místico en su Orden con frecuentes visiones y promesas simbólicas" (1)
Siguiendo los consejos del padre Jaquinot, provincial de la compañía de Jesús, que debía esperar el tiempo fijado para la fundación. Ella no volvió a tocar el tema y nos narra que sólo a veces le hacías ver que el día de iniciar el establecimiento de tu orden se acercaba.. "Un día de San Ignacio de 1621, me dijiste que de Roanne, que es un lugar pequeño, nacería nuevamente el Señor que rige el cielo, la tierra y principalmente el pueblo de Israel. Hija, así como mi primer nacimiento causó grandes inquietudes en los espíritus de los grandes, así sucederá en el segundo; prepárate a sufrir grandes contradicciones." (2)
Estos sufrimientos ya habían comenzado en casa, que a pesar de que podía actuar con libertad en sus acciones cotidianas, fue un constante sacrificio tener que solicitar autorización para retirarse hacer su oración y ocultar a su familia lo que Dios estaba realizando en ella. Después de muchas luchas interiores Dios le dijo: Si te estoy haciendo pasar por todo esto es para "darte el mérito y la experiencia del sacrificio de los tres votos de religión" (3)
Sin embargo, pasó por largas pruebas, depresión, tristezas, enfermedades y de la que más se quejaba a su confesor eran las ausencias de su Señor, a lo que su Amado le dijo: "Te quejas de mi ausencia a tu confesor, ¿acaso no ha venido mi Madre a visitarte? Y en ese instante, vio surgir ante ella una cruz de mármol blanco su altura y pesadez la hicieron retroceder de espanto. Hija mía, no llevarás tú esta cruz, sino que ella te llevará a ti. Es roca de mármol. Sobre ella quiero fundar el Instituto. Yo soy la verdadera roca sobre la que está fundada mi Iglesia. ¡Valor! Fundaré mi Orden sobre mi mismo."(4)
Jeanne en un acto de abandono total pronuncia su consagración: "Misericordiosísimo Creador y Salvador mío, de Ti procede todo lo que tengo por naturaleza y gracia; mi cuerpo y mi alma son obra de tus manos. Si algunas virtudes hay en mi, don efecto de tus misericordias y de las gracias que mereciste para mi por tu muerte y pasión. Te entrego y devuelvo por deber y por amor todo lo que me has dado por caridad y misericordia. Me abandono y me arrojo ciegamente al seno de tu divina Providencia. Me doy y someto con un entero e irrevocable abandono de todo mi ser a tus divinos deseos. Renuncio, desde ahora, con toda la plenitud de mi libre arbitrio, a mis propias inclinaciones, a mi juicio y a mi voluntad; a todos los honores, dignidades y contentamientos; a todas las amistades y parientes y en general, a todas las criaturas en tanto que sean para mí un impedimento en el ejercicio de este voto de abandono. Amorosísimo y amabilísimo Salvador, dame la gracia de perseverar indefectiblemente en este amor, y cumplir este voto de abandono que confieso, confirmo y ratifico firmándolo en tu presencia, en la de la gloriosa Virgen María, de San José y de mi ángel guardián. Jeanne de Matel" (5)
Nuestro Señor le prometió proporcionarle todo lo necesario para la fundación diciéndole: "Hija mía, tu suerte está en mis manos y en mis ojos tus recursos; en mi seno, tus tesoros. Contemplo con delicia las casas de mi orden, donde seré adorado espíritu y en verdad. No dudes esto, mi providencia vela sobre ti. Nada te faltara; deléitate en este Señor todo amor por ti, y él te concederá las peticiones de tu corazón; verás como el escuchará sus deseos y mucho más de lo que puedas imaginar" (6)
El 15 de enero de 1625 durante la misa que celebraba el R.P. Cotton se le apareció Cristo llevando un manto de púrpura muy usado y casi descolorido, que le pareció ser el mismo que le dieron junto con la corona de espinas y una caña por cetro mientras se burlaban de él en su pasión, entonces, dice ella, "hiciste de mi alma un tabernáculo, y de mi corazón tu trono, haciéndome comprender que deseabas que las hijas de tu Orden llevaran un manto rojo" (7)
Escribe que le pidió perdón porque en ese momento le dijo: "Señor, se reirán de mí cuando les ponga este manto" (8)
y Él le dijo: "Hija ¿no me fue impuesto por burla? Mis esposas deben amar mis desprecios y mis sufrimientos para parecerse mejor a mí. Quiero dirigirles a todas ellas estas palabras 'Revístanse de Nuestro Señor Jesucristo.' Jeanne le dijo: ahora te pido "querido esposo concédenos la gracia de revestirnos enteramente de ti crucificado."(9)
Algunos meses después Nuestro Señor se le apareció vestido con una túnica blanca y le dijo: "Yo soy, el Esposo blanco y rojo (Cant. 5,10) Con este blanco de inocencia y este rojo de caridad deseo revestir a las Hijas de mi Orden. Estos son mis colores y mis libreas, que ellas deben portar: Su túnica blanca honrará la que me fue dado en casa de Herodes, y su manto rojo el que me fue dado en casa de Pilatos." (10)
Poco tiempo después Catalina Fleurin le contó a Jeanne que durante un éxtasis prolongado "vio a cuatro ángeles llevando un cuadro en el que ella estaba representada, junto con el nombre adorable del Salvador," (11)
le informó sobre la totalidad del designio cuya ejecución le había ordenado Nuestro Señor y que ella mantenía en secreto. Jeanne quedó tan asombrada al escuchar el humilde relato de Catalina que se dijo interiormente que la invitaría a comer para platicar con ella. El domingo de la octava de Smo. Sacramento, la Sra. de Matel consintió que su hija invitara a comer a Catalina Fleurin, dejando pasar un rato después de la comunión, Jeanne se acercó para hacerle la invitación, pero al darse cuenta que estaba en éxtasis, esperó a que volviera en sí. Catalina comentó a Jeanne: "Nuestro Señor me ha encargado anunciarte que el tiempo en que desea manifestar su designio ha llegado y que es necesario informar de ello al R.P. Cotton," (12) quien en ese momento vivía en París.
El último día de la octava de del Santísimo Sacramento, el Señor da a Jeanne un signo más de su voluntad. "le hace ver un prado sin puerta en el que una multitud de corderos se encuentran sin pastora. 'Apacienta mis ovejas,' después le muestra altares y coronas, pues esas ovejas deben ofrecerse en sacrificio de amor."(13)
Todos estos sucesos le confirmaron su misión a Jeanne y el 6 de junio, fiesta de San Claudio, al salir de vísperas, Catalina se le acercó y le dijo que era necesario comenzar la congregación lo antes posible a lo que Jeanne contestó "Comienza tú misma." Catalina replicó "Sí, sí comenzaré. Dios puede darme las cualidades que me faltan; pero al rehusar empezar, resiste usted al Espíritu Santo."(14)
Lo que Jeanne acababa de escuchar por boca de Catalina era sin duda la voz de Dios. ¿Qué podría hacer ella? Tenía que obtener el consentimiento del R.P. Jaquinot para dar inicio a su misión. Mientras tanto su divino Rey, acompañado de su corte la visitó, ella nos narra "Todos tus cortesanos me congratulaban por la amorosa dilección que mostrabas hacia mí, alabando tu misericordiosa caridad por elegir a una niñita para extender tu gloria en la tierra y portar tu Nombre eterno y temporal que está comprendido en estas palabras: VERBO ENCARNADO. Todos ellos hacían resonar, con júbilo y alegría. Tantas alabanzas me dejaban confusa, que pronuncié, las palabras de tu Santa Madre: ¡He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra! ¡Oh dulzura amorosa! Me hiciste escuchar, sin saber que persona hablaba: Bienaventurada eres por haber creído, pues se cumplirán las cosas que te han sido dichas por el Señor "(15)
El R.P. Jaquinot no podía asistir a Roanne por tener que viajar a Toulouse, pero nuestro Señor le inspiró desviarse a Roanne para visitarla. El 21 de junio de 1625, llegó el religioso para el asombro de Jeanne porque no lo esperaba. Ella le dijo: "El cielo y la tierra me presionan para que inicie la Congregación. Mi confesor y el de Catalina son de la misma opinión," (16) pero sólo lo haré, si usted lo aprueba. El P. Jaquinot le volvió a preguntar ¿hija mía, qué opina usted? Y después de escuchar su relato dijo a Jeanne: "Comience cuando lo desee o cuando pueda" (17)
Catalina pidió al P. Jaquinot hablar con él, mientras Jeanne oraba. Durante esta oración "vio una corona de espinas, en cuyo centro estaba escrito el santo nombre de Jesús sobre un corazón traspasado por tres clavos, que encerraba estas palabras: AMOR MEUS. Nuestro Señor le dijo: Hija mía, mi nombre es óleo derramado. Muchas almas serán atraídas a esta orden por la dulzura de este Nombre. Haz poner sobre el escapulario lo que has visto en esta visión, a fin de que yo repose sobre el pecho de mis fieles esposas. Y ella exclamó: en adelante reposarás en nosotras, querido Amor, en nuestro corazón" (18)
El 23 de junio, después de comulgar, vio un ciborio (custodia) conteniendo al Santísimo Sacramento, que por sí solo permanecía entre las nubes. Nuestro Señor coronaba a una persona arrodillada ante Él, quien le hizo comprender a Jeanne que esa persona era ella y que la coronaba, no por sus propios méritos, sino por su misericordia. El copón sagrado se inclinó hacia ella y se escuchó una legión de ángeles diciendo: !Gocemos y saltemos de júbilo, y démosle la gloria! He aquí la esposa del Cordero y su esposa se ha revestido con la túnica blanca cuya belleza no se compara con nada terrestre.
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.68
(2) Autobiografía Jeanne Chezard de Matel. Cap. 39 p.121
(3) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.71
(4) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.72
(5) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.72 y 73
(6)
(7)
(8)
(9) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.77
(10 Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.78
(11)
(12) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.79
(13) idem
(14) idem
(15) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.81
(16) idem
(17) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.82
(18)idem
(19) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezar de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap VI p.83
(20)idem
mcfariasrwebCopyright © 2024 Todos los derechos reservados