"La hora, en efecto, había llegado. Después de haber asociado durante tanto tiempo el alma de su querida esposa a las claridades y delicias de su alma bienaventurada, el Esposo sagrado va a compartir con ella los sufrimientos y agonías de su alma triste hasta la muerte, haciéndola experimentar , una después de otra, las torturas de su amarga Pasión"(1)
Acompañada del R.P. Bernardon, de Sor Isabel del Santo Amor, de Sor Francisca Gravier, de Marie Chaud, Marie Anne du Becy y la Madre de Matel salieron rumbo a París, el 3 de mayo de 1663, día de la Santa Cruz.
Conforme se acercaban a París más era el sufrimiento de la Madre de Matel quien a pesar de los esfuerzos que hacía porque no lo notaran, la dolorosa pasión que sentía se transparentaba en su faz.
Cuando llegó a París fueron directamente al monasterio, no quiso acceder a las peticiones de recibir visitas de quienes lo solicitaron. Al llegar al convento fue recibida con la ceremonia acostumbrada pero sin mucha alegría. Las hermanas no se acercaban a la Madre hasta que la M. Elizabeth del Calvario Gerin lo hizo después de tres días. Ellas hablaron mucho sobre todos los problemas que había, sobretodo los económicos. Después de mencionar que trataría de hacer todo lo posible por pagar las deudas de Lyon e iniciar la fundación en Roanne, vería la manera de dar gusto a las peticiones del superior de París y agregó: " ¡Ay, hija mía cuánto me cuesta! Solo Dios sabe cuántas lágrimas he derramado y cuanto he sufrido. El ve que ustedes lo agradecen poco, lo cual es para mí el mayor motivo de pena cerca de Él! " (2)
La M. Gerin había convencido a todos y pensaban como ella, así que en las audiencias que tuvieron con todas las grandes personalidades del lugar para resolver los asuntos referentes al convento, la Madre de Matel oraba. Al término de cada una ella salía e iba a pedirle a Dios le indicara cuál era su voluntad.
Un día decidió enviarle a su confesor, el R. P. Bernardon a presentar sus respetos al Prior de Saint Germain y solicitar aceptara visitarla. Esto agradó al Prior y la aceptación fue inmediata, ya que él sólo conocía a la Madre de Matel por lo que había oído. "Sin embargo, cuando se vio en la presencia de una mujer tan venerable, cuya distinción nativa era realzada por la modestia y dignidad que imprimía en toda su persona el profundo sentimiento de la presencia de Dios., de la que estaba penetrada, se sintió sobrecogido de respeto." (3)
Mientras más platicaba con ella, se daba cuenta de que su interés sólo eran sus hijas y no tanto el aspecto económico. Le pidió redactara una carta explicando la situación del convento y se la enviara lo más pronto posible. Se fue muy satisfecho y edificado, aún cuando difería un poco en sus opiniones. La Madre de Matel pensaba que era necesario sacar a las hermanas de Paría y llevarlas a otro monasterio y el Prior no lo creía conveniente.
La Madre Gerin se dio cuenta que, con la presencia de la Madre de Matel, las personas estaban cambiando de opinión. Quiso impedirlo y preparó nuevos planes para evitar la confianza que estaban adquiriendo. El Prior Dom Philibert cambió su actitud y volviéndose adherir a las intenciones de la Madre de Gerin, le entregó la carta que la Madre de Matel le había mandado, explicando todos los detalles de los bienes con los que se contaban. La M. Gerin se atrevió a anular una cláusula.
La M. de Bely exclama: " ¡Dios mío, qué injusticia, que ingratitud tan manifiesta!. En el preciso momento en que aumenta nuestro ingreso con nuevos beneficios, a los que no está obligada, en lugar de darle las muestras más grandes de nuestra gratitud, se pretende privarla de su derecho que adquirió legítimamente en el contrato de fundación, y que los superiores le habían concedido de buen grado, a causa de la deferencia con que siempre se acogieron sus peticiones." (4) Esto se refería a que no portaba el hábito y a la toma de hábito de algunas hermanas avanzadas en edad.
La M. Gerin insistió en una nueva redacción del contrato donde se especificaban todos los bienes del convento. Una vez terminado el contrato Dom Ignace visitó a la Madre para que lo firmara, pero ella dijo: "Padre, esta carta contiene artículos falsos que no puedo ni debo pasar por alto. Estoy dispuesta a firmar la que tuve el honor de presentarle, pero me es imposible firmar ésta, en la que me hace pasar por una persona que se ha adueñado de los bienes ajenos, lo cual es no solamente injurioso para mi, sino perjudicial para toda la Orden. Jamás, que yo sepa, se me ha acusado de cosa semejante, y jamás persona alguna me convencerá de ello."(5)
El Padre Prior regresó a informarle a la M. Gerin de su fracaso. La lucha a muerte había comenzado. Planearon convencerla muchas veces pero fracasaron."La santa Madre debió percibir, forzosamente, esta obsequiosidad que la hacía sufrir en extremo. Sin embargo, el heroísmo de su virtud le daba la fuerza de contenerse y, callando, se remontaba hasta la causa primera de estas pruebas, adorando interiormente los designios crucificantes de Dios sobre ella." (6)
Todo intento por convencerla fue inútil. "Padre, todas las razones que usted me da no son lo bastante fuertes para persuadirme de que debo firmar un acta que contiene falsedades. Mientras más pienso en ello, menos lo apruebo. Cuando considero la cosa delante de Dios, veo que, como jamás me he apoderado de bienes ajenos, no estoy obligada a una restitución. Tampoco he tocado las dotes de mis hijas; ellas saben que, desde que las fundé, les he dado casa, mobiliario, alimento y sustento en la salud y en la enfermedad; en tiempo de paz y en tiempo de guerra, estando yo presente y ausente. Solo recibí para ellas dos mil libras de mi Señor el Canciller, las cuales se emplearon para la construcción de la iglesia, de todo lo cual he rendido cuentas... No me arrepiento de haberles hecho bien; por el contrario, estoy muy dispuesta a seguírselos haciendo... Esta razón debería hacer confesar a usted que me equivocaría aceptando este contrato en el estado en que se me ha presentado. En cuanto sea corregido, tendré el placer de firmarlo." (7)
En ese momento entró abruptamente la M. Gerin, quien esperaba afuera, se arrodilló, y suplicó a la Madre de Matel firmara el documento. Comenzó a cantar el Veni Sancte Spiritus, el padre hizo lo mismo y ella también, pero permaneció inmutable en su negativa. La M Gerin insistió que debía escribir al menos un papel con los bienes del convento y la M. Madre de Matel le contestó: "Hija, esta medida es de todo inútil; me repugna recurrir a ella, por parecer que esto es obrar a escondidas. Jamás he obrado de esta manera en los asuntos de mis monasterios. Todos han sido edificados según las formas requeridas, y en presencia de los superiores" (8)
Nada era suficiente para detener las intenciones de la Madre Gerin, esta sesión duró más de cuatro horas y estaba agotando a la Madre de Matel. El Prior había escrito en un papel "Prometo a Dios donar a mis hijas de París los inmuebles que ocupan, junto con dos mil libras de renta"(9) se lo enseñó y la Madre de Matel accedió a firmarlo porque en él no se lastimaba la verdad. Le dijo que esta nota la conservaría ella hasta que hiciera la nueva redacción del acta. Sin embargo no fue así, el Prior le pidió se la prestara para ir a mostrarla a los amigos de la Orden como prueba de su sinceridad y buenas intenciones hacia el convento de París, pero ella no volvió a ver el papel ni al religioso.
La M. de Bely aunque quería mucho a la Madre de Matel no se atrevía ni hablar con ella por temor a la M. Gerin. En una ocasión, esta hija le dijo: "Madre acabo de enterarme, de que el Monasterio que usted fundó va a ser destruido, y que se considerará a usted su destructora, ya que esta desgracia caerá sobre nosotras a causa de su negativa a declarar en las formas sus buenas intenciones hacia nosotras. Su reputación sufrirá, en consecuencia, un grandísimo daño: se piensa que usted obra así por apego a sus bienes." (10)
Sin embargo, la M. de Bely escribió después:"lo que me consuela en el triste recuerdo de mi conducta de entonces, es la seguridad que me da el corazón de haberla siempre amado y valorado en alto grado, a pesar de las apariencias de frialdad en que me sumían la debilidad y el temor. Adoraba en ella el orden de Dios. Admiraba, en el fondo de mi alma, todo lo que me parecía que pasaba en al suya, en especial su fidelidad en seguir el camino extraordinariamente duro por el que Dios la llevaba junto con su inalterable sumisión, humilde paciencia y dulzura de espíritu." (11)
La tempestad seguía pero bastaba para apagar las llamas del verdadero Amor y solía decir: "¡Ay hijas mías, cuantas aflicciones me causan! Jamás estuvo madre alguna tan afligida como yo lo estoy, con excepción de la Madre de Dios, pues no debo hacer comparación alguna entre mis dolores y los suyos. Pido al Señor que las perdone y les conceda tener piedad de su Madre, que, en su caridad, las lleva a todas en su seno." (12)
Tanta violencia que tuvo que hacerse ante estos ataques, doblegaron la salud de la Madre de Matel, al grado de que ya no podía salir de su habitación. Sus días transcurrían orando y contemplando las imágenes que pidió le colocaran al rededor de su cuarto.
Un día llegó hasta ella una carta de la M. Gerin dirigida al P. Poncet donde le hablaba que sería conveniente un director espiritual, porque había decaído en ese don con el que el Señor la había favorecido, pero que a pesar de ello, comulgaba todos los días. Ese escrito fue como si unas flechas se clavaran en su corazón. La Madre exclamó: "¡Oh mi Señor, ¿será posible que sufriendo por amor a ti todos los males que debo soportar, dejases de estar conmigo, tu, Verdad inefable, que nos aseguraste por tu profeta que estás con los que viven en la tribulación? Sabes que la que me rodea es las más grandes y que mi alma se encuentra en un abismo de dolores. ¡Ah Señor! Que será de mí si me veo privada de esta dicha? No lo permitas, por favor; o bien, sácame de este mundo, porque tú sabes, Dios mío, que mi alma no puede vivir sin este pan supersustancial. Recuerda que es mi fuerza y todo mi consuelo en este valle de lágrimas." (13)
La Madre para consolar a su alma compuso algunas estrofas que cantaba. Ella creía no ser escuchadas, pero Sor Francisca Gravier que permanecía lo más cerca posible escribió estos fragmentos:
"A la sombra del altísimo pino;
entrecruzado por puntas mil,
desde la noche hasta la mañana,
las manos juntas y de rodillas,
grandes clamores elevo a ti;
¡ven en mi auxilio, porque yo muero!
No he fabricado un falso Dios
sobre las ruinas de tu añoranza;
espero, pobre, en humilde sitio
, todas tus leyes con gran paciencia.
No he adorado, ni quiero hacerlo,
un becerro de oro, nunca jamás.
Jesús, que en esta estadía de guerra,
seas el apoyo de mi lealtad;
sé para mí el sol en la tierra,
y mi porción en la eternidad.
No porque sufra mil muertes,
no, ha de dejarte mi corazón."(14)
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Como si fuera poco el dolor y el sufrimiento, enviaron a Dom Arséne para arrancar de su lado a Sor Francisca Gravier. Ella suplicó que le impusieran cualquier penitencia, pero que no la alejaran de su querida Madre, pero a pesar de todo, las separaron.
Las visitas de personalidades fueron frecuentes y solamente con la intención de convencerla. La M. Gerin mandó elaborar un escrito a su conveniencia y aprovechar la débil salud de la Madre de Matel para que lo firmara."La santa fundadora, quien a pesar de no estar obligada por voto, jamás había sabido, dice la M. Bely, lo que era resistir obstinadamente a un superior, se puso entonces de rodillas, y ofreciendo a Dios, a ejemplo de Aquel que se hizo obediente hasta la muerte de Cruz, el sacrificio de la extrema violencia que sufría, firmó el malhadado contrato." (15) Esta fue la sentencia de muerte del monasterio de París.
Después de la separación de Sor Francisca Gravier, el cuidado de la M. de Matel recayó en la M. de Bely, quien "sintió ante ello una inmensa alegría, guardándose, sin embargo, de mostrarla al exterior, por temor a caer en las sospechas de la superiora y colocarse con ello, en la impotencia de mejorar la situación." (16)
Esta frialdad hizo sufrir más a la Madre de Matel, pero un día todo se aclaró: "Entonces, cuenta la misma M. de Bely, nuestra digna Madre, a la que con razón se ha llamado <paloma sin hiel >, me abrazó diciéndome con una bondad que sobrepasaba toda expresión: Hija, perdono de corazón todo lo que hayas hecho contra mi hasta ahora, por cualquier consideración que sea. Bendigo a dios por tu regreso. Con mucha frecuencia he orado y llorado en su presencia para obtener esta gracia de su infinita bondad. Ofrezcámonos a él para hacer de hoy en adelante todas sus voluntades, y pidámosle la gracia de ser dignas víctimas de su amor." (17)
Esta alegría, fue el bálsamo que en esta ocasión, el Señor quiso derramar en su querida esposa. Fueron confidentes una de la otra y trataban de mitigar las aflicciones cantándole a la Santísima Virgen María. Cuando le leía libros solía decir: " ¡Ah, llevo en mi interior otra lectura diferente de la que me haces! Sus caracteres son invisibles a los ojos del cuerpo, pero se hacen sentir en el corazón de una manera inexplicable. Sólo Dios puede comprenderlos, así como lo que sufro noche y día. Le pido que perdone a mis hijas por haberse obstinado en desear este contrato distinto a como yo lo entendía." (18)
LA M. de Bely trató de calmarla diciéndole que el monasterio llegaría a ser muy floreciente, pero la M. de Matel sabía que no sería así. Comprendió que no debía insistir y se dedicó a escucharla y alabar junto con ella a su Señor.
"¿A qué se debe que no habiendo perdido hasta hoy nada del gran juicio y de la sublimidad de espíritu con que el Señor la ha dotado, y que ha adquirido, además de la experiencia que dan los años, tesoros de méritos y de gracias, esta Madre incomparable, a causa de las intrigas de una sola persona en la que no aparece ningún talento extraordinario, sea tratada como si hubiera llegado a ser incapaz de ejercer las funciones de la autoridad que le concede su calidad de Instauradora y Fundadora de la Orden; si desde la silla donde permanece sentada desde la mañana hasta la noche, sin atreverse a informarse de los asuntos del monasterio, pronuncia oráculos en favor de la verdad, dando a conocer las desgracias que la divina Justicia nos prepara, sin prestar a ello atención alguna, lo mismo que la las saludables instrucciones que nos da para nuestro bien particular o par el ajeno? "(19) y la M. de Bely exclamaba: ¡Dios mío! ¿Qué revolución es ésta? ¿No hay alguien que pueda apaciguarla un poco? Y comenzó a recorrer en su mente a todos sus amigos, pensando que la ayudarían, pero faltaba su consentimiento. Un día le dijo: "Madre no soporto verla más en ese estado; voy a informar de ello al Sr. Canciller, a fin de que ponga todo en orden. Hija mía, te lo prohíbo, respondió ella con un tono de autoridad que raramente utilizaba; te hago saber que me hubieras causado un gran disgusto si lo hubieras hecho sin advertirme de ello. Mi hija Gravier habría hecho lo mismo, si no se lo hubiera yo impedido." (20)
Otro día la M. de Matel le dijo: "Hija, me guardaría mucho de seguir sus propuestas; mi hora de sufrir ha llegado, no debo aplicarme sino aprovecharla bien y a permanecer en la fidelidad que Dios me pide. Por ello insisto en imponerte silencio. Aunque me escuches decir que sufro mucho, no debes tomar estas palabras como una queja del mal que siento solo en mi persona, o un deseo de ser librada de él. No, hija, me lamento en especial por ustedes, no por mí, pues ya no me queda mucha vida por delante." (21)
Las personas que la visitaban, le comentaban que se habían enterado de los disgustos con sus religiosas y ella les contestaba que así como el Verbo Encarnado no hizo nada por salvarse de sus enemigos yo tampoco quiero hacer nada en contra de nadie.
A pesar de las precauciones tomadas para que no se corrieran los rumores de su sufrimiento. En cuanto la esposa del Canciller se enteró, pidió hablar a solas con la Madre de Matel. Al verla le dijo:" Estoy disgustada con usted, mi Reverenda Madre, por no haberme informado del tratamiento que recibe aquí, yo creía que tenía usted tanta confianza en el Canciller, como nosotros dos la tenemos hacia usted... por ello vine a informarme ¿qué está sucediendo.? Nada Señora solo sufrir porque Dios lo quiere. " (22) Platicó con ella pero le hizo prometer que callaría.
Las preocupaciones de la M. Gerin estaban en sacar partido de todo. Mejoró en mucho el convento, es cierto, pero ¡a qué precio! "Parecía que el éxito estaba a punto de coronar sus esfuerzos. Dios, sin embargo, la esperaba ahí donde iba a recoger el fruto de su incalificable proceder hacia la santa Madre." (23)
Los padres de familia de la alta sociedad de entonces, que habían tratado la admisión de sus hijas con la fundadora, pero que la M. Gerin las rechazó, se ofendieron y se propusieron que la M. Gerin regresara a Grenoble. Los superiores accedieron pero, esta religiosa, preparó muy bien a quien sería su sucesora, la M. de la Asunción Saurel para que continuara con sus planes. La M. Saurel era muy virtuosa, fue ecónoma, maestra de novicias y sus cualidades muy buenas para este cargo. A pesar de la manipulación de la M. Gerin, el fervor, la recta intención, la veneración a su fundadora y sus sentimientos hacia la M. de Matel, la movieron a pedirle consejo y buscar los medios para tenerla contenta. Abrió nuevamente las puertas a Sor Francisca Gravier, cuyo regreso consoló mucho el corazón de la Madre y admitió a varias postulantes, tomaron el hábito tres hermanas y otra profesó. También le pidió a la M. de Matel que se encargara de los asuntos y gestiones importantes del convento. "No rehusaré hacerlo, hija, respondió ella, pero, para contentar a Dios y atraer su bendición en este asunto, es necesario elaborar una carta que corrija las faltas de aquella de la que me he quejado, y a cuyo registro no debo consentir por contener falsedades." (24)
La M. Saurel envió al día siguiente las cartas al Sr. du Burg, quien estaba muy contento y accedió a tramitarlo, aunque iba a ser difícil. Sin embargo convenció a los magistrados de hacerlo y lo logró y "cuando se supo, entre el público, el éxito de esta gestión, la sorpresa fue grande: Parece, se decía, que la Madre se ocupa de los asuntos de su Casa, pues acostumbra lograr todo lo que emprende" (25)
Pero, la M. Saurel se desanimó al pensar en la M. Gerin y quiso dejar las cosas como estaban. Un vano temor se había apoderado de su espíritu y su prudencia y sabiduría parecían habérsele retirado.
Uno y otro obstáculo se interponía en las gestiones de este asunto y para colmo "el Parlamento de París proclamó un fallo por cuyo medio vedaba recibir en adelante carta alguna de fundación, y prohibía a todos los conventos, tanto de hombres como de mujeres, admitir sujeto alguno al noviciado o a la profesión antes de presentar ante los magistrados delegados a este efecto, sus títulos originales de fundación junto con un inventario de todos sus bienes temporales." (26)
La M. Saurel perdió toda esperanza de hacer próspera esta casa y resolvió regresar a Grenoble. Junto con ella fueron saliendo otras que fueron perdiendo las esperanzas de profesar. "Cada salida, cuenta la M. de Bely, era como una espada que le traspasaba el corazón...y mirando al crucifijo decía: Dios mío, ¿por qué permites que mis ojos vean la desolación de esta Casa que tanto he temido y que estas hijas vuelvan al mundo, del que tu misericordiosa bondad las había sacado? Señor, tómalas bajo tu protección y no permitas que se pierdan en él. " (27)
La M. de Matel decidió que la nueva superiora sería la M. de Bely. Ella en total acto de sumisión y deferencia hacia su fundadora inclinó la cabeza aceptando el cargo y después escribió: "Dios lo permite sin duda porque habiendo resuelto vengarse de mis faltas pasadas, deseaba que nuestro Monasterio pereciera entre mis manos, y que toda suerte de desgracias deseaba que nuestro Monasterio pereciera entre mis manos, y que toda suerte de desgracias cayeran sobre él para obligarme a hacer penitencia y mantenerme en una profunda humillación por el resto de mis días. ¡Qué su justicia y su misericordia lo alaben eternamente por mí! Así sea." (28)
Inmediatamente quiso continuar con los trámites pendientes pero, a pesar de todo su esfuerzo, no lo lograba. Pero se dedicó a solicitar el permiso correspondiente para que la M. de Matel profesara. Con la ayuda de su primo el Sr. d'Imonier, secretario del Cardenal de Vendome, que trabajaba al lado del Papa Clemente, obtuvo el tan deseado permiso y declaró nuevamente a "la Madre de Matel Instauradora y Fundadora de la Orden del Verbo Encarnado" (29)
La M. de Bely se apresuró a informar esto a la M. de Matel, quien lo agradeció tiernamente con un suspiro y exclamó: "Dios mío, ¿cuándo llegará tu hora? " (30) Ella estaba dispuesta a esperar hasta que su divino Amor le permitiera hacerlo.
(1) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 446
(2) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 449
(3)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 451
(4)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 453
(5)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 454
(6)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 455
(7)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 353 . 458
(8)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 459
(9)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 460
(10) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 463
(11)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 464
(12)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 464
(13)idem
(14)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 25 pág. 468
(15)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 477
(16)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 480
(17) idem
(18)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 481
(19) idem
(20) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 483
(21) Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 484
(22)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 486
(23)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 488
(24)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 490
(25)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 491
(26)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 492
(27)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 491
(28)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 494
(29)Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chezard de Matel. M. Saint Pierre de Jesús. Cap. 26 pág. 496
(30)idem
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