PRIMER PROYECTO DE CONSTITUCIONES 1619

 Capítulo 1 - Razones de ser y objetivos del Instituto

[1] CONSTITUCIÓN DEL INSTITUTO RELIGIOSO DE HIJAS DEL CORDERO JESÚS. AL PRESENTE RELIGIOSAS DEL VERBO ENCARNADO Y DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO 

    Envía, ¡oh Señor!, el Cordero dominador de la tierra, desde la peña del desierto al monte de la hija de Sión (Is_16_1).

 Alabaré al Señor con todo el corazón en la reunión de los justos y en la comunidad. Grandes son las obras del Señor, dignas de escrutarse por todos los que las aman. Memorables hizo sus maravillas; misericordioso y clemente es el Señor. Santo y venerable es su nombre. Principio de la sabiduría es el temor del Señor (Sal_111_1s).

Esta santa Orden se ha fundado para la mayor gloria de Jesús, Hijo del Dios eterno, y de la Inmaculada Virgen María, bajo el título del Cordero, debido a varias consideraciones.

    Para renovar en estos últimos tiempos la devoción que los fieles cristianos de la Iglesia primitiva practicaron [2] en honor del divino Cordero, el cual fue señalado por el dedo de San Juan Bautista, mientras decía: He ahí el Cordero de Dios, he ahí el que quita los pecados del mundo. Los discípulos lo siguieron, aceptándolo como el Hijo de Dios Encarnado, nuestro verdadero y soberano Mesías.

    2°- Este el Cordero que se ofreció al Padre celestial desde el comienzo del mundo para ser sacrificado, a fin de rescatar la gracia que el primer hombre perdió junto con la feliz permanencia en el paraíso terrenal. Este divino Cordero vino para redimir al Pueblo de Israel, pero aquel pueblo lo rechazó, crucificándolo fuera de la ciudad. Por esta razón fueron privados los judíos del fruto de la Redención.

    3°- Como dijo el apóstol, él quiso que, mediante la gracia, su dulce voz fuera escuchada por los gentiles que así como el cordero simbólico fue el signo de la liberación del pueblo de Dios de manos del faraón, de igual modo, deseaba un día sacarlos de Egipto al amparo de su estandarte, y arrancar de la esclavitud de Satanás a las nuevas almas israelitas, para llevarlas a un instituto religioso, que es la tierra que mana leche y miel. Es este cordero quien fluye y se destila: Son miel tus labios y leche tienes debajo de tu lengua y la fragancia de tus vestiduras es como el incienso (Ct_4_11). El perfume de esta sagrada humanidad asciende como el incienso del sacrificio en presencia [3] de Dios; es el sacrificio de alabanza que le es acepto. Al salir de este mundo, Jesús realizó en verdad esta figura, y con su más ardiente amor, amó a los suyos que estaban en el mundo, y lo hará hasta el fin de los siglos. Los tenía presentes y estaban en el seno de Jesús, que es todo mansedumbre, a fin de que fueran tan amables como él El los posee, pues, en su humanidad, es el paraíso terrenal y la patria más segura para los vivientes.

    4°- El es el trono de las misericordias al que debemos acudir con fe y confianza ahora que su benignidad quiso aparecer a toda la humanidad para la divina gloria del Altísimo que está en el cielo, y para dar paz en la tierra a las personas de buena voluntad. Esa fue la buena nueva que los ángeles trajeron, dando como señal que este Cordero estaría envuelto en pañales y recostado en un pesebre. El fue un arco iris que dio el signo de paz a la gente buena y sencilla, representada por los pastores, de quienes quiso ser visitado en compañía de su Pastora y de San José su pastor, los cuales no cabían de admiración al escuchar el evangelio de los Ángeles. ¡Cuán bellos eran vuestros pies, valientes evangelistas de la paz! 

    5°- De igual modo, el predilecto del Cordero, San Juan el evangelista, nos instruye no solamente sobre los ángeles, sino sobre el Verbo. Este divino Cordero nos profetizó en su Apocalipsis que vio una Jerusalén nueva que descendía del cielo. Después de que la primera tierra y [4] el primer cielo hubieron desaparecido, nos dice: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva: esta nueva Jerusalén adornada para su esposo, que era verdadero hombre. Y del trono salió esta voz: Ved aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres, y él morará con ellos. Y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios, habitando en medio de ellos, será su Dios; y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas; sus dolores anteriores habrán pasado, y el que está sentado sobre el solio dice: 'He aquí que renuevo todas las cosas'. El mandó a San Juan que las escribiera, y sus palabras son fidedignas y verdaderas, por haberse ya realizado en Dios, el cual es el comienzo y el fin. A los que tienen sed, les dará a beber gratuitamente agua de vida, por ser manantial vivo, como dijo David. El vivir y tendrá todo esto, y Dios será su Dios, y él será su hijo; y los malvados serán arrojados fuera de esta reunión.

    Más tarde, el ángel conminará al santo favorito del Cordero, elevándolo en espíritu para contemplar a su esposa sobre una grande y elevadísima montaña. Esta es la nueva y santa Jerusalén, que bajó del cielo y de Dios, [5] iluminada con la claridad divina. Su resplandor era como el brillo de piedras preciosas, según escribió este secretario. Las doce tribus de Israel serán nombradas, ofreciéndose a reparar el desprecio que los judíos hicieron a este Cordero. Sus doce apóstoles verán relucir en ella su nombre; los doce frutos del Espíritu Santo son las doce puertas y como perlas preciosas procedentes de cada parte del mundo; los doce ángeles se gloriarán de ser los porteros. El ángel que dijo todo esto a San Juan blandía una caña de medir que era de oro. Esta vara reparó el honor que se quiso arrebatar al Cordero cuando se le colocó una caña en su Pasión, debido a que los judíos le desconocieron como su rey, echándolo más tarde fuera de la ciudad. Por esta causa fueron desterrados de la antigua Jerusalén, ya muerta, y el ángel midió una nueva, cuadrada y tan larga como ancha; perfecta en toda dimensión. En ella habitan todos los santos que comprenden la altura, la profundidad, la anchura y la longitud.

    6°- Si se dice que Juan se refería al cielo empíreo, tal vez fue así. Pero permítaseme afirmar que la Escritura tiene varios sentidos: el cielo empíreo no descenderá a la tierra, pues Nuestro Señor dice a los benditos de su Padre: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

    [6] Esta institución, en su totalidad, está fundada sobre el oro de este divino Cordero, que brilla como un cristal en el esplendor de la gloria de Dios. Y Juan vio al Dios que todo lo puede, y al Cordero que es el templo y resplandor de esta ciudad, pues no tiene necesidad del sol, ni de la luz de los ángeles, ni de la inconstante claridad de los hombres, ya que el fulgor de Dios la alumbra.

    Con esto debe entenderse que los ángeles admiran el resplandor de este Cordero, y que los hombres prudentes según la prudencia humana no se benefician de ella. Dios es su sol y el Cordero su lámpara, y los gentiles caminarán dentro de esta luz: en el cielo deja uno de ser viajero, y los reyes de la tierra se despojan de su gloria y honor. Las puertas son los dones del Espíritu Santo. Ninguno de los dones cesar, pues el que tiene la llave de David no desea volver cerrarlas. Nunca mas ser eclipsado por la muerte; este sol de justicia no se dejará tocar más por viles amigos traidores; no habrá persona alguna sino aquellos que est n inscritos en el Libro de la vida, que es el Cordero. Y el ángel mostró un río de agua de Vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero.

    [7] En medio de la plaza estaba el árbol de Vida de los cuatro puntos cardinales; el río regaba ese árbol, que daba frutos doce veces, una vez cada mes, y cuyas hojas servían para dar salud a las personas. Y toda maldición fue desterrada, por ser éste el trono de Dios y del Cordero pacífico. Sus servidores lo asistirán y verán su rostro, por llevar su nombre escrito en la frente.

    7°- Y el ángel dijo que esta profecía debía cumplirse muy pronto, y que serían benditos quienes guardaran esas palabras proféticas, pues el Cordero vendría pronto. Fue San Juan, el discípulo amado y el secretario, quien vio esta visión y escuchó estas palabras de verdad. Quiso adorar al ángel, pero este se lo impidió, reconociéndose, como el, servidor de Dios y como los profetas que guardan las palabras de esta profecía. El ángel no quiso que la firmara porque el tiempo estaba cerca; y aquél que es el fin y el principio dijo: Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para remunerar las obras de los bienaventurados y de los que laven sus vestiduras en la sangre del Cordero, a fin de que tenga el poder del árbol de la Vida, y que entre por las puertas de la ciudad.

    8°- Soy yo, Jesús, que envío mi ángel a dar testimonio de esto [8] en la Iglesia. Yo soy el retoño y el descendiente de David. Deseo reproducir en la tierra almas que sean, como él, según mi corazón, por hacer mi voluntad. Yo soy la estrella radiante de la mañana y estoy por encima y antes del entendimiento humano. El Espíritu y la Iglesia piden mi venida. Yo también pido almas que vengan a ella: las que se hayan convertido y deseen acercarse a recibir gratis el agua de Vida Ven, Señor Jesús (Ap_11_17s). Pero, ¿Quién es el que viene? Es aquél a quien anunció Isaías, el profeta evangelista, diciendo: Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación brille como antorcha (Is_62_1), y todo el resto del capítulo hasta estas palabras:

    9°- Es menester decir a la Hija de Sión que su rey viene con sus recompensas, y su obra, que es el ejemplo que nos dio, le precede y está delante de nosotros. Aquellas que lo sigan, serán llamadas pueblo santo y rescatadas con la sangre de este Cordero. Esta grey se llamará Ciudad no abandonada (Is_62_12): ¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosra, con ropaje teñido de rojo? ¿Ese del vestido esplendoroso, y de andar tan esforzado? "Soy yo que hablo con justicia, un gran libertador" (Is_63_1).

    [9] ¿Por qué están rojos sus vestidos, como el de un lagarero? Porque él sólo lo ha pisado y dado vuelta, sin que hubiera alguien, entre todos los pueblos, que lo ayudara. Está enrojecido con su sangre, y salpicado con la de los malhechores, pues los pecados de la humanidad lo han hecho parecer un leproso. Como es su voluntad no tener alguien que le ayude, es necesario que las mujeres asistan a este hombre divino, y le digan que desean vestir su túnica y llevar su nombre. Desde el bautismo fueron revestidas de Jesucristo, el Cordero, pero ahora invocan su nombre sobre ellas para que aparte su oprobio. En este día crecer el germen del Señor en gran gloria y magnificencia, tal como lo proclama Isaías en el resto de su cuarto capítulo. 

    10°- No solamente tres o cuatro profetas hablaron de esta nueva venida; parece ser que casi todos la anunciaron. Si desea uno consultar las Escrituras, podrá comprobarlo y constatar que, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, está profetizada la venida del Cordero y que este Instituto ser el memorial de las maravillas de Dios y una gran obra realizada por [10] su voluntad. El saltará de esta roca del desierto que es el seno del Padre. Es ésta la gloria inaccesible a las criaturas en la montaña de la Hija de Sión; es la santa Iglesia.

    11°- Ahora bien, este Cordero es manso y pacífico, y gracias a él tendremos una relación dulce y sosegada entre Dios y el alma. Uno de los fines de este Instituto ser el de orar por la paz de la Iglesia Católica, la unión de sus prelados y la armonía entre los príncipes cristianos, pidiendo al divino Cordero los ilumine siempre con su luz y que se ofrezca incesantemente a su Padre para que estén siempre en paz con él. También rogarán por el progreso y conservación de la Iglesia y de los reinos y provincias cristianos.

    12°- Además, este Instituto debe orar con insistencia por la extirpación de las herejías. Que este Cordero se digne enderezar sus caminos por medio de su vigilante cayado, y reunirlos en el redil del soberano pastor bajo la obediencia a su Vicario, nuestro santo Padre el Papa.

    13°- Por último, es muy razonable que, en el seno de la Iglesia, se erija un Instituto que adore y honre al divino Cordero, para frustrar las horrendas y abominables ofrendas que ofrecen [11] los malvados hechiceros al hediondo macho cabrío, el príncipe de las tinieblas, despreciando al divino Cordero, rey de las luces. Es por ello que su trono despide relámpagos para iluminar a los suyos, pero también rayos para aniquilar a sus enemigos, que desprecian su bondad. Todos los ángeles piden ver en esta confusión la destrucción de otra Babilonia, después de lo cual cantarán ¡Aleluya! Mas primero es necesario marcar las frentes de los ciento cuarenta y cuatro mil que seguirán al Cordero, cantando un cántico nuevo, guardándose bien de toda mancha, permaneciendo en la pureza; serán fieles al esposo sin exigir la profesión, siguiéndolo hasta la muerte de todo corazón y lavando sus vestiduras en la sangre purísima de este divino Cordero, el cual las blanqueará.

    Portarán también palmas de victoria obtenidas por el dominio de sus pasiones y cantarán un cántico nuevo a la gloria de este divino Cordero. Irán coronadas de sus misericordias y de sus virtudes, y colocarán todas esas coronas a sus pies, volando hacia el escabel de su trono al seguir las mociones del Espíritu Santo. Estarán cubiertas de ojos, es decir, tendrán por delante la visión de este divino enamorado, y por detrás la del prójimo.

    [12] Se asemejarán al divino Cordero, que se ocupa siempre en agradar a su Padre celestial; de este modo, el nuevo Instituto imitará en la tierra las ocupaciones de los felices moradores del cielo. Es por tanto razonable que sea él glorificado en la tierra, que su nombre sea santificado, que venga a nosotros su reino, que su voluntad se haga en todo por amor. Este es el pan cotidiano que el Señor desea que pidamos, y que fue su alimento, como dijo a la Samaritana. Perdonemos de corazón todas las penas que se nos puedan causar. Imitémoslo en su paciencia, siendo corderos entre lobos, así como él envió a sus apóstoles.

    Irán gozosas al sufrimiento, como algo que ofrecen de todo corazón al Padre celestial, por haberlas juzgado dignas de sufrir continuas contradicciones por el nombre de su querido Hijo. Perseverarán en ello más tarde, en el ejercicio de su profesión, a la cual deben aspirar, pero de una manera elevada, por encima de todas las cosas, para ser llevadas por el Cordero al monte de la Sión pacífica, que no será conmovida. En ella se encuentra el trono que este Rey de Paz ha preparado a sus bien amados.

    Su solio está colocado dentro de un recinto formado por el iris, o arco iris del cielo, signo de alianza. Los truenos son para las personas pusilánimes [13] que están en la tierra. Pero las Religiosas de esta Orden, deben ser otro Moisés, subiendo a lo más lo alto para hablar cara a cara con su esposo y le pedirán el beso de su boca, penetrando en él y él en ellas. Serán sencillas como palomas y se ver n envueltas en el resplandor de este sol de justicia; y, como las águilas, lo mirar n fijamente sin apartar de él su mirada.

    Si son sencillas, todo su cuerpo será luminoso como el de Moisés; y al descender de la montaña de Dios, parecer n soles de luz ardiente, glorificante, celestial. A ejemplo de su esposo, instruir n al prójimo mediante el testimonio: obrando primero y después enseñando. De este modo, el Instituto se ocupará del ejercicio de enseñar la doctrina cristiana: los principios y misterios de nuestra fe, cómo se debe orar y practicar toda clase de buenas obras, enseñando a leer, a escribir y otras acciones loables para evitar la ociosidad. También alimentarán a los pobres, ejercitándose en obras de misericordia tanto como el Instituto lo requiera.

 Capítulo 2 - Estado, nombre, hábito

    1°- El estado de esta Orden será religioso por la profesión de los tres votos: pobreza, castidad y obediencia. Estos serán solemnes después de que la Santa Sede la haya aprobado, y sólo el santo [14] Padre podrá dispensar de ellos. Junto con estos tres votos religiosos solemnes, se harán otros dos: primero: el de clausura perpetua, para conservar el lirio de la pureza en este jardín donde el divino Cordero se apacienta, mientras llega el momento en que llevará a pastar al empíreo, en el día de sus gloriosas y benditas bodas, a las que serán llamadas a ir allá, dejando este mundo.

    2°- El segundo voto será el de jamás dar su voz, o voto, para que la enseñanza se suprima en la Orden, pues esta ocupación es la lana y el vellón que ellas deben proporcionar, al cual no faltará el rocío de la gracia celestial. El Espíritu Santo sembrará en ella las áureas palabras de Jesús, más preciosas que el oro y el topacio, e imprimirá esta ley inmaculada en los corazones, convirtiendo las almas a Dios y haciendo que la fe se arraigue profundamente en las jóvenes escolares, juntamente con toda clase de virtudes.

    3°- Al estado corresponderá un doble rango de hermanas: unas serán de coro y se ocuparán en cantar el oficio divino en el coro. Las otras serán hermanas coadjutoras u oficialas domésticas. Las de coro ocuparán, según su capacidad, los cargos en el convento, teniendo voz activa y pasiva en las elecciones y deliberaciones.

    [15] Las segundas se ocuparán del cuidado de la casa, sirviendo a Dios y a las hermanas con toda sumisión. No tendrán voz activa ni pasiva, lo mismo que las novicias y las profesas de coro que no hayan pasado tres años en la vida religiosa. Una vez transcurridos los tres años, tendrán derecho a participar con voz activa y pasiva.

    En cada convento habrá los siguientes cargos: la Madre Superiora; segundo, la Asistente; tercero, la Maestra de Novicias; cuarto, la Madre Portera; quinto, la Madre Ecónoma. Solamente a estas cinco se les dará el nombre de Madre. Todas las demás se llamarán Hermanas. Las cuatro como la Madre Superiora serán las consultoras para los asuntos ordinarios, pues los de mayor importancia se comunicarán a todas las hermanas que tienen voz derecho a votar.

    4°- Pienso que no debe haber dependencia alguna entre un convento y otro; pero en todo momento los conventos mostrarán reverencia hacia el primero en ser establecido, y recurrirán a él en tiempos de duda y para [16] asuntos de la Orden que necesiten aclaración. Lo respetarán, por ser la misma fuente, así como las nuevas normas que se juzguen necesarias para el bien de la Orden. No acatarán ni formularán ningún estatuto nuevo; no harán cambios ni disminuciones de personal sin notificar al mencionado primer convento, sino que obedecerán en todo sus resoluciones.

    5° Cada convento tendrá la obligación de enviar ahí una vez al año, por escrito, los principales puntos o descripción de cosas que pasaron en ese año, en forma de anales, a fin de que el todo sirva de materia para formar la historia de la Orden, quedando entendido que una copia de dicha relación ser conservada en cada convento, en un libro a perpetuidad, que servirá de memoria a la posteridad.

    El nombre será: Las Hijas o Religiosas del Cordero Jesús.

    6°- El hábito será la librea del esposo, que es el celeste Cordero blanco y rojo. La túnica será azul, y la vestidura exterior tan blanca como sea posible, de tela gruesa en invierno y de sarga en verano. [17] Las mangas largas para introducir en ellas los brazos flexionados. El escapulario, rojo; descenderá por delante y por detrás hasta el borde de la vestidura, en memoria de la cruz del Salvador. Se confeccionará con las telas antes mencionadas. Las zapatillas serán rojas, para recordar los pies enrojecidos de este manso Cordero. Irán calzadas con sus afectos, rojos de amorosa pasión. Este modelo de hábito representa la indumentaria de la mujer fuerte, que va engalanada de belleza y fortaleza.

    7°- En primer lugar, el rojo representa la fuerza, y la blancura toda hermosa de la pureza. El azul de la túnica representa el color del Padre celestial, y el de la santa Virgen; es el adorno interior que inducirá al esposo a confiar su corazón a la esposa, y que la resucitar en el último día, por ser este Salvador el verdadero José revestido de la túnica de colores. Es azul porque es del cielo; blanca por ser el candor de la luz eterna; roja, porque él es verdadero hombre, formado de la purísima sangre de Nuestra Señora, la Virgen sagrada.

    8°- El cinturón será de lana blanca, del grueso de [18] un dedo. Es la red del nuevo y amable Adán, y el fuerte lazo de la caridad que ceñir a su esposa mientras espera con la lámpara encendida el día de la boda, que será el paso a otra vida gracias al favor de la manducación del Cordero. El rojo representa la amargura de su Pasión. Son las hierbas amargas. Las reglas, o arbolillo, son el báculo de la cruz, para avanzar con seguridad de espíritu y con un corazón ardiente hacia este divino Cordero, al no quedar ya rastro de la levadura de los afectos mundanos, como ya se dijo antes.

¡Ah! ¡Cómo agradará al esposo contemplar a esta esposa! El la alabará en su caminar.

    La cabeza irá cubierta según la necesidad de las hermanas. Las novicias tendrán un velo blanco de estameña. Las coadjutoras, después de la profesión, llevarán también un velo de estameña blanca con el nombre de Jesús sobre la frente, el cual las distinguirá de las novicias.

    9°- Después de su profesión, las hermanas de coro usarán un velo negro de estameña, con el nombre de Jesús bordado en lana roja, según la visión de San Juan, quien vio a los que seguían al Cordero marcados con su nombre en la frente.

    10°- [19] Las profesas portarán un manto largo de color rojo, cerrado alrededor del cuello con una hebilla de gancho. Lo usarán durante la misa, la comunión y el oficio divino de cada viernes, para recordar la clámide de púrpura que Pilatos hizo llevar a Nuestro Señor, sea por burla, o porque el Padre eterno así lo ordenó.     También se lo pondrán en todas las fiestas de Nuestro Señor, de Nuestra Señora, de los apóstoles y de los santos y santas cuyas fiestas se celebren con especial devoción, a los que se nombrará en otro inciso, porque aquí sería demasiado largo. Se lo portará además en las elecciones, el capítulo, en las consultas, en las entradas y profesiones de religiosas; en los entierros, al recitar el oficio de difuntos y cuando el prelado, al hacer su visita, y les dé su bendición.

    11°- Las medias serán de lana blanca; se usará ropa interior. La Madre Superiora permitirá a las enfermas llevar piel de cordero [20] sobre el estómago, cuando lo juzgue necesario.

    Finalmente, este hábito representa los grandes misterios de la santa Trinidad, a saber: el azul de la Trinidad oculta, es el Padre celestial que está siempre en el cielo, no habiendo jamás aparecido visiblemente como las otras dos personas. El Hijo, todo blanco, es el esplendor del Padre y el candor de su luz eterna. El rojo: el Espíritu Santo, que es todo fuego de amor. Estos tres colores son la base del arco iris, del que se vio rodeado el trono de Dios y del Cordero.

    Cada religiosa debe ser el trono de Dios y del Cordero. Así como las ovejas de Jacob fueron teñidas con los colores de las varas que hincó en el agua de los abrevaderos (Gn_30_32s), de manera semejante, Dios es una fuente y el Salvador la vara del Padre eterno, el verdadero Jacob, mediante el cual el Padre entró a este mundo, ya que el Hijo nos lo dio a conocer y le pidió que nos amara como a él le ha amado.

    Estos colores son, además, las joyas que el Salvador llevó en su Pasión. El azul es su sangre derramada; el blanco, la túnica blanca en casa de Herodes; el rojo es el manto de púrpura. Estos tres colores demuestran que es un verdadero emperador: del cielo, el azul; de la tierra, el blanco; del infierno, el rojo. Ante la cólera divina, todos los pueblos caerán sobre su rostro delante del Cordero. El azul muestra la seguridad y la lealtad de los ciudadanos celestiales; el blanco, la esperanza de que este gran rey estará dispuesto a recibirlos; el rojo, que ya no habrá perdón en el infierno.

    12°- La religiosa de esta Orden debe ser un cielo en el que se haga la divina voluntad. Debe ser la tierra que produce lirios en abundancia. El gran rey Salomón se gloriar más al verse revestido de esta tierra, que si llevara puesta la magnificencia que ostentó el otro Salomón, el cual sólo era figura suya. Se apacentará en ella sin duda, pues se dice que lo que agrada a uno, lo nutre y alimenta. El rojo representará los celos del esposo, más fuertes en intensidad que el infierno, puesto que desea ser amado con un amor único y sin fin.

    Las lámparas son todas de fuego, pero nuestro esposo no se contenta con que su esposa lo admita en su corazón únicamente para su propia salvación, sino que lo tome en sus brazos para llevar a [22] la niñez a la salvación, educándola por medio del buen ejemplo y la sana doctrina; iluminándola y dándole calor, ya que las religiosas de esta Orden deben ser como lámparas encendidas y ardientes, a imitación de San Juan, el precursor de este Cordero, y de San Juan el evangelista, que fue el discípulo amado y secretario del Cordero mismo. Al ser sumergido en aceite hirviendo, se convirtió a su vez en otra lámpara brillante y ardiente. Los ojos de Jesús son luminosos y ardientes como llamas de fuego, y su boca es una espada de dos filos (Ap_1_14s). El es el Verbo divino, la palabra increada y la sabiduría que lo ordena todo en el cielo y en la tierra, dando a cada uno lo que más le conviene.

    13°- Esta espada muestra que es necesario cortar todo apego a sí mismo y al prójimo; que es preciso ser reina de reinas, así como el esposo se denomina rey de reyes. El porta este nombre sobre su vestidura exterior, pero también sobre su muslo, interiormente: muslo de alabastro, grabado a perpetuidad. El es Señor de señores. Es menester reinar y dominarse a sí mismo, para después pacificar a otros mediante una modestia angélica semejante al aspecto del sol levantino. Estar siempre en pie, [23] caminar en la luz llamando a los pajarillos, que son nuestras niñas, a la gran cena de la doctrina cristiana y de toda clase de virtudes. También ellas deben ser lámparas que iluminen a todos los de la Casa de Dios: ardientes en sí mismas, pero luminosas para los demás, sin que las aguas del amor propio las enfríen en este santo ejercicio, sin que las olas de la vanidad las extingan.

Capítulo 3 - La castidad

    14°- Para preservar la castidad, sus ojos deben ser como palomas, mirando y contemplando con sencillez a Dios en todo y en todas sus creaturas, que han sido lavadas con la leche de la santa inocencia. Es privilegio de las vírgenes puras seguir al cordero a todas partes, cantando un cántico nuevo. Conversan con tanto candor, que su lengua no profiere palabras ligeras, edificando en todo a los ángeles y a los hombres al dar gloria a Dios, pues son espectáculo ante sus ojos de El y ellos. Sus dientes deben ser blancos como los de las ovejas que vienen de ser lavadas. Esto significa todos los sentidos exteriores.

    Como hijas que son de rey, toda su gloria debe estar en el interior, en la pureza del corazón, contemplando con ojo recto y sencillo a Dios, que es su amor. De esta manera, todo su cuerpo [24] será luminoso y semejante al Cordero. Que pueda decirse de ellas en verdad: Estos son corderos nuevos, llenos de luz, que señalan el camino para llegar a las fuentes (Ap_7_14). En presencia del cordero, son revestidas de túnicas blancas; llevan palmas en las manos, pues han triunfado de la carne y de la sangre mortificándose en todo hasta la muerte. Su vida está escondida con Jesucristo en Dios. Durante su vida pareció que sólo buscaron la gloria de Dios, pues sólo a él amaron.

    Una sola de sus miradas herirá de amor al esposo, el cual, saliendo de su grandeza, llegará hasta su bajeza. Así como ellas no fijaron su vista en los hombre sino para ver a Dios en ellos, él parecer dejar a los ángeles del cielo, sin abandonarlos, para llegarse hasta estos ángeles de la tierra. Los ángeles se gloriarán al verlas honradas con el título de esposa del Cordero, el cual las coronará él mismo. Así, proclamarán: ¿Quiénes son éstas, tan bellas como lunas al lado de su sol, pues la tierra no oscurece su vista? Son las llamadas a iluminar como él y a producir y sustentar minerales y frutos. Sus cuerpos son castísimos, destilan el dulce aroma de todos los frutos, y sus espíritus son un ejército en [25] orden de batalla, terribles ante los demonios.

Capítulo 4 - La pobreza

    15°- A través de la pobreza, van desprovistas de todo, combatiendo con gran valor. ¡Dios mío, son más que valientes amazonas! Vuelven la espalda a todas las apariencias y a la propiedad de las falsas riquezas, aun en sus necesidades. Ponen bajo sus pies a todas las cosas creadas; al no tener nada con ellas, llegan a poseerlo todo.

    Mediante el voto de pobreza, desprecian la tierra y el cielo les pertenece. Al anonadarse, gozan del soberano maestro ya desde este mundo. Y así como las riquezas son pantanos del diablo que cautivan y absorben, la pobreza da alas que levantan y hacen volar al alma por los campos espaciosos de la gracia, para vivir en libertad no sólo con los ángeles, sino con el mismo Dios en calidad de hijas y esposas queridísimas, que han salido victoriosas en todo.

Capítulo 5 - La obediencia

    1°- ¿Cómo puede El dejar de amarlas, si ellas son según su corazón? Al hacer su voluntad en todo, él las invita a cantar; pero cantan victoria como los obedientes, imitando a este Cordero que fue concebido por obediencia. He ahí el Cordero que nació por obediencia, dejándose envolver en pañales. Aquél que desde entonces liberó a todos los cautivos, se hizo circuncidar, sufriendo desde los primeros días en su carne y muriendo en su espíritu hasta que llegó a la fuerza viril de sus treinta un años, cuando la separación de cuerpo y espíritu debía ser más difícil que cualquier otra separación, pues jamás se dio antes una unión semejante a la de las dos naturalezas de Jesucristo, ya que en la santa Trinidad no existe la unión, sino la unidad. ¡Oh amor obediente! ¡Ah obediente enamorado! Eres más fuerte que la muerte, pues quitaste la vida al que nunca habría muerto si no hubiera querido inclinar la cabeza bajo su golpe y extender sus brazos a tu voluntad, la cual tuvo en más que su propia vida, como dijo un gran santo: El perdió su vida antes que perder la obediencia, y todo ello por nosotros, que éramos sus enemigos, muriendo sobre una cruz de muerte ignominiosa.

    2°- Obró de esta manera por sus enemigos, haciéndose obediente a todos, por todos y en todo sin quejarse ni dar pasó atrás desde que se [27] hizo hombre para divinizar a la humanidad: Se ofreció porque así lo quiso. Y todo por amor, sin quejarse, como un cordero de paz. Mientras más se le atormentaba, amaba con más ardor. Sufrió bañado en su sangre, derramándola toda por nosotros.

    3°- Las que sigan al Cordero no desearán pasar de largo, sino que se apropiarán y realizarán en ellas las palabras dirigidas al discípulo amado cuando preguntó acerca de las cualidades y oficio de la virtud de la obediencia. Serán aquellas que pasaron por grandes tribulaciones, y que lavaron y blanquearon sus vestiduras en la sangre del Cordero. Serán las imitadoras del Cordero, las que llevan su nombre escrito sobre la frente, impreso por el ángel antes de lanzar las plagas, clamando: ¡Estas son las revestidas de blanco, que llevan palmas de victoria en las manos! Van victoriosas cantando sin cesar: "Gloria a Dios, el cual hace en ellas su trono, pues reina sobre ellas". Le sirven de día y de noche, pero su servicio es reinar. Ganan un reino celestial a cambio del desprecio del lodo de este mundo. Su recompensa es Dios mismo; no tendrán que llorar la pérdida de cosa alguna en este mundo. Ya no tienen más ardores, ni penas, ni calores, [28] por haber derrotado ambiciones opresivas. Esto lo deben al Cordero que está en el centro de su corazón, haciendo de él su trono y gobernándolo, dirigiéndolo y llevándolo con su divina sabiduría a la vida y fuente de las aguas. El convierte los corazones en fuentes de las que fluyen aguas vivas.

En la antigua ley, Dios dijo por medio de Salomón, en el Cantar de los Cantares, que su esposa sería un jardín cerrado y una fuente escondida. Pero en la ley de la gracia, sus esposas serán fuentes abiertas a todos, en las que se beberán estas aguas gratuitamente. Ellas serán el paraíso nuevo, atravesado por cuatro ríos: los cuatro evangelistas de la única fuente, que riega y multiplica el árbol de la vida por toda la tierra. Esta flor de los campos fue plantada fuera de la ciudad de Jerusalén, en el jardín del Calvario, a la vista de los que transitaban por ahí. Es ahora cuando podemos contemplarla, y ya lo hacemos si observamos los fines de este Instituto, que es antiguo y nuevo delante de Dios, el cual fue profetizado. El cielo y la tierra pasarán, pero su palabra permanecerá. Ni una sola iota dejará de cumplirse.

 Capítulo 6 - El Oficio divino, la santa Comunión, la confesión, el recibidor y las visitas del Señor Obispo.

    4°- El oficio divino se cantará en el coro en un tono sencillo y devoto, sin elevar demasiado la voz, pero sí el corazón hacia aquel que aman. Esta es la voz que él desea escuchar, pues la modestia es el rostro que parece bello al amado. Después de Vísperas, los domingos y fiestas se cantará más alto el Jubilus de San Bernardo.

    5°- Comulgarán todos los domingos y fiestas de precepto, lo mismo que el jueves cuando el miércoles no sea fiesta, y el viernes; también cada año el día de la recepción y profesión en la vida religiosa.

    6°- Podrá venir un confesor con la frecuencia que el Concilio de Trento lo marca. Cuando se pida alguna persona de doctrina y piedad insigne para confesar y confesarse con él, la superiora lo permitirá.

    7°- Respecto a la clausura, deberá ajustarse a las normas del Concilio de Trento: con reja de hierro entre el coro y la iglesia, lo mismo que en el [30] recibidor. De ordinario, para ir a hablar, irán acompañadas de una hermana, y ninguna conversará sola con las personas de fuera sin un permiso especial de la superiora, el cual no se concederá fácilmente, sino muy rara vez y sólo a personas cuya virtud al conversar es evidente. En el locutorio debe evitarse toda palabra ociosa.

    8°- Cuando El Señor Obispo o su delegado hagan su visita, lo recibirán con una profunda humildad y una inclinación, besando la tierra al recibir su bendición, como si fuera la de Jesucristo, el eterno pontífice. Responderán sencillamente, por ser sus ovejas, a todo lo que les pregunte, y presentarán las sugerencias que él les permita con un total despego a su voluntad, a fin de que él ordene lo que juzgue conveniente, y sea obedecido con agrado, cual conviene a hijas del Cordero que se hizo obediente a todos y que ordenó que obedezcamos a quienes se sientan en la cátedra de Moisés. Que se pongan enteramente bajo [31] la obediencia del obispo pastor; ¡Cuánto bien hace contemplar a las ovejas de Jesucristo! Nuestro Señor les conceder siempre buenos pastores que no las engañarán, porque el Espíritu Santo no lo permitirán, sino que harán que no haya en todo sino una voluntad, un pastor y un rebaño conocedor de su celo, y el de su obediencia. Les repito las mismas palabras del Señor: ¡No temáis, pequeñito rebaño, porque ha sido del agrado de vuestro Padre celestial daros el reino (Lc_12_32) de paz y de alegría, pleno de abundancia de bienes eternos!

Capítulo 7 - La pobreza expresada en el hábito, la habitación y en todo aspecto, junto con el desasimiento de todas las cosas creadas. Pobreza en la vida diaria.

    En el alimento corporal, se evitarán las superfluidades y delicadezas, tendiendo sobre todo a la mortificación, para estar más dispuestas a las funciones del Instituto. Se evitarán las grandes austeridades en las comidas. No están prohibidas las del espíritu, pues éste debe sacar provecho de las mortificaciones del cuerpo. Sin embargo, las del cuerpo no sirven de nada si no salen del corazón, motivadas [32] por el amor divino; no, ni aun el martirio y el dar todo a los pobres es suficiente sin esta caridad (ICo_13_1s). Todas las hermanas se considerarán como pobres que son llamadas por misericordia al refectorio, recordando las palabras de Nuestro Señor: coman lo que se les dé, sin quejarse. Si hay algo que no les gusta, que lo pongan en el madero de la cruz y en la harina de la frente de los elegidos; pero entiéndase bien que no deben hacerse tal violencia, que con ello perjudiquen su salud.

    Pobreza en el vestido: Todas recibirán por igual los vestidos y otras cosas necesarias al cuerpo, como si fueran limosna, recordando que los pobres no escogen el lugar donde viven. Las camas que se les prestan por amor a Dios les harán recordar que no tienen ciudad permanente, sino que esperan la vida futura por pura bondad de Dios y los méritos del Cordero Jesucristo.

    Se trata de la gloria celestial que él adquirió para ellas con sus sufrimientos. Y así como él no poseyó cosa alguna, ellas tampoco tendrán nada propio. El Cordero no sólo se deja quitar la lana, sino también la piel, para que otro la posea. De igual manera, si alguien te pide el vestido y el manto, dales también la [33] túnica. Si despoja uno al cuerpo, que también se ofrezca a ser despojado del espíritu, revistiéndose de Jesucristo, y éste crucificado. Hay que recordar que él fue despojado de todo, hasta el extremo de ser privado de los consuelos de su Padre celestial. A él pertenece el reino, por ser verdadero pobre y carecer de todos los demás derechos por los que le pertenecía. Que se despojen del viejo Adán y de sus costumbres, para revestirse del nuevo, creado según Dios en santidad y justicia. La santidad es tender hacia la propia perfección, y la justicia se ocupa del provecho del prójimo, dando la vida, si es necesario, por la salvación de los demás, a ejemplo del cordero que se privó de su propia vida por nosotros, que éramos sus enemigos.

    Lo que es de Dios, está en orden, dijo San Pablo. La Reina de Sabá quedó admirada no sólo ante la sabiduría y persona de Salomón, sino ante el orden que reinaba entre sus servidores, a quienes consideraba muy afortunados al poder obedecer sus mandatos y gozar de su presencia. ¡Ah, cuánto más grande que Salomón es el cordero pacífico en el trono de su gloria, más blanco que el marfil, y rodeado del arco iris, teniendo a sus lados a los cuatro evangelistas, figurados [34] por los cuatro animales, así como a los veinticuatro ancianos que son tan fieles a sus mandatos, los cuales permanecen postrados ante él! Los otros cuatro no dejan de cantar, día y noche: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios todopoderoso, el cual era antes de la creación, el cual es, y el cual ha de venir. 

    Y mientras estos cuatro animales, los cuatro evangelistas, daban gloria y honor a Aquel que se sienta en el trono y que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos, como si hubieran sido niños, se postraban rostro en tierra, y adoraban al que vive sentado en el trono para reinar por los siglos de los siglos, y depositaban ante él sus coronas diciendo que era digno de recibir la gloria y el honor, porque creó todas las cosas, y por su voluntad fueron hechas y subsisten. San Juan vio un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos: los misterios divinos permanecieron ocultos bajo la santa humanidad.

 Capítulo 8 - En este Instituto, se verán realizadas las visiones del libro del Apocalipsis.

    Primeramente, esta santa águila vio una puerta abierta en el cielo, y la primera voz que escuché fue como de una trompeta que le hablaba llamándola a subir muy arriba. Esta puerta que vio en el cielo es la gracia, y esta primera voz es la inspiración que procede de lo alto, del Padre de las luces. Vio después hileras de asientos dispuestos en el cielo, pero sobre todo uno sobre el que estaba sentado Aquél que brillaba como piedras preciosas, teniendo al arco iris alrededor de su trono parecido a una piedra de jaspe y de sardio. (Ap_4_2). Y alrededor del solio sillas, y en ellas veinticuatro ancianos sentados, revestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. Y del trono salían fuertes voces y truenos, y siete lámparas estaban ardiendo, que son los siete espíritus de Dios. Y alrededor del solio vio un mar transparente de vidrio, semejante al cristal; y [36] en medio del espacio en que estaban las sillas y alrededor de él, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás. Era el primer animal parecido al león; el segundo a un becerro, el tercero tenía cara como de hombre, y el cuarto parecía un águila volando. Todos tenían alas, y por fuera y por dentro estaban llenos de ojos: y no reposaban de día ni de noche, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios todopoderoso, el cual era, el cual es, y el cual ha de venir. 

    Y mientras ellos daban gloria, honor y bendición al que estaba sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postraban delante del que estaba sobre el trono, y adoraban al que vive por los siglos de los siglos, y ponían sus coronas ante él diciendo: Digno eres, ¡oh Señor Dios nuestro! de recibir la gloria, y el honor, y el poderío: por que Tú criaste todas las cosas, y por tu querer subsisten, y fueron creadas. 

    Con esto quiero decir que todo lo anterior debe cumplirse en este Instituto. Así como el Cordero es aquél que está sentado en el trono revestido de piedras preciosas y teniendo al arco iris en torno de [37] él, la representante del Cordero ser la Madre Superiora, revestida de todos esos colores como la santa humanidad, que es libro de vida para los buenos, y de muerte para los malos.

    Nadie en el cielo y en la tierra se atrevería a mirar este Libro de justicia, por que todos pecamos en Adán, pecando en cuerpo y espíritu; pero además del ultraje que se hizo a Dios antes de la Encarnación, cuando él brillaba en el cielo, hemos añadido las ofensas cometidas después de que apareció como hombre visible. Por esta razón, hay creaturas internas y externas, y nadie es digno de leer este secreto. 

    A la derecha de aquel que está sentado en el trono, había un ángel que pregonaba a grandes voces: ¿Quién es el digno de abrir y de levantar estos siete sellos? Y ninguna criatura podía abrirlo, ni aun mirarle. Ante esto, el discípulo amado se deshacía en lágrimas. Entonces uno de los ancianos lo consoló mostrándole al león de la tribu de Judá y estirpe de David que abría el libro y rompía los sellos. Y miró y vio que en medio del solio y de los cuatro animales y de los veinticuatro ancianos, estaba el Cordero de pie, como inmolado, el cual tenía siete cuernos y siete ojos que son los siete espíritus de Dios que envía a toda la tierra. El tomó el libro, y al abrirlo, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo todos cítaras y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos; y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres, Señor, de recibir el libro y abrir sus sellos, por que nos has rescatado, oh Dios, en tu sangre de todas las tribus, y lenguas o naciones. Y nos hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes. 

    Después la multitud de los ángeles, y los animales, y los veinticuatro ancianos dijeron en alta voz: Digno es el Cordero que ha sido sacrificado, de recibir el poder, y la divinidad, y la sabiduría, y la fortaleza, y el honor, y la gloria, y la bendición. Y los cuatro animales dijeron Amén. Y los veinticuatro ancianos se postraron sobre [39] sus rostros, y adoraron a Aquél que vive por los siglos de los siglos.

    ¿Qué quiero decir con esto? que, así como el Cordero tenía en torno a sí a los cuatro evangelistas y a los veinticuatro ancianos, ser conveniente establecer un rango entre las religiosas que pertenezcan a este instituto.

    El Cordero será representado por la superiora o la Madre, sus virtudes como piedras preciosas brillen delante de todas las creaturas.

    La Superiora debe ser un trono de blanco y durísimo marfil, coronado del arco iris, es decir, de la paz; las vestiduras azul, blanco y rojo representan a los cabellos de lana blanca de Aquél que está sentado en el trono, cuya cabellera es blanca como la lana. 

    Esta era la manera como se representaba al Cordero original: era eterno y sapientísimo. Esto demuestra que la Superiora de esta Orden debe ser muy sabia para saber gobernar. Debe tener siete cuernos relucientes y abundantes para conducir y nutrir a su rebaño. Las siete obras de misericordia son los cuernos de David, quien, de tiempo atrás, preparó la luz para el Padre. Ella debe hacer brillar el poder de Jesucristo en forma de misericordia. De este modo, todos los enemigos serán vencidos, y sobre ellos [40] florecerá la santidad, pues hará el bien a todos y sobrellevará la debilidad de los frágiles.

    Debe tener siete alas, que son los siete espíritus de Dios. No debe poseer cosa alguna sino lo que proviene del Espíritu de Dios. Llena de los siete dones que son las siete alas, debe ser sabia en ella misma, inteligente en el trato con sus hermanas, consejera hacia la Orden y fuerte para sufrir las adversidades de dentro y de fuera. Debe defenderse a sí misma y a sus hermanas, rechazando a sus enemigos y a los de todas; animosa, por ser responsable de una familia.

    Debe tener la ciencia de las divinas voluntades, a fin de no equivocarse; pero sobre todo la luz de Jesucristo, estimando como basura todo lo que no sea ella. Vivir por El es su ganancia, no buscándolo solo a El en todo; y morir por él sea su recompensa. No temerá solamente ofenderlo, sino dejar de agradarlo con la mayor perfección. Temerá únicamente a Dios; al tenerlo por amigo, no sentirá miedo a nada, sino que amará con piedad y devoción sólida. Con la ley del amor implantada en el corazón, no será derrotada, sino vencedora, ganando en sus luchas por medio de actos de amor al ángel del gran consejo, al cual verá a la luz de la aurora: la [41] sagrada Virgen, quien obtendrá su bendición para ella. Nuestra Señora es tan poderosa, que su Hijo no parece rehusarle nada, y se ve como obligado a concederle sus bendiciones, dejándose vencer y ver, todo al mismo tiempo, haciendo que los Israelitas parezcan fuertes contra Dios. Ellos verán el rostro que los salvará y que liberará su alma.

    Las otras cuatro Madres representarán a los cuatro animales, es decir, los cuatro evangelistas. Estarán llenas de ojos, por que deben velar según su oficio, y ver bien para aconsejar bien, teniendo siempre en cuenta la mayor gloria de Dios y el provecho de las almas. Deben ser los cuatro ríos que riegan e inundan por todas partes este paraíso terrestre. Sin embargo, sus corrientes deben proceder del trono de Dios, que es claro como un cristal. Que su espíritu esté exento de todo interés egoísta y que Dios presida en ellas.

    El árbol de la vida es el amor de la cruz, el cual las enriquecerá con los doce frutos del Espíritu Santo cada mes del año. Este es el progreso interior de la Orden, y las hojas, los buenos ejemplos que sirven para la [42] salud de los además, proporcionando remedios para curar a los enfermos del espíritu a causa del pecado, y de preservativo para las niñas, protegiéndolas para toda la vida. Bendecirá todas sus palabras, para que se escuche una nueva lengua dentro y fuera del convento.

    He aquí el signo de las que pertenecen a esta nueva Orden de los últimos tiempos: A los que creyeren acompañarán estos signos (Mt_16_17). Estas son las hijas del nombre del cordero. En mi nombre lanzarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán las serpientes (Mt_17_18). Y si alguien les da a beber veneno, no les hará daño; será benigno para ellas y pondrán las manos sobre los enfermos. A través de sus buenos ejemplos y practicando las buenas obras, jamás permitirán que palabra alguna ociosa o injuriosa se diga en medio de ellas. Lanzarán los demonios, es decir, palabras vanidosas, astutas o recelosas que, como serpientes, engañen a las personas. Hablarán, en cambio del reino celestial, de la bondad de Dios y de su hermosura siempre antigua y siempre nueva. Al obrar de esta manera, tendrán la seguridad de que todas las malévolas conspiraciones de sus enemigos no las podrán dañar.

    Las veinticuatro serán como los doce patriarcas y los doce apóstoles, que cumplirán todas las observancias de la Orden, que sean maduras en sus actos, palabras y [43] pensamientos. Que con sólo verlas, se sienta uno invitado a buscar la perfección; que sean tan obedientes, que al menor signo de la voluntad de Dios, por medio de la superiora, se sientan inclinadas a cumplirla, no buscando otra gloria sino la de nuestro Dios-Cordero, al que deben complacer de un modo singular, en toda humildad, atrayendo en pos de ellas una multitud de almas inocentes que, revestidas de las vestiduras blancas de las intenciones puras y portando palmas en las manos, saldrán victoriosas de los males que se hacen en el mundo. 

    Ahora bien, de entre las veinticuatro que se dedicarán al coro, algunas serán destinadas para enseñar en tiempos determinados por la obediencia. Es por tanto muy razonable que sean fuertes en la virtud, modestas y serias, viviendo en santa alegría en presencia de Dios y regocijándose al servirle en la salvación de las almas.

    Además del número de las cinco Madres y de las veinticuatro, podrá haber siete hermanas coadjutoras de velo blanco, las cuales se sentirán muy honradas de prestar sus servicios en la casa de Dios, así como hacen los ángeles que son llamados al ministerio entre la humanidad. Imitarán a su Salvador, que se humilló para servir, haciéndose el último de los hombres. Tratarán de ser humildes y fieles a sus oficios, amando la presencia de Dios tanto como la fe lo [44] puede permitir. Imitarán en esto a los espíritus celestes, los cuales, al servir a las personas, no dejan de contemplar en todo momento el rostro de Aquél que es su gloria.

    Si, debido a una justa razón, se ven obligadas a admitir un mayor número de hermanas de coro, podrá recibirse a siete, en nombre de los siete diáconos escogidos por los apóstoles, o de las siete estrellas que San Juan vio a la derecha de Aquél que parecía un hijo de hombre; sin embargo, no se debe sobrepasar el número de cuarenta y cuatro mencionado en el Apocalipsis. Considerarán a la Madre del Cordero como la estrella a su derecha, que vale por cien mil.

    Como la superiora representa al Cordero, debe gobernar con gran paz, aun que a veces tenga que obrar como el rayo, derribando o destrozando todo lo que resista la voluntad del Cordero. Las siete lámparas ardientes brillarán delante de esta sabia, ya que representa la sabiduría. Someterá su entendimiento a la voz divina, no haciendo cosa alguna sin esta consejera. Se hará fuerte en la oración para no dejarse llevar por otro criterio que la mayor gloria de Dios.

    Estudiará cada día la eminente santidad de Jesucristo crucificado para enseñarla a sus hijas, temiendo que, al enseñar a las otras, se vea carente de virtudes, sobre todo la humildad, a la que Dios ama tanto. Resistirá la soberbia; será [45] piadosa, para que la devoción perfecta brille en su interior y en su exterior. Que de ella salga la voz de su Pastor, que es grata a sus ovejas, y que las llama al prado. Que si un rayo sale de ella, haga brotar una dulce fuente para abrevarlas; que de su corazón surja un manantial de agua viva a causa del Espíritu Santo que ha recibido por la fe animada de la caridad.

    Que las cuatro madres velen siempre con una gran prudencia, exhortando a toda la comunidad a las alabanzas divinas del Santo de los santos, sin dejar este ejercicio. 

    Que la asistente sea un águila pronta al vuelo de la obediencia regular. A través de la superiora, fijará sin cesar su mirada en el sol levantino, invitando a las demás a obedecer.

    La maestra de novicias tiene necesidad de un rostro humano y benigno para conducir a sus novicias, mediante la dulzura, al seguimiento del Cordero, que es todo apacible y amable y que en estos últimos tiempos hizo aparecer su benignidad ante todos, a fin de desterrar el vicio y los deseos de las generaciones perversas.

    La madre ecónoma recordará que debe ser prudente como un buey, trabajando con fuerza, sacrificando sus propios deseos por el bien de la Orden y previniendo y remediando las necesidades domésticas.

    En cuanto a la madre portera, debe ser un león, teniendo siempre [46] los ojos abiertos a lo que deja entrar y salir. Se preocupará de que se guarde la fidelidad debida al Cordero, representado por la superiora. No recibir cosa alguna sin el conocimiento de la superiora, ni permitir que se envíe algo al interior del convento sin que sea informada; ni una sola carta, ningún regalo.

    Los veinticuatro ancianos serán, pues, veinticuatro hermanas de coro que deben estar revestidas de blanco, que es la inocencia coronada de caridad perfecta y fieles al menor signo de la voluntad de la superiora. Que cifren toda su gloria en poner su juicio y su voluntad a los pies del Cordero representado por la asistente de la superiora. 

    Las siete hermanas de velo blanco se considerarán más felices en su condición que todas las reinas del mundo, por que servir a Dios y a sus esposas es reinar. Deber prestar su servicio de corazón, como hecho a nuestro Soberano Rey, el cual se hizo servidor de su santa Madre, llamándose a sí mismo siervo cuando ella fue elegida para ser Madre de Dios. Esta humildad cautivó al Verbo, que se hizo carne y habitó entre nosotros; de ordinario se le encuentra entre los humildes. Que pueda decirse de ellas, para aumentar su felicidad, lo que dijo la reina de Sabá de Salomón. Ellas, sin embargo, sirven a un rey más grande que Salomón.

    En cuanto a las siete que [47] se podrán recibir excediendo el número establecido, por razones de peso, representarán a los siete diáconos escogidos por los apóstoles para servir en la administración de los sacramentos y de otras cosas necesarias. Después de profesar, estas últimas serán destinadas al coro y como auxiliares en el ministerio de la enseñanza o de cualquier otro oficio.

    Deben ser siete estrellas más que avancen con rectitud y prontitud, considerándose indignas de vivir en tan santa compañía; y como llegaron las últimas, tratarán de obrar como aquellos trabajadores de la viña. 

    Deben convencerse de que la humildad caritativa las hará más perfectas. Aunque un momento empleado en obrar con tibieza no tiene la duración de varios días, la tibieza provoca a Dios a vomitar a los tibios. Que todo este santo rebaño trate de seguir al cordero por todas partes, lavando sus vestiduras en su sangre, sin olvidar jamás su Pasión. Estén siempre dispuestas a cantar sus alabanzas, a guardar el silencio que está mandado y a olvidar el mundo y la casa paterna, a fin de que el Rey de reyes reconozca su belleza, y que el oído de su corazón humillado escuche la palabra o la inspiración del Espíritu Santo. Tendrán abiertos los ojos del entendimiento a la vista de estos divinos misterios y conservarán [48] y meditarán en su corazón, a imitación de la Madre del Cordero cuando lo contemplaba en el establo.

    Quien conserve estas disposiciones, gozará desde este mundo la felicidad del cielo. Será un cielo en la tierra, donde el Rey del cielo será honrado y adorado. Ahí hará su tabernáculo entre los hombres, y verá la Jerusalén o Sión reedificada; y el pueblo testigo de todo esto alabará al Señor que gobierna a este santo rebaño, guiándolo hasta un lugar de solaz y abrevándolo en las fuentes vivas de sus riberas, que ofrecen sus aguas jubilosamente.

    Ahí se encontrarán en moradas admirables, hasta llegar a ser casa de Dios. Asistirán a los banquetes rodeadas de música de santa alegría, en los que el amigo las embriagará con un vino que levanta el espíritu y lleva a conocer los secretos de Dios; les aconsejo que piensen que nuestro amor les dirige estas palabras:

    Ya no os llamaré siervos, pues el siervo no es sabedor de lo que hace su amo; mas yo os he llamado amigas y esposas; a los otros les hablaré en parábolas; pero a vosotras os daré las luces para que conozcáis los misterios divinos.

    Soy yo quien desea abrir para ustedes el libro que San Juan vio [49] a la derecha de Dios: el de los siete sellos, escrito por dentro y por fuera. En el interior está mi divina esencia. Por ser el Verbo divino, comprendo todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría de mi Padre, que ninguna persona es digna de comprender ni de contemplar sino sólo yo. Está escrito por fuera, es decir, que en mi sagrada humanidad está expresada toda la excelencia de las cosas creadas; porque si la humanidad es un compendio de todas y las ennoblece, yo soy el epítome, la recopilación y la maravilla de toda la naturaleza humana.

    Yo soy el primogénito de toda criatura y de mis hermanos, a los que he venido a enseñar toda la ciencia, pero sobre todo, la teología mística que he leído en el seno de mi Padre eterno. Yo soy el león de la tribu de Judá, que ha vencido a todos sus enemigos. Yo soy la raíz de David. Yo he dado a comprender todas las voluntades de mi Padre, así como estaba escrito al principio del libro. Yo soy Lamec; soy más anciano que Matusalén por que sacrifiqué mi sagrada humanidad entre mis brazos; es decir, que antes de ser aprehendido por los judíos, hice un memorial de mi muerte en la Cena. Oh, mis queridas esposas, religiosas del Cordero Jesús, creed en mis palabras: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo (Gen_4_23). Yo hice que mi adolescencia, y aun mi niñez, recibieran continuas heridas, que son para vosotros un alivio de los golpes que han recibido de otras personas. Llevo estas llagas escritas sobre mi cuerpo. Como ustedes [50] eran culpables en el cuerpo y en el alma, me ofrecí a pagar por ambos. Es por ello que hay una sentencia escrita por dentro y otra por fuera. La sentencia de los siete sellos del Espíritu Santo, todo bondad, es el testamento solemne que debía yo abrir después de mi muerte, en la audiencia de su justicia en favor de los míos. Y como ustedes son mis esposas legítimas, deseo mostrársela del todo. Quiero que me digan que han visto los secretos de Dios; pero no contento con ello, deseo que se coman el libro. Mi ángel lo llevará ante ustedes después de que mis santos hayan calmado su llanto; que todas ustedes serán enseñadas por Dios. Yo se lo daré a comer; es muy dulce al paladar. En esto consiste la contemplación Como también es necesario que pasen de ella a la acción, parecerá amarga al estómago debido a que tendrán que engendrar almas con grandes trabajos, enseñando con par bolas a todas las personas, pero sobre todo con el ejemplo. Igual que yo, deben sufrir hasta la muerte por la salvación de todos, pues así está ordenado; es el supremo efecto de la caridad. Así como yo soy un esposo ensangrentado, sean esposas empurpuradas. Este es el significado del manto rojo; la amorosa crueldad contra ustedes mismas las introducir [51] en el lagar de mi celo.

    Hagan, con amor, oraciones semejantes a las de Moisés, o más bien como las mías, ofreciéndolas por la salvación del mundo y engendrando almas con peligro de su vida mortal. Sean otras Rebecas, por que yo soy su Isaac, pero al mismo tiempo, el carnero sacrificado por ustedes. Yo soy el abogado de su fecundidad, pues sin mí no pueden engendrar a nadie; yo fui escuchado por mi reverencia. Entren a la habitación de mi Madre y reparen las tristezas que su ausencia causó a la tierra. Así como ella fue la mujer embriagada que confundió a Salem, el mundo y la carne. Sean mujeres generosas, abajen la cabeza de esos tres enemigos que asedian hoy en día la mayor parte de las poblaciones. Salgan, por su intrépido valor, victoriosas de la concupiscencia de la carne, de la codicia de los ojos, y de la soberbia de la vida, que imperan en el mundo. Mi Padre fortificará su brazo. Adórnense con los hábitos de sus bodas: Revístanse del Señor Jesucristo crucificado (Rm_13_14). Lleven mi corona de espinas, así como las hijas de Sión, quienes fueron invitadas a salir a verme a mí, el rey pacífico, en el día de mis bodas, llevando la diadema que mi madre me dio al abrazar mi principado, cargándolo sobre mis espaldas: es mi cruz y el júbilo de mi corazón, porque al amor, que es fuego, le parece suave el yugo y [52] ligera la carga. En la cruz encontré el lecho de mi reposo, en el que me adormecí con un sueño amoroso de enamorado, que fue mi muerte de amor, de amor eterno. Después de ser colocado en el sepulcro, y de haber sido sellado con las siete palabras que pronuncié sobre el tálamo de la cruz, fui sometido al lacre de la justicia, mientras me dirigía a liberar a los cautivos. Fue entonces cuando rompí los sellos de los judíos: todos los de la antigua ley y hasta los de los sentidos entorpecidos de mis discípulos.

    En primer lugar, di a leer mi libro a mi querida enamorada, calmando su llanto, y haciendo que se rodara la piedra para permitir que tres damas pudieran ser las primeras en saber mi resurrección. Hice que mis ángeles las consolaran, para que fueran evangelistas de los apóstoles. Yo mismo quise enviar primero a mi fiel Magdalena, para anunciar mi resurrección a mis hermanos y les dijera que iba a mi Padre y al de ustedes; a mi Dios y a su Dios. Jamás pongamos en duda que nuestro Cordero ama tanto como a aquellas mujeres a las que les seguirán en este Instituto. El les [53] revelará sus secretos y las hará evangelistas de las verdades más sublimes. Si ellas son sencillas, humildes de corazón, bondadosas, poseerán este libro y lo devorarán, anunciando a todos la gloria del cordero que resucitó para nunca más morir y para hacer vivir a sus enamoradas en la vida eterna. Amén. El hará que todo coopere a su bien. El ángel las marcará con el sello divino antes de desatar las plagas sobre la tierra. No debe rebasarse el número de cuarenta y cuatro mil anotado en el Apocalipsis. La madre del Cordero, la gloriosa Virgen, valdrá por cien y todos los demás cuarenta y cuatro. 

    Se procederá a la elección de las madres con una santa intención: para gloria de Dios y el progreso de la Orden. Cada tres años se tendrá la elección para cambiar a las cuatro madres. En cuanto a la Superiora, se la podrá reelegir para seis años, si así lo decide la mayoría; pero no podrá continuar durante tres periodos sin la expresa voluntad o permiso del Señor Obispo, al cual pido no se deje llevar por los deseos de las hermanas, a menos que vea razones que le parezcan importantes para la gloria de Dios y el provecho de la Orden. Así como el esposo es escogido entre mil, así deben ser escogidas de entre todas; así como él es blanco y rojo, deberán ser inocentes, es decir, blancas en sí mismas y rojas por la caridad, la cual practicarán hacia el prójimo. El cordero se humilló hasta aceptar el pesebre, revistiéndose de nuestras debilidades para concedernos la vestidura de la gloria, habiendo cifrado él mismo su gloria en las humillaciones; es por ello que cuantas veces se hable de este Cordero, inclinarán la cabeza como signo de reverencia; pero cuando se diga Cordero de Dios en la santa Misa, inclinarán la frente hasta el suelo, sea durante el Gloria a Dios, sea antes de la comunión del sacerdote y antes de recibir la comunión.

    En el día de la octava de Reyes y el día de los Santos Inocentes, durante la epístola, obrarán como verdaderas esposas, imitándolo en la acción que hizo en la Cena y en el Jardín de los Olivos, cuando sudó sangre y agua, comparando su sudor a un río en el que se bañarán en espíritu, por ser él su esposo de sangre. Que también ellas sean esposas ensangrentadas. Estando así marcadas, el ángel exterminador de la justicia divina no las tocará, dejándolas en manos de la misericordiosa dulzura de Dios, la cual las atraerá a la confianza; y como una nueva Esther, obtendrán perdón para el pueblo. No besarán únicamente el cetro, sino que su esposo las besará con el beso de su boca. Esto sucederá cuando el Cordero que procede del seno del Padre celestial domine como verdadero Señor. Ellas lo conservarán en su alma, que es el monte de la Hija de Sión. Entonces se cumplirá la alabanza del soberano maestro del corazón en esta congregación, que debe integrarse de hijas sensatas que desean la leche.

    La manifestación de Dios será grande al ejecutar sus voluntades. Entonces su nombre parecerá santo, y bueno, y espantable a los malvados. A ellas dará un temor filial que es principio de la sabiduría; sabiduría que desea hacer de este Instituto un memorial de las maravillas que obrará por pura misericordia, y que lo convertirá en un compendio de las Escrituras. Si ellas honran debidamente al Cordero, repararán los ultrajes que le hicieron los judíos, e inaugurarán en la tierra los momentos reservados en el poder del Padre eterno: el restablecimiento del reino de Israel y la venida del Señor sobre una blanca nube, en compañía de todos sus santos. En ese día aparecerá una gran luz, y se verificarán las palabras de San Pedro: que el pueblo venido de las tinieblas ha sido llamado a ver una gran luz: linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de rescate (1Pe_2_9). Que su virtud proclame ante todos que el Cordero es grande, y que él las atrajo por su luz admirable, por la cual esperan contemplar el resplandor de aquel cuya hermosura admiran el sol y la luna. Ellas serán las esposas de este Cordero, a quien sirven los ángeles Ellas entrarán al t lamo de este castísimo esposo, cuyo padre es Dios y la Virgen, su madre. Ellas vivirán en fidelidad a él, guardando la fe. Por ello portarán un anillo de oro, y las coadjutoras de velo blanco uno de plata, con una piedra que ostentará la figura del Cordero. Al verlo dirán: El me ha dado en arras su anillo de la fe. Así como los pastores llevan anillos por estar desposados con la Iglesia, ellas serán esposas de la Iglesia; y como insignia o divisa, llevarán al cuello un relicario que tendrá de un lado al cordero y reliquias del otro, no cesando jamás de subir al altar del sacrificio de ellas mismas. Por el fuego del divino amor, serán holocaustos voluntarios como lo fue por ellas el santo Cordero.     

    Recordarán que este anillo representa el recuerdo de Aquel que las tiene grabadas en la palma de sus manos, y que las ama con una caridad perpetua, atrayéndolas a sí con una gran dulzura. Este anillo será un sello sobre el corazón y las llevará a amar a su esposo con un amor más fuerte que la muerte. El nombre de Jesús que llevarán sobre la frente se referirá a lo que dijo la bienaventurada Inés: Puso sobre mi rostro una señal, para que no reconozca otro enamorado sino a él, a quien me entrego del todo, rechazando todas las cosas creadas. Desde ahora me siento unida a él en espíritu por la gracia, con la que me ha prevenido, esperando morar durante toda la eternidad en la gloria, mediante el vínculo de la caridad perfecta. Con el Padre y el Santo Espíritu, a quien se dé gloria infinita. AMEN.