Capítulo 1 - De las cualidades, forma del hábito y modo de vivir de los sacerdotes que se dispongan y sean recibidos en las casas de la Congregación del Verbo Encarnado, que se rige por la Regla del glorioso Padre San Agustín, sol de doctores de la Iglesia católica, apostólica y romana.
Para la mayor gloria de Dios. Proyecto de los Estatutos y Constituciones de los sacerdotes regulares de la Congregación del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento, por la Madre Jeanne Chézard de Matel, institutriz y fundadora de las religiosas de dicha Orden.
Los religiosos de esta congregación son los sacerdotes y los clérigos regulares, que viven en comunidad, que abrazan la dignidad eclesiástica. Su dedicación y las obligaciones eclesiásticas son las de los cenobitas, por los votos de religión, en la sociedad y en el retiro; se aplican al estudio con deseo de hacerse capaces de trabajar útilmente por la salvación de las almas ejercitándose en la educación, sea por medio de santas y fervientes exhortaciones, públicas o particulares, unidas al ejemplo de una vida buena en las ciudades, en el campo y en el extranjero, para imitar a Jesucristo [6] y a sus apóstoles, cuando sea del agrado de los superiores encomendarles de cumplir esta misión. Dios quiere unir en la persona de los Padres y Hermanos de esta Orden el estado Eclesiástico y el estado Regular que ellos deben estimar, venerar y amar con una caridad sincera. Reconocerán al Verbo Encarnado como Jefe y primer Patrón y a los Apóstoles como copias perfectas de este divino original y tratarán de imitarlos en el celo que ellos mostraron para procurar la gloria de Dios, que fuera conocido, amado y servido en toda la tierra.
Con la Regla de nuestro Padre San Agustín, siendo una de las más suaves, se podrán ejercitar en la mortificación por austeridades corporales, con permiso del superior o director cuando sean públicas, pero antes de concederlo, considerará siempre el fin, el motivo, las fuerzas y la gracia en aquellos que desean practicarlas, para no contribuir a que ellos lleven una vida particular, y conociendo la pureza de su intención no oponerse a sus santas aspiraciones, en vista de que los mayores santos se ejercitaron en las penitencias y mortificación para obtener el don de oración. Cada tres meses o dos veces al año, todos los padres y hermanos harán un retiro de ocho o diez días según que el superior lo juzgue a propósito. Los hermanos [7] legos y los sirvientes, solo tres días bajo la dirección del padre maestro, que será uno de los padres mayores, o de un director elegido por ellos entre tres que el superior les propondrá y seguirán fielmente su consejo por su avance espiritual. Dirigirá el retiro tanto en la austeridad como en la suavidad según convenga para dejar obrar la gracia y de acuerdo a las fuerzas corporales. Será necesario dejar solicitar algún tiempo, a los legos que pedirán ser recibidos, para que por esta precaución, se pueda conocerlos mejor y juzgar más acertadamente de su vocación y si ellos están sinceramente dispuestos a tomar el hábito, vivir el espíritu del Instituto en esta congregación y de guardar exactamente las reglas.
El hábito será de una gran sencillez sin ostentación. La sotana blanca de tela común en la región, como la de los padres y caerá hasta los pies sin tocar la tierra. El escapulario será de sarga roja no brillante sino color sangre para honrar la que el niño Jesús derramó en la circuncisión y tendrá sobre él, a la altura del estomago, una corona de espinas de seda verde bordada con punto de cadenilla con cuatro ramas entretejidas y dentro una cruz con el nombre de Jesús abajo, encima un corazón traspasado con tres clavos y escrito dentro amor meus, con la misma seda. El escapulario tendrá un [8] cuarto de ancho y dos dedos más corto. El cinturón será de cuero rojo, por la sangre del Salvador que tiñeron las cuerdas cuando fue atado a la columna de la flagelación. Los mantos de coro deben ser también rojos como el escapulario para honrar el que por ignominia le pusieron después de la flagelación. Este manto fue teñido de la sangre adorable de este divino cordero, de sus venas que fueron vaciadas de una manera muy cruel para quitar y borrar los pecados del mundo.
La sotanilla para el campo a donde los padres y los hermanos están obligados a ir, debe ser blanca y el manto negro y lo mismo en la ciudad, el manto será negro y largo. No saldrán nunca con el manto rojo, él es solamente por las ceremonias en el coro que estará detrás del altar mayor de la iglesia. Los bonetes cuadrados y los sombreros serán también negros y tendrán un cordoncito negro muy sencillo. El hábito de los hermanos conversos será igual que el de los padres pero de tela más corriente y de cuatro dedos más corto. Todos tendrán un pequeño escapulario para la noche. Los hermanos conversos solo tendrán manto negro para salir a la ciudad.
La tonsura de los padres será más grande que la de los [9] novicios; los cabellos de ambos hasta las orejas; la barba rasurada exceptuándose los que serán destinados a ir a tierras de misión para llevar la antorcha de la fe por sus fervientes predicaciones y oraciones pero particularmente por su vida ejemplar.
Todos tendrán una singular devoción, amor y confianza, no solamente a la persona adorable del Verbo Encarnado y a la santísima Virgen a la que deben mirar y respetar como la madre general de esta Congregación, porque ella la ama tanto, por los fines que la establecieron, sino también al gran san José, dignísimo esposo de María, la soberana de los ángeles y de los hombres. Las otras principales personas de la familia de nuestro adorable Salvador serán también veneradas con un culto especial: San Juan Bautista y San Juan Evangelista están comprendidos en ese precioso rango. San Miguel Arcángel que por su celo fiel protegió en el cielo la gloria del Verbo contra Lucifer y sus adeptos. San Gabriel, el ilustre embajador del misterio de la Encarnación del Verbo hecho carne. Los santos pastores que fueron los primeros adoradores y los Reyes magos, sus imitadores. Santa María Magdalena que lo amaba y fue tan favorecida. Santa Martha y las otras piadosas mujeres que con el discípulo [10] amado de Jesucristo, representan sus amigos más destacados en el momento de la Pasión e ignominiosa muerte en la cruz, desclavándolo y ofreciendo los últimos servicios de su fiel amor para la sepultura de su preciosísimo cuerpo. Es sabido que todos los cristianos manifiestan de todas las maneras posibles sus sentimientos por las buenas acciones que los bienaventurados rindieron a este amable redentor del género humano. Toda esta Congregación está con doble titulo obligada a honrarlos, agradecerles e imitarlos muy de cerca en las funciones a las que se aplicaron después de la ascensión de su Maestro el Verbo Encarnado, sea en la función de la predicación evangélica, en la de hablar entre los hombres, en la de los hospitalarios y en fin la de los solitarios. El las practicó durante su vida mortal para santificar esos tres estados: el de la hospitalidad que ejerció en favor de su padre nutricio San José que por una enfermedad de los nervios estuvo en cama siete u ocho años durante los cuales tuvo el consuelo de ser servido momento tras momento por su querida esposa la santísima Virgen, mientras Jesucristo trabajaba en el taller para sostenerse con su trabajo, santificar ese oficio de carpintero y el de otros artesanos que ganaban su vida con el sudor de sus frentes, satisfaciendo por esos trabajos a la pena asociada [11] a la falta de nuestros primeros padres que fueron los homicidas de sus hijos, antes de poder ser padre y madre.
Es bueno advertir que esta congregación debe ser fuerza espiritual de la Iglesia, para ayudar a ser como una especie de consuelo a los señores Curas, tanto de las ciudades como de los pueblos para catequizar e instruir a la juventud que será confiada a los padres de cada casa, ellos tratarán de establecerse más bien en el campo que en las ciudades donde hay bastantes obreros evangélicos para distribuir las palabras divinas ya que más bien faltan en los lugares desiertos donde los pobres son privados de escucharlas. Pero principalmente los de las montañas que por falta de instrucción mueren en su ignorancia y no ocuparán jamás en el cielo el lugar que el Verbo Encarnado les ha obtenido por la ignominia de su cruz y el derramamiento de su sangre en el Calvario.
Los religiosos de esta Congregación deben, para corresponder con un amor agradecido, desear siempre dar hasta la última gota de la suya por la salvación de las almas que tanto le han costado. Esperando que esta hora bendita llegue sin que ellos busquen la ocasión, al menos deben abrasarla con ardor cuando el cielo se las proponga por medio de los [12] superiores que los envíen a las misiones, ya sea en los pueblos, barrios, montañas e incluso en tierras extranjeras e infieles donde reinan las herejías desde hace mucho tiempo por falta de hombres muy generosos que hubieran estado animados de un verdadero celo par ir a la conquista de las almas que están como sumidas en una ignorancia terrible de la que no pueden salir, no teniendo a nadie que les tienda la mano y les muestre el camino recto de la bienaventurada eternidad. Como hay bastantes clases de trabajo de caridad en las misiones, sobre todo entre los Bárbaros, las fatigas, que vienen en consecuencia, son como los atributos que dan lugar a un martirio ante el Señor, cuando los abrazan generosamente y que los sufren con perseverancia por amor a él.
Cuando la obediencia los enviará para anunciar la palabra de Dios, deben ir sin alforja, ni provisiones, como hacían los apóstoles a ejemplo de Jesucristo su buen Maestro que no tenia ni bienes, ni pensiones, ni rentas, pero que vivían por la contribución de familias las más holgadas y de buena voluntad para asistirlos con sus bienes, y que se aseguren que la divina providencia no les dejará que falten de lo necesario.
[13] Cuando estén instalados en los lugares donde deben trabajar al progreso de las almas por la instrucción, siguiendo la orden del Padre Provincial o General, o del Superior de la misión, a la que pertenecen, traten de erigir la cruz y de implantar un altar para la celebración de los santos misterios, teniendo para esto un piedra consagrada para que los habitantes del lugar tengan el consuelo de asistir y de escuchar los sermones, catecismos y exhortaciones, lo mismo que de acercarse a los sacramentos de la Iglesia, en caso de que no haya otra en ese lugar. Ahí adonde los padre lleguen, tendrán cuidado de primero presentarse al obispo, o al señor Cura y tratarán de no serles una carga, sino ofrecer sus servicios para socorrer a las almas de su rebaño.
Cuando los padres de la Congregación serán solicitados para establecerse en alguna ciudad u otra parte y cuando la fundación esté lista para este efecto, no harán nada hasta que hayan obtenido todos los permisos necesarios y el consentimiento de los obispos del lugar. Cuando los obtengan irán como generosos y valientes soldados de Jesucristo a establecerse en la casa que se les haya destinado donde harán [14] primeramente una capillita donde el cuadro principal será el misterio de la Encarnación y en lo alto del borde la figura del Padre eterno del que San Gabriel recibe la misión de anunciar el misterio de la encarnación de son Verbo a la santísima Virgen. Cantarán el Oficio Romano en el canto gregoriano que ha sido corregido en los dos libros de los graduales y con las antífonas aprobadas por varias personas savias y de autoridad: obispos, arzobispos, cardenales muy capaces de juzgar y que firmaron su aprobación con gran elogio sobre la propiedad y melodía de ese canto que los hombres pueden usar en la iglesia, tanto como las religiosas de la congregación del Verbo Encarnado que lo han adoptado conociendo mis intenciones quitando las notas innecesarias que habrían corrompido el antiguo canto llano de la Iglesia hecho por san Gregorio papa.
El superior tendrá mucho cuidado de hacer guardar el silencio fuera de las horas de recreación después de comer y de cenar, y que todas las observancias regulares sean también exactamente guardadas en el convento donde será necesario que él designe algunos cuartos en los lugares menos frecuentados para poder hacer retiro con menos distracciones, tanto por [15] los religiosos que por los laicos de afuera que desearían hacerlo en el convento donde no hablarán que con el superior y con el director que hayan pedido. Todos los religiosos tratarán de ser edificantes por su humilde modestia, la mortificación de sus sentidos, el espíritu de recogimiento y el fervor de sus oraciones sean mentales o vocales.
El maestro de ceremonias debe estar bien informado para instruir a los otros religiosos y tener cuidado que todo se haga con la atención y reverencia necesarias. Que la salmodia sea en un tono grave y devoto, que las pausas y los acentos graves sean observados, que las genuflexiones se hagan con la rodilla en tierra cuando pasen delante de santo Sacramento o cuando digan en medio del coro los versículos, las lecciones de maitines o al leer en el ambón los puntos de la oración que se debe hacer a las cuatro y media de la mañana y termina a las cinco y media cuando suena el encargado para decir el Angelus enseguida se dirá la hora Prima y Tercia. La misa conventual se dirá a las siete y después la hora Sexta y Nona. Los hermanos irán [16] a la que se dirá antes, donde los padres que están en oficio de enfermeros, de porteros o tengan a su cuidado las clases asistirán también con toda la devoción posible. Todos irán a reunirse tan pronto como escuchen la última llamada que los invita a las divinas alabanzas y a ofrecerse con el Verbo Encarnado como víctimas a ser inmoladas por la gloria de la Majestad santa del Padre eterno, satisfacer su justicia por nuestros pecados y atraer de su bondad, las gracias que son necesarias a todas las creaturas. No hay que olvidar en las oraciones que harán, pedir por la conversión de los pecadores, principalmente los herejes, la que los padres de la congregación deben procurar de todas las formas que les sea posible, pero también por la propagación de esta sociedad que debe ser de las más santas por la inocencia y la pureza de vida, el celo y un gran amor de Dios que llevará, a los sujetos que la componen, a adelantar la gloria del Señor por el ardor que mostrarán por ganar las almas sea por sus oraciones o vida sacrificada de sus pasiones y mortificaciones corporales según la inspiración de la gracia y el permiso del superior.
Cuando habrá cinco casas bien establecidas, los superiores [17] de cada casa procurarán, tanto como puedan, contribuir al establecimiento de las que tendrán ocasión de establecer a fin de aumentar el número de buenos obreros de la casa del Señor y también porque en esta congregación no hay sino un superior y un provincial bajo el consentimiento del general. Después que los superiores hayan reunido su consejo para disponer lo que es necesario para una nueva fundación según los lugares donde será necesario y siempre según las facultades de cada casa, deberán caritativamente inclinarse a aliviar a las más necesitadas y pobres incluso privándose un poco para ayudarles.
Habrá en la iglesia de las casas, capillas, tantas como se podrán conservar, y según el espacio, pondrán al menos seis: una será dedicada a la santa Familia, la segunda a la santísima Virgen, madre del Verbo Encarnado, la tercera a san Agustín, nuestro Padre, la cuarta a san José la quinta al nacimiento del Hijo de Dios, la sexta a su crucifixión a la que asistieron la Virgen madre de dolor, san Juan el discípulo favorito del Salvador, y santa Magdalena, su fiel amada, representados en el cuadro.
[18] En los oratorios del jardín podrán estar figurados Jesucristo en el desierto y en la montaña de los olivos; san Juan Bautista y santa Magdalena, en las grutas que serán las celdas de donde verán el cielo a toda hora; Jesucristo comunicando con dulzura los temas de la salvación a la samaritana, serán muy apropiados para promover la práctica de la oración, en los jardines y lugares alejados para hacer pequeños refugios en forma de pabellones rodeados de verdor en los que los hermanos y los padres podrán retirarse con permiso ya sea para meditar o para estudiar. Habrá oratorios en los claustros o en diversos lugares del convento.
El superior elegirá cierto numero de religiosos, los más fervorosos para dar el catecismo, sea a los hermanos conversos o a los domésticos y pensionistas a la hora señalada para este acto público de caridad a la que los religiosos se entregarán con alegría y sumisión pues se trata de imitar con su celo de servir al prójimo, celo que el Verbo Encarnado hizo ver [19] en los tres años de su vida publica entre los hombres.
Cuando los padres sean llamados a servir al público por la predicación o para confesar los enfermos en los lugares donde están, deben siempre tener cuidado de qué manera se comportaría el amable Redentor y médico de las almas, para modelarse sobre su ejemplo acordándose que él dijo a sus queridos discípulos: Exemplum dedit vobis (Jn_13_15); ejemplo les he dado: haced lo mismo que yo he hecho. El no ha mirado sino la gloria de su divino Padre y no la suya, ni su propio interés sino el nuestro, trabajando por nuestra salvación porque su amor lo atraía tanto que no tomaba ningún descanso, sea de día sea de noche, lo que debe animar el de los padres de esta congregación para actuar en el mismo espíritu, liberados de sus propios intereses con intención pura.
Nadie saldrá solo del convento ni sin el manto negro, que, como la túnica blanca, no debe tocar la tierra pero si cubrir los pies. El manto rojo que es para honrar el que pusieron a Jesucristo por burla y que significa la sangre que derramó en la flagelación, no debe usarse que en el [20] coro, ya sea para los oficios o para la comunión.
Desde que los padres, que hayan estado en la ciudad, con el compañero que le haya asignado el superior de quien habrán recibido antes la bendición, hayan terminado lo que se les había pedido hacer, se regresarán inmediatamente al convento, sin detenerse para nada en casa de personas seglares para comer sin permiso del superior, que no lo dará tan fácilmente, al menos que sea durante un viaje. No tolerará el exceso en beber ni en comer, los religiosos deben huir de los banquetes y festines que los amigos les ofrecerán, y amar la vida frugal que observarán en el refectorio.
La lectura sobre la vida de los santos, o sobre otros temas espirituales se hará a la hora de las comidas de medio día y de la tarde, sea en la primera o en la segunda mesa, y el silencio será religiosamente guardado, acompañándolo en todo momento de la modestia y del espíritu de mortificación tanto interior como exterior.
Cuando los predicadores estén obligados a tomar algún refrigerio después de sus sermones o en sus viajes se [21] acordarán de guardar la sobriedad y de dar buen ejemplo a las personas que los hayan invitado y entretenerlos, sea a la mesa o en otras partes, de cosas que tratan de la salvación eterna e inspirándoles el odio hacia el orgullo y hacia todos los vicios que alejan al alma del fin por el que Dios los ha creado a su imagen y semejanza con el destino de hacerlos felices eternamente en su reino.
Todas las fiestas y los domingos, se cantará un Pange Lingua o un motete al Santísimo Sacramento, una antífona a la Virgen, una en honor de san José y de nuestro Padre san Agustín. Cuando se terminarán las Completas, que se dirán después de Vísperas a las dos de la tarde, el superior o el oficiante de semana dirá las oraciones en voz alta y después en voz baja un Padre nuestro y un Ave María por la conversión de los pecadores y de los herejes. Los días entre semana, las Vísperas comienzan a las dos y la oración de la tarde de las cinco y media a las seis y después irán a la cena. La comida a las once de la mañana. Los hermanos conversos y otros domésticos no irán a la mesa sino después que los padres, los novicios y los postulantes hayan salido. Ellos les ayudarán en la cocina y les servirán para que los encargados descansen.
Los hermanos conversos, no estando obligados a decir el Oficio [22] divino, ni de cantar en el coro, los que sepan leer recitarán en particular el oficio de la Virgen marcado en el libro de las horas y dirán también todos los días el rosario de seis decenas en honor de los días que esta reina del cielo pasó sobre la tierra. En las fiestas y domingos tratarán de decir el oficio de difuntos con tres lecciones en sufragio por los hermanos difuntos de esta congregación. Los padres recitarán el oficio como está marcado en el Breviario Romano conformándose a seguir las rúbricas, del mismo modo que las de la Orden, por las misas se hará memoria tanto como se pueda diariamente no solamente del Santísimo Sacramento sino también de la Inmaculada Concepción de la Virgen Madre del Verbo Encarnado y general de esta congregación.
Cuando el señor Cura o el Vicario del lugar donde estén establecidos los padres, vengan a hacer un retiro de 8 o 15 días, el superior con el debido permiso, enviará al curato uno de los religiosos más capaces acompañado de un hermano converso para tener cuidado y hacer las funciones pastorales para la conservación del rebaño. Nunca entrará una mujer en su cuarto para servirles, ni siquiera la mesa, y no invitarán ellos a nadie de ahí si no a los pobres extranjeros y con precaución y nunca harán visitas sin ser acompañados de un hermano converso.
Todo el tiempo que el señor Cura esté ausente, el padre que hace sus veces se ocupará de predicar, catequizar a los niños, reconciliar a las familias divididas por diferentes razones, de visitar, consolar y servir a los enfermos en caso de necesidad; administrar los sacramentos con un verdadero celo y caridad sincera hacia los parroquianos de tal manera que los deje edificados en todo.
Si el retiro del señor Cura durara más de un mes, el supervisor retirará al que haya trabajado por él y enviará otros dos para remplazarlo. El que sale dará cuenta al señor Cura de la situación de su iglesia, sin quedarse con algo, porque él paga los gastos de su alimentación y de habitación, ya que puede subsistir con la remuneración de las misas cuando no son dichas por la parroquia, y por la caridad que le dan las almas piadosas.
[24] Después de dar cuenta hasta del cabo de una vela, del cirio y de la hoja de papel, el recién venido se va a su celda y se ocupa de su empleo en el convento. Al recibir la bendición del superior pone todo en sus manos, ya que los religiosos de esta congregación no pueden por los tres votos de religión que hacen, guardar nada en particular, ni tampoco aceptar curatos o canonicatos sino solamente prioratos vacantes o abandonados, sin cambiar por tanto de hábito ni su manera de vivir, según el espíritu de la congregación.
Como ella está para abrir la puerta de la salvación a muchos, se debe facilitar a los hombres de buena voluntad que deseen entrar, sobre todo los eclesiásticos que por su carácter sacerdotal son los dueños de Dios mismo, y serán recibidos con respeto, amor y gran honestidad, conduciéndolos al coro para adorar el Santísimo Sacramento y de ahí a sus celdas que están en la parte destinada a los retiros [25] y que son más grandes y cómodas que las de los religiosos. El padre superior deberá advertirles antes de su entrada, que deben pagar por el tiempo que se quedarán. Si sucediera que un prelado u otra persona de calidad y laicos tuvieran devoción de hacer un retiro, sea corto o largo, el superior los llevará con el asistente y otros dos de los mayores de la comunidad a la parte más apropiada y cómoda, donde habrá libros convenientes a su dignidad donde se expone la conducta espiritual sobre el empleo del tiempo de retiro o de ejercicios y los temas de meditación que se hacen.
El superior encomendará a un religioso el tener cuidado de hacerles servir por los hermanos conversos ya sea que esos señores deseen tomar sus alimentos en su cuarto o en el refectorio con la comunidad y no se exigirá nada de ellos si son fundadores o bienhechores porque se tendrá cuidado de mostrarles de esa manera el agradecimiento que la casa tiene de sus bondades y caridades. Los pobres como los ricos, los eclesiásticos como los seglares, según sus pequeños medios y sus [26] facultades, son los bienvenidos a estos santos retiros cuando deseen hacer una importante revisión de ellos mismos y tomar serias resoluciones de quitar el vicio y de abrazar la virtud para lo cual el padre espiritual de sus almas tratará de ayudarlos con sabios consejos y fervientes oraciones, animándolos tanto como pueda con la ayuda de la gracia y el superior tenga cuidados de darles lo que necesiten corporalmente. Tenga cuidado de no hacer de la casa un cabaret y para prevenir los abusos que se pudieran mezclar insensiblemente, impida que alguno de los padres o hermanos, sirvientes o domésticos, ni los externos, coman y beban con ellos fuera del refectorio, ni con los huéspedes que están en retiro, del rango que ellos sean y hay que hacer que se rijan según el horario de la comunidad. Siendo esto esencial, por consecuencia si el superior o los oficiales cometen esta falta serán removidos de su cargo y lo mismo los inferiores. Esta regla será general y abarca tanto a los visitantes [27] como a los doctores y otros principales de la sociedad, sea por su dignidad o antigüedad en la casa. Si llegara a suceder que algunos de ellos se permiten semejante cosa, los que lo hayan hecho serán sometidos a la misma pena y serán culpables de una grandísima irregularidad, y por algún tiempo se les tendrá como inhábiles para toda clase de cargos y empleos. Igualmente si en el refectorio alguien hace bajar al lector de la tribuna y no guarda el silencio bajo pretexto de hospitalidad sea en las casas que comienzan como en las antiguas en las que la lectura debe ser fija durante las comidas aun cuando solo haya dos o tres hermanos y en ese caso la lectura será hecha por los conversos o domésticos por no merecer la misma penitencia marcada arriba.
Los huéspedes recibidos para retiros espirituales estando a la mesa, serán servidos por los hermanos conversos o los jóvenes cuando un padre ya les haya ofrecido lavarse las manos, para practicar la humildad, y les hará una pequeña lectura. Cuando todos estén servidos se retirará y también los hermanos para no estorbar a los [28] huéspedes, pero si son distinguidos por su cargo o de nacimiento y deseen que les platiquen y acompañen, entonces el superior o su asistente podrán hablar pero poco y siempre de cosas edificantes con modestia y prudencia invitándolos a comer sin prisa. Al dar gracias irán al coro para adorar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento y después los conducirán al lugar de su retiro para descansar dejando en la mesa o en el oratorio algunos libros buenos.
Los conventos que están en los pueblos o en los lugares apartados tendrán un albergue para los pobres de pasada y los extranjeros. Los hermanos conversos los recibirán con caridad y modestia religiosa, diciéndoles alguna palabra para edificarlos o instruirlos. Asistirán a los mercaderes u otras personas sencillas, según las posibilidades de la casa, ofreciéndoles la mesa sin más y solo por algunos días, ya sea para descansar o para arreglar algún asunto. Los padres deben acordarse de que las casas nunca se empobrecerán ni se destruirán [29] por la caridad que se haga a los pobres, en los que se debe ver a Jesucristo recibiéndolos con respeto y cortesía. El portero, los catequistas, tanto como el religioso que el superior haya designado, les distribuirá la limosna en la puerta.
Uno de los más importantes servicios que la congregación puede hacer a la Iglesia es la buena educación que dé a los jóvenes y principalmente a la nobleza. Para esto los padres de esta sociedad deben emplearse de todo corazón con un celo verdadero y sin excepción de personas, sean infieles o herejes, enseñándoles a todos las ciencias con la piedad y la fe católica, pero nunca se comprometerán a enseñar en las escuela públicas ni en las universidades.
Como entre la nobleza se encuentran tanto ricos como pobres y otros que son de clase media, serán recibidos unos y otros, ejerciendo su celo en la caridad, tanto como se pueda hacia todos, a ejemplo de Jesucristo y de sus apóstoles. Los niños podrán ser recibidos desde los siete años y permanecer hasta que sean capaces de servir a la Iglesia o al Rey. Esta joven nobleza, para darles [30] una sólida piedad será llamada: Niños de la santa Familia. Habrá un cuadro de la santa familia o una imagen, en su salón; y harán en la capilla de la iglesia de las casas de la congregación, dedicada a esta augusta familia, sus devociones. Para aumentar el número de jóvenes estudiantes, los padres se privarán más bien de otras obras de caridad para sostener a estos, viviendo más frugalmente con el deseo de procurar por la sobriedad y mortificación de su boca y el trabajo de sus manos, que la juventud pobre sea instruida y no le falte nada para sus estudios. Cuando vean niños de buen espíritu y dóciles sin ser nobles, de todos modos los padres los recibirán y tendrán cuidado de educarlos en la piedad y en las letras.
Si Dios inspira a algunas personas muy piadosas a dar una cantidad de dinero para favorecer a los escolares en su sostenimiento, como a los menos favorecidos de bienes de fortuna, el superior tendrá cuidado de ver con el provincial la manera de hacer fructificar ese fondo en favor de esos niños y los intereses serán empleados solamente para eso y se favorizará a otros en proporción del excedente.
[31] En cuanto a los pensionistas, se recibirán tantos como se presenten, si hay lugar para alojarlos y suficientes religiosos para instruirlos y servirlos. Si se ve que no son dóciles, sino viciosos e incorregibles, se los devolverán a sus padres, y no los recibirán ni por miedo, aunque sean niños de calidad bajo el titulo que sea. Los religiosos son libres de recibir a los que quieran y de despachar a los que no sean aptos para quedarse en la congregación que debe mantenerse en un espíritu de humildad y sencillez, rehusando los compromisos o ventajas de promesas monetarias y el tratar con espíritus ambiciosos.
Esos niños serán alojados aparte de los pensionistas. Tendrán su departamento en la casa de los padres maestros de los Niños de la santa Familia, dentro del campo cercado del convento y bajo la guía del superior que tendrá un vicario que dirigirá cada departamento y a los directores de obras de los hermanos, ya sea los que se encargan de la economía o del servicio de la casa en los grandes trabajos. Habrá también en el departamento un mayordomo, y el director comerá con ellos para sostenerlos en sus deberes y para que la regularidad y el buen orden sea observado en todo.
[32] El superior elegirá para el servicio de las clases internas o externas los hermanos más virtuosos, prudentes y juiciosos para encargarse de los niños, especialmente cuando juegan y cuidar de sus útiles y ver por sus necesidades personales con una gran caridad y paciencia por su edad, sus enfermedades y vivacidad de su temperamento sean los pequeños o los grandes. Cuando los hermanos cumplirán bien su empleo no se les quitará de ahí par darles otro pues eso es importante para ellos. Deben continuar tanto como sean fieles a la santa religión y que su salud se los permita, pero no se les debe dispensar del retiro anual y el del día de su toma de hábito y de profesión ya que son necesarios para tomar nuevas fuerzas para avanzar en su perfección a la que son llamados por el estado que han abrazado.
En las misiones establecidas en el campo donde no hay ni habrá academias para educar a la juventud en las artes sean militares o de lenguas, ni maestros para enseñar a cada uno según su condición y capacidades, vocación o [33] ingenio natural, ni en las ciencias en lengua latina u otras, ni para las armas, esta juventud, sobre todo los que sean aptos para ser caballeros de Malta, o para sostener los interese de la fe católica, podrá ser instruida por medio de libros o maestros capaces, probados si es necesario, quienes deben ser hombres sabios y de una vida bien ordenada por sus costumbres, pues no se admitirá en las casas sino gente de moralidad reconocida habiendo dado testimonio de ella. Después de esto el superior les confiará el cuidado de enseñar a los estudiantes mayores lo que se enseña en las academias de la nobleza. Por este inocente entretenimiento conveniente a su nacimiento, evitarán de divertirse con juegos peligrosos, ya que a menudo sucede esto en las academias de las ciudades donde están establecidas.
Los padres les enseñarán las matemáticas, idiomas, geografía y otras ciencias necesarias para hacerlos útiles tanto al publico como a la autoridad.
Los hermanos laicos o conversos aprenderán un oficio lucrativo siguiendo su inclinación para servirse de él y para su familia y además para socorrer en las ocasiones de [34] peligro o imprevistas. Hay que recomendarles con cariño de no llegar a las armas en los encuentros enfadosos que son contra la ley del Señor y prohibición del Rey. Más bien y con ardor cuando se trate de defender a la autoridad y por la gloria del Monarca soberano del cielo y de la tierra, sobre todo en materia de fe debiendo prometer de dar su sangre y perder su vida por el servicio de la Iglesia.
Se podrá permitir la entrada a algún particular, como los bienhechores, hombres viudos u hombres ancianos, que por un sentimiento de piedad quisieran permanecer en la casa y vivir como los religiosos sin tomar el hábito. Este favor se les concederá como una prueba de respeto y del reconocimiento que la comunidad tiene de sus beneficios.
Cuando los escolares se dediquen a las armas, solamente sus parientes y allegados asistirán, si lo desean, a ver el progreso que realizan.
Cuando el soberano, o el obispo del lugar pedirán religiosos para las armas sea para el mar o para la tierra, en el campo, en la plaza de armas o guarniciones en distintos barrios, los padres, los hermanos conversos así que los laicos, obedecerán [35] a las órdenes de la autoridad como a las del prelado con tanto más fervor y valentía que si se encontraran en las más hermosas ocasiones de mostrar su celo trabajando en la conquista de las almas, enseñando a los soldados lo referente a su salvación, sirviendo y consolando caritativamente a los heridos o enfermos. El superior elegirá para esta misión los sujetos más capaces, más generosos, y más experimentados, por el empleo que estarán obligados de ejercer en los últimos acontecimientos.
Cuando el celo de los padres los llevara a desear ir a esa misión sin ser llamados, vivirán a expensas de su casa sirviendo a Dios, a la autoridad y los soldados con un corazón franco y desinteresado. La caridad no les faltará yendo de barca en barca para visitar, consolar, servir los enfermos, administrar los sacramentos de la Iglesia, para ejercitar las obras de misericordia espirituales y corporales e imitar en eso a tantos santos que se entregaron primeramente yendo sin otro apoyo que su confianza en la divina Providencia que los proveía de lo necesario en un momento dado, a veces de una manera milagrosa y muy consoladora.
[36] Los padres deben saber que en la armada no se predica sino con el ejemplo de una vida santa, una gran caridad, modestia y humildad. Por esas virtudes se cautiva los corazones los más endurecidos y los más feroces y se les conduce insensiblemente a Dios, usando una gran dulzura y paciencia en todos los encuentros molestos. En los campos o en los lugares de refrigerio, se podrá predicar porque ya no hay armas. No hay que obligarse a un regimiento particular sin el expreso permiso del superior pero sí, guardarse la libertad de retirarse al convento al fin de la campaña. Cuando sean muchos los padres y hermanos no irán a comer con los oficiales y los soldados sino siempre en su estancia sea en común o de otra manera según les parecerá y harán una pequeña lectura durante la comida.
Si se les da el encargo de los hospitales, se comprometerán con cuidado, caridad y fidelidad. Tendrán siempre en vista [37] la salvación de las almas, su consuelo y la curación de los pobres enfermos para asistirlos en todo, por la gloria de Dios y el deseo de agradarlo sirviendo a la autoridad y orando por su conservación y la de su ejército. No tolerarán que se hagan experiencias temerarias con los soldados y tendrán remedios activos, suaves y eficaces que obtendrán de parte de la autoridad principal o del soberano que los haya llamado. El dinero que puedan ahorrar será sin rehusar algo a los soldados enfermos en el hospital.
Los padres platicarán con los oficiales y los soldados con gran circunspección, dulzura y paciencia, tendrán empeño en hacer que se les administren los sacramentos preparándolos a ello durante su enfermedad, si su vida está en peligro ayudarlos a aceptar hacer el testamento de su ropa, sábanas, equipajes y hacer que se les entierre digna y honorablemente, cumpliendo exactamente su voluntad y al final, entregar todo en buen estado a quien le corresponda, sin desear nada, ni guardarse algo de no ser lo que haya sido dado por caridad o amistad y recen por el descanso de sus almas en los conventos. Los religiosos deben dar [38] a conocer que los han servido no por interés sino para trabajar por su salvación procurando su conversión a Dios.
Los superiores harán hacer juramento de fidelidad a la autoridad principal, a los padres y hermanos que él le envíe para el servicio de los hospitales y administración del diezmo, sin dar ni perder nada de lo que se les confíe para el servicio de los hospitales y de los soldados, ni guardar nada que no les pertenezca para llevar a los conventos, a no ser, como ya se dijo, lo que se les haya dado por las intenciones marcadas antes, o por otra razón.
Los padres que tendrán este encargo pondrán por escrito todo lo que reciban y gasten en el hospital, de quién y para qué se recibe o se gasta, para dar cuenta a quien deben, sea del dinero o de otra cosa.
Todos los artículos anteriores y los siguientes siendo fielmente observados serán un sólido fundamento por la perfección del edificio construido para la gloria del Verbo Encarnado y la salvación de muchos que son los únicos motivos que me hacen concebir este deseo de procurar el establecimiento de esta congregación [39] particularmente entregada a honrar por estado las principales acciones tanto de su vida humilde y oculta el espacio de 30 años como de su vida publica que no fue sino de tres años, pero siempre difícil por los continuos trabajos que su celo por la gloria de su divino Padre y la salvación de de los hombres, le hizo abrazar con tanto amor. Este edificio se afirmará, se extenderá y se mantendrá en proporción de los sujetos que lo habiten, practicando exacta y constantemente las reglas y los estatutos.
Las casas de esta mística sociedad y congregación debiendo dar sujetos no solamente para las misiones sino también para la educación u otros ministerios marcados en este cuaderno, el número de padres profesos puede ser de sesenta en las ciudades populosas o incluso hasta 80, pero en las pequeñas 33 y donde haya menos, tendrán solo hospicios o casas que comienzan que no serán consideradas completamente formadas. Se necesitarán quince para formar una provincia, doce por las misiones o escuelas, tres para los noviciados para los años de formación y estudios [40] de los padres y hermanos clérigos. Una provincia no tendrá ni más ni menos casas. En todas se dará el catecismo antes de Vísperas los días de fiesta y los domingos.
Cuando varias provincias estén completas, los padres se comprometerán con los obispos enviando doce padres y hermanos clérigos y conversos, a expensas de la casa, para las misiones a perpetuidad, para que los puedan enviar a reformar las costumbres católicas y fortalecer la fe y doctrina evangélica en la que algunos se relajan por indiferencia de su salvación, que ha costado tanto al Hijo de Dios.
No es sino por estos santos ejercicios que los superiores deben esperar a que las provincias se completen y sean dispensadas por esto de otros ministerios en cada diócesis donde los conventos estén establecidos y la necesidad lo requiera.
Pero de la que yo hablo es de una misión a perpetuidad, y hecha por su cuenta y por votos y no de cuando las misiones no son sino de cuatro o de seis, ordenadas por los obispos, sus grandes vicarios o que los superiores los envíen [41] con el permiso del ordinario. Como las casas forman las provincias, las provincias forman las naciones. Toda nación que está bajo una misma lengua y se practica en esa nación, aunque las provincias estén divididas bajo diversos soberanos cada nación tiene su superior particular que manda todas las provincias y casas de la nación sea la que sea o pueda estar bajo la autoridad y vigilancia principal, sea el que sea o pueda ser. Cada nación debe tener por lo menos treinta y seis padres y dieciocho hermanos laicos para el servicio de los conventos y de todos. Deben ser robustos, de gran virtud, muy sumisos e interesados por el bien de las casas donde la obediencia los envíe. Los padres deben ser muy hábiles en las discusiones, conocer varias lenguas para convencer a los herejes del reino cuando la autoridad principal o los obispos les ordenen, bajo sus expensas y por sus votos, sin ninguna interrupción cuando haya cuatro o cinco provincias comenzadas.
Cuando suceda que nuestro santo Padre o sus sucesores ordenen de ir a los países de herejes, vecinos o lejanos cada uno debe estar pronto para obedecer a su Santidad con un verdadero celo de contribuir a la salvación de esos ciegos espirituales. Los obispos podrán enviar los padres y los hermanos ya sea en Turquía [42] o en otros reinos vecinos con la orden del superior a quien no resistirán sabiendo la voluntad de los obispos y de los superiores que los hayan propuesto. Considerando con qué cuidado y diligencia deben, a imitación de los apóstoles, trabajar por la salvación del prójimo, sea el que sea, se fortalecerán con la ayuda de la gracia, armándose de confianza en la divina bondad y con un verdadero celo de empeñarse lo mejor posible. Educarán a la juventud, formándola en la practica de las virtudes y de la piedad cristianas y al servicio de la autoridad principal y del publico por el estudio de lenguas y letras, sobre todo la nobleza de la santa Familia imprimiendo en sus tiernos corazones el celo por la salvación de las almas por una gran devoción al Verbo Encarnado, por el amor y confianza en la santa Virgen su madre y de san José. Los padres maestros de estos niños de la nobleza los encaminarán no solo a huir el vicio y los viciosos sino sobre todo a tener una aversión siempre viva a todas las sectas contrarias a la pureza de la fe católica, apostólica y romana la que deben sostener generosamente por el ejercicio conveniente de las virtudes.
Las misiones ordinarias pueden ser llamadas misiones fijas, apostólicas y episcopales, donde los obispos ordenen a los superiores de enviarles un cierto número de misioneros [43] para disponer al pueblo a recibir las visitas pastorales en las que puedan más dignamente recibir la confirmación y los otros sacramentos de la Iglesia. Estos ministros sagrados que ordenen a los padres misioneros de ir a ciertos lugares irán para instruir y pacificar la populación afligida por guerras o enfermedades, pleitos o procesos. Los superiores los enviarán en el tiempo ordenado, y serán alimentados por parte del obispo, lo más frugal que podrán y darán cuenta de todo al obispo.
La misiones pasajeras se dan cuando los padres y hermanos son enviados para que se dirijan a todos: visitadores, superiores, inferiores, padres y hermanos. Ni unos ni otros irán para catequizar ni predicar solos, irán de dos en dos o más si es necesario y a pié. Pero si el viaje es largo y el camino malo, podrán tener mulas o caballos y recibir la caridad que se les hará sin pedir ni en los caminos ni en las ciudades. Caminarán de una manera tan humilde y modesta, que cada uno, pequeño o grande reciba buen ejemplo, por el ejercicio continuo de su profesión y por este medio lograrán [44] verdaderos frutos espirituales. Vivirán con las pequeñas provisiones que les ofrezcan en el convento o por el camino ya que la mirada de la Providencia estará siempre fija sobre ellos.
Las misiones fijas son las que los obispos piden a los padres para celebrar una estación de Cuaresma o de Adviento, por una octava, para una ciudad o pueblo para lo que el padre podrá tener un compañero, según la necesidad y la retribución que se de a los religiosos que predican, confiesan o catequizan. Si sucediera que un predicador o su compañero se enfermaran y estuvieran obligados a regresar a su convento de donde salieron, podrán detenerse en el convento más cercano de su camino y se les recibirá con bondad y se les dará alivio como sea posible ya que todo es común en las misiones de la congregación. Se le dará todo al enfermo para que regrese a su convento cuando esté descansado y en grado de regresar.
En todas las misiones a perpetuidad de las provincias, de naciones y de la Orden, los padres nunca irán sin ser solicitados por el obispo y no harán nada sin [45] el consentimiento del señor cura a no ser que el prelado dijera otra cosa por razones particulares que miraran a la gloria de Dios y el bien público.
Todos los misioneros tendrán una reserva, modestia, dulzura y paciencia, grandes, serán benévolos con todos, sin contrariar, conversando con humildad, sin violencia en el pulpito por un celo impetuoso por la salvación de las almas. La doctrina que ellos enseñen debe derramar una divina unción que atraiga hacia Jesucristo nuestro Señor, buen maestro que es el modelo perfecto de los predicadores. Quienes están en las misiones deben sobresalir en la pureza del cuerpo y del espíritu como ángeles, no tolerando la entrada a las mujeres ni a las jóvenes en sus habitaciones donde serán albergados ya sea hospedería o casa de seglares. Si están obligados por educación u otra razón de dignidad o de caridad, de ir a verlas en sus casas, pedirán que la puerta de su cuarto se quede abierta hasta que ellas salgan, y acortarán la visita tanto como puedan. Evitarán también de mirarlas de frente y no recibirán de ellas ningún regalo a no ser para el convento. Los misioneros serán fijos, no comerán sino en la casa que se les haya destinado y no darán de comer a sea quien sea por decencia. [46] En fin su conducta será siempre sincera y su doctrina ortodoxa, pura, según el evangelio, los concilios, los Padres y según lo que profesa la Iglesia Romana.
Cuando una provincia se obligue por voto a mantener a sus expensas misiones a perpetuidad para los obispos y señores curas, por la reforma de las costumbres, serán necesarios doce padres y doce hermanos sin contar los conversos. Estos misioneros pueden ir juntos o dividirse en dos o tres grupos como el obispo o la provincia lo juzguen más a propósito. Si el prelado ordena que se queden uno, dos o tres años podrán quedarse para desarraigar los vicios y establecer la virtud como hacía san Pablo y los otros apóstoles. Los padres y hermanos misioneros subsistirán por el ahorro, de lo que se les dará gratuitamente sin pedir nada por las misas y apoyados en la Providencia del cielo. Darán cuenta de todo, tendrán un mayor a quien obedecerán, un procurador, un ecónomo. Los padres predican y confiesan y los hermanos visitan y cuidan a los pobres enfermos y abandonados. Viviendo en buenas relaciones con los médicos [47] cirujanos y farmacéuticos podrán hacer que sus almas también aprovechen de las misiones. Trabajarán también para que tengan buen fin los procesos que hubiera. Los hermanos clérigos darán el catecismo, arreglarán los altares, e irán a servir a los padres y a los hermanos.
En las misiones alquilarán una casa o un barrio que sea para ellos, y en donde las jóvenes y las mujeres no entrarán por nada, mientras ellos estén ahí. Los superiores tendrán cuidado de cambiar tanto unos como otros de tres en tres meses para que se recojan y descansen al menos tres meses o para siempre suponiendo que haya algunas quejas.
En tiempo de guerra los R.P. provinciales de provincias vecinas a los enemigos, podrán dar al soberano unos misioneros para ir por mar o por tierra, a los hospitales y refugios de la armada de la manera ya dicha.
En cuanto a las misiones por los herejes, vecinos o del reino, que la nación debe hacer por orden del supervisor nacional, pedidas por el nuncio, por el primado de la nación [48] o por el soberano, será formada por 36 padres 12 o 18 hermanos clérigos o conversos, todos personas buenas, de mucha virtud y buenos para discutir. Los hermanos tendrán buen conocimiento de la leyes medicales, farmacéuticas, quirúrgicas, y además conocer otras materias manuales o mecánicas que cada uno puede aprender par poder huir del ocio, ganar su vida y la de su compañero y hacer el bien en su misión. En esas misiones están obligados a vestirse como se acostumbre en el país. Es necesario que ellos vivan y asistan a los pobres para ganarlos para Dios, por su caridad por el provecho sacado de su empleo como hacía san Pablo con su trabajo manual, acordándose al hacer esto, que el Verbo Encarnado habiendo abrazado la pobreza, la practicó siempre para ser por este medio el rey de los pobres y su buen padre. No hay que dudar que amarán tiernamente a todas las personas que les asisten sea en lo temporal como en lo espiritual, por ser una ley evangélica. Pero cuando los misioneros no están obligados a dejar la sotana hay que ver que se sostengan por los ahorros de la nación.
Hay que notar que esos misioneros que están entre los infieles por orden del Papa, que lo notificó al supervisor nacional o al R.P. General, son elegidos entre los más hábiles y [49] virtuosos de todas las provincias, pero no exposerá a los hermanos clérigos para esas misiones ni para la armada fuera de los refugios, si no son bien capaces, ni a los conversos si nos son de una vida piadosa y perfecta. Podrán ir si se les encomienda, y cuando irán se harán sin cesar oraciones y penitencias para que Dios quiera conservar en ellos el espíritu apostólico y el de la congregación siempre en su vigor, para que él les dé una gran caridad, dulzura, humildad y constante pureza corporal y espiritual, una gran paciencia y un ardiente deseo de dar su vida por la defensa y propagación de la fe y la salvación de las almas, para que Dios quiera darles una feliz cosecha y salud a todos los obreros de la viña.
Los padres y los hermanos de la congregación harán el día de su profesión los tres votos ordinarios de religión, pobreza, castidad y obediencia y además al Papa y al obispo donde estén establecidos, aun al vicario en ausencia del prelado de manera que el santo Padre y el obispo [50] dispongan de sus bienes, libertad y vida, cuando lo juzguen conveniente por la defensa o propagación de la fe. Prometiendo observar fielmente todas las órdenes sinodales o particulares y nunca apartarse, con la ayuda de la gracia, de la pureza y santidad de su Orden, sea enseñando el catecismo, en los sermones, en las confesiones, exhortaciones, sea dentro o fuera del convento, ni suponer nada más allá del poder que se les haya dado por sus posibilidades o cualidades, o cuando tengan más responsabilidades en virtud de algún privilegio. Los padres y hermanos hacen voto de obedecer a sus superiores ordinarios, provinciales o nacionales y al padre general y para afirmarse más en su entrega, harán un solemne juramento el día de su profesión de ser fieles a sus votos y de no apartarse nunca de la verdadera fe. Todos lo oficiales harán lo mismo en lo que respecta a sus cargos y empleos cuando serán nombrados. Los superiores prometerán observar y hacer que se observen las reglas y constituciones de la Orden aprobadas por el Papa. Por los votos que se hacen en todas las casas, alimentarán y educarán la juventud pobre de la fundación, [51] los catequizarán, y tendrán lugares para recibirlos, ayudarán a sostener los de las naciones y por los de las misiones se regularán con lo que ya se ha marcado en artículos precedentes.
Capítulo 2 - De la aceptación de novicios, los años de probación. Cuando los padres y hermanos están obligados por sus votos, cómo deben salir de la congregación.
Todo hombre bautizado verdadero confesor de la fe católica, apostólica y romana puede ser recibido por el provincial en la sociedad desde los quince años; los niños de fundadores o bienhechores y los niños de la santa Familia serán preferidos a los otros y después de ellos los pensionistas.
Todos harán dos años de noviciado, y tres de probación, pero cuando sean recibidos a los quince años serán suficientes los dos años de noviciado. En la primera profesión que se hace después del noviciado harán solemnemente sus votos de pobreza, castidad y obediencia y el de vivir y morir en [52] la congregación del Verbo Encarnado que es un voto particular de esta Orden. Su aceptación se hará en el capítulo a la mayoría de votos de los religiosos de la comunidad que tengan voz como se marcará después. Se necesita más de la mitad de los votos. Los hermanos conversos no tienen voz en el capítulo y al de culpas van para decir las suyas y no permanecen.
En cuanto a la segunda profesión que se hace después de los años de noviciado y los tres de probación los hermanos que hayan sido aceptados renuevan sus tres votos y el de estabilidad en la congregación que hicieron en su primera profesión, después de la cual no pueden abandonar la congregación ni la congregación los puede despedir. Será diferente si un novicio quiere abandonar el noviciado por su propia voluntad, o que por una enfermedad considerable sea corporal o del espíritu se le deba invitar a salir. Pero los que están en sus años de probación no pueden irse con toda conciencia, sin una causa legítima, conocida de la comunidad y aceptada en el capítulo provincial. Pero nunca serán despachados por haber contraído alguna enfermedad corporal o del espíritu, al menos que la hayan ocultado durante el noviciado y su probación y que no sea el pretexto de su salida.
[53] Si sucediera que alguno de los padres fueran nombrados obispos o abades, tuvieran las cualidades y que Dios los llamara a esas dignidades por mandato del Papa, la congregación no se opondrá si están nombrados por causa legítima y bien considerada. En esas salidas no hay que precipitarse ni hacer algo en pro o en contra, siguiendo las necesarias formalidades para esta salida en que va de por medio la salvación de las almas y la persona que acepta esas dignidades para las cuales los padres son nombrados. No dejarán de llevar el hábito de la congregación como tantos santos obispos han hecho.
En cuanto a la otra salida marcada antes, los padres examinarán seriamente las causas propuestas, llamarán a particulares o nombrarán personas idóneas para decidir el caso con el poder de decir sí o no.
Si el que quiere irse es culpable de pecado contra la fe será detenido, lo mismo quien siendo ordenado, sea culpable de pecado contra la pureza. Será encerrado en un lugar alejado y se rezará por él, exhortándolo con caridad a arrepentirse y hacer penitencia y oración hasta que supere una u otra de las tentaciones. Se debe lamentar mucho [54] la persona que ha caído y estando verdaderamente arrepentida y habiéndola visto sufrir las penitencias que se le hayan impuesto, se le dará la libertad dándole la absolución y después que haya prometido enmendarse.
Si alguien está fuera de las normas legítimas, no dejarán de hacer todo por buscarlo y seguirlo por doquiera, y principalmente si ha pecado contra la fe, se empleará la autoridad de la autoridad principal, del obispo y de los seglares para castigarlo severamente. Si él peca contra la fe no referente a la congregación o las costumbres, si él regresa por sí mismo, contrito y arrepentido de lo que hizo, se le recibirá por caridad. No obstante purgando la falta por una saludable penitencia dada por el provincial y el capítulo donde él se encuentre, impuesta según la gravedad de la falta y el arrepentimiento del que dará sinceras muestras.
Capítulo 3 - Los oficiales, su elección, deposición, capítulos, asambleas particulares, provinciales, nacionales y generales.
Los oficiales de las casas formadas o en vías de formación, son el padre supervisor, los cuatro consejeros con los cuales cuenta toda la comunidad, sea para lo espiritual o para lo temporal. Son nombrados por tres años. El provincial con su [55] consejo nombra el supervisor y el capítulo local lo acepta y confirma si lo encuentra adecuado para la casa. Se necesita para esta aceptación al menos las dos terceras partes de los votos de la comunidad la cual está compuesta de padres que tienen al menos seis años de profesión.
El supervisor, para ser elegido debe tener cuarenta años de edad y seis años de profesión, y además, las cualidades que se piden para ser un buen superior. Los cuatro padres del consejo son los mayores y de buen juicio entre la comunidad y son nombrados por los que aceptan y confirman el nombramiento del supervisor canónico por la mayor parte de los electores. No deben ser voluntariosos ni preocupados del qué dirán, deben tener un buen juicio para conducir sabiamente con el superior de la casa, y nombrarán a todos los oficiales de la casa principal, es decir el ecónomo, el procurador, los sacristanes, vicarios de los que hacen retiros, de los niños de la nobleza, y por el tiempo que vean serán capaces de esos empleos.
Los hermanos clérigos y los conversos no se preocupan por saber los asuntos ni lo de las elecciones sino se aplican a saber obedecer bien, y servir fielmente la santa religión. Todos los oficiales, mayores y subalternos, presten juramento de fidelidad a la congregación y a la comunidad y de dedicarse a su cargo fiel y exactamente siguiendo las luces que Dios les dará y según les dictará el conocimiento [56] que tengan de lo espiritual y de lo temporal, porque después de todo, la comunidad se apoya en ellos preocupada solo de obedecer, de estudiar, de dar su catecismo, sus instrucciones y de sus misiones.
Los oficiales subalternos no hacen nada sin una expresa orden del supervisor y de su consejo, así como el supervisor no hace nada sin su consejo, ni el consejo sin el superior o el supervisor. Velen sin cesar de común acuerdo sobre los actos de unos y de otros para advertirles caritativamente, sobre los que les están sujetos y sobre todo los que están en la casa para corregirlos y castigarlos. Viviendo en una grande concordia y unión, las casas son bien conducidas y la congregación bien servida y edificante.
El supervisor no saldrá sino rara vez y por asuntos muy urgentes y esto lo hará con la opinión de moderadores y con la de los padres. También, nadie saldrá sin el expreso permiso del supervisor y pedirá la bendición antes de salir y al regresar a la casa. Si uno de los moderadores está obligado a salir por cualquier asunto no pedirá permiso al supervisor pero tendrá un compañero que él le nombrará. El dejará a otro moderador [57] nombrado por la comunidad, así como el supervisor tiene un vicario que deja en su lugar durante su ausencia. No es necesario, para ser supervisor pertenecer a la misma casa.
Cada seis meses los que confirman y los que eligen, como también los moderadores, se reunirán para tener conocimiento de la buena o mala conducta tanto del supervisor como de los moderadores y de todos los oficiales y examinarán durante ocho días todos los libros de los archivos dando orden a los expertos de examinarlos. El supervisor no dirá nada al mayor y los dos se retirarán con los moderadores sin hablar con nadie de la casa, sea quien sea, durante ese tiempo de ocho días. Los oficiales durante este tiempo, cumplirán como de ordinario sus empleos.
La causa del supervisor habiendo sido examinada como también la de los moderadores, sin preocupación ni pasión examinarán la de los oficiales una por una.
Los libros del oficial de quien examinarán los libros y la causa se retirará y cada uno de los encargados jura decir la verdad al mayor y a sus asistentes y lo que sabe en favor o en contra de quien se examina la causa. Durante eso la persona no sale del convento que por asuntos de gran importancia. El catecismo no tendrá lugar [58] y al ser todo bien examinado confirmarán en sus puestos a los que hayan sido fieles y retirarán de sus puestos a los viciosos y poco observantes de sus deberes, y si los hubiera, nombrarán en su lugar a quienes puedan ser nombrados y pedirán al provincial de cambiar al supervisor si encuentran motivo para cambiarlo y el mayor del capítulo ocupará ese puesto mientras se elige un nuevo supervisor. Si hubiera un subalterno cambiado por el capítulo, el supervisor con sus oficiales nombrará otro. Los cambios hechos serán validos si los dos tercios de los examinadores dan sus votos. Si el cambio se hace no por culpabilidad sino por enfermedad sea de cuerpo o de espíritu, por poco animo de cumplir las observancias, o por mal carácter e impetuosidad, la persona cambiada no es culpable de ninguna falta y no es excluida de otros empleos que pueda cumplir y puede ser nombrado en el mismo cargo pasado un tiempo. Pero si fuera encontrado culpable será castigado severamente y no podrá ejercer ningún cargo por el tiempo que la asamblea provincial, que haya escuchado su defensa, haya determinado. Si fuera probada su inocencia su cambio será valido porque para cambiar a un superior [59] o a un oficial basta que una presunta culpabilidad sea tenida por dos tercios de la comunidad. Los superiores y los oficiales deben ser exactos, inocentes y puros como los ángeles y no dar ninguna sospecha a sus inferiores, pero si es solo una calumnia será reconocido inocente por el capítulo provincial o por el visitador y los calumniadores serán expulsados de la congregación o metidos en prisión por largo tiempo según lo diga el capítulo o los visitadores.
Capítulo 4 - La elección de superiores y oficiales de las misiones comenzadas. Causas principales de la deposición de unos y otros.
1° Las casas comenzadas u hospicios, y cuando son formadas por seis o siete religiosos serán gobernadas por vicarios de buena conducta, con autoridad y vida ejemplar. Serán nombrados por el provincial y su consejo que le darán los padres y hermanos fuertes en palabras y acciones y de buen ejemplo para formar prontamente esas casas comenzadas. Las llevarán hasta la perfección para que puedan llegar a ser provisoras, es decir que puedan alojar y alimentar 15 o 16 religiosos. El vicario mismo [60] puede continuar en calidad de miembro y cuando le encarguen una casa será como una seguridad moral, si no física, de poderla formar en cuatro o cinco años, por dones gratuitos o por fundadores, o contribución de otras casas que den una mano a la obra.
2° El nombramiento de provisores por el provincial y su consejo se hace el 1° de septiembre, enviando prontamente la elección por escrito, nombrando quién es el elegido o dos o tres para que se determine uno de ellos que sea aceptado por dos tercios de la comunidad. El elegido tomará posesión por tres años el día de san Miguel si no da lugar a que lo destituyan. Después de tres años puede ser confirmado cada tres años si lo desea la comunidad. Lo mismo se hará para el nombramiento de otros superiores, confirmándolos en sus cargos, empleos u oficios si los cumplen dignamente.
3° Las causas de su destitución son: cuando han intrigado directa o indirectamente para ser nombrados, [61] si desgraciadamente hubieran ofrecido dinero o regalos para tener el cargo. Si ese dinero es de la sociedad serán metidos en la prisión, ellos y quienes lo hayan recibido hasta que sea completamente reembolsado, y por largo tiempo serán excluidos de todo cargo y empleo. Si ese dinero es de sus parientes y debía ser de la congregación, quien lo haya recibido está obligado a devolverlo y será excluido y no será nunca superior. Si se permiten ellos, o a los demás alguna singularidad no estando enfermos, si castigan por venganza o antipatía, si disimulan las faltas por prudencia humana o falta de energía, si son muy violentos o enojones y muy amigos de sí mismos, sin caridad, especialmente hacia los enfermos, o flojos para hacer observar las reglas, estatutos y costumbres, sin fervor ni modestia, buscando los honores por un espíritu de soberbia, son causas de destitución. Pero sobre todo si se conoce cualquier infidelidad en el ejercicio de su cargo y su administración apropiándose de alguna cosa bajo pretexto de ser el superior, oficial, predicador, lector o maestro buscando lo mejor para dormir, comer, vestir y ser servidos por los demás, [62] y sin razón querer ser dispensados de los empleos difíciles o pesados de la casa, entonces serán destituidos y no podrán ser más los superiores ni oficiales. Se les ocupará en los menesteres que sean capaces.
4° Los que se sepa que forman partidos o división se les despachará de la casa de la congregación o de la provincia. Si son personas que inquietan la Iglesia o la sociedad se les encerrará con toda seguridad haciéndoles ganar su vida en la prisión hasta que se conviertan y si faltando a sus votos han escandalizado, y son culpables, no tendrán ningún cargo por largo tiempo y serán castigados severamente por el capítulo del que dependan o por los visitadores y según la gravedad de la falta y de sus fuerzas.
Capítulo 4a - La elección de provinciales y oficiales de la provincia, nacionales y generales. Las asambleas de la Congregación, la destitución de superiores y oficiales y la confirmación en los cargos.
1° Los provinciales son nombrados por cuatro años por los proveedores nacionales, y los proveedores por seis años por el general, los procuradores generales, ecónomos y secretarios [63] son elegidos por seis años por la asamblea general que vive en Roma o por su vicario y tres asociados. Todos estos superiores podrán ser confirmados cuando terminen su tiempo y consecuentemente teniendo las cualidades necesarias y según los buenos servicios que habrán ofrecido a la Iglesia, al publico y a la congregación. Se hará lo mismo en vista de los oficiales subalternos. El procurador general es nombrado el ocho de octubre, enseguida el ecónomo, el secretario y su consejo. El nacional, el primero de junio. El provincial y los proveedores toman posesión el día de san Miguel.
2° Todos los oficiales subalternos, asistentes de superiores o del padre general nombrados y aceptados por las asambleas o por el asistente general serán confirmados por el Papa. El subsecretario, su ecónomo, y subprocurador son nombrados por el procurador y su consejo y por el tiempo que sea si ellos cumplen su cargo con diligencia y edificación.
3° El ecónomo no hace nada más que recibir y distribuir los diezmos de la Orden ya que ese es su empleo y tiene cuidado de las fundaciones en países extranjeros y siempre de acuerdo con el procurador general y su consejo a quienes corresponde saber [64] todos los asuntos de la Orden pues ese es su empleo y cumplirlo según lo que envíen de las naciones y de las provincias y de todas las misiones que existen por orden del Papa. Este oficial no teniendo el mando ni la dominación sobre ninguna casa solo envía las órdenes recibidas del Papa, del cardenal protector o del general. Debe vigilar y trabajar exactamente por los asuntos y las misiones y hacerlas avanzar, pues toda la congregación confía en su celo que debe ser siempre ardiente por sus intereses.
4° Las asambleas de las casas como ya se dijo, se harán cada seis meses. Los asuntos provinciales y nacionales se tratan cada año. Se harán así: la primera asamblea al capítulo local inmediatamente después del tiempo Pascual, esta asamblea debe ser como se dijo, para examinar la buena o mala conducta de los superiores u oficiales. Si todo está felizmente reconocido y terminado se reúnen para tratar los asuntos de la casa en lo espiritual y en lo temporal y para nombrar dos religiosos sacerdotes exceptuando al proveedor que tengan al menos 40 años y 6 de profesión para ir a la asamblea provincial de la casa para los asuntos temporales de los que se tratará. En [65] esta asamblea se procede contra el provincial y otros superiores y oficiales de la provincia como se dijo de los proveedores y superiores locales. Se hace la elección de tres colegas y de tres consejeros del provincial. Si los cuatro o seis años han pasado, se le confirma y se eligen dos padres de los mayores de la provincia excluyendo al provincial y los de la asamblea para ir a la asamblea nacional. El provincial no sale nunca de su provincia a no ser por orden y mandato expreso de sus superiores. En la asamblea nacional se hace lo mismo y nombran después cuatro de toda la nación para ir a la asamblea general cada año en el tiempo determinado para la elección del procurador general que debe ser hecha por ellos o confirmada cada año como a los otros superiores. El proveedor nacional no se aleje nunca de la casa o ceda su cargo a no ser que la provincia quiera aceptar su renuncia.
5° En los capítulos provinciales nacionales no se elije nunca ninguno del capítulo, sino a los ausentes, personas conocidas por su méritos y virtud. Cuando los que tienen cargo no son confirmados, el mayor del capítulo ocupa el cargo hasta el momento en que el elegido llegue. Los procuradores provinciales asisten a la asamblea nacional y los nacionales a la general, para dar cuenta de lo temporal que se les encomendó. Los subprocuradores y los ecónomos hacen sus veces durante la [66] ausencia del procurador provincial.
6° En cuanto a los proveedores locales, provinciales y nacionales y sus consejos, son sacerdotes de al menos 40 años y 6 o 7 de profesión. Todos los demás oficiales que ejercen como procuradores, ecónomos y secretarios generales pueden ser hermanos laicos, igual de al menos 40 años y de virtud, buenos y sabiendo las leyes y las lenguas. Su consejo será por lo tanto de seis sacerdotes sin los cuales no podrán hacer nada, ni ellos sin los hermanos quienes tendrán un rango honorable entre los sacerdotes y sean humildes, sumisos, cuidadosos y fieles. Los hermanos conversos profesos harán los oficios bajos u otros negocios necesarios para el bien de las casas del campo, provincias y naciones no haciendo ninguna cosa de importancia sin el permiso expreso de su superior y de su consejo, los administrarán bajo la orden de los ecónomos y procuradores de las casas.
Capítulo 5 - De la buena educación y economía.
1° Es una regla inviolable que todos los padres, hermanos y domésticos deben ser educados en una gran reverencia hacia el Papa, el cardenal patrón de nuestra congregación, y todos [67] los otros cardenales y prelados de la Iglesia de Dios y en general hacia todos los eclesiásticos, los religiosos y todas las personas seglares constituidas en dignidad, entre los cuales el Rey, los príncipes y soberanos, tiene el primer rango. Debemos pedir cada día por su conservación y prosperidad.
2° No habrá nunca ningún enojo entre los padres y los obispos, teniéndoles deferencia en todo lo que no es contra la fe y las buenas costumbres recibiéndolos en sus iglesias con todo el honor y sumisión posibles, llevando la cruz, el agua bendita y los cirios prendidos y como de ordinario, al obispo de la diócesis, entregándole la llave del sagrario y la de la casa, como haciéndolo el mayor. Esta ceremonia no se omitirá nunca cuando sea la primera vez que tendrán el honor de ser visitados. El obispo entrega de nuevo las llaves al superior que se las entregó, como muestra de su agrado por este acto de sumisión y por la satisfacción de no tener ningún reproche ni queja que hacer en publico, ni falta impune contra el superior ni contra alguno de los sujetos a él.
Los padres darán en sus casas la precedencia [68] a los eclesiásticos y religiosos extranjeros haciéndolos sentar antes que ellos y no caminarán que detrás de ellos aunque no sean tonsurados pero basta que tengan el hábito clerical o de religiosos. Se considerarán siempre los últimos de la Iglesia de Dios, como de hecho no tendrán otros sentimientos, y así serán elevados por encima de todos imitando la humilde modestia del Verbo Encarnado que en todas partes no se distinguía por algún rango de preferencia y de honor. Los padres y los hermanos se aplicarán a ejecutar todos los actos públicos por la Iglesia y el sostenimiento de la fe, y después de un buen éxito darán gloria a Dios y a los otros obreros espirituales prefiriendo para ellos el silencio. No hablarán en publico ni en particular de los desórdenes de los eclesiásticos o de los religiosos sino cuando se trate de la gloria de Dios, del bien publico o de la Iglesia.
3° Los hermanos conversos que están sometidos a los oficiales subalternos, los obedecerán como a sus superiores, el oficial no tendrá ningún derecho de imponer penitencias, eso pertenece al proveedor con la opinión de su consejo o de maestros de novicios, o de confesores. Los niños del [69] pequeño hábito y los pensionistas no serán castigados por sus faltas de parte de sus maestros, ellos pedirán a un hermano converso de hacerlo y siempre con discreción y según las faltas. Los hermanos clérigos y laicos o conversos que no son ordenados no se cubrirán nunca, ni se sentarán en presencia de personas ordenadas sino en asambleas públicas y por rango. Los diáconos y subdiáconos en presencia de los sacerdotes y los sacerdotes en presencia de sus superiores y cuando se los ordenen.
4° Los hermanos y los padres que hablen contra sus superior serán constreñidos a quedarse en sus celdas y trabajar en silencio ocho días y cada vez que caigan en esa falta serán privados de la misa y comunión y si no se corrigen se les despedirá. Después de cuarenta años se les encerrará tres meses y si no se corrigen se les castigará más severamente por sus murmuraciones y acusaciones.
5° Se podrá tener en cada casa un fundador de lo temporal quien podrá entrar y ver toda la casa [70] bajo la orden del padre provincial y proveedor. Los superiores le darán preferencia con agrado en el refectorio y dondequiera. Los superiores darán de parte de la economía lo que se necesite para la alimentación, hábitos, estudios y empleos y principalmente de los enfermos. A todos los padres, hermanos y domésticos, a los niños del pequeño hábito, a los pensionistas y a los de retiro, darán cordialmente y de buena gana, para que no falte a ninguno, libros, papel, plumas, tinta y maestros, ya sea por ellos mismos o por los oficiales, tanto para que estén ocupados en el estudio como en sus empleos.
El tener algo en propiedad sea desterrado para siempre, es un monstruo en las comunidades religiosas tanto de uno como del otro sexo, si este hecho se diera debe ser expulsado con los propietarios o de su corazón por severas penitencias. Ni los hermanos ni los padres administrarán dinero en particular si no son los oficiales qui tienen la caja común. Los que vienen del campo entregarán inmediatamente al encargado de la casa el dinero que tengan el cual se le entregará, y todo lo que les sea necesario, cuando tengan que salir y siguiendo sus ordenes con [71] obediencia. Si alguien resalta en arte o ciencia, se le promoverá pero que no se enorgullezca o crezca la soberbia en su espíritu, de lo que hay que tener cuidado y advertirlo de no fiarse de si mismo ni de dejar que así parezca en sus gestos, palabras y acciones, dentro o fuera de la casa.
6° Los procuradores y ecónomos tendrán siempre ocupados a los hermanos conversos, trabajando con ellos una que otra vez para que por su ejemplo los animen en el trabajo no dejando nada que sea útil ni que se pierda lo que puede servir en un lugar o en otro. Tendrán su mirada vigilante en sus hermanos de manera que sirvan exactamente con un espíritu de caridad y de dulzura constante, sea en el refectorio, en la cocina, o en otra parte, sea por la comunidad o por los pobres sirviendo según se acostumbre teniendo buenos alimentos, y no el placer de ellos.
7° Exceptuando los sacerdotes, todos tendrán un empleo según su inclinación y que sea según su estado [72] en el cual serán instruidos a tiempo por buenos maestros que serán pagados. Si hubiera en la casa hermanos conversos para enseñarles sobre todo a los niños, tanto unos como otros deben orar, estudiar y trabajar, ya sea en la agricultura o en obras de servicio como ya se dijo. Los padres podrán dedicarse a las artes liberales, sea de pintura, medicina u otras según les convenga, y si es necesario se les instruirá. Lo mismo todas las personas de la casa, teniendo un oficio o empleo deben tener sus instrumentos de trabajo en común, como se acostumbra en la Orden, para guardar las reglas de pobreza religiosa.
8° Los proveedores provinciales teniendo derecho de disponer de lo temporal con el consejo de sus provincias, los proveedores nacionales en la nación, y la asamblea general en toda la Orden por el bien de la Iglesia y de la congregación, tendrán entre ellos una fiel correspondencia; los padres provinciales velarán por todas las casas, las que tienen más y las que tienen menos; los procuradores nacionales tendrán una correspondencia entre ellos y los provinciales, para enviar [73] lo que es barato en una provincia, a otra donde es más caro. Así mutuamente por el caritativo cuidado de sus casas y para el socorro de sus hermanos conversos y domésticos, consérvense en una buena comunicación reembolsándose mutuamente, a lo que los procuradores y visitadores darán la mano en las asambleas generales. No serán veleidosos en el arte y las ciencias y se ocuparán en ello un año o hasta que lo sepan a fondo. Cuando haya un buen maestro en la casa se le enviará la juventud para que les enseñe, sea de la provincia o de la nación o aun de otras naciones si fuera necesario. En los países de infieles, si se encuentra alguno que sobresalga sea extranjero o no, se hará lo posible por aprender de él o enviarlos a países católicos si se convierten.
9° Todas las casas formadas están obligadas a confirmar o destituir cada tres años a todos los superiores y oficiales y hacer ahorros considerables para las misiones fundadas y otras obras piadosas, todas las ganancias y bienes que se adquieran después no pertenecen a ellos sino a la provincia e igual todas las provincias formadas por la nación y por la Orden. Todos los ahorros deben ser divididos en tres partes; para los asuntos de la provincia, para los de la nación y por ultimo para los de la Orden. Las casas particulares serán siempre pobres, sin faltar de lo necesario, haciendo sus ahorros en el trabajo, para huir de la ociosidad y practicar muchas virtudes por esta pobreza voluntariamente aceptada para imitar al Verbo Encarnado, que trabajó hasta los treinta años en el taller de su padre nutricio San José, haciendo el empleo de carpintero para ganar su vida con el sudor de su frente, siendo el Hijo de David, profeta y rey de Israel y coronado como tal tres veces distintas.
10° Los padres no los cambien sino raramente, a no ser en caso de enfermedad o de escándalo o por un bien mayor y no lleven con ellos sino sus escritos. Guarden en todas partes su rango de profesión y si tienen alguna dignidad, el rango que les pertenece.
11° En todas las casas habrá un lugar para guardar [75] los hábitos de los religiosos y otro para la ropa de la casa, y dos hermanos conversos tendrán cuidad de tenerlos limpios, hacerlos o zurcirlos. Los guardan y entregan en el tiempo de la estación y tienen otros hermanos o ayudantes para cumplir este empleo. Dos veces a la semana se da la ropa, camisas, pañuelos, alzacuellos, manguillos, sin doblar, llevándola a las celdas todos los sábados. Las sabanas una vez al mes en invierno y en verano cada quince días. Los hábitos durante las cuatro estaciones estarán al cuidado de los hermanos que tendrán cuidado de cambiarlos si están sucios y blanquearlos después de Pascua y en septiembre. Nadie tendrá en particular ninguna ropa ni hábitos ni nada de lo que se sirvan. Su cama será lo más sencilla que se pueda y sin columnas, compuesta por un colchón de paja, otro colchón suave, una almohada y dos cobertores blancos para el invierno. Para el verano bastará uno. Las cortinas de las camas de la enfermería serán rojas y de tela común en el país sin adornos ni forro. En la casa no se usarán sino cucharas y tenedores de madera exceptuando las de los enfermos en la enfermería que serán de plata. Los platos, algunas tasas, las vajillas, tanto de la cocina como la del refectorio serán de barro barnizado según cada país.
12° En las iglesias todo será conveniente a la santidad del lugar donde la majestad de Dios es alojada y adorada por los fieles. La decoración será tan propia como se pueda sea en ornamentos, ropa, cuadros, tapices, platería, esculturas, y que no pueda dar lugar a criticas o robos de parte de los enemigos de la fe.
13° No habrá en las celdas o en los cuartos del noviciado nada de lujo. Todo mostrará la sencillez y pobreza religiosa, pero sí, algunas imágenes en papel y sobre la mesa un crucifijo y algunos libros devotos. Una silla de madera y una jarra de metal o de barro barnizada con agua bendita hecha por los mismos religiosos. En el noviciado y en los claustros habrá oratorios muy cuidados, limpios y adornados, sobre todo en las grandes fiestas.
14° Habrá en el refectorio algún cuadro de la Pasión. En el lugar del superior no habrá mantel sobre la mesa sino en las fiestas solemnes. Cada uno pondrá su servilleta delante de si dejando una parte sobre la mesa. Cada uno tendrá un cajón para guardar su servilleta y su cuchara, y tendrá un vaso para agua y una copita para el vino en la comida y en la cena. Se tendrán guardadas algunas cucharas y tenedores de plata y cuchillos para servir a los fundadores, bienhechores y otros amigos cuando coman en la casa. Se podrán usar lámparas en las celdas. El aceite de la lámpara de la iglesia será el mejor, que no humee al consumirse delante del Santísimo Sacramento, delante de los altares de la Virgen, madre del Verbo Encarnado y el de la santa Familia. Las lámparas serán de plata, tanto como se pueda y todo siempre muy limpio y adornado. En las casas en tiempo de frío, habrá estufas de cobre o de fierro durante el trabajo en común principalmente en el noviciado. Los padres y los hermanos se recordarán en todo tiempo de no usarlas sino por necesidad, como las otras cosas, por su voto de pobreza que permite lo necesario pero prohíbe lo superfluo. Los oficiales tendrán mucha atención de esto sin pasar sobre la caridad debida a todas las personas de la casa, el bien de los cuales les está confiado.
15° Antes de terminar este capítulo hay que advertir aquí que la ropa interior de los [78] padres y de los hermanos clérigos serán de tela blanca, común según la estación. Los alzacuellos así que los manguillos serán sin pliegues ni adornos, anchos de tres o cuatro dedos, de tela fina sin ser transparente sino gruesa y que se mantenga mucho tiempo limpia. Se darán calcetas de tela a quienes las necesiten si sudan de los pies o por alguna otra incomodidad.
16° La ropa interior de los hermanos conversos será de una tela blanca muy corriente a causa de los grandes trabajos que deben hacer, sea en la cocina, lavandería, panadería, en el jardín o con los animales en el campo y para conservar todo lo que es de su oficio y empleo en buen estado.
Capítulo 6 - Referente a la educación, los estudios y ejercicios de la juventud.
1° La buena educación siendo como el alma de esta congregación, los superiores tendrán gran cuidado de procurarse buenos maestros, para las costumbres, las letras, las artes, los talleres mecánicos, que conviene enseñar a los niños del pequeño hábito que es una túnica roja que llevarán en el coro con un sobrepelliz [79] de tela blanca, sin mangas, excepto el del hermanito sacristán que sirve en las misas del altar mayor de la iglesia y el de los que llevan los dos candeleros en las procesiones y otras ceremonias que se hacen ahí, ya que están destinados a cantar los versículos del oficio divino aprendiendo del maestro de ceremonias y del padre maestro.
2° En cuanto a los que se encargan de los que hacen retiro o de los pensionistas, deben observar en ellos sus cualidades naturales, sus inclinaciones y temperamento y sobre todo los movimientos de la gracia celestial que pueden recibir desde su temprana edad y así conducirlos en la práctica de la virtud y de la piedad inspirándoles una grande devoción al Verbo Encarnado y a la santa Virgen tomándola por maestra y siguiendo los ejemplos de tantos alumnos que adquirieron la santidad por su fervor desde su primera juventud. Aunque todas las virtudes deben ser comunes a todos, mucho más para los que presiden cada grupo que busca la perfección, de manera que se puede decir que una es la santidad de un novicio, otra la del superior, [80] otra la de los misioneros y otra la de los conversos. De esa manera, los maestros de la juventud no serán negligentes en atender a los que están bajo su conducta y deben buscar la manera de imprimirles en el corazón las virtudes propias al espíritu de la congregación, o sea: una grande y viva fe, un celo siempre ardiente por hacerla crecer; el amor de la salvación de las almas, el deseo del martirio y una constante devoción a la santa Familia. Hay que dar importancia a la educación de los niños y a los otros jóvenes que son atraídos para despreciar la vanidad del siglo corrompido por los vicios, para que sean mortificados y sobrios, para que se odien a sí mismos, medidos en el beber y en el comer, para sufrir pacientemente las injurias y los desprecios, para acostumbrarse al trabajo y toda clase de sufrimientos, acostumbrándose a penitencias corporales con el permiso del superior que les dará los instrumentos, pero no los usarán sin permiso del director o del proveedor. Por medio de todos estos ejercicios la juventud se corregirá más pronto de todos sus vicios y de todo lo que puede desagradar a Dios y al prójimo. No dejarán escapar ninguna palabra indecente, ni de orgullo ni menos ociosa. Sus jóvenes corazones serán siempre fervorosos y puros, sus ojos modestos de manera que reluzca en todas sus acciones el espíritu de recogimiento, el amor y el temor de Dios a quien sirven.
3° [81] Hay que enseñarles a vivir con toda honestidad, deferencia, circunspección y reserva con sus camaradas y compañeros para que la caridad reine siempre entre ellos. No usarán ningún polvo para su cabello, tampoco tabaco en polvo u otro, y si se les manda usarlo, lo harán en particular y nunca en compañía. No llevarán bastón ni nada que parezca vano o disipado espíritu a las gentes del mundo. Si un padre o hermano no es edificante, se le prohibirá hablar con los jóvenes y se le obligará a quedarse en su celda. Si no se corrige y no quiere guardar en todo las reglas, se le obligará a salir fuera de la congregación. Se tendrá el mismo cuidado de educar en las virtudes a las otras personas que Dios pondrá bajo la conducta de los padres y directores de almas.
4° Todos hablarán poco a las jóvenes y a las mujeres adultas, les escribirán raramente y las visitarán más raramente todavía. [82] Cuando solamente se trate de cumplimientos y no de asuntos o de administrar los sacramentos, si los llaman o es una orden de la obediencia, todos evitarán verlas de frente sea mujer adulta o joven, tanto como sea posible.
5° Nadie tendrá permiso de recibir cartas sin mostrarlas al proveedor, exceptuando los confesores que admitirán al confesionario solo las personas que se quieran acusar de sus faltas o pecados y dar cuenta de su interior, suponiendo que sea el director.
6° La edad que deben tener los padres para confesar a uno y otro sexo es; para los hombres desde los treinta o treinta y tres años si son capaces. Después las mujeres, si los superiores lo juzgan conveniente. No deben enviar al señor cura sino personas muy exactas para el confesionario y de las cuales puedan responder de su capacidad, pureza y sólida piedad.
Los hermanos clérigos no son ordenados hasta los 25 años y se mantendrán bajo la conducta de los maestros de costumbres como los más exactos en las observancias regulares, como los novicios. Si son mayores o ya sacerdotes cuando entran en la congregación, no dejarán de hacer un año de probación aparte del noviciado para fortalecerse en la práctica [83] de la virtud de los votos, de la observancia de las reglas y constituciones, y aprender a obedecer para saber mandar.
7° Del estudio. Es conveniente y evidente que los padres deben ser muy capaces en todo. No deben hacer ningún fasto de su ciencia o capacidades sino acordarse de que siendo novicios se les ha enseñado la vida espiritual en su más alto grado sea por conferencias o por la lectura de libros de más interioridad y de la santa Escritura. Y así se sientan obligados a vivir conforme y según sus conocimientos y no atribuirse sino lo que pueden tener de malo y humillarse en toda ocasión.
El maestro de novicios les hará aprender de memoria los salmos y que se apliquen al conocimiento de otras lenguas, a todo lo que hay que hacer o cantar en el coro cada día y en las ceremonias ordinarias de fiesta en la Iglesia o particulares de la Orden. Deben ejercitarse en la práctica de la humildad y mortificación tanto interior como exterior, en acusar sus faltas no solamente en el capítulo de culpas que el padre maestro debe hacer dos veces a la semana, sino también en el refectorio durante la comida o la cena. [84] Estimúlense a arreglar los altares en silencio, evitando palabras inútiles por respeto al Santísimo Sacramento.
Entre los niños, se elegirá a los más robustos para que sean conversos cuando tengan la edad y quieran ser religiosos y se le instruirá mientras llegan a la edad de entrar al noviciado, sea en las lenguas en las artes de la medicina y de la farmacia. Si hay personas importantes que deseen retirarse del mundo y hacerse hermanos laicos no siendo capaces del sacerdocio ni teniendo vocación, aunque tengan virtud, se les admite en la congregación.
Los sirvientes de la casa pueden ser recibidos como conversos si lo piden, concediéndoles esta consolación para reconocer los buenos y grandes servicios que ellos hubieran dado. Su empleo será de trabajar la tierra, podar los árboles, serán carretoneros y harán todos los trabajos que exigen más fuerza en las misiones de la Orden.
Tan pronto como un hermano sea recibido para ser converso o laico o clérigo, se le ejercitará en el trabajo. Se educará a la juventud de grado en grado, sea para la vida espiritual o para el trabajo y las ciencias. Saliendo del noviciado se les inscribe en los estudios más avanzados y en trabajar con perfección sin considerar que pueden retirarse, eso no importa, es una caridad que se les hace a ellos y al publico que será mejor servido. Los padres serán muy desinteresados y pobres de espíritu no buscarán jamás sino a Dios en la caridad al prójimo y en todas sus acciones. Estudiarán siempre salvo las fiestas y domingos. Los padres, hermanos, clérigos y laicos, dos horas en la mañana y dos horas en la tarde. El resto del tiempo será dividido entre las obras exteriores de piedad, sus empleos o el estudio en particular. Cuando ellos escriban algo no hay que buscar aparecer sino hacerlo por la edificación de la Iglesia y el bien publico. Sus libros serán examinados y aprobados en la asamblea general, sean grandes o pequeños y si hay que hacerlo más pronto, bastará el examen del general con su consejo esperando que la asamblea se pronuncie para aprobarlo o suprimirlo. Pondrán al día sus conocimientos sobre la moral, la escolástica y las materias de predicación por orden del proveedor nacional, a los más hábiles y piadosos los reunirá en un convento de los más desiertos [86] para que cada uno haga su tratado con más tranquilidad y tomando en cuenta las opiniones de la asamblea general. Se pedirá a los obispos la aprobación de esos libros y al Papa de confirmarla. Y luego que los padres de la congregación los tengan, aténganse a ellos y no escriban más sobre la moral ni sobre la escolástica, ríjanse por ellos en su misión y en la defensa de la fe y de las costumbres. Podrán trabajar con los medios necesarios afín de tener en alguna casa, una imprenta para los libros que ellos escriban o traduzcan para la edificación de los herejes, de los infieles y de ellos mismos, siendo libros edificantes en lengua vulgar o en latín.
8° Los ejercicios espirituales y otros que se practican cada día.
La fuerza de los ejercicios está en el reglamento y distribución de las horas. Es necesario hablar aquí para que sepan a qué atenerse.
Los padres y los hermanos, exceptuando los conversos y los oficiales que tienen cargo de ver por ellos y por los domésticos se acostarán a las nueve en todo tiempo y se levantarán a las cuatro de la mañana. El sacristán tendrá cuidado de despertarlos o de que alguien los despierte. Después toca el Angelus, les lleva la luz si está oscuro y en media hora van a la [87] oración mental guardando silencio y caminando con suavidad. El superior da la bendición cuando todos están acomodados en sus lugares del coro. El oficiante u otro en su ausencia, leerá en voz alta el punto de meditación. A las seis los maestros dirán su misa y los escolares asistirán con modestia y devoción a comulgar cuando hayan recibido el permiso, después irán a hacer sus camas, arreglar sus cuartos barriéndolos una vez por semana. A las siete irán, los que lo necesiten no siendo día de ayuno, a comer un pedazo de pan y beber. A las ocho se aplicarán al estudio hasta las diez que irán a sus empleos o artes o a repasar las lecciones. A las once se tocará para hacer el examen que durará medio cuarto de hora y enseguida la comida, durante la cual se hará la lectura de algún libro que sea fácil de entender. La comida durará media hora porque la primera porción es servida antes de que entren en el comedor. Cuando el reloj de arena haya terminado de marcar la media hora, el superior suena sobre la mesa para terminar la lectura. El proveedor que dijo el Benedicite da gracias o el mayor de los padres en [88] su ausencia. Los mayores tendrán siempre los primeros lugares como superiores. Los hermanos clérigos se acomodan después de los padres sea en el refectorio que en el coro y las asambleas y nadie obligará a su compañero a comer, es el proveedor quien debe saber porqué no comen. Los ancianos y los enfermos estarán en una mesa separada donde comerán a su gusto, nunca en exceso ni en recreo. Todos tendrán recreo después de comer trabajando. Pasada la hora, el silencio se guardará, irán a adorar al Santísimo Sacramento como después de las comidas, terminando la acción de gracias en el coro los domingos y fiestas. El catecismo se dará a los niños de la santa Familia y a los otros pensionistas hasta la una y media y todos, menos los ancianos, los enfermos y los oficiales serán entretenidos juntos por el proveedor sobre temas de doctrina u otras cosas edificantes. A la una y media se retirarán en silencio a sus cuartos hasta las dos. A las dos cada uno va al estudio o a su empleo hasta las tres en que se dicen Vísperas y Completas. A las seis se toca para cenar con la campana de la casa que es para llamar a los ejercicios comunes. Después de las seis y media hasta las siete se hace la recreación como en la mañana. A las siete y media se toca [89] para la oración mental. A las ocho se tocará para Maitines y Laudes, y al terminar se hará el examen de conciencia y la lectura del punto de meditación del día siguiente a lo que asistirán los hermanos conversos y los domésticos. Terminada la oración el superior da el agua bendita y la bendición a todos los padres y hermanos. Golpeando sobre su reclinatorio da señal de retirarse en silencio a sus celdas para el descanso de la noche. El padre encargado de visitar y ver que todos ya se han retirado, lo hará con mucha exactitud al menos que el proveedor se quiera tomar la pena de hacerlo. Los hermanos conversos no teniendo hora fija para la oración mental, se acuestan a veces pronto, a veces tarde a causa de los grandes trabajos de que están encargados. El portero que es uno de los conversos mayores tiene sus asistentes. El procurador, el ecónomo y los otros oficiales que deben cuidar de los temporal y de los otros domésticos, tendrán cuidado de hacerles la oración de la mañana y de la tarde cuando no puedan asistir con los hermanos conversos y que tanto unos como otros asistan a la primera misa y desayunen enseguida antes del trabajo, durante el cual se les debe recordar la presencia de Dios [90] de una manera cordial, que los anime a hacer bien lo que hacen.
El proveedor tendrá el capítulo de culpas el lunes y el viernes de cada semana, los novicios asisten y habiéndolas dicho se retiran. Por los capítulos del consejo se tendrá tantas veces como sea necesario resolviendo los asuntos que se hayan presentado. El proveedor será acompañado de dos padres mayores y también cuando visite los cuartos de toda la casa sea en la noche o en el día para nunca ir solo.
El provincial hará la visita cada año por Pascua, y el proveedor nacional en todas las casa de la nación por medio de dos religiosos que él nombre, e irán de dos en dos o de tres en tres sin faltar un año.
9° Referente a la adoración perpetua del Santísimo Sacramento. En todas las casas formadas o comenzadas habrá la adoración perpetua del Santísimo Sacramento sin que nadie se ausente ni de día ni de noche, es decir, los padres y los hermanos clérigos de dos en dos por turno teniendo un reloj de arena de media hora la pasarán delante del Santísimo Sacramento al pie del altar o en la tribuna que estará abajo, en la iglesia [91] sobre el vestíbulo de la puerta mayor. Tendrán el sobrepelliz durante el día, y en la noche sobre el sobrepelliz un manto, siempre tendrán la cuerda en el cuello durante la media hora o una hora, como lo juzgue a propósito el superior o el proveedor e inclinándose profundamente, interior y exteriormente harán el acto de desagravio con una vela prendida en la mano como se dirá después, pidiendo sobre todo por el restablecimiento de la fe en Inglaterra y por todas la otras intenciones que contiene. Al fin de la media hora o tres cuartos de hora, uno de los dos sea padre o hermano ira a despertar o advertir a los dos que siguen. La señal será de cinco toques de la gran campana para que los que vienen a ocupar el lugar lo hagan con un nuevo fervor y animados de celo ardiente de reparar tanto como les sea posible, con la ayuda de la gracia divina, todas la injurias que la persona adorable del Verbo Encarnado recibió y recibe en el Santísimo Sacramento de una infinidad de creaturas ingratas o ciegas por los errores en que han caído o nacido en tierra de infieles.
9° Penitencias corporales. Que no se cargue a la comunidad si no es la disciplina general los viernes [92] y en Adviento y Cuaresma también los lunes y la semana Santa el miércoles. Se hará en la tarde después del examen, cada uno de su propia mano. Los lunes el superior recitará el De Profundis y los viernes el Miserere. Si en la semana hay una fiesta solemne, la disciplina y el ayuno serán la víspera de la fiesta. El miércoles Santo el proveedor la hará terminar cuando él lo juzgue a propósito con prudencia, dispensando a los que tengan alguna dificultad. Los enfermos están exceptuados de las austeridades corporales, solo se les pide espíritu de sumisión y mortificación interior.
Los domingos y fiestas, los hermanos conversos irán a la oración delante del Santísimo Sacramento y a otros ejercicios de piedad y harán alguna lectura espiritual si saben leer. Generalmente todos frecuentan los sacramentos de la confesión y de la comunión a los que podrán acercarse al menos el domingo y el jueves o más seguido si el director lo ve bien.
Cuando los maestros estarán en ejercicios deben advertir al superior o al proveedor de poner a un padre que los remplace en el colegio para poder disfrutar de la oración y otros ejercicios de devoción con más [93] atención durante su retiro en que se aplican a renovar su interior y exterior.
Raramente los superiores se encargarán de entierros, de misas de fundación y sobre todo de grandes misas. Quienes mueran en la casa podrán ser enterrados sea en la capilla que hayan fundado en la iglesia, en el cementerio del claustro o en el sótano destinado para esto, pero es necesario que paguen los derechos a su parroquia.
Los padres y hermanos no asistirán a las procesiones públicas. Sus sufragios deben ser por nuestro santo Padre, los cardenales y los prelados eclesiásticos, los bienhechores y fundadores, por los agonizantes, los difuntos de la congregación, por los misioneros, la conversión de los pecadores, los herejes e infieles, y en fin por todos los hermanos y las hermanas de esta congregación para que Dios quiera conservar su salud, su espíritu y vigor para su servicio.
Los fundadores pueden hacer que den sepultura a sus esposas e hijos y otros parientes en las casas que hayan fundado pagando los derechos al señor cura de la parroquia. También pueden tener un alojamiento en caso de urgencia y eso en el departamento o parte de los huéspedes que sea el más conveniente a su situación. La mujeres [94] y las jóvenes estarán separadas de tal manera que no tengan ninguna comunicación con los religiosos y se quedarán ahí tanto como dure su urgencia.
El padre general puede disponer de la sexta parte de las misas, comuniones y ejercicios espirituales de la Orden todos los lunes. El procurador general todos los martes, el nacional todos los miércoles por la nación, el provincial los jueves por la provincia, el proveedor los viernes por la casa, el superior los sábados y domingos por lo que él vera. Estas son las más seguras fundaciones que los superiores pueden hacer en esta congregación. Todas las otras misas y sufragios serán por los que ya se ha dicho y a la disposición de los sacristanes quienes tendrán cuidado de tocar o de hacer que toquen todos los días no solamente al Angelus de la mañana para despertar sino también para el de medio día y el de las ocho que es la ultima llamada para maitines y laudes.
Todos los padres y hermanos serán grandes amantes del retiro y del silencio que debe ser guardado con exactitud y siempre en el refectorio, sacristía, [95] sobre todo después de las nueve y media de la noche hasta las seis de la mañana. Si es necesario hablar, debe ser en voz baja.
Unos y otros traerán esta regla con ellos cuando sea aprobada y confirmada por el santo Padre para leerla continuamente, pidiendo al Verbo Encarnado poseer el espíritu de esta congregación que le está dedicada por tantos títulos que la llevan a honrarlo por estado. 1° La vida oculta, humilde, trabajadora y hospitalaria en la casa paterna llevada bajo la mirada de San José que estuvo en cama sus últimos años. 2° Su vida solitaria en el desierto. 3° Su vida pública entre los hombres para enseñarles el camino del cielo por sus obras de predicación diciéndoles: exemplum dedit vobis (Jn_13_15), ejemplo os he dado. Si los padres y los hermanos la guardan en todo y por dondequiera como un divino ejemplo del que deben ser fieles imitadores por la observancia de las reglas y estatutos que han abrazado como medios propios para aspirar a la santidad que el Señor pide de ellos deben asegurarse de que van a llegar con felicidad al fin de su vida ayudados con el socorro de la gracia y al mismo tiempo se persuadirse que esta congregación es como una puerta abierta y un camino recto que los conducirá, y con ellos [96] una multitud de almas que sin ellos se perderían en el siglo pervertido más que nunca por la vanidad y los demás vicios que precipitan desgraciadamente a tantos desdichados que se dejan cegar y caer entre las cadenas y la esclavitud del Faraón de los infiernos, cruel enemigo de la gloria del Verbo Encarnado nuestro maestro divino y amabilísimo Redentor. A él sean dadas todas las alabanzas, todo honor y todo amor en el sacramento adorable de la Eucaristía que es el trono de su amorosa dilección por todos los hombres y a la cual perpetuamente todas las casas formadas por tener el numero suficiente de religiosos, deben tener en gran estima y hacerla con mucho celo, procurando también que la hagan las almas dirigidas por ellos en la confesión, aunque sean de fuera, si muestra una palpable devoción, para que vengan a hacer la meditación delante del altar mayor de la iglesia, donde Jesucristo reposa en el sagrario. Se tratará de tener una capilla particular para los devotos de este gran misterio donde se nos dan grandes pruebas del constante tierno amor de Dios por todas sus creaturas.