Lo que Dios me ha dado a conocer de la Madre de Chantal
M.R.P.
Puesto que Dios que se muestra admirable en sus santos, quiere que las criaturas den testimonio de la estima que él hace de ellos, cuando su bondad se las da a conocer, ya que él no quiere que se oculte la verdad en la injusticia. La obediencia y vuestro piadoso celo mi R.P. me impulsan a dar el testimonio que debo a los méritos de la digna madre de Chantal; diré con tanto respeto como sinceridad, que el Espíritu divino ha dignado asegurar al mío desde hace 25 años de los dones y virtudes que Él había derramado en esta buena madre, sin que yo nunca lo haya dicho.
Habiendo conocido al comienzo del mes de agosto del año 1641, que ella había pasado por esta ciudad de Lyon para irse a Moulins, y pidiendo en mi oración de la tarde por ella, como yo le había pedido en nuestra primera entrevista que pidiera por mí, oí que dejaría pronto esta vida y que no volvería a sus monasterios de Lyon ni al de Annecy, pero que su cuerpo pasaría por esta ciudad para ser llevado junto al del Beato Francisco de Sales, digno obispo de Ginebra.
Ese mismo día se lo dije a nuestras hermanas reunidas en comunidad y al R.P. Gibalin dándole cuentas.
Una noche del mes de diciembre de 1641, estando dormida, fui conducida a una iglesia de la Visitación. Siempre he pensado que era la de Moulins. Habiendo entrado en esta iglesia, se me revistió de blanco y se me dio en lugar de cirio todos los instrumentos de la pasión para estar convenientemente en ese lugar de esplendor. Esta iglesia estaba iluminada como una capilla ardiente, y si yo no veía antorcha iluminada, conocí por este mismo espíritu que se digna enseñarme, que era la muerte gloriosa de la madre de Chantal, por la cual yo había tenido nuevas luces, y que ella rogaría en el cielo por el establecimiento en Francia, de la Orden del Verbo Encarnado.
El 21 de diciembre e 1641, leyendo las memorias que yo había hecho de diversas gracias recibidas de mi divino amor, especialmente de las promesas del establecimiento de nuestra Orden, sentí a mi lado derecho; cerca de mi, la Bienaventurada madre Chantal con una presencia espiritual que me regocijaba y me confortaba indeciblemente.
A la misma hora, Sor Françoise Gravier, mi secretaria, entró en mi habitación y me dijo: "Verdaderamente siento un olor muy suave semejante al que sentí en Avignon estando en la capilla donde reposa el cuerpo del Beato César de Bus, y éste me parece todavía más delicioso.
Esta hija, según su costumbre, me obligó a decirle la gracia que yo recibía, porque ella tiene la orden del Sr. Cardenal y de mi director de escribir las gracias que Dios me hace. Yo le dije: "Es la Bienaventurada madre de Chantal que ha venido aquí para gratificarme". Su bondad os ha hecho participante para haceros devota, ya que no lo sois como deberíais serlo.
Una noche alrededor de Navidad de este año, durmiendo, vi a las hijas de la Visitación que buscaban un tesoro que no encontraron. Dos o tres días después, el señor Deville, el oficial, me vino a ver y me dijo que el cuerpo de la madre de Chantal había pasado por Lyon en una carroza de una puerta a la otra, sin pararse. Yo le dije que me hacía recordar lo que había visto una de esas noches; que las religiosas de la Visitación de Bellecour buscaron un tesoro que no encontraron y se sintieron muy extrañadas de esta privación.
Un día en la octava de Navidad, delante del Santísimo Sacramento, mi espíritu fue elevado y llevado junto al cuerpo de la madre de Chantal a Annecy, que todavía no estaba enterrado. Vi una multitud de ángeles que sembraban flores blancas y violetas encima de ese cuerpo con alegría y delicadeza angelical. Oí estas palabras de la sabiduría: Habebit fructum in respectione anima sanctorum (Sg_3_13) Dará frutos palpables a la vista de todos los santos; y depués: ego quasi victis fructificavi suavitatem, et flore mei fructus honoris et honestatis (Si_24_23). Como flores de un agradable olor, como una vid, yo broté y mis flores son frutos de gloria y de abundancia.
[5] Alrededor de la fiesta de los Reyes en 1642, vi una escalera hecha de nubes, la cual había venido de Oriente hasta el Poniente donde se paró. Esta escalera me representaba a la madre Chantal que estaba en la gloria. Después vi en Oriente navíos hechos de nubes que me representaban también a sus hijas con alas. Volaban con gran diligencia, pero estaban todavía bien alejadas del poniente de esta escalera. Me parece que era necesario mucho para que ellas alcanzaran a su madre.
Por esta escalera y estos navíos, oí varias otras maravillas que se referían a otra Orden, de la cual no es propio mencionar aquí, ni todos los misterios que ellas significaban. El Espíritu que enseña a las almas es único en sí y es múltiple en las luces que da. Est enim Spiritus intelligentiae, sanctus, unicus, multiples (Sg_7_22).Hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple.